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Como en la vida real. por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

Hola! Tómenselo con calma, esta largo (otra vez, je, je) hay muchas “sorpresas” ojalá les guste! Y perdonen si hay un pedacito de pasado y de presente, pero como lo habrán notado, todo va entrelazado! Disfrútenlo!

Se movió levemente, sintiendo esa calidez tocar su piel, ese contacto tan agradable que le creaba un cosquilleo en  el cuerpo. Se reacomodó, pegando más su cabeza a lo que parecía ser el pecho, uno duro, firme, embriagador. Sonrió entre sueños, algo avergonzado y sorprendido por la manera tan real en la que su mente imaginaba. Hasta parecía que realmente Goku estaba ahí, a su lado, como su perversa mente, ilusa y curiosa lo veía venir entre las sombras.

Suspiró pausadamente, sintiendo incluso en el aire esa fragancia embriagadora… la mente podía ser muy poderosa. Sintió su conciencia volver paulatinamente, y movió la punta de sus pies despacio, extrañado por que la fantasía siguiera ahí, incluso podía asegurar que escuchaba el siseo de otra respiración. Movió su mano, sintiendo con la yema de los dedos una piel, una muy tersa, justo a su lado, debajo de las sábanas. Frunció el ceño, sintiendo de pronto esa felicidad subconsciente abandonarlo, y el sentido de la duda y el miedo invadirlo.

Movió su brazo, pasando su mano por su lado, sintió un brazo, fuerte y grande, continuó su camino, donde apreció un cuello, su delineada silueta, luego pasó despacio sintiendo un pecho, bajando con suavidad y recorriendo un abdomen perfecto, y luego, deslizando los dedos más abajo se topó con un… un… -¡Goku! ¡¿Qué demonios se supone que estás haciendo aquí?! – gritó, abriendo los ojos y lanzándose hacia atrás bastante alarmado. Goku apenas abrió un ojo, girándose para reacomodarse en el colchón. -¿Có…Có… Cómo te metiste a mi cuarto? –

-No es como si hubieras puesto llave…- respondió con la voz cortada por la almohada.

-¡A eso no me refería! – exclamó Vegeta, sin saber cómo actuar ante eso, se sentía tonto por no haberse percatado antes de su presencia… y más que nada por continuar con sus divagaciones pervertidas aun cuando una parte de él lo sabía.

-No grites tanto, quiero dormir un poco más…- pidió hastiado, cubriéndose la cabeza con los brazos.

-¿Pues por qué no te largas a dormir a tu cuarto? – soltó entre dientes, haciendo un extraño sonido al rechinarlos enfadado.

-Ya está calientito aquí… si me voy tendré frío… además, aquí estas tu… y así estoy más tranquilo…- Vegeta notó, con gesto disgustado, que Goku ya estaba con los ojos cerrados otra vez, así que no supo si le había respondido dormido o despierto.

-¿Y por eso viniste aquí? ¡¿Por qué estás más “tranquilo”?! – apretó el puño, imaginando que quizá los “tranquilo” eran algo diferentes a su significado. Se imaginaba más una escena pervertida como las que su mente inconsciente frecuentaba.

-Si… - susurró, suspirando más despacio por su estado cercano a lo dormido. –Estar contigo me calmó mucho… ya no había nada malo…- murmuró nuevamente, y el cuerpo de Vegeta se destensó, mirándolo con extrañeza e interés, como si encontrara el mensaje oculto detrás de sus palabras.

-¿Nada malo? – preguntó, aprovechándose de la media consciencia del otro.

-Él esta cuando quiere… siempre lo hacía… - respondió, seguido por algo que iba cercano a un ronquido.

-¿Él? ¿Quién él? – Volvió a preguntar, pero Goku ya estaba entrando en el profundo sueño. Vegeta surcó su frente en disgusto, sin saber qué hacer, una parte de él estaba enojado por la intromisión del otro en su cama… pero la otra parte estaba tranquila, de todos modos no había hecho nada… además, ¿Qué era eso a lo que Goku le tenía miedo? ¿Quién era ese él?

Suspiró derrotado, mirando el reloj del mueble de noche, el cual indicaba las siete y media de la mañana, de hecho el sol ya comenzaba a alzarse en el cielo y la habitación estaba más que iluminada. Pensó en despertar al otro e ir a preparar el desayuno, pero algo dentro de su mente lo dejó pasar, algo le decía que lo dejara descansar. Se puso de pie a un lado de la cama, mirándolo dormir plenamente tendido sobre el colchón. Se preguntó desde que hora estarían durmiendo juntos, y sus mejillas se enrojecieron ante tal pensamiento. Claro que le reclamaría cuando despertara, pero la satisfacción que sentía ya era grande, haciéndolo sonreír unos momentos más. Aunque duró poco, pues de nuevo esa idea aplastante de no saber nada de Goku lo agobiaba… siempre resultaba ser una persona bastante misteriosa.

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Entró en la casa, mirando a su hermana de espaldas en el comedor, colocando las cosas de la cena y arreglando los últimos detalles de la cena. Le dedicó una sonrisa breve, para después caminar a la sala, en donde divisaba a Irie sentado mirando tranquilamente la televisión.

-Goku, bienvenido…- saludó el joven adulto, recorriéndose de su sitio para hacerle espacio al adolecente.

-Irie-Kun, ¿Qué tal? – respondió el saludo, sonriendo ladinamente para tomar lugar a su lado.

-Dime Goku, ¿Cómo van las cosas? ¿Qué te han dicho? – apagó la televisión, girándose para ver y poner más atención en el chico.

-Comenzaremos con la nueva temporada a finales del próximo año… por lo que entiendo será la última parte de Dragon Ball…- respondió, mostrando un poco de nostalgia en sus palabras.

-¿Hasta el próximo año? ¡Pero si estamos en pleno febrero! – exclamó el otro, colocándose pensativo en el respaldo. –Ya han pasado casi dos años sin grabar…- comentó, inclinándose en la mesa de centro para servir un poco de té en su taza.

-Lo sé… pero dicen que debe haber largos periodos… que de hecho es una suerte que haya crecido rápido… que temían me quedara niño para siempre…- ambos rieron un poco, e Irie se quedó fijo en el rostro del menor, contemplándolo y soltando un leve suspiro.

-Tienen razón, has crecido mucho últimamente, ¡Solo mírate! Un poco más y me alcanzas…- sonrió entre orgulloso e impresionado, y Goku solo bajó la mirada, sintiéndose avergonzado y sonrojado.

-Claro que no… apenas tengo dieciséis… me falta mucho para ser como tú…- declaró e Irie suspiró como cansado, mirando al frente sin ningún punto en especial.

-No me recuerdes lo viejo que soy…- los dos rieron despacio, y sus miradas se cruzaron una vez más. –Toma un poco, está bueno…- ofreció de su bebida, y Goku la tomó entre sus manos, bebiendo un poco de su contenido.

-¡Vaya! Es delicioso, ¿Qué clase de Té es? – preguntó, girándose para ver al otro, encontrándose con el rostro de Irie muy cerca, el cual lo besó velozmente en los labios.

-Sabe más dulce viniendo de tus labios…- murmuró, y Goku volteó velozmente en dirección a la cocina, para cerciorarse de que su hermana no hubiese visto nada. Para su suerte ni siquiera estaba por ahí, así que regresó su atención a su acompañante, mirándolo con el rostro avergonzado.

Irie se alejó un poco, mirando atentamente a Goku, quien borró su leve sonrisa y se perdió en el piso unos momentos. –Irie-Kun… Yo… ¿Yo te sigo gustando? – preguntó, y la cuestión los desconcertó a ambos por igual, realmente ninguno se lo esperaba.

