Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El primer y único amor. por KeikoHikari

[Reviews - 29]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este es más largo espero que os guste ^^

 

-         O-Onedra... – susurró.

-         ¡J-Jefe, lo siento mucho! No sé porqué he hecho eso, yo en verdad no... – Y Luca me volvió a besar antes de que continuara hablando.

-         No sabes cuantas veces he soñado con este momento, el momento de reencontrarme contigo, que me reconozcas, el deseo de unir nuestros cuerpos como hacíamos cuando éramos unos adolescentes, ¿recuerdas?

-         ¿¡C-Cómo que unir nuestros cuerpos!? N-No quiero acostarme con usted, es mi jefe, y...

-         Fuimos novios. – interrumpió Luca. – Ya no solo se trata de una simple relación entre un jefe y su subordinado.

-         Hace casi 10 años de eso, no me lo recuerde más.

-         Dime que todavía me sigues queriendo. – dijo acercándose cada vez más a mí.

-         Y-Yo tendría que i-irme...

-         No puedes ponerte en pié y andar por ti solo. – intervino.

-         E-Es cierto... No puedo andar hasta mi casa, me duele la pierna. Entonces....

-         Tendría que haberte dejado entrar y hablar sobre el asunto del coche... Es culpa mía que tu pierna esté así. Te daré la baja en el trabajo por accidente laboral, así que por ello no te preocupes.

-         ¿Accidente laboral? – repetí-. Pero si yo no...

-         He dicho que no te preocupes por ello, podrás descansar en tu casa hasta que la pierna se mejore.

-         ¿Está seguro?

-         Completamente.

 

Estuve en su casa, que por sorpresa no estaba tan mal decorada. Tenía un olor dulce por toda su casa, al final el aroma acabó pegándose a mi ropa. Le hablé sobre mis proyectos, y me aconsejó sobre algunos de ellos. Lo bueno fue que se apiadó de mí y no me acosó tanto. Por un par de besos no tenía que escandalizarme, al fin y al cabo había empezado yo. Quizá lo que yo creía que sentía al principio no era lo que en realidad era. No me dejó  marcharme solo a casa, más que nada porque se empeñaba en que no debía apoyar la pierna en suelo. Estaba exagerando, solo me había mordido un perro, no me había roto nada. Pero se sentía culpable porque todo era su culpa, y debía de alguna forma compensarme, aun que en realidad la compensación era lo de menos.

-         Onedra, espera – dijo agarrando mi brazo-. ¿A qué ha venido ese beso?

-         E-Esto..., nada, nada, no le dé más vueltas, no tiene importancia, en serio... A veces se me va la cabeza.

-         No me lo creo. Acaso, ¿te has enamorado de mí otra vez? – preguntó. Mi corazón se aceleró.

-         ¡N-No diga estupideces!

-         No son estupideces. Te has sofocado. No miento, ¿verdad?

-         ¡P-Pues claro que miente!

-         ¿¡Huh!? ¿Cómo te atreves a llamarme mentiroso? ¡Asúmelo! Te has vuelto a enamorar de mí, pero no quieres aceptarlo porque crees que te voy a volver a ‘hacer daño’ según tú.

-         Será mejor que me vaya...

-         Onedra... – Antes de salir del coche me giré.- Te quiero. – Después de aquellas dos palabras cerré la puerta con fuerza. La mano me temblaba, mis mejillas tomaron color y comencé a cojear hasta la puerta del ascensor. Ya en casa intenté tranquilizarme hablando yo solo.

-         ¿Pero qué se ha creído éste? ¿Que puede hacer lo que quiera conmigo? ¡Pues está equivocado! Sabía que no era buena idea seguir en ese departamento, no debería de haber ido a su casa... ¡Maldito perro! Yo tenía intenciones de volver a casa, si no hubiera sido por ese perro... Matthew, pero, ¿qué haces hablando solo? – me pregunté tirándome al sofá boca arriba. – Después de todo el causante de todo, soy yo... – Me acaricié los labios recordando aquel beso que le había dado a Luca. - ¿Por qué lo hice? Corazón, no estás enamorado, ¿verdad? Es todo cosa de la mente, me está entrelazando mis ideas, al final, acabaré visitando un psicólogo. Mejor iré a la ducha, muchas cosas han pasado hoy.

