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A ti en el pasado. por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Bueno, me he retrasao un poquillo, lo siento guapos, pero espero que os guste

 

 

Habían recorrido toda la maldita isla, habían buscado debajo de las piedras, y preguntado a la gente. Y aun así nada. Nadie había visto a los dos chicos, nadie podía darles ni la más mínima referencia, parecía que los otros simplemente se habían evaporado en el aire.

 

 Y eso dejaba a Kidd todavía más histérico.

 

 Trafalgar seguía al pelirrojo en silencio mientras corrían de casa en casa y de bar en bar preguntando a la gente. Pero el chico estaba perdiendo los nervios. Casi había partido el cuello al último hombre al que habían preguntado cuando este les había dicho que no sabía nada del tema.

 

 Trafalgar también se empezaba a poner nervioso, sabía que se estaban quedando sin tiempo, y que, cuando más tardasen, más fácil será que Donquixote le hiciese algo a Law. Pero no podían hacer más que buscar y rezar porque alguien les pusiese en la pista correcta.

 

Sin embargo, a pesar de la mierda por la que estaban pasando, al moreno no dejaba de sorprenderle la ansiedad y preocupación que tenía el pelirrojo.

 

Preocupación por él.

 

Y aquello revolvía algo dentro de Trafalgar. Algo que hacía mucho se había obligado a olvidar y que le molestaba volverlo a sentir. Por qué no lo entendía. No entendía a Eustass Kidd. No entendía porque el otro estaba tan desesperado por encontrarle cuando estaba claro que todavía no había pasado nada entre Law y Kidd, cuando todavía seguían siendo enemigos.

 

 Trafalgar maldijo entre dientes. Odiaba no entender las cosas y no poder tenerlo todo bajo control.

 

 De repente Kidd se paró delante suyo y Trafalgar estuvo demasiado distraído como para poder esquivarle. Chocó contra la enorme espalda del pelirrojo y del impacto cayó hacia atrás perdiendo el equilibrio. Pero antes de que su trasero tocase el burbujeante suelo, unos fuertes brazos rodearon su cintura deteniendo su caída.

 

 —Lo siento, ¿Estás bien?—dijo Kidd ayudándole a recuperar el equilibrio.

 

 Y estando tan cerca Trafalgar no pudo evitar mirar aquellos ojos dorados. Y se arrepintió al instante. La preocupación y aprecio mezclados con la ansiedad e incertidumbre del momento estaban claros en la mirada del hombre. Kidd parecía totalmente perdido y asustado.

 

 Y de nuevo algo que hacía mucho que no sentía se apoderó de Trafalgar. Quería protegerle. Quería borrar esa mirada de su cara y rodear al chico con los brazos mientras le susurraba palabras de tranquilidad.

 

 Trafalgar frunció el ceño.

 

 Estúpido Eustass Kidd y su versión joven e inocente. Desde que le había visto el primer día Trafalgar solo había querido meterse con él. Ahora el deseo estaba cambiando y volviéndose más retorcido, ahora quería borrar la inocencia del otro y enseñarle algunas cosas de este mundo.

 

 A poder ser en una cama. Y con su maldito y perfecto cuerpo esposado y desnudo debajo mío.

 

—Voy a preguntar en ese bar—dijo el pelirrojo mirándole con la duda en sus ojos y buscando su aprobación y consentimiento de nuevo.

 

Law no respondió y solo le miro serio durante un largo rato. Kidd se mordió un labio nervioso y poniéndose nervioso miró al suelo.

 

Yo podría enseñarte a perder esa maldita vergüenza. Siguió pensando Trafalgar. Mientras estas de rodillas ante mí y consigo que esa maldita boca tuya me...

 

Law cerró los ojos y asintió con la cabeza.

 

 —Vete—le dijo al pelirrojo. Porque si no se iba algo malo iba a pasar y de nuevo iba a caer en la trampa del otro.

 

 Y él nunca caía dos veces en lo mismo. Sobre todo después del golpe que se había llevado la última vez.

 

Pero entonces Kidd se volvió y comenzó a andar al local. Y Trafalgar tuvo un primer plano de ese perfecto y fuerte trasero.

 

 Cama. Esposas. Desnudo...mierda.

.

.

.

