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A ti en el pasado. por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Buaaaa el capitulo final, que tristeza, con lo que me ha costado esta historia, En fin, es bastante largo, espero que os guste n_n

 

 

Trafalgar no se resistió mucho cuando Eustass le empujó contra la pared con fuerza, con sus manos acariciándole por encima de la gruesa chaqueta que llevaba. Más bien todo lo contrario, con ansia Law alzó también sus tatuadas manos hasta el suave pelo del otro, tirando de las hebras rojas y sujetándole la cabeza para profundizar aún más el beso que se estaban dando. Eustass gruño encantado con su gesto y su ansiedad y se apretó más contra su boca en respuesta hasta que el contacto casi fue doloroso.

 

El moreno en cambio emitió un sonido de puro placer contra la boca del pelirrojo antes de saltar, en una prueba de confianza absoluta, y rodear la cintura del menor con sus largas piernas. El de ojos dorados siseo por lo bajo como si el atrevido movimiento del otro le estuviera torturando dolorosamente, pero al instante siguiente sus manos estaban en su trasero sujetándole con firmeza y posesividad. Law sonrió contra el desesperado beso, había cosas que no cambiaban nunca al parecer y el hecho de que Kidd se volviese loco cada vez que él tomaba mínimamente la iniciativa parecía seguir teniendo efecto.

 

Eustass volvió a empotrarle contra la pared obligándole a abrir aún más las piernas para él. Trafalgar le clavo las uñas en el cuero cabelludo al sentir como el ligero bulto entre sus pantalones se apretaba contra los fuertes abdominales del de piel pálida. Trafalgar odio al instante los pantalones que le separaban del otro y del delicioso contacto piel contra piel que hacia horas que deseaba.

 

Con la lengua del otro en su boca, el moreno susurro palabras inteligibles que sonaron a súplica de necesidad. Sentía sus pulmones al límite de las asfixia, pero para su regocijo no parecía el único afectado. Kidd jadeaba pesadamente contra su boca mientras una mano le bajaba la cremallera del pesado abrigo con dificultad por tener que sostenerle todavía contra la pared. Según la maldita prenda se abría, el pelirrojo devoraba cada centímetro de piel morena que quedaba expuesta, con una concentración que hacía a Trafalgar jadear en respuesta. Eustass parecía incapaz de apartar la mirada de su cuerpo o sus labios de su boca, prácticamente parecía que estaba memorizando de nuevo, prácticamente parecía incapaz de creerse que podía volver a tocarle.

 

De repente la cremallera se acabo y el abrigo se abrió al completo exponiéndole sin reservas, el pelirrojo tembló ante la visión y ambos cayeron al suelo jadeando siendo el pelirrojo incapaz de sostenerles más. Eustass cayó de rodillas y con las manos a ambos lados del moreno, y Trafalgar termino sentado sobre su regazo con piernas y brazos rodeándole sin querer retroceder ni un milímetro del cuerpo del menor.

 

Eustass se apretó de nuevo contra el moreno, su respiración rápida y pesada haciéndole cosquillas en el cuello mientras el de ojos grises pasaba sus labios por la dura línea de su mandíbula. Trafalgar inclinó la cabeza a un lado exponiendo su cuello a las atenciones del de ojos dorados en otra muestra de absoluta confianza. Eustass abrió la boca sobre su pulso y Trafalgar espero el mordisco prácticamente gimiendo de anticipado, podía ver los ojos del otro a duras penas, ojos que también le miraban a él con atención, plagados del fuego del maldito infierno.

 

Tan caliente.

 

Eustass se movió entonces un ligero milímetro sobre su cuello y Trafalgar cerró los ojos y gimió con fuerza sin que el otro hubiese hecho nada todavía. Pero Eustass no le mordió en lo más mínimo, en cambio se alejó ligeramente de él como si aquel último movimiento hubiese confirmado algo y ahora ya estuviese satisfecho. Estúpido idita. Trafalgar sin embargo tembló en un espasmo de placer incontrolable cuando el otro, aun mirándole con aquella seriedad y concentración, pasó una experimental mano por su pecho con dedos ásperos y duros.