 

A la mañana del día siguiente visité al médico, el cual me curó, desinfectó y vendó por segunda vez la pierna. Él también me aconsejó no andar demasiado si podía evitarlo. No era grave, pero aun así, dolía.

Toda la mañana en el sofá, sin hacer nada, acordándome de todo el trabajo que se me amontonaría. Cerca de la hora de comer alguien me traqueó la puerta, era Marc. Traía consigo unas muletas y una bolsa.

-         ¿M-Marc? – pregunté.

-         Buenos días Matt, ¿qué tal estás? Nos ha comentado el jefe que te caíste por las escaleras de la oficina y te heriste una pierna, ya veo que es cierto. – respondió sin perder la sonrisa.

-         ¿Por las escaleras? – Supuse que esa había sido la mentira del jefe, para evitar explicar el incidente con el perro. – Sí, cargaba unas cajas muy pesadas y no vi el escalón y caí, pero no es grave.

-         Me ha dicho Luca que te traiga estas muletas para que puedas apoyarte en ellas.

-         V-Vaya gracias, estaba empezando a acostumbrarme a cojear. ¿Y esa bolsa?

-         ¡Ah! Esta bolsa también me la ha dado Luca, lleva comida dentro, supongo que es para ti la comida.

-         ¿La ha hecho Luca? – pregunté.

-         No sabría qué decirte, creo que sí, pero lleva desde temprano en la oficina. Si la ha hecho él, ha tenido que levantarse antes de ir a la oficina...

-         V-Vaya...

-         ¡Cómo se nota el favoritismo!

-         No es favoritismo...

-         A los demás no nos hace eso, Matt. Parece que al jefe le has caído bien.

-         Si tú supieras... – cuchicheé.

-         ¿Tienes algo que contarme?

-         ¡N-No! Solamente estaba pensando en alto... Bueno, vamos a probar la comida del jefe, tengo curiosidad por saber cómo cocina y si es comestible. – dije entre risas.

-         Si te hubiera oído, estarías despedido.

-         Ese no es mi mayor miedo ahora, dentro de dos meses ya me iré a mi nueva oficina.

-         Eso nos comentó el jefe; te vamos a echar mucho de menos Matt. – dijo abrazándome.

-         Y yo también a vosotros.

 

La comida estuvo bastante rica. Marc y yo le dimos la aprobación a Luca como cocinero. No pensaba que un hombre pudiera cocinar tan bien.

Hablando, me enteré de que Marc tenía una novia, dos años menos que él, la cual también le cocinaba de vez en cuando. Estaban viviendo juntos.

También me comentó cómo se conocieron: Fue seis años atrás, en la inauguración de una biblioteca nueva. Fue amor a primera vista. Empezaron a hablar, quedaban y al final, se enamoraron. Me recordó el día en el que conocí a Loren, no fue precisamente en una biblioteca, pero solíamos coincidir en aquel sitio tan tranquilo. A ambos nos gustaba leer. Siempre nos veíamos, pero nunca nos dirigíamos ninguna palabra, simplemente miradas. Hasta que llegó el día en el cual me besó en el baño del instituto. Mejor no seguir recordando.

-         Matt... ¿Tú tienes novia? – preguntó Marc interesado.

-         ¿¡Eh!? ¿Yo? ¿Novia? N-No tengo...

-         No me lo creo, ¡pero si eres muy buen hombre! Siempre escucho a las mujeres de los otros departamentos halagarte. Según ellas, eres un hombre muy dulce.

-         ¿Dicen eso de mí?

-         Aunque parezca mentira, es verdad. Quizá deberías probar a quedar con alguna de ellas. Son todas muy guapas, y algunas tienen la fama de ser muy buenas en la cama... – dijo con una sonrisa pícara en su cara.

