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Como en la vida real. por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

La primer escena es un regalo, lo demás comienza un poco en el pasado desde la perspectiva de Vegeta. Ojalá les guste!

-Y estamos aquí, reunidos para rezar y pedir por el alma de un buen hombre…- dijo el sacerdote, rodeado de muchas personas vestidas de negro que guardaban silencio, mirando con incredulidad y lástima al ataúd que yacía levemente por sobre la tierra.

Juun-Kun estaba más al frente de todos, clavando su mirada de ojos azules al o hoyo frente a él, ese hoyo que ahora estaba ocupado por algo, por alguien, y en sus pupilas mostraba una especie de impotencia, de rabia, como si esa muerte estuviese sobre su propia conciencia, sobre lo que pudo haber hecho, sobre lo que pudo haber evitado si hacía algo más que sólo quedarse mirando. Podía evitar la tragedia, y sin embargo estaba ahora parado sobre el pastizal verde de aquel panteón.

Más atrás de él estaban los compañeros del set, Yamcha, Tien, Bulma, Mio, Trunks, ´Cell´, ´Gohan´, Harima, Juu-Chan, Krillin y Chi-Chi, eso sumado a los que parecían conocidos y familiares cercanos. El muchacho calvo estaba viendo directamente el piso, apretando sus manos al frente con miedo, sintiendo su cuerpo temblar y sin el suficiente valor de alzar la vista, con demasiadas cosas sobre sí para hacerlo, había culpabilidad a la vez que demasiadas sensaciones gratificantes. Tenía unos lentes oscuros sobre su rostro, y cualquiera habría jurado que estaba afligido, que estaba sintiendo dolor por la muerte de un compañero, pero lo que había sobre sus retinas únicamente era miedo, un miedo enfermizo, cargado con la idea de que en cualquier momento podría llegar la policía por él y de alguna manera ligarlo a ese asesinato del que quería lavarse las manos.

Miró una sobra, una silueta acercándose a él y sintió miedo de que siquiera alguien lo estuviera notando, si fuera por él estaría muy lejos ahora tratando de huir, pero las cosas no podían dejarse ver, no podía siquiera notarse como sospechoso de algo. Una mano se posó sobre su hombro, y giró la mirada para ver a Bulma, quien se había zafado los lentes oscuros para mirarlo fijamente. -¿Dónde está Goku? – preguntó, y Krillin negó con la cabeza, dejando de mirarla y llevando de nuevo sus ojos al suelo.

-El no vendrá… no puede con esto…- le informó, y la chica asintió, mirando de reojo a Chi-Chi, quien no dejaba de llorar sobre el hombro de Juu-Chan, quien discretamente tampoco había dejado de hacerlo.

-Sabía que Chi-Chi y él eran algo cercanos, pero… ¿Goku también lo era a ese nivel? – Krillin escuchó la pregunta, pero no estaba como para explicaciones así que contestó con otro asentimiento. “Si ella supiera hasta qué punto estaba relacionado…” pensó, prefiriendo continuar en silencio.

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-Bueno… yo… ¿Podríamos ir a mi departamento? – preguntó, y Vegeta se sobresaltó un poco.

-Pero... tengo que estar a las 7 aquí… y eso es en menos de una hora y media…- Juuro asintió, guardando un momento sus manos en sus bolsillos.

-Lo sé, pero mi departamento está a menos de diez minutos de aquí… me siento incómodo en este sitio… y lo que te voy a decir es muy privado… - el más bajo llevó su mirada al suelo, sintiéndose algo atrapado en la situación. –No te preocupes, prometo traerte de vuelta sano y salvo, a tiempo para las 7…- prometió, riendo divertido para sus adentros. “Sano y salvo” se repitió con gracia.

-E-Está bien… - respondió dubitativo, pero es que de verdad la situación era importante para él. –Pero promete que regresaremos a tiempo… - ambos subieron al auto, y Juuro lo arrancó enseguida, bastante contento de que su plan funcionara.

Vegeta miraba ansioso por la ventana, moviendo el pie desesperadamente, como si midiera cada segundo con eso. Se sobresaltó al sentir la mano del otro hombre sobre su pierna, y levantó la vista para mirar al chico de cabello rojo, quien mantenía una sonrisa en sus facciones. -Cálmate, me pones nervioso…- le dijo, apretando un poco más al otro.

Vegeta se incomodó de su agarre, mirando con extrañeza a Juuro, quien retiró su mano una vez que el alto de la esquina cambió a color verde. Urabe recogió su pierna, pasando su propia mano por su muslo como si pudiese eliminar la sensación que incluso le provocó escalofríos, de hecho podría afirmar que inseguridad. Recargó su mano en la ventana, mirando a través del vidrio la ciudad que se pintaba con sus últimos matices rojizos, pintando de color naranja las nubes que se extendían en lo alto, admirándolas para tratar de contrarrestar sus pensamientos y la presión en el pecho que iba en aumento, como si algo desconocido le dijera que estaba en peligro absoluto.

Su sospecha aumentó cuando el auto se detuvo, terminando en el estacionamiento de un lugar terrible, probablemente igual que el feo lugar donde vivía antes de irse con Goku, y fue la mirada de Juuro la que lo hizo desear bajarse del auto y correr de regreso, pero ya estaba ahí y no iba a ser cobarde, si el chico planeaba algo era solo cuestión de hablar con él y aclarar las cosas. Abrió la puerta, y miró vacilante la entrada de los departamentos, pues estaba más que seguro que alguien como él no viviría ni loco en un sito tan precario como ese, sin embargo Juuro avanzó sin prejuicio y con seguridad al interior, mirando a Vegeta y esperándolo por un par de pasos.

Los ojos negros del chico viajaban de un lado a otro, inspeccionando cada parte del lugar con detenimiento, sintiendo como su temor y dudas aumentaban con cada paso que daba sobre esas sucias escaleras. El hombre alto se detuvo frente a una puerta, la número Dieciséis, y las palabras de Juun vinieron a su mente arrasadoramente, atormentándolo y haciéndolo pensar respecto al “Número de la desgracia” como lo había mencionado. Titubeó, pero fue lo suficientemente valiente y fuerte, justo en ese momento donde debió haber actuado como un cobarde.

