Hasta que se hizo un adulto, Kid transitó por los caminos de la soledad.
A pesar de saberse con limitaciones Kid siempre sentía que tenía algo que ofrecer…
Kid… nunca permitió que las situaciones difíciles lo desmotivaran… Él no quería ser un número negativo.
Esa mañana se había despertado con un buen humor. Si bien no tenía una casa, un lugar al cual pertenecer, ni una vida para sustentar, hoy era ese día.
Caminaba por las calles de la cuidad que tanto lo despreciaba, sus ropas ya no estaban tan desgastadas como cuando era un crio, ahora ya era todo un joven podía defenderse pero se abstenía de hacerlo, aun tenía un poco esperanza en la despreciable sociedad.
Las botas gastadas y los pantalones oscuros desgatados por el usaba a diario, le daban un aspecto algo intimidante y que la camisa abierta que llevaba dejara ver su claro torso lleno de cicatrices no ayudaba mucho.
Estaba decidido a tratar de encajar en esa sociedad… y estaba seguro de conseguirlo.
Su cabello rojo ahora más largo le gustaba peinarse casi en punta, aunque él lo trataba de aplacar con el agua de rio, este siempre volvía a quedar igual.
Siguió con su marcha hasta una calle muy conocida por los negocios donde siempre necesitaban mano de obra barata, y eran casi esclavos del trabajo que prestaban pero al menos tenían una remuneración.
Kid no era el único en ser rechazado por la sociedad en general, había más personas como él que los consideraban un inútil cero…
Frente a uno de los tantos negocios donde suministraban alimentos, un chico de cabello rubio algo largo y con una gran cicatriz cubriendo su ojo izquierdo, como si se hubiera quemado con algo, estaba sentado en el suelo con una cajita metálica pidiendo limosna.
Las limitaciones visuales que tenía el chico, le impedía conseguir un trabajo, un lugar en la sociedad y se había cansado de intentarlo.
-Oi… - le hablo Kid.
El pelirrojo casi nunca hablaba, solo lo hacía cuando era necesario o con los de su “denominación” como les decían.
El rubio subió la vista para dedicarle una mirada cansada, podía notarse como es que estaba cansado de intentar encajar en la sociedad.
Kid le sonrió ligeramente a lo que el chico solo volvió a bajar la mirada al suelo como en un principio.
A veces, cuando la esperanza se agota… las cosas te dejan de importar…
Pero ese día Kid se sentía con más suerte que antes.
Decidido a seguir con su plan inicial de buscar algún trabajo, en la tienda donde el chico rubio le daba la espalda, se solicitaba personal para ayudar en la tienda.
Bien… era el primer paso para empezar una nueva etapa.
Camino seguro para entrar en la tienda y preguntar por el puesto requerido… Pero no llego ni a la mitad del camino que separaba el lugar cuando el dueño apareció maldiciendo y frunciendo el ceño.
-¡Lárgate de aquí! ¡Maldito vago! ¡Aquí no hay lugar para los de tu clase! – gritaba y gritaba para alzar las manos y sacar al pelirrojo del lugar.
Kid solo le miro mal para alzar sus brazos en defensa de los empujones que le daba el hombre dueño del lugar.
El característico cabello azul de ese sujeto junto con su escasa vestimenta dejaba a simple vista que el loco era otro, pues al menos Kid llevaba pantalones y una estúpida trusa cubriendo solo lo necesario.
Más tardo en entrar que salir de aquel negocio de comida.
Sintió el fuerte golpe que le dio para sacarlo de una vez por todas por la puerta y cerrarla de un portazo, poniendo el letrero de cerrado.
El dueño tendría que limpiar la suciedad que había entrado a su negocio…
Cuando Kid cayó al suelo una herida en su brazo empezó a sangrar… otra marca más del intento fallido en busca de la aceptación.
Se levanto como pudo para sacar una sucia venda de su pantalón y empezar a hacer la compresión en su brazo antes de desangrarse por su enfermedad…
Sus ambarinos ojos brillaron por primera vez con algo de molestia.
Él solo quería ayudar, quería ser útil, quería poder ganar algo de dinero para empezar una nueva vida…
Pero la maldita sociedad se lo impedía constantemente.
Siguió su vista por la larga calle donde los otros negocios donde necesitaban personal cerraban las puertas para evitar que entrara. No lo contratarían ni aunque les pagaran por ello.
-Tks… - chasqueó la lengua para mirar al suelo.
Quizás ese no era su día de suerte…
Trato de contener la ira que tenía y suspiro para tranquilizarse.
No les daría la satisfacción, él era mejor que todos ellos…
Estaba a punto de emprender su marcha nuevamente cuando su mirada dorada capto algo brillante en el suelo.
Era una moneda… de baja denominación pero era una moneda.
Sonrió y la escasa esperanza volvió a él. La suerte volvió a sonreírle al menos un poco. Se giro para buscar un lugar donde comprar comida cuando vio al rubio de antes seguir perdido en su miseria.
Tal vez sus limitaciones no eran tan graves como las de ese chico y decidió regresarle algo de la esperanza que ya había perdido.
El sonido de la moneda al caer en la cajilla hizo que el chico sentado en la acera levantara la vista.
Era el pelirrojo quien le había dado la moneda para que intentara una vez más encajar en esa sociedad.
-Me llamo Sabo. – dijo el chico para sonreírle con agradecimiento.
-Soy Kid. – respondió para regresarle la sonrisa.
Ese día había sido muy productivo…
Pero la esperanza no dura para siempre… y más en esa sociedad.