La lluvia continuaba cayendo lentamente, los árboles goteaban y el suelo estaba empapado, todo el mundo caminaba debajo de un paraguas o no habían salido pero todos los que estaban en el parque acabaron corriendo por todos lados.
Junhong no se separó de mí a pesar del agua que le mojaba, se quedó debajo de mí, acariciando mi pelo y besándome, no sentía la humedad porque su tacto me daba calor. Mi pelo, totalmente empapado, comenzó a gotear y mojó la cara del menor, entonces sus labios dejaron los míos y su risa acarició mis oídos, sacudió el agua de mi pelo con su mano y se mojó aún más.
-Hyung, creo que deberíamos irnos antes de que enfermemos por el frio
-Bueno, así te vería más por el hospital-sonreí
-Que considerado
Me levanté de encima y luego tiré de él para que se pusiera de pie, Junhong no paraba de sonreír y realmente estaba adorable con las gotas de lluvia cayendo de su pelo y haciendo puenting en sus pestañas (pestañing), nuestras manos se entrelazaron y sin prisa alguna comenzamos a caminar hasta mi coche, que solo estaba dos calles más abajo, la lluvia no era molesta al igual que el frio tampoco lo era, parecía como si nuestras “fibras sensoriales” se hubieran desconectado y nada del exterior nos afectara, solo sentíamos el calor que corría por la unión de nuestras manos. Saqué las llaves del coche y me apresuré a abrirle la puerta del copiloto a Junhong, él me miró de forma acusadora o como si el gesto fuera pedante, más bien, sus ojos me gritaban “no soy una señorita, deja de abrirme la puerta del coche” pero estoy seguro de que jamás perderé la costumbre.
-Es de buen amigo es ser agradecido-susurré en respuesta a su mirada (dicho tradicional español modificado)
-Es de buen amante el no ser un pedante-sonrió (dicho inventado)
La risa brotó de mí como el agua de las Cataratas del Niagara, fue algo inevitable, crucé por delante del coche y me puse al mando, encendí la calefacción para que no pasáramos frío y comenzáramos a secarnos, el camino a casa fue algo largo porque teníamos que volver desde el centro hasta nuestro pequeño modesto barrio alejado de la mano de Dios, vamos, marginado. Junhong se durmió en su asiente, recogió sus piernas y las abrazo imitando la posición fetal de un niño cuando duerme en su cama pero siempre estaba vigilante de no pisar la tela, hasta que le obligué a quitarse los zapatos y se quedó frito del todo sin preocupación alguna, sus labios estaban ligeramente partidos mostrando el borde de sus alineados blancos dientes, la ventana del coche sostenía su cabeza mostrándome todo su joven y bello rostro, mi mente no pudo mantenerse en silencio y ante esa imagen volvió a recordarme lo joven que era y lo mal que estaba aquello, ¿por qué demonios tenía que parecer un bebé súper adorable mientras dormía?
Llegamos a mi casa e intenté aparcar sin hacer mucho ruido, entonces sentí como un flash y a mi mente vino el día en que intentaron violarle, es jodido que tenga que parecerse a eso ¿no?, caminé por delante del coche ensimismado y abrí su puerta, Junhong estaba profundamente dormido así que decidí cogerlo en brazos, el pequeño se removió un poco y cuando ya estaba en mi regazo comenzó a frotar su nariz contra mi pecho como si fuera un gato y tuve que aguantarme la risa. Fui hasta la puerta y me paralicé al pensar en cómo cojones pensaba abrir la puerta pero justo en ese mismo instante noté una mano que se deslizaba por mi espalda hasta el bolsillo trasero de mi pantalón y cogía las llaves de casa, Junhong abrió la puerta y la empujó para mí, con un amplia y dulce sonrisa me miró mientras entrabamos.
-Tal y como la última vez-rió- Parece ser que jamás entraré a pie dentro de tu casa
-Si fuera tal y como la última vez….acabarías en mi cama
-¿Te has dado cuenta de lo mal que ha sonado?
-Pero es la verdad-sonreí
-Me encanta tu sonrisa, que sea tan grande y brillante, incluso me gusta el hecho de que se vean tus encías…por muy extraño que eso suene
Boom Boom Boom Boom Boom
Ahí estaba mi corazón alterándose por el comentario.
-Hyung, tu corazón…
-Cállate
-Aún no has subido las escaleras-sonrió como si acabará de averiguar la respuesta del problema más difícil del mundo-¿no será por lo que dije?
