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Pertenencia por Ariisa

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Notas del capitulo:

Pues bien, no creo que lean esto, así que mejor luego lean las notas finales! :3

Disfruten! c:

Capítulo XI: Este es el tipo de juegos que se juega de a dos.

 

 

 

You know I make you wanna scream 

Tú sabes que quiero hacerte gritar 

 

You know I make you wanna run from me baby 

Sabes que quiero hacerte escapar de mí

 

But now it's too late, you've wasted all your time

Pero ahora es muy tarde, has malgastado tu tiempo

 

Relax while you're closing your eyes to me 

Relájate mientras cierras tus ojos para mí


So warm as I'm setting you free

Tan cálido en tanto te libero

 

With your arms by your side there's no struggling

Con tus brazos en tus costados no hay forcejeos

 

Pleasure's all mine this time

El placer es todo mío esta vez

 

- Scream

 

 

 

 

Syn había tenido razón. Había tenido razón desde el primer momento, en todo. Aquella vez, cuando había decidido entregarse al demonio, había pensado que obtener tan delicioso placer era la forma más simple de ser feliz, y estaba dispuesto a entregar su alma sin ningún tipo de objeción con tal de sentirlo en carne propia con la intensidad que el otro le había prometido. Pero había sido iluso, un idiota, en realidad…

 

— En qué piensas, ¿eh? Haces que quiera leer tu mente —la repentina voz de Syn en su oído ya no lo sobresaltaba, al menos no en el mismo sentido. Ahora su corazón aceleraba de igual manera, pero presa de la ansiedad y de un anhelo imposible de satisfacer. Que sólo se le acercara no le parecía suficiente, para nada.

 

— Serás un demonio, pero sé que no puedes hacer eso —sentenció, sonriendo ante la cara seria que le devolvía su acompañante.

 

Gates se paró a su lado y lo tomó de la mano, acompañándolo en el camino de regreso a la clínica. Hoy daban de alta a su hermano y habían decidido ir todos a encontrarlo.

 

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó, mientras miraba sus dedos entrelazados. Este era el único gesto "romántico" que el mayor había adquirido con el tiempo.

 

— Vine a cazar. Tengo hambre —se pasó la lengua por los labios, al mismo tiempo que le dedicaba una de esas miradas mortales. Sin embargo, ya no tenían el mismo efecto sobre Zacky. Ahora las amaba, especialmente cuando eran exclusivamente dirigidas a él, y no lo perturbaban como antes.

 

— ¿Me vienes a comer a mí? —Cuestionó, con sonrisa traviesa, juguetón.

 

— No me tientes.

 

En algún punto había ido perdiendo las inseguridades y ganando confianzas. Syn no parecía molestarse por eso y él se sentía bien. Había recuperado esa parte que tanto le gustaba de sí mismo, aunque el proceso no había sido tan simple como había creído en un inicio. Y no era que el otro hubiese dejado de representar un peligro, ni mucho menos. Ahora estaba plenamente consciente de que iba en una cuenta regresiva que pronto acabaría. Y ya vislumbraba el fin. Pero esa era sólo otra razón por la que seguir disfrutando.

 

— Como sea, no escogiste venir hoy por casualidad —el mayor se detuvo y giró un poco la cabeza, hasta darle un pequeño beso sobre los labios.

 

— Conmigo nada funciona al azar, lo sabes, ¿no? —Y su sonrisa ensanchaba, como siempre.

 

Caminaron otro tramo, juntos. Estaban en el inmenso parque tras la clínica en la que su hermano había hecho su rehabilitación, o como fuese que nombrasen al tratamiento. Había ido a caminar un poco, puesto que había llegado algo más temprano de lo acordado. Sólo había estado dando vueltas por ahí cuando el otro había aparecido como evocado por sus pensamientos.

 

— Pero en serio vengo a cazar. Iré a darme una vuelta por el casino de juegos, por ahí siempre encuentro a mis víctimas predilectas —sabía que hablaba en serio, pero por alguna razón desconocida no lograba asustarse.

 

— Intenta que no sea una persona buena, ¿quieres? —Dijo, con la misma voz con la que una madre le pide a un hijo que se porte bien.

