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A ti en el pasado. por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Buaaaa lo siento, se que me he tirado semanas sin publicar y sin decir nada, en serio lo siento. Pero es que no me dio tiempo a avisar y fui de vacaciones a un lugar oscuro y tenebroso sin internet. 

Pero ya he vueltoooo! y aqui os dejo la conti con lo que andabais esperando. 

 


El rubio se frotó las sienes, cansado. Su mundo había dado una vuelta de ciento ochenta grados, otra vez, dejándole agotado tanto física como mentalmente.


 


Aquello ya había pasado otras dos veces, y en cada una de ellas le habían arrancado de su mundo y de su entorno, para lanzarle a aquella época en la que no podía hacer nada más que mirar de un lado a otro atontado.


 


Había intentado estudiar el fenómeno, había intentado sacarle provecho o incluso pararlo, pero solo había descubierto lo que ya sabía y había encontrado a otros como él que tampoco habían sabido explicarle nada. Más o menos. El patrón raras veces se repetía. Pasado, presente y futuro se deformaban en distintos conceptos.


 


En su caso particular no viajaban a la dimensión del otro, ni al presente, ni al pasado o al futuro. En su caso, tres dimensiones se juntaban en una cuarta. Lo que complicaba las cosas mucho más.


 


Había llegado a Dressrosa con sus otras tres versiones. Y había llegado a un reino donde su monarca había desaparecido durante una semana para ser sustituida por ellos tres: Un niño de seis años que podría ser el orgullo de cualquier padre de la mafia, un adolescente con un orgullo y ego demasiado grande para una única persona, y él mismo, un hombre que había perdido la fe y confianza en la humanidad hacía ya mucho tiempo.


 


En su caso no era presente pasado y futuro. En su caso eran dos pasados muy remotos y un futuro demasiado cercano. Otros habían aprendido de la experiencia, habían ganado consejos y rectificado. A él, más bien, le había supuesto un trauma siempre que ocurría.


 


Antes de que Dressrosa se desmoronara ante la falta de un monarca, él, como el único de los tres que tenía experiencia con aquello, había tenido que asumir el mando. Y mientras intentaba dirigir el país y que su familia no alucinase con sus tres versiones, tenía que hacerse cargo de los otros dos.


 


Al niño más o menos le aguantaba, después de todo era un crío, fácil de controlar, pero con el adolescente no podía. Esa aura de superioridad, esa arrogancia y falta de respeto pero con esa enrevesada inteligencia. Había perdido ya la cuenta de las veces en que había perdido los nervios y se había tenido que ir de la habitación para no matarse a sí mismo.


 


Pero gracias a dios, aún tenía aquellos momentos de tranquilidad.


 


Inclinando la copa, dio un largo trago saboreando el delicioso sabor de su bebida mientras observaba con cansancio la puesta de sol desde la ventana en su habitación. El paisaje, como siempre, era sobrecogedor: el campo de amarillos girasoles, el añil del mar y los tonos dorados y naranjas del sol. Sin embargo, para alguien como él, que lo veía todos los días, solo suponía unas últimas horas de sol.


 


Fue entonces, en aquel remanso de paz, que unos pasos se oyeron a sus espaldas.


 


— Hey viejo ¿Qué haces?—


 


Y con aquellas únicas palabras su momento de placer se deshizo en la nada.


 


—¿Qué quieres?— preguntó cortante y con un tono que dejaba claro lo que opinaba de la visita.


 


Su invitado solo río mientras se sentaba a su lado y le robaba su copa de piña colada como si estuviese en su derecho a hacerlo. Doflamingo no dijo nada ni se quejó de aquella falta de respeto, nunca servía de nada, y el otro podría acabar jodiendole aún más.


 


— Fufufu, siempre tan amargado. — Respondió su versión adolescente dándole un trago a la copa — Solo venía a hacerte una pregunta—


 


El otro gruñó enfadado viendo como la deliciosa bebida iba desapareciendo ante sus ojos, pero aun así le dejó correr y solo suspiró. Mejor escurrir el bulto y que aquello acabase rápido que iniciar una estúpida pelea.


 


— Solo quería preguntar dónde estaba Law. — Dijo el otro — Según me has contado, en esta época debe tener mi edad y bueno… quería divertirme un poco con él. — Dijo con una sonrisa ladeada que ambos sabían interpretar.


 


Pero que a ambos suponían algo tan distinto.


