- Este es mi Matty – susurró en mi oído.
- N-No me llames así – tartamudeé antes de que mi móvil comenzara a vibrar. - ¿Quién es? ¿Érica? ¡No, no! ¡Esp...!
- Matt, ¿ha pasado algo?
- E-En absoluto... Tan solo que...
- ¡Matty! – interrumpió Érica que subía por las escaleras. – Te echaba de menos. – Luca recogió los papeles del suelo que anteriormente yo había tirado y comenzó a alejarse de nosotros.
- ¡Luca, espera! ¿¡Qué estás haciendo aquí otra vez, Érica!? Te he dicho antes que no volvieras aquí.
- ¡Estoy embarazada, Matty! – exclamó muy entusiasmada.
- ¿¡Q-Qué!? – grité. Luca me miró ojiplático, se había quedado paralizado ante las palabras de Érica. Después agachó la cabeza y se marchó con signos de tristeza.
- ¿¡Cómo es posible Érica!? Pero si nosotros...
- Vamos a ser padres Matty... Este hijo que crece en mi interior es nuestro... – dijo abrazándose a mi cuerpo.
- ¿Yo? ¿Un hijo? N-No puede ser...
- Cuando he llegado a casa me he hecho un test de embarazo porque estaba empezando a tener náuseas continuas, ¡y ha dado positivo! ¡Estoy tan contenta! – Yo no podía creérmelo. Acababa de besar a Luca, pensaba que ya lo tenía todo claro. Ahora él empezaría a pensar que tan solo había jugado con él.
- Oye Érica, vuelve a casa y descansa. No es bueno para el bebé que te muevas tanto. Ya nos vemos mañana, tengo trabajo que acabar. – dije apartándome de ella, la cual me obedeció y regresó a casa.
- Ahora tengo que buscar a Luca, tengo que explicarle lo que acaba de suceder. – En nuestra planta ya no había nadie, eran casi las diez y media de la noche, lo que quería decir que todo el mundo había regresado a casa. Fui directamente a su despacho, donde lo encontré sentado leyendo un artículo de un periódico.
- Luca, yo... – empecé a hablar.
- Pensaba que te había ido con tu novia.
- Esto es un error, ella no es mi novia, tienes que creerme.
- Felicidades Onedra, vas a ser padre. – interrumpía sin levantar la mirada de su periódico.
- E-Es imposible que ella esté embarazada... Luca...
- Desde ahora lo nuestro tan solo es una relación de jefe y empleado.
- P-Pero... – Él se levantó de su mesa, dejando el periódico en ella. - ¿Por qué me has besado hace un momento? ¿Qué intención tenías? ¿Hacerme daño?
- En absoluto. No quiero interferir en...
- ¡Mentira! – intervine. - ¡Estás jugando conmigo otra vez como lo hiciste hace nueve años! Pensé que habías cambiado...
- ¡Yo nunca jugué contigo! Yo te amaba, Matt.
- Estabas con otra chica mientras éramos novios... – solté.
- ¡Eso es mentira!
- Te vi besarte con ella en el portal de tu casa. No puedo sacar esa imagen de mi cabeza, me resulta imposible. Me rompiste el corazón.
- ¡Tienes que estar confundido! No estaba con ninguna chica.
- Te visitó una chica mientras estabas conmigo... ¿Ya no lo recuerdas? Eres...
- ¿¡En serio!? ¿Te alejaste de mí porque creías que estaba besando a aquella chica? Ella era mi prima, ¿sabías? Tan solo la estaba saludando, me extraña mucho que la llegara a besar. Por lo tanto, te confundiste, Matt.
- N-No puede ser...- tartamudeé. – E-Entonces no besaste a esa chica... – Apartó todas las cosas de su mesa y me lanzó a ella. - ¿¡Q-Qué haces!?
- Retomar lo de aquel día. – Susurró besando mi cuello. Me quitó la chaqueta, desabotonó mi camisa.
- L-Luca, d-detente... – dije forcejeando.
- ¿Por qué te resistes? – preguntó entre beso y beso. Me quitó el botón de mi pantalón y palpó mi miembro. Empujé a Luca hacia atrás, y yo retrocedí, tenía la respiración agitada. - ¿M-Matt?