 

— Los buenos no me gustan —sonrió y le robó un último beso—. Saludos a Matt. Nos vemos el sábado.

 

Syn desapareció en cuestión de segundos.

 

El sábado sería su graduación. Aún no creía que el año académico hubiese transcurrido tan rápido, pero llegaba a su fin, ya estaban a principios de Julio. El hecho de que tuviese la sensación de que el tiempo había volado se lo atribuía a la presencia de Synyster Gates, alias Brian Haner, en su vida. Tras su primera cercanía, Zacky no se explicaba qué más tendría Syn para ofrecerle a excepción de una sesión de sexo real. Pero se había equivocado, no mucho sobre qué hacer en su tiempo con Syn, pero sí en relación a qué tan alto podía aspirar. Siempre había más placer por obtener. Y siempre, siempre había más felicidad por encontrar. Tal vez "felicidad" no fuese el término correcto a emplear, era más bien un tipo de obsesión insana por él, un delirio… Estaba enamorado, por supuesto, aunque no de la manera más convencional. Sabía que no era un sentimiento recíproco, pero el sólo hecho de obtener sus caricias y su tiempo, le hacían sentirse en el paraíso. Aunque ése tampoco fuese un término correcto de usar, porque un paraíso con demonios no tenía mucha coherencia. En fin, no tenía importancia alguna.

 

Meses atrás se había creído fuerte, pensando que estaría satisfecho con recibir sus cariños y parte de su atención, de tal modo que podría afrontar el final sin mayores problemas, pero cuando el demonio había decidido ponerlo en el puesto no.1 de sus prioridades y complacerlo con su cercanía, se dio cuenta que estaba justo en la posición en que el otro lo había querido desde el principio. Estaba enamorado, fascinado, vuelto un completo imbécil por él… lo único que lo unía al mundo real de tanto en tanto era la preocupación por su hermano, pero ni aún así eso había logrado convertirse en un "pero" ante su sensación de felicidad.

 

Estaba a su lado cada vez que lo necesitaba, incluso cuando él no daba señal alguna de quererlo cerca. Y no era que el mayor hubiese decidido volverse un romántico, ni mucho menos. No habían palabras bonitas, sino meras alusiones a lo que su propia persona provocaba en su víctima. No habían regalos ni presente alguno, con suerte le había dado una cajita de parches curitas en algún momento con el único fin de hacerlo avergonzarse y recordarle que era el tipo con peor suerte del mundo. No había caricias delicadas que demostraran adoración, sólo en extrañas ocasiones en las que el otro se daba perfectamente cuenta de que las necesitaba para seguir preso en esa mentira y no despertar. Le había dicho que si lo tomaba de la mano era sólo para evitar que se cayese, ya que muchas veces había tropezado en las contadas ocasiones que habían salido a caminar juntos, porque no quería tener que acercarse a un rostro marcado por un golpe o un rasmillón. Incluso más allá de eso, era perfectamente consciente de la sonrisa de satisfacción de Syn luego del sexo, cuando se felicitaba a sí mismo por tan buen trabajo manteniéndolo bajo sus redes.

 

Y ni aún así él podía evitar aferrarse a él con desesperación… ¿Era eso posible? Lo era, desgraciadamente.

 

Pero a veces, muy de vez en cuando, le decía algo que lo reconfortaba, y siempre estaba junto a él. Desde el incidente de su hermano nunca lo había vuelto a dejar solo o a desaparecer de su vida por más de dos días. Su constante e imperturbable presencia a su lado era la base de ese amor insano que le tenía, sin dejar de lado la atracción física y su fascinación por su sonrisa confiada. Y ahora, para rematar, su vida tenía fecha de expiración. Al día siguiente, tras la fiesta de graduación, Synyster Gates tomaría por fin su alma y se desharía de él por siempre. Y no era que él mismo se lo hubiese dicho, claro que no, pero estaba seguro de que ya no habría nada más que pedir. Y aún así no podía dejar de quererle… Su hermano estaría libre y en casa, intentando reacomodarse en su propia vida. Sus padres, que habían dejado de incordiarle desde ese trágico sábado por la noche, estarían felices y calmados por fin, con el hijo menor de vuelta en casa y con el mayor graduándose. Era el final perfecto para un capítulo, para una historia completa. Y él no tendría ya nada de lo que quejarse ni preocuparse, tendría a su hermano sano y de vuelta, a sus padres calmados y a Syn a su lado. Y no estaba permitido para él ser tan feliz, así que sin duda ésa era su fecha límite. Pero, a pesar de todo, estaba tranquilo. No negaba que le dolía horrores la idea de saber que durante todo el tiempo había sido una pieza de un entretenido juego, pero aún a pesar de ello, estaba consciente de que sólo quizás nunca hubiese podido saborear el alucinante sabor de una felicidad sin sentido. Y aunque sabía que iba a ser insoportablemente doloroso el final, estaba conforme.

