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2999 DC por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Señoras, señores...lamento el retraso U_U casi un mes no? jeje sorry, pero no me arrepiento T^T me he sacado el puto carnet de conducir y acabé los examenes y ya soy libre muajaja.

Pero bueno, lo siento, en compensacion os dejo este cap que considero que es bastante largo y tiene algunas revelaciones...interesantes jeje

Que lo disfruteis n_n

 

 

Los músculos le estaban empezando a doler de estar tanto tiempo tumbado en la cama en la misma e incómoda posición, sin embargo, a Law, el mero hecho de moverse en lo más mínimo le parecía una total locura. Se sentía seguro bajo aquella montaña de mantas acurrucado y rodeado del cálido aroma del pelirrojo idiota. Por muy irónico que pudiese parecerle que realmente estuviese empezando a apreciar a aquel chico,  ya no podía hacer mucho más para negarlo. Echaba de menos a Kidd. Sobre todo ahora que no estaba y su mente había vuelto a recordar las pesadillas. En aquella semana con el otro no se había dado cuenta de la seguridad o ancla emocional que le suponía, pero ahora que volvía a encontrarse solo, lo único que quería es que el otro volviese, le rodearse con sus ridículamente fuertes brazos y volviese a acariciarle las orejas cariñosamente mientras se insultaban mutuamente.

 

Pero se estaba empezando a preocupar. A pesar de no tener forma de comprobarlo por no querer moverse, su reloj biológico le decía que ya debería de estar amaneciendo a aquellas horas y Kidd seguía sin volver a pesar de haberse ido la tarde anterior. " A lo mejor se ha quedado a dormir en casa de una amigo "  se intentó calmar Law. Después de todo Kidd era un hombre sano en plena juventud y tendría necesidades que satisfacer o una vida social que atender.

 

La pantera le gruñó por  ocurrírsele siquiera pensar en que Kidd pudiese estar con otro y sacó las uñas listo para degollar y defender sus cosas. Law la ignoró y rodo los ojos molesto. Como siempre, el felino era igual de territorial que siempre. Sin embargo lo que si le sorprendió fue el darse cuenta que a él también se le había formado un nudo en el estomago ante la idea. Si, definitivamente no podía negarlo más. Le atraía Eustass Kidd. Ya no solo físicamente como había tenido que reconocer días antes cuando al adolescente sin cerebro se le había ocurrido la feliz idea de salir de la microscópica ducha con una minúscula toalla como única prenda cubriendo su anatomía, y luego pasearse por la casa durante horas haciendo diversas cosas sin preocuparse de ponerse nada más. O de no mostrarse ligeramente avergonzado cuando la maldita toalla se caía al suelo cada dos segundos.

 

—¿No te puedes poner algo de ropa?—preguntó Law odiándose a sí mismo por haber abierto la boca como un idiota cuando Kidd había salido de la ducha, o cuando la toalla se le había caído de las caderas la primera vez. Y odiándose aun más por no poder apartar la mirada de aquel pálido cuerpo plagado de cicatrices de peleas y de tonificados músculos.

 

Pero Kidd ante el comentario solo se había dado la vuelta y le había sonreído suavemente.

 

—Oh venga, los dos somos hombres, no tengo nada que no hayas visto ya  y es más cómodo ir así— murmuró revolviéndole el pelo cariñosamente y Law se observó a si mismo  mirando sin perder detalle como aquellos músculos se flexionaban bajo la blanca piel con el movimiento. Mierda—Además—continuó el pelirrojo— normalmente suelo ir totalmente desnudo, pero por ti estoy llevando la estúpida toalla asique deja de quejarte.—

 

Y aquel comentario fue todo para Law. Al rato siguiente se encontró en la ducha dándose una de sus odiadas duchas frías para intentar bajar la erección que le había provocado el otro y teniendo que reconocer entre maldiciones que puede, y solo puede, que el pelirrojo no estuviese tan mal.

 

Aquello había sido hacia unos días, y después de primera vez en que Kidd había pululado casi desnudo por delante de sus narices había habido muchas otras torturantes veces, al igual que sus duchas frías que también habían aumentado exponencialmente en consecuencia. Pero aunque la estúpida tensión que parecía haber a veces entre ellos nunca hubiese llegado nada, estaba claro que ambos sabían que estaba ahí y no dudaban de aprovecharse de ella contra el contrario. Y ahora, cuando Law se encontraba solo de nuevo en aquella habitación con sus propios fantasmas acechándole, había tenido que acabar reconociendo que Kidd realmente significaba un poco más de lo que quería reconocer en un principio. Tenía que reconocer que echaba de menos los juegos estúpidos del gato y el ratón, los insultos o la mera presencia del otro contra su espalda cuando dormían reconfortándole.

 

Le echaba de menos. A Kidd. Por completo.

 

Asique ¿Donde cojones estaba y cuando se iba a dignar en volver? en el enfado del momento se juró que cuando el pelirrojo volviese se le iba a abalanzar a la yugular y le iba a dar de una puñetera vez lo que ambos estaban deseando: una sesión de sexo duro y sin control sobre cualquier superficie plana del apartamento “ que desgraciadamente no son muchas”. Y a la mierda las consecuencias, gruñó cuando la vocecita de siempre le recordó  que no debía de confiar en otra persona, que no era bueno abrirse a un hombre que acababa de conocer hacia apenas una semana. Pero le daba igual, estaba en aquello momentos como una estúpida gata en celo y necesitaba acostarse con el otro de una puñetera vez .

