- Grimmjow - dijo Ulquiorra sorprendido por su llegada, no se lo esperaba para nada.
Encontrarlo allí fue una gran sorpresa, sin controlar sus sentimientos fue corriendo tras él para abrazarlo. Lo tomó entre sus brazos, pero se sentía algo extraño… su abrazo no estaba siendo correspondido ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué esa actitud tan fría con él? ¡No se vieron por más de un año! ¡Por todos los cielos! ¡¿Por qué no lo abrazaba también?! ¿Se habrá olvidado de él? ¿Se fue tanto tiempo que ya pudo dejar de amarlo? No… eso no puede ser posible…. ¿No es cierto?
- …. -
Ulquiorra alzó la mirada para observarlo, los ojos azules de Grimmjow solo reflejaban indiferencia, una mirada helada que lo aturdía sin saber el porqué.
- ¿Grimmjow… qué sucede? - se separó un poco para poder hablar mejor con él.
- Ulquiorra… - con firmeza lo agarró de sus hombros y lo separó de él.
Lo miraba de arriba hacia abajo con unos ojos fríos, ¿Fríos? ¡Se supone que él era el de la mirada fría no Grimmjow!
- ¿Grimmjow qué te sucede? - volvió a preguntar ya dando un paso hacia atrás para ya tener una distancia.
El otro respiró hondo, se le quedó observando por unos cuatro segundos con las manos escondidas en sus bolsillos y dio un suspiro. A una gran velocidad sacó su mano derecha y le propinó un fuerte y certero puñetazo en el rostro de Ulquiorra. Este último por la repentina acción del otro que le tomó por sorpresa no pudo evitarla y cayó al suelo por el impacto del golpe.
- ¡¿Que qué me sucede?! - su tono de voz era arrogante, altanera y molesta - ¡¿Qué te sucede a ti Ulquiorra?! - le gritó, poco le importó llamar la atención de todos los presentes (que en su mayoría eran los clientes de la cafetería) - ¡No contestaste mis llamadas!, ¡No respondiste a mis mensajes!, ¡No te comunicaste por nada del mundo conmigo y por más de un año!, ¡Por un tiempo pensé que estabas muerto! ¡¡Grandísimo imbécil hijo de puta!! - se estaba desahogando.
- Y-Yo... - estaba sorprendido. Agachó su cabeza arrepentido - …lo siento mucho… - se sobaba el golpe. En verdad lo había golpeado con todas sus fuerzas.
- ¿Qué lo sientes mucho? ¡Me debes mil explicaciones! -
- Te las daré pero por favor no te molestes conmigo - se levantaba del suelo aún adolorido.
Lo miró directamente a los ojos. Grimmjow también lo hacía desconfiando pero los ojos verdes del otro estaban brillosos, los veía sinceros, no pudo decir más, no había ni una pizca de falsedad en ellas.
- De acuerdo - dijo cansado. Nunca pudo ser muy malo con él. Le era imposible. Después de todo él no puede odiarlo.
Fue hacía el y lo abrazó al igual que un oso hacia un árbol. Un abrazo algo torpe a decir verdad. A penas lo atrajo hacia su cuerpo todas las espectadoras comenzaron a aplaudir (y unas que otras a tomar fotos con sus cámaras de celular) y ambos se avergonzaron por tremendo drama que realizaron sin darse cuenta.
- Grimmjow… - se separó un poco, no quería dar más pie para que las otras personas sigan filmándolos o tomándoles foto. Era molesto.
El otro, en cambio, ya lo había perdonado por todo pero igual quería respuestas. No se la iba a librar tan fácil.
- Pero igual quiero explicaciones - reclamó.
- Las tendrás - sonrió.
