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A los caprichos del príncipe se sirve con gusto por sue

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Notas del capitulo: Hi por acá!! n_n ma alegra en extremo que el fic tenga tantos seguidores… disfruten de su lectura!!





- ¡Wow! …ste dulce está exquisito – Al príncipe le giraban alrededor estrellitas y flores – ¿No te parece Cielito?




- Si… oneechan.




- ¡Kya! La nieve es muy fría ¿A que es fría Cielito?



- Claro… oneechan.




Dos hombres a lo lejos miraban la escena.



- Ya veo, así que el conde perdió una apuesta – Lau se divertía de lo lindo con los tics que tenía el niño cada vez que pronunciaba “oneechan” - ¿Y cuanto llevan así?



- Tres días. Pero el joven amo parece que en cualquier instante llegará a su límite – Emitía Sebastian preocupado, llevándose una mano a la mejilla.



- ¿Y que apostó?




- Si perdía llamaría al joven Soma “Oneechan”, en cambio si ganaba el joven Soma debería comportarse como un muchacho de acuerdo a su edad. Fue un golpe de suerte que el príncipe ganara y exactamente el día en que decidieron apostar – Se burló un poco del menor – El joven amo se ha vuelto a precipitar.




- Ciel.




- ¿Si…oneechan? – Mostró su sonrisa…pero estaba más chueca que otra cosa.




En eso, Soma permaneció quieto, la carita encantadora de Ciel lo había cautivado de nuevo ¡Y es que era tan adorable!



- ¡¡¡¡¡Moooooooo es que eres tan adorable!!!!! – Abrazaba al conde sin misericordia.



- ¡¡Suéltame!! No… puedo… respirar…




- Ah… estos jóvenes de ahora… siempre con sus juegos inocentes que nos hacen pensar tan mal, a los que ya somos adultos – Lau suspiraba ante lo que veía – Ranmao.




- ¿Si oneechan? – Preguntó la chica con su voz casi inaudible.




- ¡Kya! ¡Si que entiendo lo que siente el príncipe! – Atrajo a la chica y se la encaramó en las piernas, seguidamente se deleitó “jugueteando” con ella.




- “Estos humanos…” – Sebastian los miró con algo de cansancio. Aunque por dentro algo le molestaba y le molestaba más cuando Ciel era abrazado de esa forma por el príncipe ¿A que se debía su incomodidad y específicamente que era eso que le molestaba?




- ¿Celos? – Lau llamó su atención al verlo tan ensimismado en la pareja que forcejeaba frente a ellos – Al parecer a ese muchacho le están prestando más atención que a ti mayordomo.




- ¡Oh! ¿Cómo va a pensar usted eso? No soy más que un simple mayordomo. Recibo la atención que debo recibir – Hizo una leve señal llevándose la mano al pecho. Sacó su reloj – Mire la hora. Iré a preparar el té.




El chino lo observó hasta que desapareció de su rango de visión. Ciertamente el mayordomo negro había esquivado responderle y eso lo regocijaba.



- Al parecer nos divertiremos durante nuestra estancia Ranmao.



- … - La chica lo miraba con su típica expresión de muñeca de porcelana.




- ¡Ahhhh! ¡kawaii! – Restregaba su mejilla con la de la pelinegra.




Afuera la nieve caía con sumo cuidado, deslizándose hasta formar parte del enorme manto blanco que cubría la tierra.




El peliblanco observaba a través del enorme ventanal como Ciel era bombardeado por bolas de nieve. Entre sus brazos cargaba las prendas del joven príncipe, que acababa de recoger antes de que comenzara a nevar, no estaban completamente secas, se sentían frías producto de la humedad. Se perdía, se ensimismaba ante las acciones de su príncipe.




- ¡Oye! – El conde fue interceptado por una bola de nieve, la cual había impactado en su nuca.



- Ja ja No podrás vencer al príncipe de la nieve – Le sacaba la lengua y le tiraba más de la nieve.



- Esto es ridículo. El conde de Phantomhive, un cabeza de familia, no se debe rebajar al nivel de éste… - Plaf! Otra bola le dio en la cara - ¡Espera que te atrape Oneechan! – Todo esto lo decía totalmente fúrico.




- Je je – Agni sonrió, le alegraba que su amo fuera tan feliz. Se llevó las ropas al rostro para sentir la suavidad de la seda y aspirar el dulce aroma que destilaba – Príncipe Soma…




- ¿Señor Agni? … - Le miraba extrañado - ¿No quedaron limpias las ropas?