 

Los dos hombres se miraron con el asombro en sus ojos. La tensión estaba en el ambiente al igual que una ligera sensación de alerta, pero por encima de todo era la pura incredulidad lo que dominaba.

 

Pinguin inclinó la cabeza señalando con los ojos al rubio con el abrigo de plumas rosas en una seria pregunta. Killer se encogió de hombros igual de sorprendido que el otro pero con la máscara ocultando su expresión.

 

Ambos hombres miraron al rubio. Un Shichibukai. Un delincuente y rey de los bajos fondos. El terror de la humanidad. Jugando con tres niños.

 

 El juego era simple. Bepo la llevaba y tenía que pillar a los otros. Pero la cosa no era tan fácil, ya que Doflamingo hacía volar a los niños lejos de oso cuando este se acercaba demasiado. Los niños reían emocionados mientras eran alzados por las cuerdas del mayor. Doflamingo sonreía. Y Bepo lloraba y suplicaba por un descanso.

 

 Killer y Pinguin solo los miraban demasiados sorprendidos como para reaccionar.

 

 Doflamingo por su parte sabía lo que los hombres estaban pensando. En aquel momento debía ser la antítesis de un pirata. Pero le daba igual.

 

 Law-chan le sonreía, le abrazaba y le daba un beso en la mejilla cada vez que sus pies volvían a tocar el suelo después de un emocionante viaje. Debía de tener seis años o por ahí, la edad en que le había sacado de la mierda en la que había estado y se lo había llevado con él. El moreno todavía le admiraba y no le temía ni le miraba con odio. En otras palabras, era la edad en que Doflamingo todavía no había destruido su relación para siempre.

 

Doflamingo no podía ser más feliz en aquel instante, tenía ganas de llorar al ver la inocente sonrisa del niño cuando corría hacia él huyendo del oso entre risas. ¿Cómo había podido olvidarla? ¿Cómo había podido olvidar aquella sonrisa?

 

 Observó a los niños jugar. Doffy parecía estar empezando a aburrirse de aquello y le miraba ahora a él con una mirada sarcástica. Pero los otros dos niños corrían riendo de un lado a otro cogidos de la mano y ayudándose a esquivar al oso.

 

 Y los celos volvieron a surgir en Doflamingo al ver la confianza que tenía Law en Eustass Kidd.

 

 Lo había visto antes, cuando el pelirrojo, ahora en versión adolescente, había entrado en el claro interrumpiendo su conversación en la parte divertida. Trafalgar había mirado al chico con un alivio que Doflamingo nunca había visto en sus ojos. Su postura se había relajado, el enfado y alerta evaporado en cuanto el joven se acercó, Doflamingo juró que había visto hasta sus pupilas dilatarse mientras recorría el cuerpo del chico.

 

Y no solo eso. Cuando habían discutido qué hacer Trafalgar siempre se había puesto del lado del pelirrojo. Le hablaba como a un igual y con confianza y respeto. Cosa que nunca había pasado con él.

 

 Estaba claro que algo había pasado entre Eustass Kidd y Trafalgar Law.

 

 Pero por muchos celos o rabia que pudiese sentir Doflamingo no podía hacer nada. ¿Que se había esperado después de todo? ¿Que Law no sé acostase con ningún hombre después de él? Ni de broma. Law era una persona increíble y se merecía a alguien que le quisiese y le hiciese feliz.

 

 Y ese alguien nunca sería él.

 

 Lo había aceptado hacía mucho tiempo. Así que aquellos sentimientos de celos y aquellas visiones de pelirrojos decapitados tenían que esfumarse cuanto antes ya que no servían para nada.

 

 Doflamingo suspiró.

 

 Y con un movimiento de muñeca volvió a lanzar a la parejita de niños por los aires mientras estos soltaban un grito de sorpresa y diversión.

 

.

.

.

 

La habitación era demasiado fría para estar cómodo, y las cadenas en sus muñecas se le clavaban en la piel como mil agujas. Era lo que siempre pasaba con el Kairoseki, la angustia, la pérdida de fuerza, y aquel molesto atontamiento. Lo odiaba profundamente. Pero no podía hacer nada, el rubio lo había querido así y Law se había tenido que aguantar con aquello.

