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Pertenencia por Ariisa

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Capítulo III: El tiempo es inexorable, como esta marca.

 

 

 

 

Abrió sus ojos con cautela, esperando encontrarse con las paredes color crema de su habitación, con los pósters de Slipknot, Pantera y Disturb en la muralla.
Pero no. Se hallaba en una habitación distinta. Las paredes eran de madera barnizada y la cama en la que se encontraba era de dos plazas. Había ventanas a ambos lados de la cama y frente a ésta sólo se hallaba un amplio clóset. A los lados de la cama había mesitas de noche con lámparas muy sencillas. No había decoraciones, ni nada por el estilo.

El rechinar de la puerta al abrirse lo alertó y miró con cierto temor hacia ella.
Entró Brian con algo en las manos.
Lejos de calmarse, Zacky comenzó a sentirse aún más nervioso.

- Por fin despertaste.- Dijo, pasándole un tazón con café caliente al chico y dejando en su otra mano un paquete pequeño de galletas.
- Ehhh… gracias.- Respondió al gesto, bastante sorprendido.
- Imaginarás que no tenemos la misma dieta, por lo que no te puedo ofrecer nada mejor. Sólo tengo un par de cosas para alimentar mi cuerpo humano cuando hace falta.- Comentó sentándose a sus pies en la cama, también con una taza humeante en la mano.- Aunque hay cosas que consumo por placer, como el café.
- Es… curioso, creo.- Dijo, sin saber muy bien cómo dirigirse hacia aquel hombre y bajando la vista hacia su tazón.

Bebió el primer sorbo y evitó poner una mueca. Estaba muy amargo, pero al menos caliente, como para hacer funcionar su cuerpo entumecido.
No sabía qué decir ni qué hacer frente a él.

- Tu móvil sonó toda la maldita noche, por lo que lo apagué. Está a tu lado.

El de ojos claros vio sobre la mesa de noche el aparato. Recordó la histeria de su madre y lo que le esperaba cuando la enfrentara.

- Mierda.- Murmuró, suspirando luego.

No se sentía tan bien como para soportar los gritos y acusaciones de esa mujer que, por mucho que quería, desde que tenía 14 había comenzado a encontrarle todo malo y acusarlo sin fundamentos de todo lo que se le podía ocurrir. Que era flojo, que era inconsciente, que era egoísta, que era envidioso, que era… en fin, el peor hijo habido y por haber.
No, no quería tener que escuchar sus gritos.

- Veo que tienes una familia perfecta.- Lo miró y el otro le devolvió una sonrisa sarcástica.
- No podría pedir más.- Respondió, sin sentirse culpable por decir algo así por primera vez. Después de todo lo que había sucedido, se sentía con el derecho de, al menos, despotricar un poco contra su familia. Aunque prefería no hacerlo. La culpa llegó igual, sólo que un poco después.
- Supongo que ahora debes volver.- Mencionó.- No hay clases hoy, pero si no te apareces por tu casa tu madre pondrá un denuncia con la policía, o quizás qué cosa.
- Tienes razón.- Concordó Zacky, mientras abría el paquetito de galletas y se echaba una a la boca. Era deliciosa. Bueno, era eso o que tenía mucho apetito.

Guardaron silencio un rato.
Brian había acabado su café y había sacado una cajetilla de cigarrillos Marlboro del cajón en el velador junto al chico. Lo encendió con un encendedor rojo que sacó de su bolsillo y comenzó a fumar, lentamente. Abrió sólo un poco la ventana, como para que el olor no se impregnara tanto en las cosas.

Zacky miró su brazo derecho completamente recuperado y las suaves líneas rosadas del círculo sobre su piel. Parecían rasguños. Se preguntó si la marca en su cuello aún sería negra o se vería igual que esta otra.

- Yo…- El chico llamó la atención del demonio, que lo miró con algo de desgano.- Bueno, eh… yo me preguntaba, ¿quién eres?.- La comisura derecha del labio del otro se levantó al escuchar la pregunta.
- Pues, aquí soy Brian Haner, pero para los conocidos soy Synyster Gates.- Dijo, dándole una profunda calada a su cigarro.
- “El depredador”.- Pensó Baker, recordando. Lo cual le hizo pensar en otros aspectos.- Espera, los chicos de biología… ellos son…- Lo miró con grandes ojos, un tanto impresionado.
- Ah, ellos.- Sonrió.- Bueno, Jimmy es uno de los míos, The Rev, en realidad.
- ¿Y la chica?.- Oyó un suspiro.
- Leana.- Dijo el de ojos cansados.- Digamos que la “adoptó” cuando ella tenía unos 12 años, o algo por ahí… ese pedófilo.- Y rió.
- ¿Entonces ella es humana?.- Cuestionó, muy sorprendido.
- The Rev nunca fue un buen demonio. Sentía lástima por los humanos.- Espiró algo de humo.- Ella era muy pobre y estaba muy enferma por la pésima vida que llevaba cuando él la conoció. Quiso comerse su alma, pero al fin fue ella quien se lo comió a él.- Brian Haner puso los ojos en blanco.- En fin, ahora ella le hace compañía. Es por eso que te digo que es un muy mal demonio, se permitió el sentirse acompañado y ahora la necesita.
- ¿Eso es muy malo?.- El otro lo miró con ojos curiosos, aunque con cierto brillo de ironía irrefrenable. Era como preguntar qué pasa si dejas de respirar.
- Lo es. Ella es un estorbo. Los demonios son seres solitarios, lo han sido siempre.- Zacky volvió a su tazón y sorbió el último trago que quedaba.- Pero ya no hay nada que hacer. Además, es una buena chica, creo.- Se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

Brian se levantó y tomó el tazón de Zacky, llevándoselo junto al suyo.
De paso, le señaló que el baño estaba al lado.

