Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un bal au loin por Mel_01

[Reviews - 59]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

https://www.youtube.com/watch?v=dlNIDirpzBU

"Tomaba su mano e intentaba convencerme de que todo iba a estar bien, ya no deseaba una lucha férrea, sino un estar calmado, sin molestias, sin nada que pudiese alterar aún más la situación que vivíamos, no sé si iba a ser capaz de tolerar algo extra, a penas y estaba procesando la realidad que vivíamos, como si eso fuese posible. Desearía que al final del pasillo hubiera una ventana que fuese la solución a todos los problemas, desearía que todo acabara, quisiera esa ventana de mis sueños por la que siempre me lanzo. Las almas humanas nos desgastamos, no siempre podemos con todo lo que nos da Dios, no todo es una prueba para superar, no todo tiene solución."

Se turnaban para visitarlo, asegurándose de que no estuviera solo ni un minuto. Acomodaron sus horarios y quehaceres para ir a verle. Kibum estaba prácticamente todo el día en el recinto, su trabajo había quedado en el último lugar de sus prioridades. ¿Quién lo hubiera dicho? El sustento de su vida, su pasión, todo lo que había construído no valía nada frente a él, esa vida llena de detalles, de sofisticación, de ganancias y reconocimiento, ¿de qué le servía aquello ahora?


La chica, su querida amiga, era toda una señorita parlanchina cuando estaba en la habitación junto MinHo, le hablaba de su día a día, de sus profesores, de lo contento que estaba su padre al saber de sus logros, del chico que le gustaba, de los planes que tenía a futuro. De todo aquello y a veces también preguntaba cuándo sería que fuesen a comer otro helado juntos. "La próxima semana tal vez". respondía él con su brillante sonrisa en el rostro, ella sabía que él no le mentía, que si pudiera se levantaría de esa cama y saldría a tomar un helado con la chica, ella lo sabía.


Su querido amigo Jinki era el más normal, le comentaba situaciones extrañas de las cuales siempre era víctima y cómo es que se libraba de las mismas. Amenazaba con comerse su almuerzo cuando él no lo hacía, obligando a MinHo a comer al menos la mitad de la bandeja. Así pasaban un rato agradable entre los dos, conversaciones amenas, llenas de risas.


La habitación se llenaba de un ambiente extraño cuando él lo visitaba, TaeMin. Y no podía decirse que era un mal ambiente, todo lo contrario, se llanaba de paz, de sonrisas suaves, de delicadeza y cuidados, eran los momentos en que más sereno se sentía, hasta le daban ganas de sentarse y sacar los pies fuera de esa cama con sábanas blancas, se animaba bastante cuando ese chico, de estatura menor a la de él, le visitaba. Hasta las conversaciones entabladas por ambos eran tranquilas. A veces el muchacho hablaba con rapidez a causa del entusiasmo de las situaciones que estaba viviendo como bailarín, y MinHo no hacía más que alentarlo.

Le encantaba ver sus sonrisa alumbrar todo el cuarto, eso le llenaba de profunda alegría y, sin entender muy bien el porqué, de culpa también. A él le encantaba ver sonreír a TaeMin, pero le daban profundas ganas de llorar al presenciar la imagen, la incertidumbre embargaba una esquina de su corazón.

No faltaba el agradecimiento por cada día de visita, por cada palabra, cada gesto, por los segundos compartidos con él.


A pesar de todas las alegrías que le traían las visitas anteriores, su momento favorito del día era ver esas comisuras de tinte felino elevarse curiosamente al asomarse por la puerta, se sentía como un pequeño niño frente a una sorpresa, era KiBum, quien traía la efusividad, las ganas de recuperarse, traía la felicidad y las risas a veces convertidas en carcajadas, acalladas por el personal de hospital. Era la persona de la cual más disfrutaba, amaba saber que sin falta recibiría su vista cada día. Con KiBum no habían sobras en el almuerzo, no habían quejas frente a los tratamientos ni a los exámenes repentinos, habían incluso pasos por la habitación, miradas discretas y otras no tanto, uno que otro beso y siempre un abrazo al despedirse ambos. KiBum dejaba su corazón palpitante, ansioso, deseoso de ir a casa, anhelador de su propia vida. Cada día quedaba con la imagen de su sonrisa desaparecer tras el marco de la puerta y su mano alzándose en forma de despedida. MinHo dormía y soñaba con aquello.