-         ¡M-Marc! ¿¡Qué estás diciendo!? Yo no quiero acostarme con una mujer y al siguiente día olvidarme de ella. No tengo muy buenos recuerdos de mi última pareja... – Me estaba refiriendo a Luca cuando éramos jóvenes. Es cierto que después de él tuve otras novias, pero nunca llegaron muy lejos, un año como máximo. No podía quitarme a Luca de la cabeza.

-         ¿Qué pasó con esa chica? ¿Te dejó?

-         Lo dejé yo... Estaba con otra persona a la vez... Era una relación de tres. Y yo los encontré besándose.

-         Espera, espera. ¿Cómo que ‘lo dejaste’? ¿No sería ‘la dejaste’? O acaso eres gay...

-         ¡Eso, eso! La dejé, la dejé. – rectifiqué. Obviamente no quería que se enterara de que mi primer ‘novio’ fue un chico.

-         ¿Cómo se llamaba?

-         Loren... ¡N-No! Esto... Lorena, Lorena...

-         Oh, vaya, con el nombre tan bonito que tiene y tuvo que ser tan mala bruja... Bueno Matt, yo sé que eres un buen tío, y que eso lo tienes más que superado. Algún día encontrarás a una mujer que te haga feliz, no pienses más en Lorena, no merece la pena, te lo digo yo. Ya es hora de irme... Cuídate esa pierna, te estaremos esperando en el departamento para cuando vuelvas. ¡Ya nos veremos!

 

Había estado a punto de desvelarle mi secreto de que había estado saliendo con un hombre. Prefería que nadie supiera acerca de ello. No era algo de lo que estuviera orgulloso.

Ya más tarde, cerca de las dos de la mañana, estaba a punto de irme a la cama cuando alguien traqueó muy flojito la puerta. Yo no tenía sueño con lo cual, escuché a la perfección los golpes. Antes de abrir la puerta, miré por la mirilla, al estar de noche no se veía muy bien el rostro, pero por la forma del pelo, ya deduje quién era.

-         ¿J-Jefe? ¿Qué hace a estas horas aquí?

-         No pensé que estuviera despierto. Iba a dejarte esos proyectos en tu buzón, pero he visto la luz encendida de tu salón y te he golpeado la puerta muy flojito por si te habías quedado durmiendo.

-         Vaya, muchas gracias por molestarte. Pero, ¿por qué tan tarde?

-         Acabo de salir de la oficina, tenía trabajo acumulado.

-         Debes de estar muy cansado... ¿Quieres pasar? – Físicamente se notaba el cansancio.

-         No te preocupes, es muy tarde ya.

-         Es cierto. Bueno, muchas gracias por las muletas, son de gran ayuda, y sobre todo, gracias por la comida, ha estado muy rica, eres un gran cocinero.

-         ¿Cómo sabías que la comida era mía? Me alegro de que te haya gustado. Es lo mínimo que podía hacer por ti, ya que lo que te pasó fue, en parte, mi culpa. – Hubo un silencio, quería decirle que no era culpa suya, pero si lo decía, seguro que comenzaríamos a discutir.

-         Muchas gracias por todo en serio, no sé cómo agradecértelo.

-         No tienes que darme las gracias, ya sabes el por qué lo hago... Buenas noches Matty.

-         ¿M-Matty? Me llamabas así cuando éramos jóvenes... Que nostalgia.

-         No lo has olvidado, por lo que veo. Espero que tampoco hayas olvidado esto. – Se acercó a mi oído y susurró. – Te quiero, ahora y siempre. – Y me besó sin darme tiempo a pensar en lo que me había dicho. Al separar sus labios de los míos, agaché la cabeza, sonrojado hasta las orejas y no dije nada. – Esta vez no me has esquivado o has intentado oponerte. Veo que vas asimilando tus sentimientos.

-         N-No es así... ¡B-Buenas noches! – dije entrando en casa y cerrando la puerta. Oí como los pasos de Luca se alejaban de mi portal.

Notas finales:

¿Os ha gustado? ¿O qué?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).