Ante sus ojos un Grell desprolijo y sonriente, inocente. Para su olfato la peste inmunda de aquella alimaña. William odia, aborrece a los demonios podría decirse que a todos por igual, pero odia a uno en especial, a ese lo detesta con todo su ser, es tal su repulsión hacia ese ser infernal que bien podríamos catalogar ese nivel de odio como un pecado, y no, no son celos como piensa Grell, es rencor.
–Oh Will, estas CE-LO-SO~ – dijo Grell con picardía, pero sólo se ganó un golpe en la cabeza con la death scythe de su jefe.
–Honestamente– refunfuño la parca obscura mientras se ajustaba los anteojos, Grell no entendía nada.
–¿Porqué odias tanto a Sebas-chan? – preguntó con precaución el carmín, simplemente no podía comprender la causa de tal aborrecimiento, si no estaba celoso, entonces ¿qué pasaba?
–¿ A caso no recuerdas nada de tu vida humana? – dijo William con calma fingida, pues en realidad quería abrirle la cabeza al pelirrojo y escarbar en su cerebro para encontrar esos recuerdos, que le fueron arrebatados cruelmente pues le pertenecían, a él, todos esos momentos con su amada humana eran de él.
–Tú sabes algo ¡dímelo! – exigió Grell. El pelirrojo le miró algo desconcertado, ¿qué importa si recuerda algo de su vida humana?, ni siquiera está seguro de haber sido un humano antes, desde que él recuerda, siempre ha sido un shinigami y para fortuna o desgracia de ambos, siempre han estado juntos.
–No, desconozco. Simplemente los demonios me causan nauseas– respondió William cortante.
–¿Tú recuerdas algo de tu vida pasada? – pidió Grell con el seño fruncido, amaba a William, pero honestamente esto rebasaba su comprensión.
–Realmente… –William vaciló un poco antes de hablar.
–… No… supongo… no lo sé, hubo alguien si no mal recuerdo, pero…– William guardó silencio al ver la expresión del pelirrojo, en los ojos de Grell se podía ver la ira creciente de los celos y la tristeza “¿cómo era posible que William, SU William hubiese amado a alguien antes que a él?” pensó Grell.
–Está muerta… – dijo William en un susurro melancólico
–¿Fueron los demonios? – Preguntó Grell, Spears abrió mucho los ojos y golpeó a Grell en la cabeza.
–Por tu bien te recomiendo alejarte de esos perros rabiosos.
–Si no te matan ellos lo haré yo– amenazó William para acto seguido darse la media vuelta y salir del despacho.
…
Clavó el cuchillo una decena de veces, estaba en trance, quizá un demonio se apoderó de su ser, pero en verdad lo disfrutó. El líquido viscoso y tibio recorría su pálida piel, Grell dejó el cuchillo a un lado y con ambas manos froto su rostro y alejo algunos cabellos de este, ahora manchado con la sangre de su tío abusador contempló el cadáver inerte de aquel hombre que yacía frío en el suelo.
Desesperación, miedo, quizá alegría y ¿paz?, muchas emociones a la vez, la pelirroja estaba a horcajadas sobre el cadáver, miró hacia todas partes, no había nadie ni nada ¿o sí?, cuando Grell alzó la mirada, unos seductores ojos rojos le observaban, una sonrisa sensual mostró unos blancos colmillos.
Sólo necesitas una muerte para que un shinigami se aparezca, pero también sólo necesitas una muerte para que un demonio se presente.
–Que deleite, una promoción del 2x1, dos almas corruptas– el diablo se relamió los labios viciosos.
…
Los demonios libres, aquellos que no mantienen contratos con los humanos, suelen ser los más violentos y despiadados a la hora de cazar su comida, el dolor, temor y adrenalina son un buen sazonador para las comidas rápidas y botanas de ocasión, pero donde hay una muerte, siempre estará un segador presente, dispuesto a luchar por las almas.
El festín terminó rápido, tan rápido cómo la existencia de aquella alimaña, pero sólo un alma era codiciada en ese momento.
Sangre por todos lados, dos cuerpos destrozados, una escena nauseabunda sólo para estómagos fuertes.
…
William está como loco, esa tarde fue en busca de su amada Grell y se topa con la desgarradora noticia de que está muerta, no sólo eso, un asqueroso demonio se atrevió a mancillar el cuerpo de su mujer, ni siquiera el mismo William había tenido la osadía de tocar a Grell de tal manera y ese animal fue capaz de robarle todo.
William yace frente a un jurado que le muestra los últimos momentos de Grell, el libro muestra un cinematic record que ilumina la habitación, muchos de los presentes desviaron la mirada para evitar ver la película de horror que se mostraba. Spears apretó sus uñas sobre sus piernas aferrándose a la tela del pantalón, tan fuerte que logró arrugar la tela y lastimar su piel. Mantenía los dientes fuertemente apretados, su boca es una línea recta.
