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L'EAU ET LE FEU por karenka sutcliff

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Notas del capitulo:

¡Sí! POR FIN DESPUES DE TANTOS HORRIBLES CAMBIOS Y LARGA ESPERA LES TRAIGO “LEMON GRELLIAM” ¡OH YES!  *Q*

 


LA PETIT MORT

No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele.
Pequeña muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.


La misma rutina de todos los días desde que llegaron a la mansión Phantomhive, ser despertados groseramente, desayunar en su alcoba, comer de nuevo en su alcoba y cenar de vez en cuando en compañía del conde o de lo contrario también cenar encerrados,  era una rutina molesta y asfixiante, si ya estaban al borde de la locura, con un día más de lo mismo seguramente y terminarían como el empresario de pompas fúnebres.

Ambos podían irse, tenían el poder, podrían seguramente matar a Ciel y huir, pero sería muy tonto, Michaelis no se detendría hasta encontrarlos, seguramente comenzaría una guerra entre segadores y demonios, más ahora que los superiores de la sede habían retirado definitivamente su apoyo a la causa; lo más prudente era demostrar la inocencia de Grell y salir por las buenas de aquel horrible lugar.


Los shinigamis estaban terminando sus alimentos, eran cerca de las 7:00 pm y pronto llegaría alguno de los sirvientes para limpiar, Grell hizo a un lado su plato aun con comida y recostó la cabeza en el regazo de William, desde que llegaron no habían tenido nada de “ejercicio vigoroso” según Grell, aunque William no era tan distante, la parca roja no era un hombre de celibato, su cuerpo tenia necesidades que debían ser saciadas y pronto. La situación no era distinta para William, compartir la cama con Grell y no hacer nada “productivo” era agobiante, pero… “¿Cómo tener relaciones con ese demonio rondando por la casa?”, William se sentía observado todo el tiempo y eso era muy desagradable, aunque el exhibicionista de Sutcliff no tenía ni el menor reparo en ser observado; practicar el sexo público no era un problema para él.

William comenzó a acariciar los rizos color sangre, eran tan suaves y agradables al tacto, su mano bajó al rostro de Grell, el pelirrojo tomo la mano y entrelazó sus dedos, las manos de William eran un poco más grandes que las de él, el carmín cerró los ojos imaginando esa mismas manos azotándolo y acariciando su piel, dejando marcas en su cuerpo como en su primera vez aquel 16 de Diciembre, tan salvaje, tan bruto, por delante, atrás, arriba y abajo; Grell no tenía miedo de que William lo rompiese, de hecho es lo que quería, desatar los bajos instintos de su amante. El hombre menor llevó la mano a sus labios y beso los nudillos del moreno, pasó su lengua por entro los huesos marcados; Will se sonrojo y se dejo llevar, hasta que la puerta de su recamara se abrió y entraron Sebastian junto con May; William de inmediato arrojo a Grell lejos causando que este cayera al suelo, el estoico hombre no podía permitir que el demonio ni nadie descubriera sus sentimientos, las muestras publicas de afecto solo son signos de debilidad.

La doncella se sonrojo un poco al ver a estos dos “hombres” en la cama he imaginarlos dormir juntos, pero se contuvo y se dispuso a limpiar y llevarse los platos sucios, Sebastian sonrió burlonamente, “sería tan divertido romper a estos semidioses, quebrantar su espíritu y no solo sus cuerpos”.

-Esta noche iremos a la mansión Druitt, el vizconde dará una fiesta en honor a mi amo, por su “milagroso” regreso- explico el mayordomo.

Grell estaba algo molesto por el trato grosero de William pero su semblante cambio de inmediato al escuchar “fiesta”.

-Nos harán el desagradable honor de acompañarnos, así que estén listos, no tardaremos en salir- dicho esto Sebastian se retiro.

Sebastian, Ciel y William esperaban en el vestíbulo, ya era hora de partir y Grell aun no aparecía, después de 20 min. Más de espera Sebastian se dispuso a ir por la parca, pero no fue necesario, Grell ya venía, todos se quedaron sorprendidos, los demonios no ocultaron su desagrado y burla, el hombre rojo vestía un vestido igualmente rojo y de grandes faldas, muy pomposo, el shinigami afeminado bajo orgulloso hasta los otros tres y se aferro del brazo de William.

-Ridículo- dijo entre risas poco discretas Ciel. Grell y William le miraron con récelo pero guardaron silencio. Pronto todos se encaminaron a la fiesta del Vizconde Druitt.