 

Y como si sus plegarias se hubiesen comenzado a escuchar por alguna caritativa divinidad, se empezaron a escuchar golpes, ruidos y voces desesperadas al otro lado de la puerta. Law sacó la cabeza de debajo de las mantas y con las orejas en alto y alertas escuchó con detenimiento intentando reconocer alguna de las voces como la del pelirrojo. Su pulso se aceleró expectante al oír el clic, sus ojos se dilataron al ver la puerta deslizándose

 

Y entonces le tuvo delante.

 

Kidd.

 

Sin embargo antes de que pudiese hacer nada estúpido de lo que había planeado se fijó con horror en la herida que tenía en el estomago el pelirrojo y que se apretaba con furia  intentando parar la hemorragia. Se fijó en su ropa destrozada con agujeros de lo que parecían ser balas y que estaban empapadas con aquel conocido liquido rojo. Y también se fijó en otros tres chicos que iban con él. Ace el chico del otro día al que le había pegado la paliza a los videojuegos y que sujetaba con cara de desesperación y angustia al rubio llamado Marco que parecía medio inconsciente y se apoyaba a duras penas en los hombros del MMG.Y el ultimo integrante del desastroso grupo, otro chico que a pesar de estar más pálido que un muerto y respirar con dificultad  apretándose otra herida en las costillas que estaba claro había afectado a sus pulmones, sonreía con alegría y despreocupación mientras se adentraba en el pequeño apartamento como si fuese su propia casa.

 

La mente de Law procesó la información con tranquilidad. Kidd. Kidd está herido. Kidd está herido de gravedad . Los chicos están heridos de gravedad. Antes de empezar a entrar en pánico como siempre hacia la pantera en aquellos casos, se obligó a sí mismo a entrar en el modo medico y dejar que la sangre fría tomase el control de la situación.

 

Se levantó de la cama de un salto elegante abandonando su refugio bajo las mantas y obligó a los heridos a entrar en la casa, cerrar la puerta y a sentar a Marco, que parecía el que estaba peor, en la cama. Una vez hubo comprobado que el rubio estaba bien y que solo había sido el shock del momento y alguna herida menor lo que le había dejado en aquel estado, miró al resto. Ace al lado del rubio estaba bien y no parecía  más que afectado por lo que le había pasad a Marco. El otro chico moreno había ignorado a todo el mundo y se había abalanzado a la despensa de Kidd y deglutía plato tras plato maniáticamente sin darle tiempo al pequeño aparato a preparar siquiera la comida. No le costó mucho curarles con el pequeño botiquín de emergencias.

 

Y luego miró a Kidd que se había sentado en el suelo al lado de la puerta como haciendo guardia ante las sirenas que se oían en el exterior.

 

Kidd le devolvió al instante la mirada como si hubiese leído sus pensamientos y hubo otro de aquellos momentos de tensión en los que al moreno se le erizaba la piel de la nuca y sus dedos temblaban impacientes por  abalanzarse encima del otro. Y Kidd por lo visto también parecía a punto de saltarle encima  por aquella famélica mirada que le estaba dedicando, asique Law hizo lo más inteligente que pudo en aquellos momento y apartó la mirada rompiendo el caliente contacto. No era el momento para aquello, estaban medio muertos y con gente delante. Ya tendrían luego tiempo para arreglar asuntos pendientes, ahora tenía que pensar en que había pasado y en cómo solucionarlo .

 

Aun así , mientras se movía por la habitación curando a unos y ayudando a otros, podía sentir la mirada famélica del pelirrojo sobre su cuerpo sin apartarse ni un mínimo momento.

 

—Tenemos que hablar de lo que acaba de pasar— escuchó susurrar a Marco con voz pastosa entre los brazos de Ace.

 

Kidd gruñó en respuesta, y el moreno al lado de la máquina de comida disminuyó su ritmo ligeramente. Law se sentó entonces al lado de Kidd que aun seguía clavándole la mirada casi literalmente, le ignoró sin dudarlo y sacó un parche de anestesia del botiquín. Se lo fue a colocar como recordaba en el cuello al lado de la carótida donde llegaría rápidamente al torrente sanguíneo, no le dormiría del todo a esa dosis, pero le inhibiría bastante el dolor.  Sin embargo, antes de que hiciese nada, Kidd le agarró de la muñeca en un movimiento demasiado rápido y tiró de él fuertemente hasta que el moreno sintió los labios del otro contra los suyos.

 

Al instante siguiente el resto del mundo carecía de importancia , el hecho de que el chico al lado de la maquina hubiese dejado de comer, o de que junto con Marco y Ace les mirasen con los ojos como platos, o de  las consecuencia que aquello fuese a tener, ni si estaba bien o no, lo única que importaba eran los labios del otro contra los suyos. Tan demandantes y fuertes que pareciese haberse estado muriendo sin ellos. Law no se resistió ni lo demoró ni un momento más y al instante siguiente abrió la boca dándole el paso total al otro sin dudarlo. Dios, había esperado por aquello. El pelirrojo había sido como una necesidad física desde el principio, como el polo opuesto de un imán, como el comer o el respirar. Necesitaba a Eustass Kidd. Por eso cuando por fin lo sintió relamiendo su boca fue casi como si hubiese alcanzado el nirvana y todo su cuerpo ronroneó satisfecho al fin.

