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MI MASCARA por kura

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes de One Piece le pertenecen al mangaka Eichiro Oda.

 

Primeramente agradecerles de antemano por darse el tiempo de leer este fic.

Para  leer el titulo recomendarles que las “x” no se pronuncian

 

QUEBRADO X ROTO X Y SOLO

 

 

“Es sincero el dolor  del que llora en silencio”

 

Marcial

 

 

 

 

Law amenazante e intimidante, sostenía su espada con firmeza en su mano derecha apuntando al espadachín en señal de advertencia, ya que su arma no había sido desenvainada, la mano izquierda la  tenía  extendida esperando a que el rubio detrás del hombre al cual amenazaba reaccione y se fuera con él.

 

 

El medico estaba furioso, se sentía capaz de  declarar la guerra a toda la marina y acabarla a la vez de un solo movimiento. Se había decidido en hablar con el rubio para  disculparse como era correcto y debido,  estaba dispuesto a decirle que si debía escoger a Mugiwara o a él entonces… entonces lo escogería a él.

 

 

Pero el espadachín se le había adelantado y verlo sujetando ese cuerpo con tal atrevimiento, provoco que una legitima sed asesina emanara en su ser.

 

 

— ¡Sanji-ya,  dije que vengas!

 

 

En estos cuatro días que el cocinero lo ignoraba, el medico intento acercarse y pasar más tiempo con el pelinegro del sombrero de paja, cada día que pasaba lo fue comprendiendo más y comenzó a  recordar  del porque se había enamorado de alguien que tenía ese carácter tan positivo y alegre, su inocencia era realmente cautivadora e irresistible, aun así…  ¿Por qué se sentía tan aburrido, abatido y solo? Antes de  pedirle ayuda a ese cocinero todos los días anteriores siempre fueron así para él, ¿entonces porque no podía acostumbrarse a su rutina normal?

 

— ¡Te dije que él no ira a ninguna parte! —grito el espadachín

 

 

La disciplina y moral de Law eran diferentes, creyó haber caído al nivel más  ruin de lastre humana, al sentir que había usado al rubio y luego lo había abandonado como un simple objeto viejo, o  por lo menos estaba seguro que el cocinero pensaba eso de él, debía arreglar todo, debía hacer  lo posible incluso lo imposible para que la atención de ese rubio sea solo para él nuevamente, ya no soportaba más días sin hablarle ni verle, ese chico había revolucionado su interior a tal extremo que pelearía con cualquiera que trate de arrebatárselo.

 

“No significo nada para nadie”

 

 

—Sanji-ya, todo hubiera sido tan diferente, si tan solo aquella noche hubiera…  pronunciado tu nombre y no el de él…

 

Y comenzó a recordar lo que paso en aquella noche, ya hace cuatro días atrás.  

 

 

—No significo nada para nadie…

 

¿Así de triste estaba? ¿Así de solo se sentía? ¿Así de importancia se tenía?

 

— ¡No digas eso! —Grito Law acongojado por oír palabras tan deprimentes y lastimeras.

 

—Tu eres muy valioso para todos, tu eres muy valioso para mi… ¡Tú me gustas! — volvió a elevar la voz al sentirse enojado por la actitud nada propia del rubio.

 

—Por favor Law, piensas que te creeré —interrumpió el rubio ocultando su mirada de la vista del médico y escupiendo el cigarrillo de entre sus labios a un extremo, coloco sus brazos sobre la mesa y las unió  —como para iniciar una plegaria—  y sin intentar levantarse de ese asiento continuo —cuando me dejaste solo haya  arriba, me puse a analizar todo y ahora comprendo que lo que dices no es verdad… no puede serlo…—llevo una de sus manos hasta su rostro y  ocultar con ella su ojo visible al sentir que se le querían escapar algunas lágrimas testarudas y con ello podría poner al descubierto su dolor.

 

—Espera, yo no te miento lo que siento es real…

 

— ¡LAW! —Gritó— dime…  ¿Cuantos días, meses, años… cuanto tiempo le tienes puesto el ojo a mi capitán?  ¡¿Cuánto?! —el rubio retiro su mano de su rostro al ladear la cabeza con dirección al médico al momento en que por rabia había comenzado a gritar al hablar dejando escapar parte de su frustración.

 

—No soy tonto Law aunque hubiera deseado  oír a alguien dedicarme esa clase de palabras,  lo que  dijiste ahí arriba no fueron dichas hacia mí, eran para Luffy, ¡lo sé!

