Todo estaba oscuro, no había ni la más mínima franja de luz, era una oscuridad cálida y cómoda la cuál era relajante, lo único que destacaba era el ruido, era un ruido agudo y molesto teniendo como misión sacarme de ese lugar quería acabar con eso así que hice lo único que podía hacer y abrí lo ojos.
Lo primero que vi fue el despertador causante del ruido avisándome que eran las ocho y era hora de levantarme. Lo apagué y me quede un rato más tumbado en la cama pensando en lo que sería mi vida ahora. No había nadie más en la habitación ya que se encontraban con sus familiares, debido a la guerra los alumnos de último curso no pudimos terminar por lo que la directora Mcgonagall nos obligó a cursarlo de nuevo para terminarlo. Mañana llegarían todos a Hogwarts para terminar el curso, y yo, gracias a la directora me he quedado aquí todo el verano ya que después de la guerra no tenía ganas de volver a los maltratos de los Dursleys por lo que ella me dejó quedar en el castillo así ya no tendría que verlos más puesto que al día siguiente sería mi cumpleaños cumpliendo la mayoría de edad tanto en el mundo muggles como en el mágico por lo que la fortuna Potter y la Black estarían oficialmente a mi nombre así como las propiedades como la casa de Grimmauld Place o la Mansión Potter por lo que el problema de donde quedarme ya estaba resuelto.
Terminé levantándome a las ocho y media y me fui a bañar, el baño era para mi solo así que disfruté de ese paraíso para mí por última vez, regulé el agua y me metí debajo de la regadera, apoyé las manos en la pared y levanté la cara hacia el agua que caía por mis párpados, mojaba mis labios y caía por mi cuerpo llevándose la tensión que había en mi interior, desde hace una semana mi magia se ha estado comportando de forma rara era como si tuviera vida propia estaba inquieta pero supongo que se debe a que cumpliré 18 años y se estará adaptando. Sintiendo que el agua se estaba enfriando por lo que me lavé rápido, salí y me vestí con lo primero que pillé de mi baúl, conjunto que constaba de unos pantalones vaqueros negros y una camiseta blanca acompañado de una chaqueta beige y unas playeras blancas.
Salí de las mazmorras y me dirigí al comedor, a esta hora ya no había profesores por lo que desayuné en una completa paz. No tenía ganas de volver a mi habitación luego de terminar por lo que decidí ir a dar una vuelta por Hosmade. Fui a la librería a ver si había algo nuevo pero el dependiente me dijo que no había llegado nada por lo que salí de la tienda y estuve vagando por un tiempo indefinido perdido en mis pensamientos. Cuando volví al presente me di cuenta que había llegado a la casa de los gritos me encaminé y entre dirigiéndome a la habitación donde había conocido a mi padrino por primera vez que, en ese entonces, era un asesino prófugo pero acusado falsamente porque él era inocente. Me senté en el banquillo frente al piano de cola que se encontraba en medio de la habitación. Siempre había querido aprender a tocarlo pero mis tíos decían que eso no serviría para nada en mi futuro y nunca me dejaron tocarlo, me conforme por tocar las teclas sin ninguna melodía específica. De repente de la nada salió se oyó un ruido haciéndome dar un salto, miré alrededor pero no ví a nadie y supuse a que se debía que la casa era muy vieja pero cuando iba a volver a concentrarme en el piano me di cuenta de que había un sobre en el suelo, me agaché a recogerlo y mi vista se clavo en el nombre del destinatario el cual era el mio, escrito con una fina letra de color dorado:
Para Harry James Potter Evans
Y haciendo honor a mi curiosidad como miembro de la casa Gryffindor me dispuse a leerla:
-Mí querido hijo Harry:
Si lees esto significa que tu padre y yo no hemos podido estar ahí contigo para poder explicarte todo lo que tenemos que decirte. Antes de empezar quiero que cuando termines de leer esta carta la quemes y que no le cuentes a nadie el contenido de la misma, solo lo pueden saber aquellas en los que confiarías tu vida pero no te confies porque no todos son lo que parecen a primera vista. Quiero que leas esto atentamente ya que descubrirás lo que eres de verdad. Cariño, tú eres un shifter, un cambiante.
Sé que no sabrás lo que es pero yo te lo voy a explicar lo mejor que pueda. Hace mucho, mucho tiempo, existían libremente los hombre lobos, veelas, dragones y los shifter, pero nosotros fuimos cazados hasta el punto de la extinción debido a nuestro origen y nuestra sangre, los shifter son descendientes de Eros, era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. Si Harry somos mitad dioses y por eso éramos y somos buscados. Tenemos un gran poder, el poder de un dios ni mas ni menos, teníamos que ser cautos de a quién le contábamos nuestro secreto.