 

Al igual que se lo había imaginado miles de veces en fantasías el pelirrojo se abalanzó al instante a recorrer su boca. Mordiendo, dominando y haciendo suyo cada mínimo recoveco. Marcándole como alguien de su total propiedad. Law, en lugar de alejarse ante semejante intento de sometimiento se sorprendió a si mimo apretándose contra el pelirrojo y pidiendo por más. Nunca había sido así con nadie, a todo el que había intentado someterle le había acabado castrando, pero parecía que el pelirrojo le estaba volviendo un maldito gato domestico a aquel paso.

 

Gruñendo ligeramente se separó de la deliciosa boca del otro y le fulminó con la mirada sin muchas ganas realmente. Aquel no era el momento, se repitió mentalmente, ya lo harían después con tranquilidad y todo el royo que ahora Kidd se estaba desangrando joder. Ya lo harían le repitió a la pantera que se revolvía en su cabeza tirándole contra Kidd.

 

Sin embargo, a pesar de las ganas que tenia, la mirada orgullosa y arrogante del pelirrojo y aquella sonrisilla toca pelotas le estaban haciendo cambiar de opinión demasiado rápidamente, sobre todo porque sabía que en aquel momento seguramente estaría más rojo que un tomate y estaría dando una imagen deprimente y rendida ante él. Decidiendo vengarse ligeramente por el espectáculo que acababan de dar, decidió retirar el parche con la anestesia y volver a guardarlo en el botiquín sin usarlo. De todas formas un hombre tan grande y fuerte como Kidd podría aguantar una mierda de operación sin anestesia ¿no?.

 

—Em bueno— volvió a repetir Marco mientras Law sacaba unas pinzas de aspecto peligroso del botiquín— si habéis acabado repito que tenemos que hablar—

 

—Si— concordó Kidd mientras Law le levantaba la camisa con manos temblorosas revelando tres certeros disparos—está claro que alguien nos ha traicionado, pero tenemos que saber quién—

 

Law delineó con sus dedos la maltratada piel del otro casi como hipnotizado, con la total atención de la pantera sobre aquella delicada superficie, dios era tan suave y cálida, ¿Cómo se sentiría lamer aquellos abdominales? La pantera en su interior bajó la cabeza y movió la cola totalmente encantado con el rumbo de pensamientos del humano, “Hazlo. Pruébalo”, le estaba gritando feliz. 

 

Céntrate Law, se obligó a pensar. Apoyando el horrible aparato contra la primera herida de Kidd apretó un botón haciéndolo funcionar con un ligero zumbido. Kidd al instante se tensó y puso una mueca de dolor que a Law le hizo sacar una sonrisa vengativa y Kidd le dedicó una mirada asesina ahora ya sin pizca de lujuria. De repente se oyó un ligero clic y Law apagó el aparato y retiró la pequeña bala del depósito de este examinándola. Parecía una bala normal, sin veneno sin esquirlas, ni electrodos de descargas. Perfecto. Al instante siguiente Law sacó otro parche, esta vez de tejido humano sintético, y  colocándolo contra la herida de Kidd lo apretó ligeramente para pegarlo bien y no dejar cicatriz. Al rato el parche comenzó a burbujear mientras se fundía con la piel del pelirrojo tras haber copiado su ADN y la herida desapareció entonces por arte de magia sin dejar ni una marca. Justo como había pasado con las del resto. Rápido y sencillo, sin la necesidad de los quirófanos de antes.

 

Kidd sin embargo sudaba y parecía a punto de desmayarse por el trabajo de Law aunque seguía sin soltar ni el más mínimo quejido. Law sonreía abiertamente sin molestarse todavía en colocarle el parche de anestesia al otro hasta que se lo suplicase, y provocándole al resto que los observaban unos ligeros escalofríos de terror.

 

—Bueno pues...—siguió Marco ignorando la escena psicópata frente a sus ojos— los candidatos son tres ¿no? Bartolomeo que ha desaparecido por arte de magia y los otros dos, el rey de la silla rosa y el azul—

 

—Bartolomeo no ha sido—dijo Luffy mortalmente serio—le conozco no pudo haber sido él—y felizmente volvió a engullir bandeja tras bandeja.

 

—Tienes pruebas—cuestionó Marco sin querer descartar ninguna mínima posibilidad, porque joder, casi acaban todos muertos por un estúpido error.

 

Luffy frunció el ceño y fulminó a Marco como odiándole por insinuar lo que estaba sugiriendo.

 

—No pero...—

 

—Me salvó la vida—dijo entonces Kidd mientras miraba con horror a Law que se abalanzaba a por su segunda herida—cuando explotó la puerta se puso delante y recibió él el impacto—anuncio Kidd—no sé donde estará pero me temo que...no lo haya conseguido—murmuró solemnemente con voz baja.

 

Marco suspiró frustrado y se pasó una mano por los ojos. Luffy se levantó del armario en el que estaba sentado y golpeó su despensa haciéndola temblar.

 

—Mierda—ya iban dos reyes a su cargo que no podía proteger.

 

—¿Que hacemos ahora?—preguntó frustrado Marco—¿Que cojones hacemos ahora? Nos hemos quedado sin base, y de los siete que éramos en un principio solo quedamos tres reyes, y sinceramente, yo no estoy en mi mejor momento, además, si sabían como entrar al congreso también conocerán nuestras bases propias, no podemos ni volver—

 

—Cállate—gritó Luffy empezando a pasear por la habitación como un perro enjaulado buscando una solución.

