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15 de Febrero por Ariisa

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Notas del fanfic:

Personajes míos, historia mía. Si encuentran algo similar, sólo puede ser coincidencia :)

Notas del capitulo:

¡Hola! :3

Hace tiempo que no subía nada y, aunque he estado escribiendo otra historia, me ha costado mucho avanzar.

Pero de repente se me ocurrió esta idea y decidí escribirla contrareloj xd

 

¡Espero les guste!

15 de Febrero

 

Parte I

 

14 de Febrero, día de los enamorados.

 

Pasear por la calle era un martirio; es decir, ver parejas de la mano que NO se sueltan mientras caminan, lo que te hace zigzaguear para poder avanzar por la vereda, escuchar besos ultra-sonoros, oír canciones cursilonas en todas las emisoras, presenciar despedidas infinitas (tanto telefónicamente como en persona) y ver a casi todos tus amigos sonreír como imbéciles porque tendrán una noche salvaje con sus parejas… en fin, se entiende el punto, ¿no?

 

Además, para mí, que llevaba como tres años sin tener pareja para esa fecha, San Valentín no era la efeméride más entretenida.

No es que tuviera un rencor acumulado contra esa fecha en específico, pero tener que pasar por tantas cosas molestas no me hacía gracia.

 

-          Vamos, Fabi, ¿de verdad prefieres quedarte solito?.- Dan puso sus ojitos de cachorro, los mismos que ocupaba cada vez que hacía algo que me molestaba, cada vez que me pedía un favor y cada vez que quería un “sí” por respuesta.

-          Fabi-án… Fabián, ése es mi nombre. No intentes acortarlo, que suena mal.- Reclamé, desviando el tema.

-          Te prometo que te sentirás a gusto, después de todo, sólo habrán solteros(as).- Insistió, aún con sus cejas arqueadas y los ojitos brillantes.

-          Dan, NO. Mañana tengo que trabajar también.

-          Por favor, Fabián…

-          ¡Ni siquiera entiendo por qué dices estar soltero!.- Lo increpé.- Todos sabemos que te enrollas con Estefanía, ¿no deberías pasar el día con ella en vez de irte a una fiesta para “celebrar la soltería”?

-          No salgo con ella y no me evadas.- Se paró frente a mí, enfrentándome detrás del mesón.

 

Afortunadamente, un par de chicas entraron a la tienda, captando nuestra atención y salvándome.

 

 

Yo estaba tranquilamente trabajando en la tienda cuando había aparecido Dan con su idea de ir a una fiesta sólo para solteros ese 14 de Febrero. Sobra decir que yo no tenía ni las más mínimas ganas de ir, pero es que era imposible convencer a Dan cuando una idea se le metía en la cabeza, por lo que a pesar de todas mis negativas, él seguía allí, insistiendo.

 

Las muchachas nos sonrieron, bueno, en realidad le sonrieron a él, y siguieron viendo los muchos artículos de bandas y cantantes de la tienda.

La rubia se giró nuevamente, saludando a Dan con la mano, y éste le respondió, sonriéndole.

Al girar su cara para volver a mirarme, yo lo observaba fastidiado.

 

-          Si estás soltero es porque quieres.- Le espeté.

-          Sip. Y me gusta. Por eso quiero celebrarlo.- Me sonrió como si hubiese ganado un premio de azar.- Pero quiero que me acompañes… vamos, ¿qué te cuesta?

-          Dan, si voy contigo me voy a quedar solo a los cinco minutos de haber llegado porque vas a conocer a alguien y ya no te volveré a ver el resto de la noche.- Me defendí, diciendo la pura y santa verdad.

-          No… prometo que esta vez no te dejaré solo.- Y volvió a la táctica de los ojitos anime.

-          Dan…- Me quejé.

-          Fabi.

-          ¡Que no me llames así!

-          Dejaré de hacerlo si vas conmigo.- Sentenció.

-          ¿¡Eh!?.- Lo miré seriamente un buen rato, pero él no dejaba de mirarme del mismo modo.- Esta bien.- Dije al fin, rendido.

-          ¡Gracias!.- Exclamó, tomando sus lentes de sol de sobre el mesón y poniéndoselos.- A las diez en “Arrow”, ¿ok?

-          Bien…- Respondí, desganado.

 

Caminó hacia la salida, pero antes de pasar la puerta, se despidió de ambas chicas, que inmediatamente le respondieron con otro “hasta luego”.