 

Trafalgar sintió sus pezones endurecerse ante aquel inocente contacto que no había todavía hecho nada más que rozarle. Eustass seguía mirándole fijamente a los ojos mientras la otra mano seguía apoyada al lado de su cabeza y su respiración cada vez más acelerada y pasada soplaba en calientas bococanadas contra su boca.

 

—Quítate el maldito pantalón—ordenó dominantemente antes de volver a besarle con aquella agresividad tan típica de él.

 

Trafalgar gimoteo contra sus labios en u a mida protesta, ahora una mancha negra por el pintalabios de Eustass que se había deshecho de tanto beso. Pero aun así obedeció al instante mientras con manos temblorosas se aferraba al borde de la prenda. Estaba demasiado excitado por aquel repentino asalto, demasiado necesitado después de tanto tiempo, quería las manos del otro contra su piel, le quería dentro de él llenándolo hasta que se ahogase, y juraba que como el otro no se lo diese en aquel instante podía arrasar naciones.

 

Eustass pasó las manos por debajo de su trasero de nuevo apretándoselo con ganas y le alzó ligeramente del suelo ayudándole a quitarse los ajustados pantalones que el otro siempre llevaba.

 

—¿Sigues sin llevar ropa interior?—preguntó el pelirrojo jadeando contra sus labios con el deseo más puro en su voz.

 

El pelirrojo tiraba del pantalón con ganas intentando quitárselo a pesar de que siguiese con las piernas abiertas y Eustass estuviese entre ellas.

—Si—respondió Trafalgar falto de aire y consiguiendo por fin liberar una pierna de una pernera de color azul.

 

Y al parecer aquello fue todo lo que necesito el pelirrojo. Apartando el maldito pantalón de su camino sin preocuparse de que aún colgase de una de las piernas del moreno, Kidd volvió a empujarle contra la pared con ganas, apretando al moreno entre su cuerpo y la pared y dejando que la erección tan dura como una piedra del de ojos grises se clavase contra su estómago.

 

Dándole al otro la fricción que necesitaba y aquel maldito contacto piel contra piel.

 

Trafalgar volvió a gemir de aquella manera que hacia la sangre del pelirrojo hervir de necesidad. Ahogando el maravilloso sonido con su boca el pelirrojo no perdió el más mínimo tiempo. Eustass paseó sus manos, la metálica y la de carne y hueso, por el sedoso cuerpo del otro ahora únicamente cubierto por el pesado abrigo abierto de par en par para él. Memorizo de nuevo cada curva que describía la piel caramelo del otro, la forma en que su columna trazaba una sensual línea o como las redondas nalgas encajaban a la perfección entre sus duras manos. Trafalgar se apretó contra él aun más, moviendo las caderas ligera y inconscientemente en busca de más fricción contra su húmeda erección y jadeando pesadamente contra su cuello, dejando al pelirrojo hacer lo que quería con el pero a la vez excitándole mas ante la total falta de resistencia y las claras ganas que tenia de hacer aquello.

 

El moreno seguía abierto de piernas encima del pelirrojo arrodillado, por lo que a Eustass no le costó mucho trabajo llegar hasta la temblorosa entrada del otro entre sus perfectas nalgas. Aun recordaba cómo se sentía tomar al otro y marcarlo como suyo, aun recordaba los gemidos y el calor y la deliciosa estrechez.

 

Apoyó una mano en la pared enfrente de él intentando contener sus pensamientos y los escalofríos de placer que le recorrían. No podía correrse así, sin haber hecho nada, su plan era acabar dentro del otro mientras este le arañaba la espalda y gemía su nombre como siempre hacía mientras su cuerpo perdía todo control. Así que tenía que controlarse.

 

Apretó un tímido dedo contra la húmeda entrada del mayor. Trafalgar gimió ante la diminuta presión y eróticamente bajo una mano para apretarse la enorme erección entre sus piernas que comenzaba a gotear. Al parecer ambos estaban al límite, Eustass dudaba que ninguno aguantar más allá de la primera embestida.

 

—¿Porque estas dudando?—pregunto entonces Trafalgar mirándole con aquellos ojos grises nublados por el placer, rogándole ligeramente por qué no parase aquello y continuase hasta el !maravilloso final que Eustass tenía en su mente.

