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Needing me (Hannibal/Will) por lovesg

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Will encendió el proyector y se colocó frente a la mesa, delante de sus alumnos. La primera foto mostraba los cuerpos del caso en el que estaba trabajando.

—La familia Roberts. Clara Roberts cuarenta y cuatro años, Paule Roberts cincuenta y tres y su hijo John de dieciocho años. Asesinados en su propia casa.

Comenzó a pasar las diapositivas hasta llegar a la foto de la nevera mientras hablaba sobre el tipo de relación que mantenía esta familia y la intención de iniciar los trámites de divorcio de los padres.

—En esta ocasión las salpicaduras de sangre dejaron las pistas que necesitábamos. En el dibujo que forma esas marcas de sangre sobre la puerta se nota un espacio en blanco. Gracias a una fotografía de unos días antes donde se ve que falta hemos llegado hasta una pequeña cadena de restaurantes que llevan comida a domicilio. Un testigo dice haber visto salir de allí a alguien con un traje de repartidor y no tardaremos en descubrió que sucedió.

—En ocasiones cuando un crimen así es descubierto uno debe preguntarse. ¿Es esta la primera vez que este sujeto ha asesinado? ¿Volverá a hacerlo? Pues bien. Estas son las preguntas que nos han conducido a estos tres casos que comparten el mismo patrón.

Will miró hacía la pantalla moviendo las diapositivas para mostrar los rostros del resto de víctimas con sus datos personales.

—¿Qué vemos aquí? El asesino debe de ser un hombre de mediana edad. Infancia difícil. Criado por algún pariente con el que no tenía buena relación. Posibles abusos. ¿Que busca en cada una de sus víctimas? ¿Cuál será su siguiente objetivo?

—Su siguiente víctima podría ser cualquier familia que cumpla con ese rango de edades—Habló una chica al fondo de la sala.

—Cualquiera no—La corrigió Will.

—¿Las otras víctimas estaban a punto de divorciarse?—Preguntó otro de sus alumnos.

—Sí.

—¿Cómo podía saber el repartidor que estaban divorciándose?

—Eso es justo lo que nos toca averiguar—Will miró el reloj y dio por finalizada la clase.

Los alumnos salieron en silencio mientras él terminaba de recoger sus cosas y entonces la vio, vio a la periodista Freddie Lounds apoyada en el marco de la puerta de su clase. Sabía que aquella mujer no le tenía respeto a nada, pero colarse en las oficinas del FBI ya era el colmo.

—¿Qué se supone que hace aquí, señorita Lounds? Estas son salas privadas. No tiene suficiente con ir asaltando gente en la calle.

La mujer le miró de arriba a abajo e hizo una mueca antes de cruzar los brazos. —Y está usted seguro de que debería de estar dando clases. La última vez que le vi parecía alterado.

—Vamos donde Crawford ahora mismo y se lo comentamos a ver si a él también le parezco alterado.

—Por mi bien. El me llamó.—La mujer le sujetó del brazo para que la guiara, pero Will se apartó como si quemara y ella pareció encontrarlo divertido. Will comenzó a caminar hacia el despacho de su jefe. Por una vez en su vida la mujer lo siguió sin protestar hasta el despacho de Crawford.

—Adelante —contestó Crawford desde su despacho.

—Tengo que hablar contigo, Will—dijo su jefe en cuanto se asomó por la puerta y entonces vio a la periodista. —Bueno supongo que ya conoces parte de lo que voy a contar.

—Siéntese, señorita Lounds.

Lounds se adelantó a Will con una sonrisa burlona en el rostro antes de sentarse.

—Supongo, señorita Lounds que ya sabe porque la he hecho venir.

—¿Ha vuelto a escribir sobre mí? —preguntó Will

Ella lo miró despectiva antes de responder—¿Usted no es el centro del mundo, ¿Sabe? Soy periodista y hay más...

—Sí, Will. Ha vuelto a escribir sobre ti— la cortó Crawford—Quería hablarlo contigo antes de que viniera, pero por lo visto se rige por un horario distinto. No le dije a las seis.

—¿No era a las cinco? Me equivoque.

