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MI MASCARA por kura

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes de One Piece le pertenecen al mangaka Eichiro Oda.

 

Primeramente agradecerles de antemano por darse el tiempo de leer este fic.

Para  leer el titulo recomendarles que las “x” no se pronuncian

5 HORAS X  4 DIAS X 3 PERSONAS

 

"Lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia"

 

 Elie Weisel

 

Había sido una gran fiesta, una noche de alegría, entretenimiento, buena comida y  mucha bebida — siendo las bebidas alcohólicas  la excepción— era  algo que se merecían todos los miembros de la tripulación del navío tras tantos días de presión mental y física que conllevaba la vida peligrosa de un pirata.

 

Un momento para relajarse y distraerse en eso fue lo que pensó el capitán para haber organizado tal evento y no solo fue una simple fiesta de bienvenida para  los compañeros temporales que rondaban por ahí.

 

Pero a esas horas de la noche las risas, conversaciones y música fueron reemplazadas por el silbar del viento y el sonido de un mar alborotado abrazando con las olas  el casco del barco. Con la mar encrespada y el clima rebelde, la naturaleza  quería iniciar su propia fiesta al percibir la ausencia de  indeseables  y perturbantes humanos.

 

La hermosa luna y las brillantes estrellas desaparecieron de la vista al ser bloqueadas por nubes espesas que ocuparon todo el firmamento en su desplace continuo.

 

Todas las personas a bordo del barco se habían retirado a sus aposentos a descansar para que  así puedan iniciar con energía otro nuevo día. La navegante les  había dicho que no  había porque preocuparse,   a pesar del viento agresivo y las gruesas nubes, esa noche no habría tormenta,  solo eran cambios repentinos del clima, algo que ya debían esperar del caprichoso nuevo mundo.

 

En los dormitorios de los hombres podía distinguirse nuevamente la ausencia de dos personas —aparte del que le tocaba turno de guardia— siendo las mismas personas que la noche anterior habían olvidado que existían literas para su descansar.

 

El espadachín recostado en su cama veía a su  durmiente capitán con una media sonrisa en el rostro, le daba envidia verlo dormir tan profundamente como si no tuviera preocupaciones en el mundo o en la vida, una gran virtud que solo su capitán poseía.  A momentos  se permitía cerrar los ojos solo  para recordar el beso que se dio con el pelinegro, recordaba la calidez y el calor que se transmitieron entre ellos; de un leve movimiento poso sus dedos índice y medio  sobre sus labios creyendo aun que aquel beso solo fue un raro y hermoso  sueño, pero lo que le recordaba que no era así,  fue  el encendedor dorado  del rubio que había encontrado en el lugar del hecho,  bufo a un lado por resultarle  irónico tal hecho.

 

Se movió un poco en su propia litera y de algún lado saco el encendedor que había  hallado horas atrás,  sujetándolo en una  de sus manos lo elevo sobre su rostro para apreciarlo mejor.

 

—Cocinero —susurro con melancolía, no cruzo palabras con su nakama desde el almuerzo  y sentía que ya lo extrañaba, la simple existencia de ese muchacho malhablado para el peliverde siempre fue una extraña paradoja. Él sabía que la actual actitud del rubio era culpa suya,  quería pedir perdón por todo lo ocurrido,  pero también entendía que al tratar de hablar con el rubio, las cosas siempre empeoraban ¿Acaso debía dejar que las cosas se solucionen solas?

.

—Mierda…—susurro y sujeto con fuerza ese encendedor llevándolo sobre su pecho,  se preguntaba si al día siguiente el rubio le hablaría como antes,  si  este   dejaría todo en el pasado y regresarían  a su rutina diaria,  necesitaba a alguien con quien ejercitarse que sea de su nivel después de todo y el cocinero siempre le dio buenos duelos tanto en pelea verbal como en  física; suspiro  con profundidad  recordando al rubio —como si no lo hubiera visto en otros dos largos años—y el último beso que le robo en la bodega.

 

 —No fue igual—pensó un instante refiriéndose a que el beso que tuvo con su capitán  no se parecía a ninguno que se dio con el rubio —Luffy me dio una paz indescriptible, pero el cocinero solo lograba…lograba…— intentaba recordar que sentimiento lograba producir en él su compañero, no hallaba palabras para describir tales emociones.

Ese cocinero… ese cocinero….¡Argh! ¡Ese cocinero solo sabe ponerme furioso!— vocifero y luego se cubrió por completo con su cobija antes de dejarse caer en el mundo de los sueños, acto  que no tardo en suceder.

 

 

 

O O O O

 

 

Coloco un cigarrillo entre sus labios, busco palpando sobre su pecho en el bolsillo que se hallaba en el lado izquierdo de su chaleco —justo en la región del corazón— saco de ahí una cajetilla delgada de cerillos, tomo  uno y con el encendió el pitillo.

 

Aspiro y exhalo un par de veces aquel humo amargo y plomizo para relajarse y calmar ese estado de estrés en el que  ya se hallaba sumido. Observo el reloj de pared un momento, este marcaba las 00:00 aún tenía tiempo de descansar un poco —si a eso se le podía llamar descanso—

 

Levanto levemente la cabeza cuando escucho que la puerta se había abierto, el chillido de las bisagras oxidadas de la puerta sonaron con excesiva  notoriedad —como en una película de terror—  resaltando  aún más el silencio ya existente, pero  el rubio no se exalto ni cambio su expresión sombría cuando observo qué persona había ingresado  a perturbar su soledad e interrumpir el agradable silencio.