- ¿Y ese niño? No me digas que es tú…. -
- No seas tonto. No te he sacado la vuelta con ninguna mujer -
- ¿Entonces con un hombre? -
- ¡¿Cómo demonios tendría un hijo con un hombre?! Ya deja de decir tonterías -
- ¿Entonces qué fue? -
- ¿Cómo podría tener un hijo de esa edad si solo me fui por un año y medio, Grimmjow? -
- ¡Entonces lo has tenido antes! - ahora sólo quería sacarlo del quicio.
- ¿A qué hora sales del trabajo? - preguntó ya queriendo parar sus bromitas de mal gusto.
- Como a las 6:00 -
- Ven a mi casa cuando salgas entonces - le entrega una nota - Ese es mi nueva dirección y número telefónico - Grimmjow observaba la carta ¿A caso ya lo tenía todo planeado? - Cuando vayas te responderé todo. Todo lo que quieras - esa última frase se la susurró al oído de una manera muy sensual y excitante estremeciéndolo por completo ¿Se lo dijo en doble sentido o ya estaba pensándolo todo de una manera muy pervertida? De igual manera no pudo evitar sonrojarse.
- Está bien - aceptó.
- Muy bien - sonrió complacido. Una sonrisa de victoria. Miró la hora en su reloj de muñeca - Grimmjow, ¿No es tarde? Ya se acabó tu hora de refrigerio -
- ¡Verdad! Me voy. ¡Nos vemos en la noche, Ulquiorra! - tomó su celular, lo besó y se fue corriendo.
* * *
Ya era de noche y Grimmjow estaba listo para salir de su trabajo directo a la casa de Ulquiorra. Miró la dirección de la nota….¡¡¡¡PERO SI ERA LA DIRECCIÓN DE SU CASA!!!! Un momento…. Se fijó bien en el número y piso del departamento, era el número 704 un piso superior al suyo. ¡¡¡Por dios, viven en el mismo edificio!!! ¡¡Cómo nunca se dio cuenta!!
Ya no había mucho hacer. Solo se fue directo a su edificio y subió un piso más de lo que generalmente hace a diario. Llegó al lugar indicado, la puerta era igual a la suya y al del resto del edificio. Tocó el timbre. Como era el edificio de una de las zonas más exclusivas de la ciudad, la seguridad y la extravagancia era extrema, al lado de la puerta debajo del timbre se hallaba un aparato plomo que tenía una luz amarilla que titilaba. En seguida salió una voz de aquel aparato.
- ¿Quién es? - era la voz de un joven.
Esa voz lo dejó estupefacto, no era la de Ulquiorra, eso era obvio; aquella voz era más joven y fresca, ¡¿Pero de quién era?!
- ¿Este es el departamento de Ulquiorra Cifer, no? - preguntó desconfiado.
- Si ¿Quién habla? - esa manera de hablar era la misma que la de Ulquiorra.
- Grimmjow Jaegerjaquez. Vine a ver a Ulquiorra -
- ¿Grimmjow? - su tono de voz era arrogante, igual a la de él - Pero si Grimmjow ya está aquí -
- ¿Ah? - ¿Pero de qué diablos estaba hablando? - Oye niño, Ulquiorra me dio esta dirección y me dijo que estaría aquí así que ábreme la puerta antes de que yo la rompa - dijo molesto porque ya había perdido la paciencia.
- ¡Ay que miedo! - se burló de su amenaza - Pero igual, Ulquiorra no se encuentra. Así que no regrese por favor. Nunca - cortó.
- ¿Eh? Pero que mierda ¡Oye mocoso abre la puerta que sé que Ulquiorra está ahí!, ¡Ábreme! - comenzó a golpear la puerta furioso.
- Grimmjow…. - se detuvo al oír la voz.
- Ulquiorra eres tú, que bueno, ya estoy aquí. Abre la puerta - ordenó aliviado.
