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Needing me (Hannibal/Will) por lovesg

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Todo en un silencio tan profundo que le recordó al que se percibía cuando esperas agazapado conteniendo la respiración a punto de caer sobre tu víctima. Los perros estaban repartidos sobre el suelo. Veía como se movía su vientre con cada inspiración.

—Sé que estás ahí —Anunció Hannibal. No quería que se sintiera seguro pensando que él no sabía que había alguien más. No lo estaba haciendo tan bien como pensaba y no le costaba nada ponerle en su sitio. Levantó un pie para pasar sobre uno de los labradores. Metió la mano en la parte de atrás de su americana y deslizó fuera un cuchillo de unos 30 centímetros sacándolo de su funda—. ¿Por que no sales y das la cara? —insistió.

Un movimiento a su derecha le hizo volverse. Tras el sofá un hombre corpulento se puso en pie. Era alto, musculoso y de espaldas anchas. Llevaba la cara cubierta. En su mano diestra un cuchillo y enganchado del cinturón una pistola del calibre 32.

—¿No has pensado que sobras aquí? —preguntó el desconocido, aunque Hannibal intuía quien podría ser. El timbre de su voz le sonaba, así como el enorme reloj de pulsera de oro. Ese era el tipo de adornos ostentosos que solo enseña a los demás lo que no eres y nunca llegaras a ser—. Empiezas a ser una piedra en mis botas. ¿Eres otro de los perros de Graham? ¿Es eso? —preguntó divertido.

Hannibal apretó los puños sintiendo con firmeza la empuñadura de su arma. Ambos se estudiaban como si fueran la ecuación de un libro; algo que despejar. El hombre aulló burlándose de él.

—¿Estás seguro de que es eso lo que parezco? ¿Un perro?

—Un incordio metomentodo.

Caminaba hacia Hannibal como una pantera, demasiado seguro de sí mismo, pero notaba cómo miraba con sus ojos el brillo del cuchillo que sujetaba Hannibal.

A medio metro del hombre sacó un revólver con la diestra. No era una lucha para ser justos o nobles eso lo tenían claro los dos por eso no se escucharon protestas. El hombre amartillo su arma y Hannibal alzó los brazos mostrando que se rendía. Tiró el cuchillo a un lado y dio un paso hacia él aún con los brazos en alto.

—¿Quédate dónde estás? No necesito ponerme perdido con tus sesos.

Hannibal dio un paso más a centímetros del otro hombre.Sabía que tenía que ser rápido. Bajó la mano de golpe dando un certero golpeó enlos dedos del otro hombre. El arma de fuego cayó contra la alfombra. El asesinolanzó una cuchillada contra el estómago de Lecter que este esquivó por muy poco.De nuevo el asesino cargó contra él con todo su cuerpo empujándole con suhombro contra el pecho. Desequilibró al médico, pero no consiguiótirarle. Los cuchillos se cruzaban lanzando estocadas ycortes. El asesino retrocedió golpeándose contra la mesa baja con la rodilla.Maldijo. Hannibal dio un paso adelante lanzando un golpe con el puñal que noconsiguió más que rasgar su camisa. No veía sangre, pero eso no iba a detenerlo.La alfombra se enredó en el zapato de Hannibal. Un segundo es todo que senecesitaban para acabar el uno con el otro. Lecter sintió hundirse el cuchilloen su costado izquierdo. Corte limpio que empezó a empapar su camisa. Notaba elcalor de su sangre empapándolo todo.

**************

Graham seguía en estado de shock. La gente se movía a su alrededor. Le hablaban, pero no entendía ni una sola palabra. ¿Le hablaban en su idioma? ¿Debía entender lo que decían? ¿Le hablaban a él?

«Los perros no están y parece que hay sangre en el suelo del salón. No mucha, pero tendremos que esperar a los resultados».

—Graham... Graham —La voz de Alana le devolvió al presente. Estaba sentado en el capó de un coche de la policía. Las luces de las sirenas habían sido apagadas para no molestarlo—. Graham... —Sus finas manos a unos centímetros de él sabiendo que no podía tocarlo en ese estado sin que se lo permitiera.

«¿Dónde estaba?».

«Los coches de policía». «La bicicleta tirada a un lado». «Los sanitarios llevando las bolsas con los cadáveres hasta la ambulancia». «La casa a mis espaldas». «El Collage». Poco a poco le iban viniendo los recuerdos de las últimas horas. El corazón le latía con fuerza y le dolía tanto la cabeza que apenas podía pensar.

«¿Por qué estaba allí Alana?».

—¿Hannibal? ¿Dónde está? —preguntó súbitamente sujetándola por los hombros. Miró de un lado a otro esperando verlo aparecer. Él no lo dejaría solo en aquel lugar. Lo necesitaba.

—No ha podido venir, pero él y Winston se encuentran bien.

—¿Le ha pasado algo? Quiero hablar con él... —Alzó la voz más de lo que se esperaba, pero no iba a consentir que lo engañaran.

Crawford estaba cerca, lo escuchaba decir que así no les serviría de nada que grabaran y sacaran fotos a cada esquina y que procesaran tantas pruebas como pudieran para llevárselas cuanto antes.

—Graham —Su jefe se puso frente a ellos— Hemos decidido que es mejor que esta noche la pases en casa de Alana. Se hará cargo de Winston allí.

—¿Hannibal? ¿Él está bien? Iba a dejar a Winston en casa... Los perros...

—Graham. Escucha— ella le rozó la mejilla con cuidado. Lo hizo con tanta suavidad que le pareció que ni le había rozado—. Hannibal está bien.

—No...—Su voz ronca—. Me estás mintiendo.

—Yo misma he hablado con él.

Graham se apartó de los dos tratando de respirar.

—Si estuviera bien estaría aquí. Vendría. Me habría dicho algo... Y la sangre. No voy a moverme de aquí hasta saber que pasa.

—Ten. Sabía que no ibas a hacer las cosas sin más.

Miró del móvil al rostro de Crawford tratando de adivinar si trataba de engañarlo. Sostuvo el teléfono y se apartó temiendo que le arrastraran dentro del coche de Alana.

—¿Sí? ¿Hola? —preguntó inseguro.

 


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