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A los caprichos del príncipe se sirve con gusto por sue

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Notas del capitulo:

 

 

¿Qué tal mis amores? ^o^ éste vendría siendo el capitulo final de nuestra historia (inner: tan pronto? T-T) sip :3 pero no se alarmen, falta el epílogo o capitulo extra, ciertamente éste fic estaba planeado para ser algo cortito… espero que el capi sea de su agrado *-*

 

 

 

¿Qué tal mis amores? ^o^ éste vendría siendo el capitulo final de nuestra historia (inner: tan pronto? T-T) sip :3 pero no se alarmen, falta el epílogo o capitulo extra, ciertamente éste fic estaba planeado para ser algo cortito… espero que el capi sea de su agrado *-*

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Finalmente el príncipe dejó de huir, se encontraba en la que era su cama, sentado con la cabeza gacha. Agni llegó luego, recuperando la respiración, agitado.

 

 

 

- Príncipe Soma – El peliblanco buscó de aproximarse – Perdóneme.

 

 

 

- … - El de ojos mieles mantuvo el silencio.

 

 

 

- Príncipe…

 

 

 

- Si estuviéramos en la India podrías morir por esto Agni. Hacer eso con un hombre… eso no está bien – Soma por fin hablaba – Serías repudiado y odiado por todos, la vergüenza llegaría a mi familia por tener al servicio a un hombre que va en contra de su naturaleza…

 

 

 

 

El peliblanco se sentía destrozado, ser condenado por su Dios era lo peor que pudiera ocurrirle en la vida, se sentía culpable, era cierto, la homosexualidad era un terrible pecado según sus creencias, aunque realmente Agni no se consideraba homosexual… era cierto, él no era homosexual, a él no le gustaban los hombres… sólo le gustaba uno y eso no podía condenarlo, sólo amaba a su príncipe: Soma Asman Gadal.  

 

 

 

- No lo permitiré… - El príncipe cerraba los puños – No permitiré que te aparten de mi lado, mucho menos que te hagan daño – Le miró fijamente – Esto será nuestro secreto, así… nadie podrá lastimarte…

 

 

 

- Príncipe… yo – Agni veía al moreno comenzar a llorar, lo que le rompía el corazón en pedazos.

 

 

 

- No sé porqué me siento tan triste Agni… tal vez sea porque tengo miedo de que alguien se entere y sucedan cosas malas… - Se pasaba las mangas de la camisa, pero era en vano, nuevas lágrimas veían a ocupar el lugar de las que eran eliminadas.

 

 

 

Agni estaba desgarrado, era el culpable de que su amo estuviera en semejante estado, lo menos que deseaba era causarle dolor… ¿Por qué le ocurría esto? Era injusto que le pagara al ser bondadoso que lo había sacado de la oscuridad de esa manera… se sentía tan miserable e impuro.

 

 

 

- No lo entiendo Agni… cuando los vi me dolió mucho – Se apretaba el pecho - ¿Por qué me lastimó tanto el verte no con un hombre, sino con otra persona que no fuera yo? – Soma se sentía confundido, y no sabiendo como responderse a sus propias preguntas, continuaba llorando.

 

 

 

Lo último mencionado por el menor lo hizo sentirse enormemente feliz, su príncipe, su amado Dios… ¿De verdad lo quería tanto que llegaba a sentir celos? ¿No era esto otra clase de engaño de su conciencia? Ya no importaba, el peliblanco no podía aguantar más, su corazón latía a mil por hora, sus manos temblaban…

 

 

 

Se aproximó hasta donde se encontraba el pelilargo, lentamente lo fue acogiendo entre sus brazos. Soma se mantenía quieto, las lágrimas no cesaban, ya no las contenía. Levantó el rostro, buscando ver a los ojos a su mayordomo.

 

 

 

- Hagas lo que hagas Agni… no me abandones – Mencionó en tono suplicante.

 

 

 

- No lo dejaré, se lo prometo – Susurró.