Otro motivo era nuestra sangre, es la fuente de nuestro poder, quién beba nuestra sangre será inmortal. Harry tenemos muchos poderes los cuales los irás descubriendo poco a poco. Y ten mucho cuidado!! Debido a tu sangre de dios, puedes que dar en cinta cuando estas con tu pareja y solo con esta. Una última cosa, te preguntaras que es una pareja?. Seguro que en algún momento de tu vida te habrás preguntado porque no te has enamorado y eso es fácil hijo, eso es porque los shifters tenemos una pareja destinada.
Solo nos podremos enamorar de ella, no habrá persona o ser en el mundo que nos haga renunciar a ella. Sabrás quién es tu otra mitad sin ni siquiera mirarla ya que su olor te llamará y te guiará hasta ella. Pero no te preocupes, esa atracción que sentimos por ellas también lo sentirán por nosotros, serás como una droga para ellas como ellas lo serán para nosotros y el instinto te enseñará que solo la querrás amar, proteger y estar con ellas toda tu inmortal vida y ellas te acompañarán para siempre.. Quiero que sepas todo esto ya que tú como mi hijo también eres Shifter tanto como mago y eso es el porqué de que posees tanta magia y porque tú instinto saldrá cuando cumplas los 18. Tus sentidos se intensificarán, tu oído, podrás oír cosas a kilómetros, podrás ver en la oscuridad, captar el olor mas imperceptible y todo eso aumentado por tu parte maga. Ya irás descubriendo más poderes con el paso del tiempo.
Ya dicho todo esto quiero que sepas que lamentamos no estar ahí contigo pero te amamos más que a nuestras vidas y te deseamos toda la felicidad del mundo junto a tu pareja y tu futura familia.
Con amor: tus padres.
Me quedé donde mismo estaba, no tenía palabras, solo podía pensar en lo que había dicho su madre…era un shifter…No sé cuanto tiempo estuve en shock pero cuando volví en mi ya era de noche así que salí corriendo a Hogwarts si prestar atención a las miradas que me echaban. Llegué a la puerta del comedor en tiempo récord, cuando terminé iba directo a mi habitación pero una voz me llamó.
-Harry!!- me giré para poder ver quién es viendo a la directora Mcgonagall caminando hacia mi.
-Buenas tardes, Directora.
-Buenas noches querrás decir. Harry, ¿dónde has estado?. Llevo todo el día buscándote. – me dijo media enfadada.
-Lo siento, salí a dar una vuelta y no me di cuenta de la hora. ¿Me quería para algo?- pregunté curioso.
- ¿Está bien, Harry? Le noto un poco pálido – me dijo ignorando completamente mi pregunta.
- Oh! No se preocupe es solo un poco cansado, con una buena noche de sueño se me pasa.- Le contesté esperanzado esperando que se olvidara.
- Bueno solo quería recordarle que mañana llegan sus amigos y si quieres darles la bienvenida deberá estar bien descansado, así que vaya a acostarse – me dijo que un tono de madre. –Buenas noches, Harry.
-Buenas noche, Directora.- me quedé mirando como se alejaba antes de dirigirme a mi habitación.
Cuando llegué no perdí el tiempo, me quité la ropa y me fui a la cama, solo quería dormir para olvidarme de todo un rato, pero por mas que lo intentaba no conciliaba el sueño ya que mañana sería distinto pero no sentía miedo, o puede que un poco si, pero lo que mas sentía era curiosidad, y con esos pensamientos me quedé dormido.
*A mitad de la noche*
Al principio creí que me había despertado en mitad de la noche, pero luego me di cuenta que no me encontraba en mi cama, ni siquiera en mi habitación en Hogwarts. Era un vacío, no había nada solo oscuridad, mirara por donde mirara solo veía negro, estaba solo o eso era lo que creía hasta que me di la vuelta y vi que estaba equivocado. Ahí, frente a mi, se encontraba el lobo mas bello que había visto nunca, su pelaje era de un blanco nieve y sus ojos verdes pero con toques dorados eran lo que mas llamaba a atención, lo reconocí como un lobo timber. El aire alrededor del lobo era majestuoso. De repente al rededor del lobo se formó un pequeño tornado en el cual al terminar en vez de un lobo había un ciervo con el mismo pelaje y color de ojos, volvió a aparecer el mismo tornado pero esta vez había un lince . No sabía lo que pasaba así que pregunté:
-¿quién eres?- pregunté no muy seguro de que me contestara.
-¿No lo sabes?- me preguntó y cuando sacudí la cabeza en señal de negación me sonrió lo que hizo que me recorriera un escalofrío por la espalda. Volvió a cambiar, esta vez a un águila real. –Yo soy tú Harry Potter. Yo soy todo lo que tu serás.