-¿Vives aquí? – cuestionó una vez abrió la puerta y el interior se mostró, y la pregunta de Vegeta sonaba más a una especie de duda o sorpresa a una simple aclaración.

-Tal vez no me creas, pero me gusta así… además, no estaré mucho tiempo en este país…- Sí, como él mismo lo había dicho, no le creía en lo absoluto.

A Juuro le importó poco en realidad si le creía, ni siquiera se había molestado en hacer una mentira más elaborada, después de todo, estaba hecho, su presa había caído en su telaraña, y de ahí ya no escaparía. El muchacho dio un paso adentro, y el vello de su nuca se levantó, como si le avisara o advirtiera que eso que estaba haciendo era mala idea. Pero Juuro le había prometido llevarlo intacto de regreso, así que debía relajarse un poco y confiar en ese al que creía su amigo.

-Siéntate…- le pidió, y como no había de otra, el joven se sentó en el suelo, alrededor de una mesa baja, inspeccionando con la poca luz que había el lugar. Era un cuarto solamente, y con una puerta que daba a lo que suponía era un baño. Una cama estaba casi céntrica en la habitación,  solo porque estaba pegada a la pared de un lado. Una ventana abarcaba todo un lado, dando una vista a la calle contraria por la que habían entrado, y una especie de cocina con una estufa de dos hornillas estaba en un rincón, al lado de un mueble.

-No creo que vivas aquí – le informó, y Juuro lo felicitó mentalmente por su perspicacia, sinceramente lo creía más estúpido.

-Cierto, este lugar lo tengo solo por una especie de diversión, llámalo capricho, si quieres – le contestó con la verdad, bueno, a medias, omitiendo la parte donde debía decir “Donde pasaré divirtiéndome”. Le sonrió, caminando a la extraña cocineta, sacando un par de tazas y café del estante.  

-¿Capricho? ¿Por qué rayos tendrías un lugar así por capricho? – inquirió, olvidando por completo el tema original y de interés, por lo que realmente estaba ahí.

-Bueno, tal vez no lo sepas, pero a veces, cuando lo has tenido todo desde siempre, deseas olvidarte un momento del lujo, sólo quieres un lugar donde estar en paz y a solas… pasar inadvertido…- resumió, sentándose en el suelo, justo frente al otro.

Vegeta creyó un poco más en esa versión, y trató de repetirse a sí mismo que estaba en un buen sitio. Juuro extendió una taza hacía Vegeta, quedándose con una y bebiendo un poco d ella. El hombre bajito ni siquiera lo consideró, comenzó a beber el líquido, que era dulce a pesar de ser café, y bebió un poco más, sinceramente estaba algo nervioso. El joven de cabello naranja sonrió, relamiéndose los labios y dejando el objeto sobre la mesa. Vegeta li imitó, pero no separó las manos de la taza, sintiendo su calor en los dedos.

-¿De que ibas a hablarme? – fue al grano, y Juuro asintió, clavando sus intensos ojos azules en los otros.

-Bueno, como dije, no he sido alguien muy bueno, de hecho, creo que soy alguien muy, muy malo – quería reír cruelmente, pero se contuvo, manteniendo el rostro de aparente arrepentimiento.

-¿Malo? ¿Qué cosas has hecho para que te denomines así? – de nuevo el mafioso quiso reír. ¿Qué que había hecho? No podía contar todo ahora, necesitaba una lista y meditarlo con detenimiento.

-Bueno, principalmente, creo que he sido una especie de… delincuente…- resumió, para no decir algo peor, Vegeta se crispó, ¡De verdad iba a decírselo! –Yo… bueno, tiendo a drogar a las personas – esta vez sonrió un poco, y fue ahí cuando Vegeta miró algo borroso al frente.

-¿Drogarlas? ¿Para qué? – la credulidad en el chico era inmensa, y el más alto decidió proseguir con el juego.

-Bueno, a veces solo así puedo conseguir lo que quiero… y después no les dejó más opción que callar…- el bajito no entendió nada, y no porque Juuro no hubiese sido especifico, sino porque los oídos comenzaron a zumbarle y las palabras hacían eco dentro de su cabeza.

Bajó la mirada completamente confundido, parpadeando un par de veces para tratar de aclarase la vista que parecía nublosa. La garganta se le secó, así que tomó la taza con fuerza para llevársela a la boca, pero esta no llegó, se le zafó de las manos, de hecho, estas no le respondían, y la punta de los dedos había dejado de sentirse. Sus manos se fueron a sus sienes, y escuchó la voz de su ´amigo´ decir algo a lo lejos, pero no entendió, lo último que medio sintió fue su cuerpo dando contra el suelo sin remedio y sin ninguna clase de resistencia.

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-¿Por qué demonios tarda tanto? – preguntó Krillin impaciente, mirando la pantalla de su móvil, aguardando por la respuesta. Su aparato comenzó a sonar, y el calvito respondió sin esperar ni un segundo.

-Krillin… ¿Siguen ahí? – inquirió, y el chico al otro lado se asomó levemente desde su posición, escondido en uno de los lados de un pasillo.

-Sí, las dos…- respondió, y Juuro siseó frustrado.

-Cuando se vayan ese par de brujas, has que llegue a él…- le ordenó. –Se está tardando demasiado… no puedo creer que lleve esperando tanto tiempo… esta porquería se va a pasar si no se mueve de una vez…- susurró todo eso, tomando absoluta y totalmente sus precauciones.

-De acuerdo… te llamaré cuando lo haya hecho…- colgó, recargándose de nuevo en la pared, sintiendo en la bolsa de su chamarra negra la carta que había escrito. Debía hacérsela llegar a Goku, pero estaba tan temeroso de cómo iban a acabar las cosas que había tomado toda clase de precauciones. La había escrito a máquina, y no había tenido contacto total con ella, siempre la había tomado con guantes, con los Racnio, y más si estaban hablando del poderoso “Hombre araña” las cosas estarían de todos los modos, menos bien.