El chico se levantó, sintiéndose mil veces más liviano que la noche anterior y fue al baño. Se lavó la cara y se miró en el espejo.

¿Qué mierda estaba pasando con su vida? ¿Sería que había entrado en coma etílico y no lo recordaba?

 

Caminó hacia el living comedor de la casita y vio a Synyster apagando el cigarro en un cenicero.
Se observaron por unos instantes.

- ¿Vas a volver?.- Preguntó el que era un poco más alto.
- Creo que sí.- Respondió, sin mucho ánimo, a decir verdad.

El de ojos cansados se acercó a él lentamente y al estar ya cerca, frente a él, le sonrió.
Se acercó un poco más y acarició la mejilla del chico, quien sólo se tensó ante el inesperado contacto.

- Desde este preciso momento comenzaré con mi cometido, ¿ok? Y como mi idea es hacerte muy feliz, te acompañaré a tu casa y calmaré a tu madre.- Ofreció, con voz tersa, aunque sin desprenderse de esa sonrisa que se debatía entre lo cínico y lo confiado.
- Jajajaja.- Rió el otro, quedamente, dejando al demonio un tanto frustrado por esa reacción.- No creo que puedas tratarla, aunque seas un demonio, ella te superará como sea.

Synyster sólo sonrió como respuesta y tomó unas llaves sobre la mesa.

Entonces Zacky pensó, por primera vez, que bien podía ese hombre matar también al resto de su familia. ¿Por qué lo llevaría con ellos?
Era cierto que su familia no era lo que cualquiera esperaba, pero tampoco los podía entregar a manos de aquel sujeto.

- Volveré solo.- Dijo, de pronto, haciendo que el mayor se volteara a verle y descubriera su cara de preocupación, imposible de disimular.
- ¿Y sabes cómo?.- Cuestionó, y el otro supo que su idea había sido más bien… pésima.- Descuida, Zacky, escojo muy bien mis víctimas, pues no todas me placen. Por lo que estaré concentrado en ti. No le haré nada a tu familia, si es lo que te preocupa.

Zachary lo observó impresionado. ¿Había sido acaso muy obvio al decir aquello?
Desvió su mirada, ligeramente frustrado.

- Vamos.- El demonio se posicionó a su lado y, tomándolo por la cintura, lo guió hacia fuera.

El chico no se sentía nada cómodo con Brian tomándose esas libertades ni acercándose tanto.
El problema era que no sabía cómo reaccionar o cómo decirle que aquello no le gustaba.

Caminaron hacia un costado de la casa, donde había una moto.
Brian se subió y la encendió, y le hizo un gesto al chico para que se subiera también.

- Ah, toma.- Le pasó un casco, el cual nunca ocupaba, pero tenía para cuando debía fingir que era un buen chico que cumplía las reglas. Lo último que buscaba era que le pusieran un ojo encima.

Zacky se lo puso y se subió. No se sentía cómodo al tener que pegarse a Gates, pero cuando éste comenzó a avanzar lo hizo de igual modo, sintiendo miedo de salir disparado por los aires en cualquier instante y quedar con algún extremidad rota. Como si el dolor de la noche no hubiese sido suficiente.

- ¿Vives en…?.- Escuchó que el mayor le preguntaba, cuando iban lentamente por un camino de tierra muy angosto por el bosque.
- San Sebastian.
- Igual que una excelente canción.- Comentó. Zacky se preguntó de qué canción estaría hablando.

En unos minutos llegaron a la casa del muchacho, gracias a sus indicaciones. Zachary estaba sorprendido por lo mucho que había caminado la noche anterior sin darse cuenta.
Brian se detuvo una casa antes de la suya y se bajaron de la moto. El menor le devolvió el casco, que quedó sobre el asiento.
Zacher ya estaba pensando en que tendría que soportar una gritería de una hora y luego, si tenía suerte, podría alcanzar a tomar una pastilla para el dolor de cabeza y subir a su habitación.
Suspiró.

- Quédate aquí.- Dijo el demonio.

Antes de poderle reclamar nada, el otro ya había tocado el timbre.
Zacky sintió abrirse la puerta de su casa, a pesar de no poder mirarla, puesto que estaba aún a un costado de la moto.
Oyó a su madre preguntar desde la puerta un “¿Qué buscas?” y como Synyster, muy cordialmente, le decía ser su compañero y que necesitaba hablar con ella.