 

— ¿Qué haces aquí? —pregunto con desgano.

 

Un minuto entero transcurrió antes de oírse hablar al otro ente presente en aquella habitación.

 

—Vine porque quería aclarar lo que paso hace un momento haya arriba…

 

 

Sanji-ya.

 

 

En la cocina el ambiente entero era lúgubre similar al de un mausoleo aislado en una noche fría  sin luna, la angustia y el dolor se respiraba en el aire y ayudando a que el escenario fuera más deprimente; los objetos de la cocina tales como platos, ollas, cubiertos y vasos, estaban desparramados por todas partes de  manera desordenada y en abundante cantidad. Ubicadas  sobre el lavadero, la mesa incluso en el piso, uno se daba cuenta que el ordenar y lavar todo eso sería un trabajo  —sin exagerar— extenuante, sumándose al desorden, las sillas se encontraban tiradas, algunas enderezadas, otras obstruían  el camino de un extremo a otro.

 

Las luces de la habitación estaban apagadas —al parecer ese era un requisito para las conversaciones nocturnas— Pero para Law quien estaba de pie a unos cuantos metros delante de la puerta,  todo era muy claro al haberse acostumbrado a la oscuridad, aunque los alrededores y los objetos del tiradero no era lo que le importaba  al médico, lo que él veía con detenimiento era el semblante fantasmal del rubio que se hallaba  sentado en una silla al extremo más distante de la mesa frente a él.

 

Pena, estrés y fatiga, todo eso se distinguía en aquel individuo, Law sabía que en cualquier momento esa persona podría colapsar y desplomarse si él no hacía algo al respecto.

 

— ¿Aclarar?—comento el cocinero aun empleando el mismo tono de voz inicial —para mí fue todo muy claro.

 

—Permíteme explicarte lo que sucedió,  por favor…

 

—Medico tonto, tú no tienes por qué darme explicaciones,  sé perfectamente que amas a Luffy y debes aprovechar toda oportunidad que se te presente para conquistarlo. Yo…  yo no interferiré, no te preocupes estoy muy consiente de que yo no significo nada para ti…

 

 

 

…no significo nada para nadie…

 

 

Cuando oyó pronunciar todo  aquello de los labios del rubio  sin brillo ni esperanza en sus ojos, a Law se le partió el corazón sin cambiar su austera fachada, debía hacer las cosas bien desde ahora, puede que en ese momento se encontrara en ese barco con  los Mugiwara de  aliados, solo por querer acercarse más al capitán de esa tripulación, pero ahora tenía otro interés para no deshacer esa alianza durante mucho tiempo.

 

Se prometió a si mismo que  esa noche confesaría todo lo que hay dentro de su ser,  y se lo demostraría de la forma más atenta que podría ofrecer.  Ese rubio frente a él,  sabrá que no está solo y que siempre lo tendrá junto a él.

 

 

«Apareciste como luz cuando fui abandonado en la oscuridad

 

Tu candor derritió el hielo en el cual se hallaba cubierto mi corazón»

 

Eran contrarios pero se complementaban, eran cerrados pero se entendían, eran hombres y sentían que se amaban, si se lo proponían nada podría arruinar esta nueva relación, nada excepto…

 

Un error

 

 

Había cometido un “error” que desato una calamidad  emocional en ese chico rubio, una simple palabra que cambio el curso de la historia, injustificable para el rubio, imperdonable para Law.

 

De no haberla pronunciado, el médico no  se encontraría ahora  estático de pie a unos centímetros de la entrada de la cocina sin saber  cómo actuar  y que decir de ahora en adelante, lo había arruinado, había bastado un día para enamorarse  de ese cocinero y que este se enamore de él, pero lo tomo un segundo para que este termine por odiarle.

 

¿Qué fue lo que paso  en unas cuantas  horas?

 

 

O O O O

 

 

05:00am

Debo arreglar las cosas, ya no puedo ser una simple espectadora, en vez de solucionarse y que comprendieran  sus verdaderos sentimientos, todo se complicó, por engañarse a sí mismos,  encontrando amor donde solo existía comprensión.

 

Nico Robin

 

 

—Mmmm, ¿Robin?  Porque  sigues despierta, duerme aunque sea un poco que en pocas horas amanecerá…

 

—Enseguida voy, ya acabe aquí.

 

Se levantó de la silla  de madera  que se hallaba en frente de un pequeño escritorio,  ambos muebles eran parte de la estancia de la habitación de las mujeres que no era muy extensa pero si acogedora.

 

La arqueóloga cerraba con cuidado una especie de libreta con infinidad de hojas, donde ella anotaba diariamente varios datos, al ser está más que un simple diario, se la podía  definir como una bitácora personal.

 

La coloco dentro de uno de los cajones del escritorio cerrándolo después con una pequeña llave, apago la lámpara que tenía sobre la misma superficie del escritorio, justo al lado del pequeño reloj el cual marcaba las 05:20 am.

 

Camino un poco hasta una de las ventanas y apoyo una de sus  delicadas manos al marco vertical. Se quedó viendo el cielo despejado con un tinte azulado dándose cuenta que ya estaba amaneciendo, en menos de una hora de seguro el sol se asomaría en el horizonte por completo.

 

—Al parecer hoy será un día soleado, a pesar del viento helado y los nubarrones que nos asediaron por la noche. —el rostro de Robin poco a poco cambio a un semblante que mostraba melancolía y algo de preocupación.

