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Until you fall por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

¡Hello! Este sin duda es uno de los capítulos más largos que escribí. Espero que lo disfruten, tiene un montón de un montón de cosas.

¡Saludos!

-Buenos días- saludó alegremente el menor de los Kaiba cuando entró con pasos apresurados dentro del comedor. Una sonrisa radiante se extendía por su rostro, con un saco al hombro se dirigió a la mesa donde estaba su hermano mayor desayunando y se sentó desinflando la silla.

Kaiba dirigió su mirada a Mokuba que esperaba pacientemente su desayuno, tomó la taza de café y le dio un sorbo para luego dejarla. Últimamente su hermano parecía más feliz que otros días, quizás las cosas en la universidad marchaban sobre ruedas, le gustaba la idea de que tenga éxito. Había elegido una carrera que no era para a lo que él había aspirado, la universidad que había escogido era de Arte y su hermano aspiraba a convertirse en un actor. No pudo hacer nada por hacerlo cambiar de opinión, cuando estaba en la secundaria se acercó a él y tenaz le dijo: “Voy a ser un actor”. Él había estudiado en la universidad gemela y mucho más avanzado que la mayoría tenía ya dos doctorados en materia económica. Sonrió de forma arrogante al descubrir que siempre que tenía oportunidad hacía gala de su intelecto, sobre todo en la reuniones, después de todo era superior en muchos aspectos a muchos de los que se sentía superiores a él.

Desvió su mirada al ver que Yoko dejaba la bandeja con el desayuno frente a él. Mokuba canturreó mientras cortaba los Hotcakes y los llevaba a su boca.     

-Hoy pareces especialmente feliz ¿Ocurrió algo?- preguntó Kaiba mientras tomaba café. Mokuba simplemente le sonrió en devolución.

-Solo que descubrí unas cuantas cosas- le agradeció a la señora del servicio por el café con leche y lo comenzó a beber- Quizás muy pronto te lo diga ¿Qué haces hoy?

-Hoy tengo una reunión con una investigadora, hace poco descubrimos que hay alguien dentro de la empresa que está vendiendo  información- el menor lo miró con un claro gesto de interrogación- No quiero despedir a todos en la empresa, así que ella se encargó de la investigación.

-El gentil corazón del príncipe de hielo haciéndose notar- comentó Mokuba obteniendo una mirada apática.

-Buenos días- una voz ligeramente aguda y melodiosa canturreó en el comedor. Ambos Kaiba giraron sus cabezas para divisar la delgada figura del único rubio en la casa entrar por la puerta que daba a la cocina.

Traía consigo como siempre su desayuno, vestía una camisa ligera con una corbata roja. Sus cabellos rebeldes hicieron en algunas partes de ellos unos ligeros bucles agradables. Sus pantalones de mezclilla color caqui se ajustaban agradablemente a la cadera para deleite de la vista del mayor, definitivamente Joey era exquisito. Ya habían pasado un par de semanas desde que estaba con ellos, compartían largas sesiones de sexo desde que prácticamente se había ido a vivir allí y lo habían hecho en todos los rincones de la mansión.

No había nada de malo en esa relación, Joey no lo fastidiaba y sobre todo no lo presionaba con sentimentalismos ya que parecía que a él tampoco le interesaba mucho, solo se limitaban a tener todo el sexo que quisieran. El trato es seguir así hasta que el rubio consiguiera a alguien a quien querer y se fuera. Tragó duro cuando su mente rondó esta posibilidad pero ignoró la sensación de ahogo.

Sus pensamientos se desviaron a Joey nuevamente cuando éste se sentó en la mesa y comenzó a desayunar. Hace aproximadamente unos días Mokuba no dejó de parlotear sobre el trabajo de Joey, aparentemente, una agencia de modelaje lo había contactado ofreciéndole un puesto en su nómina. Él ya sabía que el rubio tenía calidad como modelo y eso le dio una pista para el cambio de imagen de éste, sobre todo los reflejos en su dorado cabello y la falta de vello corporal. Pero sabía que el cuerpo atlético de Joey no tenía que ver con el modelaje ya que, según Mokuba, el blondo practicaba natación en la universidad. Imaginaba que Joey iba a escalar con rapidez en el mundo del modelaje, tenía una belleza poco común y la agencia parecía ser conocida.   

Durante esos días los furtivos encuentros habían ido en aumento y Joey se presentaba frente a él, prometiéndole mil cosas durante el acto aumentando su libido cuando le susurraba en tono  seductor. Deseo que Seto cumpliera sin el más mínimo arrepentimiento.

Por lo tanto ahora cuando el rubio se presentaba frente a él, deseaba desnudarlo y despedazar sus ropas recordando con intensidad el tono y las palabras de éste.

-Buenos días, Mokuba- sonrió llevándose una tostada a la boca- ¿Dormiste bien?

-Sí, estuve jugando un rato con la consola y me quedé dormido- la mirada acusadora de Kaiba solo hizo sonreír con culpa a su hermano. El CEO simplemente levantó los hombros restándole importancia ya acostumbrado a que algunas veces lo desobedezca.

-¿Y tú, Kaiba?- los ojos de Joey decían tanto y nada a la vez, pero sabía que la pregunta tenía un doble sentido ¡Cielos! Como lo excitaba ese mocoso, esa sonrisa sugerente lo perturbaba de mil maneras- ¿Descansaste bien?

-Sí, tuve una sesión de relajación antes de acostarme- dio un pequeño respingo cuando sintió el pie de Joey rozar su intimidad y poniéndolo rápidamente duro. Le alteraba de singular manera lo descontrolado que se ponía su pulso cuando sentía el roce del rubio.

-Un hombre tan ocupado debe relajarse bastante y más de una vez al día- el melado lo observó atento por encima del borde de la taza. Su pie continuaba acariciándolo con dedicación, empujando su erección contra su muslo.

-Lo hago bastante seguido- sus piernas apretaron el pie de Joey atrapándola y elevando ligeramente su pelvis empujando su miembro contra éste.

-Me alegro, Kaiba- sonrió provocativamente lamiendo lo que tenía de café con leche en sus labios.

Súbitamente Mokuba se levantó de su asiento y con expresión de desconcierto fue directamente a Joey y lo tomó de los hombros con fuerza. La sorpresa hizo que el blondo retirara el pie con un gesto ligeramente perturbado.

-¡Feliz cumpleaños!- Mokuba abrazó los hombros del otro quien sonrió con ternura. Respondiendo con un abrazo igual de fuerte.

Esa sonrisa le retorció sus entrañas de una manera que nunca antes había experimentado.

Dejándose llevar por ese sentimiento dejó la taza en la mesa con más fuerza de lo debido haciendo que ambos muchachos giraran sus cabezas un poco sorprendidos. Sus ojos se clavaron en los chicos sintiendo un extraño e inusual calor en sus mejillas mientras relajaba su ceño fruncido. Se sentía ridículo al descubrir que se había sonrojado por ese comportamiento absurdo.