 

 

 

Permanecieron así unos instantes, abrazados, sintiendo la calidez de los cuerpos, escuchando las respiraciones del otro. El mayor poco a poco fue empujando al muchacho hasta recostarlo en la cama, el ojimiel no se resistió, se sentía tan bien si venía de Agni.

 

 

 

El peliblanco estaba encima de Soma, podía percibir que se estaba agitando, sus mejillas comenzaron a teñirse de un adorable color carmesí. Llevó su mano a su rostro y acarició la tersa piel que lo contenía.

 

 

 

- Me siento extraño Agni… es vergonzoso – Se cubrió la cara con el brazo, alejando el contacto del otro hindú.

 

 

- Príncipe… mi príncipe – Con delicadeza le hizo descubrir su rostro – Déjeme verlo.

 

 

 

Los ojos de Soma brillaban, estaba más agitado que antes. Agni poco a poco fue acercándose hasta rozar sus labios con los del príncipe, sólo un toque, un ansiado acercamiento. Volvió a hacerlo al no recibir una reacción negativa, con dulzura, con cariño, con amor. El príncipe se mantenía con los ojos cerrados, sintiendo el agradable contacto de los labios de su Agni, quería probar más de aquello. Soma por su propia voluntad buscó que aquel beso se hiciera oficial, juntando sus labios y atrayendo más al mayor con ambas manos. Agni estaba sorprendido, pero lo que en su interior aquello le provocaba era tan grato, tan grande que se sintió bendecido con todas las gracias de todos los Dioses de todos los mundos… era sencillamente un sueño, un sueño que se estaba haciendo realidad frente a sus ojos, estaba besando a su amado, al que en muchas ocasiones deseó tener entre sus brazos… ahora, sin importar qué, ni cual fuera el castigo o las pruebas a las que tuviera que someterse, no se alejaría de su príncipe… jamás.

 

 

 

Se apartaron para observarse brevemente ¿Estaba bien ir más allá? Agni no estaba seguro, pero si era con Soma, era lo único que anhelaba.

 

 

 

Llevó una de sus manos a las piernas del menor y comenzó a acariciar, a lo que el otro respondió con un gemido, apartando despacio su mirada, no sabía que debía hacer o como responder.

 

 

- Príncipe… seré egoísta con usted, deseo hacerlo mío y de nadie más. La única persona a la que yo quiero tener así es a usted príncipe, y si debo ser castigado por ello, estoy dispuesto a someterme a toda clase de humillaciones y torturas… sólo por usted.

 

 

 

 

- Agni… - El muchacho sonreía. No sabía si lo que estaba sintiendo era bueno o malo, pero no quería que se fuera, no quería ignorar o negar, que sus sentimientos hacia Agni eran más fuertes de lo que creía – Entonces seamos caprichosos Agni. Comportémonos egoístamente. No pensemos en los demás, ni siquiera en los Dioses. Sólo pensemos en nosotros.

 

 

 

Las palabras emitidas por el menor eran desatadoras de alucinantes emociones en el peliblanco, lo instaba a seguir, a continuar demostrándole cuan grande era su amor. De nuevo volvieron a besarse, pero ésta vez más pasionalmente. Sus lenguas bailaban entre ellas, degustando el dulce sabor del amor correspondido, el exquisito amor verdadero.

 

 

 

Agni retiró las prendas del príncipe que le evitaban tocar su piel directamente. Lo dejó completamente desnudo, percibiendo que así se sonrojaba más. El mayor sonrió para sus adentros, se veía tan tierno evitando encararlo y cubrirse, era demasiado para él tenerlo así.

 

 

 

- No se preocupe, no haré nada que no quiera – Le acarició con extrema ternura la cabellera que instantes antes había desatado – Me detendré si usted lo desea.

 

 

 

Soma asintió y trató de relajarse.

 

 

 

Los labios del peliblanco se ubicaron en el pecho del príncipe, besó la extensión, fue hasta una de las tetillas y empezó a chuparla, sacando un dulce gemido por parte de Soma. Con la otra mano acariciaba la otra, apachurrándola y dándole con el pulgar, movimientos circulares, bastante excitantes. Con su lengua mojaba la zona ya erecta, enrollándola, chupando y en ocasiones mordiendo un poco.