Después de un emotivo (ridículo) discurso de bienvenida para el conde Phantomhive la fiesta comenzó, Ciel acompañado de Sebastian dialogo con algunas personas, sobre negocios siempre, el mayordomo no quito la mirada de los shinigamis que permanecieron en la mesa; Grell prácticamente le suplicaba a William que lo sacase a bailar, el moreno siempre se rehusó, incluso hizo ademanes que a ojos de un buen entendedor, decían que lo golpearía frente a todos si no dejaba de molestar. Una idea divertida y tal vez cruel, pasó por la cabeza de Sebastian.

-¿Me concede esta pieza Lady Grell?- Sebastian ofreció sonrientemente su mano para que el pelirrojo la tomara, los ojos de Grell se iluminaron y alegremente acepto, tal parece que olvido los malos tratos del sirviente.

-¡No!- William tomo del brazo a su colega y lo hizo sentarse de nuevo de forma brusca.

-¡Oh!, ¿a caso es usted el esposo de la dama?- se burlo Sebastian, a lo lejos Ciel observaba todo, “¿Qué rayos trama su mayordomo?”.

William ignoro la pregunta y no soltó a Grell, simplemente miro con odio puro a Sebastian.

-Que hombre tan cruel, negarle a una… “bella ¿dama?” el “placer” de divertirse- se escuchaba la burla en la voz del demonio.

-Will yo quiero bailar- espeto molesto el shinigami rojo.

-He dicho que no- contesto William.

-¿Esta celoso Spears?- cuestionó Sebastian tomando la mano de Grell y alzándolo de un tirón. William nuevamente guardo silencio, Grell lo miro suplicante esperando una señal que le hiciera quedarse, algo que mostrara que él era importante para el frío hombre, pero nada. Grell muy molesto se soltó del agarre de Sebastian y se perdió entre la gente, él buscaría su propia diversión.

Las horas pasaron y todo era tan malditamente aburrido, en ese momento William juro que moriría nuevamente pero de aburrimiento, Sebastian y Ciel se le habían perdido de vista y Grell seguía sin aparecer; el shinigami de cabellos obscuros se levanto de la mesa y decidió salir a tomar algo de aire, en el balcón escucho algo que lo hizo enfurecer.

-¿Alguien ha visto al Vizconde?- pidió una mujer que tenia la pinta de una cortesana.

-Sí, está en los jardines con su nueva adquisición, es una pelirroja- aclaro un hombre que bebía a un costado de William, el segador de almas de inmediato salió en busca de su pelirrojo.

-Un hombre y una mujer, dos por uno, la esencia de una bella dama en el cascaron de un varón- declamó Alister.

-Dos amantes en uno, oh tan hermoso, pagarían muy bien por ti mi bello petirrojo carmesí- el rubio pervertido tomo del mentón a la parca roja y susurro un par de cosas a su oído, seguramente nada decente pues Grell se sonrojó y dejo escapar unas cuantas risitas tontas.

-Honestamente- dijo con enojo William al hacerse presente ante Grell y Druitt.

-¡¿Cómo te atreves a interrumpir?!- espeto molesto el vizconde.

-Grell Sutcliff nos retiramos-, William tomo a Grell del brazo y comenzó a caminar lejos del rubio.

-No, no lo creo- el rubio de inmediato saco un arma y le disparo a William por la espalda, la bala perforo un pulmón y el corazón. Era de esperarse que el hombre cayera al suelo muerto o por lo menos agonizante, pero no paso nada, William se detuvo y suspiro molesto.

-¡Imposible!- grito Druitt y corrió hasta William.

-Deberías estar muerto-

-Los humanos son muy tontos- murmuro Grell.

-¿Quién eres tú?, te exijo reveles tu identidad- exigió el alarmado hombre.

-Mi nombre es William T. Spears, soy el supervisor del área de recolección del despacho de shinigamis división Londres- informo William mientras se quitaba el saco ahora manchado de sangre, Grell sonrió mostrando sus filosos dientes y tomo la mano de William.

-¡Oh! Yo sabía que los conocía, son amigos de Eric ¿verdad?, oh, los maestros de la muerte, tan maravilloso, quien diría que nuevamente soy el elegido para regodearme entre estos hermosos ángeles de la muerte- el hombre se regocijaba en su fantasía absurda, estuvo a punto de ofrecerles un trabajo similar al de Eric en el Cristal Palace, pero al abrir los ojos ambas parcas se habían marchado.


-¿Dónde estaban?- cuestiono molesto Ciel al ver de nuevo a los shinigamis.

-¿Podemos irnos?, estamos cansados, a diferencia de ustedes alimañas, los shinigamis necesitamos dormir- Will ignoro la pregunta del conde y se dirigió a Sebastian.

-Está herido Spears, ¿no pueden dejar de causar problemas?- se burlo el demonio mayordomo.

-No es nada serio- en verdad si era algo serio, la bala debía ser retirada o no permitiría la correcta recuperación del ángel de la muerte, a diferencia de los demonios como Sebastian, los shinigamis aunque inmortales no pueden expulsar los cuerpos extraños de su organismo por si solos, y el no sacarlos pronto les causaría infecciones y malestar.

