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Until you fall por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

Buenas. A pesar de mi cansancio puedo decirles felizmente que estoy emocionada con este capítulo y quiero agradecerles sinceramente todos los review que me escriben. Son unas excelentes lectoras y trato de no decepcionarlas (espero no hacerlo).

Les dejo la continuación del desenlace del encuentro entre Joey y Devlin ¿Qué pasara?

Lean y averiguen.

Advertencia: Lenguaje soez.

Kaiba se cansó de pasearse de un lado a otro, aún con la copa en su mano trató de distraerse mientras encontraba a Joey. Las personas giraron su mirada hacia la sala principal donde alguien parecía armar un escándalo, ignoró la situación y siguió andando entre los invitados.

Estaba por salir al patio y se detuvo cuando las personas se agolparon frente a él intentando ver afuera.

-Joey- parece que alguien había encontrado al rubio antes que él. Había tanta ansiedad en el tono de voz que sonó hasta desesperado.

Junto al enorme ventanal vidriado junto al jardín estaba parado el melado con un rictus de pánico y sosteniéndolo del brazo su ex novio. Los dorados ojos destellaron y la nuez de Adán vibraba, desde allí veía a Joey cerrar sus puños volviendo sus nudillos blancos, parecía tener el control de sus emociones por un pelo, sonrió al pensar las marcas que estos dejarían en los pómulos altos de Devlin.

Kaiba se iba a ir pero detuvo sus pasos cuando escuchó la voz ansiosa de Joey:

-Creo que es imposible escapar ahora- el melado se rindió y le dio la cara al muchacho detrás de él- Vamos a otro lugar.

Sus propios latidos habían bajado en intensidad, sin saber el motivo que lo llevó comenzó a seguir a los dos muchachos. Kaiba se deslizaba curioso del final de la conversación. Joey parecía que estaba nervioso y era evidente la cantidad de rabia que estaba reprimiendo. Alguien tan tranquilo como él mostrando ese tipo de emociones era inusual.

Ambos chicos caminaron en silencio hasta una habitación lejos de las miradas fisgonas, Joey abrió la puerta y se deslizó dentro siendo seguido por Devlin que se mantuvo expectante.

Kaiba se apoyó contra la pared junto a la puerta en silencio. La puerta estaba entreabierta por lo que se podía oír la conversación de ambos muchacho.

 

 

                                                               .                              .                              .    

 

 

El rubio no había estado tan incomodo y simultáneamente rabioso desde hacía mucho tiempo. Duke estaba parado frente a él en completo silencio esperando que el rubio dijera algo. Joey simplemente estaba parado cerca de la puerta apoyado contra una de los muebles de la habitación de estilo americano, los murmullos de las personas y la música de ambiente sonaban de lejos alimentando la mudez de ambos chicos.

Los ojos topacio del rubio estaban clavados en su copa casi vacía eso evitaría mirar los verdes de Duke que sentía como intensamente se clavaban en su nuca. Pasó saliva esperando el momento en que su ex hablara, Joey no pensaba emitir ni un sonido, si llegaba a abrir la boca no creía conseguir algo inteligente.

-¿Cómo has estado, Joey?- preguntó el moreno rompiendo el mutismo en el que se habían sumergido.

-Bien, supongo- el rubio se sorprendió por lo natural que había salido su tono cortante. Sacudió la copa meneando la sombrilla roja en esta. Su bebida transpiraba en sus dedos.

-Menos mal... Estaba preocupado. Ya que te fuiste así sin más de casa- confesó Duke. <<Dirás “tu” casa>> Joey hizo todo lo humanamente posible para contenerse. Sus ojos se deslizaron hacia éste cuando vio el movimiento de sus manos, se frotaban contra su ropa y el rubio sabía que estaba nervioso. Si no empezaba a tartamudear iba a ser un verdadero milagro- Veo que has cambiado tu apariencia.

-A decir verdad ahora estoy en una agencia de modelaje, dejé el trabajo del restaurante- volvió la vista a sus pies mientras apoyaba más la espalda en el modular y cruzaba las piernas.

-Sí, lo sé, Takashi me dijo- eso confirmaba sin duda alguna que el empresario lo había ido a buscar a su trabajo, confiaba en que su jefe nunca le iba a dar su contacto o nueva dirección.

Devlin hizo un gesto y metió una mano en su bolsillo acercándose a Joey, del interior de éste sacó un estuche para joyas. Los orbes dorados del rubio se abrieron desconcertados saltando hacia atrás por la conmoción.

Su mente trabajaba a velocidades asombrosas. No era posible que Duke tuviera el descaro de proponerle matrimonio, no después de lo que le había hecho. El no iba a perdonarlo aunque le trajera una roca lunar sacada por sus propias manos y ni hablar que cualquier regalo estaba fuera de discusión, no iba a aceptar un estúpido regalo de compensación por su bajísimo comportamiento.

Duke pareció notar el pánico en la mirada de Joey y sonrió amargamente.

-Son los pendientes de tu abuela- alargó la mano tratando de alcanzárselos- Los olvidaste cuando te fuiste.

El rubio se relajó acercándose a éste y tomó el estuche abriéndolo, dentro encontró los zarcillos de diamante de su abuela. Suspiró y lo metió en su bolsillo.

- Creí que nunca volvería a verlos- después de tanto tiempo sonrió con verdadera alegría- Gracias, Devlin por tomarte las molestias.

-Joey, espera- el moreno había tomado al rubio por una de sus muñecas cuando este trataba de  marcharse. No es que hubiera pensado que iba a poder escapar, era más por el hecho de que quería desaparecer, alejarse velocidades luz de Devlin. El rubio retiró la mano del poder del empresario frunciendo el ceño pero eso no aplacó al moreno- ¿Podríamos encontrarnos en otro lugar para hablar?

-¿Para hablar de qué?- cuestionó frío el modelo con la mano aun alejada de Duke- ¿De los cuernos quizás?

