Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Regreso de los Escorpios por Nikiitah

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aqui el segundo capitulo!!! gracias joven poeta!!!! ^_^

Espero que les guste owo

II.- En busca de mi hermano

 

 

Sus párpados empezaron a temblar ligeramente cuando la luminosidad del nuevo día alcanzó aquel rostro levemente bronceado. El muchacho empezó a despertar lentamente estirándose como gato, para al final abrir sus ojos color turquesa, deteniéndose a mirar por la ventana. Toda la noche estaba soñando con su hermano ¿sería una señal? Tal vez... después de todo si había algo que podría hacer. Sabía que Mitsumasa no lo ayudaría por más que lo amenazara, él seguía las órdenes de su superior, en este caso... su padre. Apretó los puños con fuerza sobre las blancas sábanas y se levantó con velocidad. Tenía varios rasguños y sus músculos estaban morados por los golpes, pero aún así no le dolían. Ese dolor no se comparaba con el que llevaba en el corazón gracias a la ausencia de su hermano.

 

Sus ojos se posaron sobre la mochila que descansaba sobre la silla de al lado y lo agarró. Había ropa que Saga le había dejado ayer. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro y empezó a desnudarse. Ya no había vuelta atrás, hoy buscaría a Kardia.

 

Al terminar de vestirse salió sin esperar a que la enfermera llegase. Intentaron detenerle, pero era inútil, Milo los esquivaba con gran maestría. No era la primera vez que se escapaba del hospital. Los doctores viendo que era inútil detener al temperamental joven, decidieron pedir ayuda, llamando al gemelo mayor, que era el único que podía hacer entrar en razón a Milo. Preparándose para lo venía, sacó su celular al mismo tiempo que empezó a sonar.

 

— ¡Estás loco! —gritó el gemelo mayor al otro lado del teléfono— ¡Aún estás herido!

 

—Cálmate Saga, ya me encuentro bien —Milo caminaba cerca de un parque, que se encontraba a unas cuadras de su casa — Además estoy cerca de mi casa.

 

—Milo necesitas descansar —hablo dulcemente el menor de los gemelos, que le había arrebatado el celular a su queridísimo hermano.

 

—Está bien Kanon —dijo resignado, los gemelos aun lo trataban como un niño. A pesar de ya haber pasado 12 años aún lo seguían tratando como aquel niño frágil que conocieron y no como el hombre que se había convertido. Aun podían recordarlo, el día que Kardia y Milo llegaron a sus vidas.

 

 

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

 

 

                        HACE DOCE AÑOS ATRÁS

 

 

 

 

Jamás podría olvidar aquel día...

 

Ese día de lluvia era uno de los momentos más tristes de su vida, podía ver como su hermano jadeante intentaba mantenerse en pie, pero Milo sabía que era solo una máscara. Kardia se encontraba muy malherido, tal vez ese día no había sido abusado sexualmente por Arles, pero si había recibido una paliza por altanero. Su brazo derecho estaba caído y sangraba un poco, manchando la playera blanca que traía. Milo apretó con fuerza la mano de su hermano que le sonrió confiado, el mayor jamás demostraría que le dolía, siempre había sido demasiado orgulloso, pero el cuerpo de un niño no podía aguantar mucho tiempo sin descansar y eso lo descubrió en aquel instante, al ver cómo el cuerpo de su hermano caía hacia el frío y húmedo pavimento, atrayendo las miradas de los transeúntes que intentaban acercarse. Más ninguno lo hizo al sentir la extraña aura dorada que rodeaba a Kardia.

 

Una joven pareja adinerada y muy conocida en Earthland se acercó sin temor a los niños. Milo asustado se aferró al cuerpo de su hermano mayor que abrió los ojos alerta y con las pocas fuerzas que tenía se puso delante para proteger a Milo.

 

— No se acerquen... —susurra débilmente.

 

— No te haremos daño... vengan con nosotros —habló la mujer con ternura ofreciendo su mano. Milo miró por encima del hombro de Kardia sorprendido por la belleza y sencillez de la mujer.

 

— ¿Por qué deberíamos ir con ustedes? —volvió a hablar Kardia.

 

— Por que podremos darle la familia que ustedes necesiten —habló el hombre, sorprendiendo a ambos niños, pero sobre todo, ilusionando a Milo.

 

— Kardia... —la vocecita emocionada de Milo, le impidió pensar. Kardia no podía negarle nada a su hermano, y menos ahora que ya estaba emocionado por poder decirle mamá y papá a alguien.