 

Y es que Syn le había enseñado la fórmula perfecta, no se podía amar tanto y ser tan feliz sin tener constantemente un dolor de igual intensidad con el que poder contrastarlo. Bien se dice que sin odio no hay amor y sin tristeza no existe la felicidad.

 

 

 

 

Matt fue bien recibido por su familia y despedido con cariño por una de las enfermeras, razón por la cual Zacky llegó a la conclusión de que esa cara de tristeza camuflada de su hermano bien podía deberse a aquella muchacha. Se sintió tranquilo de poder abrazar a su hermano y que éste le correspondiera, era como haber vuelto en el tiempo dos años y medio, cuando aún eran tan unidos. Su madre se aguantaba las lágrimas… no entendía muy bien sus reacciones, pero al menos la mujer parecía feliz. Y su padre, como siempre escueto y poco expresivo, se veía tranquilo por fin, como sacándose un tremendo peso de encima. Muy poco le importaba el que sus padres sintieran que compensaban sus errores, pero si gracias a ello era que últimamente no molestaban, incluso les alentaba a vivir la fantasía de que la vida entera juntos podía rearmarse mágicamente a último minuto.

 

Hubo mousse de chocolate al final de la cena, el postre favorito de Matt, y así fue como la familia Baker celebró que todos sus miembros estuviesen de nuevo reunidos.

 

 

 

 

El sábado se levantó temprano, puesto que la ceremonia de su graduación sería en la mañana. Gracias al cielo fue breve y recibió su certificado sin ser mencionado por nada en particular. Su familia preparó una comida especial para él como lo hicieran la noche anterior para su hermano. Era extraño verlos a todos tan calmados y conformes, pero sabía que sólo sería así al principio, que con los días todo volvería a ser igual de frío que siempre. Por eso mismo estaba bien haber vivido esos dos días que parecían irreales junto a su familia, fingiendo ser lo que no eran, porque un último recuerdo agradable, aunque falso, podría llevarse consigo.

 

A las cinco, Zacky les avisó a todos que saldría a juntarse con unos compañeros para celebrar su momentánea "libertad" y que volvería a eso de las diez. La cara de su madre mostraba que no estaba de acuerdo, que prefería que se quedase con ellos en casa, pero un extraño intercambio de miradas con su esposo la hizo suspirar y murmurar entre dientes un "está bien". Tal vez por fin la comunicación y el sentido común llegaban a su familia, era una lástima que no iba a estar allí para presenciar en vivo esa nueva etapa en la vida de los Baker.

 

Salió de casa y se fue caminando por las grises calles de Iviesfield, hasta topar con el límite del bosque. A los segundos de haberse internado entre los árboles y la maleza, las manos de Syn le rodearon y la calidez de la cercanía de su cuerpo lo acompañó hasta llegar a la cabaña.

 

— ¿Qué se siente haber terminado el instituto, Syn? —Preguntó, sonriendo ante la expresión cansina en el rostro del demonio.

 

— Creo que este año aprendí muchas cosas sobre los humanos que no me interesan ni me importan.

 

— ¿Por qué decidiste entrar a una escuela, si se puede saber? Siempre he querido preguntártelo.

