Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

15 de Febrero por Ariisa

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento haber dejado pasar tanto tiempo antes de publicar este epílogo, que lleva tanto tiempo acumulando polvo virtual en Mis Documentos.

Antes de la lectura, debo señalar un punto importante que olvidé mencionar en los dos capítulos anteriores, y es que la historia se desarrolla en Chile, aunque no esté mencionado; lo digo por una cosa de climas y fechas, porque puede que a alguien no le calce febrero con el calor de las vacaciones de verano o los atardeceres a una hora tan avanzada de la tarde xd

Y eso ^^

Espero le agrade a quien lo lea :)

 

Y ahí está Beatriz, haciéndose la linda con Fabi, moviendo sus larguísimas pestañas mientras le cuenta cualquier historia melosa que, claramente, debe ser mentira.

 

Tengo unos deseos insaciables de acercarme a ellos y alejar a esa mujercita molesta de él. Y seguro en otras circunstancias lo haría con el mayor de los placeres, aunque bajo la  protección de una excusa viable, por supuesto. Pero, lamentablemente, ahora me debo controlar.

 

Respiro profundamente, intentando calmarme.

Debo controlarme.

Debo controlarme.

Debo controlarme…

 

Tengo que hacerlo, porque me prometí que no haría nada que pudiese molestar a Fabi. De por si, fue milagroso que me perdonara por todo lo hecho, así que decidí no arriesgarme más y simplemente no hacer cualquier cosa que pudiera sentarle mal.

 

Suspiro e intento ignorar a la parejita que conversa felizmente a la entrada de la cafetería, mientras, obligatoriamente, debo pasar por su lado.

 

Fabián me tiene “prohibido” acercarme demasiado a él en la facultad, puesto que considera que sería demasiado extraño y desconsiderado para todas aquellas personas que nos conocen y no nos veían de esa forma. Y, a pesar de que lo he intentado convencer más de una vez, él sigue sin creer que nuestros más cercanos desde hace tiempo intuyen lo que siento por él. En fin, no quiero discutir y simplemente hago lo que me pide.

 

-          Hola.- Me saluda, sonriéndome mientras paso por el lado de ambos.

-          Hola, Fabi.- Le digo de vuelta, sonriéndole, pero no me detengo, porque si lo hago sé que terminaré diciéndole algo desagradable a Beatriz y Fabi se molestara por mis celos.

 

Sigo caminando hacia la mesa donde Rodrigo y Christian hablan.

 

-          …además, creo que mi cel está muriendo.- Dice Rodrigo, quien me mira al llegar a su lado.

-          Iré por un café, ¿alguno quiere algo?.- Pregunta Chris, mirándonos a ambos.

-          No.- Decimos a coro.

 

El chico se levanta y nos quedamos solos.

El pelinegro me mira de una forma que describiría como sospechosa.

 

-          ¿Qué?.- Pregunto, algo harto de su cara acusadora.

-          Algo está pasando entre Fabián y tú… ¿qué me escondes? ¿Por fin te confesaste? ¿Están saliendo?.- Cuestiona, sorprendiéndome.

-          ¿Por qué lo dices?.- Respondo, enarcando las cejas.

-          Porque casi no se hablan.

-          Ahhh, claro… tu lógica me sorprende. No nos hablamos y por eso estamos saliendo.- Digo, sarcástico.

-          Es más lógico de lo que crees, y no intentes mentir, que se te da horrorosamente mal.- ¿Por qué todos insisten en que miento mal? ¡Y ni siquiera estoy mintiendo ahora! Sólo estoy omitiendo, que es distinto.

-          Ajá.- Respondo, nada convencido.

-          En serio, sólo piénsalo así: ustedes no se hablan, pero tú no estás como loco, siguiéndolo cada vez que puedes e implorando perdón de una manera patética como haces cada vez que él se enoja contigo… en vez de eso, se sonríen, continúan hablando y sigues siendo celoso, sólo que te controlas.- Lo miro fijamente.

-          ¿Y desde cuándo te fijas en cosas así?.- Pregunto, algo impresionado ante su deducción.

-          Desde que soy tu mejor amigo.- Me apunta con un dedo.- Y te conozco. Así que, o hablas tú o hablo yo, y lo que yo tengo que decir es mucho más comprometedor. ¿Recuerdas lo que pasó en primer año, en tu casa? Que tu mamá no entendía qué había pasado con el LCD nuevo y…

-          Ok… ok, ya entendí.- Lo paro, entrecerrando los ojos.

-          ¿Y?

-          ¿Y qué?

-          ¡Dan, HABLA!.- Me exige, irritado por mis rodeos.

-          Es… es complicado.- Digo y él sólo rueda los ojos.- Sí, le dije todo lo que sentía seriamente.- Aclaro y él me mira más serio.