Para cortar el momento el menor de los Kaiba sonrió sacudiendo el delgado cuerpo de Joey:

-¿Vas a hacer algo?

-Ahora no pero después de las seis Hideki invitó a los chicos de la agencia a una fiesta de un conocido suyo. El sujeto le dijo que quería conocernos, tiene contactos y quiere ayudarlo- hizo una mueca- Aunque estoy seguro que solo quiere llevárselo a la cama. De todos modos quien no quería.

El comentario soltado con desinterés por Joey molestó de un modo irracional al castaño, Kaiba tenía un coeficiente elevado y fácilmente pudo deducir que esos sentimientos eran celos. Cerró los ojos y se pasó la mano por el rostro, tratando de alejar esa sensación de picor en su garganta producto de esas emociones nuevas.

<<Estás alterado, Kaiba, no necesitas esas emociones. Solo quieres retener lo que te pertenece>>

-Entonces al mediodía podríamos salir a almorzar. Yugi dijo que conocía un excelente lugar donde festejar tu cumpleaños- Mokuba se sentó nuevamente en la silla volviendo a su desayuno.

-Claro y creo que sé exactamente a donde me quieren llevar- una sonrisa zorruna se extendió por su rostro y sus ojos brillaron con picardía.

Los ojos del otro se estrecharon junto a una mueca que creció imitando a la del rubicundo.

Esos gestos de complicidad eran los propios de unos niños que pensaban en una travesura no le gustaron nada al albo azulado mayor, pero esa sensación en su estómago fue la que menos le gusto. Se sintió sorpresivamente mezquino, como si Joey y Mokuba tuvieran algo más que una amistad, su cabeza comenzó a trabajar más rápido de lo que le gustaba y nuevamente las sensaciones se arremolinaban en sus sienes listas para explotar.

-Señor. Su auto lo está esperando para partir- la voz de su conductor de confianza lo distrajo. Se levantó, metió la silla dentro de la mesa se acomodó el cuello de su camisa y se dispuso a marchar hacía el hall.

-Adiós, Mokuba- el mayor giró ligeramente su cabeza saludándolo con una sonrisa y luego cambiar el gesto al dirigirse al rubio- Wheeler.

El blondo simplemente asintió a modo de saludo y bajo sus ojos nuevamente al desayuno.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Kaiba se encontraba en una comitiva, los socios estaban sentados en la mesa con éste en el extremo, frente a una gran pizarra sobre las cuales se proyectaban diapositivas, algunos de estos habían llevado desarrolladores que mostraban sus proyectos tratando de vender sus patentes a la empresa.

Algunos de ellos eran muy buenos y otros solo eran un malgasto de su tiempo.

Ese año KaibaCorp estaba recibiendo cientos de inversores, dispuestos a apoyar económicamente para la expansión al duro mercado occidental. Algunos de sus productos habían sido publicitados en Estados Unidos y lo habían invitado para participar en un expo, había muchos interesados en su próximo lanzamiento y que realmente deseaban adquirirlos. Algunos sorprendidos por su corta edad y sus títulos universitarios, un empresario joven, muy joven para el mundo industrial.

Pero en esos momentos la empresa estaba afrontado un problemas y la mesa directiva no sabía por orden explicitas del CEO. El trató que cerraron en Estados Unidos, junto con el próximo lanzamiento y el asunto del topo le estaba provocando un fuerte dolor de cabeza.

Los planes de la empresa y los socios era lanzar un proyecto de informática sustancial para el exterior, lo que le daría a KaibaCorp poder crecer en el extranjero y el apoyo de la distribuidora Millenium. Notó que las demás empresas planeaban lanzar productos antes de su fecha de lanzamiento, lo que lo llevó a pensar que quizás alguien estaba vendiendo información a las compañías rivales.

Para poder continuar con el trabajo en el proyecto contrató a un investigador privado para examinar cada uno de sus empleados y sus contactos, después de meses de escudriñamiento, líneas pinchadas y fotografías recién en esa última semana había tenido resultados.

Una vez terminada esa reunión ésta lo llamaría para darle algunos detalles.

La investigadora era Mai Valentine, una extranjera radicada en Japón que conoció en sus días de universidad, en esos momentos estaba trabajando para un importantísimo diario pero le había encomendado una labor en privado.

La importancia de este asunto era radical, debía resolverse rápidamente y en secreto ya que la seguridad del correcto lanzamiento dependía totalmente de las palabras que le dijera. La fecha se acercaba con rapidez y todo el asunto debía estar resuelto en el plazo de un mes.

La charla terminó más pronto de lo que imaginaba, la mesa directiva se despidió de él llevándose con ellos algunos de los desarrolladores, los que más le interesaron fueron apuntados para otra fecha donde se hablaría extensamente sobre el proyecto en sí y el monto que valdría tener la patente con el sello de la empresa. Todos ellos marcharon al exterior del edificio de KaibaCorp.

 La sala de reunión quedó en completo silencio, Kaiba aun estaba sentado en la punta sobre una gran silla reclinable de cuero negro, sus ojos azules estaban clavados en el ventanal de casi el tamaño del salón que le mostraba la inmensidad de Tokio, el sonido de las bocinas de los autos se sentían apenas como un eco. Ese momento le permitía pensar en lo que vendría el resto del día.

A lo lejos observó el cartel de un muchacho rubio y le recordó a Joey, suspiró cansinamente apoyándose en una mano sobre la mesa. Recordó que ese día era el cumpleaños de éste y sonrió al rememorar los encuentros que tenía con el rubio sintiéndose súbitamente sofocado por la intensidad de las imágenes. El día anterior lo habían hecho infinidad de veces, en todas las posiciones que habían, tanto así de intensos fueron los revolcones que Joey tuvo que descansar por largas horas antes de volverse a enredarse en unas tórridas actividades que lo dejaban jadeante y deseoso de más.

Joey era ardiente y erótico, se acercaba a él lentamente seduciéndolo con el susurro de sus labios y las caricias sobre su intimidad. Según lo que Mokuba le había dicho tenía para cumplir los veintidós ese día pero sus habilidades parecían las de un acompañante de treinta ya experto en el arte de seducción. Quizás era lo que Devlin le había enseñado, lo había amoldado a su gusto y condición convirtiendo al rubio en un excelente seductor.

Había notado que Joey no era para nada un muchacho interesado, en más de una ocasión había tratado de darle dinero para pagar algunas cosas que desde luego rechazó, disfrutando por escasos momentos el rostro avergonzado del blondo.

Recostó la cabeza contra el respaldo del enorme sillón y el cuello de la camisa se elevó permitiéndole deleitarse con el perfume de Paco Rabanne obsequiado por el rubio. Sonrió ligeramente por ese día, recordando el alocado momento que habían pasado.