 

 —Cocinero-san, Espadachín-san, Torao-san será que algún día los nubarrones que cubren sus corazones lograran aclararse también…

 

— ¿No crees que deberíamos ayudarlos y aconsejarlos, Robin? —la voz de la navegante se oyó con suavidad pero sin  ningún rastro de somnolencia.

 

—Oh, Nami...—dijo Robin dirigiendo su mirada algo sorprendida  al tener a su nakama aun despierta, pero recostada en la cama, observando el techo sobre ella.

 

—Me pregunto si hacemos bien en estar al margen de todo —la pelirroja se mordió el labio inferior al sentir la ira de la impotencia recorrerle. — ¡Jooooo! Me da rabia este asunto —Recogió su propia almohada y la puso sobre su rostro.

 

—¡¡¡¿Por qué los hombres son tan tontos?!!! — grito con fuerza usando la almohada como amortiguador del sonido.

 

—Shuuu, no grites podrías despertar a Momonosuke —advirtió Robin observando a ese niño en la región inferior de la cama. Completamente atrapado en los brazos de Morfeo.

 

—Pero…—se quitó la almohada colocándola sobre su abdomen —Me duele verlos así.

 

—Nami, creo que nos inmiscuimos demás al persuadir a Torao-san hace un momento.

 

—Yo diría que lo amenazamos,

 

—Este asunto es muy delicado, y el único que creo puede encontrarle una solución es…

 

— ¿Luffy?, no es así.

 

—Sí, Luffy-san arreglara todo, el encontrara la manera de que se aclare todo antes de que lleguemos a Dressrosa, estoy segura de ello.

 

 

 

O O O O

 

 

Miedo, culpa, rabia, múltiples emociones sacudían su interior cada vez que intentaba sujetar la perilla de la puerta.

 

El miedo de encontrarlo en un estado deplorable e inconsolable menguaba su espíritu y la culpa carcomía su psique. Sentía la rabia  de fantasmas asediándolo por ser un canalla y estaba seguro que lo perturbarían y perseguirían por siempre o por lo menos hasta que vuelva a ver esos ojos azules llenos de esperanza de sentirse amado y desesperados de entregar amor.

 

 

—Sanji-ya

 

 

Una mirada que lo cautivo por completo,  esos ojos cristalizados no por lágrimas de dolor, sino porque reflejaban deseo, pasión y lujuria. Una mirada que llevaba dentro de ella su imagen con tal claridad, indicándole que él era lo único en su mente y su corazón en ese momento. Ese cocinero estaba dispuesto  a darle todo, y él de alguna manera lo rechazo.

 

Apoyo su frente contra la puerta recordando algunos fragmentos de su conversación con el rubio realizando algún tipo de promesa que no pudo cumplir…

 

— ¡Mierda, Law! ¡Esperas que te crea! Cuando hablas en tus ojos solo veo a Luffy, yo… yo no estoy ahí…

 

—Sanji-ya solo dame la oportunidad de demostrarte lo que siento, no te decepcionare…

 

—y… y si lo haces…

 

—no lo hare

 

—Pero…

 

— ¡No lo hare!

 

 

 

Sus palabras adornadas en realidad estaban vacías, para el rubio se convirtieron en simples mentiras, ya que esa misma noche lo había decepcionado y no solo al rubio, él también se sentía decepcionado de si mismo.

 

El nudo en la garganta que se le formo en ese encuentro, no lo dejaba tranquilo en ningún instante, pese a todo su aspecto serio no cambiaba en absoluto siendo esa apariencia algo propio de él, nadie notaria su nuevo halo depresivo.

 

Sujeto nuevamente la perilla de la puerta y retomando su seguridad habitual le dio vuelta, descubriendo  con ese acto que esta no tenía seguro. Tomo aire con la intensión de ingresar a esa cocina. Pero su cuerpo no reaccionaba, pareciera  que sus músculos no recibían las señales neuronales que su cerebro debía mandar.

 

— ¡Diablos!—maldijo entre dientes, no encontrando un modo en que su cuerpo colabore con él tuvo que resignarse,  jalo  la puerta soltando la perilla al instante para así volverla a cerrar; después de eso dejo caer su mano a un lado de su cuerpo  y estando inmóvil se quedó observando su propia sombra que se asomaba sobre la puerta gracias a los rayos del alba que se hicieron  presentes envolviendo así la superficie del barco.

 

—Olvida a cocinero-san, será lo mejor para todos.

 

 

La voz de la arqueóloga martillaba su mente como su nueva torturadora invisible. La mujer parecía sabia y  de experiencia, pero abecés las palabras que pronunciaba se oían tan frías que no sabía si  le aconsejaba para su bien o en realidad solo quería perjudicarlo al desearle mal.

 

—¡¡¡TORAO; BUENOS DIAS!!! —El grito del joven capitán se oyó a lo lejos, este corría hacia el medico sonriente como siempre,  con esa sonrisa que siempre lo alegraba y tranquilizaba, siendo esta ocasión la excepción ya que no fue suficiente para alegrar su corazón.

 

—Buenos días Mugiwara-ya —le respondió el medico con el ánimo apagado.

 

—Oye ¿Por qué no entras?  Ya es hora del desayuno — decía el pelinegro posándose al lado del médico y llevando sus manos por detrás de su cabeza, dedicándole una mirada inquisitiva.

 

A eso Law  decidió no responder y evadió la mirada del menor ladeando la cabeza a otro extremo.

 

El silencio extraño  que mostro el médico,  lleno de preocupación al joven capitán, el semblante desganado y esas ojeras que de por si eran exageradas ahora  se veían tétricas, no parecía nada saludable que una persona tuviera tal aspecto.