...


Recordaba la única vez que KiBum no fue a visitarle, estuvo preocupado todo el día viendo el reloj cada quince minutos. Ni la visita de Sulli, JinKi o TaeMin logró traerle esa ansiedad que su corazón le pedía, estaba nervioso, desesperado, incluso hasta algo de miedo podía sentir. Ese día no hubo risas, ni reclamos por parte de la enfermera, no hubo abrazos o regaños por no comerse la comida, no hubo una mano alzándose ni tampoco un descanso reparador con sueños hermosos, no, no hubo nada de eso. Lo que sí existió fue un abrazo muy fuerte al otro día, cuando abrió los ojos y divisó a KiBum que estaba sentado a su lado leyendo una revista, había llegado temprano y no lo despertó, prefirió dejarlo descansar ya que se notaba cansado. MinHo le reclamó, le reprochó, se comportó como un chiquillo caprichoso, todo eso mientras le quitaba el aire con el apretado abrazo que le daba, dejando que la revista cayese al suelo. Desde ese momento, KiBum desplazó toda idea de un día para sí mismo, desde ese momento todas las horas de su vida iban a ser para él, para ese niño caprichoso que parecía morirse sin él y que le causaba ternura infinita.

...

 

Los días pasaban y en cada visita de Sulli, a ella le parecía ver que el cuerpo de MinHo volvía a ser como era antes, un poco mejor constituído. A JinKi le parecía que estaba más animado y a TaeMin le parecía que hasta estaba recordando pequeños detalles de su pasado reciente. Todo parecía ir bien. Pero MinHo notaba cosas también.

Las visitas de Sulli ahora eran más extensas y había más confianza enre ambos, tocaban temas que antes no habían tratado, incluso un día Sulli se disculpó y aunque MinHo no entendió muy bien el porqué, aceptó aquello, anotando un helado más a la lista interminable de aquel capricho.

JinKi se notaba cansado por su trabajo pero bastante feliz por lo mismo y quizá también por las citas que estaba teniendo con una chica despistada y torpe, como él.

TaeMin traía consigo toda su aura de alegría y paz, pero también algo más, MinHo notaba que él estaba cambiando, para bien por supuesto, se le veía maduro, fuerte, capaz de cualquier cosa. Aquello tranquilizaba aún más a MinHo. Sin entenderlo, desde que le vio sintió la necesidad de protegerle, pero ahora esa carga iba alivianándose, ahora veía al muchacho como un hombre con el que podía contar, a quien podía confiarle sus secretos, en quien se podía apoyar.

Pero las visitas de KiBum estaban extrañas en algo... no podía saber qué era. No se quejaba de nada, seguían tan cargadas de entusiasmo como siempre, pero detrás de efusivas charlas se escondía algo inusual. Pensó que quizá era su imaginación, pero que quizá estaba demasiado ansioso por ir a casa junto a él, pensó muchas cosas, pero ahí las dejó, en simples pensamientos, no valía la pena sembrar en KiBum más preocupación de la que creía que le daba.

Lamentablemente sus pensamientos se hicieron realidad. KiBum se notaba cansado y era raro porque, según tenía entendido, él no estaba trabajando, a menos que hubiese comenzado algo sin decirle nada. KiBum expresó la preocupación al oír las palabras de MinHo, realmente le había tomado por sorpresa, aunque él mismo se había notado igual, cansado. No supo como responder y antes de emitir palabras esbozó una sonrisa sincera frente a la cual el otro correspondió.