 

— ¿Cómo… dices?—Law rechino los dientes y apretó los puños de ira, camino hacia el rubio pateando algunos platos y vasos situados en el piso. Sujeto algunas estorbosas sillas lanzándolas con rabia contra la pared y así hacerse paso para llegar a un lado del rubio quien no hizo comentarios por sus utensilios rotos y mueblería arruinada, Law lo sujeto de ambos hombros clavando sus dedos en él como intentando perforar su ropa para tocar así su piel, y lo acecho con la mirada plateada cual brillo esta vez  no era  similar al de una reluciente  joya, esta era semejante al filo de una espada, fina, lisa, hermosa y…mortal.

 

— ¡Maldición Law! —reclamo el rubio ante la agresividad recibida.

 

— ¡Entonces, respóndeme a esto mirándome a los ojos Sanji-ya!—amenazo— ¿Yo te gusto?

 

— ¿Eh?

 

—A pesar de estar  días, meses y años compartiendo y viviendo con ese espadachín, no puedes negarme  que tan solo en un día te llegaste a enamorar de mí, algo que aprendí en  este día fue… que tu mirada no puede mentir.

 

El rubio frunció el ceño y se revolvió con agresividad para alejarse de ese médico arrogante que se creía conocerlo.

 

— ¡Aléjate de mí, bastardo!  ¿Además que tiene que ver el marimo en esto? — reclamaba sin poder alejarse de Law, quien  lo tenía sujeto como una ave rapaz nocturna al haber atrapado a una presa minúscula.

 

— ¿Qué tiene que ver?  De verdad crees que puedes ocultar  tal información ante mí,  se perfectamente que tuviste una relación con Roronoa-ya  lo confirmaste cuando estábamos en el armario; te dolió verlo besar a otro con tal cariño, ¿verdad?  Incluso ibas a llorar por alguien como él; no… no puedo creer que te hayas enamorado de un idiota como lo es ese espadachín… ¡él no te ama! —grito— y  tengo la certeza de que fuiste tan tonto que de seguro…—El medico puso más fuerza en el agarre— de seguro  ya  te acostado con él.

 

El rubio había quedado en un estado de estupor ante el reclamo de Law, su cuerpo actuó por su cuenta cuando comenzó a temblar de pura  vergüenza y decepción, el médico le echaba en cara tales cosas sin importarle el dolor que le provocaba con ello, acaso entregarse a la persona que uno ama era un  pecado o un gran delito, ¡no lo era!, aunque si  podía llamársele error,  el error de entregarse a alguien que no lo amaba a él, pero eso no le daba derecho de tratarlo  de tonto y  el que lo viera con tal repugnancia —así lo sentía Sanji—  provoco que  algo dentro de él se rompía.

 

La verdad es que Law estaba enojado por no haber entendido ni comprendido por lo que pasaba ese rubio, al principio para Law todo era una confusión, pero por los sucesos recientes todo comenzó a tomar brillantes.

 

Las marcas en cuello del rubio, el golpe en el rostro de Roronoa, el aura pesada que irradiaba el rubio tan solo pronunciar al espadachín y también… las lágrimas cargadas de un silencioso dolor cuando escaparon de él en un momento en el que no pudo controlar  su propio  sufrimiento, en la mañana donde todo comenzó.

 

Todas las piezas se unían y aunque estaba seguro que Sanji no lo admitiría, él ya lo sabía, y solo pensar que Roronoa ya poseyó ese cuerpo y ahora lo desechaba como una servilleta usada para así dedicarse a conquistar a Mugiwara, le provoco una furia indescriptible.

 

Sanji empujo con ambas manos los brazos del médico y lo miro desafiante como si estuviera frente a un enemigo poderoso ante el cual no mostraría miedo —aunque lo tuviese— estaba confundiendo las palabras de preocupación del médico con  algún tipo de reproche a su persona y a pesar de tener la boca más atrevida y agresiva que alguien podría escuchar, se limitó a pronunciar unas cuantas palabras en respuesta, pero estaban cargadas con una ira extrema.

 

—Escúchame bien Trafalar, mi vida privada no es de tu incumbencia, y si era eso todo lo que viniste a decirme será mejor que te vayas, como puedes ver tengo mucho trabajo aquí.