 

Eustass gruño también necesitado volviendo a atrapar aquellos labios cubiertos de negro por el pintalabios que llevaba y que ya había dejado varias marcas posesivas por el cuerpo del otro. Esta vez no iba dudar y a pensar cosas innecesarias, se prometió, Trafalgar le había dado permiso y nada mas importaba.

 

Por fin introdujo un dígito dentro de la entrada del otro. Ambos gimieron al instante ante la sensación que les recorrió de pies a cabeza. Law se arqueo contra el cuerpo del pelirrojo mientras sus uñas se le clavaban en los antebrazos, su erección se alzaba en toda su gloria manchando con algunas gotas el estómago del otro de blanco. La sensación era simplemente perfecta. Con Eustass siempre lo era, el sentirle dentro de aquella manera tan íntima y cercana siempre volaba por los aires su cerebro.

 

Kidd por su parte apretó al otro contra su cuerpo buscando también algo de fricción, sus dedos, ahora dos, entraban y salían de la entrada del moreno sin problema y a un ritmo rápido y profundo que prometía arrasar con cualquier resistencia que pudiese poner. Y Law gemía a cualquier cosa que le hiciese aun sin haber localizado su próstata, pero Kidd no sabía si quería localizarla, en el estado en el que estaban Law se correría solo con rozarla, y el de ojos dorados quería que se corriese con su polla dentro, cuando entrase dentro y su miembro rozara inevitablemente aquel punto en la única embestida que ambos iban a ser capaces de aguantar.

 

Así que Eustass siguió follando al moreno únicamente con sus dedos, regodeándose en sus gemidos suplicantes por algo más grande y sus estremecimientos. Sentía su propio pantalón comenzando a humedecerse por su excitación y los preciosos suspiros y sonidos de sorpresa que salían de la boca del moreno cuando cambiaba ligeramente la postura experimentando muy jugando con él.

 

De repente las manos de Trafalgar bajaron temblorosas a su pantalón comenzando a deshacer los pliegues de ropa para liberar su erección. Eustass siseo al sentir sus expertas manos en aquella parte de su anatomía, pero aun así se contuvo tan bien como pudo.

 

—No puedo más...por favor, Kidd...dámela—repetía Trafalgar sin apartar los ojos de su erección claramente evidente a través de la ropa— Te quiero dentro, por favor—

 

Y por fin, los pliegues liberaron su miembro que se irguió orgulloso ante la mirada famélica de Trafalgar. EL moreno entonces se relamió inconscientemente sin quitarle los ojos de encima, e imágenes de otras veces, de él mayor entre sus piernas tomándole ansioso con la boca, surcaron su mente.

 

Ahora no.

 

Tensándose para contener el orgasmo, el pelirrojo tomó al otro de los hombros y le posicionó justo encima de erección. Estaba preparado, lo había pedido y Eustass no podía más.

 

Ambos se miraron a los ojos jadeando asfixiados por el calor que generaban juntos. Ambos sabían que con solamente penetrarle el orgasmo les llevaría a ambos. Eustass tomo de la cintura a Trafalgar protectoramente y Trafalgar le rodeó el cuello con los brazos.

 

—Te quiero—repitió Eustass. Como repetiría cada día de su vida a partir de ahora para que el otro no volviese a dudar de él ni por un momento y para que le perdonase algún día o que había hecho.

 

—Ya lo sé idiota—respondió Trafalgar con una sonrisa y aquellos ojos grises necesitados.

 

Ambos se volvieron a besar con pereza y necesidad mientras Eustass sentía las perfectas caderas de Trafalgar comenzar a bajar. Solo un poco más y estaría dentro del nirvana, solo un poco mas y...

 

La puerta a sus espaldas se abrió de golpe revelando a dos adolescentes, Kidd y Law, que con cara de cansancio, se reían el uno con el otro en el marco de la puerta. O al menos se reían hasta que los vieron a ellos en el suelo y medio desnudos a punto de follarse y totalmente excitados.

 

El silencio más largo y tenso de todos los tiempos inundó la pequeña habitación del hotel.

 

Los cuatro se miraron unos a otros durante en pequeño instante en que los cuatros procesaban la información.