 

 

 

- Ah… Ah…. Agni – El príncipe se estaba excitando, sus mejillas estaban más coloreadas y la sangre en su interior comenzaba a calentarse, a acumularse en zonas específicas de su joven cuerpo.     

 

 

El mayor continuaba con su trabajo al escucharlo, era tan divino que deseaba oírlo más. Fue bajando hasta caer en el ombligo, introdujo la lengua en el mismo y Soma se sintió morir. Aquello le parecía tan placentero, la lengua de su mayordomo se movía en círculos, de adentro hacía afuera, imitando las acciones del acto sexual.

 

 

 

- ¿Se siente bien príncipe? – Se detuvo un momento, necesitaba saber si aquello le gustaba.

 

 

- Si… se siente agradable… - Trataba de recuperar un poco el aliento.

 

 

- Que bien – Sonrió – Ahora. No vaya a asustarse – Mencionó con cierto cuidado. Soma lo miró extrañado. Acto seguido, el mayor tomó el miembro del joven y le dio un beso en la punta.

 

 

 

- ¡¡¡Agni!!! – El ojimiel se puso de colores - ¿Por… por… por qué hiciste eso? – Había sentido algo muy agradable con sólo besarlo “ahí”.

 

 

 

- No tiene porqué alarmarse – Le mencionó mientras le volvía a tocar el cabello - ¿Quiere que le haga sentir un placer fuera de éste mundo?

 

 

- ¿? ¿Fuera de éste mundo? – Pestañeaba incrédulo. Agni sabía que el príncipe era virgen, por muy extraño que fuera y más si tenía un harem lleno de lindas doncellas en casa. El caso era que el muchacho era tan infantil que usaba a las chicas para cosas como jugar o bailar. Las muchachas no se quejaban porque el príncipe no las trataba nada mal y las dejaba degustarse de los manjares que él probaba. En todo caso de todos los hijos él era el que aún tenía una mentalidad aniñada – Pero…

 

 

- Confíe en mí.

 

 

Soma suspiró y cerró los ojos, Agni le tocó la mejilla, llamando así su atención para que los volviera abrir.

 

 

- Míreme príncipe, no aparte sus ojos de mí…

 

 

El aludido sólo asintió. Su miembro le comenzaba a palpitar.

 

 

 

Agni se acercó hasta su entrepierna, dio una lamida a la extensión del pene del príncipe, provocando otro gemido y que su cara se pusiera más roja ¿Cómo le podía hacer eso… en ese lugar? Dejó de pensar cuando el peliblanco se dedicó a lamerlo con más confianza. Soma trataba de no cerrar los ojos, pero era muy difícil, el placer  que estaba percibiendo era demasiado como para soportarlo. Temblaba, sus dedos se extendían y contraían, una y otra vez.

 

 

 

- Agni… no… Agh – El hindú se había metido el pene en la boca y ahora subía y bajaba por todo el miembro, chupando con fuerza y haciendo que el príncipe empezara a mover las caderas a su ritmo. Soma observaba a Agni practicarle sexo oral y se excitaba más, instintivamente llevó las manos a la cabeza de éste y lo atraía con fuerza  – Ah… ah… esto es… demasiado… - Cerró los ojos, algo se aproximaba – Agni… ya no… ahhhhh

 

 

 

El príncipe eyaculó en la boca de su mayordomo, éste se detuvo para tragarse todo el semen que había despedido el pene de su Dios.

 

 

 

- ¡¡Kyaaaa!! ¡Te lo has tragado! ¡Te lo has tragado! – Lo señalaba con el dedo alarmado y totalmente sonrojado.

 

 

 

 

- Je je, el príncipe es delicioso – Notó que con eso prácticamente mató a Soma, porque su cara parecía un tomate y trataba de no mirarlo – Je je… permítame confesarle que es usted adorable – Con un beso retiró los últimos vestigios del líquido blanquecino.

 

 

 

- “Dijo que era delicioso…” – Soma estaba rojo, demasiado rojo.

 

 

- Príncipe Soma – El peliblanco llamó su atención – Voy a prepararlo.

