- ¡Era una encerrona! - exclamó mientras veía que se disponía a disparar.
Sintió cómo el tiempo se ralentizaba mientras daba un volantazo en un desesperado intento de evadir el impacto. Consiguió que no les diera de pleno, pero el vehículo comenzó a dar vueltas de campana, hasta que chocó contra otros que estaban aparcados en la calle.
Steve comenzó a recuperarse lentamente del accidente. Se había golpeado en la frente y el hombro, pero no era nada grave. Cerró un ojo porque sentía que el hilillo de sangre que caía se le metía dentro y le molestaba. Se preocupó por el resto de inquilinos. Observó el vehículo, que había aguantado bastante bien, lo cual no excluía el hecho de que alguien hubiera tenido mala suerte y se hubiera roto algo. Se preocupó especialmente por los más vulnerables, que eran María, Clint, Natasha y Tony. Al incorporarse un poco, vio cómo era Thor quien lo estaba zarandeando para que volviera en sí. Escuchaba solo un murmullo, ya que la explosión le había afectado a los oídos, pero poco a poco volvió a la normalidad.
- Estoy bien - dijo finalmente para tranquilizarlo.
Se fijó en que Loki no estaba. María había salido del vehículo y estaba con la pistola desenfundada escondida tras él, bastante alterada. Clint ayudaba a Natasha a salir. Parecía que ambos estaban bien. Todos habían recibido algún golpe y estaban doloridos, pero no era nada de urgencia.
- Creo que será mejor que vayas a buscar al desaparecido. Yo me encargo de ponerlos a salvo - comentó al asgardiano mientras se giraba y se ponía bastante nervioso, al ver que Tony no reaccionaba.
Bruce se había golpeado la cabeza en la zona de la nuca y se encontraba agazapado contra la puerta, intentando controlarse mientras apretaba fuertemente la herida que no paraba de sangrar. Steve zarandeó al ingeniero, viendo como poco a poco se despertaba.
- Tranquilo, Banner. Todos nos encontramos bien.
El físico se volteó, dejándose caer en el asiento. Respiraba fuertemente mientras se agarraba la camisa. Observó a Tony, aún con una expresión de preocupación, y encaró al capitán bastante serio.
- Que se ponga el traje - ordenó, ya con la voz algo cambiada.
Steve vio cómo Bruce salía del vehículo bastante cabreado y decidió sacar a Tony. Visionó el panorama. Los vehículos que les habían estado persiguiendo acababan de aparcar y estaban saliendo unos cuantos individuos con trajes de combate.
- Esto no pinta bien... - pensó el rubio al advertir que venían más coches detrás.
Se preocupó bastante al darse cuenta de que les superaban numéricamente con creces, y tras llevar a Tony a la cara segura del vehículo, le habló bastante serio.
- Pon en funcionamiento ese trasto, ¡ya!
- Ya voy, ya voy - comentó mientras intentaba aguantar el dolor del golpe que había recibido en la espalda.
Encendió la pulsera e intentó activar la armadura, pero le salió un código de error.
- ¿Jarvis?
- El Sistema ha sido invadido. Ordenador inoperativo hasta la recuperación. Buonnanotte.
- ¿¡QUÉ!?
El capitán agachó la cabeza en cuanto escuchó la exclamación del genio.
- ¿Qué ocurre Stark?
- Han intentado acceder a mi sistema. ¿Pero cómo es posible? - se llevó la mano a la frente, bastante incrédulo. - Eso requiere una habilidad asombrosa... - dirigió la mirada al rubio, que lo miraba preocupado. - Jarvis ha bloqueado cualquier interacción. Hasta que no se recupere y considere que es seguro, no puedo contactar con él. Puede llevar unos cuantos minutos.
Steve suspiró, bastante agobiado.
- Entonces será mejor que te mantengas al margen de mientras. Yo seré tu escudo ahora que eres vulnerable. No me separaré demasiado.
- De acuerdo... - aceptó el castaño, no demasiado contento de ser un completo inútil en ese momento. - Pero ten cuidado... - volvió a mirar su pulsera - Vienen preparados...
Natasha y Clint no se habían separado demasiado del vehículo, al igual que María, y los tres se encontraban detrás de otro coche analizando la situación antes de que todo el mundo empezara a dar tiros.
- Son unos cuantos, pero nos hemos enfrentado a situaciones peores - comentó la pelirroja.
- Estos al menos son sólo un puñado de humanos armados... no parecen llevar explosivos... - murmuró María. De pronto volvió a aparecer el helicóptero. - Creo que eso va a ser el mayor problema...
- Yo me encargo - explicó Clint, mientras agarraba una de sus flechas explosivas.
- No falles - advirtió Natasha, observando nerviosa cómo en cualquier momento podría lanzar otro misil.