Will resopló. Mentirosa y falsa: —Pero no te preocupes Ha estado muy entretenida andando por mis clases. ¿Y que había escrito sobre mí esta vez? ¿Qué duermo colgado boca abajo?—Ya podría ser al menos así no se sentiría tan agotado la mitad del tiempo. Aunque hoy estaba bien. Había conseguido dormir en la casa de Hannibal y se sentía mejor que de costumbre. Tal vez tenía que haberle avisado antes de marcharse a trabajar, pero no quería molestarle aun más.

 

—¿Will?—preguntó Crawford como si no fuera la primera vez que le llamaba. El portátil de su jefe estaba frente a él con el último artículo de la mujer.

 

El agente especial del FBI  se acercó un poco más para poder leer aquella basura. Cuando llego a la parte que le concernía apretó los dientes. ¿Quién demonios se creía que era?

 

«La escena del crimen era atroz hasta el punto de hacer que el agente "especial" Will Graham abandonara la escena trastornado. Tan apresurada fue su salida que casi es atropellado en el lugar. Fue duro hasta para un hombre que lidia en su cabeza y en su vida cotidiana con cientos de problemas mentales....»

 

Will terminó de leer hasta el último párrafo, incluso los créditos sin hacer caso a sus incipientes ganas de gritarla. Esa mujer nunca le dejaría en paz. Se quitó las gafas y se recostó contra el asiento mientras se frotaba los ojos:—¿Cientos de problemas mentales, señorita Lounds?

 

—¿Dónde pone eso? —Preguntó ella como si no hubiera roto un plato en su vida.

 

Crawford deslizó el portátil hasta casi ponerlo frente a la cara de la periodista.

—Oh, aquí. «Fue duro hasta para un hombre que lidia en su cabeza y en su vida cotidiana con cientos de problemas mentales» No hablaba de usted, hablaba de los criminales. ¿Lo ve? ¿Es que se entiende otra cosa? Tendré que decirle al corrector que lo mire mejor la próxima vez.

—Es curioso porque me ha parecido leer que el corrector y editor eran también usted. ¿Desorden de la personalidad, señorita Lounds? —Preguntó Graham.

—Porque escribiera aquel artículo sobre usted señor Graham no tiene por qué volverse tan susceptible. Usted no es...

—¿El centro del universo?—la cortó Will.

—Sí, eso hemos oído antes de que Will leyera el artículo en el que ha vuelto a salir.—los interrumpió su jefe. Cerró la tapa del portátil con tal fuerza que los cabellos pelirrojos de la periodista se movieron—y por eso estamos aquí, señorita Lounds.

—¿Qué quieren?—preguntó ella intentando disimular su interés y desconfianza.

—Quiero que publique un artículo, pero más vale que lo haga palabra por palabra.

—¿Y que gano yo? ¿Cuáles serán mis primicias? ¿Me hablaran sobre este caso?

—Espera—habló Will— ¿Quieres que escriba un artículo sobre el caso? ¿Sabes lo que eso provocaría? Lo pondría irascible y le haría...

—Ven conmigo, Will.

Ambos se fueron al pasillo, pero dejaron la puerta entre abierta para vigilarla.

—De acuerdo. —Empezó Crawford —Esto quería haberlo hablado primero contigo. Sabemos que se volverá irascible y descuidado Will que es justo lo que necesitamos. Necesitamos que cometa un error. La pista del repartidor se ha enfriado.

—¿Que quieres decir?

—Ese hombre nunca trabajo para la empresa. Le robo el traje a un chaval hace cuatro meses después de darle una paliza en un callejón y dejarle en coma y eso es todo lo que tenemos. Tengo al equipo mirando si alguien pincho el teléfono en cada asesinato, pero más allá de eso solo te tengo a ti y humo, nada, niente.

—Pero si saca la noticia para cabrearlo matará al azar, cambiará las reglas y se volverá más violento.—Will trató de contener la voz para que ella no pudiera oírles.

—Necesitamos que salga para poder atraparle, Will.

—Pero no así.

—Lo siento esta vez no hay otra forma de hacer esto.

Al entrar Crawford le dio a la periodista una copia en papel de lo que habían escrito. Ella lo leyó y a cada renglón que leía la cara se le volvía más blanca.