No sabía en realidad si eso saldría “Tan” mal, pero seguro que a Goku le gustaría saber quién fue el que destapó a los “amantes” a los dobles amantes. Y por supuesto que el borraría toda clase de huella o evidencia posible que pudiera dejar sobre ese tema. Escuchó un par de gritos, y se escondió en un hueco detrás de un muro de la pared justo cuando Videl pasó furiosa por un lado, y al cabo de un par de segundos más, Chi-Chi pasó también. Se asomó cuando escuchó el ruido de una puerta, alcanzando a ver como Goku la cerraba tras de sí.

Era su oportunidad, así que avanzó por el pasillo, casi en puntillas, lo último que quería era que su amigo saliera y lo cachara infraganti, no, mucho menos con esa terrible carta en sus manos, no podía poner ningún pretexto para decir que él sabía algo de Vegeta que él no, y que siendo su amigo no se lo había dicho. Llegó a la puerta de su amigo, y musitando un “lo siento” deslizó la carta por debajo de la puerta, emprendiendo su huida sin hacer ruido, pero con bastante velocidad. Se encerró en el cuarto de limpieza de ese piso, sacando su móvil de inmediato, marcando ese maldito número del que ya estaba harto. –Va para allá…- dijo de inmediato una vez que contestaron del otro lado, y Juuro no necesitó más para colgar.

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Miró a Vegeta a su lado, acostado en su cama, llevando puesta únicamente la ropa interior, al igual que él. Su plan era simple, cuando Goku llegara él tenía que estar sobre Vegeta, y parecería que estaban haciendo ´algo´, más por que planeaba meterse bajo las sábanas. Cuando Goku gritara, reclamara, o dijera algo, era probable que Vegeta despertara y se armara un leve escándalo de suplicas. Sí, todo estaba bien excepto por la parte en donde Goku tardó tanto tiempo, había planeado que máximo llegaría después de una hora que Vegeta se hubiera retardado, pues el somnífero que le había dado, por la cantidad tenía una duración de un aproximado de una hora. ¡Y Vegeta ya llevaba dos horas y minutos dormido!

La droga simplemente ponía a dormir a la gente, después de los sesenta minutos ya no estaban drogados, simplemente dormían, bastaba con hablar un poco fuerte o moverlos para que despertaran, y tenía el terrible peligro de qué Vegeta fuera a despertar en cualquier momento y sus planes se vinieran abajo. Suspiró para relajarse, confiando en que después de una hora durmiendo podía aguantar unos diez minutos más. Se preparó para su plan, quitando las sábanas del cuerpo del otro, pues lo había tapado después de casi desnudarlo.

Se movió con cautela sobre él, sosteniéndose con los brazos al colchón y dejando caer su peso sobre el otro lentamente. Vegeta apretó levemente el ceño, y temió que fuera a despertar, pero volvió a relajarse unos momentos después, cambiando sólo la posición de su cabeza. Se tranquilizó un poco, sosteniéndose aun con sus brazos, pero juntando ya su cuerpo en la mayoría. Por desgracia para él, su cuerpo comenzó a reaccionar, y su pene comenzó a crecer en una erección que se acrecentaba con la cercanía y lo que su mente estaba comenzando a imaginar. Maldijo los minutos que pasaban lento, manteniéndolo en esa tortura, pero debía parecer lo más real posible, y eso implicaba la calma aparente de Vegeta.

Por desgracia se movió un poco, restregando su miembro contra la pierna del otro, y quiso en ese momento poseerlo. Respiró profundo, pero estaba demasiado cerca de Vegeta, y fue inevitable que sus ojos comenzaran a observar con detenimiento aquel rostro, sus labios delgados y rosas, y quiso morderlos, rasgarlos con sus dientes y hacerlos suyos, probar por completo su sabor. Su respiración se aceleró, y su corazón latía mandando impulsos que deseaba reprimir, ideas que no debía llevar a cabo si quería que todo saliera bien.

Pero las cosas no siempre salen como queremos a pesar de que nos juremos y repitamos incansablemente que no lo haremos. Atacó los labios del otro, besándolo con lasciva, probando con la punta de su lengua cada rincón, y con un demonio que lo estaba disfrutando a pesar de no ser correspondido. Bajó, besando la mejilla, probando también ahí, recorriendo con su boca hasta llegar a su cuello, del cual se colgó con ansia, hundiendo su rostro en el hueco que se creaba. Vegeta gimió, pero incluso ignoró eso, continuando con lo que estaba, sin ser consciente de que el muchacho acababa de abrir los ojos y los paseaba aterrado por el techo.

Tal vez Juuro era muchas veces más fuerte, y más grande, pero Vegeta no era un pelele debilucho, y claro, no dejaba de ser un hombre. El chico de cabello naranja cayó a un lado de la cama una vez que Urabe lo empujó con todas sus fuerzas, levantándose de inmediato y parándose en el suelo, justo enfrente de la cama, aún un poco desconcertado y bastante asustado. Su cerebro comenzó a reaccionar, y a recordar, y se encontró a si mismo desnudo, en lo que parecía estar a punto de ser violado, por alguien que, según sabía, lo había hecho con otros antes.

Se aterró, pero su terror también se volvió furia, y en lo que el gran hombre tardaba en levantarse, Vegeta se llenó de ira, apretando los puños y sintiendo la traición, mentiras y asco que debió haber sentido desde hacía mucho. -¡¿Qué demonios te pasa?! ¡¿Qué diablos planeabas hacer?! – le reclamó, dispuesto a tomar sus cosas y largarse de ahí, pero Juuro camino imponente, tomándolo del brazo y jalándolo con fuerza y brusquedad.

-Trataba de hacerte mío, como debe ser…- le siseó entre dientes, pegando su rostro al otro que trataba de zafarse. –Y déjame decirte, que no te vas a ir de aquí hasta que cumpla con mis deseos…- trató de forzarlo, de obligarlo, pero el entrenamiento para el Súper saiyajin fase dos que le obligaron a hacer había servido de algo, y eso no resulto una tarea fácil para Juuro.