Las visitas siguieron y el cansancio se marcaba bajo los ojos de su  visitante, MinHo tuvo la infantil idea de que lo estaba contagiando de algo. A pesar de no entender su situación, estaba al tanto de que había un pasado que no recordaba, que su cuerpo se había deteriorado y que su mente se negaba a aceptar eso que desconocía por completo, pensó que tal vez algo se estaba traspasando al otro y aquello le horrorizó.

Él quería ver a todos sus cercanos bien, eso le motivaba e incitaba a desear recuperarse, a poner de su parte para salir de ese cuarto de cuatro paredes blancas. "No deberías venir más", mencionó MinHo y la forma tan dulce y compasiva en que lo dijo fue lo que alertó a KiBum más que el signifcado de aquellas palabras. Su respuesta fue negativa, no intentó darle excusas, no le hizo entender nada tampoco, sólo se negó a la petición y eso fue todo, MinHo no volvió a insistir, no dijo una palabra más a pesar de notar lo que le pasaba al otro.

...

 

Kibum en esos días recordaba bastante, y los recuerdos que más venían a su mente no eran los buenos momentos que tuvo con su amado, sino que eran los recuerdos que tuvo con JongHyun cuando estuvo lejos de él, en el extranjero, cuando pasó todas esas penas anhelando encontrar a su observador de la cafetería, ese sentimiento tan angustiante era el que recordaba.

Al llegar a casa tarde por la noche el muchacho de ojos felinos se observaba en un gran espejo y no podía observar otra cosa que no fuese un insignificante hombre que no era capaz de salvar a nadie, ese era el primer pensamiento fugaz que le cruzaba por la mente, pero a los instantes espabilaba y se convencía a sí mismo de que todo iba a estar bien, así sería, todo estaba e iba a estar mejor.

...

 

Suspiraba con pesadez y antes de ir al hospital se miraba al espejo, se repetía las mismas palabras de que todo iba a estar bien, mejor dicho, rogaba a Dios que así estuviera, rogaba llegar a la habitación de Minho y que todavía estuviera recostado, feliz y en calma, rogaba no malas noticias de los médicos, rogaba un poco de felicidad para ambos, rogaba y pedía nada más que una vida junto a MinHo, ni siquiera pedía estabilidad o deseaba otra cosa que no fuera estar a su lado, rogaba a Dios que le diera fuerzas para sobrellevar todo sin derrumbarse a medio camino, pedía a pesar de no ser capaz de rogar más.

A llegar lo vio durmiendo y sonrió para sí mismo, una sonrisa lastimera, miró por la ventana y vio pasar la vida de muchas almas, volviendo la vista al hombre sobre la cama. Se sentó a esperar su despertar luego de arreglarle un par de hebras que caían en su frente. El silencio en el lugar era tal que podía oír la respiración ajena, también oía una triste melodía que tocaba el corazón propio, notas dulcemente melancólicas, trayendo a la actualidad los recuerdos de antaño, recorriendo la línea de tiempo desde que le había conocido, deteniéndose en gustosos momentos como cuando hicieron el amor por primera vez, cuando visitó su casa por primera vez o aún más significativo, cuando cruzó su casa por primera vez. Se sorprendió a sí mismo al borde de las lágrimas, alzando rápidamente la mirada para ver si el contrario estaba despierto, no estaba llorando de tristeza, sino de anhelo. Salió de la habitación para tomar aire y volvió a entrar un par de minutos después viendo primero la espalda de MinHo, observando luego sus labios alzarse en una mínima sonrisa. Las emociones denuevo le bordeaban el corazón y la melodía que antes había escuchado en su corazón, ahora se había intensificado.