-Goku… claro que me gustas… te quiero también, lo sabes… incluso más de lo que debería…- respondió, pero había algo de tristeza y dolor en sus palabras, dolor del cual el chico no fue consciente. –Pero… ¿Por qué me preguntas eso? – quiso saber, temiendo que en el fondo fuese lo que estaba imaginando.

-Bueno… lo que pasa es que tú… tú ya no… ya no vas más… conmigo…- su rostro se pintó de rojo en cuando dijo aquello e Irie jadeó débilmente, sintiéndose sorprendido, y a la vez dolido. Hubo un silencio, uno que se extendió un poco, mientras el mayor buscaba algo con que responder a aquello.

-Tú… ¿Tú quieres que yo vaya? ¿Qué lo haga? – preguntó, conociendo la respuesta de ante mano, pues había notado la cooperación del chico desde que cumplió los catorce, incluso desde un poco antes, solo que fue a esa edad en la que también cambió en el exterior, en su relación, frente al resto, con él en particular. 

Goku asintió, con la vista, nerviosa e ilusionada, perdida en el piso, mostrando en su rostro joven la inocencia que lo caracterizaba. Irie se mordió el labio inferior, mientras sentía todos esos remordimientos y arrepentimientos que llevaban acarreándose con los años, con las acciones, con las palabras y los hechos. Se sintió una mierda, justo como lo que era, ese ser que estaba más cercano a ser un monstruo que un humano… y que aun así, aquella persona que debería odiarlo, le daba eso que él no merecía, que era lo último que merecía.

Era el peor de todos sobre la tierra, y se reprendía él mismo una y otra vez en ciclos infinitos. Llevado por el estrés, por las pastillas de vitamina y las que lo mantenían despierto para trabajar al doble, las drogas que él y Aki consumían para rendir más… sabía que no podía justificarse y culpar aquello de sus actos, pero su estado de aquel entonces había influido mucho en las decisiones erróneas que tomó. De las cuales ahora se arrepentía. Ahora que Goku era grande, un excelente chico, bueno a pesar de todo… y que se había enamorado de él. Quizá igual de fuerte de lo que él lo estaba de Goku.

Pero sabía que eso estaba mal, y se volvió a reprender que reaccionara tanto tiempo después, cuando el mayor daño ya lo había hecho y ese muchacho hubiese quedado marcado para siempre con sus manos machadas de pecado y dolor. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Cómo lastimar a un chico por segunda vez ahora de esta manera? Si hubiese pensado detenidamente… si hubiera sabido que las cosas terminarían así… si el deseo no lo hubiese llevado a eso…

Pero, el “hubiera” no existía, y ahora tenía que hacerse cargo de lo que había hecho. Desde hacía tres años que su cordura había vuelto, y aunque quiso, no pudo frenar eso que había. Goku crecía y cada día le gustaba más y lo quería más. Sabía que era un enfermo en principio por que le había gustado un niño, pero… ¿No era más enfermo después por amarlo de verdad?

Por supuesto, las cosas cambiaron, así como Goku mostró cooperación, él se mostró menos egoísta, menos agresivo, menos frecuente… e intentó también indagar por el lado sentimental, terminando por verse en la extraña situación de cortejar a un niño, uno el cual le sorprendía y enamoraba a su vez. Cada encuentro se volvía más divertido, más real, y menos frecuente. El año pasado comenzó a disminuir sus encuentros, lo hacía cada mes, o cada dos meses, pero esta vez ya llevaban casi seis meses sin “visitarse” y no era porque no quisiera, era porque eso era lo mejor.

Debía admitir que se había vuelto adicto a ese muchacho, a su presencia y su sonrisa, a todo él. Lo amaba en más de un sentido, no había duda. Por eso mismo tenía que dejarlo, para permitirle vivir lo que él le había robado, para dejarlo irse y ser feliz, en donde pudiese olvidarlo a él y todo lo que seguramente lo había dejado traumado. Debía salir de la vida de Goku, de una forma u otra… y ya tenía el plan en realidad.

-Goku… no podemos seguir haciendo esto…- el chico se sobresaltó ante esa respuesta, expandiendo los ojos, incrédulo. –Yo… yo no puedo seguir haciéndolo…- admitió, y el otro se revolvió incomodo en el sofá, mirando al suelo y luego de regreso al mayor.

-Pero… dijiste que te gusto…- murmuró, e Irie se mordió el labio tratando de detener sus impulsos.

-No es eso Goku, tú debes conocer otros labios… otro cuerpo… otras personas… yo… yo no puedo quitarte eso… no puedo seguir robándote la vida…- le explicó, y el chico se puso de pie alertado.

-¡No me estas robando nada! – gritó, e Irie giró el cuello para asegurarse de que Chi-Chi no hubiese escuchado. –No quiero probar otros… yo estoy feliz así… yo al fin estoy feliz así…- el del cabello plata no soportó seguir viendo esos ojos, llenos de pureza, ni esas palabras, cargadas de inocencia y sentimientos puros. Solo se sintió más terrible de lo que ya lo hacía.

-Debes entender…- susurró, pero el menor hizo un mohín infantil, apretando los puños enfadado.

-Lo que pasa es que tú no me quieres…- giró sus ojos húmedos por las lágrimas a un lado, agachando la cabeza y avanzando unos cuantos pasos. Irie se puso de pie, tratando de detenerlo, pero Goku corrió hasta las escaleras, subiéndolas velozmente para meterse en su cuarto. Los dos tenían mucho en que pensar.

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-Vegeta… buenos días…- saludó Goku, entrando animadamente a la cocina.

-¿Buenos días? Ahora que estás despierto… ¡Me podías explicar que hacías en mi cama! – gritó, dándose la vuelta y enfrentándolo de brazos cruzados.

-je, je, bueno… es que… bueno… no podía dormir…- se rascó la parte posterior de su cabeza, dándose cuenta ahora de que la charla que habían tenido más temprano definitivamente no la había soñado.

-Y dime… ¿Dormiste bien? – preguntó sarcástico, pero Goku se tornó levemente pensativo, encogiéndose de hombros y tomando lugar en la mesa.

-¡Que va! Contigo al lado no podía pegar los ojos…- el menor se dio la vuelta, tratando de ocultar su rostro desconcertado.

-¿Y… por qué no? – se atrevió a indagar.

-¡Bueno, porque yo…! – frenó sus palabras, bajando la mano que había levantado emocionado. -¿Qué estas cocinando? Huele muy bien…- comenzó a reír, y era claro que lo único que quería era cambiar de tema.

Vegeta suspiró, y sin más lo dejó pasar, sirviendo dos platos de estofado y colocándolos en la mesa. Una parte de él sabía la razón por la cual Goku “No podía dormir” en su cama, pero no podía negar que ansiaba escucharlo de su propia boca. Quería enojarse, pero simplemente no podía hacerlo, había algo… algo profundo que lo comprendía y se negaba a hacerlo.

[…] (-Una semana después-)

-Veo que últimamente pasas mucho tiempo aquí…- comentó Goku, bebiendo de su botella largamente. Vegeta suspiró cansado, bajando las pesas que pendían sobre él y sentándose en la orilla de la camilla donde se encontraba.

-Necesito más físico para esta temporada… alcanzaré el Súper Saiyajin… y me dijeron que era necesario…- sonrió brevemente, tomando también un poco de agua. –Es una suerte que tengas esto aquí…- comentó, viajando su mirada por el lugar, el cual era un gimnasio completo.

-Lo sé… era bastante necesario, tenía que entrar grande y fuerte al ´Z´… además, a veces estoy muy solo por aquí… en realidad… siempre lo estoy…- admitió, secándose algo de sudor con una toalla.

-¿No has traído a alguien aquí antes? – preguntó, pasando su antebrazo por su frente para secar unas gotas de sudor que descendían.