 

—Tenemos que saber primero quien lo hizo—empezó Kidd intentando calmar a los otros dos que parecían capaces de abalanzarse uno a la yugular del otro en cualquier momento bajo la presión— si no sabemos quién es y descubrimos algo de él no tendremos ninguna oportunidad, porque desbaratara el plan antes de siquiera ponerlo en movimiento—

 

—¿Y como piensas hacerlo genio?—respondió marco mirándole como si fuese idiota— nos hemos quedado sin base ni red de información ¿o es que no me oyes?, nos están persiguiendo—

 

—Marco cálmate por favor—intentó tranquilizarle Ace apretándole una mano—seguro que hay una forma de...—

 

—No la hay—le gritó Marco habiendo perdido los nervios totalmente— nos han jodido, no tenemos forma de...—

 

Y un puñetazo se estrelló entonces contra la mandíbula del rubio dejándole la cara girada y una impresionante marca roja en la mejilla. Luffy miraba a Marco con odio y respiraba pesadamente con el puño en el aire. Sus nudillos estaban rojos y estaba claro que él también estaba a punto de perder de la paciencia. Sin embargo Kidd suspiró relajado. Así eran ellos al fin y al cabo, gente que solo sabía hablar a puñetazos. Y además, él tras años de ver peleas había aprendido a leer el lenguaje corporal a la perfección, y el de Luffy en aquel momento le decía que tenía todo bajo control. Más o menos.

 

—No le vuelvas a hablar a si a mi hermano—gruñó el menor— y cállate de una puñetera vez no me dejas pensar—

 

—Si Marco tío, relájate, nos acabaremos librando de esta como siempre— le aseguró Kidd sonriendo maniáticamente mientras Law le sacaba la tercera bala con el maldito aparato y él volvía a contener otro alarido.

 

Marco entendía lo que sus compañeros estaban intentando hacer. En aquel momento no se ponían venir abajo por mucho que quisieran. Tenían gente dependiendo de ellos, gente que les miraba y a la que tenían que dar esperanza ahora. Si ellos se rendían, si el jefe se rendía, sus subordinados acabarían tirándose desde las torres en suicidio colectivo para acabar con su sufrimiento. Pero Marco no lo podía evitar, sabía que no debía hacerlo pero aquello era demasiada incertidumbre, lo sentía pero no podía confiar ni en sus propios recursos como rey.

 

—Pero...—volvió Marco a insistir bajando la cabeza mientras le acariciaba la cabeza a Ace en forma de disculpa por haberle gritado.

 

Ace se abrazó a su cuerpo y Marco no dudo en devolverle el abrazo, ahora delante de todo el mundo era lo único que podía hacer para disculparse por haberle gritado. Y aunque sabía que a Ace no le importaba mucho, luego tendría que disculparse en condiciones.

 

Luffy sin embargo ante el comentario de rubio volvió a abalanzarse sobre Marco con cara ya de enfado, ¿De verdad iba a seguir insistiendo?.  Kidd, apoyó a Luffy y deseó que realmente le diese el segundo revés, también le estaba empezando a sacar de quicio tanto pesimismo. En aquel momento no podían venirse abajo y sabia que Marco lo sabía, necesitaban poder y fuerza de voluntad para acabar con aquello y si Marco estaba decidido a rendirse sin siquiera pelea él no le seguiría por el mismo camino.  Le sacaba de quicio lo de rendirse, por dios que eran los reyes, habían aguantado cosas peores para llegar al cargo. Sin embargo antes de que Luffy pudiese abalanzarse sobre Marco esta vez con los ánimos de Kidd de su lado, otra voz les interrumpió.

 

—Por favor Luffy-ya, te agradecería que no golpeases al paciente que acabo de curar—comento de repente Law hablando por primera vez—y en cuanto a lo de los otros dos reyes os puedo ayudar con el problema— y como si tal cosa cerró el botiquín y se levantó a guardarlo donde lo había encontrado ignorando las miradas de los otros tres sobre él repentinamente pálidos.

 

—¿ Y tu quien eres?—preguntó el Luffy de repente poniéndose en guardia contra Law.

 

—Trafalgar Law—respondió rápidamente el de los tatuajes con una sonrisa amplia recostándose contra el marco de la puerta y cruzándose de brazos.

 

Y entonces antes de que pudiese reaccionar una avalancha se cernió sobre él y tuvo a Kidd estrujándole el cuello contra la pared con su inhumana fuerza. Law rió a pesar de sentir al instante la falta de oxigeno en sus pulmones mientras los otros tres le miraban con odio.

 

—¿Que quieres decir con que nos puedes ayudar?—siseó Kidd con la traición en su mirada—¿Sabes algo de los reyes?¿Como narices lo sabes? ¿ eres un espía?—

 

Law sintió los dedos del otro clavándose en su taquea y estuvo tentado de rodar los ojos ante los otros tres. Realmente eran idiotas, no le extrañaban que hubiesen podido con ellos tan fácilmente si habían sobrevivido había sido gracias a su ridícula fuerza bruta.

 

Levantando una mano apretó la del otro y se la quitó del cuello sin problemas. Kidd parpadeó ¿Desde cuándo Law era tan fuerte? La ultima vez le había conseguido inmovilizar fácilmente, pero esta vez la mirada del otro le dijo que no iba a ser tan fácil vencerle. Entrecerró los ojos. ¿Qué significaba aquello? ¿Era Law un traidor? Una oleada de rabia le inundo por dentro al darle vueltas a la idea, ¿ Y si habían mandado a Law específicamente para seducirle y que le diese información? ¿Todo había sido una mentira desde el inicio? Si ese era el caso Kidd decidió que no se contendría con el moreno. Que haría lo que fuese necesario para proteger a su gente y si eso consistía en matar a aquel MMG del que se había vuelto dependiente lo haría.