 

—Torao…te ves cansado, ayer tampoco dormiste en la litera que escogí para ti, ¿Te sientes enfermo?

 

Law  negó con la cabeza y respondió después.

 

—No es nada, solo no pude dormir eso es todo.

 

Mientras duraba esa pequeña conversación, los demás miembros de los Mugiwara se iban acercando cada vez más hacia la cocina, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

 

—Torao… acaso…acaso Sanji te hizo trabajar de mas — dijo el menor causando que el medico reaccione sobresaltado ante tal suposición.

 

— ¡NO!  Él nunca…

 

—Tendré que hablar con él shi shi shi shi —dijo interrumpiendo la explicación del médico y sonriendo dio un brinco para ingresar velozmente a la cocina.

 

— ¡No, espera Mugiwara-ya!—Law intentando frenar al pequeño capitán, ingresando  también tras de él casi tropezándose al trabarse sus pies.

 

Cuando recupero el equilibrio, observo su alrededor quedando sorprendido; todo estaba ordenado e inmaculadamente limpio, el olor fuerte  de alimentos recién preparados estaba en el aire. Moviendo un poco la cabeza observo sobre la mesa un gran desayuno servido, se observaba filetes, ensaladas, onigiris, croquetas, todo se veía apetitoso y delicioso  — ¿cuándo fue que realizo todo esto?—se preguntaba  desconcertado.

 

 

—¡Buenos días Sanji!—grito el pequeño más por reflejo que por interés, corrió disparado hacia su respectivo asiento para luego pasear sus manos por encima de los alimentos —sin tocarlos— al tratar de escoger por cual empezar.

 

Law por otro lado, no divisaba al cocinero en su campo de visión, realizando un escaneo más perspicaz encontró parte de su cabeza dorada sobresaliendo un poco por el otro lado del mesón —tal vez al estar acomodando algunos objetos —Law se sobresaltó un poco al percibir que el rubio se ponía de pie, el latido de su corazón lo escuchaba  por donde la garganta y las palmas de sus manos comenzaron a exudar en exceso por el simple hecho de que el miedo lo poseyó completamente.

 

—Buenos días Luffy —el rubio había respondido al saludo de su capitán cuando se enderezo por completo, aunque su voz poseyera un tono neutral cuando habló, no se notaba nada raro en él; Sanji secaba sus manos en el mandil que traía puesto y jugueteaba con su cigarrillo paseándolo de un extremo a otro de su boca. Estaba normal, preocupantemente normal.

 

A medida que ingresaban los demás, los iba saludando cada vez más animado y en su rostro una pequeña sonrisa se asomaba que se acrecentaba poco a poco.

 

A Law no le cabía en la cabeza el ver esa actitud en el rubio, esa radiante sonrisa en el rostro,  hablando con tanta naturalidad y tranquilidad incluso  revoloteo como idiota alrededor de la navegante nada menos la vio entrar,  dudo por un momento  que el episodio de anoche  hubiese ocurrido,  tal vez solo fue un sueño o algún tipo de alucinación que Law sufrió en  algún momento.

 

Pero  él era cociente de que no era un sueño,   el nudo en su garganta y el dolor que padecía debido a la costilla rota que tenía eran muy reales.

 

Al intentar dirigirse a su asiento,  el arreglo floral en medio de la mesa llamo su atención, eran unas hermoseas flores con tinte amarillo, teniendo algo muy particular aparte del color, destacaban dos tipos diferentes de ramas, unas color verde algo peludas pero sin espinas y las otras color marrón un poco largas.

 

— ¿Te gustan esas flores Torao-san? —la voz de Nico Robin le llego suavemente cuando cruzaba por detrás del médico al dirigirse a su asiento del comedor, y continuo susurrando cuando ella noto que tenía toda la  atención del aliado

 

—yo se las regale a cocinero-san, se llaman “genistas” además de ser hermosas y estar rodeadas de dos  tipos diferentes de  ramas, también tienen un significado singular. Estas dicen en su lenguaje floral…

 

“No puedes amar a dos a la vez”

 

Law giro su cabeza solo para encontrarse con la sonrisa de la arqueóloga que siempre decía con ella  sin articular palabras que sabía más de lo que aparentaba.

 

—Tal vez deba regalarles un arreglo igual  a ti y a… espadachín-san

 

¿Roronoa-ya? —pensó

 

La arqueóloga era toda una desgraciada, —eso es lo que creía el médico— aquella mujer parecía mofarse de la culpa que sentía en ese momento, ¿qué intención tiene para mencionar al espadachín?,  ¿qué quiere que piense el medico con esas insinuaciones? —Nico-ya solo eres una maldita que nunca habla ni hablara claro—

 

 

O O O O

 

 

 

Empujo con fuerza y brusquedad en uno de los hombros del médico por detrás, al estar interrumpiéndole el paso.

 

—Muévete, ¿acaso no vez que el desayuno está servido?— el peliverde  como siempre llego ultimo y comparando su aspecto al que poseía el día anterior, este… no cambio en absoluto,  nuevamente se veía cansado y demacrado al igual que el médico.

 

Pese a que uno de sus sueños más anhelados se había cumplido, el cual era besar a su capitán, se sentía más incompleto que nunca, no pudo dormir al tener pesadillas constantes y todas incluían al rubio y a su capitán.

 

Observo al cocinero por el rabillo del ojo y no le sorprendió esa actitud de “pseudo-normalidad”.