 

No sabía dónde estaba a decir verdad. El rubio, una vez que había conseguido que Law le siguiese, había dejado de pretender que se contenía y que tenía buenas intenciones. Las esposas habían sido lo primero, la venda en los ojos mientras le paseaba por la calle lo segundo y despertar en aquella habitación desierta aún esposado y encima de una maldita cama de hotel barato lo último.

 

 Law asumía ya lo peor y se preparó para ello.

 

Lo resistiría, por Kidd y su futuro. Y no dejaría ver al rubio lo que aquello lo inquietaba, el miedo que tenía a hacer aquello de nuevo y de a volver a caer en lo que tanto esfuerzo le había costado superar. Le enfrentaría y pelearía dejando en claro su opinión.

 

 Se convenció de ello.

 

 Pero cuando el hombre rubio volvió a entrar en la habitación y se dirigió directamente a su cama y a su figura indefensa con una mirada ansiosa y desesperada,  Law solo pudo temblar de terror.

 

 No quería, no quería, comenzó a pensar con pánico, ¿porque tenía que hacer esto? No quería.

 

 Algo de sus emociones se debió reflejar en sus ojos porque el rubio suspiró y se sentó a su lado en la cama mirándole de frente.

 

—Está bien Law. Está bien que me tengas miedo, así no volverás a escapar—comenzó el hombre apartándole un mechón de pelo de la frente con cariño— pero no te preocupes, no te voy a hacer daño. Nunca a ti—dijo en un último susurro.

 

 Y entonces se inclinó hacia él. Y sus labios se rozaron con los del moreno lentamente, casi con un respeto reverencial. Law cerró los ojos y espero que el otro profundizase. Porque estaba claro que iba a hacerlo.

 

Y como pensaba, el otro comenzó a relamerle al poco tiempo con obsesión, mordisqueando sus labios y tentándole a que le dejase pasar. Y Law lo hizo. Ya que no tenía otra opción, pero lo hizo lentamente, concediéndole al otro espacio poco a poco tras una ligera pelea.

 

Pero al rato el otro ya le devoraba la boca con ganas y se subía encima del moreno hasta tenerle entre sus rodillas y codos. Law sintió un nudo en la garganta mientras el otro comenzaba a meter las manos por debajo de la camisa acariciándole el estómago y subiendo lentamente mientras le levantaba la sudadera.

 

Law cerró fuerte los ojos y alejó la cara de la boca del otro sintiendo su pulso palpitar en sus oídos. Estaba temblando. Violentamente. Le iba a violar, otra vez, sin que pudiese hacer nada.

 

 Cuando era joven y estaba aún bajo el cuidado de Donquixote no le había importado tanto que el otro le tomase. En general le daba igual. No le importaba los más mínimo, no significaba nada. Cuando era joven estaba demasiado muerto como para que aquello le preocupase.

 

Pero ahora era distinto. Ahora había escapado y conocido la libertad, ahora tenía amigos y tenía a Kidd. Había aprendido a vivir, a no suprimir sus emociones para defenderse. Ahora era distinto.

 

 Donquixote relamió su mandíbula y comenzó a bajar por su cuello mientras sus manos alcanzaban sus pezones y comenzaban a pellizcarlos y a arañarlos con las uñas.  Law tembló de nuevo. Donquixote río.

 

 —Eres tan adorable Law— empezó el rubio mientras succionaba la tierna carne en su cuello— no se qué te ha pasado estos a años pero estas tan sensible, como un maldito virgen—

 

 Law gruño y se revolvió bajo el otro. Donquixote volvió a reír y le dejó hacer, después de todo, no podía escapar.

 

 —Voy a disfrutar de esto Law, volviéndote a someter...— siguió diciendo.

 

—Te voy a matar—siseo Law mientras sentía las manos del otro que volaban por su cuerpo. Intentando conservar algo de orgullo.

 

 Pero entonces bajaron. Las manos del otro se pasearon sobre sus pantalones abriéndole las piernas y acariciándole la entrepierna intentando excitarle. Su boca seguía succionando su cuello seguramente dejándole la posesiva marca de siempre.

 

 Law jadeo comenzando a reaccionar al otro aunque no quisiese. Después de todo ya lo habían hecho antes y el rubio conocía cada punto débil que tenía y no dudaba en aprovecharlo. Apretó los ojos y contuvo las lágrimas que comenzaban a surgir. Patético. Nunca había llorado en su vida y elegía para hacerlo precisamente este momento.