- Espera un momento - dentro de unos segundo el pelinegro le abrió la puerta - Adelante - a penas lo vio, el ojiazul se estaba aguantando las ganas de querer besarlo. Ahora no se decía así mismo, ahora era el momento de ser serios - Toma asiento -
Entró observando el lugar, era igual a su departamento: dos pisos, una gran escalera que conectaba la sala con el segundo nivel donde de seguro había seis habitaciones, tres con baño incluido, más otro baño para invitados. En el primer novel del departamento tenía la sala principal, la cocina al fondo, el pasadizo que llevaba a otras cuatro habitaciones y al segundo baño para invitados, más el comedor. Un departamento grande en realidad. Estaba un poco vacía, tal vez por que recién se estaba mudando.
Se sentó en el sillón blanco para sólo una persona.
- Ahora si, quiero que me respondas a todo -
- Eso haré - respondió serio tomando asiento al frente suyo.
- Primero, ¡¿Por qué cojones no te comunicaste conmigo?! -
- Fue por varias razones -
- ¿Cuáles? -
- Como sabes, mi madre en cierta forma me obligó a ir a practicar a otras empresas. Mis superiores me prohibieron TODA forma de distracción…. -
- Osea que me olvidaste/ignoraste por eso - cruzó sus brazos.
- Todavía no acabo. Intenté enviarte mensajes a escondidas pero ese Coyote Starrk, mi jefe, era muy listo descubriéndome y nunca me dejaba poder hacerlo, hasta puso a una niña de cabellos verdes, Lilynette, a vigilarme muy de cerca… -
- Bueno… eso puede valer como una explicación… pero aun así me has tenido encabronado todo este tiempo -
- En verdad lamento mucho no haber podido comunicarme contigo pero también me tenían amenazado. Si no cumplía con sus expectativas me retendrían más tiempo hasta cumplirlas. Y yo lo que quería era volver a tu lado lo más rápido posible -
- ¡Ya! ¡Está bien te perdono! - estalló al fin, no pudo aguantar más y menos aun cuando Ulquiorra le miraba con ojitos de cachorrito arrepentido - Ahora, segunda pregunta ¿Quién rayos era ese tipo quien te acompañaba? -
- Su nombre es Arturo Plateado, es un niño que recogí de la calle -
- ¿De la calle? -
- Si. Lo conocí cuando intentó robarme el celular. Lo perseguí por todas las calles…. -
- ¿Y sus padres? Sabes, lo que estas haciendo se le dice secuestro…. -
- No tiene padres. Cuando lo alcancé me di con la sorpresa de que vivía en un callejón solo -
- ¿E-Eso es verdad? -
- Si - respondió calmado.
- Ok. Tercero, ¿Desde cuándo volviste y desde cuándo comenzaste a vivir específicamente aquí? -
- Recién hoy día en la mañana llegamos aquí a Karakura; y mandé a investigar donde vivías, a penas me enteré compré este departamento -
- ¡¿Me mandaste a investigar?! - se exaltó.
- Si - volvió a responder muy tranquilo.
Grimmjow suspiró ya más calmado, ya todo en cierta forma estaba explicado.
- Bueno, ahora sí, ya podemos estar juntos.... - se trasladó de asiento, se sentó a su lado, lo atrajo hacia él y junto sus cabezas posesivamente.
- Si, por fin... - se le acurrucó.
Se sentían a gusto, después de mucho tiempo ya podían estar juntos. Grimmjow miró de reojo a su amado, seguía siendo igual, sonrió para sí mismo; Ulquiorra volvió a acurrucársele, en ese instante les invadió un calor en sus interiores. Estar más de un año sin haberlo tocado, aquel cuerpo que tanto amaba, aquellos labios negros que por mucho tiempo quería volver a probar, lo estaba volviendo loco, sentía como un bulto crecía en sus pantalón, se estaba aguantando bastante pero su auto control no duró mucho.
En un segundo comenzó a besarle la mejilla de una manera muy curiosa, lo hacía igual como cuando un gato te lame la cara.
- ¿Grimmjow, qué haces? - preguntó con la misma voz monótona y seria. Como ya lo había pensado antes, no había cambiado nada. Pero no mostraba ningún desagrado, más bien lo estaba disfrutando.