 

Aunque se hiciese daño a sí mismo con ello. Aunque perdiese lo poco que le quedaba de humanidad.

 

—No idiota—contestó entonces Law mirándole divertido con aquella mirada felina que a Kidd le hacía querer molerle a envestidas. Pero Kidd simplemente le observó con el corazón en un puño preparado para lo que iba a decir—Soy otro de los reyes, imbécil—

 

Y los cuatro idiotas se quedaron entonces callados durante un momento mirándole como si fuese un extraterrestre. Law sabía lo que estaban pensando perfectamente. No tenía la apariencia de los otros después de todo, puede que los tatuajes o los pircings sirviesen ligeramente de intimidación al igual que su altura o sus ojos extraños, pero con las orejas, la cola y la falta de musculatura, realmente parecía de todo menos un rey. Por eso no se extrañó cuando Luffy se echo a reír ni cuando Kidd se separó de él con cara de cansancio, como si fuese un niño pequeño que ha vuelto a decir algo que no debería.

 

—No digas tonterías Law, es imposible que seas un rey—y dándose la vuelta el pelirrojo volvió a dirigirse a donde había estado sentado todo el rato, ahora relajado y con los hombros caídos.

 

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Una cosa era que no se lo creyesen, pero otra muy distinta que le tratasen como una mierda débil. Abalanzándose fácilmente hacia delante, agarró al pelirrojo de la muñeca y giró en una conocida finta practicada miles de veces. Al instante el otro estaba tumbado en el suelo boca abajo revolviéndose contra su agarre totalmente inmovilizado. Con una pose arrogante se sentó encima del pelirrojo elegantemente y apretó un cuchillo que había agarrado en la finta, entre sus omoplatos. Derrotando al pelirrojo, el rey conocido por su fuerza bruta y fuerza, en menos de dos segundos. Demostrándoles que no había nada de débil en su persona.

 

Los otros le miraron sorprendidos y la pantera saco pecha como el animal orgulloso que era.

 

—¡Kidd!—chilló Marco al ver a su amigo de repente a punto de ser apuñalado con un cuchillo de cocina.

 

—Que te crees que estás haciendo Law, suéltame o te la cargas— chilló Kidd con su cara estampada contra el suelo y sin poder moverse en lo más mínimo. Estaba enfadado y humillado. Y a Law le encantaba.

 

El de ojos grises sin embargo les ignoró, y levantándose una manga de la sudadera negra con ayuda de los dientes reveló un enorme tatuaje en su antebrazo. Una marca que Luffy como monarca reconoció al instante y que Marco miró con los ojos como platos sin creérselo. La marca del rey azul. La marca del asiento vacío de siempre.

 

—Ahora entiendo porque no venias a las reuniones—comentó Marco volviendo a recostarse contra las piernas de Ace a su lado y recuperando ligeramente la calma.

 

Luffy en cambio se abalanzó a abrazar a Law a pesar de que aun estuviese sentado en la espalda de Kidd y tuviese que dejar su comida. El pelirrojo gruñó al sentir el peso extra oprimiéndole los pulmones.

 

—Así que eres tu—comento "el chico aspiradora"—encantado de conocerte Law—dijo Luffy estrujado al moreno— vaya, quien pensaría que el famoso y misterioso rey azul seria un MMG—rió feliz—eso explica mucho—

 

Y como si nada todos parecieron relajarse de nuevo y el ambiente tenso de los últimos minutos desapareció ente risas divertidas.

 

—¿Que ha pasado?¿Por qué os reis?—chillaba Kidd aun inmovilizando—Law bastardo suéltame—

 

Sin embargo Law solo sonrió  tenso al resto aun ligeramente cabreado por el comentario de los MMG. ¿y que si lo era? Había conseguido llegar a los más alto después de todo, no tenian ningún derecho a echárselo en cara. Sabía que el resto estaba pensando que no había acudido a las reuniones porque no quería que supiesen que era un MMG, pero no era así. Definitivamente no era así. El no tenía nada de lo que avergonzarse, ni nada que esconder, y a quien había dudado de ello le había convencido en dos segundos de lo contrario. El simplemente no había acudido a las reuniones por una razón muy distinta que el resto no tenia porque saber.

 

Apretó entonces con ganas el agarre que tenia sobre Kidd conteniendo las ganas de sacar al los otros de su error, retorciéndole el brazo al pelirrojo hasta que este soltó un quejido de dolor. Pese a la situación que afrontaban, la pantera se lo estaba pasando en grande jugando con el idiota y también estaba ligeramente feliz de poder revelar al fin su identidad y de que pudiesen reconocerla como un igual y no como alguien inferior al que se debía proteger. Sin embargo el chico de ojos grises no revelo ningún sentimiento y solo siguió jugando a torturar a Kidd felizmente.

 

Sin embargo, mientras Marco y Luffy hablaban de aquel nuevo descubrimiento, decidió soltar a Kidd gracias a las suplicas de Ace que veía al pelirrojo con cara de angustia y ligero terror, y con las orejas caídas preocupado por que un cuerpo humano pudiese flexionarse de esa forma. Law se alejó de Kidd saltando con facilidad al otro lado de la diminuta habitación antes de que el pelirrojo pudiese abalanzarse sobre él y devolverle la jugada. Kidd le fulminó. Law le devolvió la más adorable de sus sonrisas antes de volver a recargarse contra la pared y volver a hablar.

