No era la primera vez que pasaba por su delante de esa manera. Sin mirarlo, ni tan siquiera atreverse a rozar la misma burbuja de aire del otro. Se contuvo y dio media vuelta, adentrándose otra vez al grupo de amigos extranjeros con el que se veía obligado a vivir.
La hora de salida era especial. Nunca sabía que clase de encuentro lo esperaba cada vez. Pero ese día no. Kai había sido demasiado cruel. Regresaría a casa temprano y vería una película con Sehun, o mejor irían por un enorme y helado vaso de té verde, a pesar de ser invierno. Sehun, su único amigo coreano que hasta el momento, no había intentado algo más que sobrepase los límites de la amistad.
Caminó sin prisa hasta la puerta principal, buscando al grupo de amigos chinos que siempre andaban juntos. Se vio obligado a llamar a Sehun y pedirle que lo acompañase. La espera fue corta, Sehun a los 3 minutos de recibir el mensaje de Luhan, ya estaba frente a él sonriente, preguntando que tienda sería mejor para la estación fría y húmeda.
…
Kai conocía su casa. No le sorprendió el hecho que haya llegado hasta ella, lo que fue confuso y un tanto delatador, fue escuchar la súplica del moreno por un encierro más, por una sesión más de sexo. Como si fuera si juguete sexual, accedió, y con cara larga, gestos fríos y de mala manera, subió al auto del moreno, que lo esperaba fuera de su casa. Llegaron al departamento de los padres de Kai, vacío, escaso de muebles, y con un olor a madera seca. Dio a penas tres pasos dentro, y el moreno lo arrastró hasta el mueble, quitando la innumerable cantidad de ropa que llevaba el rubio con desesperación, buscando sus labios esponjosos y rosas, besándolo sin detenerse, sin permitirle siquiera procesar aire por su garganta. Luhan no respondía a las caricias, era obvio, estaba molesto. “Are you okey baby?” preguntó insensible el moreno, terminando de desabotonar la camisa sobre otra polera, sonrió al no obtener respuesta, y se sentó en el enorme sofá, mirando serio al rubio. “Tranquilo, solo es un momento, no lo hagas tan complicado” giró el rostro pequeño y refinado de Luhan con el dedo índice de su diestra y estampó con delicadeza sus labios contra los de él. Sería una noche larga y placentera.
…
Otra vez, otra maldita vez, pasó de largo. Ya no era de extrañar que lo haga, pero por alguna razón, ese sentimiento de indiferencia y desprecio que el moreno demandaba, dolía más. No solo porque era él quien lo buscaba, quien le rogaba por más, quien siempre lo iba a buscar en esas noches que no podía conciliar el sueño, quizá por tener el cuerpo desnudo y de piel tersa de Luhan. Entró al baño deprimido por esas ideas que torturaban su razón, sintiéndose inquieto y emocionado al sentir como unos brazos firmes se incrustaban en sus caderas, y unos labios gruesos y poderosos apresaban su barbilla, Kai lo buscaba de nuevo.