Vegeta comenzó a hacer fuerza también, uno tratando de inmovilizar al otro. Por supuesto, eso no duró mucho, y Vegeta se fue a los golpes, atestándole uno en el rostro, el cual se giró levemente a un lado. Bien, tal vez no estaban tan a dispar en fuerza, pero en técnica, era verdaderamente entre un actor, y un asesino. Juuro sintió una frustración y rabia absoluta, podía resistir que sus víctimas lloraran, suplicaran, imploraran, se resistieran, forcejearan, incluso lo disfrutaba, pero que uno de ellos se atreviera a golpearlo, a él, ese merecía la pena de muerte.

Vegeta lanzó otro golpe, no le importaba atinar esta vez donde fuera, pero no importó, Juuro lo detuvo con una mano, girándole el brazo y aplicándole una llave, haciendo que este soltara una especie de grito reprimido. El otro brazo del alto se enredó en el cuello de Vegeta, aplastándolo y robándole el aire. Pero, como buen seguidor de su propia serie, Vegeta le dio un mordisco al brazo de Juuro, este gimoteó, y Vegeta jadeó al poder tener aire de nuevo en sus pulmones. El alto lo soltó, arrojándolo a un lado, cayendo sobre la mesa y rompiéndola en el proceso.

Vegeta gimió por el golpe, dispuesto a pararse y continuar con la pelea. –Eres un maldito, sabía que no podía confiar en ti… eres un asesino…- le soltó, y Juuro mostró la dentadura en una sádica sonrisa.

-Cierto… y ahora llevaré a cabo lo que mejor sé hacer… - le dijo, y Vegeta se dio por muerto en ese momento. –Probablemente te muela a golpes, y después de eso viole tu cadáver… quien sabe… para eso tendría que deshacerme de tu cuerpo… aunque sería divertido asistir a tu funeral…- las palabreas del tipo sólo lograron inundar a Vegeta de miedo, ganas de llorar, de vomitar y de ahorrarse todo eso y morir de una vez.

Estaba aterrado, y sabía que el maldito enfermo estaba hablando más que en serio, y la certeza lograba ponerle los pelos de punta. Deseó correr, pero por desgracia estaba paralizado por el pánico. Juuro lo tomó de nuevo, pero por su descuido aumentado al cabreo del sujeto, fue fácil de manipular, y lo arrojó de nuevo, esta vez cayó contra la pared, y sacó algo de sangre por la boca. Jadeó sin poder evitarlo, el dolor en su espalda era terrible, pues había dado doble con su caída en la mesa. Juuro aprovechó su debilidad para tomarlo del cabello, y por la dignidad y orgullo Vegeta reprimía los gritos, ahogándolos en leves quejidos.

Era claro que esa noche alguien iba a morir, lo aventó a un lado, y cayó en el suelo, en el desorden de las tazas rotas, una sábana y la ropa… ¡La ropa! Sus ojos miraron sorprendidos y esperanzados lo que se asomaba desde la chaqueta de Juuro que yacía en el suelo. Había un arma, y se preguntó por qué demonios había dejado su arma ahí, pero recordó entonces que su atacante estaba igual de desnudo que él, y que era evidente que la había olvidado entre las ropas. Juuro se acercó, sin darse cuenta siquiera de aquel descubrimiento, sonriendo macabramente, como si ya pudiera oler la muerte.

Vegeta se arrastró un poco, en lo que pudo haber parecido un intento inútil por huir, pero escondió su mano en el trapo color café, sujetando con algo de duda el arma. Juuro ni lo vio venir, el arma se alzó frente a él, y Vegeta sinceramente había apuntado a un brazo, lo suficiente como para dejarlo herido y huir, presionó el gatillo, pero al mismo tiempo la puerta se abrió y perdió la estabilidad del tiro. NI siquiera pudo ver quien estaba en la entrada, pues su atención volvió al sujeto frente a él, quien ahora caía al suelo con un disparo justo en medio de la cabeza.

La escena era escalofriante, y más aún cuando miró su propia mano sosteniendo el arma y su mano temblando. Lo había matado, había matado a alguien. Se levantó, arrodillándose un momento después junto al cadáver, ensuciándose las rodillas con la sangre que brotaba de todas partes, tocando un poco el rostro de Juuro para mitrar con más atención, manchándose también, de hecho, seguía sin soltar el arma. Estaba muerto, bien muerto, completamente muerto, porque un muerto está muerto y ya. Y no podía hacer nada. Entró en terror y en pánico, y su cerebro comenzó a gritar alterado, preguntándose qué demonios iba a hacer ahora. Pero las cosas empeoraron cuando una voz llegó a sus oídos.

-Vegeta… ¿Qué demonios pasó? – Giró sus ojos llorosos al frente, encontrando a Goku tan pálido como él, avanzando dubitativo en su dirección, apreciando con sus ojos muy abiertos el panorama, paseándolos del cadáver a Vegeta, y de regreso.

-Goku… ¿Qué haces aquí? – preguntó, pero no como si le importara el hecho de lo que hacía ahí realmente, fue más bien lo que le preguntó incluso a la misma circunstancia, ¿Por qué tenía él que estar ahí, en el momento más terrorífico, trágico y pésimo de toda su vida?

-Yo… tú…. ¿Qué has hecho? – soltó finalmente, y Vegeta sintió aquellas palabras soltarse sobre su rostro como un balde de agua fría. ¿Qué había hecho?

-Yo… no… no quería hacerlo… él… él… - ni siquiera podía acusar a un muerto de violación, secuestro, canibalismo, necrofilia ni nada. –Fue un accidente, y-yo… yo n-no quería matarlo…- miró caer sus lágrimas sobre la sangre fresca que brotaba, por la que había sobre el pecho de Juuro frente a él.

-¿Por qué lo hiciste? ¡¿Qué demonios pasó?! – reiteró la primer incógnita, alterado, avanzando un poco más con pasos dudosos, sintiendo las manos y todo su cuerpo temblar.

-¡Fue un accidente! – reiteró, no quería explicar, no tenía sentido explicar, porque incluso no tenía sentido para sí mismo.