- ¡Mayordomo-san! – Totalmente alterado y apenado, el que lo viera aspirando las ropas del príncipe le avergonzaba – Esto… es que… - Sudaba.




- El trabajo de un mayordomo nunca termina – Sebastian llevaba consigo la bandeja con el té y en uno de sus hombros un abrigo perteneciente al conde – Es gratificante que el amo alabe nuestra tarea… ¿No lo cree así?



- Eh… si – Se calmó – “Sebastian-san es muy bueno en lo que hace. A pesar de todo siempre mantiene su postura, nunca lo he visto vacilar ante el joven Ciel, eso es algo digno de admirar”



- Si no nos apresuramos los señoritos pescaran un resfrío.



Pero el que cogió el resfrío fue otra persona.



- ¡Achis!



- ¡¡Lau!! Si vas a infectar a todo el mundo en ésta casa lo mejor es que te largues – El Conde trataba de no estar muy cerca cuando estornudaba.



- Ah… pero conde, si me he enfermado por venir a visitarlo ¿Qué acaso no es esa parte de vuestra culpa?



- ¿Qué? No digas sandeces y hazte responsable de ti mismo.



- ¡Ah! Pero Oneechan, me siento tan débil – El pelinegro se abrazaba al niño, casi asfixiándolo, con orejitas y patitas de gatito.



- ¡Lau, tus gérmenes! ¡Que me contagias! – Estaba alarmado, lo menos que quería era quedar prostrado en cama.




Soma degustaba de su té, cubierto por un enorme cobertor y acompañado por su mayordomo.




- ¿Más té príncipe?



- Sip – Sonrió - Estaba realmente delicioso.



- ¡! – Agni se sonrojó, aquello lo tomó por sorpresa “Es gratificante cuando el amo alaba nuestra tarea”, recordaba lo que instantes atrás Sebastian le había mencionado. Pero lo que sentía era mucho más profundo que la gratitud.




- Ah… - Se colocaba la taza muy cerca de la mejilla mientras mantenía los ojos cerrados – Está caliente.



Tum Tum Tum, de nuevo el corazón de Agni arremetía con furia, ver al príncipe así era demasiado ¿Pero por qué? De un tiempo para acá no podía ver a Soma sin sentirse incómodo y sabía que eso no estaba bien, no podía sentirse así, él ya no era un pecador, no debía tener pensamientos impuros y mucho menos…



- Waaa… Agni – El pelilargo bostezó – Te ves cansado ¿Por qué no vamos a dormir?


- Eh… - El alto moreno le ayudó a levantarse y le acomodó la tela que se deslizaba por su hombro - ¿No jugará a las cartas con el joven Ciel?



- No, ya jugamos bastante hoy. Además, creo que el ya está bastante ocupado – Observaba al conde tratando de que Lau no lo volviera a tocar – Me gustaría hablar un poco contigo, hace tiempo que no lo hacemos, no desde que llegamos a ésta casa. Sería agradable charlar con un amigo.



- Príncipe Soma – El peliblanco se notaba ilusionado.



- Vamos.



Soma se despidió de los demás y se dirigió rumbo a su habitación junto con Agni.



- Oyasumi nasai cielito.


- Oyasumi… oneechan – Con los brazos cruzados.



Ya en la habitación, el de cabellos oscuros permitía que el mayordomo le quitara las zapatillas. El mayor se encontraba arrodillado, manteniendo entre sus manos el pequeño pie de su amo… lo acarició un poco…



- ja ja ¿Qué haces Agni? Me da cosquillas – Sonreía.



- Joven príncipe, dijo que quería hablar conmigo…



- Si… últimamente te he visto distraído y podría decir que hasta te ves algo melancólico… - Colocó sus manos sobre la cama y se echó un poco hacía atrás – Me tienes preocupado ¿Hay algo que te produzca mal?



- “Se ha… preocupado… por mí” – Los ojos del peliblanco titilaban – No tiene porque preocuparse… es sólo que…



- Dime, sé que hay algo que te aqueja – Le tomó el rostro que instantes antes intentaba desviar - ¿Qué no confías en tu señor?



- ¡No es eso! ¡Por supuesto que confío en el joven príncipe! – Se apresuró en decir alarmado.



- Entonces… - Sonrió.



Agni suspiró. Tenía que buscar las palabras adecuadas para hablar de aquel asunto que lo mortificaba día y noche.