 

 

- ¿? – No quería preguntar mucho, pues no quería que se diera cuenta de que no sabía a que se estaba  refiriendo con eso. (Inner: ay!! que inocencia!!!!! *o*)

 

 

 

Más al abrirle las piernas tuvo una cercana idea de lo que venía, instintivamente las cerró, deteniendo las acciones de Agni.

 

 

- ¿Va a dolerme? – Preguntaba el moreno con un tono de voz algo infantil.

 

 

 

- Procuraré que no mucho mi príncipe – Junto a su información le brindó una sonrisa, buscando calmarlo.

 

 

Confiando ciegamente en Agni, el de los ojos mieles se acostó y abrió las piernas.    

 

 

- Relájese. No debe estar tenso.

 

 

Soma respiró hondo, luego inhaló despacio, cerró los ojos para seguir con el ejercicio de respiración. En eso, una sensación cálida y mojada en su entrada le hizo sobresaltarse.  Agni le estaba lamiendo… pasaba la lengua alrededor e inclusive la introducía, produciendo en el menor un placer intenso.

 

 

- Ah… ah… Agni… - Balbuceaba, trataba de no atragantarse con su propia saliva.

 

 

- ¿Cómo se siente? – El peliblanco se detuvo unos momentos.

 

 

- Se… siente raro… Agni – Fue lo único que pudo mencionar, ya que trataba por todos los medios de no sofocarse – “Ah… por kali…” – Se tapaba la boca con la mano.

 

 

 

Agni introdujo de lleno la lengua en la entrada del moreno, incrustándola con fuerza, chupando en interior.

 

 

- ¡Aaaaahh! – Soma apretaba las sabanas, hacia muecas, era demasiado placentero – Agni… ahhhh… por favor… no te detengas… - Esto provocó que se sonrojara, realmente nunca se imaginó pidiendo algo así.

 

 

- Ummm… mmm – El mayor metió más la lengua, poniéndole todo su empeño. El príncipe estaba al borde.

 

 

Seguidamente, el mayordomo apartó el rostro, ubicando ésta vez, su mano  entre las piernas del príncipe, pero esta vez introdujo en el interior del  ano un dedo, que anteriormente había lubricado con su saliva.

 

 

- ¡Agh!… - Soma se retorció – Itai…

 

 

- Tranquilo príncipe, dentro de poco se acostumbrara – Sacó su dedo para buscar lubricarlo más, pero Soma lo detuvo, él mismo tomó la mano del mayor y se llevó los dedos a su boca.

 

 

Agni estaba algo sorprendido, no se esperaba aquello. El ojimiel llenaba cada uno de los dedos con suficiente saliva. Aunque no concebía que estuviera haciendo aquello ¿De verdad ansiaba tanto que su sirviente continuara brindándole tal placer?

 

 

 

Cuando lo vio pertinente, Agni delicadamente retiró su mano de la boca del menor. Llevó uno de los dedos húmedos y volvió a introducirlo, poco a poco, ésta vez sólo la punta, haciendo semicírculos, girando y girando, buscando ensanchar cada vez más la entrada.  

 

 

 

- Ah… mmm – El príncipe hacía lo posible por no gemir tan fuerte.

 

 

Los dedos intrusos se movían dentro de él de manera lasciva,  se sentía extraño, pero por alguna razón también se sentía bien. Con sus manos mantenía las piernas abiertas, sudaba, se enrojecía, gemía y Agni se excitaba cada vez más, su miembro estaba más que erecto, pero necesitaba dilatar lo suficiente al moreno, quería que sintiera placer con él.

 

 

 

El mayor con cuidado sacó sus dedos del caliente y ahora dilatado agujero, frotó un poco su pene, miró al príncipe, respirando agitado.

 

 

- Príncipe Soma – Mencionó buscando su consentimiento – Si usted desea que me detenga…

 

 

- No, hazlo – El ojimiel emitió levemente – Quiero… hacer esto contigo Agni – Al decirlo se sonrojó aún más.

