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Needing me (Hannibal/Will) por lovesg

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—¿Qué pasa? —Hannibal se apartó de la ventana despacio por el dolor que notaba en el costado.

Graham, se limitó a negar con la cabeza mientras continuaba metiendo cosas en la mochila, sin prestar demasiada atención a lo que guardaba o la manera en la que lo hacía. Hannibal, lo escuchó murmurar enfadado sobre por qué tenía que dejar a sus perros, su casa y su trabajo mientras trataban de capturar al asesino. Oyó varias cosas más que no llegó a entender, pero podía imaginarse de que se trataba. Sabía que Graham estaba a punto de desmoronarse y una parte de Hannibal, una no muy escondida, se sentía irritada por no ser el causante.

—¿Qué es lo que no pasa? Esa sería la pregunta. Así terminaríamos antes. No soy yo quien tendría que estar escondiéndose. —Pensó que iba a disculparse por el tono, pero continuó hablando enfadado. Graham tiró la mochila sobre la cama muy cerca de Hannibal antes de hablar—. El mundo se ha vuelto loco... tanto como yo...

Aquellas palabras hicieron que Hannibal, se estremeciera de placer.

—No estás loco —respondió con suavidad.

—No es lo que piensa el resto. —Se notaba que todavía estaba alterado. Lo vio rodearse con los brazos y como sus pulgares se movían acariciándolos con suavidad.

—Los demás no se han sacado la carrera de psiquiatría. ¿verdad? —Graham pareció relajarse un poco— De todas formas, yo creo que todos tenemos un punto de locura. —Dio un paso más hacia él—. ¿Qué sería de este mundo sin una pizca de ella? —Un centímetro más cerca invadiendo su espacio —¿Qué sería de nosotros?

—No lo sé... —Volvió su atención a recoger prendas que todavía estaban por el suelo y ajustó un par de cajones.

—Lo encontraran.

—No van a encontrar a nadie. No dejó pistas en la casa de la familia a la que masacro. La sangre con la que escribió no era suya, por supuesto, y las muestras de sangre de mi casa se contaminaron en el laboratorio y ahora no tenemos nada.

Hannibal, sabía que no había rastros de ADN. Le había costado un par de favores mandar que alguien arruinara las muestras y le había sorprendido saber que otra persona ya lo había hecho por él. Aquello le salvaba de tener que dar explicaciones, pero por otro lado el otro hombre también se salvaba y dejaba claro que también tenía contactos.

—¿Contaminada? —preguntó tratando de parecer lo más sorprendido posible— Pero habrán recogido más muestras, ¿no?

—Todo inútil. Lo único que pueden decir es que era sangre humana por la prueba que hicieron in situ, pero eso no sirve para nada. El mensaje solo podía ser para mí, pero no lo entiendo...—Se paró en seco y se frotó el puente de la nariz.

—Pero... ¿Estás seguro de que lo que viste en esa casa era obra suya? No era el mismo modo...

—Claro que fue él. Sé que fue él. Lo que no sé es cómo se ha enterado. —Una vez más, Hannibal quiso estar en su cabeza para saber en qué pensaba— ¿Por qué querría dejarme ese mensaje? ¿Cómo sabe tanto sobre mí? Por muchos micrófonos o lo que sea que pusiera no he hablado de él en esta casa. —frunció el ceño y apoyó una mano sobre la frente.

—¿Micrófonos? —preguntó Hannibal como si no tuviera ni idea.

Graham abría y cerraba los cajones de la cómoda sin llegar a sacar nada.

—Encontraron restos de pegamento para fijar... lo que fuera y marcas. Prefiero pensar eso que imaginar la cantidad de veces que me habrá visto por casa. ¿Tú notaste algo? —No le dio opción a responder, así que pudo ahorrarse una mentira—. No, claro que no. Qué tontería. No recuerdo haber dicho nada aquí y sin embargo él estaba tan furioso conmigo. Vaya...

Por su expresión se dio cuenta de que había averiguado algo. Le fascinaba la forma en la que funcionaba su mente. Podía haber mil palabras que describieran lo que le hacía sentir, pero fascinación; una atracción irresistible, le parecía siempre la más apropiada. No podía dejar de estudiarlo, de observarlo, era hipnótico, como mirar los engranajes de un reloj moviéndose para dar la hora.

—¿Vaya?

—Sí. —La expresión de Graham cambió por completo. Ya no veía al hombre hundido y acorralado sino a otro al que las piezas empezaban a encajar y estaba dispuesto a todo para resolverlo.

—¿No vas a contarme qué sucede?

Lo vio salir al salón dejándolo allí y sacar el móvil. Hannibal se unió a él llevando su mochila entre las manos. Sobre el hombro de Graham vio como pasaba las escenas del crimen hasta detenerse en una gran pintada en la pared escrita con sangre.

«Si tuve una infancia difícil y sufrí "posibles abusos" eso me convierte en un asesino. Si tu única familia son tus perros ¿Qué eres tú?».

—Quien... quien lo ha escrito podía haber escuchado que mis perros son mi familia. Lo digo muchas veces, pero no a los demás porque no es algo que quiera compartir. Puede que alguien me escuchara, pero la parte del perfil psicológico solo la expuse con mis alumnos en el departamento del FBI. —Se pasó las manos entre el cabello y dejó el móvil a un lado—. Tiene que ser ella...