-¡¿Un accidente?! ¡No me jodas con eso! – le gritó, parado frente a él, separados únicamente por el cadáver a sus pies. -¡¿Quién carajo le dispara a alguien a matar y lo llama “accidente”!? – los ojos de Vegeta se ampliaron, mientras su cuerpo temblaba aún más.

¿Acaso no le veía a él? ¿No veía su pánico? ¿Su rostro golpeado? ¿Su maldita y frustrante desesperación por el asunto? Goku lo decía… lo decía incluso como si él lo hubiera hecho a propósito, ¡Como si hubiera querido matar a Juuro! ¡Estaba dudando de él absolutamente! ¡Le estaba llamando asesino! -¡El trató de matarme antes! – le gritó en respuesta, y Goku apretó los labios, mirando el rostro desfallecido del otro hombre. -¡¿De quién mierda crees que es el arma y por qué demonios crees que estoy aquí?! – gritó enfebrecido, y ni uno de los dos fue consciente de que los vecinos del lugar estaban escuchando todo, y que habían llamado a la policía desde que escucharon el disparo.

-¿Trató de matarte? ¡¿Por qué demonios quería matarte?! – le pido una explicación, una que de hecho Vegeta deseaba también oír una respuesta. Pero bueno, la boca del sujeto quien respondería, ahora estaba cerrada para siempre.

-¡¿Y yo que demonios voy a saber?! ¡Está loco! … ¡Estaba loco! – se corrigió señalándolo con las manos temblorosas.

-¡¿Qué vamos a hacer ahora?! – le preguntó un poco más convencido y más calmado.

–Sé los explicaré todo, les diré lo que pasó, no pueden culparme… definitivamente no pueden culparme… ¡Fue en defensa propia! – Goku mordió su labio inferior, pensativo.

-Bien, le diré que…- Vegeta se levantó, extendiendo las manos al frente alarmado.

-¡No! ¡No le dirás nada a nadie! No quiero involucrarte…- justo al termino de eso, el sonido de unas patrullas a lo lejos le taladraron los oídos a Vegeta. -¡Vete! –

-¿Qué? – preguntó el otro, sin entender ni una mierda de lo que quería decir con eso.

-¡Vete! ¡Vete! – le reiteró, y Goku miró asustado, retrocediendo. -¡Vete maldita sea! ¡No te metas!  – Goku entendió el punto, y comenzó a caminar de reversa.

-¡No me iré! – aseguró de repente, y Vegeta se levantó, sintiendo la sangre escurrir por sus rodillas hasta el suelo.

-¡¿Estás loco?! ¡Te llevaran también! ¡Lárgate! ¡Vamos, ahora! – pidió, y Goku dudaba en la puerta.

-No te dejaré solo, definitivamente no lo hare…- se aferró a la idea, apretando los puños.

-¿Eres tonto? ¡Estaré bien! ¡Solo lárgate! – exigió, frustrándose y desesperándose al no obtener respuesta. -¡Por favor! ¡Vete! – rogó, y Goku se sintió flaquear.

-¿Estarás bien? – preguntó deteniéndose en la puerta. -¿Lo prometes? -

-Sí, lo prometo… pero si te involucras no me lo perdonaré… ¡Ahora lárgate! – Goku se fue, corriendo, lleno de pánico.

No estuvo muy seguro de por qué se fue, tal vez por miedo, por lo que le había dicho Vegeta, o quizá solo porque era un cobarde en su totalidad. Sí, en su totalidad era eso, en su totalidad seguía en Shock, en su mente no había otra imagen más que el cuerpo de Piccolo desangrándose bajo sus pies, todo eso en la confundida y retorcida imagen que era el cuerpo de Juuro muerto bajo los pies de Vegeta. No lo supo, pero cuando quiso volver, conducía su automóvil a máxima velocidad en dirección a su departamento.

[...]

Lo azotaron contra el cofre de la patrulla, y se preguntó por qué demonios debían ser tan duros. Pegó su cara al metal caliente mientras echaba un vistazo a las familias que lo miraban desde el balcón de los departamentos, había niños, y en realidad no hubiera deseado que ellos estuvieran presentes en algo así. Ni siquiera le habían dejado poner sus pantalones, así que aparte de estar siendo esposado, insultado y temido, tenía que cargar con estar desnudo y parecer un completo degenerado asesino. Sí, que buen título. Seguro su padre estaría orgulloso.

Los médicos forenses y los expertos en esos temas levantaban el cuerpo, tomando fotografías, e incluso testimonios a los vecinos, en especial a quienes habían llamado a la policía cuyas identidades desconocía. Lo agarraron con la misma ´amabilidad´ arrojándolo al interior de la patrulla, y después de un leve quejido, pues las heridas y golpes hechas por Juuro, seguían latentes sobre su cuerpo. Se sentó adecuadamente en el asiento, mirando las luces rojas y azules alumbrando las calles oscuras del lugar, acompañadas del bullicio que se había generado.

Apretó los ojos un momento mientras respiraba largamente para encontrar calma, eso parecía una pesadilla, una muy, muy fea por cierto, y lo peor, no parecía que fuera a despertar pronto. Se miró a sí mismo al abrirlos, encontrándose lleno de sangre, y entendió que los polis no quisieran ni hablar con él en primera instancia, arrestándolo sin siquiera indagar. Claro, él también lo habría hecho en su lugar. Sintió sus manos atadas detrás de su espalda, y no era la situación en las que hubiera deseado llevar unas esposas puestas, se sentía realmente molesto. Bueno, en general, todo se sentía realmente muy molesto.

La ambulancia detrás de la patrulla podía observarla por el espejo retrovisor, y fue testigo de cuando el cuerpo de Juuro era subido, tapado completamente por una sábana blanca, fue realmente escalofriante. Se centró de nuevo al frente, mirando a través de esas rejas que lo separaban de la parte frontal del auto. Le recorrió por la espina dorsal un escalofrío, uno terrible al imaginarse por un momento metido en una jaula, una por el resto de la vida culpado por algo que no cometió. Y para su desgracia, la idea no sonaba tan lejana en realidad.