Una vez de regreso en la mansión Phantomhive, Sebastian se encargo de curar la herida del shinigami; al principio William fue reacio a desnudar su pecho para el demonio pero no tenía otra opción, el mayordomo se deleito tocando el cuerpo del shinigami y haciéndolo sentir en extremo incomodo, una vez finalizada la curación, William volvió a su alcoba donde Grell lo esperaba; el pelirrojo pretendía permanecer con William mientras era atendido pero el mayordomo lo echó fuera.

-¿Qué hacías con ese hombre?- pregunto con seriedad William en cuanto entro a su alcoba.

-¿Estas celoso?- contesto con una pregunta Grell que yacía recostado en la cama de forma seductora.

-Soy tuya Will, deberías de saberlo ya…- Grell alzó su falda mostrando sus largas piernas cubiertas por unas medias hasta los muslos además de mostrar un poco de su ropa interior.

-…Puedes tenerme cuando quieras, pero debes de pedirme correctamente- Grell mostro el dedo anular en referencia a un anillo de compromiso, guiño un ojo y cubrió sus piernas torneadas de nuevo.

William ignoro la propuesta de formalizar su relación y se subió a horcajadas sobre Grell; con ese hombre actuando de tal forma le fue imposible contenerse más.

-Debería castigarte- William atacó los labios de Grell, un beso voraz comenzó, con su lengua pidió entrada a la caverna húmeda y mortal, Grell tenía un sabor embriagador, la hábil lengua de William recorrió cada rincón de la boca del pelirrojo, rozó los afilados dientes de forma temeraria causándose una cortada, pronto el sabor  metálico inundo los sentidos de ambos, las manos inquitas del moreno viajaron al sur pero frunció el ceño al no encontrar rápido su objetivo, esto era lo que le desagradaba de la ropa de mujeres, demasiadas capas para llegar al premio, prefería los pantalones sobre Grell, era más fácil, solo tenía que bajarlos y listo.

-Will~- gimió el pelirrojo que comenzó a quitar la ropa de William, afortunadamente ya con la bala extirpada, el cuerpo del supervisor se regenero de inmediato.

Tan pronto William estuvo desnudo, comenzó a deshacerse del vestido maldito y sangriento que le impedía alcanzar el Nirvana entre las piernas de Grell. El shinigami rojo comenzó a reír nerviosamente; Will se veía tan desesperado por hacerlo con él. William desató el corsé negro del cuerpo delgado liberando al fin  el torso de la parca, era una fortuna el que no necesitaran respirar o esa pequeña cintura falsa le hubiese causado varios desmayos si fuese humano.

Una vez Grell completamente desnudo, William se levanto y cerro las cortinas del dosel de la cama, aunque no hiciera una gran diferencia, le hacía sentir algo más de privacidad con su amante escarlata, Grell era suyo y nadie más debía verlo desnudo, solo él; un pensamiento tonto pero que servía cómo consuelo, era bien sabido que más de uno ha probado el cuerpo del hombre afeminado.

Nuevamente los besos lujuriosos comenzaron, William separo mucho las piernas de Grell y comenzó a tallarse contra él con fuerza, gemidos fuertes escaparon de los labios de ambos shinigamis ansioso por tenerse cerca y ser uno solo.

Grell coloco sus manos en la nuca del hombre que yacía sobre él y con sus largas uñas rojas rastrillo los cortos cabellos obscuros, rasguño de vez en cuando los hombros fuertes de aquella espalda ancha y fornida que tanto le gustaba, William beso la mandíbula y bajo por el cuello, al llegar al pulso mordió fuertemente arrancándole un grito de dolor a Sutcliff, el carmín se estremeció un poco y después de patalear un poco para distraer el dolor nuevamente se relajó, mañana tendría una fea marca. William beso la sexy clavícula marcada, llego a los rosados y erectos pezones de ese pecho plano tan fuerte que le indicaban lo mucho que Grell trabaja su cuerpo, siguió bajando hasta el plano y lizo vientre; se hubiese esperado un abdomen marcado pero no fue así, efectivamente Grell podía ser dos amantes en uno, hombre y mujer. El moreno llego hasta los huesos de la cadera, los mordió un poco, el hombre que estaba bajo de él era tan malditamente hermoso; besos poco castos pero serenos fueron dejados en el pubis del pelirrojo, su miembro ya más que duro comenzó a ser dolorosamente molesto.

-Will, deja de burlarte de mí- exclamo la parca roja que comenzó a mover sus caderas con el propósito de meter su miembro en la boca de su amante.