Joey había llegado de la universidad y lo detuvo a mitad de la escalera ofreciéndole una bolsa de regalo dentro de la cual encontró un perfume. Su jefe se había encargado de conseguirlo por él, los ojos interrogantes del CEO le hicieron aclarar que quería darle un regalo ya que continuamente éste había rechazado el dinero que trataba de entregarle en compensación por los gastos de su estadía. Kaiba sencillamente aceptó el obsequio sabiendo que Joey no iba a aceptar un no por respuesta, con un ligero gracias se marchó a su habitación y dejó la bolsa sobre el modular.

Habían pasado unos días hasta que finalmente abrió la bolsa y se sorprendió al encontrar dentro un perfume que quizás era su propio epítome. Un lingote de oro, se colocó un poco en el cuello encontrando la fragancia sublime, definidamente ahora ese era su perfume favorito. 

<<Quizás debería regalarle algo en compensación y quizás pasar otro rato alocado en agradecimiento>>- se cruzó de brazos.

El teléfono comenzó a sonar, se inclinó con un suspiro y presionó el botón azul.

-¿Si?- preguntó al intercomunicador con voz pastosa y cansada.

-Señor Kaiba, tiene una llamada de la línea nueve- comunicó su secretaria a través del altavoz.

-¿Quién es?- cuestionó imaginándose ligeramente quien era.

-La señorita Valentine señala que estaba al tanto de su llamada- comentó la chica y agregó- Dice que es importante.

-Transfiérala- un bip dio a entender que su secretaria había abierto la línea- ¿Qué tienes, Valentine?

-Al fin descubrir algo gordo pero no sería prudente decírtelo por aquí, puedes imaginar porque- la voz de la muchacha era ligeramente grave y sonaba ansiosa.

-Bien- se acomodó en el asiento y carraspeo. Observó el Rolex en su muñeca derecha y luego la sacudió con ligereza bajando su manga- ¿Tienes algo que hacer?

-Ahora estoy un poco ocupada pero a la noche no tengo mucho que hacer- la voz de Mai salió dubitativa.

-Entonces nos veremos en “Paris Je te aime*” a las ocho- comenzó a golpetear la mesa con el pulgar y el meñique moviendo su mano, frunció el seño al no recibir respuesta- ¿Entonces?

-Estaba anotando el nombre, ansioso- hubo un leve silencio del otro lado de la línea- Entonces estaré allí a las ocho.

-De acuerdo, nos vemos allí- el pitido continuo le indico que la muchacha había cortado, apretó el mismo botón azul y se acomodó nuevamente en el sillón.

Apoyó el mentón en sus manos y observó el teléfono a su lado. Cerró sus ojos un momento y con decisión, marcó el número de división que lo comunicaba con su secretaria y comenzó a sonar para ser contestado a los segundos.

-¿Señor?

-Comuníqueme con Wheeler, Joseph Wheeler- soltó el botón del altavoz y espero, nuevamente el conocido sonido de la línea abierta y el tono de espera del blondo “Radioactive” de Imagine Dragons comenzó a sonar, eso hizo que el CEO levante una ceja curioso.

La jovial voz de Joey se oyó del otro lado antes de que empezara el estribillo.

-Aquí Joey ¿Quien allá?- el sonido de la ciudad y el bullicio de la gente indicaba que estaba en el centro de Tokio.

-¿Aun no reconoces el número?- acotó con fastidio Kaiba pero sin ser agresivo.

-¡Kaiba!- la sorpresa en su voz fue evidente, sabía que lo iba a reconocer, al fin y al cabo la voz del castaño no difería mucho por teléfono- Me olvido. Si buscas a Mokuba nos vemos recién dentro de media hora.

-No busco a Mokuba- se detuvo unos segundos con la duda en la lengua, su nuez bailó ansiosa en su garganta cuando tragó saliva. Se pasó la mano por la boca con un gesto nervioso.

-¿Entonces?- preguntó el rubio con un claro tinte de impaciencia. Eso le dio tiempo a Kaiba de apresurar su respuesta.

-¿Vas... a hacer algo a la noche?- terminó el castaño mirando fijamente la bocina del comunicador.

-Tengo que asistir a una fiesta para la agencia- comentó pensativo- Y termina a las once así que...

Kaiba no pudo achacar el vertiginoso sentimiento de decepción que lo atacó. El silencio del otro lado de la línea le hizo presentir que Joey iba a disculparse y cortar, rápidamente continuó diciendo:

-Por que quisiera devolverte el regalo que me hiciste.

-Oh, Kaiba- simuló un tono de ternura que hizo que Seto frunciera el ceño ofendido- ¿Realmente eres tú? Jamás hubiera imaginado tanta amabilidad de tu parte.

-¡Si vas a burlarte olvídate de--!

-Por favor, no se enfade, Kaiba-sama- el tonito de falsa inocencia y el honorifico luego de su apellido paralizó por completo al castaño. Se oyó la risita del rubio- Voy a estar esperándolo diligentemente, amo. Obediente como siempre en mis manos y rodillas para servirle.

Un jadeo inadvertido escapó de los labios de Seto. El fuego interno que se despertaba con los encuentros con Joey hirvió en él con vertiginosa potencia y un estremecimiento en su espina viajó con rapidez a su verga endureciéndola al instante. Se avergonzó al darse cuenta que se había puesto duro solo por una conversación pero el rubio le había hablado en ese tono juguetón, tan insinuante. Irresistible y sensual.

Suspiró pesadamente y se hundió en el respaldo, cerró los ojos y miró su entrepierna, la erección era persistente, se apretó para aminorar la presión, al no encontrar alivio abrió el zipper de su pantalón y comenzó a acariciarse con vehemencia. Hacía tiempo que no se masturbaba ya que a la mínima excitación la ahogaba en el rubio que se abría para él dócilmente. Exhaló con los ojos cerrados mientras su mano se movía sobre su eje acariciándolo, apresuró el roce cuando sintió que estaba por explotar.

Gimió ahogadamente sin dejar de acariciarse mientras chorros de líquido perlado bañaba la mano que uso para cubrir su glande y también se deslizaba por su diestra aún en la base de ésta. Sus hombros, antes tensos, se relajaron. Observó su mano estática, cubierta por su semen, sintiéndose satisfecho la limpió en su pañuelo para luego arrojarlo a la basura.

Se levantó de su asiento y abrió la puerta de la sala para dirigirse a su oficina, a medio camino se giró hasta llegar a su secretaria, que se levantó rápidamente de su asiento con gesto asustado.

-¿Era la última reunión?- preguntó el CEO consciente de la eficiencia de su subordinada.

La muchacha acomodó sus lentes y dio un rápido vistazo a la agenda en su escritorio. Hacía ya unos tres meses había despedido a su anterior secretaria ya que la muchacha había empezado a mostrar un interés por él más allá del apropiado de una empleada. Ésta chica llevaba varios años de matrimonio y un hijo de cinco años producto de ese.

