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El sindrome de Estocolmo por Cucuxumusu

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Ludwig presiono su boca contra la de Gilbert intensamente, como si no pudiese contenerse por más tiempo y necesitase urgentemente sentir los labios del otro sobre los suyos. Gilbert por su parte, comenzaba a marearse ante la velocidad a la que sucedían los acontecimientos.

Habían caído al suelo cuando Ludwig se había lanzado sobre el y la silla había volcado hacia atrás. La vajilla nueva de cristal estaba hecha añicos aun con la comida caliente, en el suelo.

“Mierda” pensó Gilbert al verla esparcida por el suelo.”Con lo cara que es”

Pero su sufrimiento por la vajilla no duro mucho cuando Ludwig volvió a lamerle con ansias la boca, pidiéndole, con la forma de expresión más antigua del mundo, que la abriese. Un agradable cosquilleo recorrió el estomago de Gilbert ante la sensación y dejando de pensar, aferró el cuello del rubio encima suyo y junto sus bocas en el ansiado beso.

Fue como una erupción volcánica. Ambos cuerpos se calentaron mientras intercambiaban mordiscos y lamidas. Danzaron al unisonó en un baile que cada vez se volvía mas demandante y apasionado.

Cuando se separaron fue como si el mundo acabase en aquellos momentos y sin tregua volvieron a la carga en otro demandante beso. Lenguas chocando violentamente como si de una pelea se tratase,  el sabor a cerveza amarga de la cena inundando sus bocas, ambos quedándose sin aire pero incapaces de parar aquello. Era el paraíso y el infierno al mismo tiempo.

Ludwig se separo bruscamente. Si seguían así iban a acabar muertos por asfixia. Miro a Gilbert bajo él que se relamía la boca le miraba intensamente con aquellos ojos rojos, como un depredador validando la calidad de su presa. Tan jodidamente sexy.

-De…deberíamos ir a la cama- sugirió totalmente necesitado.

-Luego- gruño Gilbert y le empujo contra su boca de nuevo. A la vez se impulso sobre un brazo y rodaron  sobre el suelo lleno de cristales que tintinearon peligrosamente.

Gilbert se sentó sobre el menor en una posición que considero cómoda y sin apartar la mirada ni un milímetro del otro comenzó a desnudarse, quitándose la fina camisa por la cabeza, con un gesto lánguido y seductor intentando excitar al otro.

Ludwig trago saliva al observarle. Tan tentador y erótico. Y su cuerpo…. Su piel era tan pálida que casi se camuflaba con la pared de detrás, parecía tan suave, tan fina, tan sensible. Era la piel perfecta para dejarla llena las marcas, para dejar constancia de a quien pertenecía. Sus pupilas de contrajeron y la boca se le seco al siquiera imaginarse los que iba por venir.

Gilbert sentía al otro bajo suyo excitarse por momentos y sonrió complacido, le iba a hacer pasar la mejor noche de su vida.

Se inclino y acorralo al otro entre su cuerpo y el suelo lleno de cristales, sus bocas volvían a estar a milímetros y sus ojos se enfrentaban mutuamente, retándose a hacer algo.

Ludwig volvió a intentar besarle pero él se alejó evitando sus tentadores y duros labios indicándole que se estuviese quieto y a la vez burlándose de su necesidad. El menor frunció el ceño pero al final obedeció y se dejo hacer.

Y entonces Gilbert aprovecho la oportunidad. Sin preliminares, sin más besos ni caricias apresó la longitud del otro entre sus heladas manos.

Ludwig dio un respingo y no pudo contener un gemido que se escapo de su garganta, cerró los ojos y se aferro al brazo de Gilbert intentando contener la placentera sensación y no montar una escena.

-¡Gilbert!- se quejó.

Pero el otro simplemente comenzó a mover la mano sobre el sin despegar la mirada de la cara del otro, que intentaba contener los gemidos mordiéndose el labio provocativamente y comenzaba a sonrojarse y a acelerar su respiración.

-¿Te gusta?- pregunto arrogante el albino.

Le encantaba, Ludwig se retorcía de placer bajo el otro sin poder contenerse. La mirada roja e intensa sobre su persona no hacia mas que encenderle y la mano en su…oh dios mío la mano en su entrepierna, Gilbert era jodidamente bueno en eso.

Pero había algo que fallaba aquello no era  lo que había esperado hacer.

-Gil…bert espera- pidió agarrándole del hombro y empujándole hacia atrás.

Pero el otro hizo justamente lo contrario, acelero aun más el ritmo sobre aquella zona y coló la otra mano bajo su camisa empezando a acariciar su pecho y sus pezones. Ludwig comenzó a gemir cada vez más fuerte. Aquello era como una deliciosa tortura.

