Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Needing me (Hannibal/Will) por lovesg

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Hannibal estaba mucho más que enfadado. Odiaba haber salido herido, pero mucho más haber tenido que dejar que Alana se ocupará de Graham. Él era quien tenía que estar junto a Will, pero hasta que no consiguiera que las heridas dejaran de sangrar no podría ir a ningún sitio.

Al escuchar la voz de Will al otro lado del teléfono carraspeó intentando que su voz no temblara por el dolor, pero sobre todo por el enfado. Había podido regresar a su apartamento sin levantar sospechas porque siempre llevaba un traje en el coche asegurándose de no dejar un rastro de sangre hasta el ascensor.

-Sí, Graham. Siento no poder estar allí. Tiene que haber sido una experiencia terrible. Si no hubiera pinchado la rueda del coche estaría contigo. Winston está bien. Hablaremos de lo que dijo el veterinario, pero no te preocupes. -Maldito fuera mil veces por no poder aprovechar esa ocasión para llevarlo a su terreno.

-¿Pinchado? ¿Has tenido un accidente? -Solo. Desvalido. Asustado. Dudando de quién era. Si Graham le dejara sabría quién podría llegar a ser. No eran tan diferentes como él pensaba y eso lo excitaba-. ¿Estás en el hospital? Si no fuera por mi culpa no te hubiera pasado nada...

-Nada de esto es culpa tuya... -El perro junto Hannibal le puso el morro frío contra la espalda-. ¿Qué haces? -gruñó más fuerte de lo que quería-. Perdona. Winston... -El perro movía la cola con tanta fuerza que a veces parecía que le estuviera dando un latigazo. Hannibal movió una mano para que se apartara, pero pareció no entenderlo-. Winston que quiere jugar. Lo sacaré a dar un paseo. Estoy bien. Ha sido más el tener que rellenar el parte amistoso que otra cosa.

-¿Seguro? -preguntó Graham.

Hannibal apretó el puño. Ese bastardo se había escapado de milagro, pero él también había salido vivo por poco. Le había dejado un buen corte en el antebrazo izquierdo y en el costado. Nada que pudiera compartir con nadie y mucho menos con Graham. Frente a él, sobre la mesa de su escritorio, tenía el botiquín del baño con el antiséptico y el neceser que escondía en su habitación para coser las heridas más graves.

-¿Te mentiría?

-No, claro que no -contestó sin dudar haciendo que sintiera placer al escuchar aquella fe ciega.

-Iré a buscarte muy pronto a casa de Alana. -En cuanto dejara de sangrar y los calmantes empezaran a hacer efecto se cosería, pero no podía arriesgarse a que se diera cuenta de cómo le costaba moverse.

-¿Sí? -preguntó esperanzado-. Hannibal... -Graham se pegó el teléfono a la oreja como si así pudiera estar más cerca de él. Quiso decirle que viniera a por él ahora, pero no se atrevió-. Han visto sangre en mi casa.

«¿Lo sabe? No puede ser». Sonrió al pensar que aquello era una tontería. Le había visto hacer cosas increíbles cuando se trataba de descubrir a un asesino, pero eso sería demasiado. Hannibal se fijó en algo que había debajo del neceser; su agenda. La sacó tirando de ella con la punta de los dedos y la abrió notando el dolor en el costado.

-¿Sangre? Se habrá cortado intentando entrar.

-Puede ser, pero tampoco encuentran a mis perros.

Lecter pasó su lengua sobre el labio inferior. Tenía que haber sido más rápido.

-Estoy seguro de que se han asustado y se habrán internado en el bosque. Ya lo verás. -No sabía dónde estaban en ese momento, pero no le convenía decir algo así ahora que no estaba con él.

-Nos vamos, Graham -Escuchó como le decía Alana.

-Hannibal... Yo... -Will volvió a sentir la necesidad de pedirle que viniera a buscarlo.

Lecter tenía la esperanza de que le pidiera quedarse con él, pero no podía permitírselo. No hoy al menos.

-He odio a Alana.

-Sí. Nos vamos. -Williams siguió a su compañera hasta el vehículo que lo llevaría a su apartamento.

Hannibal cerró los ojos al escuchar cómo se cerraban las puertas del coche.

