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A los caprichos del príncipe se sirve con gusto por sue

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Notas del capitulo:

 

 

Hi! ^o^ aquí estamos de nuevo, agradecidas con Kali de que éste fic tenga sus seguidores… disfruten del capi!

 

 

 

 

Aquel día sería recordado por el joven Conde por mucho tiempo, su mansión se había vuelto el sitio de reunión de los seres más irritantes del mundo, que decir del mundo… ¡Del universo!

 

 

 

- ¡¡¡¡¡Ciel!!!!!

 

 

 

- ¡Lizzy!

 

 

 

Los chicos giraban y giraban, por supuesto Ciel en contra de su voluntad, la rubia estaba muy contenta de ver a su prometido después de tanto tiempo.

 

 

 

- Te he extrañado bastante, no nos volvamos a separar ¿Si? – Sus pupilas brillaban.

 

 

 

- Eh pues… “Espero que no se refiera a quedarse a vivir aquí… como alguien que conozco”

 

 

 

- ¡¡¡¡¡Sebas-chaaaaaaaaaaaaaan!!!!! – Como sanguijuela, Grell intentaba pegarse al mayordomo negro, intentaba porque cada vez era bruscamente apartado.

 

 

 

- Compórtese aunque sea un momento – Trataba por todos los medios de mantener al hombre pelirrojo, lo suficientemente apartado de su espacio personal.

 

 

 

- Umm, pero Sebas-chan el amor que nace en nosotros no puede ser rechazado. Nuestros corazones están unidos mucho más allá de todo ¡¡¡Ahhhh Sebas…!!! – Su cara fue detenida por la mano de Sebastian antes de que pudiera besarle.

 

 

 

- ¿No se supone que deberías estar ejerciendo tu trabajo?

 

 

 

- ¿Eh? – El pelirrojo se rascó la mejilla – Pues Will me dio el día libre…

 

 

 

- ¿En serio? Pensé que ese sujeto era muy poco flexible con los horarios laborales – El pelinegro pasaba sus manos enguantadas por su traje… como “limpiándolas” luego de atreverse a tocar al shinigami.

 

 

 

Grell recordaba como había acontecido todo…

 

 

 

 

***Flash Back***

 

 

 

- ¡¡¡Wiiiiiiiiiiiiiiil!!! ¡¡¡Por favorcito, dame un día libre para ir a visitar a mi Sebas-chan!!! – El pelirrojo hacía tambalear el escritorio del otro shinigami.

 

 

 

- ¿Estas loco? Estamos faltos de personal. Más bien tendrás que trabajar extra – Con un tic en el ojo se arreglaba las gafas.

 

 

 

- ¡¡¡¡Pero Wiiiiiiil!!!! ¡¡Si me dejas ir no te molestaría más!! – El escritorio era movido con fuerza y todo (los documentos volaban, el portalápices esparció su contenido en el piso, el florero que había colocado para darle un toque hogareño a la oficina decía adiós) absolutamente todo iba a parar al suelo – Anda, anda ¡¡¡Andaaaaaaaaa!!!

 

 

 

- ¡¡Ya está bien!! – El hombre trató de tranquilizarse, estuvo a punto de darle un golpe en la cabeza, pero el shinigami le hacía pucheritos… realmente eso no era lo que lo había hecho cambiar de  opinión, había tardado horas en ordenar esos informes y ahora tenía que volver a hacerlo desde el principio. Pensó en las posibilidades de estar sin Grell por un día y se sintió… menos sofocado – De acuerdo. Puedes irte.

 

 

 

- ¡¡¿En serio Willcito?!! – Juntaba sus manos mientras sus ojitos brillaban.

 

 

 

 

- ¡No me llames así! Soy tu superior – Se acomodó las gafas – Puedes irte. Pero tendrás que hacer el doble de la jornada para cuando vuelvas.

 

 

 

 

- Mmmm… eso no es justo – Hizo un puchero.

