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A ti en el pasado. por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno gente por ya esta el capitulo, espero que os guste.

 


 


Law paseaba por Sabondy sin más preocupaciones por el momento, que encontrar algo de desayunar que les pudiese gustar a los niños. Había encontrado leche, galletas y chocolate instantáneo, sin embargo, como médico, sabía que faltaba la tan necesaria fruta para que el desayuno fuese completo. Los niños la odiaban por supuesto, aún recordaba las peleas que habían tenido cuando era niño, pero era necesario, así que allí estaba, en busca de una maldita frutería mientras Kidd cuidaba de los niños.


 


La noche anterior ya había sido un caos, les había costado la de dios meter a los dos niños en la cama, habían tenido que jugar con ellos, perseguirles, chillarles y por fin su versión en miniatura se había dormido en sus brazos. Fue acostar al moreno y al instante el pelirrojo se metía en la cama a su lado y les gritaba que se fuesen que querían dormir.


 


Era increíble lo rápido que se habían hecho amigos y lo que se protegían mutuamente. Cuando los adolescentes cerraron la puerta de la habitación los dos niños se acurrucaban juntos en la enorme cama que compartian.


 


Law suspiró cansado mientras por fin divisaba la maldita frutería. Dios, ¿por qué siempre costaba tanto encontrar una estúpida frutería en Grand Line? Acercándose al puesto observó el género que ofrecían. Igual de deprimente que siempre, las diminutas manzanas prácticamente parecía a punto de deshacerse en una montaña de gusanos. Suspiró mientras tomaba algunos tristes melocotones y fresas y se dirigía a pagárselo al viejo vendedor.


 


— Pero mira a quién tenemos aquí— de repente una grave voz sonó a sus espaldas.


 


Law se dio al instante la vuelta alerta mientras aferraba la empuñadura de su espalda con fuerza temiéndose lo peor.


 


Para encontrarse con Eustass Kidd y su mirada diabólica del futuro.


 


— ¿Qué quieres?— preguntó tenso mientras apretaba las bolsas de la compra contra su pecho protectoramente.


 


Eustass sonrió y aquella sonrisa solo provocó un escalofrío en el moreno. Había algo diferente en aquella versión de Kidd, algo maduro y más oscuro que no le acababa de gustar. Sin embargo cuando hablaba Law no dejaba que nada de esto se viese en su cara ni en su voz y solo parecía igual de aburrido que siempre.


 


— Solo quiero hablar— dijo Eustass.


 


— No tengo tiempo— respondió el otro rápidamente comenzando a andar a paso rápido hacia el pequeño hotel.


 


Pero el otro no se dio por vencido y rápidamente le agarró del brazo deteniéndole y obligándole a escucharle.


 


— Solo quiero hablar— repitió el mayor serio y sin aceptar un no por respuesta— y solo será un momento— 


 


Y al final al joven no le quedó otra opción más que obedecerle y dejarse arrastrar o estaba seguro que acabarían montando una escenita. Era curiosa la vida, incluso en aquel universo Law seguía siendo mayor que el pelirrojo, pero aun así seguía sintiéndose como un niño siendo regañando por un adulto.


 


Ambos hombres se dirigieron hacia un banco apartado del tráfico de gente y se sentaron tensos. El pelirrojo ocupaba él solito la mitad del banco. Law se sentó disimuladamente en la otra punta, lo más lejos que pudo del hombre.


 


— Quiero hablarte de Kidd— empezó el pelirrojo sin querer perder el tiempo y mirándole serio— veras, por aquel entonces yo era…demasiado inocente y tenía una idea del mundo un tanto…estúpida—


 


— Lo sé— dijo Law aun apretando su comida y sentándose al borde del banco listo para salir corriendo si hacía falta.


 


Y Eustass levantó una ceja sarcásticamente mirándole ligeramente ofendido por su comentario. Después de todo, una cosa era insultarse a sí mismo, y otra muy distinta, que te insultasen los demás. Pero al final no dijo nada y solo continuo hablando.


 


— Con los años han ido pasando algunas cosas y lentamente he tenido que madurar para sobrevivir— siguió explicando el mayor— en general no me arrepiento de nada de lo que he hecho, algunos golpes han sido duros— su mano de carne se apretó sobre el brazo de metal— pero incluso de ellos se aprenden cosas—


 


Law asintió conforme con el comentario. Parecía que el otro no solo había madurado con los años, también le había crecido un buen cerebro. Y aquello curiosamente le gustaba. Una parte de él se sentía estúpidamente orgullosa del pelirrojo.


 


— Pero sí que hay algo de lo que me arrepiento cada día— continuó el pelirrojo mirándole.


