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Baby Blues por Pandora

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Notas del capitulo:

Notas iniciales de Pandora: La verdad es que este capítulo lo tenía escrito hace meses x.x..no se porqué no lo había publicado…xD en fin, ya nadie debe leer este fic ;_; está más pasado…gracias por los reviews ^^…


 

Debí haber amado al pájaro de trueno, no a ti;

Al menos cuando la primavera llega ruge nuevamente.

Cierro los ojos y el mundo muere.

Creo que te inventé en mi mente

 

 

 

Shuichi abre los ojos cansados con parsimonia, negándose a despertar, a salir del profundo abismo en el que se ha recluido voluntariamente.

 

¿Para qué despertar? ¿Para qué…para qué?...

 

El futón se enreda en sus piernas y rodea su espalda perdiéndose en su vientre liso que choca con la madera tibia.

 

Un mechón de cabello tiene ceniza que apura en quitar. Y no, no cayó ahí accidentalmente. Se recuerda arrastrándose por el piso entrelazado a Eiri, llevándose todo a su paso, los golpes contra la madera, sus gritos de placer, el nombre de Tatsuha muriendo en un gemido largo que se niega a escapar cuando llega el orgasmo.

 

Shuichi ha aprendido que los encuentros con Eiri no son tan dolorosos, si no está con Eiri. Basta con transformar el pelo rubio y los ojos dorados en algo más oscuro, más seductor, la noche.

 

Y si Eiri lo sabe o no, no le importa.

 

Aunque lo ame a él…aunque sea él, el que lo recibe verdaderamente…

 

Ruido.

 

Se arrodilla en el piso con rapidez, la camisa blanca de Eiri cubriendo su cuerpo desnudo casi con necesidad, ante la mirada azulada de Ryuichi.

 

-Yo…-Ryuichi se queda con los ojos bien abiertos, y Shuichi puede percibir claramente el cambio en la voz, en la mirada, como si el castaño hubiera madurado en unos segundos- venía a decirte que vamos a llegar tarde a la escuela…

 

Sus mejillas enrojecen, nerviosismo palpable en sus manos estrujando la tela que aún posee el aroma varonil, él busca protegerse por inercia, por costumbre, por Eiri.

 

-Gracias Ryu-chan…

 

La tenue sonrisa que se forma por cortesía ha comenzado a incomodarle, y de pronto se pregunta porqué el castaño sigue ahí, inmóvil.

 

La puerta se cierra y rememora con dolor la primera vez en que ese sonido le produjo angustia, un daño permanente, soledad que no se va.

 

¿Él también?...no sé que esperar, ¿vendrán todos aquí?...¿desfilarán por mi cuarto hasta que queden satisfechos?

 

Vuelve en sí mismo, Ryuichi está más cerca, de cuclillas frente a él, inspeccionándolo en silencio.

Luego los dedos suaves y amables del castaño bailan sobre el cuello de la camisa, retirándola con lentitud, acariciando la piel tierna como por casualidad- Déjame verte…mi lindo Shu…-murmura en su oído con su voz envolvente, profunda, madurada, el aliento cálido eriza los cabellos cortos de su nuca.

De pronto, se ve despojado de la prenda en un parpadeo, los ojos azules inyectados en voracidad observan su cuerpo con desenfreno.

 

Ryuichi niño fue a tomar un paseo, fuera de la habitación…

 

-Eres hermoso Shu…-desliza su lengua por uno de los hombros descubiertos, el menor se estremece- si tan solo…

 

Ambos sueltan un jadeo cuando sus cuerpos colisionan, los brazos de Ryuichi en la parte baja de la espalda, la lengua ansiosa penetrando en los labios que se abren, Shuichi trata de separarse.

 

-No…-habla con timidez, un ruego mudo, Ryuichi se detiene.

 

-Es tarde, vístete rápido.

 

La puerta se cierra y la ausencia le golpea la cara, aún tiene la camisa, no es nada, pero es lo único que queda.

 

.*.*.*.

 

Cuando Zena Savernake vio entrar por la puerta al hombre de cabello rubio cenizo, supo que era esa clase de persona. Algún adinerado sin hijos que buscaba algo especial en que gastar su capital.

