- Esto... ¿Hola? ¿C-Cómo te llamas? ¿Eres Daiki? ¿Estás dormido? No quiero molestarte... – De repente un remolino de viento se formó en mis pies y me levantó del suelo. Me elevó hasta el árbol y apoyé mi trasero en una de las ramas.
- Holaaaaa – exclamó un chico. Enseguida lo reconocí. Era... un momento no sabía su nombre. – Te conozco, eres uno de mis guardianes...
- Me llamo Aiden Kitakaze.
- Con que Viento del norte... Así que tu poder es el viento...
- Lo sabes por mi apellido, ¿no? – Yo reí.
- Así es, hace un año di un poco de japonés, y sé que Kitakaze significa ‘viento del norte’. Perdona si te he arruinado tu presentación. – dije disculpándome.
- No te preocupes, me has quitado tiempo de la presentación. Como iba diciendo, soy Aiden y soy el menor de los guardianes, tengo 16 años, mientras que los demás ya han cumplido los 18. Todavía no he desarrollado del todo mi poder, pero me estoy esforzando mucho. – explicó con la cabeza agachada.
- No pareces muy contento... ¿Estás bien? – curioseé.
- Yo no quiero tener este poder, es débil comparado con el fuego de Takumi o el agua de Kaito. Es frustrante ser tan... Pequeño.
- No eres el más débil Aiden. - dije compadeciéndome de él. Me daba pena mirar esos ojos tan tristes. – El más débil que hay aquí soy yo, todavía no he desarrollado mi poder, no sé ni de qué tipo es. Tengo la misma edad que tú, mi cuerpo es más canijo que el tuyo, debería ser yo el que me sienta así, y mírame, estoy deseando saber cuál será mi poder.
- Tu poder tiene que ser digno de un príncipe, así que no te preocupes. Vamos a esforzarnos juntos – dijo extendiendo su mano.
- ¡Claro! – exclamé aceptando su mano. En ese momento oímos a una chica gritar, que venía del interior del bosque y enseguida fuimos en su busca. Un Oni la tenía agarrada y no se podía mover.
- ¡Ayúdala Aiden! Tranquila, nosotros te ayudaremos. Confía en nosotros, te ayudaremos a salir aquí.
- Aléjate príncipe, si alguien tiene que morir, que ese sea yo.
Se lanzó contra el Oni, su brazo parecía una espada hecha por un remolino de aire que había tomado un color amarillo oscuro, le dio al Oni en la cara pero éste apretó más a aquella chica. Después le dio en el abdomen y soltó a la chica; yo la cogí en brazos antes de que cayera al suelo. Enseguida llegaron Kaito y Takumi para acabar con el Oni.
La chica se había desmayado en mis brazos, tal vez por el susto o simplemente por la fuerza con la cual la tenía agarrada el Oni. La llevé a casa de mi abuela, le pusimos hielo en la frente. Llevaba un uniforme de color blanco con un escudo en el bolsillo que había cosido en el pecho. Ese escudo tenía en el centro la letra ‘N’. Me entró la curiosidad por saber de qué palabra provenía esa letra, o qué significado tenía. Me quedé con ella para que no estuviera sola.
Se despertó asustada y aún se asustó más cuando me vio. Tenía la pulsación acelerada, intenté calmarla.
- ¡N-No te asustes! Soy Kiray Shinji, puedes llamarme como quieras. Encantado de conocerte. – dije extendiendo mi mano. Ella se hechó hacia atrás, y se encogió asustada. - ¡N-o te preocupes! No te voy a hacer daño, puedes estar tranquila, el Oni se ha ido. – En ese momento entró Takumi.
- ¿Se ha despertado, Shinji? – preguntó Takumi. La chica gritó asustada.
- ¿¡Tenías que entrar ahora!? Mira, ¡la has asustado!
- L-Lo siento, no quería asustarte. – Takumi le prestó su mano y ella la aceptó sin retroceder.
- V-Vaya contigo no se ha asustado... Esto es increíble. Parece que le has gustado, Takumi. – Él rió.
- ¿Cómo te llamas? Yo soy Takumi Fudo, encantado.
- Michi... Mi nombre es Michi... – dijo aquella chica de cabello dorado y ojos pardos. Se agarró al brazo de Takumi al escuchar un ruido que provenía de fuera, era Kaito que estaba entrenando con el que creía que se llamaba Idaína, pero que todavía no le había conocido. Estaban luchando cuerpo a cuerpo.