-Ponte el cinturón -le pidió Alana con suavidad ¿Estás bien?

«¡¿Cómo iba a estar bien?!».

-Nos veremos antes de lo que piensas, Will.

Graham tuvo que despedirse cuando Crawford se acercó para pedirle el teléfono.

El jefe de Will le dijo algo más después de que el coche arrancara, pero Hannibal no le prestó la menor atención. Miró su terminal escuchando la voz del jefe de Graham lejos. Apretó el móvil con fuerza hasta notar como se clavaba en la palma. Era un ser racional y los seres como él no sentían la necesidad de destrozar las cosas hasta no dejar nada en pie. Estaba por encima de todo eso. Él tenía control sobre sí mismo y sobre los demás.

-¿Estás ahí? -preguntó Crawford justo cuando lanzaba el teléfono contra la pared viendo como se hacía pedazos. Winstone corrió hacía el lugar contrario con la cola entre las patas.

Hannibal se puso en pie y revisó el diario hasta dar con la página donde había escrito sobre Graham para la doctora du Maurier.

«Compañero».

«Amigo».

Prefirió cerrar antes de tachar las dos para añadir «Un problema». ¿Se estaba implicando demasiado? Estaba seguro de que así era, pero seguía sintiendo mucha curiosidad por saber qué había dentro de él.

*****************************

Pasaron unos días antes de que Hannibal pudiera ir a buscarlo. Los cortes le habían dado más problemas de lo que esperaba. Lo único que pudo hacer durante ese tiempo fue hablar por teléfono con Graham y disculparse por no estar allí con la excusa de que tras el accidente había sufrido vértigos y le habían mandado llevar un collarín. Los perros habían ido apareciendo lejos de la casa. Algunos dirían que se asustaron y huyeron, pero era más partidario de que aquel descerebrado habría pensado que si los iba abandonando cada pocos kilómetros existiría la posibilidad de que fueran atropellados aun bajo los efectos de los sedantes o desaparecieran en el bosque. No creía que fuera capaz de llevárselos con él y mantenerlos con vida. Hannibal se amonestó por perder el tiempo pensando en él cuando tenía a Graham en el asiento del copiloto. Cuando Alana se despidió de él pensó que no terminaría nunca. Le decía que tenía que hacer cuando llegara a casa, que es lo que tenía que sentir y que podía regresar si se encontraba mal.

«Eso no va a suceder». No pensaba dejarlo con ella por más tiempo. Era suyo y no necesitaba nada más.

-Graham...

-Tú también vas a preguntarme si estoy bien -habló sin apartar la vista de la carretera. Parecía que todo lo que quedaba de él solo era su cuerpo; una carcasa vacía, pero recordaba bien la sonrisa que le dedicó cuando fue a recogerlo a casa de Alana.

-No. -Eso tomó a Graham por sorpresa. Giró el rostro para mirarlo-- ¿Qué sentido tendría cuando es obvió? Nadie puede sentirse bien después de algo así, ¿no? -Se controlo para que su tono no sonara esperanzado por que fuera así. El día que dejara de sentirse así sería capaz de todo.

Graham asintió.

-Perdona.

Hannibal se rio. Al principio le miró sin entender hasta que recordó lo que le había dicho hace tiempo.

-Tú no tienes porqué disculparte. Lo sabes. -El rostro de su acompañante se tornó rojo- Ya pesaré luego como castigaste. -Le vio abrir la boca y lo interrumpió justo a tiempo. No quería darle la oportunidad de decir que no por cómo se encontraba-. Hemos llegado.

Hannibal se quitó el cinturón y salió del colle colocándose frente a la puerta del pasajero. Él seguía allí dentro mirándose las manos temblorosas. Le dio unos minutos mirando alrededor. Había un par de coches de la policía de Baltimore. La cinta amarilla y negra de "no pasar" que había precintado la entrada estaba rota porque ya habían recogido todas las pruebas que encontraron. En esta ocasión solo habían venido como refuerzo para que no le sucediera nada al agente especial del FBI mientras recogía sus pertenencias.

Graham tomó su tiempo para salir del coche. Se le notaba cansado como si llevara los dos últimos días sin dormir y probablemente así era. Ajustó sus gafas sobre el puente de la nariz antes de salir.