 

-Buenos días señor Uesugi

 

-Buenos días

 

-Tengo entendido que desea echar un vistazo a los niños- la chica jugó con el lápiz entre sus dedos, estaba harta de enseñar a los malditos mocosos como si fueran monitos de feria, y que nadie se animara a llevárselos, a ahorrarle la molestia de ver sus infelices rostros día tras día, a escuchar sus horribles voces, eran solo un montón de huérfanos inútiles.

 

Sonrió con calidez y le indicó con la mano que tomara asiento- es una suerte que haya venido hoy, tendremos una exposición de arte, podrá ver sus dibujos y eso lo alentará a elegir.

 

El hombre le devolvió la sonrisa- Vamos entonces…

 

.*.*.*.

 

-Eiri levántate

 

Presiona la almohada contra su nuca, lo único en que puede pensar es en ahuyentar la molesta voz que interrumpe su sueño, está agotado, y media hora de reposo en el piso junto a Shuichi no logró menguar su cansancio.

 

-¡Eiri!...

-Cállate

 

La mano de Ayaka aparta con delicadeza las cobija desparramada en la esquina de la cama, luego se sienta con cuidado, temblorosa, no desea molestar al colérico rubio.

 

-Eiri…-hace una pausa, exhala con necesidad- ¿sabes que día es hoy?

 

-…-

 

Ayaka se hace pequeña, él no piensa decir nada- ¡es 14 de febrero!, San Valentín, Mika nos hizo reservaciones en un restaurante francés

 

-…-

 

-Es a las 8, vístete formal, te aconsejo el traje gris, te queda estupendo, te ves tan gua..-la chica se sonroja- saldré de compras con tu hermana.

 

Los ojos dorados permanecen abiertos bajo las translúcidas sábanas claras…San Valentín.

 

Sé exactamente como comenzará esto y esa es la razón por la cual no quiero levantarme.

 

Nisiquiera vale la pena que lo haga cuando ya adivino de antemano el derroche de azúcar, mimos y demás idioteces entre mi hermano y el renacuajo de pelo castaño.

 

Y eso no es lo único que me enfermará, también estará Ayaka , sus canciones cursis, sus cariños baratos, sus quimeras flotando a mi alrededor como moscas.

 

Y ni hablar de Mika y Tohma. Finjamos por un momento que él no la engaña con su jefe, y que ella no lo sabe aún.

 

¿Y tú?...te vi con el rostro ilusionado y fuiste más complaciente que los días anteriores, no creas que no vi lo que escondías en tu mochila escolar.

 

Eres tan predecible.

 

.*.*.*.

 

Las paredes estaban cubiertas por miles de hojas, dibujos de gatos, perros, familias enteras, ‘’autorretratos’’, y la sonrisa de Zena impresa en su rostro de facciones delicadas, de belleza típica.

 

-¿Le gustó alguno?, si quiere puedo traer a los niños, para que los vea- Aún no entendía porque aquel hombre se negaba a ver a los mocosos, simplemente se mantenía ahí, observando los dibujos, Zena nunca entendería a los japoneses, eran tan prácticos que le producían nauseas.

 

Sus ojos castaños se detuvieron en una singular hojita.

 

Trazos infantiles, cuerpos hechos por palitos, un fondo rosa pálido albergaba a un niño y al lado de él una mujer sonriente. Leyó con dificultad los diálogos de ambos muñequitos.

 

-¿Y esto?

 

-¿Si?...-la muchacha se acercó y sus ojos se abrieron como platos- ¿pero quien puso esto?- se supone que no…-el hombre la miró con su atractivo rostro expresando duda.

 

Lo arrancó rápidamente y lo dobló por la mitad.-Yo…de verdad lo lamento, no se que pasó, ese niño…es una larga historia.

 

-Quisiera escucharla

 

-Pero no creo que le interese en serio, el niño es muy tímido, y aún está bajo observación.

 

-Tiene toda mi atención.

 

Lo pensó por un momento, no estaba autorizada para dar ese tipo de información, y menos aún en el caso del pequeño, aunque el interesado fuera un potencial padre.