—Ni si quiera está bien redactado— dijo finalmente antes de ponerlo sobre la mesa.

Will bufó:—Entonces podría pasar por algo suyo, ¿No? Tendrá lo básico; la realidad según le conviene.

—Will por favor.—le amonestó Crawford.

—No se preocupe. Hay confianza para decirnos lo que pensamos y ¿sabe lo que pienso yo? No voy a hacer esto. Él tiene razón. El hombre podría ponerse violento. ¿Y qué pasa si viene a por mí?

—Tendrá vigilancia las veinticuatro horas del día si lo cree necesario. Piénselo detenidamente antes de marcharse de este despacho, señorita Lounds. Le estamos pidiendo su colaboración, pero también podríamos persuadirla de otra manera.

—¿Eso es una oferta o una amenaza?

—Toda esta basura que ha estado escribiendo sobre el señor Graham es más que denunciable.

—Pues hágalo. Entonces nos veremos en los tribunales y un psiquiatra de verdad dirá cuanto de este artículo es cierto. Y así escribiré dos artículos; uno sobre acoso policial y otro sobre enfermedades mentales.

Esto ya es el colmo. — Will se puso en pie

—Will siéntate—Le advirtió Crawford—Y usted también, señorita Lounds. Confió en que de esta reunión no salga ni  una sola palabra. ¿Entendido?

—Confíe, confié. No quiero tener nada que ver con esto.

La mujer cogió el bolso y salió de la habitación.

Will negó con la cabeza:—¿De verdad te crees una palabra?

—Más le vale, Will. Más le vale.

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Hannibal se despidió de la última visita y vio a Graham sentado en la sala de espera. Venia cargado con un par de bolsas de un supermercado cercano.

—Buenas noches, Will.

—Buenas noches. Venía a disculparme por lo de ayer. Y bueno por irme esta mañana sin decir nada.—Will sonrió incomodó.

— Leí la nota que dejaste. No necesitas disculparte, Will. Pasa. ¿Dormiste bien al menos?

—Sí, gracias.

—Pues ya sabes que cuando quieras puedes quedarte a dormir, pero esta vez en la cama.

—¿En la cama? Pero..... Yoo... no…

Hannibal se quedó mirándole. Le gustaba verle azorado. Le gustaba verle sonrojar lo mismo que le gustaba cuando intuía que lo estaba manipulando o se enfadaba. Hannibal tardó un poco más en responder viendo como se ponía aun más nervioso.

—En mi otra cama, Will. Tengo un cuarto de invitados también.

—Ah… Me lo había imaginado.

—¿Estás bien?—le preguntó Hannibal. El doctor le vio hacer ese gesto con la nariz y supo que se pondría a la defensiva en un instante y así fue.

—Hoy no hay sesión, Doctor Lecter ¿no?

Hannibal sonrió:—Creí que esto era una charla entre amigos, Will. ¿Porque somos amigos verdad? —El doctor dio un paso hacia él y Will retrocedió hasta pegar su espalda contra la pared. Hannibal encontraba aquello divertido. Era una especie de juego reclamando su territorio, quitando a Will su espacio personal. Hannibal acercó la nariz y respiró profundamente sobre el hombro de Graham. —Veo que has cambiado de aftersafe. Me gusta más este.

El doctor se apartó muy a su pesar y Will fue despegándose poco a poco de la pared sin saber muy bien que había sucedido.

—Veo que has ido de compras, Will. ¿Has decidido empezar a cuidarte más?

—Fui a traerte algunas cosas por la cena de ayer. Fue muy rudo presentarme sin más… y quedarme dormido en tu sofá solo fue la guinda. Siento de verdad si te molesté. Soy un invitado pésimo.

—Tenemos que hacer algo con eso, Will. Con esa manía de disculparte conmigo por todo. Yo quería que te quedaras a cenar ayer y a mí no me importó que te durmieras. En todo caso siento no haberte  despertado para pasarte a otra habitación. Y dicho esto si de verdad hay algo que compensar solo tendrías que quedarte a cenar hoy y terminar de ver esa película conmigo. E incluso podrías quedarte a dormir después.

—No quiero molestarte.

—Si no quieres molestarme solo di que te quedaras esta noche.