- Yo nunca fallo - comentó el arquero mientras sonreía.
Apuntó y realizó un sorprendente tiro, impactando de lleno en la zona donde se encontraba el motor. Se activó la granada que llevaba incorporada y los tres disfrutaron de la escena cuando el transporte se tambaleó con la explosión y comenzó a descender dando vueltas. Se encontraba aún bastante lejos así que la explosión que sufrió al impactar contra el suelo no afectó a nadie.
- Un problema menos - exclamó Clint.
- Y parece que nuestra mayor arma ya se encuentra disponible - comentó la pelirroja al ver cómo Bruce se acercaba a los vehículos mientras se transformaba.
Los soldados dejaron de avanzar al verlo, asustados, y uno de ellos hizo un gesto a los de atrás. Éstos cambiaron de arma y empezaron a dispararle una especie de dardos. Hulk esquivó algunos, pero aún así le impactaron unos cuantos.
- ¿Intentan dormirlo? - preguntó María con un tono escéptico.
- A lo mejor ni nos hace falta intervenir - comentó el castaño mientras descendía el arco.
La gran mole mandó a volar a un par de soldados que se le acercaron. No sabían qué le habían inyectado pero no parecía hacer efecto, así que no importaba. Los enemigos comenzaron a reagruparse, intentando esquivar a Hulk, para llegar hasta el resto de contrincantes. Natasha se abalanzó sobre uno de ellos para desarmarlo, mientras Clint y María disparaban al resto desde atrás. Parecía que no tenían problemas para contenerlos, aunque la pelirroja advirtió que estaban bien entrenados.
- Menos mal que tenemos a Banner - pensó mientras esquivaba los golpes a duras penas.
Noqueó a otro soldado y de pronto advirtió que su compañero verde comenzaba a gritar y a agarrarse la cabeza. Retrocedió hasta juntarse con los otros dos, mientras tanto ellos como sus atacantes observaban la escena. El gigante cayó al suelo de rodillas mientras parecía retorcerse de dolor, y comenzó a volver a ser Bruce.
- ¿Qué demonios le han dado? - se preguntó a sí misma María, mientras los tres comenzaban a ponerse realmente nerviosos.
- No lo sé, pero tenemos que sacarlo de ahí - comentó la pelirroja.
Aprovechando la falta de atención de los soldados, consiguieron noquear a los que les estorbaban en el camino y Natasha cogió al físico colocando un brazo sobre su hombro.
- ¡Vamos, Bruce! ¡Tenemos que salir de aquí!
Contempló cómo estaba medio transformado. Conservaba la forma humana, pero tenía la mitad superior de su cuerpo de color verde y apretaba unos grandes dientes bajo una expresión de total sufrimiento. No sabía qué le pasaba, pero sentía pinchazos de dolor por todo su cuerpo que aumentaban cuando intentaba transformarse, lo cual le hacía perder más el control y por consiguiente sentía más dolor. Era insoportable, y no podía tranquilizarse.
Salieron acorriendo de allí y lo llevó hacia donde estaba Tony, mientras María y Clint les cubrían.
- ¡Bruce! - el ingeniero se preocupó horrores al verlo en ese estado. - ¿Qué ha pasado? - preguntó a la pelirroja bastante nervioso.
- Le han dado algo, aunque no sabemos qué. No creo que su vida corra peligro por ello, pero lo han dejado fuera de combate.
- Yo me ocupo de él... - murmuró bastante serio.
- Bien - la espía dirigió la mirada a Steve. - Vamos a tener que ponernos más agresivos, capitán.
- Eso está hecho.
Ambos se adelantaron un poco para intentar intimidar a los soldados. Aún así, a Steve le preocupaba la seguridad de los otros dos, así que intentó mantenerse más cerca de ellos.
El ingeniero intentó acercarse a Bruce, que se encontraba hecho un ovillo, retorciéndose por el dolor. Se agarró los hombros fuertemente, comenzando a desgarrarse la piel con las uñas.
- Bruce...
Lo intentó llamar mientras se acercaba con cautela. Le agarró una de las manos, que aún tenían ese tono verde y era más grande que las suyas. La levantó lentamente, sintiendo cómo le daban espasmos. Siguió acercándose poco a poco, bastante nervioso. Al final consiguió ver su rostro. Estaba salivando con la boca abierta, mientras sus ojos reflejaban desesperación y se bañaba en una expresión de dolor e incertidumbre. Tenues lágrimas caían de esos cálidos ojos oscuros. Tony sintió una fuerte opresión en el pecho al verlo en tan lamentable estado.
- Bruce, tranquilo...
Intentó acercarse más, pero de pronto el físico se tensó, nervioso.
- ¡No! ¡Aléjate de mí!