 

 

El mayor asintió, realmente se sentía feliz, su amado quería estar con él, algo que él había deseado por mucho tiempo, por fin podría demostrarle a su amado todo lo que sentía por él, ansiaba tanto fundirse con su Dios, sentir que eran uno.

 

 

 

- Bien… aquí voy – Lentamente fue introduciendo la punta.

 

 

- Aagh… - El menor arrugó la cara y apretó los dientes.

 

 

En la otra habitación, el conde phantomhive y su mayordomo también eran participe de una sesión de sexo.

 

 

El más pequeño se encontraba dando brincos sobre las piernas de Sebastian, quien al tiempo de estar penetrando a Ciel, lo ayudaba masturbándolo.

 

 

- Ah… ah… ah Sebas…tian – El niño mantenía los ojos cerrados, movía la cabeza de un lado a otro. El contrato había sido descubierto por el mayor, instantes atrás.

 

 

- Joven amo… - El mayordomo negro meneaba las caderas a un ritmo espectacular – Si hace esto… se sentirá mejor…

 

 

Tomó al conde de las caderas y lo apretujó hacia su cuerpo, acto seguido, empezó a moverse en forma circular, provocando que su pene erecto diera en el punto exacto de placer del menor.

 

 

- Ahhh… - Trató de contenerse, pero ya era demasiado tarde, el pelinegro ya lo había descubierto – Eres un… ordinario… - Sin embargo no pudo ocultar que aquello le había gustado.

 

 

 

- ¿Ve que si… se siente bien? – Sonrió. Empujó el cuerpo de Ciel haciendo que éste cayera boca abajo sobre la cama, sin dejar de penetrarlo – Ahora ya sabemos en donde le gusta más…

 

 

- Eres un… idiota – Arrastraba las sabanas, como si estuviera tratando de no caer – Estúpido… Ah… no… - Se atragantó, ya que el de ojos rojos le embistió con fuerza.

 

 

- Oh…

 

 

Sebastian sintió deseos de ver el rostro de su amo, de seguro se debía de ver adorable todo rojo y sudado. Salió un momento, lo suficiente para girarlo boca arriba y luego volverlo a penetrar.

 

 

- Ah… - Ciel arqueó las cejas y emitió su quejido.

 

 

El mayordomo negro sentía que se iba a desmenuzar ¡Era definitivo! Aquella expresión le ganaba al sentimiento que le proporcionan sólo los felinos.

 

 

- Se… bastian…

 

 

El demonio fue atraído por el llamado de su señor.

 

 

- ¿Si joven amo? ¿Acaso desea que lo haga más fuerte?

 

 

- No es eso… - Su pecho subía y bajaba, la calidez que desprendía el miembro de su mayordomo le abarcaba por dentro - ¿A ti… te gusta? – Se sonrojó más.

 

 

- ¿? – Michaelis lo miró extrañado - ¿Gus…tarme?

 

 

 

- Si… esto que… estamos haciendo… ¿Te… gusta?...

 

 

 

- … - Hizo un breve silencio - ¡Oh si!, claro que me gusta -  Continuó penetrándolo, ésta vez con más rapidez - ¿Y a usted joven amo? ¿Le gusta? – Chocaba con fuerza contra el trasero del conde.

 

 

 

- ¡Ah… si Agni! Me gusta… - Soma estaba en la gloria, nunca en su vida había sentido semejante placer – Ah... ah…

 

 

- Príncipe… -  El peliblanco se apoyaba de las piernas de su amo – Dígame… ah… que quiere que haga…

 

 

- ¡Más fuerte!... ah… dame más fuerte – Ciel tenía la cabeza echada hacia atrás – Sebastian…

 

 

- ¿Es una orden? – Sonreía, de verdad le encantaba ver  a su señor suplicarle así.

 

 

- Lo que quieras… pero no te detengas – El muchacho de la piel morena sentía que iba a estallar.

 

 

- Ah… mi… príncipe… príncipe…

 

 

- Ya no…

 

 

- Joven amo… – Sebastian previno que estaba a punto de tener un orgasmo – Voy a marcarlo como mío… quiero que sienta cuanto me gusta tenerlo así… - Las últimas estocadas del vaivén fueron las más salvajes.