 

—Si, soy el que controla la zona norte, o el rey azul como me llamáis vosotros—comentó ignorando los gruñidos de Kidd que se agarraba el hombro con dolor—y conozco la verdadera identidad de quien ha realizado el ataque, el traidor o como lo queráis llamar, desde hace bastante—

 

—¿Y porque no dijiste que nos iban a atacar?—preguntó rápidamente  Luffy mirándole serio. Tan agudo como siempre, pensó Law.

 

—Por qué no lo sabía, no pensé que fuese a moverse tan rápido, sinceramente le conozco desde hace mucho y esta no es su típica forma de actuar—

 

—¿Quién es?—preguntó entonces sin darle muchas vueltas Marco, solo necesitaba un nombre, un objetivo, una presa como les llamaba Ace cuando se había dedicado al lucrativo negocio de los asesinato.

 

 El resto era incensario y carecía de importancia, pensaba Marco observando divertido como Kidd acechaba a Law y como con un movimiento rápido le atrapaba y les sentaba a ambos en el suelo con cara de victoria. Law entre las piernas de Kidd que le rodeaban protectoramente. Tuvo sin embargo que contener una sonrisa cuando Law rodó los ojos ante la actitud victoriosa del otro claramente habiéndose dejado atrapar.

 

—En el submundo le llaman Joker, el rey violeta—empezó Law girando la cabeza y persiguiendo la mano de Kidd que le acariciaba las peludas orejas posesivo de nuevo. Provocándole agradables escalofríos repentinos que atravesaban su columna hasta llegar a su entrepierna— pero en la superficie se le conoce como Donquixote Doflamingo el Shichibukai a cargo del gobierno—

 

Las maldiciones no tardaron en escucharse.

 

—Mierda—

 

—Joder—

 

—Lo que me extraña es que hayamos sobrevivo hasta ahora—comentó Ace.

 

Law sonrió ante el comentario. Si habían sobrevivido hasta ahora era porque los reyes le habían sido útiles al rubio, y cuando lo habían dejado de ser Law se había encargado personalmente de que el hombre perdiese el interés en destruirles, que no le sirviese para nada y solamente fuese una pérdida de tiempo. Pero ahora la cosa había cambiado. Ahora los reyes se habían convertido en un obstáculo para el rubio en su carrera hacia el poder. Ahora tenían que ser destruidos.

 

—¿Y cómo es que le conoces Law?—lanzó entonces la maldita pregunta Kidd, en un tono serio y bajo contra su oído.

 

Law se tensó al instante y de repente el abrazo que le estaba dando el otro le resultó opresivo. Pero tenía que contestar, no sabía porque pero la pantera se lo quería contar a Kidd, quería abrirse, que la conociese. Aunque el humano como siempre se negó. Aun era demasiado pronto, aun Kidd no confiaba en el cómo había demostrado segundos antes cuando casi le había estrangulado. No podía. No ahora.

 

—Doflamingo era...mi amo—susurró por lo bajo con voz tensa. Al instante sintió los brazos del pelirrojo tensarse a su alrededor apretándole contra su cuerpo, y su respiración cambiar ligeramente volviéndose más profunda y silenciosa, como una fiera comenzando a enfadarse. Law evitó el mirarle en lo más mínimo— el mató a mis padres, me secuestró y me usó como le dio la gana—resumió el moreno rápidamente, porque no quería entrar en detalles, el resto no necesitaban saberlo.

 

—Si eras suyo ¿entonces como te convertiste en rey? ¿No te tenia encerrado?—preguntó Ace entendiendo en todo momento como MMG, por lo que había tenido que pasar Law. Porque él también había tenido que sufrirlo en sus carnes en su momento, antes de conocer a Marco, antes de que todo se solucionase. Inconscientemente se apretó contra el rubio en busca de seguridad.

 

—Al principio si era así, me tenia encerrado en la mansión y no me dejaba salir, pero luego después de...—no lo iba a contar, no lo iba a contar, no estaba preparado todavía para ponerlo en palabras. Aquello sería reconocerlo, seria demostrar que realmente pasó. Kidd le apretó aun más contra su cuerpo y Law se obligó a sí mismo a seguir— pero luego me empezó a dar un poco de libertad, salí a la calle, me hice con amigos leales, un día me metí en una pelea y luego otra y otra hasta que empezamos a ganar renombre y prestigio en determinados campos, comenzamos a establecer una organización clandestina, una cosa llevo a la otra y conocí un día  a Vegapunk y...bueno, finalmente estoy aquí— resumió rápidamente—aun así Doflamingo no sabe quien soy realmente y esperó que siga siendo así— finalizó mandándoles una mirada de advertencia.

 

Dejando claro que lo de faltar a las reuniones había sido por aquello y no por una repentina falta de seguridad propia.

 

 

—Vegapunk es...—comenzó Ace.

 

—Era el anterior rey azul— respondió Kidd volviendo a delinear las suaves orejas negras de su mascota, porque aunque fuese un rey o hubiese pertenecido a un psicópata, Kidd se negaba todavía a quitarle ese título. Law era suyo. Y punto—fue el primero en renunciar hace años y por eso casi ninguno le conoce, Shanks me habló de él, uno de los mayores científicos que ha habido nunca—

 

Law asintió y recostó ligeramente la cabeza contra la mano de Kidd que comenzaba a acariciarle el pelo suave y corto de la nuca distraídamente. Sintió su cuerpo temblar ante la caricia de en aquella piel sensible y contuvo a duras penas el ronroneo que se estaba empezando a formar en su pecho. Dios, se sentía tan bien.

