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El sindrome de Estocolmo por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Weno pos ssiento el retraso y to espero que os guste

 

 

Seguía tumbado en el sofá. La fuerte luz de la mañana se colaba en la habitación pero a él no le apetecía levantarse. Estaba demasiado confuso por lo que había ocurrido la noche anterior con su compañero de piso.

Se giro en el sofá hasta quedar de lado contemplando la maltrecha pared. Su intención fue intentar olvidar el tema con el movimiento, pero a los pocos minutos volvía a pensar en el Alemán encerrado en su habitación. Se giro otra vez hasta que su vista enfoco la tela marrón del sofá. Suspiro. ¿Por qué estaría llorando el enano?¿Acaso se arrepentía de lo que hacía?. Bofetada mental, ¿y a el que más le daba?.

Su monologo interior de auto-reproche, se vio interrumpido con el chirriar de las bisagras de la puerta, que daba a la habitación del menor. Inmediatamente, y como el día anterior, se hizo el dormido y también, como el día anterior, el menor fue a despertarle.

-Levanta- murmuro mientras depositaba una de sus enormes manos en su cintura y le agitaba.

El mayor fingió entonces abrir los ojos por primera vez y lo que vio le hizo quedarse helado. El chico tenía los ojos rojos de llorar ¿O tal vez de no dormir? pero su cara no reflejaba nada, simplemente intentaba tragarse sus emociones. Algo dentro del mayor se quebró dolorosamente, el menor no sabía fingir. Le delataban sus ojos llorosos y llenos de pena. Sus intenciones de acabar con él se esfumaron momentáneamente y sin poderlo evitar su cuerpo se movió solo, intentando darle un fuerte abrazo de consuelo.

Pero el menor se aparto rápidamente dándole la espalda. ¿Tanto se le notaba?.No quería que nadie le consolase. Se merecía todo el sufrimiento que tenia dentro, el sentimiento de culpa, de traición a su propia gente, de desesperación. Si el otro le abrazaba, lloraría, era seguro, y se libraría de todo lo que tenia dentro con las lagrimas. Y no quería.

Ya que, si él dejaba de sentirse culpable, ¿Quién lo haría?¿El further en su palacio de oro y mármol?¿Los alemanes con su odio hacia los judíos inculcado desde pequeños?.No, él era el único que podía arrepentirse y debía hacerlo. Era su castigo, por su gente inconsciente, por las víctimas… por su casi extinta conciencia.

-¿Estas…- murmuro Gilbert, preocupado. El menor llevaba un rato sin decir, nada ahí parado. Sin embargo antes de poder terminar su pregunta Ludwig le interrumpió veloz.

-¿Qué quieres desayunar?- necesitaba cambiar de tema. No quería ver la lastima y piedad en los ojos del mayor. No cuando había matado a su familia.

-Yo…- El mayor sabía lo que intentaba. No era idiota. Y aunque su cabeza le decía que lo mejor era cambiar de tema y que se merecía el sufrimiento que tenia dentro, otra parte le gritaba que no podía dejar al chico así, no sería bueno para él, tenía que dejarle sacar toda la mierda dentro suyo.

 Acalló a la parte estúpida. Había prometido acabar con la montaña rubia, si se encontraba por los suelos, mejor para él.

-…me gustaría tomar, tostadas y café ¿Está bien?-

-Si- y comenzaron a trajinar en la cocina. Luego se vistieron y salieron hacia las clases sin intercambiar mas palabras.

Y así fueron pasando las semanas. Ambos vivían juntos. Aunque realmente a lo que hacían no se le podía llamar convivencia. Se levantaban, cocinaban, cada uno se dirigía a su propio trabajo y llegaban tan tarde como podían, evitándose. El llegaba medio borracho a casa después de ir con Antonio y Francis  a “ligar”,  y el rubio volvía  llorando y manchado de sangre hasta parecer un borrón rojo. Y entonces Gilbert le ignoraba, fingía estar dormido y el rubio se encerraba en su habitación. Y aunque al día siguiente Ludwig tenía los ojos rojos, ambos actuaban con normalidad. Gilbert fingía no haber visto las manchas rojas en el baño y Ludwig intentaba sonreír como si nada. Si intercambiaban más de diez palabras en un día, era un milagro. Ambos intentaban vivir su propia vida, ajena a la del otro. Ignorándose mutuamente, hundidos en la rutina.