 

— En parte curiosidad —dijo, en tanto le pasaba una cerveza y se sentaba a su lado en el sofá—. Jimmy acompañó a Leana en el instituto todo este tiempo, ya sabes, para cuidarla —rodó los ojos—, y siempre hablaba de lo entretenidos que son los adolescentes. De lo fácil que es manipularlos y todo eso. Aparte, no seré un íncubo, pero el sexo sí me atrae y una forma fácil de conseguirlo es ir a las fiestas de estos perdidos, ¿no crees?

 

Zachary alzó una ceja y Brian sonrió. Luego el menor sólo suspiró, mientras negaba con la cabeza, y sorbía de su cerveza.

 

— Así que ningún fin con mayor significado, ¿eh?

 

— Claro que no. Sólo quería divertirme un rato —se encogió de hombros—. ¿Encerrarme en esa cajita de fósforos para recibir "educación"?, ¡JA! El único motivo por el que no me fui cuando habían pasado dos meses, como tenía planeado en un inicio, fue porque apareciste tú. Así que deberías sentirte orgulloso —sonrió de esa manera cínica que tanto le gustaba y se acercó para darle un par de besos.

 

La tarde pasaba igual que las muchas otras que habían compartido allí mismo o en su cuarto, durante esos meses. Como su madre había seguido viajando constantemente a Norwich su libertad había aumentado y casi todas las tardes las habían pasado juntos durante los últimos tiempos. A veces veían películas viejas, las que a Syn entretenían por alguna razón que el otro no entendía, pero no era como si le importara, el sólo hecho de estar muy cerca de él era suficiente. A veces sólo conversaban. A veces sólo se besaban.

 

Alrededor de las ocho las caricias comenzaron a subir de tono en el sillón. Estaban descalzos y estirados sobre el sofá, con el demonio sobre el humano, sin llegar a dejar caer todo su peso sobre éste. 

 

Zacky estaba al tanto de que sería la última vez y aunque quería entregarse al placer sin ningún miramiento de por medio, como había sido las veces anteriores, esta vez también quería estar consciente de cada movimiento que el otro hiciera.

 

El demonio se deshizo con facilidad de la camiseta del chico, con el fin de obtener más piel que lamer y morder. Lo marcaba constantemente, pero eso no le molestaba al menor. Su boca descendió del cuello hasta los hombros, donde también lo mordió, aunque con suavidad. Mientras tanto, sus manos lo apresaban por la espalda. Por su parte, el muchacho acariciaba el cuello y los cabellos del otro, con ternura y adoración. Synyster lo guió para que se parara frente a él, y así lo hizo. Dejarse llevar era inevitable, y era también más fácil y placentero. Pero esta vez quería algo a cambio de su obediencia ciega, por lo que se arqueó y con delicadeza le ayudó a Syn a desprenderse de su camiseta. El demonio tendía a centrarse mucho en él, en acariciar todo su cuerpo, por lo que solía terminar sacándose toda la ropa de una vez al final, y no era que su víctima se quejara, no podía si estaba siendo tan bien atendida, pero también quería tocarlo, sentir su piel, y eran contadas las veces en que había tenido oportunidad de hacerlo. Aprovechando la cercanía de sus rostros, le dio un par de besos también. Luego el mayor separó sus caras y se concentró en desabrochar su pantalón y hacerlo descender por sus piernas, tocándolo lo más que podía durante el proceso. Luego lo sentó sobre sus piernas, quedando sus rostros enfrentados.

 

— Te quiero, Syn —no pudo evitar decir, mientras lo observaba con cariño y le acariciaba una mejilla. Sólo obtuvo una sonrisa prepotente en respuesta y los besos salvajes aparecieron.

 

No era una novedad que al mayor le gustara hacerlo sentirse sometido. Lo atontaba con esos besos lentos, pero demoledores. Eran demasiado demandante y la falta de oxígeno se volvía una total molestia. Se sentía ansioso de no obtener más y su lengua, irritada, sólo podía conformarse con darle espacio a la de Gates dentro de su boca, y no poder tomar el control de la situación. Sus gemidos morían entre sus labios enlazados y los brazos del demonio alrededor de su cintura comenzaban a quemar su piel.