 

-Mire la verdad…ya que…-alzó los hombros derrotada- su madre le cortaba el cuerpo con unas hojas de afeitar…nadie se dio cuenta porque siempre andaba cubierto- observó el dibujo por un momento- ella se suicidó el año pasado, en el sanatorio en el cual se encontraba, al parecer se robó un frasco de calmantes y….

 

-Entiendo

 

-De todas formas, el niño está bien, es tranquilo y hasta algo alegre, al parecer no sufrió ningún trauma, es completamente normal.

 

-Quisiera conocerlo.

 

-¿En serio?- los ojos de la chica se iluminaron, un mocoso menos- claro claro…venga conmigo.

 

-¿Podría darme el dibujo? Me gustaría conservarlo.

 

Que hombre tan extraño-No hay problema

 

 Uesugi extendió el dibujo en sus manos.

 

-Te amo- el niño tenía los brazos alzados.

-Te cortaré en pedazos- la mujer sonreía.

 

.*.*.*.

 

-Honey…¿porqué te molestas?

 

-Ay Tatsuha, no te hagas- Ryuichi cruza los brazos, el ceño fruncido.

 

-Pero no podía rechazarlos, se vería mal- el moreno lo abraza por la espalda, besando la nuca expuesta.

 

-¡Mentiroso!...-infla las mejillas.

 

Una ruma de tarjetas, chocolates, y peluches invadía la cama del moreno, todas las chicas de la escuela le habían mandado un obsequio.

 

-Yo solo quiero pasar el día contigo…te llevaré a un lugar especial.

 

.*.*.*.

 

-Hola

 

-Hola…-aceptó con timidez el refresco de manzana que le ofrecía el hombre y dio un sorbo.

 

-¿Cómo estás?

 

-Bien

 

-¿Cómo te llamas?

 

-Shuichi

 

-Es un lindo nombre-le extendió la mano- yo soy Ken Uesugi.

 

Shuichi tomó la mano del hombre-su nombre también es bonito…

 

El de ojos castaños sonrió, el niño era una monada.

 

-¿Cuántos años tienes Shuichi?

 

-10

 

-Yo tengo tres hijos ¿sabes?...la mayor se llama Mika y tiene 20 años, el segundo es Eiri y tiene 18 años, es algo gruñón pero muy inteligente, y el último se llama Tatsuha, él tiene 14, es muy alegre, como tú.

 

-Yo no tengo hermanos- Shuichi hablaba con desenvoltura y seguridad en sus palabras, parecía como si no le hubiera afectado para nada la muerte de su madre ni las agresiones sufridas a manos de ella- pero tenía un gato, se llamaba Akito y era gordo.

 

-¿Te gustaría dar un paseo Shuichi?...para que podamos conocernos mejor.

 

-¡Me encantaría!...

 

.*.*.*.

 

-Shuichi…-Mika cepilla su largo cabello castaño, el rostro del pequeño se refleja en el espejo del tocador- Tohma y yo saldremos esta noche, también Ayaka y Eiri- el pequeño asiente- Tatsuha y Ryuichi irán al parque de diversiones.

 

Eso no es cierto…ellos…

 

-Te vas a quedar solo en casa, tienes el número de mi celular por si algo pasa, no olvides limpiar bien.

 

-Sí

 

.*.*.*.

 

-Últimamente he tenido una idea que no me puedo sacar de la cabeza- cerró los ojos y cruzó las manos.

 

-¿Cúal?

 

-Quiero que seas mi hijo.

 

 

 

 .*.*.*.

 

Sus manos impacientes vagan por la mochila escolar, el sol se filtra por la única ventana del cuarto, evidenciando la tarde de colores cálidos que se opaca.

 

Ya es tarde, falta poco para que se vaya…

 

Sus dedos tocan el papel aluminio que cruje agradablemente a sus oídos.

 

Es cuidadoso a la hora de sacarlo del interior con delicadeza. Es algo tan frágil que podría destrozarse ante la mínima equivocación.

 

El moño rosa es lo último en salir, grande y brillante, le da al objeto un aspecto fino.

 

Shuichi sonríe complacido, dos semanas de ayuno y ahorros anticipados daban sus frutos al fin. Entre sus manos sostiene un corazón de chocolate, envuelto en aluminio brillante con un moño rosa rodeándolo.