 

— Bien... —susurra.

 

Milo jamás se había subido a una limusina, en realidad, él no sabía que existían ese tipo de autos tan largos. Recostó su cabecita sobre el pecho de su hermano y cerró los ojos, debía admitir que aún tenía miedo, pero estando en brazos de Kardia se sentía seguro. El mayor de los hermanos miraba con frialdad a ambos adultos, no se fiaría en la bondad de la gente y menos la de dos extraños que, según él, les tenía lástima.

 

—Niños miren ahí es donde vivimos —habló dulcemente el hombre, aun así Kardia no se fio— Ese será su nuevo hogar.

 

El hombre sonrió ante el asombro del menor. Los ojitos turquesas de Milo brillaban de asombro y curiosidad por la lujosa mansión que estaba al frente de ellos. Bajaron de la gran limusina. Kardia por ningún motivo soltó la pequeña mano de su hermanito.

 

—Ahí vivimos con nuestros dos pequeños hijos —habló la mujer también dulcemente.

 

— ¿Tienen dos hijos? —preguntó inocente el pequeño Milo. La mujer sonrió con ternura por la pregunta del más pequeño.

 

—Bueno en realidad tenemos cuatro pero los mayores están en un internado estudiando —dijo aquel hombre mirando a Kardia. Este solo le dedicó una mirada desafiante y amenazante.

 

— ¿Qué edad tienen sus hijos menores? —volvió a preguntar el menor.

 

—Tienen nueve años —dijo la mujer.

 

—Aún no nos han dicho su nombre —habló por primera vez Kardia. Su voz era fría y profunda.

 

—Discúlpanos pequeño —dijo el hombre— Mi nombre es Leonardo y ella es mi esposa Joanne.

 

— ¿Qué edad tienen? —dijo Joanne.

 

—Yo tengo ocho años y él —señalando a su hermano— Tiene diez años.

 

Los mayores sonrieron por la ternura e inocencia que emanaba el más pequeño. Iba a ser un gran trabajo que el mayor de los Skorpios fuera como él, pero ellos confiaban que Kardia confiaría más al ver a sus dos hijos pequeños. Los sirvientes que los esperaban en la puerta, hicieron una leve inclinación de respeto y abrieron las puertas donde dos niños idénticos corrieron hacia sus padres. Ambos niños eran de piel un poco bronceada, de ojos verdes, y cabellos azules, eran idénticos a  excepción por el tono de cabello ya que uno de ellos tenía su cabello más claro que el otro.

 

—Saga, Kanon, pequeños ¿Cómo están? —Leonard se acercó a los gemelos sonriendo con ternura y orgullo al verlos tomados de la mano.

 

— ¿Se portaron bien? —dijo Joanne, que se agachó a la altura de sus hijos.

 

—Sip —dijo el de cabello más claro.

 

— ¿Quiénes son ellos? —preguntó el otro niño, que no apartaba la mirada de los hermanos Skorpios.

 

—Ellos son Kardia y Milo —mencionó el hombre que miraba atento a cada reacción de los niños.

 

—A partir de hoy formarán parte de la familia —al escuchar la noticia de su hermano, el rostro de los gemelos se iluminaron. ¡Por fin serían hermanos mayores!

 

—SIIIIIIIII —dijeron al unísono los gemelos. Ambos se acercaron a los hermanos, que los miraban sin entender porque tanta energía y felicidad hacia ellos. Milo se encogió cuando los vio acercarse y Kardia frunció el ceño.

 

—Hola soy Saga el gemelo mayor —dijo el niño de cabello más oscuro.

 

— ¡Bah! solo por cinco minutos —cruzándose  de brazos el menor— Yo soy Kanon —mirando a Milo y Kardia.

 

Desde aquel día, ellos había formado parte de los Gemini, Kardia sonreía apenas cuando veía a su hermano sonreír y ser protegido por los gemelos, por lo menos sabía que ellos jamás dejarían solo a su hermanito, y fue justo el día en el que desapareció, que les encargó el bienestar de Milo. Sabía que si se quedaba, Arles podría matarlos, era mejor enfrentar al lunático de su padre el solo que arriesgar a la persona más importante de su vida.

 

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

 

 

Sus pasos se detuvieron cuando recordó su pasado, Kardia siempre había estado ahí para ayudarlo y protegerlo, ahora era su turno de hacerlo. Sabía lo que debía hacer. Dio me di vuelta y dobló a la izquierda donde se encontraba el edificio de Kido, ese hombre le escucharía de una u otra forma, no le importaba qué métodos usaría, pero esta vez no aceptaría un no por respuesta. Además sabía que la propuesta que le daría a Kido llegaría a sus oídos.