-          Eso es bueno.

-          ¡¡Borracho!! ¡Se lo dije borracho!.- Su cara me permite saber lo que piensa sin necesidad de hablar, pero aún así lo hace.

-          Imbécil.

-          ¡Lo sé! ¿¡Crees que no me arrepiento!?.- Hago una pausa y suspiro.- Pero eso no es lo peor, el punto es que dije cosas que debí omitir, claramente.

-          Escucha, al menos Fabi se lo está tomando mil veces mejor de lo que debería.- Comenta, mordiendo el sándwich que ha traído de su casa.

-          Sí sé.- Concuerdo.- Al menos ya no quedan “secretos”, lo que es positivo, ¿no?

-          Mhnm.- Hace un gesto mientras traga.- ¿Y entonces?

-          Tengo una oportunidad. Sólo estoy intentando no cagarla.- Me encojo de hombros.

-          Por eso ya no lo interrumpes cuando habla con alguien más.- Asiente con la cabeza, analizando.- No durarás, porque ni siquiera puedes disimular como se debe.- Y se ríe.

-          Cállate.

 

Chris llega pronto y dejamos el tema para después. No es como si él no supiese la parte de la historia que respecta a mí también, pero prefiero aún no comentarlo mucho, dada mi situación.

 

A lo lejos veo a Fabián despedirse por fin de la chica e irse a su siguiente clase. Los martes nunca coincidimos, pero tal vez lo vea más tarde.

 

Espero junto a mis dos amigos hasta hacer la hora para mi siguiente clase.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando son las cinco de la tarde, y pretendo ya irme a casa, Estefanía se me cruza camino a la salida.

Su cara muestra los rasgos de una persona molesta y la posición que adopta me alerta de algo no muy prometedor. Aún así, está claro que evitarla no llevará a nada.

 

Me quedo parado frente a ella, esperando que haga algo. Yo, definitivamente, no tomaré la iniciativa.

 

-          Sigo esperando por las disculpas que me debes desde hace tanto.- Me reclama, observándome con los ojos entrecerrados y utilizando un tono de voz molesto.

-          Eh… tú me dijiste que ni siquiera te llamara.- Me encojo de hombros.- Supuse que…

-          Claro, tú siempre tan literal, ¿no, Dan?.- Pone sus manos a los costados, como cuando mamá se enfada, lo que me hace querer correr despavorido e implorando clemencia.- Pues eso no quita lo mal que me hiciste pasar ese último día que nos vimos.

-          Entonces… ¿lo siento?.- Intento pensar bien qué decir para no meterme en problemas.- Fanny, disculpa, ¿sí? Fueron muchas cosas las que sucedieron ese día y sé que fue algo extraño lo que pasó. Pero, aparte de esta disculpa, creo que no tengo nada más que ofrecerte. Lo siento mucho. En serio.

-          No tengo ni idea de qué estaba pasando entre ese loco fotografito amigo tuyo y tú, ¡pero no puedes tratarme así! ¡Tú y yo teníamos algo…!

-          Primero.- La interrumpo, ya hablando más firme.- Quien te está pidiendo disculpas soy yo, no metas a Fabián en el asunto, porque tú no sabes nada de él. Y, segundo, tú sabes perfectamente bien que entre nosotros no había ninguna obligación de mí para ti, ni viceversa.

-          ¿¡Cómo que no!?.- Exclama.

-          Dime entonces… repíteme, por favor, qué fue lo que te dije en el cumpleaños de Carolina, cuando recién nos conocimos.- Le digo, mirándola algo fastidiado. Ella sólo mira a un costado, furiosa.

-          Nunca fuiste claro.- Se defiende.

-          ¿Que no lo fui?.- Cuestiono, sorprendido.- Te voy a repetir casi textualmente lo que te dije esa vez: “yo no busco una relación, no te prometo ni amor eterno ni nada, si aún así quieres estar conmigo, será porque quieres”, ¿o no fue eso lo que dije, Estefanía?.- La miro seriamente.

-          ¡Eres un imbécil, Dan!.- Grita, empujándome al pasar corriendo por mi lado.

 

Suspiro.

 

Por favor… yo de verdad nunca le he prometido nada a nadie –exceptuando a Fabi, claramente- ni he dado falsas ilusiones tampoco.

Al parecer, nadie nunca me presta atención cuando digo cosas verdaderamente importantes, porque si les advierto desde un inicio que no quiero nada serio, ¿por qué todas terminan olvidando justamente esa parte del discurso que le daba a todo aquel que intentaba ligar conmigo?

 

 

 

Doy dos pasos más hacia la salida y distingo la silueta de Fabi alejarse.

No nos estaba viendo, ¿cierto?

Bueno, aunque fuese así, no hay nada que esconder, así que no importa mucho.