 


Y entonces Law supo lo que venía a continuación y prácticamente suspiró.


 


— Law, quiero que te alejes de Kidd— dijo el pelirrojo soltando la bomba.


 


Law gruñó en respuesta. Dios, todavía no habían hecho nada y, aunque la tensión estaba claramente entre ellos, se estaban conteniendo. Y aquello era tan frustrante y enervante. Porque, aunque no se habían dicho absolutamente nada ni habían intentado nada, podían leer perfectamente la necesidad en los ojos del otro. Law sabía que solo necesitaría un mínimo gesto del otro un poco más íntimo de la cuenta,  para abalanzarse encima suyo y acabar con aquello de una vez. La necesidad era palpable, tanto para ellos como para el resto. Y que viniesen sus versiones adultas a decirles que no, solo empeoraba el deseo mucho más. Después de todo, la gente siempre quiere lo que no puede tener.


 


Pero por encima de toda la necesidad y negativas había un monumental cabreo.


 


A él nadie le decía lo que podía o no podía hacer. Él era un pirata, y era libre de hacer lo que quisiese.


 


— ¿Sabes la teoría de que no se puede cambiar el destino y que hagas lo que hagas las cosas acabaran ocurriendo?— preguntó serio mirándose las manos.


 


Y a su lado el pelirrojo se giró, y agarrándole por el hombro le obligo a encararle. Plateado contra dorado pelearon un instante.


 


— No te acerques a él— amenazó.


 


— No me des ordenes— contestó aun arrogante— y que yo sepa, para iniciar una relación se necesitan dos personas. ¿Por qué no le sueltas la charla también a Kidd?— preguntó rápidamente.


 


Y entonces una ligera mirada de sorpresa y duda cruzaron por los ojos dorados del mayor y Law lo entendió.


 


— Oh, así que ya lo has hecho— dijo con una sonrisa—  y también te ha mandado a la mierda—


 


Aquello causo una extraña satisfacción en el moreno y le dio aún más ánimos para seguir plantando cara. El saber que el pelirrojo había peleado por aquello a pesar de que aún no había pasado nada le causaba una sensación de euforia que le revolvía el estómago y le mareaba.


 


Pero el pelirrojo le fulminó con la mirada mientras se acercaba aún más a su cara. Y Law quiso gemir. Por mucho que hubiese algo que no le convencía, Eustass seguía siendo Kidd, con aquel pelo rojo, aquellos hipnóticos ojos y aquel fuerte pecho. Law tuvo que contenerse para no acabar de acortar la distancia que les separaba y lamer aquellos enfadados labios.


 


Dios, seguro que con el otro enfadado sería incluso mejor y tendrían una sesión de fuerte y salvaje sexo sin consideración. Law tuvo que contener el aliento ante la maravillosa imagen que apareció en su cabeza. El Kidd de su época seguía siendo salvaje y bestia, pero tenía aquel toque inocente y cariñoso con él que le traía de cabeza. Pero el que tenía delante carecía totalmente de delicadeza y estaba claro que sería absolutamente dominante.


 


Y aquello también le excitaba a más no poder.


 


Sin embargo, todas las fantasías desaparecieron de su mente en cuanto el pelirrojo murmuró su respuesta a su comentario burlón.


 


— Te puedo matar y acabar con esto en un instante— siguió el mayor con voz totalmente seria y grave— en esta época no supones ningún reto para mí, puedo destruirte en solo un instante—


 


Law tragó saliva sintiendo entonces una suave voz de alarma encendiéndose en su cabeza "Deja de provocarle, subnormal" repetía incansable su parte racional mientras le golpeaba para que reaccionase. Pero la excitación y aquella mirada oscura que le estaba dedicando el otro era tan…sexy.


 


Sí, definitivamente loco de remate.


 


Sin embargo, antes de que volviese a abrir la boca y volviese a ignorar a la vocecita para empujar más al otro y suicidarse, otra nueva voz les interrumpió.


 


— Eustass Kidd, suéltame en este instante—


 


Y ambos se giraron a ver a la versión adulta de Trafalgar Law apuntando a Eustass con su larga y peligrosa espada, parado elegantemente enfrente suyo.


 


Y el cambio que se produjo en el pelirrojo fue instantáneo. Su mirada cambió de una cabreada pero aun así desesperada y divertida, a una de odio y puro dolor. Eustass se separó de Law y le soltó los hombros mientras murmuraba una maldición entre dientes recuperando su compostura en segundos. Law se recolocó en el banco mientras pensaba en la mirada que había visto en la cara de Eustass. ¿Qué significaba ese dolor?¿Y el odio? Pero, sin darle tiempo a analizarlo mucho más, su versión adulta tiró de él hasta volverle a poner de pie a su lado.