"Recuerdo la primera vez que te vi, eras todo lo que yo quería ser, te amé en secreto desde el primer segundo aunque yo tradujera ese amor en odio. Recuerdo la primera vez que hablamos, odié tu grave voz por ser tan embriagadora, de verdad odié que, a parte de ser hermoso, tuvieses una buena voz, creo que eso era por el complejo que tengo gracias a mi propia voz, no me agrada el timbre, en cambio tú tenías uno hermoso, de verdad te odié. Recuerdo cuando te vi en la calle mientras yo discutía con JongHyun, yo te vi y deseé que no hubieses estado ahí, deseé que no hubieras visto mi lado lastimoso y desagradable, realmente lo deseé. Recuerdo cuando visité tu departamento, era tan tú, no sé cómo explicarlo, pero ese lugar no podía ser de alguien más no fueses tú. Recuerdo lo inmaduro que yo era en ese tiempo, recuerdo lo exigente que era a pesar de no darte nada, recuerdo lo tonto que fui al no confiar en ti, al querer más por mi cuenta en vez de compartir lo poco que tenía contigo, recuerdo mis errores, todos y cada uno de los que cometí a tu lado. Recuerdo nuestro encuentro, recuerdo tu rostro, oh Dios, eso fue un completo deleite, recuerdo el primer beso luego de tanto tiempo, recuerdo cómo se sintió dormir en tus brazos, recuerdo la calidez de tu recibimiento a pesar de que sólo llegué a traer problemas. Recuerdo las veces en que me hacías el amor sin poder contorlarte. Recuerdo cuando me buscabas, me encantaba eso, todas mis dudas se iban cuando me buscabas. Recuerdo la oportunidad que tuvimos al reencontrarnos, recuerdo lo bobo que fui al creer que podía tener tu atención con un beso y por supuesto que recuerdo cuando nos descubrieron en la cama a medio vestir ambos. Recuerdo ese baño, vaya que sí lo recuerdo. Recuerdo comenzar una vida juntos de nuevo. Recuerdo a tus amigos, cómo los conocí, recuerdo lo buenos que eran, y son aún contigo. Recuerdo tu accidente, fue lo peor que pudo habernos pasado, lo peor. Recuerdo tus extraños comportamientos, recuerdo tus pérdidas de memoria. Recuerdo el momento en que me hablaste de ti, de tu pasado, recuerdo esa tarde en el césped. Recuerdo mi incompetencia para afrontar el horrible problema presente, recuerdo cuando te abandoné por tercera vez. Recuerdo mi regreso, cuando te vi dormir, recuerdo lo duro que fue verte en este estado. Recuerdo mis ganas de quedarme a tu lado, de no irme nunca más, recuerdo las inseguridades que tenía. Recuerdo cuando me reconociste de nuevo, recuerdo tu abrazo. Recuerdo nuestros paseos por el parque. Recuerdo todo eso y más, recuerdo lo que tú no, recuerdo por ambos y aunque nunca más vuelvas a recuperar aquello, yo lo atesoraré como el mejor regalo que he podido tener en mi vida, recordaré cada uno de los segundos que he vivido contigo, recordaré el amor que me tenías, recordaré tus miradas, tus abrazos, tus palabras diciéndome que me amabas. Te recordaré como te conocí y como te veo ahora, como la persona a la que más amo." Frente a esa infinita confesión, MinHo optó por guardar silencio, no deseaba interrumpir, es más, quería seguir oyendo todas esas cosas que él parecía desconocer, quería seguir viendo como la emoción se hacía física en los ojos de KiBum y que, a pesar de hablar de cosas dolorosas, sus labios se adornaban bellamente con una sonrisa. Quería tener el privilegio de observarle por la eternidad, deseaba tenerlo a su lado, tocarlo y brindarle un abrazo, tal vez palabras de apoyo, porque dentro de todo lo que MinHo estaba pasando, él que más sufría era KiBum. Ahora lo entendía, entendía ese algo que notaba distinto en KiBum, eso que lo preocupaba y porqué lo preocupaba. KiBum no sólo recordaba y amaba por ambos, también sufría por los dos. Esos recuerdos y ese amor le daban también sufrimiento, desesperación, desilusión y a la vez anhelo, esperanza y alegría. KiBum soportaba todas esas cosas por los dos.