 

Mientras el de ojos marrones apretaba sus glúteos, masajeándolos, y torturándolo, él se dedicaba a sentir la textura de la piel de su amante con sus dedos y grabarla en su memoria. Tocaba su espalda con una mano y enredaba sus dedos en el pelo de la nuca del demonio con la otra. Jadeaba, aunque aún estaba algo inconforme, eso no era suficiente.

 

— ¡Ahhh! —Una mordedura bastante más fuerte de lo habitual en su cuello le hizo soltar un quejido que interrumpió el sonido rítmico de sus jadeos.

 

Se miraron a los ojos. Syn tenía todo el cabello revuelto gracias a su víctima, que adoraba verlo desordenado, aún si el otro se encargaba de mantener esa apariencia por sí mismo, y sonreía, sabiéndose dueño y señor de la situación. En el rostro de Baker se distinguía un permanente rubor en las mejillas, ojos entrecerrados y anhelantes, y una extraña sonrisa que no implicaba otra cosa más que la aceptación.

 

— Hoy no habrá preliminares, Zacky —anunció, rozando el cuello de sus víctima con los dedos, con inusual delicadeza. El chico sólo cerró los ojos ante el contacto y disfrutó, temiendo que si frotaba su rostro contra las manos del mayor, éste las alejara más rápido de él—. Vamos a la cama —sugirió, para que posteriormente se separaran y el de ojos marrones decidiera llevarlo en volandas hasta la habitación.

 

El humano rió, sintiendo que toda esa fantasía a su alrededor no podía ser otra cosa que no significara que estaba cayendo presa de la locura. Cuando llegaron a la cama y Haner lo recostó con cuidado, lo observó igualmente sonriente, sólo que con cierta curiosidad bastante evidente. Zachary sólo tiró de uno de sus brazos para volver a la acción.

 

Se besaban y tocaban con demencia, y el corazón del humano no podía acelerar más. La siguiente prenda en desaparecer fue el pantalón que aún quedaba en escena. Se separaron unos segundos, para un intenso intercambio de miradas, y entonces el mayor se levantó para sacar un frasco del cajón. Se sentó en la orilla de la cama y le hizo un gesto a Baker, quien se acercó gateando a él. Brian lo guió y terminaron en la misma posición que en el sillón, sólo que esta vez los boxers del de ojos verdes desaparecieron en algún instante.

 

Libre de ropa que interfiriera, Syn recorrió el miembro de su víctima con los dedos, haciéndolo gemir y clavarle las uñas en la espalda.

 

— Tampoco te haré sufrir tanto esta vez —mencionó, sonriente, en tanto le mostraba el frasco a Zacky, quien sólo le sonrió de vuelta.

 

Cuando los dedos del otro comenzaron a acercarse a su entrada, su cuerpo se tensó, aún si no era esa la reacción que quería tener, pero era inevitable. Lo acarició sin penetrarle, haciendo círculos y comenzando a desesperarle en demasía. Se decidió a hacer algo él también, o de otro modo la ansiedad lo consumiría. Sacó el pene del mayor de entre la tela que aún lo escondía y lo acarició muy lento, haciéndole saber al otro cómo se sentía en ese preciso instante. Por como estaban posicionados, se le hacía imposible hacer otra cosa que no fuera frotarlos sólo con los dedos.

 

— No comencemos con un juego de poder, señor Baker —aconsejó el demonio, alejándose sólo lo suficiente para poder verle la cara.

 

— Entonces no juegues más.

 

Mientras Gates seguía sin ir más allá de las provocaciones y se dedicaba a besarle el cuello, sus manos recorrieron toda la longitud del miembro del mayor y se concentró en hacerle sentir bien. Estaba duro y ya algo pegajoso. Sabía que lamerlo hubiese funcionado mil veces mejor, pero por algún motivo el otro no había querido distraerse y había preferido ir directo al grano. ¿Entonces por qué alargaba demás el momento? Con su rostro apoyado sobre el hombro de Syn, pensó en que no había tiempo de cuestionar, sino sólo de sentir. Sentirlo como si fuera la última vez…

 

Los dedos húmedos del demonio toqueteando su ano le hicieron volver a disfrutar de la realidad. Y para hacerle saber que le agradaba que comenzara con la acción, le mordió con suavidad la oreja izquierda. Un dedo atrevido se decidió por fin a penetrarlo, sacándole un gemido de entre los labios.