- No hemos estado juntos por mucho tiempo - lo seguía besando.
- Quieres decir, no hemos tenido sexo por un tiempo - lo corrigió.
- Exacto - ahora besaba su mano, cada vez iba descendiendo.
- Ya era hora - sonrió - Pensé que nunca lo ibas a decir. Ya iba a ser yo quien comenzara -
- Entonces me hubiera aguantado un rato más… - sonrió pícaramente, sus azules ojos clavaban directamente a los ojos de Ulquiorra - Ahora tengo la curiosidad de saber que hubiera hecho para excitarme -
- No era necesario -
- Cierto -
Ulquiorra por pura reacción se recostó en el sofá con Grimmjow encima repartiéndole besos por todo el cuerpo. Cerró los ojos ante tan agradable sensación. Sentía un hormigueo por su espalda, hace mucho que no recibía sus muestras de cariño. Tampoco él era tan lerdo como para andarse de de casto durante todo ese tiempo que no se vieron, ya le era incontable las veces en se masturbaba pensando en Grimmjow; ahora tenerlo cerca era pura felicidad.
Grimmjow por su parte seguía disfrutando de esa piel de porcelana tan suave y delicada. Él al igual que Ulquiorra se paraba auto complaciendo todas las noches por eso ahora que lo tenía ahí, echado dejándose hacer lo que él quisiera no iba a desaprovecharla. Mostrando una gran habilidad, con la boca desabrochó el pantalón dejando más notorio aquel bulto prisionero del boxer negro del ojiverde.
- Veo que te has estado aguantando bastante Ulquiorra - seguía con esa sonrisa de superioridad. Ya estaba a punto de liberarlo, relamiéndose la boca bajaba lentamente su ropa interior y… - ¡¡¡Auch!!! -
- ¡¿Grimmjow qué te pasó?! - preguntó sorprendido por el alarido del otro.
El momento se arruinó por completo.
- ¡Algo me cayó a la cabeza! ¡Joder eso dolió! - renegó.
Ya se sentían algo incómodos como para seguir continuando. Se sentaron bien nuevamente. En eso Ulquiorra encontró en el suelo cerca al sofá, de seguro el objeto que golpeó a su novio.
- Una pelota de baseball… - jugó un poco con ella. Grimmjow aun se sobaba la cabeza por el golpe - Arturo, sal que ya sé que fuiste tú - ordenó mirando al segundo nivel del departamento.
- ¿Arturo? - se había olvidado por completo que había un tercero en esa casa - ¿El mocoso recogido? -
- No lo llames así -
- Bueno, ok -
- Baja y saluda a nuestro invitado - volvió a ordenar.
Un joven de un salto bajó desde el segundo piso al primer nivel. Apenas vio a Grimmjow dio un chasquido con los dientes mostrando su desagrado con el mencionado. Tenía la misma mirada seria y vacía, y era igual de pálido y delgado que Ulquiorra, ¡¡¡¡Peri si son casi idénticos!!!!
- ¡¡¡¿¿Ulquiorra de verdad no me has puesto los cuernos??!!! -
- ¡¡Qué no Grimmjow!! -
- Ulquiorra me contó que era listo pero veo que se hizo muchas ilusiones contigo - habló Arturo.
Grimmjow volvió a verlo. ¡No era un mocoso! ¡Casi tiene el mismo tamaño que Ulquiorra! Mirada fría, ojos dorados y el color de cabellos casi idénticos al suyo.
- ¡¿Ulquiorra, no que era un mocoso?! - reclamó señalando de mala gana al supuesto niño.
- ¡¿Oye viejo, quién es un mocoso?! ¡Tengo 16 años! - se señalaba así mismo enfurecido.
- ¡16 años mi culo! ¡Tú tienes más! -
- ¡Viejo no seas terco! ¡Tengo 16 y puto! -
- Ya dejen de pelear - les ordenó Ulquiorra. Ambos obedecieron calmados. Sólo a Ulquiorra harían caso y a nadie más.