William decidió que estaría bien molestar un poco más a su amante, tomo el falo y comenzó a lamer solo un poco, succiono el glande pero no lo metió a su boca, mordió un poco la punta y sonrió, Grell se movió más rápido, los labios y la legua traviesa bajaron hasta los testículos del sumiso hombre y comenzaron a lamer y morder nuevamente, Grell gritaba desesperado y excitado.

-Dije que te castigaría- se burlo el moreno.

-¡William!- gritó con frustración el pelirrojo y rápidamente se dio la vuelta quedando sobre sus rodillas y manos, el rojo hombre miro sobre su hombro y sonrió, pronto conseguiría lo que tanto quería, William Spears no se burlaría de él.

-Tal vez deberías de encerrarme como a esas palomas tuyas Will querido- bromeo el jengibre.

-Mis palomas no necesitan estar encerradas, ellas siempre vuelven a mí- respondió algo molesto William.

El pelirrojo lamió lascivamente tres de sus dedos y los llevo hasta su rosada y pequeña entrada; se acaricio lentamente pero ante su propio tacto se contrajo de inmediato, William miro extasiado, era tan orgásmico ver a su amante hacer tales actos pecaminosos, no se trataba de amor, no, ellos no querían saber de amor ahora, lo único que sus mentes y cuerpos gritaban eran suplicas por sexo salvaje y sin sentido, el hombre mayor se relamió los labios y comenzó a darle la atención que su pene requería, pronto comenzó a gotear su presemen.

-Yo también volveré a ti… después de divertirme un rato Will- se burlo y el primer dedo fue introducido, entró y salió lentamente, así un par de veces, después vino el segundo, la estrecha cavidad comenzó a dilatarse, haciéndose más grande para el tercer dedo, con los tres intrusos dentro, el pelirrojo intento llegar lo más profundo que le fuese posible, su espalda se arqueo y las gotas de sudor se hicieron visibles rápidamente, Grell comenzó a gemir y a hacer sonidos guturales mendigando por algo más grande, William no se pudo contener más, saco bruscamente los delgados dedos, se inclinó y comenzó a lamer la entrada, penetro un poco con su legua pero su miembro empezó a palpitar dolorosamente, William giro a Grell haciendo que la espalda de este quedara sobre el colchón y de nuevo se recostó sobre Grell.

-Tal vez deba cortar tus alas y encerrarte en una bella jaula de oro mi amor- susurro William al oído de Grell y lo lamio un poco, su respiración se ajito más.

-Serías mío solamente, cantarías solo para mí, mi linda ave de ornato, las mascotas deben permanecer encerradas en casa mi Grell querido- William dijo por ultimo y penetro de un golpe a Grell.

Grell frunció el ceño ante el comentario grosero de su amante pero fue silenciado por el gran falo de William que desgarro su interior, el pelirrojo reprimió un grito y decidió relajarse, las embestidas de William fueron rudas y fuertes, los dedos del moreno se aferraron a las delgadas y estrechas caderas del menor, Grell se aferro a las sabanas y comenzó a gritar más y más, sus alaridos resonaron por toda la mansión, despertando a más de uno, Sebastian que yacía en la cocina frunció el ceño, esos dos eran peor que gatos apareándose.

Unas embestidas más y William estaría cerca de su tan deseado orgasmo, Grell también estaba cerca así que comenzó a masturbarse el mismo, pero William se hizo cargo de inmediato, acaricio y bombeo el miembro de su amante rojo, jugo de nuevo con la punta, unas estocadas más y Will salió del interior de Grell para terminar fuera, el pelirrojo se quejo de inmediato, él quería sentir la esencia de su hombre en su interior.

-Quiero terminar en otro lado – dijo sonriente el estoico hombre, Grell sonrió y de inmediato abrió grande la boca para recibir el semen de William. Sin dejar de acariciar a Grell, ambos llegaron a su clímax, sus cuerpos se arquearon en infinito placer, el interior del pelirrojo se contrajo dando un extra de sensaciones agradables viniéndose al mismo tiempo y manchando las mantas a su alrededor.

William se dejo caer sobre Grell y lamio sus labios para limpiarlos de su semilla, después de sus actividades, los dos hombres se abrazaron y se dejaron envolver por un sueño más que agradable.


Cerca de la medianoche ya cuando ambos hombres yacían dormidos Grell se levanto de la cama, movió el brazo protector que lo retenía y se puso de pie sin el menor cuidado de no despertar a William, se vistió con lo primero que encontró y salió de su habitación.

El hombre mayor abrió los ojos lentamente  y notó la ausencia del pelirrojo, de inmediato se puso de pie y salió de la recamara, en el pasillo se topó con Michaelis.

-Spears, me alegra que este despierto, acompáñeme, le encantara lo que está por ver- Sebastian guió a William hasta la oficina de Ciel, al llegar a la puerta, el mayordomo llamó, Ciel de inmediato le indicó entrar; en el interior yacía Grell en una de las pijamas de William bañado en sangre.