 


El mayor apretó los puños y los dientes, tenso. Odiaba pensar en aquel chico, en alguien a quien había amado tanto, pero que con él se había portado peor que con nadie. Le dolía pensar en el moreno. Y le dolía y enfadaba aún más el chico sentado a su lado, que a pesar que tenía lo que él había perdido, seguía tratándolo con aquel maldito desprecio.


 


— No está aquí, él… dejó la familia a pesar de mi insistencia por que se quedase — Dijo — Ahora mismo debe estar por Sabondy ganándose una reputación por su cuenta—


 


— ¿Qué? — La sorpresa y absoluta furia estaba presente en aquella única sílaba — ¿Le dejaste irse de nuestro lado?—


 


El rubio se levantó de la silla y le encaró de pie. Sus ojos estaban ocultos por aquellas decoradas gafas y su pelo, a diferencia de el del mayor estaba peinado hacia arriba, haciéndole ver aún más alto.


 


Aquello había sido parte de su estrategia cuando era joven, dar miedo, parecer amenazante, cualquier cosa que hiciese que la gente le temiese. Doflamingo reconoció la actitud del otro y los gestos agresivos que tanto había practicado de joven, cada mínima expresión controlada al detalle para no traicionar ningún sentimiento de debilidad, cada postura ofensiva y lista para matar.


 


Pero no se lo tragó. En cambio, solo suspiro pasándose una mano por el pelo.


 


— No es tan fácil… algunas cosas pasaron y…—


 


— Y una mierda. — Le interrumpió el menor mirándole con una mueca de asco, tan bien hecha, que realmente comenzó a cabrearse—  ¿Qué narices te ha pasado? Yo nunca hubiese permitido algo así, ¿Por qué tú sí? ¿Los años te han vuelto tan blando que hasta un niño puede contigo?—


 


Definitivamente si le había cabreado. Aunque, con sorpresa, no se pudo leer a sí mismo, y no supo si, hacerle perder los nervios, era lo que realmente él menor quería o si lo había hecho sin querer.


 


— Cállate enano. — Dijo levantándose el también de golpe e intentando imponer la diferencia de edad como muro entre los dos. —  No tienes ni idea. Ya entenderás el motivo cuando crezcas.—


 


— Oh por dios, ¿cómo me puedo volver así en el futuro? — El mayor prácticamente le vio rodar los ojos al otro. — Él es nuestro, no nos lo van a quitar, es nuestro. — Comenzó a decir el menor.


 


— ¡No, no lo es! — Le interrumpió el otro con un fuerte grito. No lo aguantaba, no aguantaba aquella actitud arrogante y egocéntrica, el daño que le había hecho a Law — Y déjale ya, ya le hemos hecho suficiente.—


 


El otro en cambio solo le miró serio y sin moverse durante un momento. Como dándole vueltas al asunto y creando otro plan retorcido que acabase con todo lo que habían conseguido.


 


— No, no pienso aceptarlo. —dijo por fin. — Pienso recuperar lo que es nuestro, lo que tú perdiste. — le acusó.


 


Y sin más, se dio la vuelta y se fue de la habitación con paso rápido y mirada decidida.


 


— Espera, ¿a dónde vas? — preguntó Donflamingo reconociendo aquella extraña actitud y entrando en alerta—  ¿Qué vas a hacer?—


 


Pero el otro solo le ignoró y se marchó de allí sin que él pudiese impedirle nada.


.


.


.


El joven anduvo con paso firme por el pasillo en una única dirección. Estaba enfadado, enfadado hasta un nivel que hacía años que no lo estaba.


 


Y es que no entendía al adulto en que se había convertido. Se sentía decepcionado consigo mismo. Era simplemente tan… pasivo. Todo le daba igual, no tenía las ansias de sangre y pelea que él tenía, se había vuelto alguien acomodado y satisfecho con su vida, sin ambición ni motivación.


 


Sí, seguía teniendo pelo en su cabeza a sus cuarenta años y seguía quitándole el aliento a las mujeres que le veían, seguía manipulando y aprovechándose del resto, como debía ser, pero aquella personalidad tan relajada le sacaba de quicio desde que había llegado.


 


Y lo de Law ya había sido la gota que colmaba el vaso.


 


El chico era suyo. Él le había encontrado y recogido de la calle. Le había aceptado como a un hermano, le había educado y ayudado cuando lo había necesitado. Y aunque se hubiese pasado con él en alguno de los castigos que le había impuesto, o aunque se hubiese aprovechado de él cuando el niño había crecido y se había convertido en su obsesion más insana, el chico seguía siendo suyo.