-Cachorro, por favor, debemos hablar sobre eso- el chico parecía adolorido por las palabras del rubio que lo miró con un gesto inyectado en rabia pero detuvo su huida- Hay un motivo por el cual tuve que hacer eso.

-No me hagas reír, Duke- escupió Joey cruzando sus brazos, si los tenía libres iba a golpear a su ex.

-Tienes que escucharme- rogó el otro dando un paso y quedándose quieto cuando Joey rehuyó de él.

-Si quieres hablar lo haremos aquí- levantó el mentón con todo el valor que consiguió- Por qué no tendrás otra oportunidad, aprovéchala.

-Está bien- tragó saliva- El sujeto que estaba en la foto cuando salía del hotel sabe todo.

-¿Todo de qué?- agregó el rubio combativo.

-Todo... Lo que te pasó en la secundaria y lo de Serenity- volvió a hablar el moreno- Me dijo que si no hacía lo que él quería se lo iba a contar a la prensa.

-Y por supuesto tuviste que hacerlo- Joey bajó la vista. Realmente Mai tenía razón que él había tenido que hacerlo pero lo que me molesta es que tuvo- ¿Creíste que lo que ese idiota iba a decirle a la prensa me afectaría?

-Exacto- se acercó a él y lo tomó de la muñeca tirando de él más cerca- Jamás te haría daño, cachorro. Después de tanto tiempo nunca te engañaría. Te amo, eres el único para mí, ahora y siempre.

Con esas palabras Joey sintió que su suelo se sacudía, aún le provocaba sensaciones indescriptibles esas simples palabras. Aclarando la garganta trató de deshacer el nudo en esta y habló:

-Ya no puedo creerte, Duke. Lamento decirte esto, pero ya no hay marcha atrás- soltó la mano del otro- Sabes perfectamente como soy o más bien creía que me conocías. Eso nunca me afectaría. Si a mí me hubiera pasado lo mismo ni siquiera lo tendría en consideración. El daño que te ocasionaría sería insoportable y me sentiría sucio. Pero para ti no fue igual.

Los ojos de Duke se abrieron sorprendidos por las palabras de Joey. El realmente no lo conocía para nada, el rubio era alguien totalmente fuerte e independiente, los dichos y el chismoseo nunca le habían afectado en lo más mínimo. Se giró a un lado mirando por el borde de sus ojos a un atónito Devlin.

-En realidad al que le molestarían esos dichos es a ti - se acercó a él clavándole en el esternón su largo y delgado índice- No querías emparejarte con un inadaptado. Te iba a dar vergüenza mostrarme frente a todos tus amigos ricachones cuando la olla saltara.

El aludido negaba suavemente tratando de encontrar su voz. Pero los sonidos se habían ido junto con el color de su rostro. Su cabello se mecía con cada golpe del dedo del rubio mientras lo hacía retroceder.

Sus ojos se convirtieron en pequeñas rendijas y sus cejas se volvieron una línea recta. La deliciosa satisfacción que sentía hiriendo a su ex era arrebatadora y su boca no paraba de expulsar veneno.

-Ahora ya no tienes que hacerte cargo de mí- entrecerró los ojos- Dejé todos tus recuerdos atrás, Devlin, todos y cada uno de los besos que me diste ahora son hojas en mi libro que necesito borrar.

-Cachorro...- pronunció el moreno cuando tuvo fuerzas.

-No vuelvas a llamarme así. Ya no tienes la potestad para hacerlo- gruñó el rubio alejándose de las manos del empresario que trataron de cerrarse a su alrededor- La próxima vez que me veas finge que no me conoces o voy a mandar a mi nuevo novio para que lo arregles con él.

Oh, sí, el gesto herido de su ex era extraordinario, se sentía eufórico y sabía después de ver su cara que la deliciosa sensación se iba convertir en dolor posteriormente pero su inconsciente estaba gobernándolo.

-¿No lo sabes? Desde que me fui de “tu” casa no estuve solo- elevó su pecho, altivo y sonrió de lado sínicamente- Estuve pasando de cama en cama. Dejé que todos ellos me lo hicieran, por atrás por delante de a dos, tres o cuatro. Llegué a empacharme por todo lo que tragué.

El moreno se golpeó contra el mueble a su espalda cuando retrocedió de la impresión con cada frase Joey se fue acercando a éste.

-¿Qué pasa? ¿No puedes procesar el hecho de que alguien más me la mete?- se acercó a Devlin pasando un dedo por su pecho sobresaltando al de ojos verdes que tenía un gesto de desconcierto digno de un Oscar- Déjame decirte algo, ahora mismo estoy arrendando mi culo por cobijo y el sujeto tiene la verga más deliciosa y enorme. La usa muy bien, me coge con tantas--

Una bofetada giró la cara del rubio sobre su hombro derecho. Sintió el calor del golpe quemando la piel de su pómulo. Sabía que ese golpe no era con la intensión de lastimarlo, Devlin solo quería silenciarlo, no quería escuchar lo que le estaba diciendo. No iba devolver el golpe por qué Joey lo había herido de una manera más profunda, había manchado sus recuerdos en la memoria de Duke, sabía que él aún lo amaba y echándole en cara su vida sexual consiguió herirlo más allá de lo físico.

-¿Te dolió? Espero que recuerdes esto la próxima vez que te cruces conmigo- se puso una mano en la mejilla caliente mirando los abatidos orbes verdes- No me busques más, Duke, no quiero que vuelvas a tratar de tocarme, no va haber una próxima vez para esto. Nunca ¿me oyes? Jamás te voy a perdonar que me engañaras.

Joey giró sobre sus talones y salió por la puerta atravesando el pasillo hacia la zona de la fiesta. Era definitivamente el peor cumpleaños que tenía, caminó directamente al bar pidiéndole al chico de los trago su bebida más fuerte.