Con que Michi era su nombre, se la presentemos a mi abuela y ella no pareció inmutarse. Takumi le mostró las instalaciones del edificio. Al cabo de un rato parecía que se había hecho muy amiga de Takumi. Todos nos presentemos, y hablemos con ella para que nos contara de dónde provenía y qué hacía con el Oni. Nos contó que estaba paseando y se encontró con él, intentó huir pero el Oni la atrapó y no pudo hacer nada. En cuanto al uniforme no se entretuvo en contarnos de qué era el escudo, solo nos dijo que era el uniforme de la escuela, no nos quiso contar nada más, evitaba el tema. Tenía la misma edad que yo y estaba delgada, pero su cuerpo era fuerte, podía notarse que hacía deporte a diario.
Durmió en mi habitación, la dejé dormir en mi cama. Quise dormir en el suelo, puse una sábana, cogí un cojín y allí dormí yo. No parecía contenta con mi decisión, pero esa noche tenía calor y preferí dormir allí. Desperté con dolor de espalda, pero tomé una pastilla y disminuyó. En mi casa dormía así, en el suelo, pero llevaba tanto tiempo sin hacerlo que mi espalda se había acostumbrado a la cama y al mínimo cambio se hacía notar.
A la mañana siguiente, Michi no estaba en la cama, me asomé a la ventana y vi que estaba sentada en un muro haciendo círculos con el dedo apuntando al cielo. Mi mirada siguió su dedo y para mi sorpresa contemplé que estaba moviendo las nubes. Las manejaba a su antojo, hacía lo que quería con ellas, era impresionante, quizá también era una guardiana, como todos los demás. Su don era sobrehumano, ningún ser era capaz de hacer eso.
Después de desayunar quise hablar con mi abuela y al final, quiso verme.
- Abuela... Querías verme, ¿no es así?
- Así es Shinji. El primer día que llegaste aquí estabas nervioso por el cambio tan brusco de una ciudad a la otra. Mucha información en poco tiempo. Pero parece que lo llevas bien, te has acostumbrado a tu nueva vida bastante bien.
- Sí, es cierto abuela, el primer día no me lo podía creer. Aún así me ha llevado poco tiempo acostumbrarme. Me llevo muy bien con mis guardianes. – respondí contento.
- Me alegro Shinji, pero tengo que decirte una cosa que se me olvidó comentarte cuando llegaste aquí. ¿Recuerdas por qué estás aquí? – preguntó.
- Sí me acuerdo. Es difícil de olvidar.
- Tienes que tener mucha concentración. No puedes distraerte con nada, y antes de que lo hagas, te prohíbo enamorarte. No salgas con chicas, ni con tus amigos. Dentro de una semana empezarás el instituto, por petición de tus padres. Allí harás amigos, estoy segura, pero después de las clases tienes que venir aquí y seguir con tu entrenamiento para despertar el poder que está dormido en ti.
- ¿Qué estás diciendo, abuela? ¿Lo estás diciendo de verdad? ¡Abuela, eso no es humano! Necesito enamorarme... Es algo que siempre he querido.
- Te lo prohíbo. ¡No puedes! Tienes que ceñirte a tu deber Shinji. Esta conversación ha terminado. Puedes irte. – dijo seriamente.
Yo me fui sin decir nada más. Seguramente se había dado cuenta de que me había fijado en Michi, pero era por su físico era atractiva. Pero yo siempre me había fijado en los chicos y sobre eso no me había comentado nada. Aun así no me gustaba nada lo que mi abuela me había dicho. Mi tristeza se notaba en la cara. Estuve toda la tarde rondando por la casa de mi abuela, intentando no toparme con nadie para no tener que explicar el por qué de mi tristeza. Pero al atardecer, sentado en una silla, admirando como se escondía el sol, una pequeña ardilla que correteaba por un árbol llamó mi atención. Era de color gris. De pronto alguien apareció de entre los árboles. Lo único que hizo antes de desaparecer fue llamar a la ardilla, la cual la siguió. Y yo, por culpa de mi curiosidad, lo seguí. Pero a la entrada del bosque Kaito me llamó, me dijo que no siguiera a ese tipo sin protección, y después de insistirle me hablo de él.