 

—¿Bueno, y que hacemos contra él?—preguntó como siempre Marco buscando la solución practica y rápida.

 

—Primero necesitamos reorganizarnos—respondió Kidd sonriendo arrogantemente al sentir a Law restregarse contra su mano— luego estableceremos el plan, ahora que ya sabemos quién es y sabemos cómo evitar que se filtre información—

 

—Esperad—pidió Law con los ojos medio cerrados entre los brazos de Kidd—no es solamente Doflamingo, según las pruebas que encontré hay otro Shichibukai que participó en el ataque de Hancock y supongo que también en este— sus últimas palabras sonaron a un ligero ronroneo y se obligó a sí mismo a dejar de restregarse contra el otro y a centrarse en la maldita conversación.

 

—¿Quien?—volvió a preguntar Luffy.

 

—Se llama Barbanegra, o Marsal D Teach, se unió a la organización hace unos días y está ayudando a Doflamingo al igual que Arlong—

 

—Entonces es más grave de lo que parece—se dio cuenta Marco—no nos enfrentamos solo contra un Shichibukai, sino contra la organización entera—

 

—Si—concordó Ace frunciendo el ceño ante la nueva pared que había aparecido tras derribar el primer muro.

 

—Pues entonces acabaremos con los Shichibukai—anunció entonces Luffy con una enorme sonrisa en la cara.

 

Los otros tres le miraron como si estuviese loco. Cosa que algunos volvían a preguntarse si no lo estaba realmente. No se podía acabar con los Shichibukai, eran la rama más fuerte del gobierno, acabar con ellos sería como destruir al propio gobierno. Un gobierno que había durado siglos después de la tercera guerra mundial y contra el que nadie había conseguido oponerse, era simplemente una locura. Imposible.

 

—¿Qué?—preguntó Law aturdido.

 

—Luffy no digas estupideces—respondió Ace con una sonrisa tensa.

 

—Es imposible— anunció Marco—¿verdad Kidd? no es algo que podamos...—

 

Pero Kidd estaba sonriendo ampliamente con una mirada peligrosa.

 

—Oh no—comentó Marco mirándole con horror sabiendo perfectamente lo que pensaba. Luffy rio suavemente y Kidd amplió su sonrisa aun más.

 

—¿Por qué no? Somos los reyes más fuertes que nunca ha habido desde la generación de Roger, y el gobierno es el más débil y corrupto que ha habido nunca y todo el mundo sabe que son los Shichibukai los que lo controlan—explicó—acabemos con ellos, acabemos con la mierda de gobierno y establezcamos nuestra propia ciudad, yo lo veo posible—

 

—Estás loco—sentenció Marco.

 

—No el idiota tiene razón—dijo entonces Law a lo que Kidd frunció el ceño "¿Idiota?"—tengo razones para sospechar que la organización esta además dividida, y que tanto Crocodile como Mihawk no apoyan los planes recientes que se les asignan, podemos aprovecharnos de ello también—

 

—Ves la situación es perfecta—les animó Kidd.

 

—Está bien, yo y mi gente os apoyaremos con esto—concluyó Law al fin—pero Doflamingo es mío—

 

Y su mirada fue tan tajante y oscura que nadie se atrevió a llevarle la contraria.

 

—Bien somos tres entonces—dijo Luffy—solo quedas tu Marco— dijo dedicándole al rubio aun medio muerto en la cama una cálida sonrisa.

 

Marco les miró a todos. A Luffy sentado entre una montaña de bandejas de comida vacía y totalmente confiado y optimista. A Law entre las piernas de Kidd intentando huir de la manos del pelirrojo que intentaba atrapar la larga cola negra de la pantera, y a este sonriendo arrogantemente como siempre emocionado ante el nuevo y estúpido reto que Law le había propuesto. Suspiró cansado sabiendo que no tenia opción. En un último momento miró a Ace que le dedicó otra de sus amables sonrisas y le apartó un mechón de pelo de la frente. El chico había sufrido por culpa del maldito gobierno al igual que muchos otros lo estarían haciendo ahora. Recordó entonces los problemas a los que se enfrentaba su gente cada día y a lo que habían tenido que llegar para sobrevivir en aquel gobierno corrupto, lentamente comenzó a enfadarse y a querer él también hacer algo para cambiar la deprimente situación. Por eso cuando contestó su voz no albergaba ni la más mínima duda.

 

—Está bien—acabó cediendo— yo también lo apoyó, pero como salga mal juro que me convertiré en un demonio y os torturare en el infierno por el resto de la eternidad—

 

—Sigue soñando—le respondió Kidd atrapando al final la esponjosa cola de Law entre su mano.

 

Law pego entonces un salto en el sitio, abrió los ojos como platos y luego con cara de odio le dedico un codazo al pelirrojo en el estómago que le hizo soltarle el suave apéndice con un quejido. Indignado por quien sabe qué, el moreno se levantó a continuación de entre las piernas del pelirrojo y se fue a sentar dignamente en la otra punta de la habitación fulminando al chico durante todo el proceso.