 


El solo hecho de pensar que el crío podría estar por ahí, en brazos de un cualquiera, malgastando las habilidades que le había enseñado con tanto esmero, dejando que otros le viesen en aquel estado sexy e indefenso en que siempre acababa después de un orgasmo, le cabreaba como nada.


 


Su sangre comenzó a hervir y sin quererlo aceleró el paso aún más.


 


Sin dudar, giró por el enorme palacio en dirección al muelle, tomaría un barco pequeño y partiría a Sabondy. Ir y volver. Ni siquiera su versión idiota se daría cuenta y él volvería a tener a Law para sí mismo.


 


Y encima, un Law de su edad, alguien fuerte y que tendría que volver a domesticar a su gusto. Se relamió instintivamente solo de imaginárselo.


 


Y iba a ser suyo y solo suyo.


 


Dobló una esquina con la mente en las nubes cuando sintió algo chocarse contra sus piernas. Parando un segundo y mirando hacia abajo, estudió a la maraña de pelo rubio gruñendo con unas ridículas gafas y pantalones rasgados. 


 


— Idiota, ¿es que no puedes mirar por dónde…? — Y entonces el chico levantó la cabeza reconociéndole. — Ah… eres tú. — Casi sonaba decepcionado.


 


El mayor alzó una ceja sarcástica, aunque no dijo nada ante aquello. En cambio, se inclinó para coger al chico y alzarle sobre sus pies.


 


— ¿Que hacías? — Preguntó el mayor, arrodillándose para estar a la altura del chico.


 


— Nada. — Empezó el otro rápidamente a la defensiva, esquivando su mirada.


 


Y claramente mintiendo.


 


El joven esbozó una sonrisa malvada. Sabía de sobra que había vuelto a hacer una de las suyas y seguramente alguien estaría llorando en algún lugar de la enorme ciudad.


 


— ¿Te ha visto alguien? — Preguntó el joven.


 


— No. — Respondió el niño.


 


— ¿Has dejado pruebas que puedan inculparte? —


 


— No. —


 


— ¿Se lo merecían? —


 


La mirada del chico se puso sería y peligrosa.


 


— Por supuesto. —


 


El mayor sonrió satisfecho. Levantando una mano le revolvió el pelo al chaval. Sí, su versión pequeña era la mejor. Nunca le habían caído bien los niños, pero esta versión de sí mismo le había encantado desde el principio. Era como el hermano pequeño que nunca había tenido. Ojalá su verdadero hermano hubiese sido así.


 


— Muy bien. — Le dijo al niño. — Ese es mi chico. —


 


El niño le gruñó en respuesta y le apartó la mano de su cabeza con un manotazo. Donquixote rió y se levantó de nuevo, dispuesto a irse.


 


— ¿A dónde vas? — Preguntó entonces el niño.


 


Donquixote sonrió mientras se giraba nuevamente a mirar al chico por encima de hombro. Con las gafas ocultando sus ojos y aquel extraño abrigo de plumas rosas que al otro tanto parecían gustarle.


 


— Me voy al muelle, a recuperar lo que es mío. —


 


Y sin explicar más, se fue de allí, continuando su camino y dejando al otro niño sin saber qué más decir.


.


.


.


El niño correteó por el castillo con un objetivo fijo y un plato de macarrones con queso en la mano. Al llegar a la terraza de su supuestamente futura habitación, se sentó en la tumbona del balcón que daba al impresionante jardín de girasoles y comenzó a comer su cena sin preocuparse por nada más.


 


A su lado Doflamingo, tumbado en otra hamaca con una alta mesa enfrente, ojeaba unos papeles mientras bebía su quinto vaso de piña colada. No dijeron nada y ambos simplemente siguieron cada uno a lo suyo mientras disfrutaban del ambiente relajado y la compañía mutua.


 


Al final el mayor dejó los papeles en la mesa enfrente de él y suspiró.


 


— ¿Dónde andabas? — Preguntó.


 


— Por ahí. —


 


— ¿La has vuelto a liar? —


 


— Puede. —


 


— ¿Y tengo que preocuparme?—


 


— No. —


 


El mayor sonrió volviendo a tomar su bebida y el niño sonrió al ver lo que se parecían sus dos versiones adultas. Según había visto, no se llevaban muy bien, pero definitivamente eran iguales.


