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La cabaña por Chris Yagami

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Capítulo 2.

Se movía entre las ondulaciones con gracia, cerraba los ojos y se sentía libre. Sus manos jugaban con el agua y sus pies flotaban a la deriva al igual que su cabello, sonreía sintiendo los cálidos rayos del sol sobre su piel. Se sentía en paz como no se había sentido en mucho tiempo.

De pronto sintió un leve golpe en el pecho y el agua lo cubrió por completo, pataleo y dio manotazos libres para lograr incorporarse pero fueron unos brazos los que le llevaron de nuevo a la superficie para que pudiera respirar. Tosió la poca agua que había ingerido y carraspeo para deshacerse de esa sensación en la garganta. Enojado se alejó de quien lo sostenía y mantenerse a flote el solo, virándose para encarar a quien había interrumpido su juego.

-¿Qué te pasa, Milo? ¡Casi me ahogo!- no le sorprendía que fuera él, pero estaba molesto porque lo había asustado mucho.

-No seas exagerado, no iba a dejar que eso pasara- decía en medio de su carcajada. Su risa terminó por contagiarlo y sonrió negando con la cabeza.

-Eres un tonto, estaba muy tranquilo.

-Por eso lo hice, parece que no escuchabas nuestros gritos- señaló a la orilla donde todos los demás recogían las mantas donde antes habían almorzado o tomado el sol- ya estamos por irnos.

-Podías haber llamado mi atención de otra manera.

-Así no sería divertido- acarició su cabeza como siempre hacia para despeinarlo y comenzó a nadar a la orilla seguido por el menor.

Había sido un día corto, eso le pareció, lo había pasado tan bien que el tiempo se le fue volando. Le gustaba mucho jugar con Milo, a pesar de ser de los mayores del grupo su espíritu era más infantil que el de la mayoría, era divertido, ocurrente y tenía siempre mucha energía. Lo conoció gracias a Hyoga, su mejor amigo y pareja de su hermano y siempre le había parecido un poco impertinente pero era agradable.

Cuando llegaron a la orilla ya todo estaba listo para partir. Se acercaron al grupo y comenzaron la caminata de vuelta a las cabañas. No estaban muy apartadas, caminarían solo quince minutos, pero estaban agotados y solo salían quejas de labios de la mayoría.

-¿Escuchaste eso?- llamó Milo que caminaba a sus espaldas.

-¿Qué ocurre?- se detuvo al ver que él lo había hecho y retrocedió unos pasos para colocarse a su lado- ¿Qué escuchaste?

-Una voz, llamando- susurró con los músculos tensos- creí ver a alguien.

-¿Era una voz de mujer?- indagó curioso tratando de ver a través de los troncos de los árboles, pero no podía ver nada- ¿Qué viste?

-No es nada- concluyó después de unos segundos en silencio. Se dio la vuelta y continuó avanzando- creo que era un animal.

Pero Shun se quedó en el mismo lugar enfocando la mirada entre los troncos, en la oscuridad que el atardecer provocaba. Así quedó un tiempo, escudriñando sin mover un musculo hasta que le pareció ver un reflejo dorado y que dos sombras se movían entre los arboles. Palideció pues se encontraban demasiado cerca de él, tan solo diez metros a lo mucho. Se dio la vuelta con prisas y corrió hasta llegar a su hermano y se colgó de su brazo temblando levemente.

-¿Qué sucede?- preguntó sorprendido por su acción.

-Vi algo atrás- susurró, sintiendo que si hablaba en voz alta aquellos podrían encontrarlos.

-¿Qué viste?- Hyoga se dio la vuelta y miró hacia el camino al igual que los otros, pero no había nada.

-No sé, dos sujetos- tenia los ojos cerrados con fuerza, tenia miedo de ver el camino- y Milo escuchó algo también.

-Te dije que había sido un animal- contestó el aludido acercándose a él- siempre te dejas llevar por los temores de tu mente, Shun- se burló de él lo que provocó que todos rieran.

Tal vez en parte tenia razón, era un joven miedoso, desde que era niño exageraba todo y cuando estaba solo no sabia que hacer, era Ikki quien siempre lo había hecho sentir protegido, pero ahora estaba seguro de lo que vio. Eran dos personas, dos hombres entre los árboles, uno rubio y el otro de cabello corto y castaño. Pero no los conocía.

Pensaba todavía en ello cuando llegaron a la cabaña, inmediatamente se encaminó a la habitación, temeroso todavía para mirar a través de la ventana. Los demás afuera despidieron a Milo que se encaminó a la otra cabaña para descansar. Miraba atentamente el bosque oscuro cercano, tratando de descubrir de nuevo esas sombras, saber si los habían seguido.

De pronto unos brazos lo rodearon y dio un pequeño grito de sorpresa. La risa de su acompañante le hizo girarse y muy molesto le dio un puñetazo suave en un brazo, avergonzado sus ojos ya comenzaban a humedecerse. No le gustaba ser tan miedoso.

-¿Qué sucede?- quien lo había asustado lo abrazaba para tranquilizarlo, su corazón latía a un ritmo frenético y su respiración no se normalizaba.

-No es nada- negó con la cabeza refugiándose en su pecho. Además de su hermano, también con él se sentía protegido.

-Cuando vine esta mañana estabas dormido- recriminó besando sus labios siendo correspondido por el menor- me sorprende, no sueles dormir mucho.

-Lo sé, el viaje fue cansado, lamento no haber ido a montar en bicicleta.

-Pero fuiste al lago sin mí, creo que tendremos que repetir eso después- volvió a sus labios y el beso subió de intensidad.

El menor abrió su boca dejando que la lengua del mayor explorara cada rincón. Su lengua se mantuvo quieta al principio, pero en poco tiempo se dejo llevar. Su cuerpo vibraba por sus caricias, suspiró cuando sus manos recorrieron su espalda, sus hombros y lo aferraban de la cintura para acercarlo aun más a su cuerpo. Era como si ese fuera su primer beso, era especial y no lograba comprender porque.

-No me hagan sacar el arma- la voz de su hermano hizo que se separaran casi de un brinco con una sonrisa en los labios.

-Lo siento, hermano.

-Tu ya deberías estar durmiendo- regaño enarcando una ceja mirando a Shun para después hacerlo con el mayor- y tu no deberías estar a solas con mi hermano en una habitación, recuerda que aun es menor de edad.

-Exageras, solo era un beso- sin mas que decir se dio la vuelta y dio un ultimo beso en la mejilla de Shun como despedida- descansa, mañana caminaremos a la montaña ¿está bien?

-Si, descansa, Shaka.

Ikki observó al mayor salir y cerró la puerta después. Se sentó finalmente en la cama de Shun para invitarlo a hacer lo mismo y él obedeció, con la cara roja pues sabía que era lo que venía.

-¿Debo preguntar si trajeron protección?

-¡Ikki!- no, definitivamente no esperaba eso. Con el rubor hasta las orejas se lanzó sobre la cama para cubrirse con la almohada, escuchando la risa de su hermano mayor en sus oídos.

Sonrió sin que él lo viera, ese beso le resultó extraño, especial, único y aun podía sentir sus caricias despertando emociones que no había sentido jamás. Suspirando se quedó dormido recordando sus ojos. Pero a pesar de su sonrisa al dormir, en sus sueños no dejaba de ver a un bebé que lloraba sobre el asfalto y aun escuchaba el llanto de la mujer.

Notas finales:

Si no se quieren perder (por que la verdad yo me estoy perdiendo D:) les recomiendo que lean entre lineas y no olviden... ciertas perdidas de memoria xDD

Saludos.


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