 

Lo vio hace un mes, en medio de la vitrina, solitario, esperando a ser comprado, lo imaginó de inmediato en manos de Tatsuha, un ‘’gracias’’ alegre, como los que él suele ofrecer y luego un corto beso en los labios, apenas un roce, cálido, húmedo, el moreno impregnando su cuerpo.

 

.*.*.*.

 

 

Ayaka se vislumbra en el espejo, los aretes de perla, el collar de perlas que le hace conjunto adornando su cuello.

 

Los labios resaltados en rouge, las mejillas llenas de rubor, los ojos sobrecargados.

 

Alza los brazos y danza alrededor del cuarto, imaginándose en los brazos de Eiri, moviéndose por el gran salón, la música suave, su vestido negro resplandeciente.

 

-¿Cómo vas?- Mika aparece en el umbral de la puerta.

 

-Estoy lista…

 

-Te ves hermosa….-Ayaka se sonroja, Mika ríe suavemente y le da la espalda, sale de la habitación.

 

Esta noche Eiri se lo diría, le pediría matrimonio, estaba segura.

 

 

.*.*.*.

 

Shuichi cruza el pasillo con pasos rápidos, sus dedos palpan la puerta de madera, aún es temprano, así que sesupone que no ha salido. Lo más probable es que Tatsuha esté solo.

 

El chirrido de la puerta abriéndose lo espanta y por poco deja caer lo que sus manos sostienen.

Se introduce con cuidado, la oscuridad recibe su figura menuda, no hay nadie adentro.

 

Él se fue….se fueron…

 

Cualquier rastro de emoción abandona su rostro ahora vacío, impasible.

 

Sus dedos se deslizan sobre el tomacorriente, la luz nace ante sus ojos que ahora observan los cientos de regalos igual de brillantes, igual de ridículos, todos semejantes al suyo.

 

La desolación invade su cuerpo, se culpa por ser ingenuo ¿Porqué había pensado que podría ser distinto a alguna de esas chicas? ¿porqué tendría él que ser especial para Tatsuha?

 

-Fue un bonito sueño mientras duró…-murmura  así mismo con dolor, antes de apagar la luz nuevamente y salir de aquella habitación.

 

Yo fui rechazado antes de la llegada de Ryuichi…mucho antes que esas chicas…

 

.*.*.*.

 

Acomoda la corbata gris. No quiere vestir de esa forma pero era preferible a aguantar a una apesadumbrada Ayaka toda la noche.

Al salir de la habitación lo encuentra de espaldas sobre las gradas del jardín. La brillante cabellera rosa se agita con el viento de la noche, la luna se distingue en el cielo oscuro, e ilumina al pequeño.

 

-¿Qué miras?

 

-Solo la luna, Eiri-san…-la voz de Shuichi es más baja de lo normal, Eiri observa sus muslos cubiertos por unos pequeños pantalones, puede imaginar sus manos palpando, paseando por la tibia zona, introduciéndose por debajo de la tela.

 

-¿Le gusta la luna?

 

Si Shuichi inclina el rostro a un lado puede sentir la suave textura del finísimo pantalón de su hermano mayor, que se ha sentado a su lado sobre una grada, supone que saldrá con Ayaka.

 

Tal vez a una cena elegante bajo la luna, si se esfuerza en imaginar aún más, percibe el aroma que despedirán las flores en medio de la mesa, el vino, la comida. Luego un beso y el anillo de bodas.

 

Sonríe, porque así debía acabar todo, Tatsuha y Ryuichi besándose con las manos entrelazadas. Eiri proponiéndole matrimonio a Ayaka y ella sería feliz y no lo odiaría, nunca más.

 

Él se quedaría limpiando pisos, solo, igual que siempre.

 

-Es un satélite, no le veo nada interesante.