Hannibal se mordió el labio inferior dudando entre preguntar si se refería a Lausong o sobre otro tema que le interesaba mucho más. Quería ponerlo a prueba.

—No puedo evitar pensar, Will.... Edades parecidas, siempre con hijos en la adolescencia ¿Es algo que le pasó a él o a sus padres?

—No lo sé... No siempre tiene que haber pasado una de las dos —respondió Graham. Se giró para mirar a Hannibal y retrocedió sobresaltado al verlo tan cerca dándose un golpe contra la pared. Hannibal le sostuvo el brazo y le subió la manga de la camisa. Graham siempre se apartaba del contacto de otros, pero en ese instante permaneció quieto dejando que lo cuidara.

—¿Qué es lo que no sabes? —susurró.

—No... No... no sé si repite el fracaso de su... de su matrimonio o el de sus padres. —Graham se ajustó las gafas.

—¿Qué sientes? ¿Qué crees tú que es? Hannibal alargó la mano y le quitó las gafas antes de mirarlas a trasluz—. Disculpa. Creí ver una mancha. Se las colocó de nuevo y le miró con fijeza.

—¿Sentir? —preguntó Graham—. ¿Te refieres a mi febril imaginación?

—No —susurró sin apartarse—. ¿Cuándo cierras los ojos que...? —Hannibal sonrió al ver cómo le miraba. Notaba su ¿miedo? ¿Excitación? No, no creyó que llegara a tanto—. Cierra los ojos Will.

—¿Ahora? Deberíamos irnos de aquí.

—Te vendrá bien, Will. —Graham obedeció. Hannibal le volvió a quitar las gafas guardándoselas en el bolsillo de la americana que llevaba.

—No lo creo... —dijo, pero aun así cerró los ojos—. Solo quiero ir a un lugar seguro y este era el único que tenía. No va a ayudarme decirte que tengo miedo cada vez que intentó averiguar qué mueve a un asesino, que pasa por sus cabeza.

—Confía.

—Siento... miedo —La respiración de Graham pareció detenerse cuando le puso las manos sobre los hombros.

—Tuyo o de él.

—Mío. Siempre empieza así porque en cuanto entro en la escena y recoja lo que necesitamos para un caso, nunca sé si me traeré algo conmigo.

—Sé que lo que haces es como abrir una caja y mirar en el interior, Will.

—Un interior muy oscuro —respondió con los ojos cerrados con tanta fuerza que se formaban arrugas sobre su piel.

—¿Te asusta la oscuridad? —Hannibal tuvo que contenerse para no rozar su cuello con los dedos.

—No, no es eso lo que me asusta.

—Explícamelo.

—Es como abrir sus cabezas y hurgar en el interior de sus cerebros con las manos desnudas. Puedo sentir su rabia, su impotencia, su deseo...Pero no es eso lo que me asusta. —Graham abrió los ojos—. No es la sangre ni la violencia de lo que voy a ver o sentir lo que me da miedo. Lo que de verdad me asusta es el no darme cuenta de que cada vez que salgo de sus cabezas me he traído algo conmigo o saberlo y que no me importe.

—¿Y si yo fuera contigo?

—Eso no es posible. —Graham lo apartó quedando junto a la chimenea—. Toda la escena del crimen ha cambiado. Lo han destrozado todo.

Hannibal se quedó muy quieto.

—¿Han?

Graham comenzó a relatar como habían entrado en aquel lugar dos personas y como debió empezar la pelea. Ni siquiera dudó sobre que no habían llegado juntas o que si lo habían hecho habían tenido una gran pelea en el salón. Los perros estaban dormidos así que no había motivos para pensar que les mordieron ni mucho menos que dispararon. Lo contaba todo con los ojos fuertemente cerrados. Tenía la frente llena de sudor que caía sobre su rostro. Era como si hubiera estado allí. Hannibal, dudaba en ocasiones de si había estado en algún rincón observándolos aquella noche, aunque era algo más que eso como si se hubiera metido de verdad en la cabeza de uno de ellos. Fascinar estaba empezando a quedarle pequeño para Will.

—Siento su odio. Quieren algo. Uno venganza, pero no entiendo que puede querer el otro. Debe de medir al menos 1,80. Es fuerte, pero no tanto.

—¿Cómo... cómo puedes saberlo?

—Por las marcas de cuchillo que he visto en las puertas. Se nota que falló. Por el ángulo yo diría que iba al cuello. No sé. —Negó con la cabeza y abrió los ojos—. No quiero seguir con esto. ¿Hannibal? ¿Estás bien? Te notó pálido. El hombre se pasó un pañuelo por la frente.

—Debe de ser falta de azúcar supongo. No he desayunado.

Graham se apresuró a adecentar el sillón para que se sentara.

—No te preocupes por mí.

Graham insistió en que tomara asiento y se disculpó por no haberse dado cuenta. Era como si toda la ira que había sentido hace un momento habría desaparecido.

—Dame un par de minutos. —Salió de la casa para preguntar a los policías si tenían algo para comer y regresó con unos frutos secos—. Es todo lo que he podido conseguir. Nos iremos cuando te encuentres bien.

Mientras Graham se apresuraba para terminar de revisar y recoger un par de cosas Hannibal se llevó una mano al costado notando un poco de sangre. Esperaba que hoy Will quisiera descansar un rato para poder curarse con calma. 

—¿Han? —Cada vez le sorprendía más. 

 


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