-Podemos irnos cuando quieras, Will.

-¿No vas a decirme que es mejor que me enfrente a mis traumas?

-A lo mejor no es necesario que entremos para que lo hagas. A lo mejor solo tienes que cuestionar todo lo que digo como hasta ahora. -Le vio molesto y confuso. Eso estaba bien.

-Buenos día -saludó uno de los agentes acercándose a ellos- La casa esta despejada. Si hay algún desperfecto provocado por el registro no olvidé llamar a este número.

-¿Desperfectos? -De nuevo le temblaron las manos pensando en si también habían pintado sus paredes con sangre. Aquel lugar era su ancla, el remanso de paz al que necesitaba lejos del mundo y ahora solo era una casa pisoteada.

-Ya sabe cómo son algunos novatos. Si tiene suerte se lo reembolsaran. -El policía le tendió la mano para darle una tarjeta del departamento y Graham dio un paso atrás chocando con el torso de Hannibal. Su primer instinto fue el de apartarse, pero al sentir su cuerpo contra el suyo y las manos sobre sus hombros se sintió mejor, más seguro.

Hannibal se adelantó para cogerla.

-La tendrá. No se preocupe por eso.

-Bien. Como quieran. También necesitamos que nos diga si echa en falta algo de en la casa.

-¿Mis perros?

El agente se encogió de hombros.

-Ya, señor... Me hago cargo. No sabría decirle. Yo tengo un pequeño terrier y me volvería loco. -Pasó las manos entre sus cortos cabellos rubios y miró hacía la casa- No sé si debería decirselo o si ya lo sabe, pero al menos la sangre encontrada en la casa no era de animal.

Se lo habían dicho en cuanto tuvieron los resultados, pero aun así Graham agradeció el detalle.

Alguien gritó desde el interior de la casa y Hannibal notó como la espalda de Graham se sacudió involuntariamente por lo tenso que estaba.

-Mejor vuelvo a mi posición.

-Guardaré la tarjeta y me encargaré de ello -dijo Hannibal mientras la guardaba en el bolsillo del traje.

-Puedo ocuparme de eso yo solo.

-Claro que puedes. Solo lo guardaré hasta que lleguemos a mi casa. ¿Entramos? -Hizo un gesto señalando hacía adelante.

*****

La casa por dentro estaba mucho peor de lo que Hannibal la recordaba. Si habían roto un par de lámparas y manchado la tapicería y la alfombra. Puede que incluso hubiera algún agujero de bala en alguna pared, pero la policía había pasado como una plaga en un campo de cultivo. La mayoría de los muebles estaban patas arriba y los cajones abiertos o tirados sobre el suelo.

Le vio quedarse quieto en el salón mirando hacia el lugar que solían ocupar sus perros. Durante todo ese tiempo Hannibal solo lo observó. Cuando se sintió preparado fue hasta el baño para coger un neceser y su cepillo de dientes, pero volvió a dejarlo sobre el lavabo.

-Tengo nuevos en mi apartamento, Will.

Graham se limitó a asentir y cerró los cajones del armario pequeño que había preguntándose que destrozos habían sido cosa del asesino y cuales de la policía. En cuanto fuera capaz de pensar con claridad le pediría el informe y las fotos a Crawford.

Fue hasta su habitación para encontrar toda su ropa revuelta sobre la cama. Cada vez tenía más ganas de salir de allí, pero tenía que reaccionar. Ese hombre no iba a conseguir desquiciarlo no más de lo que estaba. No lo permitiría. Agarró una vieja mochila desgastada y la dejó caer sobre el colchón.

Mientras buscaba la ropa Hannibal se colocó junto a la ventana. Le vio ir de un lado a otro buscando algo para ponerse varios días. Más lo miraba más ganas tenía de saber que pasaba por su cabeza. Los policías estaban fuera de la casa dejando algo de intimidad para que revisara la casa y recogiera lo que necesitaba. Estaban solos y eso le daba muchas posibilidades, pero ¿Qué quería hacer?

-No puedo creer que entrara en mi casa -soltó Graham de pronto. Paró y quitó la bolsa que había dejado sobre la cama para guardar un par de camisas y varias mudas. Estaría fuera una temporada. Su faro, su rincón privado no lo era y no lo volvería a ser más.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).