 

— ¿Aun estará molesto por lo que paso ayer? — meditaba el espadachín ingenuo e ignorante de  saber que aparte de la discusión, lo que  lastimo más al rubio fue ver  la actitud que  mostro con su  capitán, una muy  diferente a la que alguna vez tuvo hacia él.

 

Llevo una de sus manos hasta el interior de su haramaki para encontrar y sujetar el encendedor perdido del cocinero que yacía oculto ahí. El tocar ese pedazo de metal de algún modo lo reconfortaba.

 

Sin saber que más hacer los dos hombres, el médico y el espadachín caminaron con sigilo y hombro a hombro, con un pensamiento diferente al que tenían el día anterior. Donde solo ocupaban pensamientos de como conquistar al joven capitán, estos  fueron  reemplazados por pensamientos de cómo hablar y disculparse  con  un rubio de ceja ridícula en espiral.

 

Todos comían, compartían como un día normal —para ellos— se la pasaban hablando, discutiendo, planeando y como buenos actores que eran fingiendo, fingían no haberse percatado del estado anémico en apariencia y ánimo de los sujetos que se hallaban sentados a diestra y siniestra del capitán.

 

Luffy preocupado por ello no se quedaría con los brazos cruzados, él arreglaría las cosa a como diera lugar.

 

— ¡Oye Sanji!— chillo con fuerza para que su cocinero le oyera y prestara  atención

 

Sanji quien hablaba con Franky acerca de cómo reparar la puerta de su refrigerador, volvió la cabeza  para encontrarse con su capitán y  así mirarlo con detenimiento.

 

— ¿Pasa algo Luffy? ¿Quieres más comida? — pregunto

 

—No, todavía no, solo quería que…—Sanji no le quitaba el ojo de encima —a decir verdad nadie de sus amigos— esperando a que el menor termine su enunciado.

 

 

—Yo quería  que… quería que le des el día libre a Torao, es que se ve muy cansado, solo será por este día… por favor Sanji— dijo con sincera preocupación en cada una de sus palabras

 

Todos los presentes en una extraña sincronización torcieron sus cabezas al lado del cocinero para oír y ver como respondía.

 

— ¡Oye Mugiwara-ya, quien te dijo que estoy cansado! —bramo el medico logrando que ahora las miradas de los presentes se posaran en él.

 

—Pero no te ves bien Torao, puedes enfermarte —respondió Luffy.

 

— ¡Ya te dije que estoy bien! —continuo Law

 

— ¡Claro que no estás bien! Solo mírate tienes el rostro demacrado y fruncido y esas ojeras, ¿Hum? o eras así siempre…ja ja ja ja

 

— ¡Mugiwara-ya!

 

Sanji veía estoicamente esa pequeña discusión, aspiro si cigarrillo con profundidad antes de  apagar el pitillo a medio fumar. Cerró los ojos y poniéndose de pie, recogió algunos platos y vasos vacíos, se dirigió  así al lavaplatos, mientras el aliado continuaba discutiendo con su capitán

 

—Luffy, no tienes por qué preocuparte más —dijo el rubio interrumpiéndoles estando de espaldas hacia ellos.

 

— ¿EH?  ¿Qué quieres decir Sanji?—Pregunto Luffy algo confundido.

 

Sanji dejando los platos en el lavadero giro sobre sus propios pies y antes de responder esbozo una pequeña sonrisa y se tomó su tiempo para encender un nuevo cigarrillo, dejándolo reposar en sus labios.

 

—Pues que Law… ya no me ayudara en la cocina—comento.

 

Sus amigos y los invitados decidieron que lo más prudente en ese instante era continuar con sus respectivas conversaciones y disfrutar de sus alimentos en calma, aunque Usopp hizo la excepción, al atorarse con  algún bocadillo y ahora golpeaba su pecho con fuerza para que este ingrese a su ser.

 

—Me parece bien —fue Robin la única que se atrevió a realizar un comentario y como si esa noticia no tuviera importancia, continuo bebiendo y degustando de su taza de café.

 

Law quedó estupefacto, posteriormente dolido  y algo molesto, frunció el entrecejo, se veía que quería  bramar algo, abrió la boca pero no se oyó ningún sonido, su cerebro no ordenaba ninguna palabra coherente aun.

 

— ¡¿Ehhhh?! ¿Acaso se pelearon? —pregunto Luffy llevando uno de sus dedos a la nariz para picarla, quitándole toda la seriedad a la conversación.

 

El cocinero aspiro una vez más su cigarrillo antes de lanzarlo al suelo y extinguirlo  por completo con la suela de su zapato; cruzo los brazos sobre su pecho y respondió con serenidad.

 

—Ayer…—volvió a suspirar— ayer me percate que  al medicucho de mierda —señalo con un leve movimiento de cabeza al médico—  no le gusta el trabajo de la cocina — la mirada del rubio de repente cayó al piso y al mismo tiempo fruncía el ceño.

 

—La cocina es un santuario y los alimentos no son  juguetes, yo no puedo obligarlo a que se interese en este trabajo, a él le gusta… le gusta otras cosas, y aunque trate de fingir interés en esto yo sé que no es verdad, ¿no es así, Law?— miro al médico, quien se limitó a no responder.

 

— ¿Qué pasa, Trafalar? ¿Acaso no me responderás? —el tono de voz que estaba utilizando el rubio para con Law era muy despectivo, Sanji estaba molesto y fue muy obvio para todos.