[…]

Al fin le habían dado un par de pantalones, tal vez no eran los suyos, y eran tan delgados que la piel se le veía, pero estaba mejor que andar desnudo. Una mujer le había lavado la sangre al menos del rostro, y claro, le había tomado las innecesarias pruebas. Como si fueran de alguien más que del cadáver por el que estaba ahí sentado ahora. La silla de metal era incomoda, pero no le importaba, sus muñecas aún estaban unidas tras su espalda, pero incluso eso tampoco le molestaba. Lo que de verdad le molestaba era la luz sobre su cara, era intensa, muy intensa, y casi no podía ver los ojos de quien lo miraban fijamente, de ninguno de los dos que estaban ahí.

-¿Lo mataste? – preguntó uno de ellos, el que aguardaba sentado en la silla frente a él, de brazos cruzados y con tanta indiferencia que resultaba casi natural.

-Sí…- respondió, a sabiendas aun de que era una de esas estúpidas preguntas capciosas, así que no se adelantó a decir nada más.

-¿Por qué lo mataste? – esa era una cuestión a la que sí quería responder.

-Me drogó, trató de violarme, y cuando me resistí, enloqueció y quería matarme…- explicó, y el sujeto dio un leve asentimiento.

-¿Te obligó a ir ahí entonces? Por qué tenemos testigos que dicen lo contrario… – Vegeta suspiró, negando con la cabeza. -¿Entonces a que fuiste ahí con él? – de nuevo, esos polis y sus trucos para que digas algo estúpido y te metan a la jaula de una vez.

-Se suponía hablaríamos, se suponía era mi amigo…- La sobra volvió a asentir, cargada de ese aire inmoral, de esa superioridad y arrogancia, como si el muy infeliz lo supiera todo.

-¿Eran amigos, entonces? – Vegeta asintió, algo dudoso, sin saber si eso era bueno o malo. –Y… la palabra, ´amantes´, ¿No te suena? – dijo con tola la intención de hacerlo caer en algo nuevo, pero Vegeta no podía caer en algo tan loco como eso.

-¿Amantes? ¿Con Juuro? Jamás, si acaso mi amigo…- el hombre del otro lado soltó un leve “Bien” y comenzó a sacer algo de una bolsa.

-¿Y por aquí dice “Revolcándose con su amante”? – le extendió la hoja, y Vegeta la leyó, abriendo los ojos un poco al comprender que había sido eso lo que había llevado a Goku hasta ese lugar.

-No, yo no…- comenzó, pero el tipo le quitó la hoja, dándole la vuelta y leyéndola exageradamente.

-Pues no sé si seas estúpido, pero aquí dice: “Vegeta está jugando contigo y con tu hermana, ahora mismo está revolcándose con su amante”– giró de nuevo la hoja sobre la mesa, enseñándosela. -¿Cuántos Vegetas trabajan en Toe Animation y estaban revolcándose con su amante esa noche? – Vegeta apretó los dientes, arrugando la frente y sin llegar a comprender el contenido de la carta.

-¡Pues yo no era su amante! ¿Por qué no le pregunta a quien escribió la hoja? Probablemente era cómplice del psicópata de Juuro…- rugió, pero trató de calmarse un momento después, había visto suficiente televisión como para saber que ese era el plan de esos sujetos, sacarlo de quicio y hacerlo decir cosas que no.

-De eso precisamente quería hablarte, ¿Por qué la carta dice “Está jugando contigo y con tu hermana”? – Vegeta se detuvo a pensar lo mismo, y apretó en entrecejo. –Tengo entendido que tienes un “noviazgo” con la señorita Chi-Chi, incluso viven juntos… ¿No? – Vegeta suspiró con pesadez, asintiendo. –Bueno, de alguna manera, si estabas engañando a alguien y a su hermana, la hermana posiblemente sea tu novia… y… posiblemente al quien iba dirigida la carta era a Goku Ichimoku… - tragó cuando escuchó aquella mención. –Dígame, señor Vegeta, ¿Usted mantenía una relación con los hermanos Ichimoku al mismo tiempo? – diablos, justo en el blanco.

-Bueno, sí…- fue sincero, negarlo a esas alturas no tendría sentido.

-Veo que con la facilidad d tener dos… y siendo hermanos, podría tener sin problemas tres… ¿No lo cree? – joder, lo estaban acorralando.

-No, Chi-Chi no sabía nada de eso, pero Goku sabía que andaba con su hermana, esa misma noche íbamos a decirle la verdad – maldijo el momento en que se fue, deseaba una vez más volver el tiempo.

-Ella no lo sabía, ¿Por qué ya no se lo dijo esa noche? – otra trampa, carajo.

-Por qué Juuro me pidió que hablara con él, que tenía algo importante que decirme…- sí, las cosas sonaban estúpidas ahora que lo pensaba.  

-Te pidió que hablaran… ¿sobre qué, exactamente? – demonios, odiaba su vida.

-No lo sé, dijo que no era un buen chico, que era malo y que había hecho cosas malas, pero quería retribuirse…- dijo, y el tipo rió levemente.

-Vaya, y así de fácil te fuiste con él…- Si, así de fácil lo hice. Pensó, tratando de relajarse.

-Bueno, en realidad yo sabía un par de cosas de él, y creí que quería reivindicarse, que necesitaba el apoyo de un amigo – sí, acababa de regarla más que antes, otra persona más a la lista de involucrados.

-¿Algunas cosas? ¿Qué, exactamente, sabías de él? – Rayos, ¿Si golpeó mi frente contra la mesa de metal moriré?

-Bueno, que… él… era un asesino…- ¡Otro buen punto! ¿Por qué no le dices que disfrutaste matándolo?, probablemente te dejen libre por sinceridad. Lo regañó su mente, y el detective comenzó a reír.

-Vaya, sabías que era un asesino y aun así te subiste a su auto y fuiste a un lugar sólo con él para ´ayudarle´ pero luego te drogó, agredió y por eso lo mataste…- sabía que lo había dicho sarcástico y en broma, pero esa no era más que la maldita verdad.

