A la mañana siguiente, Loki despertó sumergido en la suavidad de un cojín y con un cuerpo cálido contra su espalda. Una voz incorpórea con acento inglés hablaba sobre el clima —algo sobre tormentas inesperadas en el área de Nueva York— e intentó disipar el sueño de sus ojos.
Tratando de recordar vagamente cómo había terminado en la cama de otra persona, bostezó y se estiró, cerrando los ojos y arqueándose contra el cuerpo detrás de él. Masculino, si se basaba por las planas superficies de su pecho y el ruido sordo de sus ronquidos.
Hmm. ¿Cuándo había sido la última vez que había llevado a un varón a la cama? No se sentía particularmente alcoholizado...
Fue solo cuando trató de sentarse que lo recordó.
«Ah, cierto —pensó con ironía—. Soy un gato. ¡Maravilloso!».
Lo cual significaba que el saco de carne babeando y roncando detrás de él era Tony Stark. Se levantó de un salto y se apartó, disgustado consigo mismo por pasar la noche, cuadrúpedo o no, en cucharita con Iron Man.
Los ronquidos de Tony terminaron en un gruñido, y después sus ojos se abrieron en pequeñas rendijas. Murmuró algo entre dientes y luego se obligó a sentarse, limpiando las pequeñas costras de baba de su barbilla. Tenía el pelo levantado como una cacatúa, y había marcas en su mejilla en donde se había presionado contra el colchón. Interiormente, Loki sonrió.
Los ojos cansados e hinchados aterrizaron en Loki, y el humano sonrió, estirándose para despeinar el pelaje de su cabeza. Loki se apartó de su mano y lo miró ferozmente, reorganizándose a sí mismo hasta quedar postrado en una posición más digna. Tony simplemente se rio.
—Buenos días, Loki.
«Roncas».
La voz incorpórea —J.A.R.V.I.S., cierto— prosiguió en el fondo, informándoles gratamente de los resultados del fútbol de la noche anterior y de una batalla que se libraba en medio de Central Park. Al parecer, Hulk estaba teniendo otro episodio. Un día bastante normal.
—Mierda.
Esa fue la única advertencia que obtuvo antes de que su humano se levantara y corriera fuera de la habitación, empujando la cama y casi volcándolo en el proceso. Siseó tras los pasos de Tony que ya se alejaba.
— ... El Capitán América y Thor solicitan que se una a ellos, si no está ocupado de otra manera...
Loki se volvió hacia la voz lo suficientemente rápido como para casi darle un latigazo, sus orejas se levantaron como si quisieran desprenderse de su cráneo. ¿Thor estaba de regreso en Midgard?
«¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea...!».
Si Tony iba en ayuda de Thor, había más posibilidades de que el Dios del Trueno regresara a la mansión. Por supuesto, lo más probable era que si estaba de regreso en Midgard así lo hiciera de todas formas, pero estaba demasiado asustado como para preocuparse por un poco de lógica. Si Thor lo veía, el ardid había terminado.
Se apresuró por las escaleras, detrás de Tony, siguiendo las maldiciones resonando desde el taller. El sótano estaba frío bajo sus patas, y su corazón palpitaba en sus oídos lo suficientemente fuerte como para ahogar el zumbido de la maquinaria mientras cada pieza del traje de Tony hacia clic en su lugar. Unos cuántos robots instalados estratégicamente estaban ayudándole a acelerar el proceso.
«¡Detente, humano idiota!». El grito le salió como un largo y quejumbroso maullido.
Tony le lanzó una mirada distraída.
—Pepper te alimentará, gatito.
Loki gruñó. «¿Te parece que estoy interesado en comida en este momento?».
Pero toda la atención de Tony estaba centrada en su traje. Esto sería mucho más fácil en el Antiguo Egipto. Reverenciaban a los gatos como si fueran seres humanos sensibles. Ahora que pensaba en ello, se preguntó cómo le estaría yendo a Seth. Había oído todo tipo de chismes sobre aquellas riñas con su sobrino...
Concéntrate, Loki.
«¡Maldita sea, mortal! ¡Soy un dios y me vas a prestar atención!».
Se apoyó en sus patas traseras y lanzó su pequeño cuerpo hacia uno de los robots que sujetaban las placas de armadura para los brazos y las manos de Tony. Siseó y arañó algunos circuitos que parecía podían ser importantes.
—¡He-hey!
Tony se volvió en dirección a Loki, con los ojos muy abiertos, pero no se atrevió a moverse mientras otro brazo robot situaba el casco en su lugar.
—¡Gatito malo! —Una segunda voz —Pepper— jadeó detrás de él, y Loki supo que estaba derrotado. Un par de manos lo agarraron por la parte media y lo apartaron. Loki se retorció tratando de agarrarse del robot, pero sus garras solo rozaron el metal antes de encontrarse balanceándose en el aire. Siseó y se debatió, retorciéndose del agarre de Pepper para tratar de llegar al suelo. En el momento en que aterrizó, Tony ya había despegado. El rugido de sus cohetes era como el retumbar de un trueno en la distancia.