 

El retumbar de la mesa provoco el susto de varios presentes por la brusquedad,  varios vasos y copas cayeron vertiendo su contenido sobre el mantel, Law había apoyado sus manos sobre la mesa con exagerada fuerza,  se levantó de su silla y sin decir ningún comentario ni haber probado ningún aperitivo, camino hasta recoger su “Nodachi” —que se hallaba apoyada a un lado de la puerta desde la noche anterior—  y se  retiró de la cocina azotando la puerta al salir.

 

Sanji no le dio mayor importancia y quiso terminar con lo suyo — ¿Sanji? —volvió a insistir el menor, con verdadera preocupación.

 

—Luffy, te dije que no te preocupes, la verdad es que…—se interrumpió un minuto como  pensando en lo que iba a decir— Es que Law me dijo que quería pasar más tiempo  contigo y los demás, y aunque solo me ayudo un día   no pudimos trabajar como equipo y…

 

— ¿Qué fue lo que en realidad paso, cocinero?— la voz del espadachín resonó en sus oídos, produciéndole una sacudida interna al parecerle esa  pregunta con matiz de preocupación tan insólita a esas alturas.

 

El rubio no se molestó en mirarlo, pero si le respondió.

 

—No sé a qué te refieres, ya dije las razones por las cuales….

 

— ¡¿Ese medico te hizo algo indebido?! — grito Zoro poniéndose de pie olvidando que los demás estaban presenciando esta nueva y rara discusión.

 

Fue cuando Sanji  se molestó y al observarlo  le lanzo una mirada gélida y vacía, una mirada que no mostraba nada de los pensamientos del rubio solo se podía percibir la frialdad que transmitía con ella.

 

—Oigan, tranquilos no es necesario elevar la voz —interrumpió Usopp al sentir la hostilidad mutua  de sus amigos, quedando ignorado no solo por esos dos, sino por todo el mundo presente.

 

A Sanji la voz de Zoro ya no le producía entusiasmo como antes, ni siquiera interés, lo único que provocaba esa voz ronca y grave  era que una cefalea intensa lo aquejara.

 

—No comprendo a qué mierda viene eso —mascullo— pero te responderé.

 

—Law no hizo nada  “raro” —enfatizo— si es  a eso a lo que te refieres con indebido.

 

—No te creo, algo paso… puedo sentirlo— contrarresto el espadachín.

 

—Me importa un reverendo rábano se me crees o no, marimo.

 

— ¡Estas raro, maldición!

 

— ¡¡¡JODER MARIMO!!!  Si paso algo o no, no creo que sea de tu incumbencia, así que deja de fingir interés en lo que me pase, que yo sé perfectamente que nunca signi…—se había alterado pero su voz se silenció     cuando sintió la comezón de varias miradas sobre él, y también se percató que sus palabras salían sin control y que estaba hablando  más de lo debido. Se dio la vuelta para escapar de la atención innecesaria, bajo la cabeza y busco en su mandil su cajetilla y la caja de cerillos, no podía soportan más  tiempo  sin fumar.

 

— ¿Cuantos cigarrillos fumaste en tan solo unos minutos, cocinero? —pregunto Zoro aun de pie con la mirada fija en la espalda del rubio, al parecer ese día se había despertado con un espíritu periodístico.

 

Sanji ahora cabizbajo, dejo su cigarro sin encenderlo a un lado del lavaplatos e ignorando magistralmente al espadachín procedió a abrir la pileta del agua y empezó por refregar los platos y demás objetos, lo siguiente que se escuchó de su parte fue un “Franky cuando termines de desayunar, arregla mi refrigerador, por favor”

 

El marimo retomo su lugar el ver que el rubio no iba a responder  nada que él o alguien más pregunte.

 

 

Fue el primer y único desayuno que nadie realizo ningún comentario, y  al terminar se retiraron en silencio.

 

 

O O O O

 

 

Ya cuando todos se habían apartado a sus respectivas actividades, Zoro se propuso intentar hablar en calma con su amigo, ya que la mirada del rubio le era indescifrable e irreconocible, sabía que algo había pasado, el vacío de esa mirada no era solo para él mostraba la misma a sus amigos también,  era como si la chispa del cocinero hubiera desaparecido dejando un cuerpo hueco en él.

 

Al ingresar a la cocina de nuevo, observo que el Ciborg estaba agachado realizando algún tipo de soldadura en aquel aparato y se veía muy concentrado en ello, era de seguro que no se retiraría de ahí si no se lo pedía con premura, observo un  poco más al fondo y ahí estaba Sanji lavando sus utensilios de cocina con esa velocidad y agilidad que siempre lo caracterizaron.

 

Zoro camino un poco internándose más en la habitación.

 

—Oi, Franky quisiera hablar con el cocinero podrías dejarnos solos —expreso el peliverde provocado que el rubio se detenga abruptamente en su actividad sin intentar mirarlo y el ciborg de igual manera se había detenido.

 

Franky llevaba unos “googles” raros sobre los ojos, con cuidado los levanto con una segunda mano que salió de la palma de  su mano más grande y miro a su amigo por un momento antes de mostrar una media sonrisa en el rostro.

 

—¡¡¡AU!!! Lo siento Zoroske, debo acabar este problemilla suuuper rápido, pero habla con confianza, imagina que no estoy aquí —Y colocándose de nuevo aquella protección ocular, continuo soldando el desperfecto del refrigerador.