Increíble, ni las conocía… ¿y se suponía que yo debía creer que no me quedaría forever alone en menos de media hora en ese pub?

Con tal de que no me siguiera mirando como un cachorrito abandonado, soportaría acompañarlo los primeros metros hasta la barra, donde tendría su primera conquista de la noche, la camarera.

 

La verdad es que no lo encontraba justo. Yo llevaba demasiado tiempo teniendo una relación fallida tras otra y, en cambio, él ni se esforzaba y tenía todo lo que quería.

Lamentablemente, no podía culparlo. Había tenido la suerte de nacer en una familia con una situación económica envidiable y, por si eso fuera poco, su herencia genética lo había favorecido hasta hacerlo parecer modelo de pasarela.

¿Y yo? No, yo tenía que trabajar en verano y esperar obtener mi título profesional pronto, porque de modelo sólo me contratarían para una publicidad de crema anti-acné… o, bueno, quizás exageraba, pero claramente no tenía punto de comparación con él.

 

¿Pero es que cómo podía haber tanta injusticia?

Dan no sólo tenía unos “hermosos” ojos de una aleación entre verde musgo y café, también tenía el cabello de castaño claro y una estatura sobre la media. Vivía en una casa preciosa en la parte más este de la ciudad y, no conforme con todo lo anterior, tenía más amigos y conocidos de los que pudiera recordar un elefante.

 

Sin embargo, insisto, no podía culparlo, porque Dan se merecía gran parte de eso. Era un sujeto sumamente amable y siempre estaba dispuesto a ayudar y cooperar con lo que fuese necesario.

 

Ah, maldito Dan y su maravillosa vida perfecta.

 

-          Oye, ¿cuánto cuesta esto?.- Me preguntó la morena, sacándome de mis pensamientos.

 

 

 

 

 

 

Llegué al local que Dan había mencionado a las diez en punto y lo encontré sentado en la barra.

Estaba casi lleno, había un montón de personas que, probablemente, esperaban encontrar a alguien con quien pasar la noche.

La música sonaba fuerte, aunque no tanto como para no poder oír a quien te estuviese hablando.

 

-          Pensé que te arrepentirías a último minuto.- Me dijo, antes de saludarme.

-          Yo también.- Concordé.- Pero supongo que no quería tener que soportar que me estuvieses sacando eso en cara el resto de mi vida.- Me sonrió y señaló un asiento junto al suyo.

-          Pide lo que quieres, te invito.- Me ofreció.

-          Gracias.

 

Pedí una cerveza y él una piscola, y comenzamos a conversar de cosas triviales. Hacía un tiempo que no nos veíamos, tal vez un mes, por lo que había temas de los que conversar.

 

-          Pero creí que Blas había terminado con ella.- Dije.

-          Sí, así fue, pero volvieron hace tres días.- Se encogió de hombros, dando el último sorbo a su bebida.- Y Christian anda por no sé dónde con su familia.

-          Lo que me dejaba como última opción… lo siento tanto, Dan.

-          Que eres idiota.- Me regañó, sonriendo.- Siempre te invito, pero casi nunca aceptas.

-          Lo sé, no lo decía en serio.- Continué con mi cerveza, bebiéndola lentamente.

 

Comenzamos a hablar de su familia, de la cual, por increíble que me pareciera, él era el más centrado. Vaya familia que tenía. Al menos en ese aspecto, parecía que yo había tenido más suerte que él. Pero en la familia de Dan sólo había gente buena, algo loca, pero buena al fin.

 

-          ¿En Las Bahamas? ¿Cuándo se fueron a Las Bahamas?.- Pregunté, impactado.

-          No sé, se le ocurrió a mi madre la semana pasada y Cony se entusiasmó, así que… no sé cómo, pero están allí desde hace un par de días.- Puso los ojos en blanco.- Y Augusto se fue con su novia a la playa.

-          Ajá… suena tan fácil viajar si lo dices así.

-          Lo que es fácil es que mi mamá tenga ideas repentinas y haga hasta lo imposible por concretarlas.

-          ¿Y tú por qué no fuiste también?.- Cuestioné, intrigado.

-          Porque quería pasar San Valentín contigo.- Dijo, tomando mis manos entre las suyas, y sonriendo.

-          Ya.- Dije, sacando mis manos y palmeándole un hombro.- El alcohol comienza a hacer su trabajo.