-S-sí, señor- se irguió con seguridad y espero vacilante la respuesta de su jefe.

-Conteste las llamadas, si la señorita Valentine llama o Wheeler llama transfiéranlo a mi celular- la joven secretaria asintió- Voy a retirarme ahora.

-Sí, señor.

Caminó al elevador para dirigirse al estacionamiento para subirse a su Mercedes azul. Arrancó el motor que ronroneo y condujo hasta el portón del estacionamiento, esperó que la barrera se abriera y lo dejara salir. Una vez que lo atravesó giró a la derecha en dirección al centro comercial. Quizás allí encontraría algo adecuado para Joey, sabía que era sorpresivo que decidiera hacerle un obsequio al rubio pero ellos eran algo parecido a amantes. O eso creía Seto, había estado pensando desde hacía varios días que lo que tenían era lo más parecido a una relación de amantes que de amigos con derecho.

Eran dos personas que tenían sexo, un fantástico sexo, pero que no compartían ningún tipo de vínculo afectivo. Frunció la boca hacia un lado dudando a mitad del camino la elección del obsequio. Más rápido de lo que imaginaba llegó al centro comercial, sin tener opción de doblar en U y marcharse giró el volante hacia la entrada al estacionamiento de éste. Miró entre los autos detenidos y encontró un lugar para aparcar.

Presionó el freno y detuvo el motor para luego sacar la llave. Abrió la puerta del costoso auto y se deslizó al exterior. Incluso al mediodía el frío era casi dañino, acomodó la bufanda y se colocó los guantes de gamuza andando hacia el elevador.

Observó a los lados y solo había dos personas a punto de tomar el ascensor, dos chicas que murmuraban entre ellas y le daban pequeños vistazos. Se habían sonrojados cuando las miradas de las chicas se toparon con los azules imperturbables de Seto, interiormente bufó y dio un paso dentro de la cabina cuando este se detuvo frente a él.

Al llegar al segundo piso salió del estrecho lugar e inmediatamente el bullicio inundó sus oídos. Las personas iban de un lado al otro, paseándose hablando de banalidades y lo rutinario. Miró la decoración de éste, pisos de porcelanita y escaleras de baldosas de vidrio iban a lo largo de los siete pisos del shopping. Columnas de granito se elevaban hasta el techo de estilo cupular con decoraciones al estilo de las catedrales de Constantinopla, candelabros con luces blancas colgaban sobre el techo de los locales de diversos tipos.

Kaiba aun dudaba cual era el regalo adecuado para el rubio. Se acercó a una tienda de perfumes y observó en los anaqueles considerando darle uno. No quería lucir como que no tenía imaginación. Se alejó y llegó a una joyería, caminó de lago pero algo en la vitrina detuvo su camino. Se acercó y observó algo que seguramente le gustaría a Joey.

Sonrió suavemente y entró cuando la puerta corrediza le cedió el paso.

 

 

                                                               .                              .                              .        

 

 

Desde que había llegado a la agencia, Hideki y un grupo de estilistas se habían encargado de dejar a los chicos que iban a la reunión dignos para una sesión fotográfica para Vogue. La ropa que habían escogido para él iba desde “Valentino” hasta “Eton” y los zapatos que llevaba puesto eran unos de cuero negro “Gran Emyco”. Dejaron su cabello rebelde y suave como algodón, pusieron apenas maquillaje en él ya que como dijo el cosmetólogo Joey tenía una piel preciosa, cuando acabó de vestirse salió del vestuario y los ojos de sus compañeros se clavaron en él.

-Haría estragos si me viera tan bien como tú- comentó uno de sus compañeros mientras lo examinaba- Ninguna chica se salvaría de mi--

-Kotetsu- reprendió una de las chicas, llevaba puesto un precioso vestido de seda y encaje de color azul que resaltaba el blanco de su piel.

-¿Qué?- preguntó Kotetsu mientras se acomodaba la chaqueta de tergal- ¿O le dirías que no a alguien como Joey?

La piel de las mejillas se tiñó de rojo carmín y parecían arder lo que ocasionó que los otros chicos rieran a carcajadas. Los ojos castaños de ésta se deslizaron hacia Joey y se giró saliendo dramáticamente por la puerta.

Hideki entró cuando la muchacha desaparecía y observó curioso alrededor para luego poner un gesto severo. Joey casi puso los ojos en blanco, el rubio vestía un elegantísimo traje de sastre color plomo con una corbata mostaza, llevaba el cabello hacia atrás lo que dejaba a la vista su lisa frente y sus cejas rubicundas.

-Dejen de molestar a Lucy- exclamó con una mano en su cadera- Y arréglense pronto que debemos llegar antes que los invitados.

-Sí, papá- dijeron todos al unísono mientras revoleaban los ojos.

Joey rió ligeramente, muchos de los chicos que estaban ahí conocían a Hideki hacía tiempo. Miró alrededor y notó que en la agencia los modelos no superaban los diez miembros, eran cerca de siete los que estaban allí y que se preparaban para la presentación.

Cuando ya todos se habían preparado para la reunión una limosina blanca se detuvo frente a la agencia, el ex modelo fue el primero en salir e indicarles que subieran. Joey notó que su patrón parecía ligeramente enfadado cuando entró y cerró la puerta de un fuerte golpe.

Una vez en su interior comenzó la marcha. Los orbes topacio se fijaron en la ventana, observaba a la gente en la calle y las luces de la ciudad se encendían con la caída del sol. Apoyó el mentón en su mano y se acomodaba para el camino. Sus compañeros charlaban entre ellos haciéndose ideas de que manjares iban a ver o que famosos iban a encontrar en ella, giró su rostro cuando uno de los chicos fingió una pelea con otro y lo empujaron, rió un poco y al ver frente a él encontró a Hideki observándolo con una pequeña sonrisa.

-No estés nervioso, Joey- comentó el rubio con una gesto relajado- Supongo que al ser la primera vez que vienes solo tienes que saber un par de cosas.

El rubio se acomodó en el asiento prestando atención e inclinó su cuerpo para escuchar mejor.

-El sujeto que organizó esta fiesta nos contrató para “animar” si se puede decir la reunión. Es un poco superficial lo que voy a decirte pero solo tenemos que sonreír y nos veamos bonitos. Algunos representantes de marcas y organizadores de eventos van a asistir, no me gusta mucho esto pero es increíblemente conveniente. Paris fashion week primavera-verano no está muy lejos y estoy muy interesado en saber si pueden encontrarles un sitio en la pasarela.

Joey sonrió al pensar que Hideki esperaba mucho de ellos, buscaba cada oportunidad para sus modelos, pero realmente no se veía cómodo con el hecho de mostrarlos como si fueran solo cosas lindas. Apoyó una mano en la rodilla del ex modelo y lo tranquilizó:

-Entiendo, Hideki- le dio unos suaves golpes- Solo es ir y nada más.

-Exacto- agregó y volvió su mirada a la ventana.