 

Sanji retomo su trabajo sin decir nada al respecto y Zoro quedo con la boca abierta, ¿hablar con el ciborg presente? Ni pensarlo, era un tema delicado e íntimo, algo   que solo ellos dos podrían  tener conocimiento. Podría insistirle al ciborg para que se vaya, pero eso causaría muchas sospechas y no quería que malinterpreten las cosas, se resignó a retirarse él.

 

—No, olvídalo continúen con lo que estaban haciendo, yo regresare después —fue una oportunidad perdida para Zoro, pero no se rendiría él era consiente que había lastimado al cocinero, pero había algo más inquietante, lo presentía y antes de matar a Law sin torturarlo, debía saber que paso.

 

Ya casi a la hora del almuerzo Broock y Kinemon se acercaron a la cocina para intentar distraer a su amigo.

 

—Vamos Sanji-san, ¡yo ho ho ho ho! Mira que Usopp fue muy amable en prestarnos su cámara además no siempre Nami-san toma dos baños en un día —comento el esqueleto parlante sujetando en sus huesudas manos una cámara que se veía antigua y no solo por el modelo, sino porque estaba recubierta de polvo y con algunas  telarañas también.

 

—Vayan ustedes, yo tengo mucho trabajo aquí —dijo el rubio mostrando una falsa sonrisa, que tanto Broock  como Kinemon la notaron pero no dijeron nada al respecto.

 

—Oigan, mi ayuda no es tan necesaria, ustedes lo hacen bastante bien, pero que no se les olvide mostrarme la mercancía, me oyeron.

 

—Bueno, Kinemon-san ¿vamos? — Kinemon  con los brazos cruzados asintió con un ademan,  pero no se movía, el samurái estaba fijo en el rubio frente a el que se hallaba apoyando la espalda contra la mesa, y mostrándole una cara de extrañeza.

 

— ¡Sanji-dono!—exclamo por fin,  el rubio lo veía expectante a lo que iba a decirle. El samurái sujeto una de sus espadas y de un rápido movimiento la desenvaino, apuntalo en medio de sus ojos, el rubio no se sintió intimidado pero si estaba algo sorprendido.

 

— ¡Ahhh, Kinemon-san que haces!

 

El Samurái, después de su extraña actitud, retiro su espada al notar que el temple del rubio no cambio para  nada,  conforme con esa actitud el samurái se agacho  frente al rubio y  elevo sobre sus palmas la espada esa, como ofreciéndosela a ese cocinero. Tanto  Sanji como Broock quedaron sin palabras.

 

— ¡Sanji-dono!, ¡usted salvo mi vida haya en Punk Hazard, y le debo mucho-de gozaru! Yo sé que usted no aceptara que le sirva como guerrero, pero apoyare a su capitán en todo lo que pueda y si usted tiene algún lio o problema-de gozaru, hágamelo saber para que yo pueda ayudarlo de la mejor manera posible-de gozaru.

 

Sanji restregaba su cabeza con su mano por esa situación tan incómoda.

 

—Entiendo, entiendo ahora levántate si no quieres recibir una paliza idiota  samurái —sujeto un momento su cigarrillo entre sus dedos—  además no es necesario que hagas esto yo… —y como si una idea hubiera nacido, se quedó pensativo un instante.

 

—Kinemon, creo que puedes ayudarme después de todo.

 

 

 

O O O O

 

 

 

Durante el almuerzo y luego la cena el medico no se presentó al comedor. Sanji entregaba un platillo bien realizado a Luffy para que este se lo entregara al médico, y gracias a algún santo el medico devolvía los platos vacíos, estaba feliz porque por lo menos su comida nunca fue rechazada.

 

Otro aspecto raro —para Sanji— era la insistencia absurda del espadachín en quedarse a solas con él, Si el espadachín logro declarase a su capitán y no recibió una negativa como respuesta, entonces que mierda tenía que ver él.

 

Después de que había hablado con el samurái,  este acepto la petición del rubio y comenzó a persuadir al espadachín retándolo a un duelo cada que podía —según el samurái—para arrebatarle el tesoro nacional de “Guano Kuni”, así el espadachín tendría con quien pelear y con eso tal vez lo deje en paz. Para su suerte el peliverde no intentaba entablar conversación cuando se reunían a comer.

 

Al día siguiente paso lo mismo, el medico no se presentó y el espadachín continuaba acosándolo siendo  detenido por Kinemon, y paso lo mismo el día siguiente y el siguiente a ese, completando un total de cuatro días, cuatro días en  los cuales no cruzo palabras con esos hombres, aunque de vez en cuando podía verlos a través de la ventana de la cocina que daba a cubierta,  siempre que lograba verlos estos acompañaban a su capitán y siempre llevaban una gran sonrisa en el rostro.

 

Se dio cuenta que era él quien complico todo ese asunto y lo mejor era hacerse a un lado, su rutina había vuelto, y tampoco se sentía tan abatido porque Cesar ese tonto científico lo distraía con sus idioteces, el científico repetía una y otra vez que Joker lo rescataría, y hablaba de lo fabuloso, increíble y guapo que era la cabeza de la familia Don Quijote.

 

En la noche del cuarto día de mutismo con el peliverde y de no haber visto al médico, después de la cena Sanji se quedó solo en la cocina,  esa noche le tocaba guardia así que preparaba un termo con café para que así pueda resistir el cansancio de la noche en vela, caminando a un lado de la mesa  se detuvo a contemplar un instante el arreglo floral  que le dio Robin, no lo rego durante todos esos días y las ramas marrones ya se marchitaban y caían. Aquella flor iba a morir muy pronto.