 

Y una vez procesada las reacciones fueron varias.

 

Trafalgar y Kidd por una parte se volvieron de un impresionante color rojo escarlata. Eustass, con la frustración y con un control férreo sobre cada célula de su cuerpo, se apartó del moreno e intentó taparle ligeramente del vista del los otros con su propio cuerpo. Tenían que haber venido justo ahora, justo cuando...

 

Law sonrió malignamente.

 

—Vaya—empezó en moreno más joven con mirada divertida—sí que no habéis perdido tiempo, ¿no os odiabais a muerte? ¿Que ha pasado con lo de "no te acerques a Kidd"?—pregunto inquisitivamente a Trafalgar que seguía jadeando morada mente entre los brazos de Eustass.

 

Trafalgar frunció el ceño ante su versión adolescente odiándole por muchas y diversas razones. Asomándose por detrás del enorme cuerpo de Eustass que intentaba taparles decidió defenderse a pesar de la clara desventaja de la situación.

 

—No eres el mejor para decir eso niño—rebatió el otro—¿O acaso crees que no sé lo que acabáis de hacer vosotros dos?—

 

Si Kidd podía ponerse más rojo juraba que moriría, pero en cambio Law se encogió de hombros ante el comentario dándose cuenta de que el otro no había respondido las otras dos preguntas. Como siempre.

 

—Touche—dijo despreocupadamente el menor.

 

Pero luego, el joven de ojos grises volvió a repasarlos de pies a cabeza. O más bien repasó a Eustass de pies a cabeza, deteniéndose durante un momento demasiado largo en la erección del pelirrojo entre las piernas de Trafalgar.

 

Y se relamió como había hecho Trafalgar antes, sacándole entonces un escalofrío a Eustass.

 

El moreno adulto tuvo un mal presentimiento. Presentimiento que se cumplió al instante cuando el menor abrió de nuevo la boca.

 

—¿Queréis que nos unamos a vosotros? ¿Que tal si lo hacemos los cuatro juntos?—pregunto con una sonrisa inocente en su boca.

 

Y de nuevo hubo silencio y una serie de variadas reacciones.

 

Kidd miro a Law a su lado en la puerta como si a este le hubiese crecido de repente un tercer brazo. Trafalgar se hubiese reído ante la reacción si un ligero tic nervioso no hubiese aparecido en su ojo cuando se empezó a cuestionar la inteligencia del adolescente.

 

Curiosamente Eustass se volvió de nuevo a mirar al moreno menor con la mirada curiosa mientras le repasaba de pies a cabeza. Como si de verdad se estuviese pensando aceptar la oferta.

 

Trafalgar le dio una colleja más fuerte de la cuenta.

 

—¿Qué?—respondió al instante Eustass girándole a mirarle indignado.

 

—Lo sabes perfectamente —respondió Trafalgar con un aura demoniaca rodeándole— ni se te ocurra—

 

—Pero si todavía no he hecho nada—dijo el otro a la defensiva— además no se qué problema hay si somos nosotros mismo—susurro más bajo.

 

Trafalgar le clavó las uñas con ganas mientras sonreía macabramente. Eustass frunció el ceño y se apretó contra él entendiendo el mensaje.

 

—Está bien, lo siento—dijo de nuevo contra su cuello— no haré nada, no te enfades—

 

Trafalgar ante la actitud sumisa alzó una ceja. ¿Que acababa de pasar? ¿Le había obedecido? Al parecer Eustass no acababa de superar lo de que se hubiese enfadado y no le perdonase.

 

Trafalgar sonrió psicopatamente pensando al instante en cómo aprovecharse de la debilidad del otro para su propio beneficio. Y para meterle en su cama y no sacarle de ella nunca más. Aunque tenía que admitir aquella nueva actitud era bastante "adorable" y seguramente acabaría siendo él el que fuese manipulado como el pelirrojo quisiese.

 

Sin embargo los otros les miraron con miedo al ver su sonrisa. Kidd por fin se sujeto de la pared sintiendo como de un momento a otro un ataque al corazón acabaría con su vida. Demasiadas emociones en un día...y Trafalgar seguía desnudo enfrente suyo. Con aquel maldito cuerpo que había tenido debajo de él apenas unas horas atrás y con aquella mirada peligrosa y retorcida que le hacía pensar en esposas, una cama y cosas oscuras. Muy oscuras.