 

El sólo se rió.

Siempre me hacía comentarios así y tenía gestos “cariñosos” conmigo. A veces incluso le decía a mi madre que me llevaría a Argentina para que nos casáramos allí.

Dan era todo un idiota sobrio, ¡y borracho! Uf, iba a ser peor…

 

-          Entonces estás solo en casa.- Comenté.

-          Yeah…

 

De algún modo mágico, la hora se pasó demasiado rápido y el destino se encargó de que ninguna fémina se aproximara tanto como para que él me dejara tirado entre un montón de borrachos.

 

-          No bebas demasiado.- Le dije, cuando iba a pedir otro trago más.- ¿Después cómo te llevo a casa?

-          ¿Me irás a dejar?.- Me preguntó, sonriendo.

-          Has estado bebiendo sentado y cuando te pares vas a notar el alcohol.- Comenté, para luego agregar:- Además, no confío tanto en ti como para dejarte en un taxi solo, porque puedes hasta pedir que te lleven a la frontera y el taxista, por el dinero, lo haría.

-          Jajajaja…- Dan se ponía muy risueño cuando bebía, aunque no fuese demasiado.- Está bien, lo acepto si te quedas conmigo y seguimos bebiendo, pero en casa.

-          Ese “seguimos” me suena a multitud. Sabes que no me gusta embriagarme.

-          Bueno, entonces acompáñame hasta que muera.- Negué con la cabeza, con resignación.

 

Tomamos un taxi y yo aproveché de mandarle un sms a mi hermana para que, en la mañana, les explicara a mis padres que me había quedado en casa de Dan y me iría de allí a la mañana siguiente.

 

El trayecto no fue demasiado largo y pronto llegamos a su casa.

 

El perro labrador que tenían, Caramelo, nos recibió y comenzó a saltarle a Dan hasta que terminó botándolo y dejándolo tirado sobre el césped, mientras él reía fuertemente. Yo también me reí, pero no me divertí tanto cuando intenté levantarlo y el perro me lo impedía a como diese lugar.

Caramelo terminó lamiendo y empujándome a mí también. Y aún estando yo completamente sobrio, nos demoramos un montón en poder deshacernos del can.

 

-          Al menos no me tiró a la piscina.- Comentó mi amigo, que se dirigía al pequeño bar de la casa.

-          ¿Era en serio lo de seguir bebiendo?.- Pregunté.

-          Claro.

-          Oye, lamento haber arruinado tu noche impidiéndote liarte con alguien, pero no es como si tu vida fuera tan miserable como para querer olvidarte de todo, ¿o sí?

-          No, no lo es.- Empezó a beber de nuevo.- Pero en esta fecha es normal, es como un aniversario.

-          ¿Ah?.- No entendí a lo que se refería, pero como ya no podía confiar tanto en la cordura de Dan, lo dejé pasar.

 

Se terminó su bebida demasiado de prisa, lo que me impresionó y preocupó al mismo tiempo. Dan iba a empezar a hablar idioteces en cualquier momento.

Lo convencí de que viéramos una película en su cuarto, así, si seguía bebiendo, ya iba a estar en su cama y yo no tendría que cargar con todos sus kilos hasta ella, porque definitivamente no iba a poder hacerlo.

 

El sueño le bajó pronto, por lo que esperaba que se quedara dormido en cualquier momento.

 

-          Lo que dijiste hace poco… ¿aniversario de qué? ¿A qué te referías?.- Pregunté, porque la curiosidad no me había dejado en paz.

-          Tres años.- Dijo, volteándose hasta quedar de lado, mirándome.

-          ¿Tres años de qué?

-          De que te digo que te quiero y tú sólo crees que es una broma.- Dijo, con un acento que implicaba que había bebido. Yo sólo enarqué una ceja.

 

OK, Dan había caído en la demencia de la borrachera.

Puse los ojos en blanco e hice el ademán de levantarme, para irme a dormir a la pieza de Augusto, el hermano del castaño. Pero antes de continuar moviéndome, Dan me abrazó, impidiéndome moverme.

 

-          Hey, ¿qué haces? Quiero dormir, mañana debo trabajar.- Le reclamé.

-          Fabi, te amo.- Me dijo, lo que logró hacerme sonrojar, pero sabía que no lo decía en serio.- Te lo digo en todos los tonos posible, te lo repito una y otra vez, y tú sigues pensando que es broma.