Se apoyó contra esta cuando un tequila aterrizó a su lado. Se llevó la sal a la boca, luego bebió de un solo sorbo el pequeño contenido haciendo que su rostro se arrugara completamente y luego mordisqueó el limón sacando todo el jugo de su interior.

Iba tener que beber mucho para sacarse la amargura que le dio volverse a encontrar a Devlin, aún con el limón en la boca le pidió al chico de los tragos un tequila más.

Estuvo bebiendo un poco más de la cuenta rogando que el moreno no lo buscara. Sabía que estaba ebrio al darse cuenta que no enfocaba bien al par de muchachos que se acercaban a él, se afirmó aún más de la barra cuando el piso parecía de gelatina. Se sentía un estúpido por emborracharse en una fiesta a la que asistía para verse lindo, Joey de profesional no tenía nada.   

-Joey... Ya casi son las once- Hideki se había acercado a él con Ryuji muy cerca. Ambos parecían que había arreglado sus diferencias, sonrió quedito y un gesto abatido le ganó a su sonrisa- ¿Qué ocurre, rubio?

Sentía que toda esa tristeza estaba a punto de rebalsar, su garganta se cerró con el nudo que trabó su respiración, de repente notó que la falta de aire no era por la angustia. Estaba sufriendo un ataque de asma, se llevó la mano al pecho y se inclinó respirando con dificultad. Llevó su mirada llena de pavor hacia Hideki y luego a Ryuji que se sorprendieron.

-Oh, cielos, Joey, tu asma- rebuscó entre los bolsillos de las ropa del rubio buscando el inhalador sin encontrarlo- ¿Dónde está?

Las personas comenzaron a rodear al pequeño grupo de modelos con miradas curiosas y preocupadas. Ryuji llamó a la ambulancia mientras que Hideki pedía espacio para que Joey pueda respirar, lo cual cada vez le era más difícil. Se sentó en un sillón cercano metiendo la cabeza entre las rodillas tratando de calmarse.

- ¡Scheiße!* ¿Acaso no hay una ambulancia disponible en este momento?- gruñó el enorme asiático gritando al teléfono.

-¿Qué ocurre?- preguntó el ex modelo acercándose al moreno.

-Dicen que se incendió un edificio en la avenida principal- Ryuji parecía desesperado al igual que ambos rubios.

-Sé donde vive- comentó una voz grave por encima del bullicio- Podría llevarlo.

Todas miradas se fijaron en el dueño de la voz. Sus imperturbables ojos azules miraban todo con una extraña ausencia. Joey clavó los ojos en Kaiba que mantuvo la mirada, esperando alguna negación por parte del rubio.

Joey se sentía muy mal, el asma mezclado con la borrachera era una combinación letal. Sujetándose del pecho, la única salida del rubio era Kaiba, había dejado los medicamentos en la mansión junto a la cómoda al lado de su cama. Mokuba lo iba a matar.

Le lanzó al CEO una mirada suplicante y afirmó mientras se levantaba. Caminó hacia el castaño quien simplemente se giró.

-Kaiba-san...- Hideki parecía sorprendido por la intervención del empresario que se acercó a ellos y más cuando éste pasó un brazo de Joey sobre su hombro la otra mano rodeándolo por la cintura para mantener el equilibrio- ¿Podrá cargar a Wheeler-san hasta el domicilio? ¿Y si tiene escaleras que--?

-El joven Wheeler y yo tenemos casi la misma estatura- lo acomodó en sus hombros un poco más antes de continuar- Y aunque esté sentado detrás de un escritorio no significa que soy delicado.

Hideki y los demás testigos de la situación bajaron la mirada sometidos ante las palabras del CEO. Hizo gala de su poderosa presencia para dar su firme posición. Joey estaba sintiéndose cada vez más débil, tiró de la manga de Kaiba el cual lo observó y luego afirmó en silencio.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Kaiba condujo hacía su domicilio con pasmosa velocidad. Podía deducir que lo que Joey estaba sufriendo era un ataque de asma, lo que le sorprendía era la irresponsabilidad de éste de dejarse los medicamentos en la mansión o vaya a saber dónde.

Una tormenta de nieve estaba azotando la ciudad de Tokio, accidentes respecto al hielo negro se repitieron en las horas posteriores a la tormenta. Algunas avenidas en la ciudad habían sido cerradas por la nieve y las topadoras no podían avanzar a través del tráfico.

En el interior del automóvil Joey parecía estar consciente, miraba la ventana tratando de distraerse mientras presionaba su puño contra su pecho calmándose a sí mismo.

Finalmente llegaron a la zona residencial, eran más de las once horas y las calles estaban casi desiertas. Era un día de semana por lo que la mayoría estaba en sus casas preparándose para dormir. Las huellas de los neumáticos separaban grandes columnas de nieve.

Una vez en la puerta de su mansión, presionó el botón de seguridad y las puertas mecánicas se abrieron cediéndole el paso.

Los jardines estaban cubiertos de una blanca alfombra de nieve, apenas y sí se veía el follaje debajo de todo ese color inmaculado.

Detuvo el auto en el garaje junto a la mansión. Apagó el motor y se deslizó hasta llegar al asiento de acompañante simultáneamente que Joey trataba de salir de este. Al acercarse más el castaño descubrió que una diminuta capa de sudor cubría la frente del rubio.

-Vamos, rubio- lo tomó del codo mientras lo ayudaba a mantenerse en pie.

Joey simplemente le dio una muy débil sonrisa y ambos avanzaron. Una vez que atravesaron el pequeño pasaje que separaba el garaje de la mansión comenzaron avanzar rápidamente al primero piso. En el pasillo que unía las habitaciones encontró a Yoko cambiando los floreros en los anaqueles en este, cuando los ojos pardos de las mucama se fijaron el Joey se sumergieron en pánico y se acercó a ambos con urgencia.