 

Es una lástima que él tenga un taller más tarde y deba quedarse dos horas más.

Ahora pasamos incluso menos tiempo juntos que antes, y los martes se hacen infinitos en espera del miércoles, único día en el que nos encontramos y pasamos la tarde en compañía.

 

 

 

 

 

Estoy intentando darle a Fabián todo el tiempo, la libertad y privacidad que quiera, después de todo, es lo menos que puedo hacer. Incluso si ni siquiera me deja besarlo, como hace a veces, está bien. Pero no me gusta el hecho de verlo tan poco, yo sólo quiero estar cerca… aunque sólo conversemos.

Lo respeto más que a cualquier otra persona, ¿pero será posible que después de más de un mes aún me tenga tanta desconfianza?

Bien. Supongo que sí tiene todas las razones del mundo para pensar y actuar así.

 

Sólo espero que, de a poco, me deje acercarme más a él. No importa mucho cuánto tiempo tome, mientras haya algún progreso.

 

Tengo pánico de que se arrepienta de todo y un día me diga “¿Sabes? Estaba confundido, pero ahora estoy seguro de que no te quiero más que como amigo. Disculpa.” Y simplemente se aleje de mí.

Probablemente me merecería algo así, pero no quita el hecho de que la angustia me asalte al pensar en ello.

 

Si sólo supiera qué más hacer para que todo funcione, no lo pensaría dos veces y simplemente lo haría… ojala todo fuese así de fácil.

 

 

 

 

 

El miércoles ha llegado acompañado de la energía que me falta para sobrevivir a lo que queda de semana. Las clases son igual de estrictas que siempre, no tengo tiempo de almorzar y olvido el móvil en casa, pero aún así, estoy feliz, porque es miércoles.

 

Espero a Fabi donde siempre, junto a la primera palmera del jardín lateral de la facultad.

La última clase fue completamente estresante, por lo que el silencio que me rodea y la sombra del árbol, se vuelven un somnífero casi instantáneamente.

De pronto el viento comienza a soplar un poco más fuerte, logrando un silbido al pasar entre las ramas, lo que no me permite sentir la presencia de alguien más hasta que escucho el sonido de la cámara de Fabián al capturar una imagen.

Abro los ojos rápidamente y la luminosidad me deja un poco ciego unos cuantos segundos. Cuando logro enfocar la mirada, observo a Fabi revisando la pequeña pantalla de su cámara, la que nunca se despega de él y en la que invierte una cantidad envidiable de tiempo. Que debería ser mío.

Pero no puedo ponerme celoso de una cámara, ¿cierto?

…estoy mal.

 

-          ¿Todo bien?.- Digo, a modo de saludo.

-          Salió ligeramente oscura.- Responde, sin mirarme, y utilizando un lenguaje básico en cuanto a fotografía para que yo le entienda.

-          Me refería a ti.- Aclaro. Me levanto y me acerco a él.

-          Ah, sí.- Guarda la máquina fotográfica y, por fin, me mira a la cara. Le sonrío.

-          ¿Qué quieres hacer?.- Pregunto.

-          Me da igual.- Contesta, comenzando a caminar hacia la salida.

 

Me quedo sorprendido. O Fabi tuvo un muy mal día o está molesto conmigo por algo, porque lo noto frío, distante y algo arisco.

 

Lo alcanzo rápidamente, caminando a su lado. No me mira en ningún momento y tampoco dice nada.

No sé qué sucede ni por qué, y no me gusta esta sensación.

Intento amenizar el viaje, hablándole de cualquier tema, porque tampoco quiero que note mi frustración, pues… ¿cómo saberlo? Quizás se sienta un tanto controlado si le pregunto qué le pasa, cuando es obvio que no quiere hablar del tema. Además, cuando él no quiere referirse a algo, simplemente no lo hace.

 

Fabi vive la mayoría del tiempo en otro mundo, capturando imágenes maravillosas con su cámara, fijándose en detalles de cualquier asunto menos lo que respecta a relaciones humanas, leyendo libros fantásticos, escuchando música… ése es su mundo y es por ello que, cuando se muestra molesto o demuestra en su rostro alguna emoción “no-pacífica”, pienso que algo le ha sucedido.

He comprobado mil veces que es peor insistirle en hablar que esperar a que él decida hablar de lo ocurrido. También he comprobado que le disgusta que le pongan una excesiva atención, pero no por eso deja de preocuparme lo que le suceda.

 

-          ¿Quieres ver las fotos de mamá en Ko Phi Phi Lee? No son profesionales, pero el lugar es hermoso.- Le digo, antes de entrar a la estación del metro. Me mira por el rabillo del ojo, ni feliz ni enojado.

-          Claro.- Dice, y su voz es tan escueta como su expresión facial.