–Descenso de categoría– sentenció el juez. Una condena indulgente pues los actos rebeldes de la joven parca ameritaban la muerte, pero después de todo la chica había perecido y su alma ahora yacía… bueno ya estaba muerta.
Todo su esfuerzo, la mantuvo con vida un mes más de lo previsto, la cuido y amó todo ese tiempo para que en un descuido de una noche todo se fuera por la borda. Sólo quedó algo claro esa tarde, William T. Spears JAMÁS OLVIDARÍA el rostro de aquel demonio.
…
MESES DESPUES
El tutor de William, el shinigami legendario pidió clemencia para su protegido logrando así la menor de las condenas, ahora su amado hijo se encontraba re-cursando los últimos años de la academia. De ser el mejor de los alumnos, pasó a ser un chico promedio, sin aspiraciones en la vida, “mediocre”, sólo lo necesario para no decepcionar a su tutor. ¿Qué sentido tenía su existencia como shinigami? William jugaba con un lápiz mientras miraba hacia la ventana, de repente algo le regresó el alma al cuerpo, curioso ¿no?.
–Grell Sutcliff– aquel nombre, todos empezaron a hablar de ese tal Sutcliff, fue una conmoción total, agredió a uno de los profesores y dejó inconsciente a un compañero de clases sin razón aparente. William se puso de pie con rapidez y salió del aula, pregunto por aquel nombre hasta dar con el paradero del propietario de este.
Frente a sus ojos, un cuerpo menudo de cabellera corta color rojo sangre le da la espalda, ¿será él?, ¿cómo saberlo?.
Las semanas pasan y no ha tenido contacto aún con esa persona, pero… “imposible, no hay mujeres en el área de recolección”. Ese tal Grell es la sensación del colegio, es una oveja descarriada con hambre de sangre, es el mejor alumno desde hace siglos. “No, no puede ser su amada Grell, ella era dulce, bueno, al menos eso pareció ser las semanas que estuvieron juntos.
…
LA REVELACIÓN
Era hombre, su querida Grell, “¿pero que le habían hecho a su amada Grell?” Un castigo de los dioses.
–Hihihihi, bueno, aquí lo importante es que está viva ¿no? – dijo el peliplata.
–Fue lo mejor que pude hacer, jamás me imaginé que cometerían tal error, al menos estarán juntos, mira el lado bueno– el viejo segador se encogió de hombros pero William estaba hiperventilando, fuera de sí, furioso. ¿Cómo demonios iba a amar a otro hombre? Eso estaba en contra de todo lo que conocía, él no era homosexual, a William le gustaban las mujeres.
–Bueno, el sexo no importa, lo relevante aquí es que tú la amabas ¿no?, quizá el cuerpo sea físicamente distinto pero sigue siendo la misma alma, su anatomía no cambia lo que ella es por dentro, sus sentimientos– concluyó la parca mayor.
William no podía amar a una cosa así, al menos trató de convencerse de ello, pero cuando lo tuvo enfrente, ese fino rostro, su cabello escarlata y nívea piel… era ella, su amada Grell, en otro cuerpo, pero era ella, una emoción invadió su cuerpo.
–Grell-san– saludó el moro tratando de ocultar su regocijo, pero grande fue su desilusión, era Grell, pero algo lo había marcado y para mal. En el alma de Grell había cicatrices profundas, tan profundas que marcaron su ahora muerto corazón, todo recuerdo de su vida humana le fue arrebatado, pero el dolor se quedó en su alma.
Humillación, desprecio, Grell terminó de romper el corazón de William, ahora ambos estaban rotos, William y Grell, pero su hilo rojo del destino era fuerte.
...
JACK EL DESTRIPADOR
–¿Cómo amar a una cosa así? – protestó William al sepulturero. El gerente siempre se mantuvo con el pensamiento de que era su Grell, que sin importar nada, ese amanerado subordinado rojo era su Grell, todo le daba un motivo para seguir, todo era tolerable hasta el día en que Angelina Durless se atravesó en su camino.
–Es un transexual, promiscuo, bisexual, que ama a ese maldito demonio, al demonio que causó todo esto– William dijo entre dientes para contener su rabia, pues se encontraba en la funeraria de su superior, en un rincón estaba Grell con cabeza gacha.
–Eso, esa “cosa” no es Grell– gritó.
–No es mi Grell– murmuro muy quedamente casi inaudible y salió de la tienda. Sólo había una cosa en claro “William T. Spears JAMÁS amaría a Grell Sutcliff”.
–Pero tú siempre serás mi Will– lloró Grell y salió tras de su jefe.
–El amor nos hace romper las reglas hehehe– sonrió Undertaker mientras tomaba su marcador rosa, tenía un pequeño trabajo pendiente.
…