Fue como si sintiera el aura negra de su madre y ya se imaginaba su cara molesta.
Aún así, la mujer se acercó al otro y abrió la reja, dejándolo entrar junto a ella hasta dentro de la casa.

¿Qué pensaba hacer el demonio?

Zacky comenzó a dar vueltas en círculos, preocupado.
Probablemente había hecho lo peor que se le podría haber ocurrido. ¿Quién llevaría semejante peligro hasta su propio hogar?
Qué imbécil, ¡qué idiota!
Comenzó a angustiarse y las palmas de sus manos comenzaron a sudar.
Estaba a punto de entrar él también, cuando vio a Gates salir sonriente, y solo.

Se quedaron mirándose fijamente, el más alto con una sonrisa simple pintada en la cara.
Brian se acercó a él y puso sus manos en sus caderas. Le dio un beso en la mejilla, logrando que el otro se tensara notoriamente.

- Te veo luego.

Luego lo vio marcharse rápidamente.


Se quedó unos instantes observándolo irse, procesando lentamente lo ocurrido.
Pronto recordó a su madre y entró velozmente a su casa, puesto que la puerta de afuera había quedado abierta.

Dentro, se encontró con su madre terminando de preparar el almuerzo en la cocina.
La mujer se giró al oír los pasos y se quedó mirándolo reprobatoriamente.

- No hablaremos del tema, Zack, pero que sepas que no vas salir en todo el fin de semana.- Se giró para volver con el sofrito que estaba cocinando.- Sube a tu cuarto y cámbiate, te llamaré para comer.

Zachary asintió, aún si ella no lo veía, y se dirigió a las escaleras para subir lentamente por ellas, confundido.

¿Qué había hecho Brian Haner?


Ya en su cuarto, sacó ropa limpia de la cómoda y, posteriormente, fue al baño para ducharse.
Al sacarse la polera se fijó en la marca en su cuello. No había nada. Ni siquiera habían líneas rojas como en su brazo.
Pasó sus dedos suavemente y percibió que aún dolía un poco si lo tocaba, aunque el dolor era mínimo en relación a lo que había sufrido la noche anterior.

Dejó que el agua tibia relajara sus maltratados músculos y lo dejara descansar.
Quería olvidarse un momento de todo, por lo que comenzó a tararear una canción y recordar sus días en Huntington Beach. Recordaba el cómo, junto a todos sus amigos, molestaban a Johnny y cómo Matt, otro amigo, estaba emocionado pensando en formar una banda, proyecto que nunca lograron concretar.

Se secó el cuerpo y el cabello con una toalla, descubriendo que, en realidad, todo le dolía, pero no lo notaba puesto que si lo comparaba con lo que había tenido que soportar, esto apenas era perceptible.

Se vistió y volvió a su cuarto. Se estiró sobre la cama y cayó en un profundo sueño.

 

Synyster Gates apareció en sus sueños, con una sonrisa imborrable.
Lo acompañó, caminando con él a través de las calles de Norwich, en busca de su padre.
El cielo se oscureció y de él gotas de agua cayeron, como una cortina suave y ondulante con el viento, que iba cobrando fuerza.
Las hojas amarillas, naranjas y rojas de los árboles se desprendían y bailaban alrededor suyo, formando un pequeño tornado.
Gates se alejaba y junto con él todo a su alrededor se iba alejando.
Iba quedando solo en un desierto de cemento y se sentía completamente abandonado en la inmensidad de una nada inerte.
Sin voz, comenzaba a correr hasta que la ciudad se volvía una planicie, y ésta un bosque.
Al llegar junto a un río, el demonio se encontraba sobre una piedra de gran tamaño.
Corría a abrazarlo, sintiéndose aliviado de, por fin, hallar algo conocido nuevamente.

Gates lo sentó en su regazo y lo abrazó, comenzando a besar se cuello, y él respondía cómodamente ante la calidez. Pasaba sus brazos por el cuello del otro y pegaba sus cuerpos.

Synyster se alejaba para observarlo y sus ojos se oscurecían hasta perder todo el color, quedando delineados por una sombra violeta. Su cuerpo cambió y ya no era él.
El monstruo que le sostenía, lo apretaba fuertemente, robándole el aliento, y llevándolo al espanto.

 

- ¡Zack, Matt, bajen a comer!.- Escuchó el eco de la voz de su madre y recuperó la consciencia, sentándose en la cama con tal rapidez, que sintió como si la cabeza le diera vueltas.

Friccionó sus ojos con las manos y se levantó para bajar a almorzar.
Ignorar esa estúpida jugarreta de su cerebro era la mejor opción. Nada en ese sueño había tenido sentido, NADA.

Mientras bajaba los escalones pensaba en que, si no era la persona con peor suerte del mundo, entonces se apiadaba de quien la tuviera.

Notas finales:

Dracu-sama, este capítulo es tuyo, a pesar de que ya sabías lo que iba a suceder. Te lo resumí en una frase... sí, le falta gracia, lo sé. Pero es una transición ^^U

Gracias... si alguien lee ._.


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