-Cállate
-¡Bingo, lo he adivinado! El corazón de mi hyung se alteró porque le dije un comentario bonito
-¡Junhong, en serio, cállate, lo estás empeorando!
-Me gusta escuchar el latir de tu corazón
-Junhong-suspiré derrotado porque era demasiado tierno
-No pasa nado por tener sentimientos, pero no se lo digas a nadie porque es un secreto-sonrió
No pude evitar reír ante su comentario y en la risa tanto se aflojaron mis brazos que Junhong casi se cae pero lo único que hizo fue empezar a reírse el también, así que la imagen era yo descojonándome vivo y él sentado en las escaleras meándose con nuestras risas retumbando por todo el edificio. Noté como su mano rodeaba mi muñeca y tiraba de mí, caí sobre él y quedé medio sentado sobre sus piernas y casi tumbado a lo largo de las escaleras, su nariz acarició mi mandíbula y mi respiración se cortó, sentí sus caricias sobre mi pecho y me estremecí, entonces sus labios rozaron los míos muy ligeramente, casi fue imperceptible, pero mi corazón dio un vuelco.
-Hyung aún quedan cinco pisos-sonrió con dulzura- Vas a necesitar muchas fuerzas y motivación….cuando lleguemos al quinto te doy un beso
-¿Y qué te hace pensar que quiero un beso tuyo?
Su sonrisa se amplió y pasó a mostrar un sentimiento que solo puedo resumir con la frase “Oh, que cuqui que eres, intentando hacerte el duro pero sé que lo quieres”, se inclinó y presionó ligeramente su boca con la mía, su sabor era tan dulce, pero a los cinco segundos se separó sonriendo con satisfacción y suficiencia. De un solo impulso me levanté y de un tirón volví a tenerlo en mis brazos, subí las escaleras como si no llevará peso ninguno y sin mirarle porque no creo que pudiera seguir manteniéndome fuerte si lo hiciera, en diez minutos conseguimos llegar a mi piso y me aplaudió como si fuera un niño que acaba de sacar un sobresaliente, le dejé de pie sobre el suelo y respiré profundamente un par de veces, Junhong jugaba con las llaves mientras caminaba a la puerta y comenzó a buscar la que abría.
-Hyung, cual es…
Su frase quedó a medias cuando le estampé contra la puerta, Junhong me miró sorprendido y confuso a la vez, puse mis manos al lado de su cabeza y sus ojos crecieron, por fin me atreví a mirarle a la cara y lo único que vi fue una gran sonrisa.
-¿Cómo puede ser que me entrompes con una pared y me acorrales así de brusco para luego mirarme con cara de cachorrito amoroso?
-Porque soy así
Sentí sus manos acariciando mi cuello y mis orejas, dibujando círculos y queriendo provocarme escalofríos, tiró de mí y nuestras frentes se unieron, respiró contra mi boca y me sentí arder, sus labios se unieron a los míos en un pequeño roce que no tardó en profundizar, eran suaves y blanditos, ligeramente húmedos y con un dulce sabor, sus dedos continuaban paseándose por mi cuello sin dirección o recorrido alguno, con una ligera presión me separó de él y solo entonces me acordé de aquello que llamamos respiración, mis labios se separaron buscando completar el aire que mi nariz tomaba, entonces noté como su dedo pulgar se posaba sobre mi labio inferior, con la uña arañaba mis dientes y mi lengua acarició la yema de su dedo, su mano izquierda que se encontraba hundida en mi pelo tiró de mí y volvió a acercarme a él, su dedo impidió que mis labios se cerraron y entonces sentí la punta de su lengua perfilar la comisura de mis labios antes de hundirse dentro de mi boca, sentí como acariciaba la mía y como retiraba su dedo pero me negué a abrir los ojos, se acercó completamente a mí y me ofreció el mejor beso francés que me han dado en la vida.
*****
Sentí un ligero movimiento a mi lado y en poco tiempo una nariz haciéndome cosquillas, me giré y envolví a Junhong con mis brazos, busqué a ciegas las sábanas con la mano y nos cubrí para guardar mejor el calor, acaricié su espalda y noté su sonrisa contra mi pecho junto con su cálido aliento, sus brazos me rodearon y apretaron con dulzura.
Y allí, con él en mis brazos, mi vida dio un cambio inesperado…no era lo que yo había pensado