-Pues, así fue… creí que quería mejorar, no violarme – el sujeto asintió divertido un par de veces, recargando sus brazos en la mesa de metal. –Y… ¿Quién te dijo eso? ¿Quién sabía que el fallecido era un ´asesino´? – había dos grandes opciones ahí, omitía el nombre y se condenaba a una vida ´hermosa´ en la cárcel, o soltaba la verdad y rompía su promesa.

-Fue Juun, el hermano de Juuro…- sí, la idea de ser violado y golpeado en la cárcel sonaba tentadora, pero prefería su libertad y su intimidad e integridad justo como estaba.

-¿Juun? ¿Hablas de Juunanagou Jinzouningen? – Vaya, hasta ese tipo es capaz de pronunciar su nombre… y de memoria.

-Sí, él me lo contó… me dijo que me alejara de él si no quería morir…- el sujeto realmente parecía disfrutar todo eso, y sonreía sin reservas a cada momento.

-Oh, claro, y tú le hiciste caso, por supuesto – su sarcasmo salió a relucir una vez más, y Vegeta gruñó levemente. -¿Qué fue lo que te dijo? ¿Sabía él que su hermano era un asesino y te lo confesó a ti únicamente? - ¿Por qué las cosas suenan tan mal cuando las dice otro?

-Sí, lo sabía, y me dijo a mí porque era su amigo… - al tipo le gustaba burlarse, y eso sólo cabreó más a Vegeta.

-Bien, te diré una cosa chico, probablemente jamás lo hayas escuchado en tu vida y para ti se aun enrome misterio, pero cuando una persona es un asesino se tiene que denunciar con las autoridades, ya sabes, por eso de que intente violar y matar a alguien más… - eso era el coló, y Vegeta jaló sus brazos, como si tratara de zafarse en un reflejo violento por la desesperación.

-Prometí no decirle a nadie, él no quería que su hermano fuera a prisión…- Yo y mis estúpidas promesas.

-Oh, estupenda idea la tuya, recordaré no denunciar a asesinos psicópatas la siguiente vez – Bien, ese era el hombre que más odiaba en toda su vida y eso que llevaba menos de una hora de conocerlo. –Sabes, hay algo curioso en todo eso… ¿Estabas solo a la hora de matar a Juurokugou? – preguntó, y Vegeta bajó la cabeza, asintiendo con total y absoluta confianza mal fingida. – ¿Sí? ¿Estabas solo? – volvió a preguntar, y Vegeta le miró directo a los ojos.

-Estaba solo…- aseguró con firmeza, pero su corazón ya iba a mil por horas sobre ese tema.

-Vaya, no sólo le mentías a tus dos parejas, también le mientes a un oficial, a un detective… a la ley… que ofensa la tuya…- Dios, si algún día me quisiste, mátame ahora, te lo imploro.

-No había nadie conmigo, sólo los vecinos…- el detective se puso de pie, avanzando alrededor de la mesa hasta que estuvo a su lado, y luego tomó la hoja con la nota, la cual estaba cubierta por una bolsa de plástico marcada como evidencia. -¿Sabes dónde encontramos esta carta? – preguntó en un tono meloso, como si le estuviera hablando a un niño, o aun retrasado. –La encontramos en la puerta del departamento, ¿Y sabes de quien son las huellas que encontramos en él? – otra vez ese terrible tono fastidioso, y Vegeta apretó los dientes, bajando la cabeza. -¡¿Sabes de quién son?! – lo tomó del cabello, jalándolo hacia atrás para que pudiera verlo de frente. –Son de Goku, tu otro novio…- le soltó la cabeza, aventándola a un lado sin cuidado. -¿Que estaba haciendo Goku ahí? – Demonios, confió en ustedes, llévenme al infierno, todo es mejor que esto.

-Él llegó atraído por esa carta falsa, cuando vio lo ocurrido sólo se fue, no tuvo nada que ver…- el detective rió una vez más, girándose a su colega alegremente.

-¿No es tierno? Trata de defender a su novio de esto, seguro el muy bastardo presenció todo y huyó a tiempo…- los ojos de Vegeta se afilaron, clavándose llenos de ira en ese sujeto, quien se giró en su dirección. -¿Qué pasa? ¿Quieres matarme como a Juurokugou? – preguntó, y el chico bajó la cabeza y aflojó los puños. El detective frunció, muy enojado también. -¡¿Por qué demonios mientes?! ¡¿Qué quieres esconder?! ¿Sabes que esto no es nada bueno para ti, verdad? Mentirle a la ley son más años de cárcel, agregados a un homicidio, bueno, sólo te digo que te harán falta años para cumplir con la condena…- ¿Por qué jamás nada me puede salir bien? Madre, ¿Por qué no me abortaste a tiempo?

-Él de verdad no tuvo nada que ver, él ni siquiera sabía en donde estaba yo, alguien planeó todo, alguien le envió esa carta y era cómplice de Juuro, sabía que me llevaría a ese lugar, que me drogaría, su plan es que nos vieran juntos, después incluso de montar su escenario… - Vegeta no tenía idea de lo acertada que estaba su idea, pero para los judiciales siempre mientes.

-Claro, Vegeta, todo gira a tu alrededor como en tu programita, las personas se tomaron la molestia de ponerte un cuatro…- expresó con su voz burlona. -¿Acaso tienes enemigos? ¿Hay alguien de quien sospeches? ¿Tienes un nombre en mente del supuesto cómplice? – Vegeta pensó un momento, pues esas preguntas habían ido en serio, pero odió una vez más su vida al darse cuenta de que de verdad no tenía ni idea de quien pudo haber sido, lo único que sabía es que trabajaba en Toei Animation, más específicamente, en Dragon Ball, y lo peor es que estaba al tanto de toda la situación entre Goku y él.

-No… no lo sé, no sé quién sea… creo que no tengo enemigos, de hecho, sigo sin entender por qué Juuro hizo lo que hizo, yo ni siquiera tengo dinero que me pudiera robar… creo que es sólo porque le gustaba, bueno, al menos eso me dijeron…- habló todo lo que tenía en mente sin mayor opción. El hombre de ley se levantó de nuevo de su silla, mirando a su compañero.