-Omitiendo a la servidumbre… pues no, eres el primero…- sonrió jovialmente, y Vegeta se sorprendió un poco. -¿No me crees?– Se sentó a su lado, colocando su toalla sobre sus hombros.

-Para serte sincero, no… creí que llenabas este lugar de mujeres, bueno de… bueno, de personas, ya sabes, fiestas y más “fiestas” – Goku comenzó a reír, bebiendo directamente de su botella otra vez, dándose unos momentos para contestar.

-Claro que no, no me gusta mucho esa clase de cosas… y bueno, con respecto a Videl… siempre le daba largas y jamás la traje – dejó ir una risita divertida. –Este es… -

-¿…Tu lugar especial? – trató de adivinar, quedándose fijo en Goku, quien contemplaba su patio a través del ventanal gigante que cumplía como pared.

-Algo así… - murmuró, volviendo su vista al piso, jugueteando un momento con la botella entre sus manos. –es sólo que no quiero que lo vean… no sé qué puedan decir…- Vegeta frunció el ceño, levantando la vista hacia el frente, en donde las paredes de cristal le dejaban divisar el verde pasto y lo alto de los árboles del bosque.

-Pues no entiendo por qué… Este lugar es hermoso…- encogió los ojos, mirando detenidamente cada detalle.

-Ahora lo es… - musitó, en un tono de voz que erizó la espalda del chico, quién volteó para encontrarse con los ojos de Goku fijos en él, mirándolo de una manera profunda, algo… diferente. –contigo aquí… parece el mejor de los lugares…- agregó, y Vegeta se levantó de inmediato, caminando unos cuantos pasos dándole la espalda.

-¿Por qué dices cosas como esas? – preguntó, y Goku resopló como si hubiese contestado a esa pregunta un millón de veces.

-Por qué haces que nazcan, por qué te veo y quiero decirlas, por qué me inspiras y abandonan mis labios antes de que me dé cuenta…- entre más hablaba, Vegeta más se agitaba interiormente. –Además, dije que te conquistaría… ¿No? Solo te muestro que puedo, de alguna manera… llegar a ti…- pausó, mirando sus manos unos breves momentos. –Que quiero llegar a ti…- Vegeta notó su tono un tanto ausente, como pensativo o desganado, y lo hizo pensar en varias cosas.

-Goku… tú… ¿te has enamorado antes? – inquirió, y el mencionado se contrajo en su lugar dolorosamente, acto que Vegeta no notó, pues estaba de espaldas.

-Sí… contigo serían tres…- comenzó a reír nervioso ante su aceptación, pero su mirada no abandonó el suelo.

-¿Conmigo? Quisiera creerte…- se cruzó de brazos, dejándose alumbrar un poco por el sol del mediodía.

-Créeme, lo hago… eres especial y siempre te tomas las cosas diferente a mi… ¿Por qué no puedes creer? – se puso de pie, avanzando hasta detenerse a unos pasos detrás del otro. –Me gusta tu genio intolerable, que grites con facilidad, que te asustes y te pongas nervioso rápido, que te mantengas firme en lo que dices, que defiendas tu punto sin importar nada… que te preocupes por otros antes de ti mismo… que seas tímido sin llegar a lo cobarde… que me aguantes a tu lado y perdones con facilidad… - Vegeta se giró, mostrando un rostro disgustado en lugar de feliz, pasando de largo hasta que los dos quedaron de espaldas.

-¿Qué pasó con ellos o ellas? Simplemente… ¿dejaste de quererlos? – El rostro de Goku se ensombreció, mientras su frente se arrugaba en tristeza, furia, rencor y demás cosas que no podía describir.

-Para mi desgracia los dos corrieron con la misma suerte… - habló despacio, mirando a la nada misma frente a él. –Yo nunca dejé de quererles…- admitió, y Vegeta, muy internamente se sintió dudoso de aquello, desconfiado en su posición, pues el tono serio de Goku decía muchas cosas.

-¿Dónde están ahora? ¿Son ellos los que te volvieron así? – Goku se cruzó de brazos, girando su rostro hacia atrás para mirar de reojo al menor.

-¿Así? ¿Qué es “así”? – cuestionó, girando su cuerpo levemente.

-Bueno, es decir… tan indiferente, frío… alejado de la gente… es como si desearas que todo mundo se alejara… como si quisieras estar solo, como si te encerraras en un muro de protección, ajeas a todos con tu manera tan altanera de ser… ¿Lo haces apropósito? ¿Por qué? – Goku hubiera reído antes con aquello, hubiese soltado un insulto y se habría largado de ahí sin explicación.

Vegeta tenía razón, después de mucho había tomado esa manera de ser con el mundo, de aplastar antes de que lo aplastaran, y pronto se volvió en su estilo de vida, y alejar a las personas resultaba ser más fácil que lidiar con ellas y cuidarlas, mantenerlas a tu lado. Si las alejaba y humillaba no había modo de que se acercaran a  lastimarlo. Quería evadir ese tema, traía la cabeza revuelta, llena de cosas que odiaba, deseaba girarse y decirle que no era de su incumbencia, de enterrar aquello en sus toneladas de indiferencia y orgullo. Pero no podía. No por la razón que se había propuesto él mismo. Se daría la última oportunidad de amar. De confiar. De querer.

No lo había planeado ni pensado siquiera, para él, el punto en donde se encontraba ahora era el más profundo hoyo de sus sucios juegos. Había caído en la telaraña que había tejido. Y se sentía bien, se sentía tan malditamente bien que quería permanecer enredado si era necesario. Debía abrirse, como lo había hecho hasta ahora, con ese hombre que juró detestar, como al resto de la gente que conocía, sus infinitos juramentos de odio vacío e infundado, ese miedo por convivir e involucrarse con más gente que a la larga podría resultar fastidiando más su existencia.

Una parte de él no podía creer aun que estuviese en eso de nuevo. Enamorado ¿Quién lo diría? No lo habría creído si alguien se lo hubiese dicho, no al menos de esta forma en la que lo sentía. Vegeta era diferente, veía en él al chico soñador que él mismo fue un día, ese que deseaba salir y ser algo, alguien, pelear por lo que quería… Vegeta era fuerte, y su determinación le llegaba en lo profundo. Era sincero y libre de actos… contrario a él en ese aspecto, ¿Cómo podía lograr ser tan libre como Vegeta?

Lo admiraba por ello. Y por eso mismo quería intentarlo, liberarse de esos prejuicios que llevaban persiguiéndolo por años, romper sus cadenas de discriminación y rechazo, ese que otros plantaron en él y que solo se dedicó a imitar. No quería más ser ese monstruo de hielo. Debía aceptar que había cambiado bastante, al menos en presencia del chico, pero también era consciente que le faltaba mucho por romper, mucho por desencadenar, mucho por hacer.

Pasó saliva sonoramente, apretando los labios en nerviosismo. No quería lastimarlo, pero era bastante difícil lidiar con ello, era un dolor de cabeza insoportable, simplemente no sabía cómo hacerlo. Se había olvidado de eso ya. Suspiró, girando para verlo de espaldas, esperando por ansioso por una respuesta.

-Lo hago porque es fácil… por qué es lo mejor…- expresó, y Vegeta se movió para mirarlo desde el rabillo del ojo.

-¿Lo mejor? ¿Cómo puede ser mejor cuando los insultas y menosprecias? – razonó, y el mayor tomó una gran bocanada de aire, perdiendo sus ojos negros de vuelta en el ventanal.

-Es mejor cuando los insultas y tratas mal… porque eventualmente ellos se irán, se alejarán de ti y no te tendrán la más mínima confianza… - hubo un breve silencio, en donde Goku acomodaba las cosas en su cabeza. –Es decir, nadie esperara nada de ti, y entonces estarán mejor… porque jamás los traicionarás… lejos de mí no les haré daño…- Los ojos de Vegeta se expandieron ante esa explicación, quedándose atento a esa imagen que se delineaba por el contraste del sol parado y quedando a contraluz.