 


Law se sintió como un muñeco siendo transportado de un lugar al otro vilmente.


 


— No te vuelvas a acercar a él, bastardo— volvió a comentar Trafalgar fulminando a Eustass con una mirada asesina y poniéndose entre ambos hombres como una muralla defensiva.


 


Law observó entonces a ambos mantenerse la mirada intensamente en una pelea extraña. Y la estúpida curiosidad por saber lo que había pasado volvió a resurgir: la mirada dolida del pelirrojo, el odio de su versión adulta, las palabras no dichas… aunque definitivamente no era el mejor momento para preguntar.


 


Por fin la pelea quedó resuelta cuando Kidd aparto la mirada con un chasquido de su lengua y Trafalgar volvió a empujar a Law por la calle sin dedicarle al pelirrojo ni una sola mirada más.


 


Y a los pocos pasos, cuando el "enemigo" no podía ya escucharles, volvió a empezar la cantinela.


 


— ¿Pero qué cojones estabas haciendo? No hables con Eustass ¿Es que no te lo dije el otro día? ¿Y qué vas y haces tú? Coges y te vas con él como un idiota— empezó Trafalgar mientras le clavaba los dedos en la muñeca dolorosamente— y encima me entero de que te has ido con el enano a vivir con el idiota de Kidd a un hotel. ¿Es que no tienes cerebro? Es tu enemigo, no alguien con quien puedes jugar a las casitas—


 


Law fulminó al otro entonces. Se estaba dejando arrastrar por la calle y el otro no podía ver su cara de odio, cosa que, en aquel instante, supuso que era una ventaja. Aunque definitivamente le iba a partir la cara por llamarle idiota.


 


— Pero se acabó, ahora estoy yo aquí y a diferencia de ti yo sí que tengo cerebro— siguió el mayor— cogeremos al niño, os encerrare en el submarino y nos iremos de aquí hasta que esto acabe, así que dime ahora mismo dónde está el maldito hotel—


 


Y aquello fue la gota que colmó el vaso.


 


Nadie le daba órdenes ni a él ni a mucho menos su tripulación.


 


Nadie dirigía su vida.


 


Y definitivamente nadie le encerraba.


 


Soltándose del agarre bruscamente se plantó con los dos pies en la jabonosa tierra que seguía produciendo las extrañas burbujas. El otro se giró al instante indignado para gritarle de nuevo la cantinela con la cara torcida en una mueca de exasperación.


 


Law dedicó un precioso primer plano de su dedo corazón.


 


— Que te den— le dijo con odio.


 


Y sin, más creó su querida habitación del horror y desapareció del lugar.


.


.


.


Kidd suspiró mientras se masajeaba de nuevo las sienes cansado. Law-chan estaba sentado entre sus piernas con un libro encima, y el demonio de pelo rojo le abrazaba el cuello desde atrás mientras se tumbaba en su espalda y ojeaba por encima de su hombro.


 


— …Y entonces el chico frotó la lámpara y de ésta salió una espiral de humo que se transformó en un enorme genio. Aladino había encontrado la lámpara mágica y ahora…—


 


Les estaba contando un cuento.


 


Él, Eustass Kidd, el pirata más sanguinario de su generación y máquina asesina de matar. Y curiosamente se lo estaba pasando bien. Law-chan leía con él en silencio y su versión en miniatura observaba los dibujos del libro metido en la historia.


 


Curiosamente se estaban portando bien. Kidd se había levantado con el demonio saltándole encima y Law-chan tirándole del hombro y pidiéndole que se levantara. Dios, aquel niño era tan adorable, en comparación con su versión de niño, era un ángel caído del cielo lo juraba.


 


Luego Kidd se había levantado, había tranquilizado a los niños y entonces había tocado la tarea de bañarles y vestirles para afrontar el largo dia. El baño había sido la peor parte, prácticamente había tenido que acabar metiéndose con los niños en la bañera para que no convirtieran el baño en una piscina. Porque, como no, los niños habían querido jugar, y qué mejor juego que empapar a Kidd hasta la muerte.


 


Pero la venganza había sido muy dulce cuando Kidd se había metido en la bañera con ellos y había comenzado la batalla de agua de su vida. Los niños contra él y el agua como arma final y definitiva. Kidd estaba orgulloso de poder decir que había podido con ellos y les había ganado completamente.


 


Por muy deprimente que pudiese sonar.