 

 

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Bajó del Mercedez y un valet parking se inclinó frente a él con una exagerada reverencia. Dejó la llave en sus manos con una mirada de advertencia. Tenía otros autos pero éste era su favorito, caminó los metros que lo separaban de la puerta del restaurante y su celular comenzó a timbrar. El número de la empresa apareció en la pantalla, deslizó el pulgar y atendió.

-Señor. La señorita Valentine en la línea.

-Claro, transfiérala- la voz de afirmación de su secretario seguido del tono de cambio de línea confirmó la orden- Valentine.

-Kaiba... Lamento decirte que tengo que cambiar el lugar de reunión- la voz aguda de la chica sonaba encima de la muchedumbre- Verás... Resulta que creo que me están siguiendo.

-¿Entonces? ¿Cuál es el plan?- cuestionó el castaño mirando alrededor. Había empezado a hacer frío, el invierno en la ciudad era tolerable pero en la zona residencial los edificios eran escasos y no impedían los vendavales helados.

-Hay un lugar donde habrán muchas personas y allí vamos a poder hablar, quizás encontrar un rincón. Después de todo solo hay que estar invitado.

-Entonces ¿Estás invitada?- sonó escéptico sobre la invitación.

-Soy solo una investigadora pero seguramente cuando te vean van a dejarte entrar sin pedir absolutamente ninguna invitación- la chica rió un poco.

-Está bien- con dos dedos se frotó un lagrimal y suspiró- ¿Dónde es ese lugar?

-Seguramente habrás ido en otras ocasiones. En la mansión del empresario Watanabe.

-Está bien- levantó la vista- Nos vemos ahí. Llámame cuando llegues.

Volvió sobre sus pasos y el muchacho que se llevó su auto se giró para buscarlo. Detestaba las idas y venidas pero era necesaria esa reunión para saber quien estaba vendiendo información. Una vez que el muchacho se detuvo frente a él, tomó sus llaves y arrancó el auto en dirección a la mansión.

 

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L e dolían los pies de estar tanto tiempo en la misma posición. Se llevó la copa de champagne a los labios y le dio un pequeño sorbo mientras miraba alrededor, cerró los ojos un segundo, no era la mejor manera de pasar un cumpleaños. Miró el reloj en su muñeca, eran apenas las ocho de la noche, llevaba solo una hora en el lugar y parecían horas.

La mansión era de un importante empresario alguien que había ayudado a Hideki cuando era joven, era evidente que tenía mucho dinero, no cualquiera tenía pisos de mármol y paredes de granito. Solo ver el exterior de la casa era suficiente para evidenciar su riqueza, luego de atravesar casi dos cuadras de un camino asfaltado que separaba la residencia del gigantesco enrejado de hierro, el camino estaba custodiado por arboles de cerezo y de ciruelo.

Habían Pavos Reales dando vueltas por el jardín, tantos blancos como comunes absolutamente todos machos. La mansión del adinero hombre era muy parecida a las que había visto en Hollywood.

En el pórtico había dos columnas de estilo románico y la puerta de algarrobo era doble. Se abrieron cuando dos porteros las empujaron dando espacio para entrar. Joey jadeó cuando el interior les mostro escaleras de vidrio y pisos de mármol blanco, negro y gris, era la segunda casa más ostentosa que había visto, la casa de los Kaiba era preciosa en creces.

La impresión no pasó de allí porque no se había movido del gigantesco hall. Algunos de sus compañeros se habían movido por el lugar y acompañaban a los invitados cuando estos los arrastraban para hacer un recorrido. Joey se había apoyado contra una pared aun sin tener confianza suficiente para acercarse a la mesa de botanas.

-Joey- lo sorprendió la voz de Hideki cuando se acercó a él. Giró su cabeza y lo encontró detrás de él con una copa en la mano- ¿Aburrido?

-Un poco- sonrió con ligereza- La verdad es que esperaba pasarla mejor el día de mi cumpleaños.

-Sí, lo imaginé pero te aseguro que en la agencia te espera un adecuado regalo- Hideki simplemente sonrió.

-No te hubieras molestado- agregó ruborizándose con ligereza.

-No hay de qué.

-Había algo que quería preguntarte- se acomodó un poco en el lugar- Ryu--

-Buenas noches, caballeros- una voz ligeramente ronca sonó a un costado. Joey miró al sujeto y encontró a un muchacho de la edad de su jefe, llevaba un elegante traje de sastre y un pañuelo adornando su cuello. Tenía ojos verdes y cabello castaño claro. Una sonrisa arrogante y seductora se caló en sus facciones ¿Acaso todos los que iba a conocer eran occidentales?- Hideki...

-Buenas noches, Minekazu- saludó el ex modelo elevando un poco su copa a modo de saludo.

-Creí que no ibas a venir- comentó el dueño de casa con algo parecido a un puchero- Pero ciertamente me alegro que hayas cambiado de planes.

-Sabes perfectamente que nunca rechazaría la invitación de un amigo- a Joey no le sonaba para nada a amistad la mirada que le lanzaba el de ojos verdes a Hideki. A distancias se notaba la libídine en ellos y sabía que su jefe no era ningún idiota, era totalmente consciente de ello- Te presento a Joseph Wheeler, es nuevo en la agencia y esta es la primer presencia a la que asiste. Quizás lo conozcas.

-Claro, ya lo vi en otras reuniones, cuando asistía con Devlin- comentó Minekazu asintiendo con la afirmación. Joey sintió un golpe al estómago pero aun así sonrió- ¿No ha venido Ryuji?

Y ahí estaba la respuesta que Joey estaba esperando, se llevó la copa a los labios y observó al rubio con interés:

-Se indispuso y se lamenta por no poder venir- se disculpó el atractivo polaco.

-Claro, lo entiendo totalmente- entrecerró su mirada y se acercó a éste- Habrán muchos felices que hayas venido sin perro guardián.

Joey se sintió incomodo y fuera de lugar pero parecía que a su patrón le era indiferente ese evidente coqueteo. Hideki sonrió por el comentario y agregó:

-Quizás estoy buscando estar solo esta noche- sorbió su bebida sin dejar de sonreír.

El melado se sorprendió al notar que el presidente ex modelo contestó el coqueteo positivamente.

-Alguien tan hermoso no debería estar solo- el otro muchacho sonrió ladinamente. 

Hideki se acomodó en su lugar levantando una ceja de forma misteriosa sonriendo de lado provocando que los ojos verdes del otro se encendieran como un par de antorchas, con decisión acercó una palma para rozar al rubio pero una mano lo detuvo antes de alcanzarlo. Los tres vieron al dueño de esta y se sorprendieron al ver a Ryuji.

Ambos ex modelos se desafiaron con la mirada unos segundos y luego el enorme muchacho sonrió con falsedad mientras soltaba al dueño de casa. Llevaba un traje negro con una corbata roja.