-¡Will! Yo no fui- grito el pelirrojo, en su rostro se veía la angustia, aunque nadie creía en su inocencia, el era “una excelente actriz”, una de primera; su rostro mostró el mismo pánico que cuando fue descubierto como Jack el destripador aquella noche aun en su forma humana.

-Sutcliff- dijo entre dientes apretados el shinigami obscuro, quería lanzarse sobre su empleado y golpearlo hasta la muerte, aunque le sería imposible.

-Creo que ya podemos proceder a ejecutar a ese bicho- dijo con malicia el joven demonio.

-No, por favor, Will, yo no lo hice- el carmín se arrodilló y se aferro a las piernas de William.

-No permitas que me maten Will, soy inocente- suplico entre sollozos.

-Deje de actuar Grell san- espeto Sebastian y tomando del brazo a la parca roja la levantó y alejo de William.

-Encontramos a Grell en la escena del crimen, Sebastian lo vio salir de su habitación, así que lo seguimos- aclaro Ciel.

-Sebastian, encierra a esa cosa en el calabozo- ordeno el demonio menor, Sebastian sin dudarlo un momento obedeció, William simplemente vio como se llevaban a Grell; si su empleado era culpable el mismo se encargaría de su castigo, no permitiría que nadie interfiriera, pero tenía que planearlo todo muy bien.

Un día nuevo llego y fue abrumador para el shinigami de cabellos obscuros, desde la noche anterior no ha sabido nada de Grell.

Después de la cena, la cual tomó en su alcoba, William espero a que todos durmieran y salió del cuarto, trato de ser sigiloso, necesitaba ver qué clase de evidencia tenía el demonio en contra de su empleado, camino por los pasillos obscuros, afortunadamente su ojos eran capases de ver lo que los humanos no, y estar en las penumbras no le afectaba, aunque ciertamente no estaba bien seguro de en qué área de la casa se encontraba.

William entro a un cuarto, estaba vació, pero el hedor infernal estaba presente, seguramente era la alcoba del mayordomo, "maldición el demonio está despierto, seguramente rondado la casa y vigilándolo", William se tenso de inmediato, no debía bajar la guardia, pero lo pensó muy tarde, alguien o algo, lo tomo por la cintura y lo alzo del suelo, arrojándolo a la cama, la parca se vio inmovilizada, el diablo tomo por las muñecas sobre su cabeza, el demonio enterró sus negras uñas en la delgada piel del semidiós.

-Ustedes no entienden ¿cierto?- cuestiono algo molesto pero sonriente.

-Usted y su empleado están en serios problemas Spears, sabemos que él es el culpable-

-Y si sabes que él es responsable, ¿por qué no lo matas de una vez?- escupió el segador mientras intentaba soltarse.

-Oh no, se me dio la orden de divertirme y de verdad quiero disfrutar de esto, además… mi amo tiene planes para Grell san- dijo sonriente sin soltar al shinigami.

-No hay nada más delicioso que el alma de un shinigami, incluso son mejores que las de los humanos, son almas de sabor sin igual, almas que por naturaleza deben ser puras, inmaculadas, pero que en sus manos arrastran la muerte, pena y miseria y ¿sabe una cosa?, entre los de su raza no hay alma más exquisita que la de Grell san, alma pura pero sucia a la vez, capaz de dar una amor puro y real pero embarrado de lujuria, muerte y placer, no hay igual como el- Sebastian dijo con toda honestidad, no se trataba solo de incomodar al shinigami, de verdad deseaba matar a la parca roja y devorar su alma; se estaba muriendo de hambre, el alma por la que tanto lucho y sazonó por años le fue arrebatada y jamás podría devorarla.

-Apuesto a que usted también es delicioso- Sebastian lamió el oído del hombre que yacía bajo él y bajo al cuello, Spears tembló ante el tacto de la lengua húmeda y fría, pero no por placer, odiaba tanto a este monstruo y ahora estaba indefenso ante él, se sentía sucio, Sebastian siguió lamiendo y mordiendo, oh! como disfrutaría de lo que estaba por pasar.

 

Sebastian estaba perdiendo su toque, muy tonto de su parte pensar que se le puede retener a un dios de la muerte en una celda de mortales, aunque el mayordomo solo siguió instrucciones, el descuido fue de Ciel; el shinigami había decidido comportarse solo por esta noche y esperar a que todo se aclarara, pero después de meditarlo profundamente, supo que nada se aclararía y seguramente William estaría muy molesto con él, bueno si, el mató a esas personas pero no estaba consciente, algo lo hacía matar.

Grell suspiro, se levanto del suelo y en un movimiento rápido invoco a su amada guadaña y rompió la reja que lo mantenía cautivo, bien pudo solo traspasarla, pero… “¿Dónde queda el divertido dramatismo en hacer las cosas suaves?”.