 


Luego habían salido del baño, se habían secado, vestido y se habían peinado mutuamente, ya que Law-chan lo había pedido así y los otros dos no habían podido llevarle la contraria a la mirada suplicante del menor. Así que, se habían sentado en fila, y mientras Kidd intentaba cepillar el rebelde pelo de Kidd-kun, Law-chan se lo cepillaba a él emocionado. Con un cuidado y delicadeza que hicieron a Kidd enrojecer.


 


Pero la tortura había acabado, y mientras Kidd recogía la habitación y los niños correteaban por ella persiguiéndose, había encontrado la nota del desaparecido Law. En ésta le decía que iba a comprar algo de desayuno y que volvería en un rato.


 


Kidd frunció el ceño. No se había dado cuenta cuándo el otro se había ido, la noche anterior había caído en la cama y hasta que los niños no saltaron encima de él no se había dado cuenta de nada. Y aquello le frustró un poco, había esperado poder ver la cara de Law dormido, pero bueno, tendría que conformarse con su versión en miniatura.


 


Así que allí estaban, leyendo un libro, porque la otra opción que había propuesto el demonio con una sonrisa siniestra, había sido cantar. Y Kidd se negaba a aquello. Así que leía, Mientras Law-chan se balanceaba entre sus piernas y Kidd-kun por primera vez en mucho tiempo se portaba bien.


 


Y entonces, de repente, una sombra apareció en la habitación por arte de magia. Kidd se tensó y llamó a su poder mientras los niños soltaban un jadeo ahogado.


 


Pero solo era Law.


 


Kidd se relajó mientras los niños, felices, se bajaban de encima de él y corrían a recibir al moreno. Éste les sonrió y les acarició la cabeza mientras empezaba a dejar bolsas en la mesa de la habitación. El desayuno.


 


Kidd cerró el libro de golpe y se acercó entonces también a recibirle con una sonrisa agradecida.


 


Y fue entonces cuando Law le miró a él y cruzaron la mirada.


 


Kidd se detuvo un segundo mientras varias emociones pasaban por los ojos grises del mayor. Alivio al reconocerle, confusión, dolor y finalmente aquella nada con que siempre se defendía de todo.


 


— ¿Qué pasa?— preguntó acercándose a él con dos largas zancadas, rodeándole la cintura con un brazo y tomándole de la nuca posesivamente. Como si tuviera el derecho a hacerlo. Como si le estuviese dando el apoyo  que se da una pareja para hablar.


 


— Nada— mintió el otro regalándole una sonrisa. Kidd frunció el ceño— he traído el desayuno—


 


Y sin más, el otro se alejó de él para preparar dichoso desayuno mientras los niños revoloteaban a su alrededor impacientes.


 


Kidd no dijo nada. No era el momento. Pero estaba claro que pasaba algo y que Kidd lo iba a averiguar. Porque Law era alguien importante para él, era el único por el que se preocuparía y el único por el que esperaría y se contendría para darle un beso que ambos pudiese recordar, o para acostarse con él cuando le hiciese suyo. Por muy cursi que sonase. Porque Law era distinto, era la primera persona que había visto a Kidd con algo parecido al cariño, en vez de salir corriendo en dirección contraria como solían hacer el resto.


 


Law era la primera persona de la que Kidd se había enamorado.


 


Y le protegería con su vida si hacía falta.


 


Pero por el momento solo cerró los puños, se acercó al pequeño y sonriente grupo, y tomó una de las tazas de humeante chocolate que le dio el moreno de ojos grises con una tímida sonrisa. Sonrisa que fue como una descarga eléctrica que, como siempre, fue directa a su entrepierna.


 


"Paciencia Kidd, paciencia"


.


.


.


El pequeño barco tocó las desgastadas maderas del puerto suavemente y el rubio saltó de la embarcación hacia el muelle para amarrarla bien. Había elegido un barco pequeño al partir de Dressrosa para no atraer mucha atención, aunque conociéndose a sí mismo, el mayor ya se habría dado cuenta y estaría persiguiéndole.


 


Así que no tenía mucho tiempo. Cogería lo que es suyo, se lo llevaría, y el mayor nunca sabría dónde estaba.


 


Sonriendo ampliamente ante el simple plan, cogió su bolsa de viaje del barco y caminó con paso firme y seguro a través de muelle como un rey entrando en su sala del trono.


 


La gente que le veía y le reconocía salía corriendo de su camino, aterrorizados ante su enorme sonrisa.


 


Rápidamente corrió la voz.


 


Un extraño Donquixote Doflamingo había llegado a Sabondy.


 


 

Notas finales:

Chan chan chan, ahora se liara gorda ya que ha llegado Doffy. 

Pero, en fin, espero que os haya gustado por que me cuesta mucho escribir este fic y el el ultimo cap que publicare de vacaciones T^T

En fin, gracias por leer, un beso a todos guapos


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