-Nnho…espera-

- Por dios, cállate y disfruta enano-

Y Gilbert entonces cogió la camisa del otro y de un tirón la rompió dejando su pecho completamente desprotegido. Comenzó a lamerle el cuello como si fuese el mejor trozo de chocolate y fue bajando lentamente por la clavícula hasta llegar a sus fuertes pectorales. Lamia, chupaba y succionaba como si el mundo se fuera a acabar mañana. Y es que dios, aquel chico era como un dios griego de esos que tanto le gustaban a Francis.

Ludwig por su parte se estaba perdiendo a si mismo, quería hacer algo pero no se acordaba de que. Hacia demasiado calor y todo su cuerpo comenzaba a tensarse como un tambor. De su boca escapada de todo menos palabras decentes por culpa del albino que le estaba volviendo loco: el ritmo frenético de la mano sobre su intimidad, aquella boca que lamia exactamente sus puntos débiles y le hacia arquearse sobre si mismo, cada vez mas rápido, mas fuerte, mas caliente. Gilbert le mordió un pezón fuertemente.

Y no pudo más.

Sintió un latigazo, como si el tambor de repente se hubiese roto. Miles de luces inundaron sus ojos y se derramó cálidamente sobre el mayor, arañándole la espalda, arqueándose sobre el cortante suelo, gritando, sintiéndose totalmente liberado.

-Ahh- inspiro al rato en busca del tan ansiado aire y recuperando lentamente la consciencia.

Gilbert seguía sentado sobre él y le miraba divertido aun desnudo, mientras se relamía la mano llena de una sustancia blanca.

Ludwig enrojeció.

Gilbert se rio divertido y acercándose le revolvió los cabellos cariñosamente.

-Buen chico- le murmuro sensualmente contra la oreja.

Y Ludwig se enfado. Se irguió y cogiendo al otro de la cintura se levanto cargando al otro cual saco de patatas. Sin dudar, comenzó a andar en dirección a la habitación.

-Esta me la pagas-

Al llegar a la habitación arrojo a Gilbert sobre la cama y se tendió sobre al sin darle tiempo a protestar, uniendo sus bocas de nuevo en aquel hipnotizante beso y aprovechando el instante se sorpresa del otro, para inmovilizándole con su propio cinturón atándole las manos al cabecero de la cama.

Ni cerro la puerta, ni cortinas, ni siquiera le preocupo que la cama chirriase, tenia otras cosas mucho mas placenteras en mente.

Sin separar su boca de la de Gilbert se quito lo que le quedaba de camisa y se desabrocho el pantalón. Luego hizo lo mismo con Gilbert que de repente había perdido toda su arrogancia y comenzaba a sonrojarse y a respirar entrecortado bajo el, completamente sumiso.

Y es que Ludwig en aquel momento era la personificación de la palabra lujuria. Tenía una mirada intensa y escrutiñadora que lo le auguraba nada bueno a su persona, es mas estaba comenzando a preocuparse por su propia integridad debido a la mirada nada sana que le mandaba el otro. Pero eso no era todo, Ludwig tenía el pelo revuelto y los labios rojos de tanto beso, su respiración caliente chocaba contra su mejilla y poco a poco comenzaba a excitarse. Estaba totalmente a su merced, atado, aprisionado bajo el otro, vulnerable, sumiso y el otro estaba claro que no pensaba hacerle cosas bonitas.

Gimió entre besos. Verle así, tan dominante y posesivo le estaba excitando demasiado.

-Lu..Ludwig- intento llamarle entre besos, pero el otro simplemente le ignoro con una sonrisa de medio lado como única respuesta.

Y entonces se dio cuenta de que estaba completamente desnudo. Su pantalón había desaparecido por arte de magia junto a su camisa y el no se había dado ni cuenta. Trago saliva.

El otro entonces se presiono aun mas contra él, dejándole sentir su propia erección contra la suya a través del fino pantalón.

-Ahha - suspiro sin poder evitarlo, aquello se sentía tan bien, tan grande, tan duro.

Ludwig le miro, con aquellos ojos serios que le hacían estremecerse y querer gritar que, por favor, le violara de una maldita vez.

-Gilbert- susurro el otro juntando sus frentes- lo siento pero ya no puedo mas, voy a hacerte mío lo quieras o no- su voz era ronca y profunda. Otro escalofrió recorrió su espina dorsal al oírla.

-Idiota- le respondió- como si pudiese no quererlo-

Y a partir de entonces no volvió a decir nada coherente hasta el día siguiente.