-Buenas noches, Minekazu-san- saludó cortésmente mientras caminaba hasta Hideki- Lamento haber llegado tarde.          

-Hideki me dijo que no ibas a venir- su voz sonaba hasta ofendida por la interrupción.

-Digamos que me recuperé a último momento- el enorme muchacho saludó a Joey con una radiante sonrisa, a lo que éste se la regresó suavemente- No podía dejar solo al presidente andando por ahí con un montón de...- deslizó sus ojos oscuros por el anfitrión- aves de rapiña rondándolo.

Ryuji hizo el comentario con intensión de dar gracia pero Joey sentía que era un insulto encubierto dirigido al dueño de la casa. El hombre obviamente entendió el mensaje e inmediatamente frunció el seño.

- Quizás las aves de rapiña no rondarían a Hideki si finalmente alguien pusiera un anillo donde corresponde- sonrió de lado y eso borró por completo la sonrisa de la faz de Ryuji- ¿Cuánto hace ya, Liverman-san? ¿Trece años?

Joey se sentía inquieto, los dos hombres se estaban matando tanto con los diálogos como con las miradas. Hideki no parecía para nada incomodo al contrario parecía satisfecho por algún motivo.

El de orbes Esmeraldas nuevamente estiró su mano y alcanzó la mano del ex modelo acercándolo a él. Hideki se sacudió cuando furtivamente éste capturó sus labios impidiéndole moverse al tomar sus muñecas. El roce duró el tiempo que tardó Ryuji en reaccionar, arrancó al rubio de los brazos del otro tirándolo detrás de él y se irguió sobre el anfitrión amenazadoramente.

-Es. Mío- gruño el teutón con una voz baja y aterradora.

-No es de tu incumbencia, Liverman- el enorme asiático cerró sus ojos con un rictus adolorido. Joey entendió que fue el uso de su apellido- Al fin y al cabo solo soy reemplazable ¿Por qué no buscar a alguien que me sepa apreciar?

Los ojos pardos del teutón resplandecieron de furia y tiró de la nuca de Hideki tan fuerte que hizo sonar la vértebra de su cuello. Devoró los labios delgados del ex modelo con devoción y posesión sin importarle si alguien más era testigo. Cuando se separó gruñó tan grave que incluso Joey se estremeció.

-Estás tirando de un hilo muy delgado, Novic- asustó a Joey cuando volvió la mirada a éste. Aún tenía las cejas fruncidas- Voy a llevarme a Hideki a un rincón, te cuidas.

Con su mirada topacio en Hideki asintió y luego los vio desparecer por la puerta principal. Una risita llamó la atención de Joey y se volteó para encontrarse a Minekazu riendo suavemente.

-Parece que Ryuji finalmente va a dar el siguiente paso- se acomodó la ropa y su entrecejo se frunció adolorido- Me alegro por Hideki.

El rubio permaneció en silencio esperando que el hombre de ojos verdes continuara.

-Eh amado a Hideki por años- sonrió tristemente- Y aún después de trece años... Sabía que era en vano...

Joey sintió que se estremecía, el dolor del hombre se veía en su rostro. Esperaba que nunca le pasara, había sido correspondido a la primera persona que había amado y la única, pero todo fue inútil cuando ésta lo había apuñalado por la espalda.

 Fijó sus ojos en las verdes que lo miraban tristes, suspiró y trató de ocultar el dolor.

-¿Me acompañas al bar junto a la escalera?- pidió el anfitrión. Con una afirmación ambos se dirigieron al barman detrás de una tabla con infinidad de bebidas detrás- Un bourbon, por favor.

-¿Usted desea algo?- preguntó el barman con una sonrisa mientras abría la botella y servía su contenido ambarino.

-Una piña colada- pidió el rubio.

-No sabía que eras un modelo. Tienes un estilo diferente del que tenías del día de vísperas de navidad- bebió un trago de su bebida.

-Hideki me contrató. Ahora estoy haciendo mi parte en la agencia.

-¿Estudias?- preguntó Minekazu girando los hielos en su vaso.

-Sí, arte en la Universidad--

Se interrumpió cuando el chico del bar deslizó la copa alta que su bebida, tenía una sombrilla a un lado y un sorbete.

-Gracias- respondió Joey mientras tomaba el recipiente llevándose el sorbete a los labios sorbiendo- Delicioso.

-Vaya, que sorpresa verlo aquí- el anfitrión observó por encima de su hombro detrás de él.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Traspasó la enorme propiedad hasta que llegó a la puerta de la mansión. Kaiba ya había estado ahí lo suficiente para saber reconocer cada parte de la casa, se detuvo en la puerta esperando que uno de los valet parking que tenía se acercara a su puerta. Una vez que salió del automóvil cedió las llaves al mozo, el chico abrió la puerta del copiloto de donde salió una chica voluptuosa de ajustado negro.

Sonrió agradecida cuando el muchacho le abrió la puerta. La muchacha tenía el cabello largo hasta la mitad de su espalda, piel color durazno y ojos azules como dos zafiros. Llevaba un ligero maquillaje y apenas rubor pero sus labios estaban de rojo carmín. El vestido negro de elegante corte y pronunciado escote engalanaba a la perfección cada curva de la americana. Las miradas se fijaron en la pareja en cuanto pusieron los pies en el suelo, Kaiba llevaba aún el traje de Dior de color azul rey que había llevado a la oficina mientras que su compañera había tenido tiempo de vestirse para la ocasión. Los orbes cerúleos del CEO se fijaron en cada persona que comenzaba a cotorrear a su entorno, rodó los ojos tratando de soportar el fastidio, después de todo él habitualmente no llevaba compañía las fiestas salvo la de su hermano.

-Siempre atraes la atención, Kaiba- comentó la rubia caminando a su lado y envolviendo su brazo alrededor de la derecha del castaño.

-No te entusiasmes demasiado- agregó severo mientras  atravesaban el pórtico de la elegante casa- Solo es negocio.

-Ya lo sé, Kaiba- la rubia bufó- Eres aburrido.

-Sí y no me importa- se adelantó esquivando la mirada de la gente.

Delante de él un sujeto de dos metros arrastraba a otro en dirección a los ventanales detrás de la casa. Los siguió con la mirada sorprendido por la altura de uno y por la belleza del otro, era el segundo rubio que conocía en poco tiempo. Un mozo se acercó a ellos y les ofreció una copa de Champagne, el castaño negó pero su acompañante tomó una copa con entusiasmo.

-Santos cielos, esto es caro- murmuró la rubia luego de darle un largo sorbo a su copa.

-Mai- aseveró el CEO mientras se detenía junto a las escaleras- Compórtate.

-Relájate, jefe- se encogió de hombros mientras veía a la gente andar- Tengo buenas noticias que quizás te quiten lo agreta. El topo que había estado espiando y robando documentos trató de vender la información a algunas compañías, pero afortunadamente, tenían miedo de comprarlas. Temían las represarías si sabías que ellos habían comprando el asunto. Solo se atrevieron a conseguir la fecha del lanzamiento pero la información principal quedó a manos del espía.