Frunció los labios y le siseó a Pepper una vez más antes de huir por las escaleras, con su cola erizada, retorciéndose furiosamente.
****
Loki sin duda estaba haciéndole honor a su nombre, decidió Pepper. La rubia se sentó en el sofá de Tony, con las piernas dobladas y sus dedos bailando sobre el teclado de su portátil. Por el rabillo del ojo, observó a Loki, quien estaba sentado en la otomana frente a ella, con los ojos pegados a la pantalla del televisor. En la televisión destellaban las noticias locales con cobertura en vivo de los tres Vengadores —Thor, Cap y Tony— tratando de someter a Hulk, y Pepper pensó que se estaba volviendo loca porque podía jurar que el gato entendía todo lo que pasaba en ella.
Hacía diez minutos había tratado de cambiar el canal —Tony había recibido un golpe bastante violento en el rosto, o casco, o como fuera, y ella se había sobresaltado y necesitaba una distracción—, pero el gato la había observado ferozmente y le había enseñado los dientes. Se había apartado y escabullido hacia el otro extremo del sofá, mientras que Loki envolvía una pata de manera protectora alrededor del control remoto.
Había transcurrido menos de una semana y el gato ya se había apoderado de la casa. ¡Qué cosilla tan sinuosa y desagradable había resultado ser!
Sin embargo... Algunas veces, cuando le acariciaba detrás de la oreja, de la manera adecuada, cerraba los ojos y ronroneaba como si sus manos fueran la cosa más deliciosa del mundo. Y el otro día lo había visto en el taller, acurrucado en el regazo de Tony. La tonta sonrisita que Tony tenía en sus labios mientras hablaba y acariciaba al gato valía la pena el dolor de cabeza.
Ahora que pensaba en ello, el hecho de que fuera un pequeño demonio era lo que lo hacía el complemento perfecto para el sabelotodo de Tony. Sonrió y le dio a Loki una cariñosa, aunque cautelosa, palmadita en la cabeza. El gato no reaccionó, pero siguió observando la pantalla como si su vida dependiera de ello.
Un momento después, sin dejar de mirar la TV, comenzó a ronronear. Pepper levantó la vista y vio que Hulk le había asestado a Thor un golpe sólido que había dejado un cráter en el suelo. Thor estaba sacudiendo la cabeza, aturdido, y se puso de pie. Pepper se encogió cuando Hulk lo golpeó otra vez, pero juró escuchar que en ese momento el gato empezaba a ronronear más fuerte.
Algo en ello la hizo vacilar. Observó a Loki por el rabillo de su ojo y se preguntó si—
No. Eso era una locura.
¿Cierto?
Podía escuchar a Steve tratando de decir algo, probablemente tratando de controlar a su amigo y ex Vengador, y vio como Hulk desenterraba un árbol y lo utilizaba como bate. Steve lo desvió con su escudo, pero fue enviado deslizándose hacia atrás, sus pies dejaron largos surcos dobles en el suelo. Hulk se giró de nuevo imposiblemente rápido, atrapando a Tony antes de que pudiera esquivarlo, torciendo su cuello en un ángulo que hizo a Pepper jadear y lo arrojó a través de una hilera de árboles.
Loki dejó de ronronear.
Pepper se inclinó hacia delante, con una mano sobre su boca mientras miraba fijamente la pantalla. Tony yacía en un montón en el suelo, pero la cámara se enfocó en otra dirección antes de que pudiera saber si estaba bien. Maldijo en voz alta, y Loki saltó, volviéndose a mirarla como si apenas se hubiera dado cuenta de que ella estaba allí.
En pantalla, Hulk se había calmado. Soltó el árbol —el reportero estaba narrando, describiendo molestamente lo que Pepper ya podía ver— y estaba diciendo algo, posiblemente disculpándose. Cuando saltó, los Vengadores no lo siguieron.
La cámara enfocó primero a Thor, quien observaba severamente a Hulk, y luego a Steve, que estaba ayudando a Tony a sentarse. Pepper suspiró de alivio al observar que el idiota al menos estaba vivo, pero si continuaba trabajando para este hombre, estaría completamente gris dentro de unos años. La cámara enfocó de nuevo al reportero, que continuó con otra historia.
Ahora Loki estaba mirando el suelo, luciendo desconcertado —Pepper no sabía que un gato podía parecer desconcertado— y finalmente desenvolvió su pata del control remoto. Ella lo miró por un largo momento y él se volvió a mirarla como si fuera a decirle: ¿qué pasa, humana?
—Él va a estar bien —le dijo. Era una locura, lo sabía, pero sospechaba que, de alguna forma, el gato entendía que Tony había sido herido. O tal vez solo estaba diciéndolo para tranquilizarse a sí misma.
Loki la miró fijamente durante un largo momento, su mirada era intensa, pero ilegible. Nunca había sentido a un gato atravesarla con la mirada. Se preguntó con un estremecimiento, si, tal vez, había algo de Loki —el verdadero Loki— que debía saber o necesitara recordar.
El gato saltó de la otomana y se escabulló hacia el sótano. Cuando Pepper se asomó al taller unos minutos más tarde, Loki estaba sentado en el escritorio de Tony, esperando.