 

Al entrar al establecimiento, las personas se escondieron, y no eran exagerados. Milo tenía un fuerte carácter y demasiado peligroso si se enojaba.

 

Abrió con fuerza la puerta, riendo al ver la bochornosa escena que sus ojos presenciaban. Debía admitir que le causaba gracia y asco ver al ver a Mitsumasa follar con un muchacho que parecía tener unos 18 años, soltó un bufido y se cruzó de brazos mirándolo burlonamente.

 

—Ahora entiendo porque no encuentras a mi hermano —Kido lo miró y luego se levantó junto al muchacho. Este estaba sonrojado al tener la presencia del joven escorpio. Con una reverencia se fue del lugar. Kido y Milo se quedaron solos. Se podía sentir un ambiente pesado e incómodo. Kido fue el primero en romper el silencio.

 

— ¿A qué has venido? No creo que solo a interrumpir mi trabajo —el menor sonrió burlonamente.

 

— ¿Trabajo? Llamas trabajo acostarte con un muchacho de 17 años —Kido lo miró con una mueca.

 

—Ya dime que quieres —sabía que el griego quería sacarlo de quicio. De verdad era muy parecido a Kardia, no solo por el parecido físico, sino también por la actitud.

 

—Dile a mi padre que iré a verlo —diciendo esto se fue ante el asombro de Kido.

 

Kido estaba sorprendido por el cambio de actitud de Milo, si el hermano menor de Kardia regresaba sabía que Arles estaría satisfecho por haber ganado, aunque… algo le decía que nada bueno pasaría. Mientras tanto, Milo salía con rapidez del edificio no sabía porque pero luego de decidirlo el griego esbozó una sonrisa. Tenía las ganas de ver a su hermano y sabía que ir a su tierra natal, tendría las respuestas que tanto buscaba. Muy pronto el regreso de los Escorpios vendría.

 

 

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

 

 

El Reino del Fuego, también conocido como el país del fuego. Por donde se veía había puro magma, generalmente las plantas morían al segundo día por el calor que todo el lugar soltaba. Por eso el reino tenía un campo especial donde podía alimentar a sus súbditos, pero últimamente los poderes de Arles habían disminuido como para ignorarlos. Si el rey no sostenía la barrera de energía que rodeaba ese campo, era probable que las reservas se murieran. Había un dicho que decía que solo el más fuerte sobrevivía, y el resto solo caía. Los habitantes del reino del fuego debían soportar el infierno mismo si querían vivir ahí, en este lugar cada uno está por su cuenta.

 

Más allá de los pozos de lava, un majestuoso castillo se alzaba con la figura de Hades reinando en el infierno junto a su fiel Cerberus. No había ningún súbdito que no alabara al Rey de los Infiernos, su dios leal. La crueldad de Hades siempre fue enseñada por generaciones, y Arles era la viva imagen de la crueldad en persona, lo único que diferenciaba a ambos era el color de ojos, mientras que los de Hades eran tan puros que hipnotizaba,  en cambio los de Arles eran rojo como la sangre, infundado temor a todos.

 

El rey ahora estaba mirando con indiferencia hacia Mitsumasa que recién había llegado vestido con una larga túnica azul oscuro.

 

— Señor Arles —el rey lo miró, Kido se había agachado en modo de reverencia— Tengo noticias de su hijo Milo. Regresará.

 

Al escuchar el nombre de su hijo Arles se levantó y ordenó a todos que se fueran y lo dejaran solos con Kido. Una vez solos el rey se acercó a su mano derecha y le dio un beso en los labios. Este correspondió el gesto mientras le rodeaba el cuello. Cuando se separaron Mitsumasa noto la sonrisa del rey.

 

— ¿Qué ocurre? —le preguntó Kido algo desorientado por el beso.

 

—Estoy feliz —hubo un breve silencio y luego volvió a hablar el rey— Ahora que mi amado hijo Milo volverá podré tener la oportunidad de hacer lo que no hice hace doce años.

 

— ¿Qué cosa? —sabía que se iba a arrepentir por la pregunta.

 

—Hacerlo mío, como lo hice con su hermano —empezó a sonreír más grande. Kido empezó a temblar, pensó que su amado rey ya lo había olvidado, pero vio que se equivocó.

 

Notas finales:

Aqui el final del segundo capi ;w; Reviews? 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).