-          Cuando dijo el nombre de esa isla, yo juraba que eso no existía.- Río y él, al menos, dibuja una sonrisa en su rostro, aunque no me mira.

-          No es un destino turístico muy conocido aquí.- Acota.

 

 

 

 

Luego de una caminata silenciosa, llegamos a mi casa, en la que nunca hay nadie, pues mi hermano estudia en otra ciudad, mi hermana aún no sale del Instituto y pasa el día con sus amigas, y mi mamá, que se cree adolescente, también pasa el día con sus amigas en el centro comercial. Eso sí, Caramelo siempre está y recibe a Fabi dando saltos de alegría a su alrededor, para luego tirarse de espaldas con tal de que él le haga cariño en la panza.

Oigo a Fabi reír en tanto yo voy a abrir la puerta de la casa, lo que me tranquiliza un poco.

 

Un poco más tarde el chico entra a la casa y deja sus cosas en mi habitación. Su cabello marrón está algo desordenado luego de su jugarreta con mi perro.

 

-          ¿Quieres algo?.- Pregunto, señalando la cocina.

-          ¿Algo interesante que ofrecer?.- Lo dice porque mamá, con lo loca que está, a veces trae extrañas comidas a casa.

-          Mnnn… hoy no. Pero puedo ofrecerte helado de mora-crema.

-          Bien.- Me sonríe porque es su sabor de helado favorito.- ¿Traigo pocillos y cucharas?

-          No seas educado, la última vez el pote estaba casi lleno e igual lo comimos todo.

-          Ok, sólo cucharas, entonces.

 

Luego nos vamos al salón y pongo la memoria en el lector de DVD. Mientras, las fotos que tomó mamá comienzan a pasar cada cinco segundos en el televisor.

Comentamos las imágenes y comemos, aunque aún noto algo de tensión en él.

 

-          Mira esa, es la reacción de mi hermana ante la luz del sol tras una fiesta.- Comento, riendo ante la graciosa imagen.

 

No recibo respuesta alguna, por lo que miro a un lado.

Fabián mira sus manos atentamente y luego de unos segundos habla, con voz calmada, pero seria.

 

-          No tiene sentido engañarnos.- Lo miro sorprendido, sin entender a qué se refiere.

-          ¿Qué? ¿De qué hablas?

-          De lo nuestro.- Responde. Yo sigo observándolo confundido, sin saber cómo actuar.

-          ¿A- A qué te refieres?.- Vuelvo a cuestionar, nervioso por la posible respuesta.

-          Esto no va a funcionar.

 

Siento que el alma se me va a los pies y todos mis miedos cobran vida.

Ok… era esperable, después de todo.

¿Pero tan pronto?

Y específicamente… ¿por qué?

Pensar que he hecho todo lo que se me ocurría para evitar esto y saberlo insuficiente me hace sentir mal.

 

También miro hacia abajo, sin saber qué decir.

 

No puedo reclamar nada, ni siquiera exigir explicación alguna, pero no logro evitar lamentarme mucho por todo.

Creí que ahora todo estaría bien… hasta ayer todo estaba bien, según lo veía yo.

Qué idiota, como si me mereciera un final feliz…

 

-          Es obvio que pierdes el interés en mí, pero no te alejas por culpa, porque me dijiste demasiadas cosas que no puedes retirar. Pero no quiero una relación así, por culpa, por obligación.- No reacciono hasta luego de unos segundos.

-          ¿Qué? Espera… - Lo observo y nuestras miradas se cruzan.- ¿¡Qué!?

 

El sostiene mi mirada, decepcionado.

 

-          Supongo que me idealizaste durante todo este tiempo y ahora que me tienes, te das cuenta que no soy quien creías.- Agrega, volviendo a observar la tele, sin ver nada.

-          Fabi, no tengo idea de qué estás hablando…- Digo, juntando mis cejas y observándolo contrariado.

-          Cuando quieres algo, bueno, cuando queremos algo y lo obtenemos, somos felices, pero pronto esa felicidad se desvanece y no queda nada más.

-          Fabi, de verdad, no te entiendo.- Giro con suavidad su rostro, para que fije su vista en mí. Sus ojos, entre tristes y decepcionados, critican mi expresión.

-          Con suerte me saludas.- Abro los ojos, impresionado.- Casi no me hablas, cuando nos encontramos aquí no hacemos nada distinto de lo que solíamos hacer cuando sólo éramos amigos…- Comienza a hablar cada vez más rápido.- No te acercas, no me tocas, ya no te importa quién se me acerque ni con qué motivos, y hay un montón de personas que siguen tras de ti, ¿para qué estaríamos juntos si puedes…?

