Empecé a vivir solo, llamaba a mis padres todos los días para informarles sobre mi estado de salud, estudios, sobre mi nueva casa, vecinos, etc. Sufría en silencio, lloraba en las noches, después de las veces que nos habíamos acostado, lo que creía que sentíamos los dos..., estaba jugando conmigo mientras tenía novia. No lo podía soportar.
Decidí centrarme en los estudios, si me pasaba el día estudiando no tendría tiempo para pensar en Loren. Gracias a eso, a base de mucho esfuerzo, pude sacar muy buenas notas. A los cinco meses de mudarme ya había acabado el curso con unas notas incomparables. Gracias a eso pude meterme en la mejor universidad que encontré. Estudié para trabajar en una oficina. Me volví a mudar pero esta vez más lejos, necesitaba estar cerca de la universidad.
Cuatro años después ya tenía la carrera, acabé en una oficina, ya tenía 23 años. Acabé trabajando de oficinista, llevando papeles, encargado de los faxs y los correos, de enviar correos, llamadas, etc. Al año de empezar a trabajar en la oficina, por cuestiones de estructuras tuvieron que cerrarla y trasladar a todos los empleados a otras empresas. A mi me tocó ir a la famosa empresa ‘Editorial Dyamon’, famosa por ser buena en su trabajo.
Al llegar allí, me sentía extraño, todo el mundo me miraba. Tras arreglar unos papeles con la recepcionista de la editorial, me llevó a mi departamento.
- Señor Onedra, este el Departamento donde está transferido es este. Espero que le vaya bien. Adiós. – dijo la chica.
- Muchas gracias señorita. – Abrí la puerta, un chico un poco más mayor que yo se me acercó.
- ¡Hola! Tú debes de ser el nuevo transferido, ¿verdad? – soltó el chico. - ¡Jefe, llegó el nuevo! ¡O-Oye, no pases de mí! ¡Luca! Este jefe.... Bueno... Aquel hombre de allá que parece muy ajetreado es el que será tu jefe, bueno es jefe de todo este departamento. Has de saber que es muy bueno en su trabajo, pero será mejor que no lo enfades... Todo el mundo le tiene miedo. – murmuró. – Ah... Yo soy Marc Honsen, mi escritorio está junto al tuyo, seremos compañeros. – dijo riendo y estrechando mi mano.
- Encantado Marc, yo soy Matthew Onedra. – En ese momento otro chico se acercó.
- Así que tú eres el nuevo, ¡encantado! Yo soy Dylan Cold. También trabajo aquí, soy el gerente de ventas de este departamento. – Era un chico delgado, moreno con los ojos pardos.
- Encantado Dylan, yo soy Matthew, trabajaré aquí por un tiempo. Espero poder seguir con vuestro ritmo.
- Haber, ¿qué pasa con este grupito? ¡A trabajar todo el mundo! – dijo el jefe. El jefe era alto, escuálido, aun que tenía una constitución aparentemente fuerte, pelo cobrizo y ojos de color castaño claro. - ¿Eh? ¿Tú quién eres?
- Es el nuevo, señor. – interrumpió Dylan.
- Me llamo Ma...
- Lo que me faltaba... – interrumpió el jefe. – Otro novato. No quiero novatos en mi departamento, Marc llama al director, dile que lo traslade a otro departamento.
- Lo siento jefe... No puedo pedirle eso al directo, él fue quien lo metió aquí. – respondió Marc. – No te preocupes Luca, le enseñaremos entre todos.
- ¡No te he dado permiso para que me llames por mi nombre, subordinado! – exclamó el jefe. Después de eso se fue.
- Lo siento, señor. – dijo Marc.
- Disculpa Marc, ¿el jefe se llama Luca? – pregunté.
- Así es, Luca Demon, pero no le gusta que le llamemos por su nombre.
- Ya veo... Bueno, iré a darme una vuelta por el edificio para ir conociendo más el lugar. Si me disculpas Marc... – Me sonaba de algo aquel apellido, seguramente sería el hermano de algún amigo mío... Pero no estaba seguro.