-¿Y qué pasa con la investigación del sujeto?- preguntó mientras deslizaba sus ojos indagadores por la sala.

-Cuando vio que nadie parecía querer comprarle los documentos se asustó y fue a un empresario extranjero que rivalizaba con KaibaCorp. Resulta que el comprador no era un bastardo mezquino, compró la información y la guardó.

-¿Entonces el tipo no pretende utilizarla?- eso realmente sorprendió a Seto. El había escuchado que un ex empleado de Coca Cola había ido a la compañía rival, Pepsi, con la intención de vender el secreto de los ingredientes de la gaseosa y ésta lo había entregado a Coca Cola avisando que tenían trabajadores dispuestos a vender su secreto. El CEO nunca creyó que eso hubiera ocurrido realmente pero al parecer las personas honestas si existían.

-El tipo dijo que si iba a ganarte lo haría limpiamente- los labios rojos de la chica se curvaron en una sonrisa- Tiene la información y quiere entregártela personalmente, por supuesto que también va a entregar al vendedor.

-¿A cambio de cuánto dinero?- agregó el castaño con una mueca. Sabía que había algo detrás de toda buena fe.

-Nada, Kaiba- protestó la otra con las finas cejas fruncidas- El sujeto no es así.

Kaiba tenía curiosidad de saber quién era el empresario de buenas intenciones.

-Me dijiste que el empresario es extranjero ¿En qué trabaja?

-Trabaja en lo mismo que tú- un mozo pasó frente a ellos y Mai dejó la copa vacía en la charola para luego tomar otra llena- Hace prototipos electrónicos para empresas de video juegos.

-¿Y aún así rechazó la información?- el castaño silbó por lo bajo con ligereza- Es alguien realmente curioso.

-Bueno digamos que tuvo una buena influencia por unos años.

-¿Puedo saber su nombre?- preguntó el CEO cruzando sus brazos.

-Aún no- paseó la vista buscando la mesa de botanas y cuando la divisó sus orbes resplandecieron felices- Voy a buscar algo para picar... No tengo nada en el estómago desde la mañana y si lo sumo al Champagne me deberás llevar en brazos.

-Ni lo sueñes- gruñó el otro mientras se cruzaba de brazos- Vete.

La rubia sonrió y se alejó meneando las caderas consiguiendo que la mirada de los hombres en la sala se posara sobre ella. Bufó con fastidio y volvió la mirada al frente.

Estaba satisfecho, sus problemas finalmente se resolvieron, la información al parecer la tenía alguien de confianza y el trato de distribución con la empresa norteamericana se había cerrado. Todo marchaba sobre ruedas.  

-Vaya, que sorpresa verlo aquí- una voz interrumpió la línea de sus pensamientos.

Rotó la cabeza y encontró al propietario de la mansión sonriendo, vestía bien como siempre. Kaiba vio la nuca de una espesa mata de rizos dorados frente a Minekazu, su estómago se contrajo con un sentimiento de anticipación misteriosa y al verlo girar descubrió los orbes inconfundibles de Joey. Aspiró fuerte cuando la presencia de éste golpeó su ser como un ferrocarril, el rubio estaba despampanante y el sorbete entre sus labios no hacía más que incrementar su sex appeal.

-Lamento haber llegado sin invitación- Kaiba volvió en sí cuando Minekazu se acercó a él para un apretón de manos. Sus ojos observaron al rubio de nuevo ¿Qué carajos hacía Joey ahí?

-Permíteme presentarte a mi acompañante- sonrió apuntado al melado- Joseph Wheeler, modelo de la compañía “Starlight”- los labios del aludido se curvaron en una sonrisa- Seto Kaiba, dueño de una de las compañías más importantes de Japón.

-Mucho gusto en conocerlo, señor Kaiba- sus dedos se cerraron entorno a la pequeña y delicada mano del rubio- Escuché mucho sobre usted y su imperio tecnológico.

-¿Así que eres modelo?- el castaño siguió el juego de desconocidos del rubio. Metió las manos en el bolsillo de su chaqueta- No habría otro motivo para todo ese encanto.

-Joey no solo es modelo también es un artista en ascenso- palmeó el hombro del rubio- Por supuesto, sí tuviéramos que comparar el talento de Joey con su belleza definitivamente tendríamos un nuevo Da vinci.

La risa suave del melado burbujeó a través de aire como una suave melodía. El castaño se estremeció y vio que personas a su alrededor se detuvieron unos segundos impactados.

-Zalamero- comentó el otro. Minekazu dejó la mano en el hombro de Joey deslizando sus dedos ligeramente.

Las entrañas del castaño se apretaron. Su lengua picó por los celos, apretó sus puños dentro de su saco para controlar los impulsos homicidas, solo quería apartar al estúpido sujeto de Joey y decirle al rubio un par de cosas. Sintió un tirón en su brazo y miró a Mai que se unía a la conversación.

-¿Estás seguro que no quieres? Por--         

La rubia jadeó de desconcierto y sus ojos se abrieron de sorpresa al fijarlos en Joey y en simultaneo el gesto en el rostro del rubio se paralizó. Finalmente Mai habló vehemente y con un claro gesto de alegría.

-¡Joey! ¡Por dios!- se precipitó sobre el aludido mientras éste retrocedía dos pasos negando- Que bueno que estás bien ¿Dónde te estás quedando? ¿Has estado comiendo bien?

El rubio parecía estar en pánico, negaba quedito mientras se apretaba contra la pared detrás de él y respiraba agitadamente, su diestra se sacudía tanto que parecía que iba a soltar su trago. Kaiba se sorprendió un poco mientras veía la reacción del rubio, tal parecía que Mai lo conocía personalmente.

-Duke ha estado preocupado por ti durante todo este tiempo- Mai dio un paso más cerca tratando de tomarlo por los hombros- ¿Por qué no me has contestado las llamadas? ¿Sigues asistiendo a la universidad?

-¡Déjame en paz!- se sacudió impidiendo que la rubia lo tocara- ¿Si quiera sabes lo que pasó?

-Cla-claro que lo sé- titubeó- Pero eso no evita que se preocupe... Trató de contactar contigo pero no respondías-- ¿Do-dónde te estás hospedando?

-¡¿Quién eres?! ¡¿Mi madre?!- riñó el melado con sarcasmo enderezándose- No necesito que me cuides, Valentine. Sé hacerlo por mí mismo.

-Necesitan hablar, Joey. Debes saber por--

-¿Por qué lo hizo?- sonrió falsamente- Ambos sabemos por qué fue. No hay una escusa para que  haya cogido con otro estúpido. Acá el problema es que lo descubrieron.

-Joey, por favor, solo--

-Déjame tranquilo, Valentine- susurró el aludido con tal frialdad que Kaiba se estremeció- Mejor ve a cuidar a Devlin y dile que no me busque nunca más porque no va a conseguir nada de mí.