-Tú… ¿Quieres evitar dañarlos? – preguntó, y habría reído incrédulo si la situación no fuera tan seria. El cuerpo de Goku parecía incluso emanar una especie de aura ensombrecida, tristeza y decepción salían a relucir en el profundo de sus ojos.

-Si… supongo… - soltó una risa seca, carente de gracia. –Nadie debería estar cerca de mí… todos los que se me acercan… de alguna manera resultan heridos…- Vegeta entendió entonces que hablaba de aquellas personas de las que estuvo enamorado, y su cerebro comenzó a procesar con rapidez.

-¿Los lastimaste, Goku? – preguntó, y miró en el gesto de su rostro, el cual se contrajo unos segundos en dolor, que había dado en el blanco.

-Más que eso… - admitió, y Vegeta no entendió a qué se refería.

-Tú… ¿Temes que eso podía pasarme?- Los ojos de Goku giraron velozmente, mostrando en ellos el más puro terror.

-¡JAMÁS! – Gritó como si estuviese pasando lo peor del mundo en ese momento. -¡Nunca digas algo como eso! – exclamó, y apretó los puños para que no notara que temblaban. - ¡Eso no ocurrirá! ¡NO LO HARÁ! – reiteró, y el menor se preguntó que podía ser tan malo.

-¿Qué pasó, Goku? – inquirió, pero el otro evitó su mirada, sumido en un mar de recuerdos.

-Yo no dejará que algo te pasara… no he pensado en esa posibilidad siquiera… así que no lo menciones… - tomó su toalla, encaminándose a la puerta que yacía en la habitación.

-Goku…- dijo, tratando de frenarlo.

-Por favor… no insistas…- susurró, pasando el umbral de la puerta. No era momento para pensar en esas cosas. Eso había quedado atrás, eso no había pasado. No era real… y no permitiría que se repitiera una vez más.

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Se encogió en su cama, hundiendo su nariz en la almohada y apretando los ojos fuertemente, tratando de relajarse y dormir. Pero no podía, sus ojos estaban hinchados por tanto llorar, y algo profundo en su pecho le dolía, jamás se había imaginado tener esa sensación tan desgarradora por algo como eso. Había encontrado el amor. Se había enamorado, no, incluso más que eso, quería, deseaba y amaba a Irie en toda la extensión de la palabra.

Lo amaba como a nada. Si le hubieran dicho su destino cuando llegó a pisar esa casa no se lo habría creído nunca. Pero por desgracia así era, un día simplemente entendió, un día se vio necesitado así mismo de las manos de Irie, que desde un principio estuvieron lejos de dañarlo. Sí, era más que consciente de que lo había violado y sometido más de una vez. Que lo había visto rogando con lágrimas en los ojos y que él no se detenía, para luego actuar frío e indiferente al respecto.

Pero un día cambio, y ¡Maldición! No podía mandar en eso. Irie se portó como un patán los primeros meses, pero luego ya no, y luego fue mejor, y luego lo lleno de amor y más cosas, no lo sabía exactamente, seguía preguntándose si era un idiota por enamorarse del tipo que más daño le había hecho en el mundo, pero siempre quedaba la posibilidad de que quizá no lo era. Y por desgracia tenía la suficiente edad como para seguir creyendo en cuentos de hadas y sentimentalismos, en que probablemente era el destino que así lo quiso.

No lo sabía y en realidad tampoco le importaba mucho la manera en la que pasó, ahora lo estaba y no había forma de cambiarlo. Irie se había convertido, desde hacía ya muchos años, en la persona más importante e influyente en su vida. Lo apoyaba, se interesaba en él, le dio un techo, un hogar, calidez, atención… y después amor. Goku no tenía nada más que él, y él no tenía a nadie más que a Goku. O eso quería pensar, porque en eso basaba su vida desde los catorce. En soñar que todo estaba bien así.

Por más que la sociedad los tachara si se enteraban, la diferencia de edades, los prejuicios, todo podía irse al demonio. Lo quería ahora y era muy tarde para cambiar eso. Probablemente había sido un esfuerzo de su cerebro por creer que era normal y con el tiempo había aceptado y se había hallado a eso, pero si así había sido estaba bien. Claro, hasta que esa extraña desconfianza comenzó a crecer. ¿Por qué rayos Irie ya no iba con él?

¿Acaso crecer lo había hecho menos atractivo para el mayor? No, sabía que eso no era, de hecho cuando dio el estirón Irie parecía más que feliz por eso. ¿Qué había cambiado? ¿Y por qué ahora que Goku estaba seguro de su amor? No lo entendía y odiaba que todo fuese tan complicado, ¿Por qué su vida siempre se arruinaba cuando todo parecía ya marchar bien? ¿Qué había hecho mal ahora? ¿Por qué el universo disfrutaba de verlo en medio de la miseria y la tristeza? Sonrió, suponiendo que debía ser divertido verlo metido siempre en líos.

Un ruido atravesó en sus odios, y se encogió en su lugar, sin ganas de hacer ilusiones a su inocente y crédulo corazón. Escuchó aquella conocida caminata andar desde la habitación contigua, andando hasta detenerse en su puerta, y por alguna razón las lágrimas volvieron a fluir, preso de los nervios y la incertidumbre. La puerta se abrió, y miró por la luz del pasillo la sombra de ese alto ser al que quería tanto. Irie entró, y su corazón saltó entusiasmado.

-¿Iri-Chan? – susurró, usando aquel llamado cariñoso entre ellos dos. Se giró en su lugar para mirarlo, pero no pudo hacerlo porque la luz le daba de lleno en la cara, dejándolo apreciar solo una silueta oscura.

La gran mano se posó sobre su rostro, limpiando gentilmente una lágrima que aun rodaba por su mejilla. Goku abrió la boca, listo para decir algo, pero los labios del mayor se juntaron con los suyos, inundando aquella cavidad con su húmeda y deliciosa lengua. El menor gimió despacio, correspondiendo al beso después de unos segundos, los que le tomó reaccionar. Sonrió entre besos, tomando a Irie por el cuello y acercándolo a él, cerrando los ojos y enredando sus manos en el cabello largo y plateado que colgaba hasta los hombros del mayor.

-Irie…- jadeó con desesperación y emoción, mientras los labios del joven adulto se movían, probando su suave piel en dirección a su oreja, la cual lamió con desesperación.

Tomó a Goku por los hombros, recostándolo con suavidad sobre la cama, mientras se colocaba sobre él y seguía paseando la punta de su lengua por su cuerpo, deleitando al menor con senderos que trazaban su cuello, pasándose por sus hombros, mientras sus manos avanzaban, desabotonando su ropa y entremetiendo sus dedos para tocar si piel. Las mejillas de Goku estaban sonrojadas, mientras apretaba los ojos lanzaba la cabeza hacia atrás, para darle acceso al mayor.

-Iri… ah… soy…- pausó, presó de las sensaciones, pues los labios del mayor recorrían delineando cada curvatura de su abdomen. –…Soy tan feliz…- completó, y los ojos grises de Irie se abrieron, abandonando sus caricias y deteniendo los movimientos de sus labios.

-Goku…- sintió un nudo en la garganta, pero no se permitiría mostrar su dolor, no podía arruinar ese momento. Ese último momento. –Tócame… tú también tócame…- pidió, desbotonándose la camisa  dejando su trabajado pecho de piel aperlada al descubierto.