-          Dan, suéltame.- Como si hubiese dicho lo contrario, me apretó aún más entre sus brazos.

-          Fabián, me gustas…

-          ¡Dan!... Deja de decir boberías y déjame ir, ¿quieres?

-          ¡No son boberías, es la verdad!.- Me gritó, enojado.

 

Esa era una prueba de que Dan estaba ya borracho. Nunca demostraba su irritación alzando la voz.

 

-          Dan. Estás bebido, no sabes lo que dices.- Le dije, soltándome suavemente y levantándome, rumbo a la puerta.

-          ¡Claro que sé lo que digo!.- Me gritó de nuevo, sentándose en la cama para poder observarme con su rostro iracundo.

-          Bien, lo hablaremos mañana.- Respondí, sin hablar fuerte.

-          ¿¡Por qué mierda no me crees!? ¿¡¡Necesitas una puta prueba para saber si lo que digo es verdad!!?.- Cada vez se mostraba más enojado, lo que me resultaba novedoso y alarmante a la vez. Y seguía hablando raro.

-          No dije eso, dije que lo hablaríamos mañana. Tengo sueño.- Insistí.

-          ¡¡Incluso todos ya lo saben, menos tú!!

-          Dan…

-          ¿¡Quieres pruebas!? ¡Pues te daré esa maldita evidencia!.- Seguía increpándome desde la cama, a metros de mí. Estaba a punto de irme, cuando lo que me dijo luego me detuvo.- ¡¡He saboteado todas y cada una de las relaciones que has tenido desde que te conocí!!.- Me gritó.

 

Me giré impresionado. ¿De qué diablos hablaba Dan…?

 

Dicen que los borrachos no mienten, pero eso no podía ser cierto.

Claro que no, sólo mentía.

¿Pero, para qué iba a mentirme?

 

El silencio se prolongó y sus ojos centellaron en la habitación, que estaba completamente a oscuras después de haber apagado la televisión.

 

-          Le dije a Tamara que te gustaba Fernanda, para que no fuese tan patética como estaba siendo y dejara de buscarte.- Una sonrisa verdadera afloró de sus labios, mientras seguía hablando, con un poco de dificultad, pero bastante rápido.- Persuadí a Nelson de que buscara nuevamente a Claudia para que lo de ustedes no funcionara.- Comenzó a reírse.- Convencí a Lucía de que sólo la estabas utilizando para darle celos a su hermana, de quien en realidad “sí estabas enamorado”.- Hizo el gesto de comillas con los dedos, carcajeándose fuertemente.

-          ¿Qué?.- Mi cara debió haber sido inimaginable.

 

Dan sólo decía tonteras, pero… había una extraña similitud entre lo que decía y las razones por las que nada había funcionado con esas chicas.

De un día para otro Tamara había dejado hasta de mirarme. Claudia había vuelto con su ex antes de que comenzáramos una relación. Y Lucía había terminado conmigo antes de irse por una beca a EEUU, sin darme explicación alguna.

 

-          Ah, se me olvidaba.- Rió como un desquiciado y se dejó caer, quedando estirado sobre la cama nuevamente.- A la perdida de Ester le dije que eras gay y salías conmigo. ¡Hasta le mostré una marca que me había dejado Julia y le dije que habías sido tú!

-          ¿¡Qué!?.- Yo no concebía aceptar lo que me decía.

-          ¡Y todas fueron tan estúpidas que me creyeron!.- Seguía riéndose.- Haaa… las chicas son muy manipulables si sabes cómo tratarlas.

-          ¿¡QUE!?.- A mí no se me ocurría otra expresión, estaba simplemente atónito.

 

Me quedé pensando y analizando todo lo que decía, allí, en el marco de la puerta. Oía su melodiosa risa como un eco, mientras mi mente procesaba la información.

 

Me acerqué furioso a la cama y, apoyando mis dos rodillas sobre ésta, lo zarandeé por los hombros, hablándole duramente.

 

-          Dime que tú NO hiciste eso, Dan.- Le exigí.

-          Claro que sí.- Dijo, feliz.- Y lo haría de nuevo.- Me aseguró, parando de reír y mirándome fijamente a los ojos.

-          ¡¡DAN!!.- Grité.- ¿¡Eres imbécil o te haces!? ¡¡No pudiste haberme hecho eso!!.- Le reclamé, muy molesto, vociferando.- ¿¡Cómo pudiste!?