Una vez libre el shinigami se dispuso a buscar a William y salir de ahí de una vez por todas.

-¡Will!- una voz chillona grito.

William alzo la vista y ahí estaba Grell, en la puerta viendo tan terrible escena, su Will, su hombre le estaba traicionando y no solo eso, le traicionaba con aquel ser infernal que tanto le gustaba pero que estaba prohibido. El semblante de Grell decayó mucho, quería llorar, pero no, no mostraría su dolor ante estos crueles hombres, haría algo mejor, "si ellos no lo amaban en vida, entonces... los mandaría al cielo o al infierno respectivamente”. La parca roja invoco su guadaña y la blandió ágilmente y se abalanzo sobre los supuestos amantes, partiendo la cama y cortando el brazo de William, Grell estaba cegado por la ira y los celos, Sebastian solo tenía una sonrisa en su rostro, no es que tuviera algo en contra de la parca roja, de hecho, en todo este tiempo de conocerse, había aprendido a entenderla y de cierto modo le agradaba, pero él no dejaba de ser un demonio, y el causar mal era una de sus pocas satisfacciones en su monótona vida como mayordomo. Además, no estaba haciendo nada malo, solo cumplía órdenes de su amo.

Grell quería más, quería ver correr sangre, pero no podía matar a William, su amor por él se lo impedía. El pelirrojo salió de la mansión, pero a su paso destruyó todo lo que se interpuso en su camino, ni siquiera el fuerte Finnian pudo detener a la enfurecida parca, el pobre rubio salió volando, Bard y May solo miraron asombrados y corrieron en auxilio del jardinero.


Grell había caminado sin rumbo fijo, estaba muy cansado emocionalmente y no fue capaz de abrir un portal a su reino, necesitaba dormir, pero no podía estar confiado, ese maldito mocoso no lo dejaría escapar, seguramente le ordenaría a Sebastian encontrarlo y matarlo.

Ante el pensamiento del mayordomo, los recuerdos de William con Sebastian saturaron su mente, Grell se dejo caer al suelo, encogió sus piernas hasta su pecho y enterró el rostro en sus rodillas, se sentía miserable y no notó que estaba siendo observado.

Grell no le temía a los demonios, desde la academia se le enseño que eran inferiores a los shinigamis, y tal vez debido a su origen, tampoco sentía temor a ellos, además de que por lo menos, con los demonios con los que había tratado en el pasado, jamás lo habían dañado gravemente, Sebastian se había ganado su confianza y Claude, bueno, la araña siempre fue indiferente a él.

La parca carmesí estaba furiosa, molesta, decepcionada y herida; nada más peligroso que una "mujer" despechada. Alguien tenía que pagar y como en la mitología, la ira de los dioses solo sería aplacada con un sacrificio, el pelirrojo quería sangre y mucha, la parca camino sin rumbo fijo, en busca de alguien para matar, en otras circunstancias Grell pensaría dos veces el ir a matar a alguien que no está programado para dejar el mundo de los vivos, pero ahora, ahora William podía irse al infierno.

A lo lejos se podían oír voces y risas lujuriosas, una sonrisa se dibujo en el rostro de la parca; siguió caminando hasta lo más profundo del bosque hasta que encontró a su presa, cual gato tras su ratón, Grell los miro un poco, se relamió los labios y se dispuso a atacar.

Tres malvivientes habían secuestrado a una joven, para abusar de ella, pero no se imaginaban que lo pagarían caro. La joven despertó de su letargo forzoso, tenia dolor de cabeza y le dolía el cuerpo, al despabilarse noto que estaba amarrada; el pánico inundo su cuerpo, forcejeó y comenzó a gritar, pero sus alaridos fuero ahogados por un trapo sucio que sirvió como mordaza.

Los hombres se dispusieron a violar a su víctima cuando un ruido entre los arbustos llamo su atención, al dirigir sus miradas hacia atrás vieron a un hombre "rojo" que los observaba con una sonrisa del gato de Cheshire.

-Hey! Lárgate- gritó uno de ellos, el pelirrojo les ignoro y siguió sonriendo, su cerebro maquinaba el más bello cuadro carmesí.

-Mira a ese fenómeno- se burló otro de los violadores, el que yacía sobre la joven que seguía luchando por soltarse rió a carcajadas; caro pagarían burlarse de la elegante parca; la sonrisa de Grell se borro unos instantes de su rostro, pero volvió convirtiéndose en una mueca enferma llena de lujuria y sadismo.