Goku abrió los ojos, y miró sorprendido y extrañado aquellos ojos, aquellos que brillaban siempre, pero que ahora se veían oscuros, carentes de esa luz, cubiertos por el flequillo claro que caía atravesando la mitad de su rostro. Buscó la mirada de Irie, y este, agachó más la cabeza, tomando entre sus manos las de Goku, y colocándolas sobre sus pectorales. El menor, tímidamente comenzó a explorar y acariciar el cuerpo del otro, olvidándose prontamente de la preocupación y tristeza en el rostro de Irie.

Pronto los dos tomaron un ritmo, y Goku, cargado de la experiencia y enseñanza de años, imitó muchas de las cosas que había deseado hacer durante tanto tiempo. Irie se giró, pasando a Goku hacía arriba, quien se montó sobre la cintura del otro, bajando hasta lamer con frenesí los pectorales de Irie, probando sus tetillas y dedicando leves mordidas que excitaron al mayor. Era como un sueño para el adolecente, siempre había soñado con ser él quién le diera ese tipo de placer, que sintiera en su cuerpo esa fuerza dominante.

Besó su abdomen, cerrando los ojos al sentir la calidez de esa área, sin perder la oportunidad de probar la piel de ahí también, acariciando con sus jóvenes manos el pecho, disfrutando del cuerpo que se curvaba cada vez que su lengua indagaba hasta el fondo de su ombligo. Las manos de Irie, que habían permanecido sosteniendo la cabeza de Goku, avanzaron hasta su cintura, desabrochando su cinturón y sus pantalones, dándole acceso y luz verde al menor de ir más allá.

Claro que Goku comprendió el mensaje, colocando sus manos en la orilla de sus pantalones, descendiéndolos junto con la ropa interior. Sus manos cruzaron, sin prisa, las piernas de Irie, desde las caderas hasta pasar por los muslos, deteniéndose para masajear con la punta de los dedos la parte interior de ellos. Miró, con escudriño y admiración, el miembro del otro, bañado por el velo plateado de la noche, pensando y capturando cada momento de su vida en los que lo había visto y lo había hecho suyo.

Su rostro se enrojeció más de lo que ya estaba, perturbado por todos aquellos pensamientos y recuerdos, incluso ahora con nuevas fantasías. Amaba cada parte de Irie con locura. Y era suyo, ahora era suyo. Sabía muy bien lo que seguía, y el mayor seguía al pie de la letra su papel de sumiso, dejando escapar jadeos complacidos por los labios del adolecente, quien comenzó a realizarle una felación, masajeando su entrada, la cual se dilataba fácilmente presa del deseo.

Goku se colocó donde debía, y gracias a su nueva altura de cas adulto, estaba a la par con Irie, mirándose frente a frente mientras colocaba sus codos sobre la almohada para apoyarse. Lo hizo como lo había hecho con él, sintió todo aquello, esa conexión, Irie había vuelto para entregársele, esa era la prueba de su más grande e infinito amor mutuo. O al menos eso pensaba Goku. Que era el primero en probar ese lado del adulto. Que hermosa es la ignorancia.

Se movía con frenesí, guiado primeramente por las caderas de Irie, pero luego tomaron su ritmo, y los dos comenzaron su vaivén según el deseo y la necesidad de sus cuerpos. Goku sintió el calambre conocido en su cuerpo, y enseguida el semen de Irie se esparció en su mano, con la cual lo masturbaba. Iba a llegar él también, así que comenzó a embestir más rápido, empapado en sentimientos y sensaciones. Todo era ahí. Había vuelto, había vuelto por él.

-Irie… - jadeó, apretando los ojos para tratar de contenerse un momento más. –Te… te… te amo…- dejó ir, soltando todo aquello que su corazón le gritaba. –Te amo tanto Irie…- repitió, sacudiéndose con locura. –Te amo…- gimió antes de llegar al orgasmo, colapsando sobre el mayor, besando sus labios y mirándolo a través de su cabello húmedo por el sudor.

Irie lo abrazó, apretándolo contra su cuerpo, sintiendo ese nudo agrandarse segundo a segundo, hasta que ya no pudo contenerse. Comenzó a llorar, apretando los ojos y hundiendo más su rostro en el cuerpo del adolecente, estrujándolo como si quisiera pegarse a él definitivamente. Goku sintió en su propia mejilla las lágrimas de Irie, las cuales eran abundantes y gruesas, creando enormes caminos que se perdían en la superficie de la almohada, mojando aún más su cabello.

-¿Iri-Chan? ¿Qué ocurre? – preguntó alarmado al notar que el leve sonido que hacía era un sollozo, y que las lágrimas no parecían parar. Trató de separarse, pero el mayor se aferró más a él, llorando con aun más desesperación, entrelazando incluso sus piernas para tenerlo acunado entre su cuerpo.

-Perdón…- masculló con dificultad, y Goku se movió más violentamente para encararlo, pero el agarre de Irie era muy fuerte. Se alarmó entonces, algo no andaba bien, un mal presentimiento se generaba palpitante en su pecho. Irie no había dicho nada, lo dejó dominar… y ahora lloraba, ¿Qué significaba eso?

-Iri… ¿Qué ocurre? ¿Hice algo mal? – cuestionó alarmado y confundido, incluso asustado.

-No Goku, tú no has hecho nada malo… - dijo negando, acariciando con suavidad su cabello. –Tu nunca has hecho nada malo…- volvió a llorar, apretando los labios para evitar que sus dientes chocaran. -¡Soy yo! ¡Yo soy el que siempre he hecho todo mal! ¡Yo soy el malo! – exclamó, mientras su pecho subía y bajaba rápidamente, pues su respiración estaba muy agitada.

-Tal vez… pero tal vez solo al principio…- finalmente Irie aflojó su agarre, y Goku se separó levemente hasta que sus ojos se encontraron. –Yo estoy aquí ahora porque quiero… todo está bien… ¿sí? – Irie negó, mostrando su dentadura apretada. –Yo te amo…- el mayor hipeó, mientras el llanto volvía, cerrando los ojos para no ver el rostro inocente del niño.

-No Goku, no me ames… tu no debes amarme… - explicó, y el chico sintió un hueco en el pecho. –Yo no debí hacerte esto nunca… ¡Soy un idiota! – gritó, subiendo sus manos hasta cubrir parte de su rostro.

-¡No me importa si no me amas! – respondió Goku, tomando las muñecas de Irie y descubriendo su rostro. -¡Yo te quiero igual! – supo el mayor entonces, que tenía a la persona más buena y noble junto a él, y que le había hecho tanto daño, el pero que alguien puede hacerle. Por eso debía frenar aquello. Debía dejar de dañar a Goku.

-No es eso Goku… yo… yo también te amo…- el rostro del menor se iluminó por un momento, pero solo fue una fracción, pues el mayor continuó hablando. –Pero esto no puede ser. – El silencio se apoderó del lugar, prolongándose por  varios segundos.

-Pe-Pero… ¿Por qué? – cuestionó impactado, sin conocer la razón de ello. -¡Si tú me amas y yo también! ¡¿Por qué dices eso?! – gritó, sentándose sobre el colchón.

-¡Por que no Goku! ¡Tú eres muy joven! ¡Y yo…! Yo te violaba… - dijo con asco hacia sí mismo, dejándolo salir en un hilo de voz.

-¡No me importa! –

-¡Pues debería! – gritó de regreso el otro. –Te amo, y por eso no quiero dañarte más Goku, quiero que seas libre… libre de mí…-

-¡No quiero! – Exclamó con los ojos cerrados de dolor.

-¡No seas necio! ¡Es lo mejor! – lo tomó por los hombros, dándole una leve sacudida. –Debo hacer algo bueno por ti… al menos una vez… y eso es alejándote de mi lado… es la única forma que tengo de devolverte lo que te quite…- dio un apretón, bajando la mirada entristecida.

-No quiero nada… solo te quiero a ti…- Irie negó, quitándose al muchacho de encima y bajándose de la cama.