- M-Me tengo que ir – solté bajando de la mesa y saliendo de su despacho.
- ¡Matthew, espera! – exclamó él persiguiéndome. Llegué a la zona de los ascensores, pulsé repetidamente el botón. A los segundos uno de los ascensores se abrió y yo entré. Sentía que si me quedaba iba a dejarme llevar como siempre. Antes de que las puertas se cerraran, Luca introdujo la mano, el sensor lo detectó y se volvieron a abrir.
- L-Luca... – balbuceé. Seguía teniendo la camisa desabotonada, al igual que los pantalones. Lo primero que hizo Luca, fue agarrarme de las manos y pegarme a la pared del ascensor, para después besarme apasionadamente. – D-Déjame... ¿P-Por qué haces esto? – pregunté apartando la vista de él.
- Porque quiero. Te apartaste de mí por una equivocación tuya, ¿crees que no voy a recuperar el tiempo perdido ahora que te tengo aquí? Prepárate, porque no vas a poder moverte por días.
Mi cara estaba muy sonrojada debido a sus palabras. Me quitó la camisa y justo cuando iba a besarme, sonó su móvil, pero él lo lanzó lejos y siguió besándome. Acariciaba y lamía mi cuerpo como si de un caramelo se tratase. Bloqueó el ascensor para que se quedara parado y no pudiera subir ni bajar.
Él sabía perfectamente cuáles eran mis zonas erógenas, sabía como excitarlas y no dudó ni un segundo en hacerlo. Pero a él no le bastaba. Me desnudó hasta dejarme en ropa interior, yo le rogaba que no lo hiciera. Sentía que me estaba dejando llevar como 10 años atrás había pasado. Ya creía que el tema de Luca lo tenía asumido, pero, no podía dudar, que todavía sentía algo indudable por él. Pero verlo allí, obligándome a hacer algo que yo no quería....
Cuando éramos unos adolescentes solíamos hacerlo porque ambos queríamos, ambos nos gustábamos y nos deseábamos el uno al otro. Sentía lo mismo desde el primer momento en el que me interesé por el hombre que tenía al frente. Extrañamente mis ojos comenzaron a llorar por sí solos. Acostado en el suelo, desnudo, admiraba a Luca que hacía lo que quería con mi cuerpo. Al verme llorar, se sorprendió tanto que paró en seco.
- Matthew... – murmuró. - ¿Por qué lloras?
- N-No es nada. Solo recordaba...
- Lo siento. – dijo apartándose de mí. Se acercó al panel de control del ascensor e hizo que funcionara con normalidad.
- ¿L-Luca? ¿Qué estás haciendo? O-Oye Luca..., ¿me estás escuchando? ¡Luca! – Él dudó antes de salir del ascensor cuando éste llegó a la planta 0. Mas siguió caminando alejándose de mi, dejándome allí, semidesnudo y avergonzado. – Luca...
Y allí quedé yo, sentado, admirando como me quedaba solo y aquel que me elevaba al cielo se difuminaba más con forme se alejaba. ¿Cómo pude ser engañado de aquella forma? ¿Cómo me podía haber humillado tanto? Yo, que ya había averiguado mis sentimientos reales y dejado atrás el pasado... Me mentí a mí mismo, Cupido se había reído de mí en mi cara; volvía a estar como al principio. Solo quería desaparecer.
No iba a ir pedirle explicaciones, ya éramos adultos. Lo que él había hecho tenía un nombre: jugar.
Lancé uno de mis zapatos al panel, roto y corrompido por la ira. El zapato dio en unos de los botones haciendo subir al ascensor. En el momento en que las puertas se cerraron, comencé a vestirme, para cuando el ascensor parara tuviera que salir vestido. Recogí mis cosas del departamento y salí corriendo. Bajé por las escaleras por no tener que volver a revivir el hecho del ascensor. Llegué con la respiración agitada a casa, Érica no estaba; busqué nervioso mi móvil y llamé a mi antiguo jefe antes de mudarme por renovación.