 

 

 

- ¿A poco creías que iba a hacer tu trabajo? – Recogía algunas de las cosas cercanas del suelo – Y para visitar a ese ser repugnante… ¿Qué le ves a ese asqueroso demonio?

 

 

 

- Hum ¿Acaso esos son celos?

 

 

 

- ¡Jamás! – Se explicó – Es sólo que no entiendo qué es lo que le ves a ese ser del averno.

 

 

 

- Ah… Sebas-chan es… - Sintió que miles de cosas explotaban en su interior y que salían por su boca de ese color rojo que tanto quería - ¡¡Kyyaaaa!!

 

 

 

- ¡Basta! No hables de ese engendro y mucho menos en mi presencia – Se notaba serio – ¡Y siéntate bien! ¡Deja de tocar mi escritorio!

 

 

 

Grell dio un respingo y permaneció quedito en la silla. Miraba a Will con ojos de cachorrito abandonado.

 

 

 

- Está bien, haré tu trabajo. Pero deberás compensármelo luego – El shinigami luego de girar su rostro acomodó sus gafas.

 

 

 

- ¡¡Wiiill!! – Se abalanzó sobre el hombre para abrazarlo.

 

 

 

 

***Fin del Flash Back***

 

 

 

- A propósito y no es que me importe pero… ¿Qué es lo que te pasó en la cara? – Sebastian hacía referencia a su ojo, parcialmente morado.

 

 

 

- ¡No puede ser! No le puse suficiente maquillaje – Sacaba con apuro un espejo y empezaba a ocultar el resultado de haber intentado sobrepasarse con Will – Pero valió la pena – Observaba a Sebastian charlar con Lizzy.

 

 

 

 

Por alguna razón Soma no quería salir de su habitación, bueno, la razón en específica era la llegada Lizzy, anteriormente cuando se había enterado de que era la prometida de Ciel lo tomó con naturalidad, pero ahora que los veía cerca le incomodaba. Cuando vivía en la india tenía un harem entero a su disposición, lleno de lindas niñas que a pesar de que no tenían contacto sexual con él le atendían con mimos y detalles. Tenía celos, celos de Ciel y de que tuviera a su amada. Recordó a Meena, su linda Meena…pero desgraciadamente las cosas no sucedieron como deseaba.

 

 

 

- ¿Puedo pasar?

 

 

 

- Eh… Adelante – Su mirada de nuevo cayó.

 

 

- Al parecer somos los rechazados de esa reunión – Lau llevaba consigo un pañuelo, su nariz de vez en cuando goteaba.

 

 

 

- No quisiera molestar. Ciel debe estar muy feliz de que su prometida llegara, lo menos que quiero es hacerle sentir incómodo.

 

 

 

- Jo…es usted muy considerado príncipe – Confianzudamente el chino se sentó junto al moreno – Pero estoy seguro de que al conde le agrada tenerlo a su lado – Tanteó el terreno.

 

 

 

- ¿Lo dices en serio? A veces lo dudo y pienso que… tal vez me odie.

 

 

 

- Mmm – Lau acarició su barbilla – no te odia, si no te quisiera cerca hace rato que te hubiese sacado como fuese de su mansión, y créeme, el conde no es para nada influenciable. Lo haces sentir de nuevo como un niño, eso es lo que noté en cuanto los vi juntos.

 

 

 

- Je je es que él es como mi hermano menor.

 

 

 

- Hay personas que de verdad lo quieren príncipe, pero debe prestar más atención, más allá de lo que ven sus ojos.

 

 

 

- Gracias.

 

 

 

Soma se sintió reconfortado, Lau en verdad era un hombre sabio y agradeció de sobremanera su enseñanza.

 

 

 

Al salir de la habitación, Lau encontró al alto moreno fuera de la misma.

 

 

 

-  Ten un poco de paciencia. No se puede apresurar al árbol a que crezca.

 

 

 

- Si…

 

 

 

- ¡Agni! – Llamaron desde el interior de la habitación – Trae mis mejores ropas.