-Me lo agradecerás algún día… y entenderás que lo único que he hecho hasta ahora es hacerte daño… pero ya no más… esta ha sido la última vez…- Goku expandió sus ojos, mirando la espalda de Irie que permanecía al lado de su cama.

-¿La… última vez? – preguntó, y sonó bastante doloroso para ambos.

-Sí Goku, perdón… perdón por todo… no sabes lo mucho que me arrepiento ahora… y me arrepiento más por hacer que te enamoraras de un monstruo como yo… jamás debí mirarte siquiera… me dejé llevar hace muchos años… Ni Chi ni tu eran algo para mi… se me hizo tan fácil…- pausó brevemente para sollozar. –Me sentí tan grande… tan fuerte… con mucho poder sobre ustedes… creí que lo podía hacer todo… que no me importaba nada… - se giró, mostrando su rostro húmedo de nuevo. -¡Perdóname! ¡Lo siento tanto! – cayó al suelo, colocándose de rodillas implorando por ser perdonado. -¡Ódiame por favor! ¡Detéstame que lo último que quiero es que ames a alguien como yo! – topó su frente contra el suelo, lamentándose y reprochándose una y otra vez por sus actos. –Descubrí en ustedes mi familia… unas personas maravillosas que no debí dañar… ¡No merezco más que estar muerto! – golpeó el suelo con sus manos, preso de la impotencia que sentía.

-¡NO! ¡Eso jamás! ¡Por favor! ¡No me dejes! ¡No me importa nada! ¡No hay que disculpar nada! ¡No me importa eso! ¡Yo te quiero Iri-Chan! – exclamó el chico, sin quitar los ojos de la figura hincada a su lado.

-Y sigues siendo tan bueno a pesar de todo…- murmuró, levantando la cabeza para mirarlo, poniéndose de pie lentamente. –Pero lo siento, he tomado la mejor decisión de toda mi vida… - tomó sus pantalones y el resto de su ropa del suelo. –Esta fue la última vez Goku, y aunque no quieras aceptarlo, es lo mejor…-

-¡No puedes impedir qué te ame! – gritó, pero Irie ya se encaminaba a la puerta.

-Esto no puede ser, ya no puede ser… - se detuvo antes de cruzar el umbral, sin dejarse vencer por la tentación y mirar atrás. – Ambos debemos dejar de querernos… ya he tomado esa decisión…- con eso último abandonó el cuarto, cerrando la puerta y dejando a un triste Goku, llorando en la sombra de la noche, sintiéndose usando y traicionado una vez más.

Pero algo en el fondo de su cabeza le decía que quizá Irie tenía un poco de razón, y le calmaba un poco la idea de que esa fuese la razón por la que lo dejaba. Lo amaba lo suficiente como para dejarlo buscar algo mejor, incluso si él no lo quería. De algo estaba seguro, si las cosas eran así no se rendiría. Aunque siempre quedaba esa mínima duda, esa voz en el fondo de la cabeza que realiza las conclusiones más aterradoras. Tl vez Irie quiera a alguien más. Y esa idea, era realmente aterradora.

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Entró en la habitación, encontrando a Goku sentando en el sofá mirando el televisor, acariciando a Sakamoto-san con una mano. Le miró unos segundos atentamente, desde ayer que no lo veía, desde su charla en el cuarto de ejercicio cuando escapó nervioso y algo enojado. Pero ahora parecía tranquilo, incluso tenía esa sonrisa inocente sobre su rostro.

-Hola…- saludó mientras entraba, y Goku se giró a verlo, levantando las cejas y mostrando una sonrisa más amplia.

-¡Hola Vegeta! Siéntate…- ofreció, moviéndose a un lado y dando espacio al otro, quien obedeció de inmediato. -¿Sabes? Siempre he creído que eso de “Sakamoto” es un nombre muy estúpido… ¿De dónde lo sacaste? ¿De una caja de cartón? – preguntó, mirando al gato que se restregaba contra su pecho.

Vegeta rió nervioso, a nada de decir que de hecho si, era el letrero que venía escrito en la caja de cartón donde lo encontró abandonado en un callejón. –Am… no… este… eso sería estúpido je, je, je, je… le puse así por… un… cantante de… K-pop…- inventó, deseando que Goku no conociera esa clase de cosas, para su suerte, así era.

-Pues que poca creatividad… te haré un favor, “Sakamoto-san” te pondré un nombre digno para tu estilo… am… ¡Ya sé! ¡De hoy en adelante te llamarás “Akuma-kun”! – gritó entusiasmado, cargando al gato que pareció maullar en aprobación.

-¿A-Akuma? ¡¿Qué clase de nombre es ese?! ¡¿Por qué rayos le pondría “demonio” a mi gato?! – preguntó, y Goku sonrió, chocando su nariz contra la del minino.

-Es negro… es suficiente para mi…- respondió, mostrándole una sonrisa despreocupada.

-¡¿Qué clase de justificación es esa?! – exclamó, pero el otro solo sonrió divertido.

-Está bien, es más apropiado para un gato negro que prefiere pasearse de noche en la oscuridad… además, son los sirvientes de las brujas ¿no? – Vegeta colocó los dedos aplastando el puente de su nariz, pidiendo paciencia interiormente.

-Bien, puedes llamarlo como quieras…- aceptó para no comenzar una discusión absurda con alguien que no aceptaba perder.

-¡Genial! – festejó alzando los brazos, para luego recargarse coquetamente en el respaldo, inclinándose hacía Vegeta y mirándolo con ojos seductores. -¿Y qué tal si a ti te llamo Vergo…? –

-¡Cállate a mí no me puedes cambiar el nombre! – gritó interrumpiéndolo antes de que terminara con su chiste obsceno.

-Vaya… ¿y quién estaba hablando de nombres? – comenzó a reír, recargando su rostro en la palma de su mano.

-Muy gracioso… déjate de tonterías… no vas a cambiar ni hacer nada de nada a mi nombre… - dijo, girándose hacía la tele, en donde había un programa de televisión el cual no supo ni cual era.

-¿Qué me deje de tonterías? Bien… entonces ¿qué te parece si tú me cambias el nombre a mí? – Vegeta arqueó una ceja, mirando a Goku de reojo algo sorprendido. –Dese hoy puedes llamarme “Señor amo” – concedió, y el rostro de Vegeta se pintó de un tono morado.

-Comienzas a asustarme…- murmuró, mientras Goku se acercaba peligrosamente.

-Y tú comienzas a gustarme…- cerró los ojos acercándose con claras intenciones de besarlo, pero con lo único que dieron sus labios fue con la superficie del sillón.

-Dije que te dejaras de tonterías…- Goku abrió los ojos, mirando con los brazos cruzados a Vegeta, quien estaba de pie al lado del sofá.

-¿Por qué me evitas? Mis labios necesitan besar…- dijo pasándose un dedo por esa área.

Vegeta se inclinó, tomando a “Akuma-Kun” del suelo y colocándoselo a Goku en las piernas. –Ten, Sakamoto-san no tiene ningún inconveniente con eso… - Goku lo tomó entre sus brazos, poniéndose de pie y avanzando indignado a las escaleras.

-Vamos Akumita… besémonos en mi cuarto… de lo que se perderá Vegeta…- el mencionado rió divertido, mientras Goku casi se cae en el primer escalón por llevar los ojos entrecerrados y el rostro muy arriba.

Goku podía llegar a ser muy volátil, pero en el fondo Vegeta estaba tranquilo de que esa depresión y oscuridad se alejaran del rostro del mayor. Aunque de nuevo, se le había escapado sin oportunidad de que le dijera nada de nada de lo que le sucedía o de su pasado.

[…]

-No, de hecho, estoy muy seguro de eso…- reafirmó Vegeta, mientras Goku se paraba detrás de él.