-Joven, Joseph- se acercó al chico y checó la temperatura de su frente- Amo, Kaiba...

El CEO reconoció la ansiedad y el nerviosismo en la mujer. Ajustó a Joey a su lado para que mantenga el equilibrio.

-Yoko, prepara el baño y un cambio de ropa para mí y para el joven. Déjalos en la habitación de Joseph.

-Sí, señor- afirmó la chica y se giró no sin antes enviarle al rubio una última mirada de preocupación.

Kaiba vio a la mujer caminar apurada hacia la habitación de Joey, podría haberle pedido que buscara el inhalador antes pero estaba seguro que el rubio no lo tendría a la vista.

Caminó hasta la mitad del pasillo y abrió una enorme puerta de robles. El baño era de blanco marfil y las paredes estaban decoradas con cerámicas que tenían ligeros toques de crema, el mismo material decoraba el piso pero éste era de color marfil puro.

Una lavamos con un diseño de caparazón estaba frente a un espejo en el cual podrían reflejarse hasta tres personas apenas rozándose los hombros. Un lavado de estilo tradicional le daba un aspecto totalmente orientan al baño estilo occidental.

Kaiba dejó a Joey sobre uno de los taburetes y comenzó a desvestirse. Desabrochó sus pantalones con tranquilidad, desajustó su corbata guardándola en el bolsillo de su saco el cual se quitó a continuación, abrió todos los botones de su costosa camisa y la colocó sobre un montón de ropa destinada a la tintorería. Solo vistió el slip negro Calvin Klein.

Al girarse y ver al rubio lo encontró con un rostro ligeramente enrojecido, parecía que la respiración se le había acelerado aún más. El castaño bufó suave y se inclinó sobre el rubio ayudándolo a deshacerse de la ropa pero cuando alcanzó el borde la remera tirando hacia arriba para tratar de sacársela el chico se lo impidió moviendo desesperadamente los brazos.

-¿Qué ocurre?- preguntó con un poco fastidio en la voz cuando se alejaba del chico.

-Yo puedo- dijo Joey con un suave susurro. Deslizó la remera por su cabeza y cuando se paró se comenzó a quitar los pantalones, para sorpresa de Kaiba el chico andaba de comando.

Los ojos cerúleos se detuvieron un largo momento en los glúteos pálidos de Joey, redondos y llenos, se preciaba en su piel el bronceado a medio desaparecer del traje de baño que usan en natación. Sintió que comenzaba a ponerse duro, había estado entre ellas tantas veces pero parecía que su deseo no decaía. El rubio dejó caer su ropa en el cesto y se sentó en el taburete con la mirada baja y rojo hasta las orejas.

-Solo voy a enjuagarte un poco- el castaño probó la temperatura del agua hacia un lado y después roció con la ducha por la espalda de Joey que se sacudió al sentir el agua.

Kaiba simplemente pasaba la palma por la espalda de Joey con relajantes caricias. Notó que la respiración del rubio se tranquilizó un poco y luego detuvo el correr del agua. El rubio lo miró por encima del hombro y le dio una suave sonrisa de agradecimiento. Cuando dejó el aditamento en donde estaba su soporte fue hacia el mueble donde guardaban las toallas y batas para tomar una para él y para el rubio.

Rodeó el cuerpo de Joey con una cuando ya se había colocado la suya. Lo tomó nuevamente del codo conduciéndolo a su habitación y allí buscaría el inhalador.

Cuando atravesaron el marco de la puerta Joey se precipitó al estante junto a la cama. Rebuscando en el cajón lo encontró, lo agitó para luego colocarlo en su boca, absorbió con fuerza mientras apretaba la parte superior. Tragó con fuerza y volvió a realizar el mismo movimiento.

Seto esperó con paciencia que el rubio le confirmara que estaba en buena condición o de lo contrario debería llevarlo, inevitablemente, a un hospital. Joey aspiró con fuerza recuperando por completo su capacidad de respirar, se sentó en la cama y levantó sus orbes topacio hacia el castaño.

-Gracias, Kaiba- sonrió suave mientras se paraba. El castaño que estaba parado en el espacio entre la salida y la cama lo vio caminar a través de él hacia la puerta cerrándola con seguro.

Cuando el rubio giró sobre sus talones Kaiba se estremeció ante la mirada más ardiente que pudo haber visto. El chico salvó los pasos entre ellos y enlazó sus brazos en el cuello del castaño engullendo la boca de éste con un hambre atroz, el CEO suavemente trató de separar los miembros del otro pero los brazos de Joey parecían tenazas, no podía desprenderse a menos que lo forzara. El blondo dio unos pasos empujándolo contra una de las paredes de la habitación.

Cuando el chico necesitó aire se separó sin quitar sus ojos de los cobaltos del otro, Kaiba tragó saliva, los ojos de Joey parecían querer carbonizarlo por el ardor que desprendían.

-Joey...- trató nuevamente de deshacerse del aprisionamiento- ¿No es mejor descansar?

Kaiba no era precisamente la persona más solidaria ni mucho menos pero estaba haciendo un gran esfuerzo por respetar la salud del rubio. Pero sabía que era en vano cuando Joey apretó su pubis contra el del castaño moviéndose cadenciosamente mientras le enroscaba una pierna en la cadera de éste.

-No, Kaiba-sama- susurró seductoramente el otro con una sonrisa arrebatadora- Solo quiero que me claves hondo contra la cama. Lléname con tu leche, quiero que rebalse para que este cumpleaños aunque sea acabe bien.

Seto iba a oponerse a pesar de tener una dolorosa erección bajo la abrigada bata pero el rubio lo calló poniendo un dedo sobre sus labios, sin despegar la mirada de él se deslizó por su torso hasta que estuvo arrodillado frente a la cadera del castaño.