-          ¡Fabi!.- Lo corto.- Deja de hablar tanta tontera junta, por favor, y dime de verdad qué pasa…

-          ¿¡Como que “qué pasa”!?.- Se levanta del sillón.- ¡Si ya no tienes interés en mí no quiero que lo finjas! ¡Te lo acabo de decir! ¡Y no son tonteras!

-          ¡Por supuesto que lo son!.- Insisto, parándome también.- ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? Que no tengo interés en ti, ¿¿pero en qué planeta vives, Fabián?? ¡Todo lo que hago lo hago pensando en ti! En qué tan cómodo estás, en cuánto puedo involucrarme en tus asuntos…- Los sujeto de los brazos.- Pensando en si te sientes a gusto o sientes que yo no debería entrometerme, no presionándote, no obligándote, no exigiéndote.

-          ¿Dónde está todo eso que dices, que no lo veo?.- Reclama, afectado.

 

Guardo silencio, anonadado ante la situación y completamente falto de palabras.

Sólo puedo pensar que me perdí de algo, o que hay alguna cosa que no estoy considerando, porque de otro modo toda esta situación no se explica. No se justifica el que me reclame prácticamente todo lo que hago, siendo que yo sólo he hecho lo que él me pidió y lo que consideré hiciera menos difícil el proceso de adaptarse a esto de “salir con otro chico”.

 

-          ¿Y dónde está todo eso que tú dices? Porque yo tampoco puedo encontrarlo.- Respondo, con voz baja. El guarda silencio unos segundos, para luego hablar en el mismo tono que ocupé yo.

-          ¿Un ejemplo cualquiera? Esta semana te he saludado tres veces y tú sólo me saludas de vuelta y te vas enseguida, o pasas por mi lado y haces un gesto y continúas tu camino. ¿Qué debería pensar? Lógicamente, que no quieres estar en la facultad conmigo.

 

Abro la boca, pero las palabras no salen.

Fabián habla con convicción, seguro de lo que dice.

¿Pero de verdad presta atención a lo que habla?

¿Soy igual de despistado que él al no notar la extraña teoría que estaba concluyendo basándose en mi actitud?

 

-          Increíble.- Es lo único que puedo decir y me giro dando unos pasos hacia el ventanal, para darme vuelta enseguida.- ¡Increíble!

-          …- Me mira con ojos entrecerrados.

-          ¡Es increíble que todo lo que haga resulte un desastre!.- Explico, haciendo gestos con mis brazos, para enfatizar.- Porque si me guío por mis sentimientos soy egoísta, si hago lo que me pides y te doy todo el tiempo del mundo es porque pierdo el interés en ti, si intento controlarme y no entrometerme en tus amistades es porque te ignoro… o sea, haga lo que haga, nunca soy confiable. Es eso, o nací con un grave defecto para relacionarme con las personas, lo que no descarto.

 

Fabi mira al piso y su frente se arruga.

Me acerco nuevamente y pongo mis manos sobre sus hombros.

 

-          Yo entiendo que desconfíes de mí, entiendo que sea difícil pensar que voy a cambiar ahora… pero existe una gran diferencia entre tú y el resto de las personas con las que he estado alguna vez, y es que a los demás no les he prometido ni ofrecido nunca nada. En cambio, a ti, te he dicho que te quiero en serio y quiero estar junto a ti. Fabi.- Lo obligo a mirarme.- No debiera pedirte esto, pero, por favor, créeme… cree lo que yo te digo, ¿acaso no eres uno de los que asegura que no puedo mentir? Entonces créeme; te amo y todo lo que he hecho lo has malentendido.

 

No me responde, sino que mira a un costado con cara afligida.

 

No sé bien cuál de los dos fue el que entendió mal aquí, pero no quiero que esto termine así.

 

-          ¿Me quieres?.- Pregunto, suavemente, abrazándolo.

-          Sí.- Responde apenas audiblemente.

-          ¿Entonces cuál es el problema? Yo también te quiero.- Le digo, besándolo en la cabeza, porque es más bajo que yo y no levanta el rostro.

-          El problema es que no entiendo tu comportamiento.- Hago un esfuerzo por escucharlo, ya que habla con un hilo de voz.

-          Veamos… puede que no me haya fijado, pero si esta semana no me he acercado mucho a ti fue coincidencia. Ayer mismo estaba esa… bueno… esa chica contigo. Y me conozco, Fabi, soy muy celoso cuando se trata de lo que de verdad me importa y sé que en situaciones así, lograr no decir algo desagradable es casi imposible. Por eso evito arriesgarme, porque tú me dijiste dos cosas importantes: que no me entrometiera nunca más en tus amistades y que controlara mis celos “infundamentados”.

 

Siento como de a poco corresponde a mi abrazo.