-¿Cómo lo sabes? Será mejor que revises…- insistió el otro, y Vegeta tuvo un presentimiento de que eso era bastante sospechoso.

-Bueno, no es como si lo supiera, pero ya sabes, cuando llegas a cierta edad… ¡Dejas de pensar que hay monstruos bajo la cama! – exclamó exasperado, apretando el puño en furia.

-Bueno… pero podría ser que sucediera… ya sabes, que uno, se interesara en mí, en mi hermoso rostro… o en mi sexy cuerpo… o en mi hermosa voz y talento y que ahora trame secuestrarme y…-

-Espera… ¿Estamos hablando de fantasmas o de tu pervertida imaginación? – Goku entrecerró los ojos, atacando a Vegeta con una mirada ofendida.

-Hay muchas personas que morirían por mi…- presumió, levantando la mano como para mirarse las uñas.

-¿Por ti, o por tú causa? – se burló, avanzando hasta la puerta e ignorando el estado de Shock en el que se quedó Goku, borrando la sonrisa de su rostro y perdiendo su vista en el frente. –De acuerdo, revisaré… pero solo será por esta vez…- accedió, abriendo la puerta de y entrando al cuarto de Goku. –No sé cómo demonios termino haciendo estas cosas…- murmuró con fastidio. –Aquí no hay nada… ¿Puedo irme ya? – preguntó, girándose para mirar al otro chico, quien apenas salía de su extraño trance.

-¿Eh? ¡No! ¡No has revisado nada aun! – extendió las manos, entrando en la habitación también.

-¿Quieres que revise el armario? – preguntó sarcástico, pero Goku sonrió asintiéndole.

-¡¿Qué?! ¡¿Hablas en serio?! ¡¿Cuántos años tienes, cinco?! – exclamó, sintiendo como una vena se alzaba en su frente.

-Sí, cinco… más veinte…- rió un poco, rascándose la nuca. –Y si… por favor…- Vegeta suspiró, avanzando desganado hasta el armario que ocupaba casi toda una pared, de hecho, esa cosa era más grande que la sala de su anterior departamento.

-No hay nada… ¿Ves?- abrió para que el chico mirara dentro. -¿Me puedo ir? –

-Debajo de la cama…- respondió, mirando a la dirección indicada.

Vegeta suspiró hastiado, moviéndose hasta colocarse en un lado de la cama, poniéndose de rodillas en el suelo y levantando la cobija. –No hay nada…- dijo haciendo eco desde abajo.

-Estoy seguro que si… revisa más adentro…- Goku sonrió con malicia, sin poder creer que su absurdo plan hubiera funcionado. Mordió su labio inferior, deleitándose con la escena que tenía enfrente, pues Vegeta paraba el trasero tratando de ver más adentro. –Ve más al fondo… estoy seguro que vi una momia ahí…- rió por lo bajo, recargándose en la pared en pose sensual, recorriendo con mirada perversa cada parte de “esa” parte.

-¡Aquí no hay nada! ¡Ni siquiera basura! ¡Voy a levantarme! – anunció sacando la cabeza, pero Goku se escandalizó ante la noticia.

-¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡Espera! ¡Acabo de ver algo! ¡No te muevas podría pasar en cualquier momento! – Vegeta se crispó en su sitio, abriendo bien los ojos y volviéndose a agachar. –Eso es… así…- murmuró con voz seductora.

-¿Qué dices? – cuestionó Vegeta desde abajo.

-Que… que… que yo vigilo de este lado…- extendió las manos al frente, como si pudiera tocar aquellas posaderas a distancia. Sentía que ya no podía resistirlo, debía tocar, masajear, sentir… probar. Sus pies se movieron, andando hasta quedar detrás de aquello.

-Definitivamente aquí no hay nada…- Vegeta se incorporó, y Goku se aferró a su cintura, tumbándolo en la cama con él sobre su cuerpo. -¡¿Pero qué…?!- exclamó, frenando su voz cuando sintió la respiración de Goku en su cuello.

-¿Por qué no nos divertimos? – susurró, a punto de besarlo de nuevo, pero Vegeta se escabulló de su sitio, escapando por entre sus brazos y escalando el colchón hasta caer del otro lado.

-¡¿Qué te pasa?! – preguntó alarmado, poniéndose de pie más derecho de lo necesario.

-No es nada malo, dijiste que podía conquistarte…- se recargó en las palmas de sus manos, apoyando los codos sobre el colchón, pareciendo tan inocente como sonaba.

-¡Dije que podías conquistarme! ¡No violarme! – gritó, comenzando a dar grandes pasos a través del cuarto en dirección a la salida.

-¡No iba a violarte! – respondió, poniéndose de pie y mirando como Vegeta abandonaba su cuarto. -¡Oye! ¡Espera! – rogó inútilmente, pues Vegeta azotó la puerta de su habitación.

Goku suspiró, sentándose en el borde de su cama pensativamente. Ya llevaban alrededor de un mes y medio ahí dentro, y aproximadamente un mes (o más) desde que Vegeta había accedido a ser cortejado. Pero seguía sin poder avanzar, Vegeta lo evitaba y parecía que cada cosa que hacía estaba mal, ¿Qué cosa lo haría llegar hasta el chico? Necesitaba que él se acercara también, comenzaba a preguntarse si Vegeta no quería luchar realmente por eso. Necesitaba un plan para eso, debía hacer un acercamiento especial, algo grande. Se encogió de hombros resignado, mañana mismo pensaría en algo.

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Goku comió otro poco de su plato, se sentía triste, en realidad algo decepcionado de sí mismo. Habían pasado ya tres meses desde la “pelea” que tuvieron, y no había logrado nada, ni una mitad de acercamiento con Irie, además últimamente traía mucho a Aki, y no tenía la oportunidad o el momento de hablar con Irie. Estaba algo desesperado, deseaba poder hacerlo fácil, llegar y besarlo, decirle lo que siente, pedirle que lo quiera.

Pero era lo más difícil del mundo, simplemente no se daba el tiempo ni la oportunidad. Y estaba comenzando a colmarle la paciencia, no se quería conformar con los “Hola” y “Adiós” que se daban, más por parte del mayor, quien había estado evitándolo olímpicamente. Eso se había vuelto una situación incómoda, más que al principio hace muchos años. Pero hoy era diferente, todos estaban muy callados y había una tensión sobre la mesa. Si Goku conocía su suerte, algo malo estaba a punto de pasarle.

-Hoy voy a decirles algo muy importante niños…- anunció Irie, levantándose del comedor. Goku suspiró, quitando la vista de su plato y mirando al suelo a su lado.

-¿Algo importante? ¿Del trabajo? – preguntó Chi-Chi, mirando muy animada a su primo.

-No… es algo… más personal…- explicó, mirando de reojo a Goku, quién estaba atento al suelo.

-¿Personal? – Chi-Chi arrugó el entrecejo, mirando discretamente a Aki, quién mantenía la cabeza gacha en un acto tímido.

-Sí… yo… yo y Aki hemos decidido unir nuestras vidas…- declaró, y La vista de Goku se alzó, mostrando los ojos extendidos al límite, mirando incrédulo a su primo.

-¡¿Cómo?! ¡¿Van a casarse?! – gritó Chi, colocándose en pie por la sorpresa.

-No es como casarnos… solo vamos a hacer una ceremonia de unión… es como una pequeña ´recepción´ - explicó Irie, mirando fijamente a la chica para que sus ojos no se toparan con aquel rostro que quería evitar ver.

-Es una broma… ¿Cierto? – habló Goku sin ser capaz de alzar la mirada.