Un suspiró quedó atrapado en la garganta del CEO cuando Joey apenas separó la tela abierta de la bata y rozó el pronunciado bulto que empujaba contra la palma mientras se llenaba de sangre. Levantó la mirada y a través de las pestañas rubias miró su cara, el brillo inconfundible de lujuria resplandecía es los orbes a pesar de la leve iluminación.

Con una picara sonrisa desató la bata azul del castaño y miró la dureza  frente a su cara aún envuelta en la suave tela del slip, metió los dedos en la abertura de su ropa interior solo para sacar el miembro y acariciarlo frente a su cara, desviando nuevamente la mirada hacia Kaiba. La expectación le secó la boca y un insólito calor inundó su frente.

-No comí nada desde el mediodía y sinceramente ahora se me antoja devorar esta preciosa verga ¿Puedo, Kaiba-sama?- Lo masturbó un poco sin quitar los ojos de él. 

Por primera vez el CEO estaba sin aire y no podía encontrar las palabras en su cerebro. Todas se trababan en el camino hacia su consciente mientras trataba de detenerlo y animarlo a la vez.

-Necesito su permiso, amo- su lengua salió entre los voluptuosos labios y rozó suavemente la hendidura en el extremo de su glande barriendo el liquido pre seminal que se había acumulado. Kaiba vio hipnotizado como un pequeño hilo unía su boca aún con su pene cuando se separó.

-Comete mi verga- las palabras salieron precipitadamente cuando Kaiba observó al rubio relamerse los labios con hambre.

-Como usted quiera, amo- Joey puso las manos en forma de saludo e inclinó la cabeza como tradicionalmente hacían los japoneses al comer- Itadakimasu*.

Lo siguiente que Kaiba vio fue la lengua de Joey lamiendo sus testículos hasta el frenillo y arroscándola en el glande. El castaño jadeó con ardor y fue tal poderoso el latigazo de placer que sintió qué tuvo que sostenerse de la pared para no caer. Joey le estaba dando la mejor mamada del universo, el melado lo tomaba hasta sus testículos y luego lo sacaba hasta solo dejar el extremo en su boca para luego arremeter con poderosas chupadas. Succionaba con fuerza atroz y dejaba que sus dientes rozaran los costados de su hinchado miembro enviándole escalofríos a lo largo de su espina del gusto. La saliva se escurría calentando sus fríos testículos y su miembro entraba en esa experimentada boca casi hasta la campanilla. El chico a sus pies intercalaba lamidas y mordidas en su extremidad.

Kaiba no podía apartar sus ojos de la cara del menor, Joey había cerrado sus ojos concentrado totalmente en la felación, empujando su boca mientras su diestra masajeaba sus testículos mimándolos con unos enloquecedores toques.

El castaño había cerrado los ojos y apoyado la nuca contra la pared disfrutando de las caricias pero bajó la vista de golpe al sentir que los dedos de éste, antes en sus testículos ahora tocaban el perineo haciendo un camino más allá.

Joey abrió sus ojos cuando la mirada intensa del CEO estaba sobre él, sonriendo alrededor de su pene sondeó con un dígito la abertura de Kaiba simplemente rozándole. Nadie nunca había tocado ese lugar y tampoco estaba en sus planes que lo hagan, iba a quejarse pero Joey aceleró el movimiento de su cabeza haciéndolo apoyar nuevamente la nuca hacia atrás mientras soltaba un jadeo.

Aprovechando esto Joey introdujo el dedo en el culo de Kaiba hasta la segunda falange, el castaño se removió incomodo apunto de alejarse pero el rubio empujó el dígito presionando con precisión la próstata. Los ojos azules del CEO se volvieron hacia atrás de su cabeza del placer que lo recorrió con potencia casi debilitando sus rodillas y después de que el rubio encontrara su punto G sabía que solo era cuestión de tiempo para que acabara. Joey estaba castigándolo con dosis poderosas de placer, sus piernas tenían piel de gallina y sabía que estaba a punto de alcanzar el nirvana.

Tomó los rizos dorados para mantener la cabeza de éste en su lugar mientras hundía su pene en la boca del otro que presionaba su nervio interior. La opresión en su pecho le indicaba que estaba cerca, sus rodillas estaban tensas, sus muslos comenzaban a dolerle por la rigidez y sin poder controlarlo una explosión de colores brilló detrás de sus parpados acompañados de un ronco gemido vaciándose en la boca de Joey que gimió del gusto.

Aún sintiendo las oleadas de goce abrió los ojos aturdido entre la descarga y observando el rostro del melado que sonreía satisfecho aún con su miembro entre sus labios, trabajando la garganta mientras tragaba su culminación. Su dedo aún le acariciaba la próstata alargando su orgasmo hasta un límite que nunca había experimentado.

 Cuando finalmente se separó se relamió la comisura de los labios limpiando los restos de semilla que se habían escurrido, sin quitar sus ojos de los océanos del CEO con una sonrisa lujuriosa.

-Estoy satisfecho, Kaiba-sama- deslizó su dedo fuera aún arrodillado frente a las caderas del castaño.

El CEO curvó sus labios en una torcida sonrisa. Acababa de tener el orgasmo más arrollador de la historia y sentía que podía volver a ponerse duro en segundos. Con la diestra sujetó al otro del cabello elevándolo hasta su cara.

- ¿Qué ocurre, joven maestro?- cuestionó con una fingida inocencia.

Ese juego de amo se le antojaba extraordinariamente erótica, sentía que estaba con un esclavo al cual podía someter de mil maneras posibles. Sentirse poderoso lo estimulaba, el rostro del rubio le provocaba incrustarlo contra la pared y llenarlo. Pensaba en lo que había sucedido desde que comenzaron a tener sexo y consideraba que eran dos polos opuestos atrayéndose cuando estaban cerca, el deseo ardía en sus manos y su boca buscaba ansiosamente la contraría.