Salí de la oficina, era mi primer día de trabajo y el jefe ya me odiaba. ¿Podía ir el día aun peor? El departamento Amichi, es decir, mi departamento, estaba en la planta tres, junto otros departamentos. Bajando en el ascensor, me rugió el estómago. Debido a los nervios del primer día, no había desayunado mucho, así que ahora tenía hambre. Bajé a la primera planta y pregunté por alguna máquina de café, estaba en la planta 2. Y otra vez volví a subir, había mucho ajetreo en todo el edificio, la revista de la que estaba a cargo cada departamento, salía a la venta al día siguiente. Cuando encontré la máquina de café, ni tuve que esperar, no había nadie. Pulsé el botón del café descafeinado, estaba caliente, cuando me di la vuelta, me topé con alguien, el café se esparció por toda la camisa de aquella persona. Cuando le miré a la cara, no podía creerlo, era Luca, mi jefe. La persona con la que me había topado, era él. La camisa estaba toda manchada.
- ¡Tú!
- S-Señor... Yo... ¡Lo siento! No sabía que estaba detrás de mí.
- ¡Estúpido, ahora tengo una reunión! ¿¡Qué voy a hacer!? Mi casa está lejos de aquí para ir a cambiarme... No puedo ir a la reunión así... Y todo por tu culpa... – gruñó. Después de un silencio yo reaccioné.
- ¡Espéreme aquí, por favor! – exclamé. Subí corriendo al departamento y cogí mi chaqueta. – ¡Aquí tiene! Es mi chaqueta, póngasela, puede que le esté un poco pequeña, pero aun que sea para disimular la mancha un poco.
- Está bien. Nos vemos después, tengo que hablar contigo. – Se dio la vuelta y se marchó.
- ¿Tiene que hablar conmigo? ¿Sobre qué? Por lo menos me podría agradecer el hecho de dejarle mi chaqueta, bueno, es que ha sido culpa mía que le manchara la camisa. ¡Esto es tan frustrante! Será mejor que suba a hechar una mano y me iré a casa, fue suficiente por hoy. – Volví a subir, parecía que todo se había calmado un poco.
- ¿Cómo te va, Matthew? – preguntó Marc.
- El jefe realmente me odia, le he tirado el café encima, bueno, no se lo he tirado a propósito, me he chocado con él, y mi café..., ha acabado en su camisa... – respondí poniéndome una mano en la cara. – Que desastre....
- ¡Ahora tenía una reunión con el departamento de ventas! – exclamó Marc, algo sorprendido.
- Lo sé... Le he prestado mi chaqueta para que se la pusiera y tapara un poco la mancha... Que bien he empezado el día...
- No te preocupes Matt, todo el mundo tiene un día malo en el trabajo. Escucha, tómate lo que queda de día libre, Luca tiene una reunión que va a durar como mínimo dos horas, nosotros ya casi hemos acabado de dar los últimos retoques a la revista de mañana.
- ¿Estás seguro, Marc?
- Claro, puedes irte Matt.
- Gracias, será mejor que me vaya... Así paso por la tienda para comprar algo para cenar. ¡Hasta mañana Marc! – Cogí mi maletín y salí de allí.
Compré alimentos para hacerme la cena. Llegué a casa, cené y me descansé un poco en el sofá. Después me metí en la ducha, un poco de agua caliente para relajar los músculos. Todo iba bien hasta que alguien que tocó la puerta rompió mi plan de descanso. Salí de la ducha ran rápido como pude, me puse el pijama y abrí la puerta. No me había dado tiempo a secarme el pelo así que lo llevaba mojado. Al abrir la puerta me sorprendí.
- ¡S-Seño! ¿Q-Qué hace aquí? – pregunté sorprendido. Me daba vergüenza mirarlo a la cara después del suceso del café.
- ¿Por qué vas mojado? – preguntó.
- Acabo de salir de la ducha... – respondí.
- Esto es tuyo. – dijo dándome mi chaqueta.
- G-Gracias... Dijiste que tenías que hablar conmigo sobre algo, ¿quieres pasar y hablamos?
- Sí, será mejor. – soltó firmemente.