 

— ¡Aaah…!

 

— Qué ansioso estás hoy, Zacky —comentó el demonio, con voz ronca a su oído.

 

El menor respondió a eso besándole los labios, en tanto otro dedo le hacía compañía al primero e intentaban dilatarlo. El lubricante ayudaba, pero no por eso dejaba de doler. Jadeaba entre los labios de Gates y aún apresaba el pene de éste entre sus manos. Cuando un tercer dedo se adentró en él, Syn se decidió a darle algo más de placer y acarició su verga también. Entre besos demandantes y calientes, gemidos reprimidos, manos ocupadas y mentes en blanco, Zack se consideró a sí mismo afortunado de tener esa despedida.

 

Cuando el demonio consideró que estaba listo, separó al muchacho un poco de sí y con ayuda de éste, la última ropa aún presente en escena se esfumó. Gates se movió hacía al centro de la cama y, sentado, le hizo un gesto al otro para que se le acercara.

 

— ¿Quieres tener el control por hoy? —Zachary sonrió y gateó de nuevo, esta vez de vuelta al centro de la cama.

 

Se sentó sobre Syn, con ambas piernas a los costados de las caderas de éste. Sus miembros se rozaban, lo cual sólo lo hacía ansiar más por él, pero como al mismo tiempo quería disfrutar de esa maldita sensación de deseo, tan adictiva como ninguna otra, los friccionó uno contra el otro intencionalmente. Compartieron un último beso, en el cual el mayor decidió morderle suavemente la lengua, y luego se recostó hacia atrás. Acarició la nuca de su víctima, quien complacida cerró los ojos, y luego puso ambas manos en las caderas de ésta.

 

Zacky tomó el pene del demonio con una de sus manos y elevándose un poco, apoyando su otra mano sobre el colchón, lo dirigió a su ano. Soltando un último suspiró descendió lentamente, ayudado por la gravedad, dejando a Synyster Gates adentrarse en él nuevamente. No dolía tanto como las primeras veces, pero tampoco era como si se acostumbrara a tenerlo dentro. 

 

— ¡Mnnn!

 

Se quedó quieto unos segundos, intentando relajarse de a poco, con los ojos fuertemente cerrados. Los dedos de Syn sobre sus labios lo hicieron mirarlo y fue la señal para que comenzara a moverse de una vez. Al inicio el movimiento fue lento y la fricción demasiado intensa. A medida que ganaba velocidad, aumentaba también el placer y el jadeo se intensificaba. Le costaba horrores respirar y sentía que su corazón iba a explotar de un segundo para otro. Sentirlo… duro… llegando hasta lo más profundo de él… era demasiado. Era demasiado bueno como para poder pensar siquiera. Y aunque quería más y más, y sabía que quería disfrutar hasta el final, no podía evitar sentirse algo cansado también luego de un tiempo.

 

— Mejor sólo disfruta de mí, Zacky —le murmuró el demonio al oído, haciéndole cosquillas, cuando de pronto se sentó y sus rostros volvieron a quedar muy juntos.

 

Resopló con frustración cuando el mayor lo obligó a separarse y salió de su interior con cuidado. Luego los giró, intercambiado posiciones, y lo observó complacido de recuperar el mando. Maldito, lo había hecho a propósito, ¿no? Sólo mostrarle lo que nunca iba a tener sobre él… control. Cuando volvió a penetrarlo fue un poco más agresivo y se ganó un audible premio por parte de su amante.

 

— ¡Aah...! ¡Syn! —Gimió fuertemente.

 

Movió sus piernas hasta dejarlas bien separadas a sus costados y, sin quitar sus manos de los muslos del menor, comenzó a embestirle. Zack se sentía morir entre el placer, la vergüenza y la sombra que aún quedaba de dolor.

 

— ¡Ah! ¡Aaah…!