 

Esta vez la colleja se la llevó él.

 

Girándose a mirar a Law, observo cómo este levantaba una ceja en una muda pregunta y como entrecruzaban los brazos desafiándole a responderla.

 

Kidd apartó la mirada avergonzado.

 

—Eustass vámonos a otra parte—dijo entonces Trafalgar abrazando al pelirrojo enfrente suyo posesivo.

 

Los dos jóvenes solamente vieron cómo el pelirrojo aferraba al otro de la cintura y comenzaba a lamerle el cuello en una clara muestra de lo que iban a hacer. Law frunció el ceño. Kidd enrojeció al ver a Trafalgar gemir sin ningún pudor ante lo que hacía su versión adulta.

 

—Room—murmuró el moreno mirándole divertido.

 

Y antes de que desapareciesen de la habitación como había hecho antes ellos mismos, los jóvenes pudieron ver claramente te tres cosas. La primera, el dedo corazón que Trafalgar le regalo a Law elegantemente con su mano aun rodeando el cuello de Eustass, la segunda, el guiño cómplice que el moreno mayor le dedicó a Kidd volviendo a hacer que su mente derivase a lugares oscuros y obscenas situaciones en una cama.

 

Y la tercera fue ver cómo por fin Eustass metía su enorme erección dentro del otro con una fuerte embestida que saco un grito ahogado en placer del moreno claramente n llevando a un orgasmo.

 

El grito retumbó por la habitación ahora ocupada únicamente por dos personas de repente inmóvil. Kidd cayó de rodillas en el suelo con una evidente erección ahora en sus pantalones. La cara que había puesto el moreno...si tan solo pudiese hacérsela poner a Law alguna vez se consideraría el hombre más feliz de la tierra.

 

De repente el moreno a su lado se giró y Kidd se espero una colleja en cuanto se diese cuenta de su erección y el estado en el que estaba tras la última escena. Pero la colleja no llegaba y al final alzó la cabeza a mirar Law y lo que pasaba.

 

Y al ver la mirada famélica de Law sobre su persona y su respiración tan rápida como la suya, supo que aquella noche no dormirían hasta bien entrada la madrugada.

.

.

.

El enorme barco se balanceaba sobre el agua en suave vaivén que costaba percibir desde el interior pero que a michos hacían marearse. Doflamingo suspiro completamente satisfecho de estar de nuevo en alta mar, con el sol del atardecer bañando el mundo de un rojo brillante y con la cálida brisa del sur revolviéndole el pelo.

 

Solo quedaba un día para que el extraño bucle del tiempo desapareciese y cada una de sus tres versiones volviese a su respectivo tiempo. Solo un día más. Además, ahora, con la calma rodeándoles, la suave brisa soplando agradablemente, y con tan poco tiempo por delante, era imposible que pasase nada que pudiese suponer un problema.

 

Suspirando de nuevo se reclinó en la hamaca en la que estaba con una enorme sonrisa en la cara y una piña colada en la mano.

 

Y fue entonces cuando oyó el ligero susurro de alguien arrastrando los pies lentamente por el suelo a sus espaldas mientras maldecía por lo bajo.

 

—Le voy a matar...le voy a destruir hasta que suplique por su muerte...Law es mío, como se atreve a...—

 

Doflamingo cerró los ojos cansado de todo aquel cuento estúpido. Girándose aburrido encaro a su versión adolescente que, cubierta de vendas, intentaba arrastrarse hasta donde estaba el en la hamaca. El menor se había despertado aquella misma mañana después de estar un día entero inconsciente y, desde el primer momento, había estado maldiciendo al pelirrojo.

 

El rubio mayor observó cómo el joven se arrastraba hasta donde estaba él con movimientos cortos y bruscos que dejaban ver lo mal que estaba físicamente. Doflamingo pensó en levantarse y ayudarle pero desechó la idea en un momento. ¿Por qué debería ayudar a alguien así, a alguien que no le había importado torturar y masacrar a la mejor persona que nunca había conocido? No, era mejor que el otro se arrastrarse como el gusano que era.