Ludwig le comió la boca de nuevo, bajo por su cuello dejando aquellas marcas rojas que llevaba un rato queriendo hacer, una muestra de a quien pertenecía. Cuando llego a sus pezones se deleito en ellos todo lo que quiso y fue de todo menos delicado, mordió y pellizco y succiono hasta que Gilbert le suplico que parase entre gemidos. Él a regañadientes obedeció, porque podía haberse quedado toda la noche lamiéndolos y observando las reacciones del otro.

Recorrió su abdomen con besos y lamidas delineando cada línea de los abdominales sobre la blanca piel. Memorizando cada curva y surco, introduciendo su lengua en el ombligo, mordiendo y acariciando cada milímetro de piel a su paso.

Y entonces llego a su destino.

Gilbert le miraba suplicante, pidiéndole más, con su mirada rojiza. Seguía con las manos atadas sobre el cabecero completamente a su merced, los labios rojos y húmedos de los beso, y el pelo revuelto de tanto arquearse sobre el colchón gimiendo. Tenía todo el tronco surcado de manchas rojizas que le clamaban como su dueño y la entrepierna palpitante pidiéndole por atención.

Le encantaba verle así, tan suyo, tan sumiso y rendido al placer, mostrándole aquella faceta que nunca había visto.

Soplo sobre su vulnerabilidad y Gilbert volvió a gemir sonoramente arqueándose sobre el colchón, dejándose llevar por el placer que le embargaba. Ludwig sonrió, ni siquiera le había tocado y volvía a retorcerse de placer. Aquello iba a ser muy interesante.

De repente igual que había hecho el otro antes, se introdujo al otro en la boca de golpe. Gilbert abrió los ojos y gimió aun mas fuerte mientras latigazos recorrían su espina dorsal.

-Mnng…-

El otro comenzó a moverse sobre el sin tregua, succionando, enroscando su lengua en torno suyo y mordisqueando delicadamente intentando no hacerle daño y darle todo el placer que podía. Lentamente, acelerando progresivamente, entrando y saliendo mientras el otro se retorcía y luego volviendo otra vez al ritmo suave y calmado. Torturándole para su propio delite.

-Lud…- intentó decir el otro al rato- me voy a… ahh…ya no…-

Y Ludwig detuvo todo movimiento impidiéndole llegar. El mayor soltó un lamento y cerro los ojos fuertemente intentando contener aquella sensación palpitante. Dios como dolía. 

Cuando el dolor remitió un poco miro al menor con cara suplicante.

-Por favor- lloriqueo- no pares-

Ludwig le dio un beso en la frente de disculpa y se tumbo sobre él suavemente a la vez que le levantaba las caderas con un brazo y le introducía dos hábiles dedos.

Gilbert protesto incomodo e intento morderle el cuello en venganza  mientras cerraba los ojos y se retorcía dolorido. Su entrepierna aun palpitaba gritando por atención.

-Relájate- le sugirió el otro contra su oído.

-Como…si…nng…fácil-

Y Ludwig apiadándose de él, volvió a frotar su necesidad,  y al rato Gilbert volvía a estar gimiendo y suplicándole por más.

-Ludwig- murmuro contra su oreja mordiéndola, gimiendo contra ella- por faahvor… te quiero dentro-

Y Ludwig no pudo contenerse más y obedeciéndole saco los dedos y empujo dentro del otro.

Estuvo a punto de acabar allí mismo. Él otro el  era tan cálido, tan estrecho, le apretaba tan fuertemente, como si quisiese que se quedase allí para siempre que le costo un buen rato poder pensar de nuevo. Miro a Gilbert bajo él que tenía una cara de dolor, y a la vez de puro placer, el pelo se le pegaba a la cara por el sudor y de su boca salían pequeños gemidos.

Con un ultimo pedazo de conciencia le desato las muñecas y le dejo libre. Gilbert entonces se pego a él abrazándole por el cuello y juntando sus pechos ardientes,  notaba su respiración agitada, su necesidad contra su estomago aun aprisionada por su mano, le sentía apresándole fuertemente en su interior, sentía sus latidos acelerados sincronizados con los suyos.

-Muévete- ordeno el albino.

-Pero todavía…-

-¡Hazlo!- grito.

Y para recalcar sus palabras comenzó a mover el sus propia cadera penetrándose el mismo.

Otro latigazo volvió a recorrer el cuerpo de Ludwig y rugió ruidosamente.

Agarro a Gilbert y le presiono contra el colchón y su cuerpo dejándole sin espacio para respirar. Con una mano agarro su miembro y comenzó a simular embestidas al ritmo que el entraba y salía. La cama chirriaba desquiciada y la habitación se lleno de sonidos obscenos.

Gilbert gritaba a pleno pulmón pero no de dolor sino de placer. Nunca lo había hecho así, tan bestia, tan salvaje. Dios le encantaba. Se aferró a Ludwig desesperado. Ludwig le embestía. Frenéticamente. Cada vez más rápido. Se besaron apasionadamente.