-          ¡¡Tú eres el imbécil!!.- Me gritó de vuelta, asustándome un poco por la rudeza de su voz y, luego, tirando de mí hasta dejarme estirado sobre la cama. E inmediatamente tras eso, se posicionó encima de mí.- Incluso sin saberlo, ¡haz estado jugando conmigo! ¿¡Cómo puedes no darte cuenta de lo estúpidamente enamorado que he estado de ti todos estos años!? ¿¡¡Y te atreves a llamarme a mí imbécil!!?.- Algunas palabras me eran casi ininteligibles por la aspereza de voz y la velocidad con la que me incriminaba.

 

Y me asustaba.

 

Ambos respirábamos agitadamente, mientras el silencio sepulcral de la noche comenzaba a envolvernos nuevamente.

 

Dan fue soltándome lentamente del agarre de sus manos, liberando mi camiseta de a poco.

 

-          No tienes derecho a reclamarme nada.- Me dijo, poniendo sus manos sobre mis hombros.- Nada.- Repitió, terminando con la distancia que nos separaba; besándome.

 

Al inicio ni siquiera me di cuenta de lo que hacía, sólo supe que me estaba besando cuando, suavemente, mordió mi labio inferior. Pero aún entonces no sabía qué hacer.

No podía sacármelo de encima y, en el forcejeo, terminé soltando todo el aire por la nariz. Poco a poco comenzaba a escasearme el aire, haciendo que me mareara ligeramente. La falta de oxígeno me introdujo en una especie de letargo y Dan no dudó en introducir su lengua en mi boca. La calidez de ésta y el sabor a alcohol me embriagaron, por lo que ya ni siquiera intentaba sacármelo de encima.

Recuperé algo de la razón cuando se separó para respirar.

 

¿Qué mierda estaba haciendo?

 

Inhalé profundamente y lo empujé con todas mis fuerzas, pero ni siquiera lo moví un poco.

Sus brazos me rodearon y no supe qué planeaba hacer hasta que sentía su tibia y húmeda lengua en mi cuello, descendiendo.

 

-          ¡No, Dan!.- Me asusté. ¿¡Y cómo no!? ¡¡Ya ni siquiera recordaba por qué estábamos en esa posición!!

-          Shhhh...- No me hizo caso y siguió bajando, hasta llegar a la curvatura de mi cuello. Entonces sentí también sus dientes.

-          ¡¡QUE NO SE TE OCURRA…!! ¡¡AHH!!.- Mi intención no era gritar por la sorpresa, pero el maldito me tenía con los nervios de punta.

 

Mordía y pasaba su lengua por la zona, dejándome la sensación de que me estaba quemando justo allí.

Yo golpeaba su espalda, pero parecían caricias que le hacía.

 

-          Dan, si me sueltas ahora… haaa… pro-prometo no matarte mañana sin escucharte antes.- Ofrecí, hasta tartamudeando por mi excesivo nerviosismo.

 

El rió nuevamente, lo que me hizo calmarme un poco.

Levantó la cara, mirándome directamente. Sus ojos, mezcla de verde y marrón, brillaron, complacidos.

 

-          Si me dejas besarte.- Negoció.

-          Como si tuviera opción.- Alcancé a decir antes de que, sin esperar por si respondía o no, se abalanzara por mis labios nuevamente.

 

Pero esta vez fue diferente. Sus labios se movían más lentos y cariñosos con los míos. Yo seguía sin corresponderle, pero tampoco oponía resistencia.

Al final terminé cerrando los ojos, esperando a que terminara.

 

-          Te amo.- Repitió, abrazándome fuertemente por la cintura, y apoyando su cabeza en mi pecho.

 

No respondí y esperé hasta que su respiración se hizo regular.

La mía, por otro lado, estaba peor que después de las clases de ed. física de mi época de colegio.

 

 

Mientras él dormía, aprisionándome, yo miraba en trance el blanco techo sobre mí.

 

 

 

 

 

Piscola, Ron y Vodka-naranja… esos habían sido los tragos necesarios para que obtuviera esa confesión y todo lo que implicaba.

 

Vaya día de los enamorados, aunque, para entonces, ya fuera 15 de Febrero.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Subiré el siguiente capítulo en cuanto lo tenga listo :)

 

Adioz.-! Arisa.


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