Sehun se despertó cuando oyó gritar su nombre a su madre. Miró el reloj ¡mierda! Había estado durmiendo cinco horas, menuda siestecita.
Se mordió el labio pensando en la bronca que le iba a caer, pero otro pensamiento pasó repentinamente por su mente.
-El labio- chilló Sehun- Joder, el labio
El chico salió a la carrera hacia el único espejo de la casa: el espejito del bolso de su madre. Lo cogió entre sus manos, estas eran tan grandes y el espejo tan pequeño, además de que Sehun estaba hecho un manojo de nervios…… en definitiva, coger el espejo no fue fácil.
Buscó la herida de su labio en el espejo, pero no estaba. La herida había desaparecido en solo cinco horas, Sehun no era tonto, cuando era pequeño se hizo una herida igualita y tardó dos semanas en desaparecer. Un rayo de luz cruzó su mente y el chico se miró las rodillas, estas estaban totalmente curadas y no había ni rastro de la puñeta que se había hecho; luego miró las palmas de sus manos esperando ver lo mismo, que estas estuvieran curadas, pero las heridas aún seguían ahí.
¿Cómo puede ser eso?
Sehun escuchó una risita en su cabeza, su pequeño yo le decía que la respuesta más loca era la más acertada, así que el chico repasó en su cabeza cada detalle de aquel sueño.
“Sehun sintió unas caricias en su mejilla izquierda, se movió un poco para intentar librarse de aquello que le impedía dormir, pero las caricias continuaron. El chico entreabrió un poco los ojos y pudo ver una mano perfilando su mandíbula, giró la cabeza y vio allí a la sombra, la cual a pesar de todo el movimiento seguía con lo suyo.
Sehun sonrió, sonrió con ironía hacia sí mismo por haber pensado que se había librado de ella, era estúpido pensar que porque no lo visitara durante dos días había desparecido para siempre, pero Sehun se atrevió a pensarlo.
-Doare? (¿Te duele?)- preguntó aquel ser mientras rozaba la comisura izquierda de los labios de Sehun
Sehun quitó rápidamente la cara y luego asintió, esperando que la sombra entendiera que no le podía tocar porque ciertamente le dolía mucho.
-şi aici? (¿Y aquí?)- preguntó la sombra mientras acariciaba la rodilla magullada del chico
-Dacă (si)- respondió Sehun, quien se incorporó rápidamente. ¡Dios, acababa de hablar, por fin lo había conseguido!
-Shhh. Relaxaţi-vă (relajate)- le regaño la sombra mientras lo volvía a arrastrar al suelo- Ai de gând să facă mai mult rău (Te vas a hacer más daño)
Sehun se recostó tranquilamente sobre el pecho de la sombra, la cual comenzó a acariciarle el pelo y en intervalos cortos le besaba la cabellera. El chico se quedó allí tumbado, mirando hacia la nada, mientras el sentimiento de terror que siempre tenía cuando la veía se transformaba en uno de aprecio. Sehun solo había tenido dos momentos así con la sombra, momentos más cariñosos, todas la demás veces que se la había encontrado esta se aprovechaba de él (aunque sin llegar a nada serio); los momentos malos, por así llamarlos, superaban a los buenos pero al chico le daba igual.”
Su cuerpo había estado, al completo, en contacto con la sombra, pero las manos de la sombra solo habían rozado sus rodillas, su labio y su pelo.
¡Su pelo! Sehun miró corriendo su pelo, recordaba haberse hecho un corte muy superficial y un chichón enorme, pero no había ni rastro de ninguna de las dos cosas. Aun dudoso, y alucinando en colores, Sehun se colocó una pequeña tirita en el labio para tapar la inexistente herida y bajó a reunirse con su familia.
Desde luego la bronca de su madre no sería lo peor del día.