- Dentro de mí hay sentimientos que no debería tener, temo que si el príncipe se entera podría no perdonarme nunca… - Le miró con ternura – Mi corazón… mi corazón me insta a profesar éste cariño que siento… cada amanecer está iluminado por su sola presencia, por su esencia… ya no me siento completo joven príncipe… mis sentimientos son tan grandes que no puedo con ellos… van mucho más allá que hasta mi propia fe y mis creencias… - Agachó la mirada.



- Agni – Soma le invitó a verlo de frente, tomándole del mentón - ¿Dormirías conmigo esta noche?



La cara del mayordomo se iluminó, ciertamente aquello lo sorprendía.



Con algo de vergüenza, Agni se metió en la cama del príncipe.



- ¿Cómodo?



- Eh… si… - Se sonrojó.



- Je je – Le sonrió – Oyasumi nasai – Acto seguido se dio la vuelta y se arropó de pies a cabeza.




Agni quedó con los ojos de puntitos… suspiró, de seguro Soma lo veía como su hermano mayor… se sintió triste de pensarlo.



- ¡Brrrr! Hace frío – Soma asomaba la cabeza por las sabanas.



El peliblanco se acercó con cuidado, lo suficiente para apegarse a la espalda del príncipe y abrazarle por detrás, ¡se sintió como lo peor del mundo!, pero en esos instantes lo menos que se debía hacer era pensar en lo bueno o malo.



- ¿Ya… entró en calor joven príncipe? – Se aventuró en preguntar. El corazón de Agni comenzaba a latir con fuerza, sus mejillas empezaban a arderles.



- Ureshii…los brazos de Agni son tan grandes y cálidos…



El mayor trató de no pensar en nada más ¡Pero era imposible al estar así! ¿Qué pensaría su amo si se enterara de lo que sentía?, bueno, prácticamente ya se lo había confesado, pero al parecer no había atinado a darle en el clavo, ya que Soma no parecía haber entendido… eso o se hacía el que no entendía… ¡Eso era! ¡De seguro su príncipe tenía miedo de lo que sentía! Era de lo más natural, ya que estaba prohibido que dos personas del mismo sexo se enamoraran, por lo que existía la probabilidad de que fuera correspondido… sólo tenía que hacer sentir al príncipe seguro y esperar lo suficiente…



- Agni… entrégate a mí… - Soma hablaba despacio.



- Joven príncipe…



- Ven Agni…



El peliblanco se impresionó, pero estaba más que excitado. Trató de ubicarse detrás del menor, pero éste tomó su muñeca con una fuerza increíble.



- ¿Qué crees que haces? – Le mostró una sonrisa traviesa – Ahora te entregarás a tu señor…



- ¡!



Agni fue puesto bruscamente en cuatro patas, estaba en shock y más porque Soma estaba a punto de penetrarlo sin ninguna clase de preparación.




- ¿Es tu primera vez por aquí? – Le acarició el trasero, al tiempo que Susurraba aquello en un tono sensual. Le mordisqueó el lóbulo de la oreja – Daijobu… seré gentil contigo…



Poco a poco el pene del príncipe fue introduciéndose en el interior de Agni.



- ¡¡Principe!! – Apretó todo por el dolor.



De golpe abrió los ojos y se movió como si se estuviera ahogando. Sudaba a mares y se hallaba sofocado.



- Me quedé dormido…



El peliblanco sintió su cintura aprisionada y se asomó: Soma lo abrazaba con posesión mientras babeaba.



- “Fue un sueño… ¡¡¡¡Soy un pecador!!!! ¡¡Kali perdóname por tener sueños tan profanos!!” – Agni estaba que se jalaba los cabellos, para agregarle más sal al curry, Agni tenía una notoria erección.



- Agni… ¿verdad que… eres mi oneechan? – Soma hablaba en sueños – Oneechan… tengo hambre…



- “¡¡Joven príncipe, no merezco ni mirarlo a la cara!!”



Una lagrimilla se deslizaba por la mejilla del peliblanco. Aquel día no saldría del cuarto de rezos.



- Agni ¿Doshita no? – Soma con ojos de rayitas y un dedo en la mejilla, mientras el mayordomo le servía el desayuno sin mirarle a la cara… obviamente el príncipe no sabía nada de nada.



Continuará…




Notas finales: Ay Soma!!!!! Me vas a matar a Agni un día de estos o.o (inner: ese Agni si es pervertido, mira que tener esa clase de sueños… para mi que se la pasa con el kamasutra bajo el brazo xp) inner!!!! o////o hay que ver como terminarán estos dos n.n gracias por leer!! Bye Bye!!

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