.

.

Aquel día la radio había anunciado el apoyo de los americanos a las fuerzas aliadas, lo que claramente frustraba los planes de Alemania de dominar el mundo. Pero el mundo seguía y Gilbert recorrió los pasillos de su escuela, ya conociéndose hasta el último rincón, y tomo un atajo por un oscuro pasillo que había descubierto hace poco.

Sin embargo ¿cuál fue su sorpresa al descubrir que aquel pasillo lo conocía más gente y que esa gente lo utilizaba para hacer cosas no muy sanas?. El pobre de Antonio y “el holandés amargado que no tiene otra cosa mejor que hacer que jodernos la vida al resto” se encontraban en aquel pasillo. Antonio con cara de sorprendido y mas rojo que sus queridos tomates y el Holandés sobre él, inmovilizándole contra la pared con una de sus manos y devorándole la boca como si fuese la mejor cerveza del mundo.

Nada más verle, el holandés dio un paso atrás liberando a su víctima con cara de fastidio. Antonio ante su recuperada libertad boqueo en busca de aire, todavía con cara de susto y sorpresa. Gilbert fácilmente ato cabos en un minuto y mirando a ambos, decidió tocarle las narices al Holandés.

-Tu bastardo ¿Que le estás haciendo a MI Antonio?- le chillo acercándosele.

Y como esperaba el Holandés capto rápidamente el matiz de “mi Antonio” en lugar de simplemente “Antonio”. Y como esperaba le dedico una mirada que echaría atrás al mismísimo diablo, aunque no a él. Él era mejor que dios y todo el santoral junto, haber si lo entendía de una vez.

-¿Cómo que TU Antonio?- siseo con odio el rubio, listo para matar al albino por su osadía. Antonio era suyo, quisiese el moreno o no y nadie le iba a poner una mano encima aparte de él.

Pero el albino le ignoro y se dirigió a Antonio que seguía con cara de asombro. Entonces tomándole de la cintura y del mentón con “actitud posesiva made in France”  y muy muy cerca de su cara pregunto:

-Antonio, mi amor ¿estás bien?¿Te ha hecho algo la bestia esa?, no te preocupes yo estoy aquí, ya estas a salvo- y sonrió con una fingida sonrisa inocente. Y Antonio sin darse cuenta de nada y suponiendo que, el posesivo abrazo solo se debía a la preocupación de su amigo por él, le devolvió la sonrisa. Su brillante sonrisa.

El holandés estallo, agarro el cuello del albino y arrancándole de SU Antonio le estrello contra la pared.

-Tu maldito bastardo, te voy a partir la cara y todos los huesos del cuerpo para que ni se te ocurra volver a acercarte a él escoria- susurro bajo para que solo el albino le oyese. Intimidante, cargado de rabia y deseos asesinos.

El albino en respuesta le devolvió una mirada seria. Antonio era su amigo y como tal iba a protegerle. Y hasta que el holandés no se disculpase por lo que le había hecho al moreno, él le haría sufrir en venganza por su atontado amigo, para que entendiese. Si no se disculpaba, no se merecía a Antonio y se encargaría de que Antonio se diese cuenta.

-Lo siento-dijo alto, permitiéndole a Antonio oírle- pero Antonio es mi amigo, y no te voy a dejar jugar con él para que luego le destroces- le iba a pagar con su propia moneda.

-¿Qué?- murmuro el holandés sin entenderle.

“¿Qué?” pensó Antonio “¿jugar?” ¿estaba jugando con él? Algo dentro de él se retorció de dolor. Así que solo se estaba burlando de él, no era más que otra de sus estúpidas bromas. Realmente no había significado nada, absolutamente nada para el holandés,  solo una  nueva forma de destrozarle.