El pelirrojo se para firmemente sobre sus tacones finos e invoco su guadaña amada, cuantos bellos momentos han compartido juntos, cuantas almas no cosecharon y cuantas cabezas no cortaron en pleno apogeo de libertad. Los ojos de los tipos de abrieron cómo platos y la joven cerro los suyos apretadamente; gritos suplicando piedad llegaron a oídos sordos, Grell estaba en un profundo éxtasis descuartizando a los hombres. Un baño de sangre fue lo que recibió Grell, se sentía tan feliz ahora, tan lleno de energía, la muerte roja podría jurar que la sangre refrescaba su piel haciéndola verse y sentirse más suave.

Cuando Grell termino de jugar con los hombres, se levanto del suelo y se dirigió hacia la mujer amordazada, la miro un poco y la desato, la joven se aferro a sus piernas agradeciéndole el que la salvara, las lagrimas de sus ojos empaparon el pantalón del segador, un pantalón muy caro por cierto, nuevamente la felicidad se borro del rostro de Sutcliff, nunca le gustaron los débiles y el no era un salvador, el no se tocaba el corazón para salvar niños y bebés de la muerte, no, "el es la muerte" , blandió su gran guadaña y la clavo en la espalda de la mujer, atravesándola por completo y partiéndola en dos, más sangre salpico su ropa. Una vez terminada la misión, Grell partió lejos, faltaba poco para el amanecer y era seguro que encontrarían los cuerpos rápido, no estaban lejos de la civilización.

Grell hizo sus rojos y sedosos cabellos ahora empapados de sangre a un lado y camino glamorosamente como era su costumbre, dejando atrás a los cadáveres; jamás se percato de que unos ojos lo observaban.


-¡Idiota!- Ciel está molesto, Sebastian, su mayordomo eficiente dejo escapar a la estúpida parca roja, Sebastian se contiene, hace una reverencia y sale de la oficina de su amo, si pudiera en este instante devoraría al conde, pero no su alma ya que este no contaba con una, sino "su cuerpo", el apetito del cuervo crecía día con día y necesitaba liberarse; el imaginar esa tersa piel en sus manos llenándola de caricias lascivas, penetrar ese pequeño cuerpo y partirlo a la mitad, mostrarle con cada embestida que él era suyo, para la eternidad; que esos labios carnosos gritaran su nombre, solo el suyo y el de nadie más; besando y mordiendo por aquí y allá, succionando el cuello, bajando por la clavícula, jugar con sus rosados pezones poniéndolos erectos, manos sin guantes rasgando la nívea piel con sus uñas negras.

Pero no podía hacer tal cosa, Ciel no había mostrado ningún interés sexual por el mayordomo hasta ahora o por lo menos eso pensaba el demonio más viejo.

El cuervo se dejo llevar por sus fantasías hasta que un ruido lo saco de sus pensamientos, al girar su vista, noto que William caminaba por el pasillo, "oh no, no permitiría que esta parca también se escapara".

-¿A dónde pretende ir Spears?, yo no le autorice salir- hablo con voz tranquila y algo seductora el demonio, William le ignoro y siguió caminando, Sebastian, frunció el ceño y se abalanzo sobre el segador obscuro arrinconándolo contra la pared.

-Debo encontrar a Sutcliff y aclarar lo ocurrido- dijo con algo de dificultad el shinigami tratando de alejar las sucias manos del sirviente que lo mantenían cautivo contra la pared.

-¿Se preocupa por Grell san?- se burlo el demonio pegándose más al cuerpo del shinigami; William se sonrojo un poco, esto era incomodo, la sonrisa del mayordomo creció, "¿a caso este shinigami amaba al molesto pelirrojo?. Oh que divertido seria destruir ese amor, nada más delicioso que un alma en pena".

-¿Le importa romper el corazón de su empleado?, ¿Qué tiene que aclarar?- Sebastian lamio el oído de William al hacer la pregunta, a su mente vino la duda, "¿este shinigami estoico será tan fácil y delicioso como Grell?", no se puede negar que Grell es un buen amante, muy dócil y con un alma que calma su hambre por momentos. William se estremeció y empujo al demonio para seguir con su camino, pero una mano enguantada lo detuvo nuevamente.

-Buscaremos a Grell san en su momento, por ahora usted no saldrá de aquí, créame, no le gustara hacerme enojar-

-Su brazo necesita ser atendido, seguramente usted no quiere una infección ¿o sí?- Sebastian tomo del brazo a William y lo llevo a su recamara.

-Estúpido Sebastian- Ciel tomo asiento de nuevo tras su escritorio, enterró su cabeza en sus manos y se maldijo. "¿A caso el no es lo suficientemente bueno para el demonio?, ¿Por qué quiere acostarse con esos tontos shinigamis?".

Ciel estaba consciente de las visitas del promiscuo Grell a la habitación de Sebastian en el pasado y estaba seguro que ahora su mayordomo estaba jugando también con el líder de los shinigamis, "¿Por qué otra razón insistió en dejarlos quedarse en su mansión?".