-No Goku, no es una broma… tengo treinta años, y no he hecho más que trabajar… y ahora, finalmente me doy cuenta de que siempre tuve al amor a mi lado…- fingió una sonrisa, peri a Goku se le estaba muriendo todo por dentro. -Lo tenemos planeado en un mes, quizá…-

-Cuando terminemos este último proyecto…- añadió el de cabello naranja, sonriéndole a Chi.

-Es increíble esto, jamás creí que estuvieran enamorados…- comentó la chica, devolviendo la sonrisa y ajena a que su hermano comenzaba a partirse los dedos al presionar la superficie de la mesa.

-Lo sé… es increíble, pero así son las cosas, yo… lo amo…- dijo Irie, sintiendo un dolo en su pecho ante esas palabras que juntas eran un montón de patrañas. Le dolía como no había dolido algo antes, decirlo frente al muchacho, pero era la mejor forma de hacerlo.

-¡¿Cómo puedes ser tan cínico?! – inquirió, golpeando la mesa con las manos y tirando su plato de comida sobre la mesa. -¡¿Cómo puedes decir que lo amas?! – ninguno de los presentes esperaba esa reacción de Goku, quien mantenía e rostro fijo en la mesa, tratando de evitar que notaran sus ojos enrojecidos.

-Tranquilo Goku, solo es…- dijo Chi-Chi, pero las manos de Goku volvieron a dar contra la mesa.

-¡No me pidas que me tranquilice! ¡¿Acaso no estás oyendo?! – Chi-Chi jadeó asustada, mirando a Irie como para buscar una explicación o simple apoyo moral.

-Goku, tal vez no sea el mejor hombre, pero amo a Irie y…-

-¡Tu cierra el pico maldito idiota! – Finalmente Goku alzó la mirada, mostrando los ojos más oscuros y más fieros que nadie pudiera tener.

-¡Goku no le hables así a Aki! – reprendió Irie, lanzando una mirada enfurecida al chico.

-¿Por qué? ¡Tal vez ahora lo amas, pero lo olvidarás! – expresó, y Aki se encogió en su sitio. -¡Así haces con todo, ¿No?! ¡Dices que lo amas pero luego lo abandonas! – Chi-Chi y Aki intercambiaron miradas, mientras algo hacia ´Clic´ en sus mentes.

-Goku… ¿De qué hablas? – preguntó Aki, y el rostro de Irie se encogió en angustia y nerviosismo.

-¡Pregúntaselo a él! – señaló al albino acusadoramente.

-Aki, yo no sé de lo que habla…-

-¡¿Lo vas a negar?! – gritó, aún más exasperado. -¡¿Vas anegarme que te vas con él aunque me ames a mí?! – hubo un silencio escalofriante, en donde los ojos de todos permanecía abiertos en sorpresa e incrédulos.

-Eso no es cierto – Aki miró fijamente a Irie, exigiendo con sus ojos azul brillante una respuesta o explicación para eso.

-¡¿Por qué Iri-Chan?! ¡¿Por qué lo niegas?! – se soltó a llorar, sin quitar sus ojos del mayor. -¡Yo te amo! – Chi-Chi cayó de sentón en su lugar, tomando su cabeza entre sus manos, incapaz de creer aquella confesión.

-¿”Iri-Chan”? ¿Por qué tu primo te llama de esa forma? Pensé que eso lo ocupabas para…- Aki se puso de pie, buscando la mirada de Irie a la fuerza. -¡Dime que está pasando! ¿Acaso Goku habla en serio? – preguntó, pero las cosas empeoraron cuando una idea cayó en su cabeza. -¡¿Acaso tú y Goku…?! –

-¡Nada de eso es verdad! – interrumpió aquella pregunta que nadie deseaba escuchar. -¡No sé por qué Goku me dice así! Debió escucharlo de algún lado…- las lágrimas del mencionado aumentaron, mientras sus puños daban de nuevo contra la madera.

-¡Eres un imbécil! ¡Un cobarde! ¡¿Por qué haces esto, Irie?! ¡¿Acaso lo merezco?! – preguntó, y el mayor tuvo ganas de contestarle que no, arrodillarse y pedirle perdón, decirle que lo amaba solo a él. Pero eso ya era imposible a esas alturas.

-¡Contesta de una vez! ¡¿De qué está hablando Goku?! ¡¿Acaso tú lo amas?! – presionó el de cabellos naranjas, y fue esta vez el tiempo de Irie para golpear la mesa con fuerza.

-¡No lo amo! ¡Él solo es un niño al que le gusta imaginar! ¡Y me decepciona mucho de ti que estés inventando algo tan grave como eso! -  gritó, y los ojos de Goku de abrieron como platos. –Es solo un leve berrinche, le pone difícil la idea de que me “case” – explicó más calmado, pero sus manos no dejaban de temblar.

-Ya veo…- murmuró Goku, dándose la vuelta y corriendo a su habitación.

-Irie… - Aki lo miró, y el de cabello plata entendió que ese cuento el chico no se lo creía, y al mismo tiempo, le aconsejaba y pedía que siguiera al chico, que como siempre estaba haciendo las cosas mal.

-Maldición… ¡Goku! – hecho a correr también, subiendo las escaleras tras el chico.

-¡Lárgate! – gritó, tratando de cerrar la puerta, pero Irie alcanzó a sostenerla del otro lado.

-¡Espera! ¡Escucha! – pidió, mientras empujaba hacia adentro, pero Goku no daba el brazo a torcer.

-¡No quiero! ¡No quiero ni verte! – empujó más, manteniendo la puerta a raya. -¡Te odio! ¡TE ODIO! – empujó con más fuerza, sintiendo las lágrimas avanzar sin remedio por su rostro. -¡¡TE ODIO!! – el sentimiento pudo más, y finalmente venció, azotando la puerta y poniendo el seguro velozmente.

-¡Goku! ¡Por favor! – gritó Irie desde afuera, golpeando la puerta desesperadamente.

-¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! – repitió incansable, recargándose en la superficie de madera, apretando los ojos y dejándose caer despacio al suelo, apoyando su peso para mantenerla cerrada.

Pensó, en medio de su desgracia, que ese sería el peor día de su vida. Que equivocado estaba.

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Vegeta, furioso por al acoso de su compañero se encerró en su cuarto, poniéndose su pijama y entrando a su cómoda cama temporal. Cerró los ojos, tratando de dormir, sin éxito. Muchas preguntas asaltaban su mente, y la única persona que podía responderle se encontraba tan cerca… y a la vez tan lejos, estando en la habitación contigua, separados únicamente por esa pared… pero era impenetrable.

Impenetrable por todos los prejuicios y las dudas, los secretos y las mentiras… los esfuerzos y las malas decisiones. Se recargó en la pared, justo en la cabecera de la cama, sin saber que del otro lado del muro, Goku se recargaba en el mismo lugar, con las mismas preguntas encima y con los pensamientos revueltos.

No había duda, estaba enamorado.

Pero Vegeta no quería ilusionar a su propio corazón.

Continuará…

Notas finales:

¿Se esperaban lo de Irie? (Y me refiero a todo).

En fin, se viene tanto, aaah, ya quiero escribirlo… tanto que les dejo un leve Spoiler… jejeje pero antes les digo que para evitar que me haga bolas (Yo sola, estoy loquita) actualizaré Jueves o Viernes únicamente, cada semana, sin falta (eso espero) (más que en el siguiente ya sale Krillin) y que me dejen su Review, je, je, si me ayuda mucho, mil gracias a los que se toman la molestia. Ahora sí, el Spoiler:

“-¡¿Qué?! ¡¿Cómo que nos quedamos sin luz?!-

-Bueno, tranquilo Vegeta… mira el lado amable, no podremos pedir ayuda hasta mañana en la mañana…-

-¿Y cómo se supone que le debo ver lo bueno de eso?-

-Ah… no, espera… eso era lo malo…-”

Próximo capítulo: Sólo una copa.     


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