Parpadeo para contener la lagrimas que amenazaban con salir. No, no iba a llorar delante del rubio, si quería jugar, jugaría, pero nunca mostraría que le afectase, por lo menos conservaría el orgullo.

-¿Antonio?- murmuro el holandés acercándosele lentamente con cara de preocupación al ver al chico con la mirada baja.“Realmente actúa bien” pensó amargamente Antonio alejándose de él.

-Gilbert estas bien- murmuro acercándose al albino en la pared. No podía mirar al rubio a la cara pues esta le delataría, asique, prefirió enfocarse en el albino que se sujetaba el cuello enrojecido y darle la espalda al otro.

-Antonio- volvió a murmurar el holandés a sus espaldas, esta vez mas autoritariamente, advirtiéndole que algo iba mal. Le mosqueaba aquella actitud de arrogancia que tenía el otro, pero aquel no era el momento para echárselo en cara, su mente se iba acercando al colapso lentamente y necesitaba salir de allí.

Aun así se dio cuenta que había dejado de moverse. Su cuerpo temblaba y parecía poder caerse en cualquier momento. El dolor recorría cada fibra de su ser y espantado se dio cuenta de que las lagrimas habían comenzado a descender de sus ojos sin su permiso.

Miro al albino en frente suyo desesperado en una muda suplica y Gilbert pareció entender. Con el ceño fruncido y mirada asesina, le agarro del brazo y le arrastro por el pasillo alejándole del rubio.

-Espera ¡Antonio!-pero ya estaban lejos.

Pararon en otro de los callejones oscuros del edificio. Las lagrimas no paraban y sin poderlo evitar se abrazo al albino en busca de consuelo. Este le estrecho fuertemente si decir nada, sin preguntar, sin echarle nada a la cara. Y le dio las gracias por ello, Gilbert realmente era una buena persona. Al rato las lagrimas dejaron de salir y lentamente se separó del albino.

-¿Mejor?-pregunto. El asintió con la cabeza levemente.- Entonces vamos que llegamos y tarde- y agarrándole de nuevo le arrastro hasta la clase, donde Francis le dedico una mirada de preocupación a la que respondió con una sonrisa falsa pero convincente. Vicent ni le miro.

Y así las clases fueron pasando, Gilbert seguía preocupado por Antonio pero Francis ya se estaba ocupando de entretenerle. Parece que servía para algo más que para acostarse cada noche con alguien diferente.

Finalmente salieron del monocromático edificio y se dirigieron como cada tarde a la zona de bares. Pero aquel día para su desgracia había un coche azul marino aparcado en frente de la puerta. Un rubio, con unas cajas demasiado grandes para su cara, se apoyaba en un lateral del auto y fumaba un cigarrillo, a lo “soy el rey del mundo”.

Nada más verle, tanto Antonio como Francis, se pusieron a temblar y se escondieron detrás del albino.   Por fin el rubio pareció verles y con cara de cabreo se acerco hasta ellos tirando el cigarrillo al suelo con un suave gesto.

-Tu bloody bastard, ¿qué te crees que haces? Habíamos quedado a las siete, ¿Sabes acaso qué hora es?- Pregunto fulminando a Francis con la mirada.

-¿Las siete?- probo Francis a contestar.

-No, son las siete y un minuto, ¿es que acaso los Franceses no sabéis lo que es la puntualidad?-

Antonio y Gilbert se miraron con una gota de sudor resbalándose por su nuca, mientras el Francés realizaba mil reverencias ante el extraño suplicando su perdón. Finalmente el cejudo pareció darse cuenta de los otros dos individuos que le miraban raro y les dirigió una mirada de “sacerdote de ritual satánico enfadado”.

-Antonio- siseo arrastrando cada silaba cargada de odio.

-Jejeje hola Arthur- al moreno le iba a dar un ataque en pocos momentos, Gilbert lo sabía, se veía en el tic nervioso de su ceja.

-¿Y tú eres?- murmuro el rubio dirigiéndose a Gilbert.