 

 

- Ahhhhh… no puedo… ahhhh – Soma y Ciel, sin saberlo, se corrieron al mismo tiempo.

 

 

Seguidamente los mayordomos terminaron con sus trabajos, desparramando sus respectivas esencias en el interior de sus señores.

 

 

 

- Te amo Agni – Soma le regalaba al peliblanco una hermosa sonrisa. Se abrazó al fornido cuerpo, buscando sentir piel con piel – No importa quien se oponga a lo nuestro, pienso luchar hasta el final. Sólo no te vayas nunca.

 

 

 

- Príncipe Soma… mi amado príncipe – Agni acariciaba el rostro del muchacho – Me ha hecho el hombre más feliz del mundo, soy tan afortunado, mi Dios es también mi amado… 

 

 

El mayor daba eternas gracias al cielo, su deseo se había cumplido, ahora podía demostrar lo que sentía hacia su señor, hacia su querido Soma. Estaba tan feliz de que el príncipe sintiera lo mismo, no cabía en si de tanta dicha.

 

 

 

 

Acostados en la cama, descansando, recuperando las respiraciones.

 

 

- Ahora más que nunca… permaneceré a su lado por toda la eternidad.

 

 

- Sebastian – La mano del mayor le acariciaba con ternura los cabellos – Dijiste que me amabas… ¿Los demonios pueden sentir amor?

 

 

- No según los seres más puros. Bueno, no importa… daré el nombre de amor a éste sentimiento que únicamente siento hacia usted, joven amo.       

 

 

 

- Sebastian – Se sonrojó – Yo… también… creo que te amo – El sensación de vergüenza lo abarcaba por completo.

 

 

- Se ve tan adorable joven amo – Sonrió – Espero que continúe teniendo esa apariencia cada vez que tengamos esta clase de encuentros íntimos.

 

 

- ¿Eh? – El conde se escandalizó.

 

 

- ¿Sucede algo? ¿Que acaso le parece raro?

 

 

- Bueno, no… es decir… ambos somos hombres… pero…

 

 

- Ah… ese es el problema – Se llevó una mano a la frente convencido – No se preocupe, piense que los demonios al igual que los ángeles, no tienen sexo que los defina.

 

 

Ciel se puso de colores ¿Cómo era eso? ¿Desde cuando? No era que le pareciera imposible pero, de ser así ¿Cómo no se lo había comunicado antes?

 

 

- ¿Eh? ¿Quieres decir que podías convertirte en una mujer?

 

 

- Mmmm… si – Se llevó un dedo a la mejilla – Los demonios podemos tomar la forma que se nos plazca, así podemos cumplir con nuestra labor de la mejor forma, tomando en cuenta las necesidades del amo… usted necesitaba alguien paternal, así se sentiría más seguro ¿O me equivoco?

 

 

- ¡Eso no importa ahora!  ¿Por qué  no te transformaste en mujer? – Algo molesto.

 

 

- Porque siendo mujer no hubiera podido ponerlo en semejantes aprietos, y mucho menos hacerle “eso” al joven amo, je je  - Se burló.

 

 

 

- ¡¡Sebastiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan!!

 

 

 

La voz del conde se escuchó por toda mansión. Aquel lugar se había convertido en todo, menos en un lugar tranquilo.

 

 

 

- Ah… me alegro de que todo haya salido bien – Lau tenía una pequeña hemorragia nasal, al parecer al darse cuenta de lo que estaba aconteciendo, había despedido cortésmente al resto de los invitados – Bueno, creo que el joven conde me deberá un favor… luego veré como cobrárselo ¿No ranmao?

 

 

 

- “Oneechan… echii”  - La chica lo miró con su inexpresivo rostro.

 

 

*Fin*

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

 

 

Kyaaaaa!!!! Me ha encantado escribir los lemons!!! ^¬^ GRACIAS A TODOS Y TODAS por llegar hasta aquí, no se despeguen que estoy preparando un capi extra *.^ muchos besos y abrazos para todos!! Bye Bye!!

 

 

 

 


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