 

Por fin el menor se desplomó en la silla a su lado con un gruñido molesto y dolorido. Doflamingo siguió mirando el atardecer mientras le ignoraba y se regodeaba en los jadeos de esfuerzo del otro.

 

—¿Porque no me ayudaste?—pregunto el menor mirándole con odio manteniendo la primera conversación desde hacía días—juntos podíamos haber ganado, ahora tendríamos a Law aquí, sería nuestro como debe de ser—empezó el otro a gritarle.

 

Doflamingo cerró los ojos cansado. Le entendía perfectamente, entendía la tentación que suponía volver a tener el suave cuerpo del moreno bajo suyo en una cama, verle jadear de placer con aquella mirada grisácea plagada de necesidad...pero estaba mal. Law había elegido a Eustass Kidd como la persona con la que quería compartir su vida. Él no tenía ningún derecho a meterse entre ellos.

 

—Se arrepentirá por haberme desobedecido y haberme hecho esto—siguió despotricando el otro ahora contra Law— cuando mañana vuelva a mi tiempo le enseñaré a comportarse y a respetarme, cuando acabe con él estará suplicando por que le folle...—

 

Doflamingo sintió su sangre helarse ante aquellas palabras. Es cierto, cuando volviesen a sus respectivas épocas estarían solos, y Doflamingo no podría proteger a Law de la furia que latía en la mirada de Donquixote. Volvería repetirse lo mismo, Donquixote volvería a someter a Law, Law le odiaría sin remedio y sus caminos se separarían para nunca volver a la misma dirección.

 

Volvería a perder a Law.

 

La rabia le inundó, pero no sólo dirigida hacia el adolescente, sino hacia sí mismo y el mundo en general. A él también le había avisado su versión adulta que no tocase a Law cuando aún era un adolescente. Y él lo había ignorado totalmente como ahora lo ignorará el chico que tenía delante. El destino de una persona no se podía cambiar por mucho que lo intentase. Y él estaba destinado a soportar el odio de Law.

 

Pero eso no quitaba el hecho de que aun quisiera vengarse por ello y masacrar a su versión joven por no entenderle. Levantándose de la silla se acercó al otro que desparramado sobre la silla seguía maldiciendo sin darse cuenta de lo que estaba a punto de perder.

 

—No le vas a tocar un pelo—ordenó cruzándose de brazos delante del menor.

 

El otro le miró con odio.

 

—Si que lo voy a hacer, y le voy a hacer suplicar y pedir perdón por todo esto— dijo señalándose las vendas—él pagara en lugar del pelirrojo—

 

Si, Doflamingo se acordaba de Law suplicando su perdón mientras lloraba con su pequeño cuerpo temblando debajo de él. Recordaba a Law gritando por los castigos que él le había puesto por algo que todavía no había siquiera pasado, recordaba su mirada confusa y asustada mientras aguantaba cada cosa que le había hecho.

 

Apretó los puños frustrado sabiendo que por mucho que gritase no serviría para nada, porque lo que pasaría no se podía evitar.

 

—No, no le vas a tocar—siseo fulminando a su versión adolescente que de repente sonreía macabramente entre las vendas que le cubrían la mandíbula rota.

 

—¿Y qué vas a hacer para impedirlo? En mi época tú no existes— río el otro de repente encantado con aquel nuevo pensamiento.

 

Riéndose de él sin darse cuenta de lo que les iba a hacer.

 

El puño de Doflamingo se estrelló entonces contra la cara del otro de forma inconsciente, como si el universo le hubiese pegado por él. El otro salió volando al instante por la fuerza del golpe hasta que se estrelló contra la pared más cercana.

 

Y no se volvió a mover. Doflamingo se dio cuenta de que estaba inconsciente.

 

De nuevo, igual de cansado que como si hubiese corrido una maratón, se sentó en la hamaca ignorando al otro. La piña colada se había caído al suelo regándolo todo de pegajoso líquido blanco, el sol se había ocultado sumiéndolo todo en la oscuridad mientras las estrellas comenzaban a salir.