-La verdad es que el señor de la casa desea más- el castaño lo sujetó por la bata abriéndola en su totalidad deslizando la cerúlea mirada por su torso desnudo desde sus pezones oscuros hasta su muy necesitada erección- ¿Vas a obedecer cada orden, rubio?

 -Claro que sí, amo- susurró el melado dejando sus brazos laxos en una completa postura de sumisión.

El castaño tiró de la única prenda del chico desnudándolo por completo. Acarició sus brazos hasta la cadera y empujó un poco su cuerpo haciéndolo caer en la cama donde rebotó suavemente, se inclinó sobre el melado colocándose entre sus piernas cuando éste las abrió obedientemente. Kaiba jamás pensó volver a estar tan caliente y duro a tan solo un minuto de haber acabado pero había algo en Joey que hacía que se excitara innumerables veces. Lamió el mentón suave del melado e hizo un camino hacia su hombro mordiéndolo con fuerza justo en su lugar favorito. Llevó sus manos a las piernas tomándolo por las rodillas y abriéndolas, metió su cadera entre estas y se apoyó contra la pelvis del rubio frotando ambas erecciones. Su diestra acarició el muslo interno del melado hasta el pene claramente necesitado de éste.

Un jadeo ligeramente agudo escapó de la garganta de Joey, quien presionó su pelvis contra la mano que le daba tanto placer, Kaiba bajó la mirada y notó que su pene estaba dejando restos de néctar en el muslo del chico bajo él. El gilvo levantó las manos para rodear al castaño pero éste detuvo sus manos y las presionó sobre su cabeza contra el colchón.

-Sin manos, chico- susurró contra la piel de su torso mirando los topacios de Joey- ¿Escucharás al señor?

-Oh, sí, mi amo- gimió el rubio vibrando cuando el otro volvió a besar su piel, recorriendo la zona del hombro y el cuello exploratoriamente.

A través de una risita paseó la punta de la lengua hacia uno de los pezones caqui del chico, Joey gimió con fuerza abriendo más sus piernas empujando sus caderas hacia arriba.

-Kaiba... El condón y el lubricante están en el cajón- el castaño llevó la zurda hacia el escaparate junto a la cama y revisó el contenido sonriendo cuando encontró la botella y la tira de condones.

Los dejó al lado del cuerpo de Joey y apretó la botella volcando un poco del aceitoso contenido en su mano. Llevó el índice a la entrada del rubio que gimoteó grave al sentirlo en su interior, Kaiba volvió su boca a los pezones dándole la misma atención a cada uno.

Al primer dedo se le unió un segundo y un tercero. El esfínter del melado se cerraba alrededor de estos succionándolos cuando el castaño los sacaba, aumentó la velocidad de las arremetidas y el otro comenzó a gemir más ronco.

Joey abrió los ojos y miró detrás de él, se soltó de la mano de Kaiba alcanzando la tira preservativos arrancando uno para luego ponerlo sobre su tórax con una sexy sonrisa. El castaño entrecerró los ojos con una mirada ardiente y tomó el paquete plateado en su boca abriéndolo con los dientes sin quitar su mirada del otro. Deslizó con presteza la delgada membrana de látex sobre su erección y una vez terminado levantó las rodillas del rubio y dejó su trasero alzado. Guió el glande a la entrada fruncida y se introdujo en la cavidad de un certero empellón, el melado suspiró goloso cuando los testículos de Kaiba chasquearon en sus nalgas. Mientras la cavidad de Joey lo recibía el castaño salió y volvió a hundirse con fuerza empujando el cuerpo del chico varios centímetros arriba.

Y por el contrario Joey en vez de quejarse por la brusquedad jadeó por más, sus ojos se humedecieron ansiosos así como sus pupilas se dilataron. Sus sentidos estaban embotados al igual que los del CEO quien se hundía con ardor dentro del cuerpo tibio del rubio.

Cuando el castaño encontró la sensible glándula del blondo, la rozó con tino haciendo que el chico soltara un sonoro gemido y esparciera con intensos borbotones su culminación sobre su propio vientre, manchando el torso del CEO en el camino. La vaina de éste envolvió con fuerza el miembro del castaño haciendo que el placer sea insoportable y una eyaculación poderosa lo sacudió. 

Kaiba se sostuvo en los brazos mientras recuperaba el aliento, el rubio aún agitado tenía sus piernas en los hombros de éste y los brazos estirados a sus lados, se movió con ligereza tratando de incorporarse. El castaño salió sintiendo aun el sopor del reciente orgasmo, se sacó el látex cerrándolo y miró alrededor buscando donde tirarlo. Joey rió un poco:

-Junto a la cama hay un pequeño tacho de basura- con el pulgar apuntó a un lado de la cama. El CEO volvió la vista y encontró el susodicho cesto.

Se acercó al tacho de basura y arrojó el condón dentro no sin antes buscar la caja de pañuelos descartables para el más joven. El chico limpió su flácido miembro y dejó la caja en el mueble, se quedó quieto a medio estirarse, el CEO levantó la mirada y encontró que una pequeña bolsa de una joyería era lo que llamaba la atención de Joey. Kaiba soltó una risita y el melado volvió la mirada sorprendido.

-Compré algo- comentó el CEO sentándose en el borde de la cama estirándose lo suficiente para tomar la bolsa- Solo es un agradecimiento por el perfume.

 Joey la tomó aún con los ojos abiertos de desconcierto, abrió la bolsa y encontró una pequeña caja de joyería pero ligeramente larga. En su interior encontró una cadena dorada con una medalla. Los topacios miraron intensamente al CEO interrogándolo.

-Es un regalo apropiado para un amante ¿no?- una ladina sonrisa curvó los masculinos labios del castaño. 

Una de las rubias cejas se disparó hacia arriba y sonrió de lado. Rebuscó en la bolsa y sacó un perfume. Van Cleef Arpels* era un nombre extraño para un perfume observó con detenimiento la caja leyendo "Midnight in Paris". Lo roció en su muñeca y aspiró profundamente.