 

— ¿Te estas muriendo pequeña? — Recogió entre sus manos ese arreglo  y verlo más de cerca— ¿Te mueres verdad? lenta y tristemente, al igual… al igual que mi amor por esos dos idiotas…

 

 

Una lagrima

 

 

Se observó como en ese rostro pálido se deslizaba una lagrima, seguida por otra y otra, hasta que comenzaron a caer constantemente, el rostro del rubio se trasformó a uno lleno de dolor, apretaba los dientes de rabia, por la falta de energía,  falta de poder, por la incapacidad de librarse del dolor dentro de él.

 

Las lágrimas caían sin recato, se reprendía por ser un idiota sentimental, ingenuo  y enamoradizo,  busco algo que no existía.

 

 

 

«Todo lo que respecta al amor para él siempre fue un espejismo, tan irreal como imposible»

 

 

Suspiro y se tranquilizó un poco, devolvió el arreglo a su lugar sobre la mesa antes de lanzar su pitillo al suelo, cuando intento pisarlo para extinguirlo, sintió como unas manos grandes cubrieron sus ojos desde atrás y una respiración caliente y profunda choco contra su nuca, recordando que hace días tuvo una escena similar, se tensó y  en un instante lanzo una patada que podría noquear a su intruso, del cual ya tenía idea de quien se trataba.

 

— ¡Sera mejor que te vayas Law! —grito lanzando su ataque peligroso y violento, pero fue detenido con una sola mano.

 

Sanji quedo perplejo, con los ojos abiertos de par en par, al notar que se equivocó de persona.

 

— ¿Dijiste Law? Acaso… ¿acaso esperas a ese medico?

 

— ¿Ma… Marimo? —el rubio no podía creer que se había equivocado de persona, estaba seguro que había olfateado el aroma del médico en el aire, esas manos que tocaron su piel eran similares al de ese médico, como es posible que  el que este frente a él sea nada menos que su amor perdido.

 

— ¿Co… como entraste?

 

— ¡Respóndeme!  ¿Esperabas al médico? —Alterado, Zoro exigía una respuesta y no soltaría la pierna de ese muchacho hasta recibir una.

 

— ¡Y a ti que te importa, suéltame! —decía  Sanji halando su pierna una y otra vez.

 

—Estabas llorando cocinero, luego me confundes con ese medicucho, actúas raro, te aíslas en la cocina y me ignoras —Zoro lo atrajo hacia él tirando de su pierna y con el otro brazo lo rodeo por completo para que este no se le escape, acerco su rostro a unos pocos centímetros del rubio dejándolo sin palabras por tal acercamiento. El espadachín lo escaneaba con esos ojos penetrantes y lo miraba como nunca lo hizo.

 

—Cocinero, vas a contarme de una puta  vez que fue lo que te paso —comentó el espadachín, este trataba de parecer intimidante y no lo logro, su voz se oyó suplicante.

 

— ¡Mierda marimo! ¡Aléjate  y sal de mi cocina por las buenas o te sacare a patadas de aquí, cabron!—advirtió el rubio.

 

—Eso es lo que esperaba oír, la verdad Kinemon fue un buen calentamiento, pero solo tú sabes cómo mantener una buena pelea —sonrió Zoro complacido

 

— ¡Sera mejor que lo sueltes! ¡Roronoa-ya! —una voz amenazante se oyó con verdadero odio por detrás del espadachín, Zoro soltó al rubio y dio vuelta  con lentitud para encontrase con el medico apuntándolo con su espada “Kikoku” (el nombre de la espada de Law) sin desfundar.

 

— ¿Qué haces aquí? —pregunto el espadachín.

 

— ¡Aléjate de él! —respondió el otro chico.

 

— ¡Te hice una pregunta Trafalar, RESPONDE! ¿Qué haces aquí? —gruño Zoro.

 

— ¡No permitiré que le pongas un dedo encima mientras yo esté aquí! —Exclamo el médico —Sanji-ya ven conmigo —Law extendió su mano al decir aquello.

 

Sanji no movió ningún musculo ante la petición —aunque se oía mas como una orden— aun así el espadachín levanto su brazo para prohibirle el paso y por ende no obedezca tal orden.

 

— ¡No te muevas cocinero! — Bramo Zoro sin quitarle la vista al médico.

 

—El vendrá conmigo…

 

—Él se quedara aquí…

 

—Entonces sal tú de aquí

 

—Oblígame

 

 

 

 

El rubio  apoyando su espada contra la pared, tenía los ojos en blanco, el ceño fruncido y la boca semiabierta, un repentino “tic” apareció en su ojo visible, una infinidad de palabras entre insultos y groserías cruzaron su mente, pero lo único que atino a decir fue…

 

 

 

 

— ¿Ah?

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

Hola a todos y perdón por la tardanza, pero trataba de ver como corregir un error  que cometí y al final no lo pude arreglar, no sé si lo notaron pero a diferencia del Merry, el Sunny no tiene los arboles de mandarino arriba de la cocina, me di cuenta después de publicar el capítulo, busque formas de cómo arreglarlo pero no pude, ya que tendría que alterar varios capítulos, así que realmente lo siento mucho, tuve que dejarlo así, gracias por comprender.

 

En el próximo capítulo veremos que paso entre Law y el rubio, pero creo que todos se lo imaginan *////*

Ahora puede que publique más seguido ya que desde el próximo capitulo son eventos que escribí  hace tiempo atrás.

 

Cualquier duda o sugerencia estaré más que feliz de leerla.

Nos vemos a la próxima XD

 


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