"¿Celos?", sí, el conde estaba celoso, Sebastian Michaelis era suyo, solo suyo y de nadie más, si Sebastian tocaría el cuerpo de alguien sería el suyo y no de esas tontas parcas, "¿pero como confesarle sus sentimientos al sirviente?", Sebastian no ama a nada más que a sus mimados gatos, Ciel no haría el ridículo confesando su amor, para terminar siendo rechazado y peor aún, ser la burla del diablo.

William regreso a su alcoba escoltado por el mayordomo del infierno, podía sentir su mirada lujuriosa sobre él, la idea de imaginar esos sucios ojos mirando con deseo a su Grell, lo enfermaba, él sabía bien que ambos habían fornicado en el pasado, y aunque Grell le juro que no lo amaba y que había sido engañado para delatar a Eric sobre el caso 666 2424, William sentía odio y desconfianza hacia el mayordomo.

Sebastian comenzó a quitar la ropa de William, quito el saco y cuando intento quitar la camisa el shinigami invoco su guadaña, el mayordomo sonrió, “este shinigami es con un gato arisco”, sin más opciones el demonio rompió la camisa del semidiós para tener acceso al brazo y poder limpiar la herida causada por la motosierra del pelirrojo.

-Descanse Spears- Sebastian se despidió gentilmente, apago el candelero y salió de la habitación, una mueca alegre se dibujó en su rostro, pronto sería momento de saciar sus instintos y ya había encontrado con quien.

William se cubrió con las mantas hasta la cabeza y ya en soledad un rubor intenso invadió sus mejillas, hizo a un lado todos esos pensamientos sucios sobre Michaelis y se dejo envolver por los brazos de Morfeo.

La mañana llego rápido, fue una mala noche para el shinigami de cabellos obscuros, le hizo falta la compañía de un cuerpo caliente a su lado, cuando Spears se levanto, froto sus ojos y busco sus gafas en la mesita de noche, pero estas no estaban, su cuerpo se tenso de inmediato, sin sus importantes anteojos estaba perdido, la parca trato de tranquilizarse, pero le fue imposible, sus respiración se acelero junto con los latidos de su corazón, sus manos temblaron.

-¿Se siente bien señor Spears?- una suave voz le pregunto, William se puso rígido.

-Michaelis- mascullo molesto entre dientes el supervisor de Londres.

-¿Que tan ciego es usted sin sus gafas?- la pregunta burlona se escapo de los labios del mayordomo.

-¡Entrégame mis lentes ahora demonio!- espeto con ira la parca, apunto de invocar su death scythe

-Parece que el pasar la noche sin su amante lo tiene molesto- dijo con falsa simpatía el sirviente, mientras entregaba los lentes a su propietario; Spears ignoro todos los comentarios de Sebastian, se ajusto los anteojos y se puso de pie de inmediato, para caminar hasta el baño; para su sorpresa la bañera estaba lista, era perfecta, la temperatura, los jabones eran de su agrado, era de esperarse del mayordomo de los Phantomhive.

Al salir de la ducha, William se sorprendió más, en su cama estaba un cambio de ropa nuevo, un traje similar a los que suele usar en el trabajo.

-Espero sea de su agrado- Sebastian llamo tras de él, la parca obscura asintió con la cabeza y se dispuso a cambiarse.

-¿No piensas irte?- más que pregunta era una orden por parte de William, no se desnudaría frente a este hombre del infierno.

-¿Se avergüenza?, no tiene nada que no haya visto antes- dijo con una sonrisa entre amistosa y burlona, este shinigami pudoroso era tan lindo.

-Conozco bien el cuerpo masculino, claro, a menos de que los shinigamis sean diferentes, pero no lo creo, Grell san tiene un cuerpo muy normal- en esta ocasión el demonio no pudo reprimir una ligera risita.

-¡Solo lárgate!- espetó molesto William.

-Espero se apresure, hoy tenemos una agenda muy apretada-Sebastian informo, hizo una reverencia y se marcho.

Con algo de inseguridad, William termino de arreglarse, podía sentir la mirada del demonio.

Para Sebastian era algo sorprendente que un hombre que se pasa prácticamente todo el día sentado y encerrado en una oficina pudiese tener tal cuerpo tan bien definido, el supervisor poseía una estructura formidable, espalda ancha, pecho tonificado brazos musculosos, torso marcado, nada exagerado pero muy masculino, muy distinto a Grell, el pelirrojo era pequeño de brazos delgados, piernas aunque delgadas, muy largas y torneadas, un vientre lizo, pies y manos pequeños, algo bastante femenino para ser un hombre tan fuerte.

 

 

 

Notas finales:

 


LA PETIT MORT es como le llaman los franceses al orgasmo  >:3

 


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