- ¿Y qué piensas hacer con él? - preguntó ya más calmado Grimmjow.
- Pienso adoptarlo -
- ¡¿Adoptarlo?! -
- ¡¿Adoptarme?! -
- Sí - se paró - Denme un minuto, iré a hacer unas llamadas. Espérenme aquí y no peleen - ordenó.
- De acuerdo - los dos asintieron.
Silencio. Silencio es lo que invadía la sala; ambos sentados frente a frente. Grimmgow sentado de la forma más relajada y Arturo sentado de la forma más correcta posible con las piernas cruzadas.
- ¿Y, cómo te llevas con Ulquiorra? - preguntó el ojiazul queriendo saber que tan “bien” se llevaban esos dos.
-¿Y eso qué te importa? - respondió tajantemente.
- ¡Me importa mucho imbécil! ¡Ulquiorra es mío entiendes! -
- Eso ya lo veremos…. -
- ¿Eh? ¿Qué acabas de decir renacuajo? - se paró de golpe.
- ¡Ulquiorra será mío! - también se paró de golpe.
Chocaban chispas en sus miradas.
- ¡¿Quieres pelear?! - tenía una sonrisa psicópata en su rostro.
- ¡Anda peleemos! ¡Y Ulquiorra se molestará contigo y te botará de la casa idiota! ¡Mejor para mí, me haces un favor! - lo tenía donde más le dolía. Molesto se volvió a sentar.
- Hace un momento dijiste que “Grimmjow” ya estaba en casa, ¿A qué demonios te referías? - esta vez preguntó calmado, en realidad se estaba aguantando las ganas de querer golpearlo.
- Si serás un idiota - suspiró molesto, sentía como si estuviera charlando con un simio. Dio un pequeño silbido y de pronto se escuchó sonar el ruido de un cascabel.
Un pequeño animal vino a paso rápido y elegante a la sala. A penas vio a Arturo saltó se acomodó en sus piernas.
- ¿Un gato? - el ojiazul ante aquel animalito.
El minino maulló como si fuera un saludo. El gato era de pelaje completamente blanco como la nieve excepto por sus cuatro patitas, el borde de sus orejas y el cuello que eran de pelaje color negro; tenía unos ojos profundamente azules, y lo más peculiar de aquel animal era que tenía dos grandes manchas negras en forma de círculos ubicadas una en su lomo y la otra en su abdomen, como si de un agujero hacia al otro lado se tratase. Y llevaba un collar de cuero azul.
- Si, un gato - afirmó acariciando al felino quien ronroneaba por la caricia - Su nombre es Grimmjow -
- ¿Eh? - no lo creía - Espera un momento… creo que no te escuché bien…. ¿Dices que ese animal tiene el mismo nombre que el mío?.... ¿¿Se llama igual que yo?? -
- ¿Qué no es obvio? -
Grimmjow ya no aguantó más, ahora le importaba poco que Ulquiorra los descubriera peleando, partiría la cara de ese mocoso de un solo golpe, más tarde inventaría una excusa que darle.
- No ha pasado ni 10 minutos que los dejo solos y ya están peleando…. - suspiró cansado Ulquiorra recién llegando a la sala.
Grimmjow neko a penas escuchó la voz de su dueño dejó a Arturo y fue corriendo hacia el pelinegro, saltó a su pecho a lo que él lo recibió tomándolo en sus brazos.
- ¡No fui yo Ulquiorra! ¡Quien comenzó fue él! - culpó a Grimmjow.
- ¡¿Qué?! -
- ¡Ya! Ambos cálmense - los cayó - Llamé a todos nuestros conocidos -
- ¿Y eso para qué? - preguntó fastidiado el menor.
- Vamos a ir a visitarlos aprovechando que les avisamos de nuestro regreso -
- ¡Já! Tremenda sorpresa que se van a dar - sonrió.