 

Doflamingo se pasó una mano por la cara sintiendo sus ojos humedecerse de frustración. Pero no iba a llorar, había perdido aquel derecho hacía mucho tiempo, cuando sus manos se habían llenado por primera vez de sangre inocente. Se merecía lo que le estaba pasando y lo sabía, era su penitencia por todos los crímenes que había cometido de joven.

 

Si haces cosas malas te pasaran cosas malas.

 

Las palabras de su hermano retumbaron en su cabeza. Su hermano siempre había tenido razón y Doflamingo sabía que aquella norma nunca podía romperse.

 

Y su destino tampoco.

.

.

.

—¿Ya es la hora?—preguntó un hombre moreno de ojos grises mientras sujetaba entre sus brazos a un niño dormido por lo tarde de la hora

 

El otro moreno, parado enfrente suyo rodeado por los brazos de un pelirrojo sonriente, asintió a su pregunta.

 

—Si, debía ser a esta hora más o menos cuando aparecisteis—respondió mientras se reclinaba contra el pecho de Kidd.

 

Los otros dos hombres enfrente de él asintieron. Estaban los seis parados en la cubierta del barco de Kidd. La noche oscura y el clima frío mientras esperaban a que toda aquella aventura llegase a su fin. Los siete días ya habían pasado, y aunque al principio las cosas no había ido muy bien, los últimos días los habían aprovechado al máximo tras reconciliarse mutuamente entre ellos.

 

Prácticamente habían pasado la última mitad de la semana metidos en una cama sin dignarse a salir a menos que fuese totalmente necesario. Las bromas entre la pareja mayor y la joven no habían cesado en ningún momento y aunque no hubiesen llegado a hacer el prometido cuarteto, prácticamente se había follado unos delante de otros con las consecuencias previsibles.

 

Law nunca se hubiese podido imaginar las caras que ponían Trafalgar y el mismo cuando Eustass y Kidd les follaban. Nunca había visto tampoco a Kidd tan rojo ante las insinuaciones de Trafalgar ni a Eustass tan posesivo que prácticamente parecía ser capaz de encadenarle a la cama.

 

Aquellos últimos días Law se lo había pasado en grande y prácticamente podía afirmar que era la persona más feliz del mundo. Cosa que también se podría decir de los otros cuatro. La mirada de Trafalgar se iluminaba y perdía todo aquel aire oscuro y peligroso cuando miraba a Eustass. Kidd parecía incapaz de quitarle las manos de encima Law como en aquel momento en que le abrazaba por detrás mientras frotaba su mejilla contra su sien cariñosamente. Y Eustass... ¿había dicho ya lo de encadenar a Trafalgar a la cama?

 

Pero aquello tenía que acabar, por muy bonitas que hubiesen sido las vacaciones, tenían que volver a sus respectivos mundos y volver a pelear por sus ideales.

 

Tenían que volver a la normalidad.

 

Así que, en las últimas horas de aquella aventura y después de haberse despedido de todos y de haber consolado a Bepo que se negaba a separarse de Law-chan, los cuatro se subieron a la cubierta del barco en un momento de silencio y con los niños ya dormidos en los brazos de los adultos.

 

—Entonces es el adiós—dijo Kidd a la espalda de Law con un aire serio y triste.

 

—¿Quieres un beso de despedida?—le preguntó rápidamente Trafalgar guiñándole un ojo en una clara insinuación.

 

Kidd como siempre enrojeció sin ser capaz de aguantar los comentarios del moreno adulto. Y es que el pelirrojo no sabía cómo tratarle desde que se habían reconciliado. Como hombre más mayor y maduro intentaba respetarle y tratarle con deferencia, pero cuando soltaba esos comentarios totalmente malinterpretables, simplemente su mente se quedaba en blanco y lo único de lo que era capaz era de boquear como un estúpido pez. Law entre sus brazos, sin embargo no dudo en responder por él como siempre hacía, apoyándole y ayudándole cuando él no podía.

 

—Acércate a él y te mato—respondió amigablemente su versión adulta.

 

—Yo si quiero un beso—siguió con el tema Eustass mirando a Law fijamente...y recibiendo un fuerte codazo en las costillas por parte de un cabreado Trafalgar.