-¿Puedo sentir la fragancia?

-Claro- el melado estiró su muñeca ofreciéndosela para que el castaño la oliese.

Kaiba apoyó la muñeca contra su nariz y aspiró el delicioso aroma que se mezclaba a la perfección con el almizcle propio del rubio. Deslizó la nariz a lo largo del brazo, acariciándolo hasta el hombro donde repartió tentadores besos en la extensión de piel provocándolo adrede. Cuando volvió la mirada notó que Joey tenía un brillo lascivo en sus ojos mientras jadeaba suavemente.

 Sin despegarse de los orbes topacio se inclinó sobre su rostro devoró prácticamente la boca del otro que gimoteó cediendo con ansias al sugestivo movimiento de la lengua contraria. Sus manos rozaban de nueva cuenta su piel, Kaiba ardía con la sensación de la piel y los músculos del rubio bajo sus manos. Recorría con sus palmas cada rincón de ese cuerpo que se derretía ante sus caricias.

La lengua del otro se movía en su boca haciéndole caricias en su paladar y la respiración pesada de ambos humedecía la punta de su nariz. Rozó la cintura y cuello a destajo de sus efectos, mordía los labios ligeramente carnosos del blondo mientras peinaba con sus dígitos la nuca a contra pelo acostándose nuevamente sobre el modelo.

-Es delicioso- comentó el castaño sin abandonar la posición.

 Joey giró su rostro hacia su muñeca e inspiró profundamente y sonrió con coquetería sin perder de vista los profundos pozos cerúleos de Kaiba. Sujetó el frasco y tomó una de las manos del castaño, rociando perfume en ella y poniéndola sobre su vientre bajándola hasta su miembro que estaba más que despierto.

-Acaríciame, Kaiba, quiero que este perfume me caliente cada vez que lo sienta- el castaño tragó duro y sintió su miembro saltar con vigorosidad.

Con la sangre rugiendo en sus venas, llevó dos dedos a la apretada abertura y clavó los incisivos en su hombro favorito, el derecho, haciéndolo con tal fuerza que sintió el sabor metálico en sus papilas gustativas. Sus dedos no paraban de hundirse en la entrada dilatada del rubio abriéndolo, llenándolo pronto con cuatro de ellos.

-No- jadeó el rubio separando sus rodillas cuando el castaño se estiró para tomar un condón de la tira- A pelo... Lléname con tu leche...

Jadeando ufano Kaiba retiró los dígitos dejando el índice en el delicioso orificio de éste mientras se clavaba con firmeza y el más joven gemía suavemente. Joey rodó a un lado cuando el castaño salió dándole la espalda indicando con un simple movimiento que quería ser clavado por detrás. Ubicándose en su espalda sentía el interior del rubio apretándolo ávido cuando volvió a meterse, Seto pasó su brazo debajo de la pierna de Joey haciendo que las penetraciones sean más rápidas. Apoyó su frente en la nuca del rubio mientras lo invadía con profundas y salvajes estocadas que hacían un sonido de chapoteo cuando las nalgas húmedas eran golpeadas por la cadera del CEO.

La mano del castaño se ceñía con fuerza al muslo derecho elevándolo con cada embestida y su otra mano tiraba de los rizos como el sol dejando su cuello a merced de los dientes de Kaiba que castigaban la piel. Los gemidos sofocados de Joey le provocaban unos inexplicables estremecimientos tenía los ojos cerrados pero los abrió cuando sintió que éste apoyaba la nariz en su mandíbula gimiendo contra ésta y besándola suave. El melado acariciaba su propia erección frenéticamente, supo que estaba a punto de eyacular cuando su interior latió alrededor de su miembro.

Nuevamente ambos tocaron el cielo y acabaron en un potente éxtasis. Se ciñó de cualquier parte de Joey mientras descargaba su orgasmo rumiando ahogadamente haciendo que su garganta vibrara pero sin emitir sonidos.

Kaiba jadeó por unos instantes tratando de recuperar el ritmo correcto de su respiración y sacó su miembro del interior del rubio quien emitió una pequeña queja. Sabía que si permanecía desnudo y en su interior volvería a asaltar a Joey. El otro tomó unas cuantas servilletas para limpiar su vientre y su entrada. El castaño se enderezó sobre sus rodillas y se paró a un lado de la cama cerrándose la bata.

-Siempre la primera es con condón pero la segunda no. Cielos ¿Dónde tenía la cabeza? - hizo un bollo de papel y la arrojó acertando al cesto de basura, suplantando su gesto enfurruñado y sonriendo coquetamente- Fue mi culpa por hacerte una proposición que no ibas a rechazar.

Se giró sobre la cama sentándose en el borde, trató de pararse pero las rodillas le fallaron. Antes de caer el CEO lo sujetó por el codo. Ambos se miraron y el rubio sonrió como hacía mucho tiempo había hecho, con verdaderos hoyuelos en sus mejillas, jaló el brazo del mayor para acercarlo y le besó la mejilla:

-¿Esto es lo que me espera siendo el amante de Seto Kaiba?- acarició el cabello de castaño- No precisas obsequios para tenerme- llevó una mano al miembro flácido de Kaiba- Solo necesito esto.

Besó suavemente los labios del castaño y apoyó una mano en el pecho de éste guiándolo a la puerta. Lo miró de arriba abajo y levantó una ceja coquetamente.

-La verdad me encantaría ir por la tercera pero debo descansar. Me tengo que levantar temprano mañana.

Kaiba asintió en silencio y abrió la puerta. El rubio se despidió moviendo sus dedos mientras se iba cerrando detrás del castaño.