 

-          Tú… tú no…

 

Intenta decirme algo, pero no se atreve, no sé por qué. Pongo mis manos en su quijada y lo alejo un poco, intentando averiguar qué es. Entonces descubro sus mejillas ruborizadas.

El sólo insiste en rehuir mi mirada, observando los botones de mi camisa.

 

-          Dime.

-          Tú ya no… no te acercas tanto.- Su voz se apaga con el murmullo de las últimas palabras y cierra sus ojos fuertemente. Trago con dificultad ante lo adorable que se me hace en estos momentos.

-          Eso es porque… te pones muy nervioso cuando me acerco a ti y puedo percibir tu incomodidad cuando soy cariñoso. Entiendo que es extraña la situación para ti y te juro que si no he insistido mucho es porque creí que era una buena forma de demostrarte que me interesas no sólo físicamente. No quería forzar la situación, eso es todo.

 

Su rostro completo se sonroja.

Mi pulso se acelera.

 

¿Cómo es que Fabián, con sólo mirarme con sus ojitos azules, consigue que me derrita por él?

 

-          Lo siento.- Dice de pronto.- No tendría que haber desconfiado tanto de ti… pero según yo veía las cosas, tú poco a poco perdías interés en mí. Eso me frustraba y… y quizás por eso me cegué tanto con la idea de que no me querías.

-          Está bien, Fabi, no te disculpes. Sólo fue un malentendido.- Lo abrazo más fuerte.- Además, es cierto que no me he acercado mucho a ti en la facultad y desde tu punto de vista es fácil dudar, pero recuerda que tú me pediste discreción en público.

-          Lo sé, pero tú te lo tomaste muy literal.- Abre sus ojos azules, esos que me dejan sin habla y me observa avergonzado.- Tienes que insistir un poco…- Hace un pausa y agrega algo más seguro- …en todo sentido.

 

Lo observo con grandes ojos.

No sé si refiere a lo que creo o soy un pervertido.

 

-          Sabes que no tomo la iniciativa y…- Traga dificultosamente, dejando de mirarme.- …a veces me da vergüenza pedirte que te acerques más.

-          Si yo fuera tú guardaría silencio.- Digo, abrazándolo aún más firmemente.- Que hablarle así a alguien como yo no es buena idea si no quieres ser violado aquí mismo.

-          Tal vez quiera.

 

No sé si me he imaginado su voz diciendo eso o ha sido lo que ha dicho de verdad, pero controlarme ahora se me hace imposible.

 

Busco desesperadamente su boca y, al encontrarla, decido profanarla sin permiso.

Mis brazos rodean su cintura y lo aprieto fuertemente, aferrándome a él.

Cuando el aire me abandona por completo y por necesidad debo alejarme centímetros de él, noto su respiración irregular y el nerviosismo que lo envuelve.

 

-          Sería un buen momento para pedirme ir más lento.- Menciono, respirando igual de agitado.

-          En situaciones así, cuando te pido detenerte, no es que no quiera, es que me siento torpe a tu lado.- Me explica.- Si eso no te molesta a ti, yo no te voy a pedir retrasar más esto.- Dice, murmurando y mirando todo menos mi cara. Aún me sorprende cuando habla así, pero creo que desconoce cuánto logran incitarme sus palabras.

-          Me tienes loco.

 

Entre besos infinitos, vamos tropezándonos con todo rumbo a mi habitación.

Al llegar, lo recuesto con delicadeza sobre mi cama.

Su lengua, tibia, participa del beso, instando a la mía a ser más agresiva.

De algún modo nos deshacemos de los zapatos. Entretanto, mis manos recorren la piel bajo la camiseta de Fabián.

 

Acaricio su piel en tanto voy bajando para marcar su cuello. Sé que no le agradó cuando le dejé una marca, pero esta vez, incluso si me lo pide, detenerme resultaría un sacrificio imposible. Afortunadamente, no me pide parar.

Mi manos encuentran sus pezones y los rozan suavemente. Lo oigo suspirar y es suficiente para que decida desprenderme de toda la molesta tela que nos interrumpe.

 

Lo ayudo a deshacerse de la polera y el comienza a desabotonar mi camisa. Hago las cosas más fáciles y me la quito yo mismo.

Acerco mi boca a uno de sus pezones y lo lamo. Oigo que se queja quedamente. Entonces lo muerdo suavemente y con una mano acaricio al otro.

Voy repartiendo besos sobre su piel hasta dar con el borde del pantalón. Lo desabrocho y bajo el cierre, y vuelvo a ocuparme de su boca mientras bajo sus pantalones hasta no saber más de ellos.

 

Mi ansiedad y su docilidad son una buena combinación para mí, porque en poco tiempo logro tenerlo completamente desnudo ante mí, y yo en iguales condiciones.