 

 

 

Sebastian se aproximó hasta Ciel con unas copas, graciosamente llenas de chocolate. Le mostró la bandeja y junto a ella una sonrisa galante.

 

 

 

- ¿Desea el señorito alguna bebida?

 

 

 

- Tal vez… creo que un poco no hará daño – Mencionó el niño en un contoneo. Tomó una de las copas y la llevó a sus labios, degustando poco a poco el espeso líquido achocolatado.

 

 

 

- Ah… es usted… Irresistible – Susurró el ojirojo sin dejar de mirarle beber.

 

 

 

- No te pases demonio, no creas que me puedes hablar con tanta confianza – Llevó la copa vacía de vuelta a la bandeja.

 

 

 

- ¿Ah no? – Sonrió - ¿Ni siquiera puedo tocarlo un poco?

 

 

 

Ciel le miró por lo bajo, al parecer Lizzy no estaba al pendiente de lo que estaba pasando. Sebastian no permitió que retirara su mano, la capturó en el momento en que pensaba depositar la copa. Acarició los pequeños dedos entre los suyos.

 

 

 

- ¿Y bien… mi señor? ¿No le parecería mejor retirarse a un lugar menos ruidoso, más confortable… un sitio… en donde pudiese… relajarse?

 

 

 

- Ah… - El conde entrecerró los ojos. Sintió una especie de placer cuando el mayor acercó sus labios hasta su mano y empezó a besarla – No… hagas eso…

 

 

 

- Joven amo… - Sebastian extrañamente dudó - ¿Por qué no vamos a su habitación?

 

 

 

- ¡!

 

 

¡Que descaro! Sencillamente era un inmoral ¿Cómo se atrevía a proponerle semejante cosa a su señor? Pero Ciel a pesar de todo, no podía ocultar lo excitado que se encontraba, y es que sus mejillas lo delataban así no quisiese admitirlo. Las palabras del demonio hacían estragos en su cuerpo e incitaban a su mente a atraer toda clase de pensamientos eróticos. Era arrastrado… arrastrado hasta caer en las garras de su verdugo ¿Se dejaría llevar por el deseo y la lujuria?

 

 

 

- ¡No te atrevas Sebastian! – Le apartó la mano golpeando la otra – Si pretendes que caeré en tus redes, estás muy equivocado.

 

 

 

¿De que hablaba? ¡Siempre caía! Pero la vocecilla de su orgullo trataba de hacerle mantener a flote. Sebastian suspiró.

 

 

 

- Con su permiso.

 

 

 

El mayor se apartó, Ciel quedó extrañado ¿Acaso Sebastian se había… enojado? Si era así, debía parecerle divertido y sentirse victorioso ante la derrota del mayordomo, pero en cierto modo no fue así, el conde quizás esperó que continuara insistiéndole un poco más ¿Y de haber pasado hubiese aceptado la invitación de ir a su alcoba? Decidió no pensar más en ello.

 

 

 

 

Ya en el salón, el príncipe se asomaba con todo su esplendor, en su rostro se engalanaba una hermosa sonrisa. Sus preciosas ropas lo hacían ver como todo un heredero al trono.

 

 

 

 

- ¡Ah pero que lindo te ves! – Lizzy se asombraba por la belleza que destilaban sus prendas.

 

 

 

- Je je no es más que un vestuario formal.

 

 

 

 

- Sólo espero que ésta vez te comportes como debe ser – El conde se cruzaba de brazos y emitía su alegato con suma seriedad.

 

 

 

- ¡Oh! Yo también te quiero Cielito.

 

 

 

- ¡! – Le dio un punzada en el…

 

 

 

- ¿Cielito? – La rubia estaba confundida - ¡¡Pero que mono!! ¡¡Yo también quiero decirle así!!

 

 

 

- ¿A que le queda? Como su hermano protector y querido que soy, le he brindado un mote para que todo el mundo lo llame por él.