Y estallaron a la vez, compartiendo el mejor orgasmo de sus vidas.

 

 

 

 

Cuando Gilbert se despertó se encontró encerrada una jaula de puro musculo y calor asfixiante, notaba la respiración del otro contra su nuca tranquila y cómoda. Sonrió feliz al recordar lo que había hecho la noche anterior aunque estaba un poco asustado por los alaridos que había pegado. Menos mal que no tenían vecinos, porque pensaba repetirlo.

 Intento removerse dentro de la pequeña prisión que formaba el otro con sus brazos para tener una mejor posición. Nada. Intento entonces liberarse delicadamente, se estaba empezando a agobiar y quería salir para comenzar a preparar el desayuno y hacer algo productivo.

Imposible. Estaba completamente atrapado por el otro, aunque no le importaba del todo. Debía padecer lo que Francis denominaba síndrome de Estocolmo, cuando el encarcelado se enamoraba del carcelero o algo así. Sonrió tontamente dándole vueltas a la idea. Ludwig, con unas esposas y un traje de policía… Tal vez debería convencerle para que entrara en el cuerpo alemán de protección ciudadana, los uniformes definitivamente le quedaban bien.

Sacudió la cabeza olvidando sus fantasías y volvió a intentar liberarse, esta vez aplicando mas fuerza.

Definitivamente imposible. Bufo molesto.

-Estúpida mole de puro musculo-

-Ayer no me decías lo mismo- se burlo una voz contra su oreja.

-¿Estas despierto?- pregunto mientras en su mente se golpeaba mentalmente contra una pared y su cara tomaba un color rojo granate.

-Sip- dijo el otro apoyándose sobre un brazo para poder verle la cara. Gilbert intento esquivar su mirada por todos los medios con los que fue capaz.

- Lo siento- se rindió.

-Lo dudo, pero lo sentirás- dijo con una mirada que insinuaba de todo.

“Creo que estoy malcriando a este niño” pensó Gilbert en estado de lucidez.

-Bueno y ¿que haces despierto a estas horas? Normalmente te despiertas bien entrada la mañana- pregunto Ludwig con un deje de fastidio, mientras se levantaba y buscaba su ropa.

Su plan había sido quedarse toda la mañana en la cama con el otro, viendo como dormía, abrazándole y… Dios mío, se estaba convirtiendo en una adolescente hormonada, necesitaba una buena sesión de gimnasio y una jarra de cerveza urgentemente.

-La verdad es que siempre me he levantado a estas horas…pero bueno...Antes, simplemente fingía que estaba dormido- murmuro rascándose la cabeza y mirando hacia un lado en busca de su ropa.

-¿Que?- pregunto el otro incrédulo.

-Pues… eso-

-Espera, espera… Entonces el primer día, cuando intente levantarte y tu intentaste besarme ¿Estabas despierto?-

Gilbert se quedo inmóvil con el brazo en la cabeza, sus ojos se abrieron de la sorpresa y volvió a enrojecer aun más, ante el descubrimiento del otro.

-No…no pienso contestar a eso-

Ludwig estallo en carcajadas y le revolvió el pelo complacido.

-Bueno, bueno…-luego cambio de tema- ¿que quieres hacer hoy?-

Una sonrisa maligna surco la cara de Gilbert y Ludwig le miró curioso.

-¿Sabes lo que es una broma telefónica?- pregunto con un aura maligna rodeándole. Se levantó de la cama ignorando el dolor punzante en su trasero y cogió su ropa.

-¿Broma telefónica? Yo había pensado en algo mas…- su mente voló hacia sus fantasías que incluían a un Gilbert desnudo  y unas esposas.

Observo a Gilbert frotarse el trasero dolorosamente mientras marcaba en el aparato de teléfono con una mirada macabra. Tal vez debería esperar un poco, hasta por la noche o así.

Se acerco al albino con una sonrisa y un plan en su mente, mientas este gritaba a un Holandés en un mal fingido acento Español que era un degenerado y que le odiaba profundamente.

 

 

FIN

Notas finales:

Sorry por el retraso señores, pro hacer un lemon es complicado y weno nunca me ponia... U.U

Nu se si me a quedado del todo bien, hacer lemon es complicado, si teneis alguna duda o no he contestado a algo comentarlo y os lo intentare responder.

Weno creo que aqui se acaba la historia T.T a lo mejor algun dia hago algun capitulo extra con las otras dos parejas pro ya se vera...

Muchas gracias a los que habeis leido este fic y a los que habeis dejado reviews os lo agradezco mucho wapos.

Un beso mu fuerte a todos n.n


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