 

-A mí me parece bonita y esta noche…-hace una pausa, los ojos brillan- parece más cerca…

 

-No hables tonterías…

 

Shuichi suspira, apoya el rostro sobre las manos- debe ser que soy solo un niño, un niño ignorante, pero aún así me parece hermosa, creo que a su padre le gustaba la luna, el se sentaba así como usted, a mi lado, a verla y me contaba cuentos, lo que usted escribía, el estada muy orgulloso ¿sabía?, decía que sería un gran escritor y…-Eiri lo toma del mentón, enfoca sus ojos brillantes. ¡Que hermoso era!, ese rostro invadido por la tristeza apenas visible por la luz blanquecina que lo refleja, sus delicadas facciones, su dulce niñez corrompida y arruinada en sus manos. Acerca el rostro.

 

-¡Eiri!- la voz de Ayaka rompe la unión.

 

Está pálida, los ha visto, vio esa mirada en Eiri, esa extraña mirada- Ya es tarde…-dibuja una sonrisa. Eiri se aleja junto a ella.

 

.*.*.*.

-El paté esta delicioso ¿no es ciero?...-la chica sonríe risueña y se lleva la copa de vino a los labios pintados  y ansioso.

 

-….-

 

-Mejor hablemos de algo interesante, la noche es especial…

 

Veamos.

Me tiro a mi hermano adoptivo que es ocho años menor que yo, pero ya que. Nadie dice nada, nadie se queja, nisiquiera el mismo. Todos parecen una manada de borregos, haciendo exactamente lo que yo quiero que hagan, todos me temen, todos me respetan, claro que sí.

 

Con el tiempo he aprendido a que si pasas la mayor parte de tu vida en silencio, escuchando tan solo las estupideces que dicen los demás, tienes más oportunidad de reflexionar, juzgar, de burlarte de ellos sin que lo noten, aprovecharte, mejorarte para volverte superior, por eso no deseo hablar ¿contenta?

 

-Eiri…¿te sientes bien?

 

-Recordé que dejé algo pendiente….y debo irme

 

-¿Qué?...pe…ro….-Ayaka abre los ojos, trata de reaccionar pero Eiri se ha puesto de pie antes de que pudiera pestañear siquiera.

 

-Eiri no….

 

. .*.*.*.

 

El rubio abre la puerta del auto, no se molesta en cerrarla cuando se apresura en pasar por la puerta principal de la casa, encontrándola desierta. Ni rastro de Shuichi.

 

La escoba abandonada en la cocina, la luz del comedor encendida, los cuartos limpios, las camas hechas.

 

Shuichi…

 

Enciende el auto.

 

.*.*.*.

 

Shuichi camina por el medio de la calle solitaria, los pies le pesan y se arrastran por el firme pavimento.

 

El corazón de chocolate se derrite poco a poco entre sus manos cálidas, que se niegan a soltarlo.

 

No entiendo nada Eiri-san…tal vez si usted quisiera explicármelo…

No comprendo porqué su padre tuvo que morir….porque usted se empeñó en odiarme, yo se que lo hace, se que le dolió, cuando él me trajo a casa, quizás pensó que quería reemplazarlo conmigo.

 

Yo nunca quise quitarle su cariño, lo juro, incluso después de todo lo que pasó con mi madre, jamás busque el cariño paternal en otros brazos.

 

Las maestras del orfanato lo murmuraban…que yo necesitaba con urgencia algo en que apoyarme. Todos siempre han dicho que soy demasiado frágil, demasiado débil, y estoy empezando a creerlo.

 

-Ken Uesugi…

 

Shuichi se deja caer de espaldas en el césped verdoso y cortado, justo al lado de la lápida, su silueta cubierta por todas las tumbas del cementerio.

 

Sobre él, un inmenso árbol de hojas doradas marchitas.

 

Lanza el corazón con el moño rosa a un lado, abre y estira las piernas con los ojos amatistas enfocados en el manto nocturno.

Un par de lágrimas dibujan surcos húmedos en las mejillas tersas.

 

-Felíz san Valentín…Otou-san….

 

.*.*.*.

 

Eiri observa apacible detrás del árbol. Shuichi tendido como muerto al lado de la tumba de su padre. Lo escucha sollozar libremente.

 

En su mente se forma la imagen de Shuichi a los 10 años, fue cuando escuchó su llanto por primera vez. Había tropezado con una piedra en el jardín, lastimándose la rodilla. Nunca pensó que él pasaría a ser el causante de su llanto años más tarde.