 

Con una mano acaricio su miembro, mientras lo beso, y con la otra intento acomodarnos.

Me separo escasos milímetros, con la última gota de razón que queda en mí.

 

-          Es el momento idóneo para…- No me deja hablar, pues me besa entre gemidos.

 

No sé si lo entiende, pero esa fue su última oportunidad de arrepentirse. Ahora sólo tiene permitido gemir y pedir más.

 

Sigo masturbándolo mientras sus inquietas manos buscan algo que tocar también. Las asalto antes de llegar a ningún lado y las guío sobre su cabeza, donde sostengo sus manos con una de las mías. La que me queda libre queda justo frente a su boca.

Con los ojos entrecerrados y algo acuosos me mira un segundo, luego los cierra firmemente y, sin esperar que diga nada, lame mis dedos, deleitándome con una visión que ni en mis sueños más privados y pervertidos hubiese logrado recrear con tanta perfección.

Me excita como no tiene ni idea y mi cuerpo pide más placer.

 

Cuando están bien ensalivados, los dirijo a su entrada. Entro lentamente el primero, absorto ante su cara, sus gestos, el rubor en sus mejillas, su cabello despeinado y sus quejidos, que se debaten entre un reclamo y una invitación a continuar.

Meto el segundo con cuidado, logrando que suelte un gemido un poco más fuerte, lo que me provoca un escalofrío a mí.

Suelta un quejido más fuerte con el tercero, lo que recuerda que no puedo ser tan brusco si quiero que él también disfrute.

 

Dilato su entrada como puedo, presa de ansiedad y la excitación.

 

-          Hazlo ya.- Me ordena, después de un buen rato. Y lo ordena, aunque su voz tenga un tono de súplica.

 

Acomodo sus piernas y me adentro en él, víctima de un placer que me consume y me corrompe.

Las cosas no son tan gratas para Fabi, lo sé, pero no puedo ir más lento de lo que ya lo hago. Su voz entrecortada jadea sin concretar ninguna palabra.

 

A pesar de que Fabián debe tener experiencias, es su primera vez así y debe ser extraño para él. Cegado por el placer, pero manteniendo en segundo plano ese pensamiento, comienzo a moverme lentamente.

Mi piel se eriza al escuchar mi nombre en ese tono tan excitado de su voz.

 

-          Dan… ahhh…

 

No me ayuda mucho a controlarme, por lo que cada vez aumento un poquito más el ritmo.

Gimo también, pues la estrechez de su cuerpo me provoca un placer único.

 

Cuando sus gemidos sólo logran que yo sea cada vez más rudo, callo su boca con la mía.

Al separarnos hago la pregunta cuya respuesta se me hace urgente en este momento.

 

-          ¿Se siente bien?.- Mi voz ronca acaricia su oído.

-          Sí.- Responde y el gemido particularmente fuerte que le sigue lo confirma.- ¡Ahhh! ¡Dan!

-          Shhh… ahhh…- Intento que guarde silencio si no quiere que termine loco, pues además su cuerpo se contrae, lo que de por sí me sumerge en un placer descomunal.

 

Vuelvo a dar en ese punto que lo hace disfrutar más y comienzo a acariciar su pene, que está duro.

 

-          ¡AHHH!

 

Estamos prontos a terminar, por lo que aumento el ritmo de las embestidos y de mi mano, su entrada se contrae y sus gemidos me enloquecen, y pronto me corro en su interior para que él termine también a los segundos.

 

-          ¡¡AHHH!!

 

Su pecho sube y baja, víctima de una respiración completamente alterada. Yo no estoy mejor, pero disfruto un poco más de su rostro y su interior, para luego salir de él y dejarme caer a su lado, exhausto.

 

-          Fabi.- Lo llamo y él me mira.- Te amo.- Lo abrazo fuertemente.

-          Y yo a ti.- Apenas puede hablar, pero corresponde a mi abrazo.- Quizás incluso antes de saberlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Espero a Fabián fuera del aula de su última clase del viernes, impaciente por pasar algo más de tiempo con él.

 

Aún me parece demasiado bueno para ser verdad lo que sucedió hace dos días y, ni siquiera intentándolo, logro dejar de sentirme extraño al recordarlo.

Revivo la situación lo más que puedo, pero poco a poco voy olvidando detalles, por lo que necesito asegurarme que esa no será nuestra primera y última vez, a menos que quiera entregarme a manos de una horrorosa ansiedad.

 

Lo veo salir; va caminando junto a Beatriz, la misma chica que insiste en acercársele. Es cierto que ella no ha hecho nada malo, es decir, no tengo verdaderos motivos para intentar alejarla de él, pero sí que hay una gran diferencia. Ahora Fabi es mío y simplemente no la quiero tan cerca de él, y punto.

 

Me acerco sin que él me vea todavía.