 

Marco sonrió ante la escena mientras Kidd se apretaba el dolorido estomago y mandaba miradas a Law entre confusas y enfadas. Ace miró cómplice a Marco y este le devolvió la mirada sonriendo. A Kidd le quedaba tanto por aprender si quería domar a un MMG, pensó el rubio habiendo entendido la escena a la perfección, después de todo Law y Ace eran iguales en algunas cosas.

 

—Bueno entonces nos vamos—dijo el rubio levantándose de repente de la cama y pidiéndole a Ace que le ayudase a caminar. Tal vez deberían dejarle intimidad a la parejita—necesito reorganizar mi base, llamadme cuando acordéis algo o pase algo grave—

 

—Yo también me voy—dijo Luffy— tengo hambre y Sanji me prometió que hoy me haría la comida—dijo levantándose y dirigiéndose a la puerta tras haber arrasado con la despensa de Kidd. Totalmente.

 

Antes de salir, todos se acercaron a Law y le abrazaron y revolvieron el pelo dándole la bienvenida al grupo. Law ni se resistió, al final ya se había rendido con lo intentar mantener una distancia con aquella gente. A diferencia de su grupo en donde el contacto o la camaradería era algo esporádico aquella gente estaba todo el maldito día una encima de la otra. Al principio le había causado rechazo, como con Kidd. El humano odiaba que le tocasen y solo quería establecer una línea divisoria entre él y el mundo, pero a la pantera aquel repentino aprecio y cercanía le habían ayudado ligeramente a curar algunas heridas. Después de todo las panteras vivían en manada y el contacto con sus semejantes era algo necesario. El sentir que pertenecía a un grupo, el que otros se preocupasen por ti al igual que tu lo hacías con ellos. Aquello había significado bastante para el animal y por eso cuando Luffy le abrazó antes de salir por la puerta tras Ace y Marco se sorprendió devolviéndole el abrazo torpemente.

 

—Me alegra haberte conocido Law—

 

Y sin más, se alejó y cerró la puerta a sus espaldas dejándole solo con el pelirrojo. Law suspiró relajándose ligeramente. Por fin había acabado. Por fin algo de tranquilidad, sin embargo cuando se giró y encaró a Kidd que de repente había aparecido a su espalda y estaba más cerca de lo que había planeado, no pudo más que contener la respiración. Ya que la mirada del pelirrojo le decía que aquello no había hecho más que empezar.

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.

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El rubio fulminó a través de sus gafas moradas al hombre gordo y peludo al otro lado de la mesa y se contuvo para no estrangularle allí mismo. Solo le había pedido una cosa, solo una única y simple tarea que no le debería haber costado de realizar más de dos o tres horas. Le había dado la información, le había dado el lugar y la hora, le había facilitado los medios y todo el maldito plan, pero no, la tenía que joder.

 

—¿Como que han escapado?—preguntó con voz demasiado calmada Doflamingo.

 

Marsal D Teach bajó la mirada incapaz de sostenérsela a pesar de que llevaba las gafas puestas y estas la ocultaban. El maldito bastardo. Le había metido en los Shichibukai pensando que le seria útil y allí estaba el muy imbécil, jodiendole un plan que simplemente era imposible de estropear.

 

—Lo siento Doflamingo pero ellos tenían munición y...—

 

—Me importa una mierda lo que tuviesen—dijo el rubio dando un golpe en la mesa de cristal enfrente suyo haciendo que el eco de este retumbase en la pequeña habitación de cemento— te di cincuenta puñeteros soldados, cincuenta de los mejores soldados adiestrados por el maldito ejercito, tenias los planos, las contraseñas...¿y me estás diciendo que perdiste contra tres hombres?¿Contra tres putos hombres?—

 

—Pero ellos...—volvió a intentar defenderse el imbécil.

 

—Cállate—le gritó el rubio levantándole del asiento incapaz de seguir sentado.

 

Aquello mandaba a la mierda todos sus planes. Ahora los malditos reyes estarían alertas y sería mucho más complicado capturarles y aniquilarles. Y además, quería recuperar de una puñetera vez a Law, le echaba de menos en su cama a su lado. Respiró hondo intentando tranquilizarse y  no destripar al hombre gordo y sudado enfrente suyo. Aquello no era un problema, trato de convencerse, aquello solo retrasaría ligeramente sus planes pero haría la cacería mucho más divertida.

 

Sonrió maniáticamente mientras nuevas estrategias surgían en su mente. Si, aun tenía el factor sorpresa, aun tenía la ventaja de que los otros no sabían quien era él pero él les conocía a la perfección. Les había estudiado durante años. Si, aun podría hacerse con el control de la maldita ciudad, aun tenia oportunidades, aun todo podía acabar bien.

 

—Bien esto será lo que hagamos—

 

Y feliz comenzó de nuevo a trazar un plan, comenzó a tejer los hilos, tan concentrado en ello que no percibió la mueca aburrida pero entretenida del hombre que tenía delante y que no le estaba escuchando con la requerida atención.

 

 

Notas finales:

Chan chan chan sorpresa jajaja me encanta escribir este fic XD Pobre Law, esta que ya no puede más con el instinto animal y al final va a acabar cediendo jaja 

¿Bueno señores que pensais que va a pasar ahora?¿Conseguiran acabar con los Shichibukais o ocurrira algo inesperado? Que sera, sera...

Bueno hijos y hijas mios, gracias como siempre por leer, creo que en este cap me he enrollado demasiado con algunas cosas, sorry por eso a veces me emociono como con lo de curar las heridas XD perdonadme en serio.

Bueno cielos, un beso.

Nos vemooos


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