Empecé a sentirme mareado y mis ojos se iban cerrando, pero pude ver como volvía a cambiar a lobo y antes de que me llevara la inconciencia pude escucharlo hablar de nuevo.
- Nos veremos muy pronto Harry, porque ahora tu y yo somos uno.
Y todo se volvió oscuro…
*A la mañana siguiente*
Me levanté sintiéndome raro pero no sabia el motivo y me fije que había una carta en el suelo del ministerio diciéndome que ya podía ir a firmar los papeles para poner todo a mi nombre. Deje eso de lado e hice un hechizo de reloj, no me hizo falta varita ya lo había hecho varias veces así que era fácil hacer magia sin ella. El reloj marcaba las 10:00, tenía una hora para bañarme y bajar. Me dirigí al baño para darme una ducha antes de bajar al comedor a esperar que llegaran mis amigos, pero no llegué porque me quede en estado de shock al verme en el espejo. Me veía pero no era yo, el ser del espejo tenía la tez pálida, pero no un pálido enfermizo era uno que me hacía ver como una muñeca de porcelana, frágil. Mis ojos eran dos pozos verdes profundos pero con un brillo dorado que no estaba antes. Finas y largas pestañas los enmarcaban haciendo mis ojos mas notorios, aquello no era normal, mi pelo antes un nido de pájaros ahora caía en una suave y brillante cascada hasta por debajo de mi cadera, mi nariz pequeña y bien proporcionada se encontraba encima de unos labios pero no por eso menos carnosos. Mi estatura había crecido unos 2 o 3 cm, mis caderas se habían ensanchados, si no fuera por los finos abdominales que había obtenido, mi aspecto sería femenino y en ese momento recordé el día anterior, la carta de mis padres, el sueño y entonces lo entendí todo, había recibido mi herencia shifter. Era raro, sentía como si tuviera a alguien dentro de mí pero según la carta de mi madre ese era mi animal interior. Salí de mi estado catatónico y me duché rápido, bueno todo lo que pude por mi nuevo cabello, con un hechizo me vestí y salí corriendo al comedor. Estaba disfrutando de mi té caliente con menta cuando a las 11:00 empezaron a llegar, estaba nervioso quería ver ya a mis amigos.
-Ron! Hermione! Aquí- Hermione al escuchar mi voz se hecho a correr en mi dirección y me estrecho en uno de sus típicos abrazos. Cuando me soltó supongo que me iba a decir algo pero se detuvo al observarme, sus ojos estaban como platos y su boca estaba igual, Ron… no estaba mucho mejor,
-Que…como…tú… ¿Harry?
-Si Hermione, soy yo, pero no sé que pasó- no estaba preparado para decírselo y de todas formas no sabía si iban a creerme- solo sé que esta mañana cuando me levanté tenía este aspecto, me imagino que al cumplir 18 años mi magia habrá aun mentando y mi cuerpo se estará acomodando. – Era la excusa que me había preparado aunque no era muy convincente.
-Puede que tangas razón, a pasado con otros magos pero nunca habían sido tan.. tan…-
-¿Drásticos?- Interrumpió Ron hablando por primera vez. –Tío, pareces otro, tu pelo, tus..tus ojos, tu… todo, te pareces a una chica.
Eso me molestó tanto a mí como a mi lobo interior, y estaba a punto de gruñirle, si gruñirle, lo sentía formándose al final de mi garganta como un suave temblor en mi pecho pero mas grave que uno, cuando olí la fragancia mas exquisita que había olido nunca. Olía a fresco, sano, olía a primavera, me llenaba de calidez, ese rastro de canela y fresas hacia que mi ánimo se levantara, bueno y otra cosa que no era mi ánimo. Salí disparado siguiendo ese olor ya que si lo perdía me iba a volver loco y cuanto mas me acercaba mas excitante era.
Llegué hasta el dueño de ese olor y lo primero en lo que me fije fue en ese cabello que caía en finos y lisos hilos casi hasta la base de su cuello, esa boca que me llamaba, ese cuerpo, esos brazos los cuales me gustaría que me rodearan, pero su voz me impidió que siguiera soñando:
-Vaya, vaya, vaya, pero si es San Potter, el que me viene a dar la bienvenida- me dijo Draco con su típica voz burlona.
En ese momento llegué a sus ojos, esos ojos que me miraban con sorna me parecieron los mas hermosos que hubiera visto antes, eran plata derretida la cual me amarraba el alma y me impedía hacer otra cosa que no sea mirar. Pero ocurrió algo que jamás imaginé pues en ese instante mi lobo y yo solo pensamos en una palabra para el dueño de esos orbes plateados-
“Pareja”