-Suficiente, llévenselo…- dos guarias entraron por él, tomándolo de los brazos y sacándolo del lugar. Miró a su colega, y cambió su expresión a una más seria. –Investiguen, es muy probable que lo de Juurokugou sea real, si era un maldito asesino, quiero saberlo…-

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Para desgracia de Vegeta no lo podían poner en libertad, no podían hacer nada aun, ni siquiera llevar a juicio todavía, era demasiado pronto, su caso era demasiado reciente, así que había quedado detenido. Era raro, aun no era procesado ni nada, pero ya veía rejas frente a él, y se sintió verdaderamente mal. Se recargó, recostándose en el camastro que había en el cuarto, el cual apestaba y era horrible, pero lo resistió, de todos modos todo en ese pequeño cuarto era horrible. Miró al viejo ebrio que había sido detenido por exhibicionismo, y que de hecho dormía plácidamente aun con los efectos del alcohol.

-Alcohol… una copa es justo lo que necesito ahora…- murmuró Vegeta, cruzando sus manos detrás de su cabeza, sin poder creer que estaba en una cárcel, sin desear que llegara el día en el que su madre y su padre tuvieran que enterarse de eso. Estaba demasiado estresado y deprimido como para aumentar reclamos a todo eso. –No veo la hora de salir…- sonrió ante su impaciencia cuando acababa de llegar, y se preguntó si mañana mismo ya tendría las cámaras encima. Definitivamente, ese era el peor día de su vida.

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-Buenas tardes…- Juun frenó en el pasillo, deseando poder evitar a los tipos, pero mostraban sus placas en el cuello, así que no podía hacer evasión de la ley.

-¿Qué quieren? – preguntó impaciente, estaba demasiado deprimido por la muerte de su hermano como para cargar con eso.

–Necesitamos hacerle unas preguntas…- dijo uno de ellos, y Juun apretó los dientes.

-No tengo nada que decir, si es por la muerte de mi hermano, yo no sé nada… si siquiera entiendo por qué…- les miró con sus ojos ojerosos y cansados, rojizos de tanto llorar.

-Bien, como quiera…- dijo uno de ellos, y a pesar de que su amigo le miró en reproche, pues se suponía debían sacarle algo, él jefe y más racional tenía un mejor protocolo para eso, así que le extendió una hoja.

-Fue llamado a declarar en el juicio contra Vegeta, se presume que tiene información que aportar a este caso…- Juun recibió las hojas temblorosamente, sin dejar de maldecir ni una vez en su cabeza. –Su presencia es obligatoria – aclaró, dándole una seña a su compañero. –Con permiso…- pasó de largo, y Juun se quedó mirando la hoja, arrugándola entre su mano un momento después, sintiendo su pulso temblar.

¿Qué se suponía que diría? La suerte de la galleta le vino a la mente, pero tembló en terror de sólo imaginarse diciendo algo como eso, diciendo la verdad. No, no podía, no por la memoria de su hermano, no por su propio pellejo. Quería Vegeta, sí, lo estimaba mucho y era su amigo, pero se amaba más él mismo, y por supuesto que también quería más a su hermano. –Lo siento, Vegeta…- dijo al aire, quedándose quieto en su sitio. –De verdad lo siento… - reiteró, pues a pesar de ser consciente de su inocencia, no podía ayudarlo en nada.

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Goku leyó una vez más el papel que acaba de llegarle, había sido llamado como testigo al juicio, y no sólo eso, habían descubierto el estúpido papel que él había llevado, y eso sabía que solo metía más en problemas a Vegeta. No sabía qué hacer, ni que pensar, Vegeta lo había matado, en serio lo había hecho, pero confiaba en él, sin embargo, una parte de su mente no abandonaba la palabra “Amantes” y dudaba, preguntándose una y otra vez si de verdad sería cierto aquello. Estaba en el límite, el punto en que no sabes que pensar y la razón se discute con el amor, y era casi tan pareja que lo dejaba cansado mentalmente.

-No lo entiendo…- dijo en voz alta, y su acompañante levantó la cabeza en su dirección. -¿Quién pudo ser quien me envió la carta? – preguntó, Krillin bajó la mirada, pegándola mucho a sus pies. –Ahora que lo pienso, todos en el set sabían que Vegeta y Chi andaban, pero ¿Quién rayos podría saber que Vegeta y yo éramos algo? – el pelón tragó, deseando que dejara de pensar de una vez. –Los únicos que sabían de eso eran él, yo, Juun-Kun… y tú – Goku miró a Krillin, quien se quedó quieto, sosteniéndole la vista. –Pero sé que ninguno de nosotros habría hecho eso, si tu o Juun supieran algo así, seguro nos lo habrían dicho, ¿Verdad? - ¿Por qué rayos confía tanto en mí? Se preguntó Krillin asintiéndole con seguridad.

-Tenlo por seguro, amigo…- tuvo el descaro de decir, y Goku regresó su mirada al papel.

-¿Qué voy a decir ahora? ¿Quién será ese otro que sabía sobre lo nuestro? Falta una pieza en todo esto, falta alguien… y Vegeta se irá a la cárcel si no descubren quien fue… sé que aquella persona conoce toda la verdad… lo sé…- Krillin no comentó nada más, se quedó en absoluto silencio, mientras la culpa poco a poco se lo comía por dentro.

Notas finales:

Jeje, las cosas se complican, pero! Comenzamos la cuenta regresiva, faltan solo Cinco capítulos a partir de ahora, bueno, cuatro y el epílogo jejeje… Gracias a Mary (te agradezco mucho, gracias por visitarme en FB también, me hace muy feliz que te guste así de mucho xD), Mosheneira (te quiero mucho T.T), Emi_Sakura (gracias por leer, muchas gracias), RosaAzul (gracias por volver a leer), Vampireza (te aseguro que sabe agria xD, la he bebido muchas veces), Mica-Otaku foreever! (Gracias, me alegra mucho) nos vemos la próxima semana, con emoción porque hay personaje nuevo, besos, cuídense y suerte!

PD. Comencé a decirles algo aquí en las notas porque luego no sé si lean las respuestas, aunque a parte siempre contesto los comentarios.


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