El castaño caminó a lo largo del pasillo deteniéndose frente a la puerta de su habitación. Sonrió suavemente e ingresó. Joey era una caja de sorpresa, amantes era el nombre de lo que ellos eran en ese momento. Una súbita sensación erizó los vellos de sus brazos, sabía que algo iba a ocurrir pero su reptil sexto sentido no le dio otra señal.

 

 

                                                               .                              .                              .

         

 

La mañana parecía perfecta para un viaje, Joey se levantó y observó por la ventana que el cielo estaba totalmente despejado. No había ningún indicio de la tormenta de nieve que había azotado la ciudad, salvo las exageradas montañas de nieve.

Guardó la pequeña caja donde estaban los aretes en su morral junto con algunos libros, se miró frente al espejo de pie en el ropero cuando paso y se colocó los aretes. Acomodó su cabello y la ropa, eran las siete de la mañana y estaba completamente seguro que hacía un frío atroz. Un precioso tapado fue el regalo de Mokuba por su cumpleaños, tenía el interior de piel sintética y por fuera gabardina. Estiró la manilla de la maleta con ruedas y salió de la habitación.

En el pasillo de encontró a Yoko que le envió una mirada de curiosa sorpresa, llevaba las mudas de ropa que habían dejado el día anterior en el baño.

-¿Cómo está, joven Joseph?- preguntó con educación la mujer- Ayer llegó con una ataque de asma y-- 

-Estoy bien, Yoko- sonrió tranquilizadoramente- Y te he dicho que detesto que me llames Joseph, ya es bastante que tengo nombre de anciano para que encima lo digas entero.

-No lo puedo evitar, muchacho- reprendió la morena frunciendo el ceño- ¿A dónde va con la maleta?

-Hoy tengo que viajar fuera- miró a lo largo del pasillo susurrando- Tengo un contrato con Jean Paul Gaultier para hacer una publicidad para un perfume.

-Oh- un leve rubor apareció en sus mejillas- ¿Está en una agencia de modelaje? Con razón cambio su apariencia. Lo felicito, joven Jos--Joey- sonrió maternalmente.

-Gracias, Yoko- observó el celular y gimió- Me tengo que ir. Si llego tarde mi jefe me mata. Adiós.

Joey se despidió de la mujer y bajó las escaleras apurado. En el Hall se encontró con los otros trabajadores y saludó a cada uno quienes le desearon suerte.

Una vez que atravesó la puerta principal volvió la mirada y se dio cuenta que era la primera vez que salía de la mansión por un tiempo largo. Caminó hasta el portón que fue abierto por seguridad mientras se despedía de ellos con un gesto.

Tenía un largo viaje a New York, eran aproximadamente dieciséis horas. Habían elegido un viaje sin transbordo, desde el aeropuerto nacional de Narita hacía el Aeropuerto JFK en Queens con la aerolínea All Nippon Airways. Hideki había pedido el más directo que pudo, también la compañía estaba apurada por terminar rápido con las fotos y el clip. Llegó hasta la calle principal y caminó hasta que salió de la zona residencial, una vez allí detuvo al primer taxi que vio. Le indicó la dirección de la agencia y observó la ventanilla.

Apoyó la mano en su mejilla y recordó la bofetada de Duke. El día anterior tuvo la mala suerte de encontrarse con su ex en un ambiente en el cual no podía escapar y finalmente habían tenido la plática que él había estado esquivando fantásticamente. Su ex había explicado sus motivos pero esos motivos no eran una excusa para él, la confianza ya estaba dañada y eso no tenía solución.

Aún amaba de cierta manera a Duke pero no intensamente. Y se había vengado hiriéndolo y él había recibido una bofetada por esto. Devlin nunca le levantó la mano en esos casi siete años que estuvieron juntos hasta ese momento.

Metió la mano en el cuello de su campera y rozó el collar que le había regalado Kaiba. Sonrió suavemente y lo sacó encontrando una medalla con el grabado de J.W, en una esquina había una pequeña piedra roja, rozó el grabado y encontró una aspereza en la parte posterior.

-¿Otro grabado?- se preguntó curioso el rubio. Al girarlo leyó lo escrito- En caso de perderse responder a... ¡Pff!

El rubio soltó una repentina y tosca risotada sobresaltando al taxista que giró ligeramente la cabeza, volvió a ver al frente cuando Joey le hizo un gesto con una mano. Continuó riendo sin poder contenerse y se tomó un lado de sus costillas. Era realmente interesante el humor de Kaiba, el cual no imaginaba que tenía. Una vez que recuperó la correcta respiración se enderezó en el asiento limpiándose las lágrimas.

Joey pensaba en la ironía de que Seto también lo tratara como un perro igual que Devlin, lo cual le creó un tumulto de sensaciones tanto de familiaridad como de tristeza. Joey debía alejar cualquier mínimo sentimentalismo hacia el CEO, se notaba a leguas que Kaiba solo iba a amar a su hermano ahora y en el futuro.

   

 

    

Notas finales:

Bueno... Solo queda esperar como será el viaje de Joey al extranjero, el primero de muchos.

Pero sobre todo como será la lejanía de Seto y Joey, como se lo tomara el CEO que tanto amor recibe del rubio.

Estas respuestas y mucho en el próximo capítulo.

Aclaraciones:

Scheiße: Mierda en Alemán (a menos que el traductor me engañe).

Itadakimasu" no significa "buen provecho", es una expresión utilizada por los comensales cuando el anfitrión les ofrece algo de comer.

Midnight in Paris de Van Cleef & Arpels es una fragancia de la familia olfativa Oriental para Hombres. Midnight in Paris se lanzó en 2010. Midnight in Paris fue creada por Domitille Bertier y Olivier Polge. Las Notas de Salida son acebo, romero, bergamota, limón de Amalfi (lima de Amalfi) y cuero; las Notas de Corazón son styrax, té y lirio de los valles (muguete); las Notas de Fondo son incienso, benjuí, haba tonka, almendra y ámbar.

Cardo lanudo: Desquite.

 


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