 

-Deja de llorar…

 

-No puedo…

 

El rubio se arrodilla al lado del cuerpo tendido, sus manos dibujan surcos por la camiseta gris del menor, que continúa sollozando, con los ojos entrecerrados y enfocados en su rostro.

 

El césped le produce comezón sobre la piel desnuda, por el rabillo del ojo identifica la mancha roja que acaba de caer a su lado, como los pantalones que segundos antes portaba.

 

-No…-sus manos sujetan el borde de la ropa interior que Eiri pretende bajar- me da vergüenza…que nos vean…

 

-Los gusanos se comen los ojos de los cadáveres…¿sabes que eres cuando no tienes ojos?...-recorre con un dedo el abdomen de Shuichi, iluminado por la luz blanca.

 

-Eres ciego…

 

-Exactamente…nadie nos ve….-besa delicadamente los labios del pelirrosa y acaricia su rostro con una mano, separando las piernas con sus rodillas e introduciéndose entre ellas, preparándose para tomarlo, bajando sus pantalones.

 

-Yo quería hacerlo con Tatsuha…-llora-quería hacerlo con él , pero él ama a Ryuichi…entonces lo siento, es tonto pero lo siento…

 

-Nadie más que yo podrá tocarte…-los besos húmedos relajan los muslos del pelirrosa, estira los brazos, su respiración se agita cuando los dedos del rubio dibujan círculos imaginarios sobre su pequeña entrada que se dilata lentamente.

 

-¡Ah!...-el rubio se abre paso con algo de dificultad, en el interior de su hermano menor. Se queda quieto rodeado por la calidez de Shuichi. Sus jadeos se confunden con el sonido del viento que choca contra los árboles.

 

Ambos cuerpos chocan, los ojos violetas brillan, el cuerpo menudo se sacude por las embestidas, los brazos de Shuichi rodean el cuello pálido de Eiri.

 

Él levanta con una mano las caderas del menor, se introduce con fuerza y sale con lentitud, profundizando la penetración de ves en cuando.

 

-Ei…ri…-sujeta el cuello de la camisa del rubio, pega su rostro al largo cuello, se sumerge en miles de sensaciones, dolor, placer, tristeza, aprieta con fuerza los ojos mientras acaba entre ambos.

 

El de ojos dorados apoya una de sus manos en la lápida de mármol, que lo ayuda a impulsarse en el interior de Shuichi. El pequeño se contrae peligrosamente, presionándolo demasiado, un grito grave indica que ha terminado.

 

Su cuerpo cae pesadamente sobre el de pelo rosa, ambos relajan los músculos y se cobijan en el cuerpo del otro.

 

-¿Esto es amor?

 

Eiri se pone de pie, alejándose de Shuichi, no lo mira, se dirige hacia el auto.

 

Shuichi sigue acostado sobre el gras, semidesnudo y cubierto de semen.

 

-Shuichi…¿estás listo?

 

-Sí…-el pequeño se puso la chaqueta roja.

 

Está apoyado en la puerta del mercedes negro, fuma tranquilamente un cigarrillo esperando a Shuichi desde hace varios minutos.

 

Mira al pequeño caminar hacia él, las lágrimas secas sobre su rostro lo hacen parecer una especie de ángel caído. Extiende su mano hacia Shuichi.

 

Ken extendió su mano, el pequeño, sonrió, él avanzó rápidamente y tomó la mano que se le ofrecía.

-Vamos a casa…

 

Shuichi toma la mano del rubio para abrazarse a su cuerpo fuertemente, entierra el rostro en su pecho, el aroma varonil que desprende lo estremece. Algo brillante sobresale de la solapa del saco. El corazón de chocolate…

 

-¿Porqué?...-murmura bajito…

 

-Te amo….

 

Los ojos de Shuichi se abren.

 

.*.*.*.

 


 

 

Notas finales:

Notas finales de Pandora: parezco idiota ._. …agradezco a las que siguieron el fic…y  no sé si se entendió, pero advertí que habría un final abierto…xD…

 

Ah si xD…ya pronto actualizo el beso de plata ^^…y Venus


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