Podría decirse que los dos tienen un brillo muy especial: Thor como dios del trueno suelta verdaderos chispazos y Quill, como hijo de un celestial, posee una luz en su interior. Pero, ¿quién hace brillar a quién?

— Voy a estar bien, ahora vete — me decía Elle mientras ambos estábamos con las manos entrelazadas en medio del departamento que hasta el día de hoy sería nuestro.

— Por favor... no nos hagas esto — pedi sosteniendo más fuerte sus manos en el momento en el quiso alejarla de las mias.

— Light, tu sabes lo que debes hacer, estaras bien y yo también, ya verás que cuando el tiempo haya pasado todo estará bien — seguía repitiendo aquel maldito mantra que al parecer utilizaba más para convencerse a si mismo que a mi porque en verdad yo no creía nada de eso, ¿como podía creerlo?  Elle me repetía que estaría bien, que me fuera, pero como pretendía que lo hiciera si su rostro estaba inundado en lágrimas, era la primera vez en años que lo veía llorar tanto.

— ¿Como puedes pensar eso? — sentía como mi propia voz comenzaba a cortarse, nunca había llorado antes en la vida pero esta parecia ser la ocasión indicada para la primera vez — Ni siquiera si pasan mil años podría acostumbrarme a no tenerte conmigo.

— Tendrás que acostumbrarte Light — susurro y consiguió que soltara sus manos — Ahora vete ya...

Con todo dolor y lágrimas corriendo por mi rostro ahora también, lo mire por última vez esa noche y fui hacia la puerta para marcharme, antes de cerrar completamente la puerta escuche la voz de aquel moreno con ojeras pronunciadas y manias extrañas que amaba tanto.

— Adiós Light — esta era la escena más cruel que había protagonizado en mi vida, jamás habia cometido errores lo suficientemente importantes como para que afectarán mi vida cotidiana, pero semanas atrás había cometido uno del que me arrepentiría toda mi vida.

—Adios Elle...