 

Llevaban así desde el primer día, se acordó Law con cariño mientras miraba como los otros tres discutían. Bromeando, metiéndose unos con otros, y aliviando la tensión que hasta entonces había estado entre ellos, comportándose por primera vez como una especie de familia sobreprotectora y posesiva.

 

—Bueno, bromas aparte—dijo de repente Trafalgar—quiero que os cuidéis y que confiéis el uno en el otro, no os peleéis por estupideces—

 

—Sí, intentad que no os pase lo mismo que a nosotros—dijo Eustass mirándoles fijamente con una seriedad inquietante pero una sonrisa en su cara. No les habían explicado lo que había pasado, pero los dos jóvenes se hacían una ligera idea — y Kidd, cuida de Law o volveré para arrancarte yo mismo el brazo—añadió el mayor.

 

Los otros dos asintieron rápidamente ante aquellas palabras, ligeramente aterrorizados por el tono asesino, mientras un divertido Trafalgar le daba un beso cariñoso a Eustass en los labios sin pudor alguno.

 

—Vosotros también—les respondió entonces Law sin querer ser el único al que sermoneaban.

 

—No os peleéis— le siguió Kidd con voz aburrida—el mundo acabaría hecho pedazos si eso pasase y yo sigo queriendo encontrar el One Piece—

 

—Y controla tu temperamento—le dijo Law a Trafalgar mirándole seriamente.

 

—Y come tres comidas y duerme ocho horas al día—continuo Kidd vengándose de Trafalgar con una sonrisa en su cara.

 

—Y no aterrorices a la marina—le pidió Law a Eustass.

 

—Y escucha a Killer cuando te eche la bronca—

 

Los adultos les miraron con una ceja alzada ligeramente humillados por semejante despliegue de sugerencias. Como incrédulos de que sus versiones en miniatura les estuviesen dando semejantes consejos, como si fuesen ellos los adultos o una madre preocupada. Los adultos al instante fueron a protestar, a ponerles en su lugar entre bromas y risas como siempre hacían, pero algo cambio en el aire y todos se callaron solemnes.

 

Era la hora.

 

—Kidd, recuerda lo que te dije—dijo Eustass en una muda advertencia antes de marcharse del lugar para siempre.

 

—El que, ¿lo del lubricante o lo otro?—dijo burlonamente mirando fijamente a Trafalgar en una broma íntima que pocos conocían.

 

Y esta vez fue el turno de Trafalgar de enrojecer. No podía creer que Eustass se lo hubiese contado. Golpeando al pelirrojo que reía divertido a su lado totalmente orgulloso de su versión adolescente, se volvió a los dos jóvenes abrazados en medio de la cubierta mientras el mundo se distorsionaban a su alrededor.

 

—Cuidaros—susurro Trafalgar con una sonrisa plagada de cariño en un último consejo mientras una luz les inundaba y desaparecían de este mundo dejando a los dos jóvenes solos.

 

Yéndose igual de rápido que habían aparecido.

 

El aire frio volvió a soplar revolviendo el agua del mar, las burbujas a su alrededor exploraban en una agradable música y el mundo siguió su curso como si nada hubiese nunca pasado y alterado su superficie. Como si lo que le había pasado a ellos dos no hubiese significado nada en la gran marea de gente que era la humanidad.

 

Las manos de Law acariciaron los brazos de Kidd que le rodeaban posesivamente la cintura apretándole contra su pecho en un intento de darle calor. Ambos en un silencio solemne pero feliz. Más feliz que nunca. Po que ambos sabían que por mucho que sufrieran o por muchas cosas que pasasen, todo acabaría bien y ellos estarían juntos aunque el orgulloso universo se derrumbase.

 

—Cuidaros vosotros también— susurro Law al aire de la noche plagado de enormes estrellas.

 

FIN

Notas finales:

Pues ya esta señores, si hay alguna duda como siempre pregunten, el final me ha quedao un poco empalagoso pero que se le va a hacer, es el final XD

En fin, espero que os haya gustado la historia, lamentablemente, debido a mi falta de tiempo, no creo que publique nada mas hasta halloween, asique tendreis que esperar un tiempo para leer algun fic nuevo U_U

Como siempre gracias poer leer guapos, y a los que dejais reviews os quiero un montos cielos mios.

Un beso muy fuerte a todos.

Chao


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