 

Ni siquiera podía transformar sus gemidos en palabras. Esta vez estaba verdaderamente abandonado a la merced del ser que lo estaba poseyendo de manera casi salvaje. Sus manos se aferraban a la colcha sobre la cama porque sabía que si llegaba a tocar la espalda del otro, lo arañaría demasiado fuerte y no era su intención hacerle daño. Pero Syn se acercó a su rostro y le besó, disminuyendo considerablemente la velocidad.

 

— No te contengas ni un poco esta vez, Zacky. Sabes qué hacer…

 

Entonces Baker rodeó con sus brazos el cuello del demonio y disfrutó de un beso que no podía ser más lujurioso. Se apartó, con el color carmesí cubriéndole la cara y mirándolo fijamente, y apoyo su espalda de nuevo sobre el colchón.

 

— Más, Syn —pidió, con la voz ronca y ojos vidriosos—. Quiero más…

 

Gates no se hizo de rogar y cuando Zachary cerró sus ojos nuevamente y sus brazos taparon su rostro, lo embistió de nuevo y con más fuerza.

 

— ¡HHAAhh! ¡Ah! ¡Syn! —Ya no podía evitar gemir, pues los sonidos escapaban directamente desde su garganta.

 

— Zacky… —Oía tenuemente, al igual que los esporádicos gemidos de su acompañante.

 

El final se volvió inminente cuando Syn decidió acariciar su pene con una mano. Eso ya no era posible soportarlo, no tanto placer.

 

— ¡No! ¡Syn! ¡Si sigues… yo…! ¡Me vengo! ¡HAAaah!

 

— Está bien, Zacky —escuchó la voz ronca del mayor, permitiéndole acabar, y se derramó entre los abdómenes de ambos.

 

El orgasmo fue aún más intenso al sentir como Syn se corría en su interior y, de pronto, todo en su mente desapareció.

 

— ¡¡AAAAH!!

 

 

 

 

Le llevó varios minutos estabilizar la respiración y acostumbrarse a no estar unido al mayor, así como a sentir que volvía a tener control sobre su propio cuerpo. Abrió los ojos y observó como el demonio le miraba analíticamente y le acariciaba con una mano el cuerpo. Syn se recostó con delicadeza, con cuidado de no aplastarle, y le apartó unos cuantos mechones rebeldes del rostro. El de ojos verdes sentía que su corazón seguía acelerado, a pesar de que las fuertes sensaciones del orgasmo ya habían abandonado casi por completo su piel. Los ojos de ambos se hallaron nuevamente y la sonrisa siniestra del demonio no tardó en aparecer.

 

— No imaginas lo placentero que será ver la traición en tus ojos, Zacky —el comentario, dicho con voz cantarina y expresión de ensueño, le helaron el cuerpo. Se lo esperaba, pero simplemente no se podía estar preparado para algo así.

 

— Probablemente no —concordó, sonriéndole tenuemente.

 

— Has sido la víctima en la que más tiempo y esfuerzo he invertido, así que espero que mi trabajo sea proporcional a mi recompensa —su mano acariciaba el rostro del menor, quien no dejaba de lado la curva en sus labios, puesto que sabía no podía pedir algo distinto de lo que ocurría—. Espero sentir tu dolor, tu desesperación, tu frustración, tu negación ante el saberte traicionado, utilizado. Y tu odio, por supuesto. Pero en especial quiero que te centres en tu miedo a morir ahora, justo ahora que lo tienes todo para ser verdaderamente feliz.

 

Le regaló una última caricia en los labios, un beso tan frío y áspero que congelaría a cualquiera.

 

— Es una lástima que siendo tan rencoroso y vengativo como eres, probablemente el único par de defectos más notorios en ti, no tengas la posibilidad de vengarte de mí —dijo, sin siquiera fingir tristeza—. Pero no importa, después del miedo, el odio es mi segunda emoción favorita. Estoy ansioso por saborearla —su lengua humedeció sus labios, mientras las pupilas en sus ojos marrones comenzaban a dilatarse lentamente.

 

— Siempre dijiste conocerme tan bien, Syn —las manos del chico acariciaban la quijada del rostro extasiado que lo observaba y esperaba porque sus sentimientos encontrados comenzaran a brotar desde su interior—. Pero no me conoces lo suficiente. ¿Qué te hace pensar que no me vengaré de ti? —Cuestionó, con voz suave y una sonrisa triste adornando su rostro tranquilo.