KiBum estaba calmo, ya no le importaba si él lo veía llorar, eran lágrimas de emociones contenidas. Las limpiaba sin prisa, entre mil palabras cruzaban por su mente a la espera de ser dichas. No entendía porqué dijo todo eso, fue un impulso del momento, tuvo la necesidad de hacerlo, de decirle en palabras diferentes cuanto lo amaba.

El interior de MinHo se quebrajeó, se estaba rompiendo para dar paso a algo nuevo, algo luchaba por salir de su corazón mientras que en el corazón de KiBum las notas se oían intensamente, estaban a casi un metro de distancia pero podían sentir la presencia del otro muy de cerca, podían sentir cuanto se amaban. KiBum fijó los ojos en los grandes orbes de él y no fueron necesarias más palabras, ambos entendieron sus sentimientos, MinHo entendió que amaba al hombre que estaba frente a él y KiBum entendió que MinHo había descubierto su sentir hacia él. Sus almas ya se habían abrazado cuando ellos hicieron material un dulce abrazo. Con bastante cuidado acoplaron sus cuerpos al otro, regalándose todos los instantes perdidos, encontrándose de nuevo con ellos y sus millones de emociones, con todo el amor que alguna vez se profesaron y que hoy volvían a sentir, mutuamente. Disfrutaron de ese único momento todo el tiempo que quisieron, esta vez parecía que se les permitía ser felices, se daba la oportunidad de amarse de nuevo. Al pasar los minutos el abrazo no bastó, necesitaron decirse todo lo que pudieron, se les hizo imperioso amarse como debían, como querían, como tenían que hacerlo.

Al caer la nohe, KiBum besó la frente de MinHo, luego la punta de su nariz y más abajo, sus labios, acarició su mejilla y se cercioró de que él dormía feliz. Apagó la luz de la habitación y sus pasos lo sacaron del lugar. Durante todo el trayecto sentía que el corazón se iba a salir de su torso, el palpitar le estremecía todo el cuerpo, él lo amaba y lo sabía, KiBum podría morirse en ese mismo momento y ser feliz para toda la eternidad. Al llegar a casa se observó en ese mismo espejo que lo recibía siempre y vio lo mismo, la única diferencia era la sonrisa mantenida por sus labios.

Esa noche, esa noche en particular, sintió unos deseos enormes de llorar, de sacar todo lo que había guardado durante tanto tiempo, todo aquello que no lo dejaba vivir en paz, todo eso que mantenía oculto en lo más profundo de su ser, nada importaba ya, MinHo había reconocido que lo amaba, todo lo demás podía irse al mismo infierno y no le importaría. Lloró hasta que el cansancio reinó, hasta que la luna dejó de brillar, hasta que la noche por un sólo segundo se congeló junto con él.

MinHo había fallecido. Fue durante la noche, en ese segundo en que todo se detuvo, incluso el mismo KiBum. La reacción que tenía no era normal, no al menos para Sulli o a TaeMin, JinKi se lo esperaba, aunque igual se le hacía extraño verlo con el rostro tan sereno llenando los papeles y dando los datos que sabía respecto a la persona que amaba, ayudando en el certificado de defunción, vistiendo al cuerpo que una vez mantuvo el alma de quien amó. Sulli se deshizo completamente, tanto que casi su cuerpo colapsa, lo mismo TaeMin, sólo que éste último lo hizo en silencio, se apartó de todos y se perdió al menos por unas semanas. Ninguno, ni JinKi, fue capaz de soportar la tranquilidad de KiBum, esos ojos inexpresivos, esa mirada fría, llena de nada. ¿Acaso no le causaba nada la situación? ¿Acaso estaba loco? ¿Acaso ya no lo amaba? Eso se preguntaban todos.