Joey giró sobre sus talones y salió pisando fuerte al exterior de la sala. Los tres se quedaron en silencio observando aún el lugar donde estaba el rubio. Minekazu carraspeó llamando la atención de ambos jóvenes.

-Voy a dar una vuelta- apuntó con el índice de la mano donde tenía el vaso- Nos vemos luego.

El castaño afirmó y volvió su vista a Valentine que había comenzado a soltar silenciosas lágrimas. Suspiró y sacó de su gabán un pañuelo azul entregándoselo a la chica que sonrió suavemente.

-Eso habrá sido incomodo- suspiró la rubia- Sabía que esto iba a ocurrir cuando encontrara a Joey. Siempre fue obstinado y no escuchaba lo que le decían.

-¿Qué es lo que pasó exactamente?- Kaiba no pudo evitar la pregunta que rápidamente salió de su boca.

-Duke engañó a Joey- fue la sencilla pero chocante respuesta de Mai- Una revista los encontró saliendo del hotel y así fue como se enteró.

-¿Y creía que el chico iba detenerse y escuchar su escusa?- levantó la ceja incrédulo- No creo que piense que es tan estúpido para creerse alguna de sus justificaciones.

-Aunque no lo parezca, lo hizo por el bien de Joey- bajó su mirada al bolso de mano que llevaba consigo y sacó de su interior un celular- Voy a retirarme, seguramente debe ser mi jefe, mañana tengo que estar temprano en la oficina y no creo recuperarme del mal sabor de boca.

-¿Te irás sola?- preguntó Kaiba- Puedo--

-No, la verdad es que quiero irme sola- volteó y volvió sobre sus pasos- Me dijo tu benefactor que iba a contactarte para acordar una reunión.

-De acuerdo.

-Maldición, ya entendí- farfulló la rubia cuando su celular comenzó a sonar nuevamente.

Con un gesto de su palma se despidió y se alejó atendiendo el móvil.

Kaiba iba a marcharse pero no pudo evitar el sentimiento de incertidumbre con respecto a Joey.  Caminó hacia el exterior de la mansión y se encontró con el patio trasero de ésta.

Una fuente de agua estaba en el centro del patio con una escultura estilo renacentista, el suelo con lozas se extendía alrededor de esta, flores de todos colores se hallaban esparcidas en macetas de barro en torno a esta. La música ambiental hacía lucir al lugar listo para un film, las mesas bajo los árboles tenían todo tipo de botanas y una copia exacta del bar en el interior estaba estratégicamente colocada en el patio.

Se paseó por el lugar observando a las personas caminar y algunos lo saludaban con leves inclinaciones las cuales el respondía. Un mesero pasó junto a él con copas de Champagne y cedió a tomar una.

Secretamente esperaba volver a encontrarse con Joey. Después de todo era su cumpleaños y aparentemente no la estaba pasando de maravillas.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Cuando salió al patio después de encontrarse con Mai solo pensó en alejarse lo más rápido posible de ella. No esperaba encontrársela precisamente en ese lugar y menos en compañía de Kaiba, ambos parecían conocerse y quizás había llegado como su acompañante. Había visto al CEO asistiendo a reuniones y fiestas notando que el único que siempre llevaba era a Mokuba, el hecho de que llevara a la rubia lo hizo sentirse enfermo, mezquino, solo quería acercarse tirar de Seto.

Se detuvo junto a la fuente y suspiró, había algo familiar en esos sentimientos, antes de empezar a salir con el moreno ver a Devlin con otras personas le ocasionaba esos celos irracionales. Esa emoción no debería estar allí, martillando contra sus costillas con dureza. Tragó saliva y terminó su bebida, miró por el patio esperando encontrarse con sus compañeros pero ninguno se hallaba allí, ni Hideki o Ryuji estaban a la vista.

Se acercó al bar y pidió otro vaso de piña colada el cual fue inmediatamente servido, el chico del bar le guiñó un ojo y sonrió coqueto. Joey sonrió de lado insinuante pero se alejó sacudiendo la cabeza con suavidad.

No debió darle esperanza al pobre chico era bastante problemático pasearse por allí solo como para que un chico con vana idolatría se acercara a él con el propósito de llevárselo a la cama. Estiró su espalda haciendo sonar las vertebras y se apoyó contra el ventanal.

Se relajó consciente que Mai no iba a volver a acercarse a él para hablar había sido cruel e indiferente con ella con el propósito de alejarla. Tanto su ex como ella se conocen desde jardín, sus padres, amigos de la infancia también, los habían juntado con la esperanza que ambos se relacionar más allá de una amistad la decepción los achacó cuando a los catorce Duke salió del armario admitiendo que nunca en el futuro se iba a interesar en Mai.

En el momento en que Joey conoció a Mai, ella se encariñó de inmediato, pasaron mucho tiempo los tres hasta el “asunto”. Ella se había convertido en algo así como su madre, sus instintos maternos despertaban totalmente cuando estaba a su alrededor y cumplía todos los caprichos que el rubio tenía. De repente sintió sus ojos calientes y el llanto se tambaleó sobre el borde.

Un escándalo desde la puerta de entrada llamó la atención de las personas y Joey observó curioso el lugar. Su estómago pareció caer desde un octavo piso, ese cumpleaños era definitivamente el peor en mucho tiempo, quiso correr y meterse debajo de una de las macetas pero su cuerpo no respondió. Sus ojos se toparon con el muchacho en la puerta cuya cabeza giraba 180°, gimió asustado y cuando trató de correr una poderosa mano lo detuvo del brazo.

-Joey...- dijo el muchacho con un grave tenor vibrando de ansiedad.

El rubio pasó saliva, había evitado ese momento tan arduamente y sin embargo lo encontró. Maldijo por lo bajo a Mai, imaginando que había sido ella la que lo había delatado.

Sus ojos topacio se volvieron sobre su hombro para observar al hombre detrás de él y sintió un nudo cerrándose sobre su tráquea. Los orbes esmerilados brillaron intensamente, su cabello negro estaba revuelto seguramente por el apuro, jadeaba y su frente brillaba con una casi invisible capa de sudor, para Joey no podía estar más hermoso. Labios llenos, pómulos lisos, piel color arena y voz masculina, suspiró, a pesar de todo con solo su presencia el rubio se agitaba.

-Creo que es imposible escapar ahora- el melado se rindió y le dio la cara al muchacho detrás de él- Vamos a otro lugar.

Notas finales:

Espero que no me maten. Este capítulo no tiene lemon pero sin duda tiene otras cosas también interesante.

Quiero agradecer a todas las chicas que se detienen unos momentos para escribir un review. Estoy muy agradecidas con ustedes por que cada uno de ellos es más entusiasmo para seguir escribiendo.

Hasta la semana que viene.

Saludos.

Rosa sin espina: Sin miedo.


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