 

 

 

 

- “Cálmate Ciel… dentro de poco ésta pesadilla terminará”

 

 

 

 

Para evitar seguir escuchando que era la burla de ese lugar, el joven conde se fue a tomar un poco de aire puro. Mientras se sobaba las sienes pensó en abrir la puerta que tenía enfrente, la cual le daba camino al exterior de la mansión, pero unos ruidos extraños, unas voces lo hicieron detenerse por un segundo.

 

 

 

- Mmm… gemo… ¿if sig nof veg alguieg?

 

 

 

El niño trató de agudizar su audición.

 

 

 

- Ah… - Con un tono de fastidio - ¿Qué es lo que dices? Habla con claridad para que pueda entenderte.

 

 

 

- Dije ¿Y si nos ve alguien? Bueno, a mí realmente no me importa.

 

 

 

 

- No me hagas perder el tiempo… si de verdad quieres que lo haga, no vuelvas a interrumpir.

 

 

 

Esas voces le eran conocidas, al asomarse por una rendija de la puerta, Ciel se halló nada más y nada menos, que con Sebastian y Grell… ¿Ellos…?

 

 

 

 

- Je… Sebas-chan pero que inmoral eres… hacer esto en las narices de tu amo… eres tan perverso – Grell escurría sus brazos alrededor del cuello del pelinegro.

 

 

 

 

- Cállate que te voy a besar – El mayordomo le tomó de la barbilla, para acto seguido, cumplir con su cometido.

 

 

 

No se lo creía ¿Cómo era posible que Sebastian, su mayordomo fuera capaz de semejante falta de respeto y mucho más, acabando de proponerle…? Se trataba de un vil demonio después de todo, no podía pelear contra su naturaleza, además que él se había negado a “atenderle”, se sintió estúpido, el joven conde pensó en abrir la puerta de golpe para cacharlos con las manos en la masa, armarles una rabieta… pero no lo hizo, algo dentro de si se sintió decepcionado y abandonó el lugar al instante.

 

 

 

- “¡Sebastian fufurufo! ¡Demonio caliente!... ¡Obsceno, indecente!” – Ya no se le ocurrió más nada con que ofenderlo mentalmente” -  “¡Ushhhhhh!”

 

 

 

 

En el resto del tiempo, el niño permaneció desparramado como una vela derretida en una silla, hasta que el mayordomo negro, muy galante y sin vergüenza, se le acercó para ofrecerle algo de comer.

 

 

 

- No tengo hambre – De mala gana.

 

 

 

- Pero joven amo, hace unos instantes me pidió que le trajera…

 

 

 

- He cambiado de opinión. Déjame tranquilo y…. Y… y no me hables.

 

 

 

- Como desee – Hizo una reverencia y de verdad se alejó.

 

 

 

 

¡Ushhh! ¡Como detestaba ese tipo de actitud por parte del pelinegro! Obedecerlo cuando quería que se negara y hacer lo contrario a sus pedidos cuando realmente quisiera que cumpliera. “¿Debí de meterme? Claro que no, Sebastian no es más que otra de mis piezas, con tal de que me permita lograr mi objetivo puede hacer lo que le venga en gana…”, afirmó Ciel en su mente “Y si es así… ¿Por qué estoy tan molesto…? ¡Ushhhhhh! ¿Por qué me irrita haberlo encontrado en semejante situación… con otro?”, ubicó su mano en su frente, suspiró un poco y se dedicó a detallar como el demonio vestido de mayordomo servía al resto de los invitados en la sala.

 

 

 

Michaelis giró el rostro y le guiñó un ojo, el conde frunció el seño… tal vez los demonios no eran mentirosos…. Pero ¡Que infieles eran los muy condenados!  

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Ay Ciel… y después dices que no te gusta Sebas-chan o.o gracias por llegar hasta aquí y por cualquier comentario que deseen dejar n.n hasta la próxima ocasión!! Bye Bye!!

 

 


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