 
La realidad era inminente, él lo sabía, sabía el desenlace de la historia. El accidente de MinHo sólo fue la punta de iceberg, el tumor cerebral que se descubrió a causa de eso era la realidad abismante que enfrentaba él. Un secreto que KiBum se iba a llevar a la tumba, se prometió jamás revelarlo, se prometió no decir nada y es por eso que TaeMin estaba tan endafadado con él cuando se enteró de todo, es por eso que no toleró la actitud que tuvo frente a eso, ¿cómo fue capaz de dejarle solo en ese momento?, ¿cómo fue capaz de dejarlo solo cuando iba a morir? Él jamás entendería, jamás entendería cuanto amaba KiBum a MinHo como para manipular su propia mente y obligarse a olvidar aquella dolorosa verdad. Ambos acordaron no decirle nada, ¿para qué? En ese entonces cuando TaeMin se enteró, MinHo estaba en su peor condición. El diagnóstico había sido claro para él, tanto como su pronóstico, un par de meses y ya. No había tratamiento que le salvara y había sido un milagro que MinHo hubiese vivido con normalidad hasta su edad. KiBum se negó a aceptar las advertencias y consejos de los médicos, se negó a ser participe de ese destino tan cruel, se negó a reconocer que llegaría el día en que ya no pudiera verlo a los ojos y decirle que lo amaba. Es por eso que huyó, es por eso que tuvo que matar el niño indefenso que tenía adentro, por eso fue cruel y despiadado, es por eso que se alejó de él, se negaba a tener que presenciar su muerte. Pero su necesidad de él fue la que lo hizo buscarle, ataparle, fue la hizo que, a pesar de lo que fuese a pasar, se quedaría a su lado, derrotado, como el insignificante hombre que no podía salvar a nadie. KiBum sabía bien que el aceptar y recordar el amor que tenía MinHo hacia él fue lo que lo llevó a la muerte, su alma y su cuerpo se liberaron de tal tortuosa atadura, podía irse en paz. El amor lo terminó matando, él lo había matado y no le importaba, MinHo era de él, podía hacer y deshacer con su alma, sería para siempre suyo, en el cielo o en el infierno, suyo y de nadie más, tal como se lo había dicho el mismo MinHo en vida.

 

"Te pertenezco, puedes hacer lo que quieras conmigo.Te han arrebatado todo, pero nunca te podrán quitar mi alma, siempre seré tuyo... ese es el amor que te daré".

...

 

Fue en el primer aniversario de la muerte de MinHo en que JinKi se reunió por causalidad con TaeMin, en el cementerio, durante la visita que ambos deseaban hacer a quien alguna vez fue su buen amigo. El menor se preguntó así mismo en voz alta por quien alguna vez fue su rival, obteniendo una respuesta de parte del mayor que lo hizo sumirse en la más profunda tristeza e incertidumbre, le hizo sonreír con completa amargura hacia el cielo.

"Cuando le pregunté hoy por teléfono acerca de eso, me dijo que dejara de hablar estupideces y que tenía que colgar, MinHo lo iba a estar esperando en la cafetería en que se conocieron. Se despidió diciendo 'hasta siempre'. No lo vi, pero sé que estaba sonriendo y llorando a la vez."


TaeMin nunca pudo comprender a KiBum ni la relación que había tenido con MinHo, ambos amaron al mismo hombre, pero ahora sabía que sólo uno había sido correspondido, aquel que ahora por fin iba a reunirse con él, con el amor de su vida.

 

FIN.

Notas finales:

De verdad, de todo corazón, espero que les haya gustado la historia. No debería decir ésto, pero es mi favorita entre todo lo que  he escrito, no lo sé, he puesto todo mi esfuerzo en ésto. Como siempre dije, la historia se desarrolló sola y los protagonistas hicieron lo que quisieron. Un gusto escribir para quien leyó ésto.

Cariños.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).