 


— ¿No descansas nunca? —  Fue entonces el turno del menor de preguntar.


 


Desde que le había visto, el mayor no había parado de mirar aquellos papeles, de dar órdenes a su familia y de preocuparse por que él y su versión adolescente estuvieran bien. El niño había desarrollado desde entonces una especie de respeto por el hombre y se había dado cuenta de lo inteligente y hábil que era el otro. Había aprendido más en un momento con el mayor que lo que había aprendido él sólo durante años.


 


Y además, el mayor también parecía divertirse enseñándole.


 


Se llevaban bien de un modo extraño. Como un padre y un hijo.


 


— Sí descanso. —  se defendió el mayor entonces mientras levantaba al niño y su plato de comida, y le sentaba en su regazo donde le sostuvo con un brazo alrededor de su cintura.


 


El niño se dejó hacer. Aunque odiaba que lo tratasen como si fuera pequeño, ya que realmente había perdido su inocencia e infancia hacía mucho tiempo, dejo que el mayor le abrazase de aquella forma paternal. Se sentía bien de cualquier forma, protegido, seguro. Por un momento se preguntó cómo hubiese sido tener una familia real.


 


— No es verdad— Siguió quejándose el niño — Nunca te he visto descansar—


 


El mayor sonrió mientras comenzaba a acariciarle el pelo y a desenredarle los nudos que se había hecho. El menor solo siguió comiendo de su plato de deliciosos macarrones dejándose hacer y dejando que el otro le peinase.


 


— Puede que tengas razón — Dijo por fin el otro — Necesito relajarme un poco —


 


Y de nuevo volvió el silencio entre ambos.


 


En algún momento el menor se acabó su plato y lo dejó en la mesa junto a los papeles, y después se relajó también y se recostó contra el enorme y cálido pecho del mayor.


 


Y Doflamingo no dejó de acariciarle el pelo en ningún momento ni de abrazarle de forma protectora. Como mimándole y consolándole por algo que el menor aun no entendía.


 


— Sabes… — Comenzó a decir el menor, comenzando a quedarse dormido. —…antes vi a Donquixote yéndose a los muelles. — Bostezó — Dijo que iba a recuperar algo que había perdido, pero en realidad creo que solo iba a divertirse al burdel—


 


Y entonces, en lo que dura un parpadeo, el ambiente relajado y agradable desapareció. Doflamingo le giró hasta tenerle cara a cara y le agarró firmemente por los hombros. Casi haciéndole daño


 


— ¿Qué has dicho? ¿Qué es lo que ha hecho? — El niño le miró ligeramente asustado. Nunca había visto al otro así, normalmente estaba tan tranquilo y relajado, ¿qué había pasado?


 


Y el niño le contó lo que había visto aun ligeramente asustado. Y según lo hacía, el otro fue cabreándose aún más y frunciendo el ceño. Al final, antes de que acabase, el otro se había levantado y ya estaba dando órdenes por teléfono y a los sirvientes.


 


El niño siguió sentado en la tumbona sin saber muy bien qué hacer ni qué pensar, por lo que solamente siguió contemplando el atardecer preocupado por aquel repentino enfado. ¿Qué había hecho el joven para enfadarle tanto?


 


Al final, cuando el niño ya dudaba si irse de allí a dormir y dejar al otro seguir dando órdenes, Doflamingo se acercó a él y le dijo.


 


— Prepárate y coge lo que necesites, nos vamos a Sabondy. — 


 


 

Notas finales:

Bueno, pos ya esta, ya tengo a los tres (x 3) en Sabondy...dios mio esto va a ser el caos ¿Como cojones voy a escribir esto? No me entero ni yo ~(@0@)~.

A ver, relajacion, se que en este cap no ha pasado mucho...bueno si, pero queria usarlo para presentaros a Doffy. He usado la version del niño que dibujo Oda, la version de la ejecucion de Roger y la version futura de cuando acaben con él en Dressrosa y que no sale por ninguna parte. 

Espero que os gusten jejeje ¬¬`dejen reviews wuapos y gracias por leer.

P.D: para aclararnos:

-->Law-chan (niño) Law (adolescente) Trafalgar (adulto)

-->Kidd-kun (niño) Kidd (adolescente) Eustass (adulto)

-->Doffy (niño) Donquixote (adolescente) Doflamingo (adulto)


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