 

-          …esperaba una peor calificación, en realidad.- Alcanzo a oír que él dice cuando ya estoy a su lado.

 

Lo tomo del brazo con cuidado y freno su caminata, mientras la chica avanza un par de pasos hasta que se percata que Fabián no la sigue. Se gira sorprendida y me mira con una ceja alzada. Le sonrío y le hablo a ella primero.

 

-          Verás, esto es un secuestro. No quiero recompensa, así que sólo me lo llevaré.- Agrando mi sonrisa y luego tomo a Fabi de la mano, mientras nos alejamos de ella.

-          Eh…- Miro el rostro del castaño, que muestra preferentemente cierto desconcierto.

-          Hola.- Lo saludo.- Bueno, estoy intentando encontrar un punto medio entre mis excesivos celos y actos egoístas, y mi extrema pasividad ante ciertas situaciones. Me ayudaría que me detuvieras cuando estoy a punto de hacer algo que te molesta y que me dejarás saber cuando algo de lo que hago te parece bien.- Digo, ya parando y posicionándome frente a él.

-          ¿Premio y castigo? Como un perro.- Concluye. Ahora yo lo miro confundido. Me sonríe.- Está bien.- Se acerca un poco y besa mi mejilla.- Vas bien, Dan.

 

Es impresionante que sólo con hacer eso ya me tenga completamente en sus manos. Por seguro, si fuese un poco más aprovechado, lograría hasta que le comprara una casa en Miami sólo con mirarme con sus ojitos azules.

 

-          ¿Has comido algo en todo el día?.- Pregunto.

-          No.

-          Te invito a comer comida china, ¿quieres?

-          Síii…- Sonríe y comienza a caminar, mientras yo lo sigo de cerca.

 

No hay mucho que decir, pero el silencio no es incómodo. Sus pasos, coordinados con los míos, su actitud tranquila y contenta, como siempre, y su natural sonrisa, me hacen sentir casi eufórico. En serio, ¿qué tiene este chico?

 

-          Dan.- Me mira y yo sólo intento prestarle la mayor atención que puedo.

-          ¿Sí?

-          El otro día recordaba que me dijiste ya hace buen tiempo que sólo me alejaste de aquellas personas que, de algún modo, no me querían de verdad. ¿Puedo preguntarte qué pasó con Lucía? ¿Qué hizo para que intentaras separarnos?

-          Ehhh…- Un escalofrío me recorre la espalda. Jamás imaginé que saldría con ese tema de nuevo, y especialmente que la mencionara a ella.

-          ¿Y?.- Me mira expectante, mientras ya vamos alcanzando la salida.

-          ¿No prefieres sushi?.- Pregunto, de pronto.

-          Dan.- Sus facciones cambian y me mira seriamente.

-          De verdad, hay un local nuevo en el centro que es genial. Lo amarás.

-          DAN.- Me para y me lanza una mirada de advertencia. Comienzo a hablar más rápido que nunca antes en mi vida. Las palabras se me atragantan unas con otras y espero que no entienda nada de lo que digo.

-          Lo que pasa es que estaban muy unidos y ya me daba miedo de que fueran a algo más serio. Sentía pánico de su relación porque cada vez pasaban más tiempo juntos y su lazo se fortalecía. Admito que era una buena chica, pero no era para ti. Además, sí o sí se iría por esa beca. No es tan malo, ¿cierto?.- Hago una pausa para respirar.- Perdón.

 

Fabi se demora un par de segundos en procesar la información.

 

-          Dan…- Su voz molesta y su cara me hacen saber que ya la he liado otra vez. NOOOOO… ¡justo ahora que todo iba tan bien!

-          Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento.- Repito, y él sólo suspira y continúa caminando.

-          Si no fuera porque  tienes esa terrible habilidad para convencerme de lo que quieras, te juro que te golpearía.

-          Pero, Fabi, me tienes a mí.- Me acerco y lo abrazo, al mismo tiempo de sentir cómo se tensa.- Te compensaré. Lo prometo.- Y beso su mejilla.

 

Lo veo ponerse rojo y luego de bufar, me separa de él con un suave empujoncito, mientras finge seguir molesto y continúa avanzando.

 

A final de cuentas, creo que todo salió mejor de lo que esperé. Y mientras él esté contento con nuestra relación, yo seré infinitamente feliz de tenerlo junto a mí.

Notas finales:

Ya, y con eso acabamos su historia :3

 

Sé que no es la mejor historia del mundo, pero espero les haya agradado y les haya hecho pasar unos minutos gratos leyendo ^^U

 

Gracias, de antemano, para aquellos que se tomen el tiempo para comentar! <3

 

Nos vemos pronto, si es que logro avanzar con alguno de mis proyectos :P

Adioz.-!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).