Él esbozó una sonrisa y asintió rehuyendo mirar a los ojos de Hannibal:—Bien. Me puedo quedar a cenar y ver la película, aunque después tendré que volver a casa aun no he ido a dar de comer a mis perros.

—«Sus perros»—Pensó Hannibal molesto, pero no dio ninguna muestra de su disgusto—¿Quieres ayudarme a preparar la cena, Will?

—Claro.

Will le siguió hasta la cocina. Hannibal se dio cuenta de que no era muy diestro, pero con sus instrucciones lo hizo a la perfección. Era un buen alumno, un libro en blanco sobre el que escribir, pero no solo sobre cocina. ¿Cómo sería si fuera como él? Si a parte de sentir aquella empatía por todo también aceptara esa parte oscura que todos tenemos.

Al terminar fueron a cenar al salón. Al principio charlaron animadamente hasta que Graham guardó silencio como si estuviera recordando algo. Hannibal escuchó a Will soltar el aire lentamente y supo que algo no iba bien o al menos peor que otras veces.

 —¿Te pasa algo, Will?

—Lo siento. No soy la mejor de las compañías. —Quitandose la servilleta del regazo la dejó sobre la mesa—Freddie Lounds es lo que me pasa. ¿Por qué todos creen que soy como ellos?

Hannibal no necesitó que le dijera nada más para saber a qué se refería con “ellos”—Tal vez porque les es difícil creer que alguien que puede meterse en su cabeza de la manera en la que tú lo haces, Will, no comparta su misma... forma de ver la vida.

Will se quedó mirando fijamente la mesa. Hannibal sabía que estaba enfadado, frustrado por no poder hacer nada para defenderse. Sí él le dejara hacer no volvería a sentirse así nunca. Él se encargaría de protegerle.

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La periodista se sentó en su escritorio frente a la pantalla de su portátil. Se frotó las manos y entrelazo los dedos mientras pensaba. Las cuentas no se pagaban solas y necesitaba que su página volver a tener las mismas visitas que con los casos anteriores. Sacó la grabadora del bolso y volvió a escuchar la clase de Will Graham. Le hubiera gustado sacar fotos, pero ahora mismo le daba igual porque no había forma de publicar aquello sin que Crawford se echara sobre ella.

El móvil comenzó a sonar y se extraño al ver un número privado. Descolgó y escuchó un jadeo al otro lado.

—¿Quién?

—¿Eres Freddie Lounds?

 —Sí.

El hombre volvió a jadear como si tuviera asma.

—Sí va a preguntarme que llevo puesto no estoy interesada.

— Hoy es tu día de suerte. Te quería a ti, pero ahora quiero al hombre que habla sobre mí en esa cinta. ¿Quién es?— dijo la voz al otro lado del teléfono. Su respiración aun entrecortada. —¿Qué sabes sobre él?

—¿Quién eres? ¿Qué sacaría yo de esto?

—Yo soy el que hace las preguntas, princesa. Cierra el portátil, guarda esa grabadora, cruza las piernas y empieza a responder porque podría hacer algo más que verte sentada frente a tu escritorio, podría matarte.

Ella se puso en pie mirando a su alrededor. ¿Iba en serio?

—Si esto es una broma…—Empezó a decir la periodista, pero él la interrumpió.

—Si esto es una broma, princesa tú y yo nos reiremos luego si no solo me reiré yo. ¿Lo entiendes?

La mujer asintió y el hombre pareció molestarse.

—No digas que sí con la cabeza cuando te hable. Di sí o no. Por eso aun tienen la lengua en su sitio. Quiero saberlo todo sobre él desde que número calza hasta donde vive y me lo vas a contar. Y si se te ocurre decirle algo a la policía recuerda que no sabes quién soy. Podría ser el alegre recepcionista que te dejó entrar en las instalaciones del FBI. Podría ser cualquiera. Si se lo dices a alguien lo sabré e iré a por ti.  ¿Tienes familia, Freddie?

—No.

—Mejor para ti. ¿Cómo se llama?

—Will Graham.

Notas finales:

Tercer capi ya espero que os gustara.

Muchas gracias por tu comentario luciferboy me ha animado mucho. ^^


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