-Yo soy la perfección hecha hombre, puedes llamarme majestad o su alteza o si lo prefieres su awesomidad cualquiera vale-

Antonio y Francis se habían puesto pálidos. Gilbert Iba a morir lenta y dolorosamente a manos del británico. El tal Arthur le miraba con una vena palpitante en la sien y sonriendo macabramente.

-Supongo que te llamare bastardo que va a ser asesinado antes de tres minutos- murmuro cogiéndole por la chaqueta y acercándoselo a la cara.-¿Ultimas palabras?- su brazo ascendió hasta su hombro para coger impulso mientras su mano se cerraba en un puño.

Antonio y Francis corrieron a socorrer a Gilbert y arrancarle de las manos del malvado Arthur. Gracias a dios lo consiguieron y no paso nada. Tas calmar a Arthur y explicarle los problemas psicológicos de Gilbert, se montaron en el coche Arthur y Francis y se fueron.

-Puff menos mal , prense que nunca se irían- murmuro Antonio.

-Bah yo no tengo problemas psicológicos- susurro Gilbert- ¿Por cierto quién es?-

-Arthur, el compañero de piso de Francis-

-Es un poco…raro-

-Y no le has visto borracho-

-¿Y por qué te odia tanto?- murmuro con muchísima curiosidad, no era normal odiar al moreno con lo inocente que era.

-Bueno, al principio nos llevábamos bien pero quedamos un día y…em…llegue una hora tarde y bueno…- Gilbert intentaba contener una carcajada sin mucho éxito y Antonio se encogió sobre sí mismo avergonzado.

-Entonces supongo que hoy no nos vamos de copas ¿no?-

-Na, lo siento, no tengo mas energías por hoy, después de Arthur y con lo de …- su cara mostro una mueca de dolor y su típica alegría desapareció de un plumazo.Vicent. Gilbert le revolvió el pelo consoladoramente.

-No pienses en eso. Bueno pues entonces nada, nos vemos mañana ¿vale?-

-Vale, por cierto Gilbert….Gracias-

Y sonriendo Gilbert tiro por el camino a su casa. Tardo poco más de diez minutos y  al llegar a ella se tiro en el viejo sofá y dormito. Estaba cansado, no le apetecía hacer nada, ni limpiar, ni preparar la comida, nada, simplemente quería relajarse durante un rato y olvidarse del desastre de su vida por un momento. Ver como el vaho escapaba de su boca con cada aliento y se disolvía en el frio de la habitación. Como su respiración se iba volviendo pesada y como la habitación se iba oscureciendo según pasaba el día.

Pero como todas las tardes y todas las noches volvió a verse interrumpido por la llegada del menor y el  crujir del suelo. Pero esta vez no fingió estar dormido, simplemente se quedo contemplando el techo ensimismado mientras el menor cruzaba la habitación cubierto de sangre.

Este temblaba, como siempre, de arriba abajo y su respiración sonaba rápida y angustiada, pero Gilbert no lo sabía con seguridad, él seguía mirando al oscuro techo. El menor se acerco a una estantería y empezó a revolver los cojones buscando algo. Según lo que escuchaba, parecía presa de un ataque de ansiedad pero no fue hasta que el menor paro de hacer ruido y empezó a normalizársele  la respiración cuando le miro.

El chico estaba al lado suyo, de cara a la ventana oscura. Su cara demostraba la paz más absoluta y en su boca se intuía una ligera sonrisa. Su ropa goteaba sangre y se veía desgastada. Pero lo que hizo que Gilbert se levantase y se abalanzase sobre él fue la pistola que sostenía contra su sien.

-¡Pero qué haces idiota!- ambos rodaron por el suelo forcejando por el dominio del arma. Fue Gilbert, ya recuperado de sus heridas, quien consiguió cogerla y rápidamente la tiro lejos de su alcance sin graves consecuencias.

Ambos se quedaron mirándose. Ludwig debajo con cara de asombro y Gilbert encima con cara de cabreo. Ambos respiraban entrecortadamente por el esfuerzo y la sangre del uniforme del menor se había quedado pegada a la de Gilbert.

-¿Por qué…?- Empezó a decir el rubio.