Le dio un empujón que lo mandó como dos metros hacia atrás, haciendo que se chocara contra la pared de un edificio.
- Au au au... - se quejó mientras se desplomaba al haber recibido otro golpe en la espalda.
- No... - Bruce se observó la mano con la que lo había atacado y sintió una terrible furia hacia sí mismo. Y con la furia, vino más dolor. - ¡Aarg! ...
Tony se incorporó mientras se frotaba la zona lumbar. Iba a necesitar unos cuantos masajes cuando salieran de aquella. Volvió a acercarse a Bruce. No pensaba parar hasta que se tranquilizara.
- Oye, amigo... Estoy bien, no pasa nada.
Comenzó a acariciarle el pelo.
- ... Vete...
El millonario sintió que poco a poco dejaba de temblar y se relajaba minimamente.
- No. Voy a quedarme hasta que estés bien.
El físico dejó de hacerse un ovillo y encaró a su compañero, con la misma expresión de antes.
- Pero... no quiero... hacerte daño... - explicó entre sollozos, con una voz tan dulce que Tony sintió que se le calentaba el pecho.
Se acercó a él y lo abrazó. En un primer instante, Bruce se tranquilizó, pero volvió a estremecerse de nuevo y lo apartó de él agarrándolo por los hombros.
- No... Es peligroso... - sintió otra fuerte oleada de dolor - ¡Aah! - comenzó a respirar profundamente. - Yo soy peligroso... - comentó mirando completamente serio a Tony.
El ingeniero sintió cómo su corazón comenzaba a latir fuertemente. Le parecía imposible que alguien tan amable y bueno como él pudiera hacerle daño intencionadamente. Volvió a mirar esos llorosos ojos llenos de incertidumbre.
- Aléjate de mi... - volvió a insistir.
- Sé que no me harías daño, Bruce. Y pase lo que pase, no me voy a alejar de ti... - colocó las manos sobre sus mejillas mientras le dedicaba una cálida sonrisa.
Acercó su rostro y le arrebató un cariñoso beso, sintiendo cómo los carnosos labios temblaban dulcemente. El físico notó que su cuerpo se quedaba sin fuerzas y el insoportable dolor que sentía era reemplazado por una sensación de calidez. De pronto se notó muy cansado. Al separar sus labios, Tony volvió a abrazarlo, con fuerza, mientras sentía que su corazón iba a mil por hora.
- Eres alguien demasiado importante para mí como para permitirme alejarme - susurró a su oído, de la forma más dulce que pudo.
Le besó la mejilla y notó que se había relajado completamente. De pronto, advirtió que ese cuerpo que sostenía empezaba a pesar más.
- ¿Bruce?
Lo dejó lentamente apoyado en el coche, mientras comprobaba que se estaba quedando profundamente dormido.
- Ha debido ser una sensación realmente desagradable, por cómo se veía... - comprobó que efectivamente sólo dormía y depositó un beso sobre su frente. Se levantó con cautela para ver qué ocurría ahí delante - Al final voy a tener que ser yo quien te cuide, grandullón.
Steve se giró un momento, y vio a Tony agachado tras el vehículo, haciéndole un gesto de aprobación con su mano. Intuyó que eso significaba que Bruce estaba bien. Siguió enfrentándose a los soldados que iban a por él. Al final se había separado bastante de los otros tres agentes, y aguantaba a duras penas. Empezaba a estar algo cansado.
- Estos tíos son duros... - meditó mientras respiraba fuertemente.
Los soldados empezaban a impacientarse, y decidieron reorganizarse para derribarlo de una vez. Mandaron a un señuelo, armado, para captar la atención del rubio, mientras otro intentaba retirarle la pistola que llevaba. A continuación, fueron otros dos, que derribó fácilmente con el escudo. Se protegió de los disparos de un quinto, mientras algunos de los otros cuatro se recuperaba y le disparaba a traición en una pierna cuando no le estaba encarando. Steve sintió el disparo, que le hizo tambalearse por el dolor, pero rápidamente cogió su escudo y se lo estampó a esa rata traicionera. Alguno más intentó levantarse, pero le arremetió con un buen golpe, dejándolo inconsciente. En cuanto vio que era zona segura, cogió una de las armas que había en el suelo y se sentó en una moto que estaba aparcada cerca para inspeccionarse la pierna. No parecía haber alcanzado ningún vaso ni nervio pero dolía horrores. Además de ello, tenía el cuerpo bastante entumecido por varios golpes que había recibido. En ese momento deseó fervientemente llevar consigo su traje, aunque al menos tenía el escudo. Respiró profundamente, ya que se acercaban más soldados a él, animados al ver que se encontraba algo abatido.
- ¿Es que no se acaban nunca?