  

— ¿Y qué harás? ¿Vendrás a vengarte en forma de fantasma? —Rió, dejando su voz ronca esparcirse como humo—. No tendrás alma, ¿lo recuerdas? —Para entonces sus ojos eran completamente negros—. Ah, lo siento, no puedo evitar ser algo cruel a estas alturas —se encogió de hombros—. No te importa que sea franco, ¿no?

 

— No, claro que no —su sonrisa triste se diluyó y sus ojos demostraron cansancio—. Mi venganza será pequeña, insignificante para ti, quizás, pero inmediata.

 

— ¿Ah, sí? Eso suena interesante. Vamos, Baker, muéstrame tu "verdadera" naturaleza —le desafió, un tanto molesto, mientras su sonrisa confiada no tenía planes de abandonar su rostro. El contraste era extraño, sentía como Synyster se iba enojando poco a poco, aunque esa no fuera su intención.

 

— Sería imposible negarte mi dolor, porque cuando pienso en lo ansioso que estás por deshacerte de mí… duele, porque tienes todo el dominio sobre esa parte de mí. Pero no te daré mi miedo, porque no tengo miedo de morir así. Y no te daré mi odio, porque no puedo odiarte. Y no te daré mis sentimientos de traición, porque no hay traición ni nunca la hubo. Nunca me prometiste amor. Pero sí, dolerá… dolerá mucho saber que no sientes nada por mí, y mi sufrimiento sí será completamente tuyo, por siempre —escuchó una risita nasal en respuesta.

 

— Ok, espero que tengas alguna otra venganza bajo la manga, porque ésa es bastante ilusa. Vamos, Zacky, no importa qué pienses ahora, al momento exacto en el que sepas que no me detendré y te quitaré tu alma sin titubear, sí vas a darme todo lo que quiero. Especialmente miedo y odio —su sonrisa se ladeó, junto con su cabeza. La línea violeta comenzó a vislumbrarse alrededor de los círculos negros que tenía por ojos—. Si quieres agregar algo más, ahora es el momento.

 

— Te amo, Syn —susurró, cerrando los ojos para evitar que el otro viera sus ojos acuosos. Cuando sintió que podía tomar control de sus emociones de nuevo, volvió a abrirlos.

 

— ¿Nada mejor, en serio? —Se burló y centró sus ojos en los del menor, perdiendo por fin la sonrisa.

 

— Y aunque seas incapaz de quererme, me vas a extrañar. Me vas a extrañar… eternamente.

 

No creía en la reencarnación y aún si la hubiese, él ya no tendría esa posibilidad. No esperaba una segunda oportunidad tampoco. Sería el único adiós y jamás se reencontrarían.

 

Zachary se acercó a él y le robó un último beso, una caricia insignificante, luego recostó su cabeza de nuevo en la cama, cerró sus ojos y dejó al descubierto su cuello justo donde Syn lo había marcado.

 

 

 

 

 

 

 

Brian Haner desapareció de Iviesfield luego de la graduación, pero como no se había hecho amigo de nadie más excepto a James, Leana, Michelle DiBenedetto y Zachary Baker, nadie le prestó mayor atención a su ausencia. Se dijo mucho sobres las razones de su partida, pero nunca hubo una versión oficial, razón por la cual el paradero real de Gates permaneció desconocido a partir del mismísimo día en que se marchara sin avisar a nadie.

 
Notas finales:

Pues bien, ahora queda el capítulo 12.

Sobre la letra de la canción, he encontrado versiones donde dice "but now/know/no it's too late...", pero consideré que "now" calzaba mejor con el resto de la letra o.O Cualquier error de traducción, ¡lo siento! D: Aunque no fue traducido literalmente, en realidad.

Como sea, no les importa, ¿cierto? xD

 

Bueno, voy a ser sincera: ¡quiero reviews! >w<

Y también quiero darle las gracias a todos aquellos que, tan misericordiosamente, se han apiadado de mí y mi trabajo, y han invertido unos minutos en hacerme feliz :'D

 

Nos leemos en el próximo capítulo,

Adiós! c:


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