-¡Pero eres idiota!- le grito Gilbert- ¿Que pretendías?¿Matarte?- La rabia recorría cada fibra de su ser sin saber porque, algo dentro suyo le había gritado al ver al menor así y seguía gritando. Intento serenarse-¿Por qué has hecho eso?-susurro más calmado.

El menor evito su mirada y se recostó aun mas en el suelo intentando fundirse con él. Su brazo tapo su cara y cuando hablo su voz sonó débil, sin la fuerza típica suya.

-Yo…no puedo mas-

-¿Qué?- pregunto sin dar cuartel.

-Yo… no quiero seguir haciendo esto. Hoy tuve que matar a otra familia. Eran tres hijos. Uno ni siquiera llegaba al año de edad… Dime ¿Qué daño puede hacer un niño de meses a nuestro país?-

-Nada-respondió seguro, aun con un matiz de enfado en su voz.

-¿Entonces porque tuve que matarle?¿Por qué he tenido que matar a tanta gente? Lo odio, no quiero seguir haciéndolo-

-Entonces déjalo- era tan obvio.

-Ja- Rio sarcástico- ¿y te crees que me dejaran irme así?¿ por las buenas?- retiro el brazo de su cara y le miro divertido pero con el sufrimiento aun presente en sus ojos- Si me voy me consideraran un traidor y me mataran a mí y a toda mi familia.-

-…-Gilbert se quedo sin habla. No conocía esa parte de la historia. Asique incluso los propios alemanes eran prisioneros de su país.

-Yo no puedo mas- siguió el alemán al ver que el otro comprendía-  por eso decidí suicidarme, así no matare a nadie más y mi familia tampoco sufrirá innecesariamente- sus ojos expresaban un dolor infinito que a Gilbert le hizo estremecerse.

Por primera vez en los largos meses que llevaban de convivencia se puso en la piel del menor por completo. Tener que asesinar a tus propios ciudadanos, a niños a mujeres, para que no te matasen a ti ni a los tuyos. El sufrimiento, la necesidad de acabar con todo. Era un milagro que el menor no se hubiese vuelto loco todavía y aun así seguía soportándolo todo él solo. Sin un apoyo sin nadie que le abrazase, solo. El respeto empezó a adueñarse del albino

El menor le aparto levemente mientras él seguía sin contestar y volvió a dirigirse a por la pistola tirada debajo de la mesa. Algo dentro de Gilbert se removió inquieto y le grito de nuevo para que lo detuviese. Su mente seguía sumida en el caos de la nueva revelación y no pudo hacer nada para evitar que su cuerpo se abalanzase sobre el menor, de nuevo, tirándole al suelo.

-¡No lo hagas!- las palabras se escaparon de sus labios antes de que pudiese entenderlas.

Se quedaron así un rato. Tumbados en el suelo. Gilbert abrazado a la espalda del menor reteniéndole en este mundo. Hasta que el rubio pregunto con voz áspera:

-¿Por qué?- dos simples palabras que significaban mucho mas. Era un ¿porque me has detenido? Un ¿Por qué me abrazas? un ¿Por qué sigues aquí?... eran miles de porqués a los que Gilbert no tenia respuesta.

-Porque yo soy el único que puede matarte y aun no es el momento- aquellas palabras le salvarían, evitaría más preguntas sin respuestas le alejarían de nuevo. Además era un recordatorio a su parte inconsciente, que gritaba que le diese cariño al muchacho, de la tragedia.

El rubio asintió y, a pesar de su mente racional que le obligaba a separarse, se quedaron así: abrazados fuertemente el uno al  otro en el suelo. En un momento determinado de la noche Ludwig se dio la vuelta y depositando su cabeza en el hombro del albino lloro débilmente y se aferro a él fuertemente hasta quedarse dormido.

 

 

 

Notas finales:

Weno pos eso siento el retraso pro con los examenes, los viajes y la eurocopa no he tenido tempo U.U (Por cierto felicidades a toa España y a la seleccion)

Pues eso si tienen dudas como por que Arthur es un sadico o porque Antonio sufre tanto pregunntenme que pa eso stoy n.n

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