 

Pero no lo aguantaba. El quería a Kidd, solo a Kidd, y después de aquello nunca más podría volver a encarar al hombre.

 

 Odiándose a sí mismo gimió cuando el rubio comenzó a relamerle el estómago bajando cada vez más hasta su miembro cada vez más despierto. Mientras sus manos comenzaban a bajarle el pantalón.

 

—Para—suplicó incapaz de aguantar más aquello, esta vez, se dio cuenta, no iba a poder fingir como otras veces. Esta vez era demasiado asqueroso y repugnante.

 

Pero Donquixote levantó la mirada y frunció el ceño.

 

—¿Estas suplicando?—pregunto incrédulo—¿Tu?¿Por qué?—

 

Law le miró desesperado.

 

—Para—repitió sin responder a las preguntas—por favor—

 

 Donquixote siguió mirándole serio durante un rato con el ceño fruncido. Luego volvió a levantarse y a alzarse sobre él amenazadoramente.

 

—No se qué te ha pasado pero no me gusta—anuncio—te has vuelto demasiado débil, demasiado inútil. Pero no voy a parar Law. Tu eres mío y cuando antes lo recuerdes y vuelvas a ser como antes mejor—

 

Y esta vez, cuando volvió a besarle, Law sintió la mano del otro comenzar a meterse por entre la tela y a masajear su miembro hasta sacarlo de su prisión y exponerlo al frío aire de la habitación.

 

Law apartó la cabeza de los labios del otro para contener un gemido. Los dedos del mayor se cerraron firmemente entorno a su miembro comenzando a masajear la punta con ganas, casi frenético. Law se retorció soltando el primer gemido sin poder evitarlo y el rubio le apretó con más ganas siguiendo la tortura. 

 

—Eso es Law, deja de resistirte y acéptalo de nuevo—

 

 Law le quiso morder. Porque sabía que ya no había escapatoria. El otro le iba a tomar allí mismo sin pizca de consideración. Allí estaba el final. Asumiéndolo por fin, Law se rindió mientras una solitaria lágrima escapaba por sus ojos y se perdía en la almohada sin que nadie la viese.

 

Su boca seguía emitiendo aquellos gemidos de puta barata en una cantinela que inundaba la habitación.

 

Pero de repente un sonoro golpe sonó en el lugar.

 

 —Quitarle las manos de encima bastardo—gruñó una oscura y enfadada voz.

 

 Donquixote paró entonces su juego entre las piernas de Law, y ambos miraron a la puerta donde un enorme Eustass asesinaba al rubio con su mirada. Con aquella aura oscura y peligrosa que Law tanto adoraba rodeándole, y jadeando falto de aliento mientras aquel pelo rojo fuego despeinado brillaba en la penumbra de la sala.

 

Aquel Eustass del futuro cerró la puerta con otro golpe a sus espaldas y se acercó a ellos con pasos plagados de odio.

 

  Donquixote se apartó de Law ligeramente y encaró al intruso con burla. Mientras volvía a acariciar el pecho desnudo de Law que seguía con una visible erección alzándose entre sus piernas bajo la mirada atenta de los otros dos.

 

 Donquixote estaba claramente provocando al pelirrojo, mostrándole lo que había conseguido y lo que podría seguir haciendo. Mientras no dejaba de acariciar a Law de forma posesiva y dominante, bajando las manos cada vez más hacia la palpitante erección.

 

 Law cerró los ojos. Oh dios no, delante de Eustass no.

 

—Te he dicho—repitió el pelirrojo—Que. Le. Quites. Las. Manos. De. Encima—

 

Y mientras ambos se enfrentaban en otro juego de miradas, Law juró que nunca había visto al pelirrojo adulto tan cabreado.

 

  

Notas finales:

Bueno, ahi teneis vuestro"intentillo de lemon! tampoco es que ande yo muy orgullosa con esto XD 

En fin, la cosa se pone interesante, cada vez queda menos para el final, yo creo que en tres cuatro cap esto ya esta XD queda ver que va a pasar jeje

En fin, espero que os haya gustado guapos.


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