 

—Entiéndeme no puedo —negó con la cabeza— no, no quiero irme…

 

 

— ¡Medicucho de mierda, que quieres de mí!, teniendo miles de oportunidades de pasar el tiempo con Luffy, vienes aquí a… a  tenerme lastima, te odio por eso… —el tono de su voz se redujo a uno que solo se podía oír en una persona solitaria.

 

El medico intentaba  aclarar todo, pero sentía que cada vez que ponía una excusa el rubio se deprimía aún  más. Tratándose de ese rubio nada le salía bien.

 

Guardaron silencio por un largo periodo, el medico por no saber que decir  y el cocinero porque creyó que ya había dicho más que suficiente.

 

De repente el chillido que solo el arrastrar de una silla podía producir, sacudió la mente del médico reordenando así todos sus pensamientos para buscar una  alternativa para demostrarle lo que sentía a ese cocinero antes de que sea demasiado tarde para ambos —Si no puedo explicarme con palabras, entonces… deberé mostrárselo con actos—pensaba el médico.

 

El rubio se puso de pie, debía retomar su trabajo  de lo contrario no tendría tiempo suficiente para preparar el desayuno,  se tambaleo un poco pero continuo se recorrido hacia la puerta, no para salir, sino para encender la luz atraves del interruptor que yacía empotrado en la pared al lado izquierdo del armazón de la puerta.

 

 

—Sanji-ya… escúchame… —la voz de Law se oyó por detrás de él raramente  enternecida,  abandonando ese tono de voz arrogante que siempre emitía, tal vez al igual que él,  Law ya no quería pelear más.

 

—Es tarde será mejor que te vayas…—respondió  el rubio con tono apático sin detener su paso, y antes de que logre alcanzar el interruptor, sintió y a la vez observo como la mano morena y extravagante de Law posaba en el dorso de la suya, para así detener esa acción.

 

—Entonces permíteme ayudarte, sé que este es un trabajo difícil, y tú te ves cansado y  débil… —escucho susurrar al médico muy cerca de su oído, percibió a la vez el respirar tibio y cálido del médico chocar con la piel expuesta de su cuello logrando con ello, estremecer cada centímetro de él.

 

—No… necesito la ayuda de nadie, así que vete —respondió Sanji  sin que sus palabras salieran con la seguridad que quería mostrar.

 

Law como retándolo hizo todo lo contrario, se acercó lo suficiente al rubio para poder olfatear sus cabellos dorados, y cerro sus ojos al sentirse embriagado por ese aroma tan sutil y a la vez delicado que podía ofrecer un buen champó de vainilla.

 

— ¿Yo soy nadie, Sanji-ya? —Law más osado, apoyo su frente en la cabeza dorada de ese hombre frente a él.

 

— ¿Qué ganarías al… ayudarme? Te dije que nuestro trato ya acabo—comento, mientras se oía como tragaba fuerte por culpa  de los nervios ante tal cercanía.

 

Para desconcierto del rubio, Law lo beso en la nuca antes de responder.

 

—Yo sé que no ganaría nada con tu actitud actual, pero sé que perdería mucho si me voy.

 

— ¡Ja! crees que tratándome como a una linda señorita, puedes convencerme, idiota —Sanji comentó  aquello con tono de burla.

 

—Esto no tiene nada que ver con eso, te trato así porque me importas y me gustas, no tiene importancia si eres hombre o mujer,  ¿acaso las mujeres no tratan con cariño y cuidado al hombre que aman, como lo hacen los hombres con ellas?, ¿acaso por ser hombres debemos actuar como salvajes? No, yo te trato así porque  eres preciado  para mí, merecedor de protección.

 

Al rubio casi se le sale el corazón por la boca ante tal insinuación más bochornosa pero agradable, él intentaba ser un casanova y se leyó varios libros que trataban del arte de la seducción, pero ninguno le funciono pensaba que las mujeres  tal vez se sentían incomodas al realizar tales cosas,  pero ahora que estaba en el lado contrario, sintió como el ser seducido era tan agradable y a la vez reconfortante; ese medico podía ser un genio incluso en la palabrería cursi.

 

Su corazón latía frenéticamente y su respiración se pausaba por largos periodos,  A Law no pasaron desapercibidos tales signos y  se atrevió a más, cuando acerco su rostro lo suficiente para que sus labios rozaron la mejilla del chico logrando que el rubor  se hiciera presente en esa tés nívea en un solo instante, con la mano que sostenía la mano del rubio sobre la pared, intento buscar sus dedos para entrelazar así sus manos y logro su objetivo sin encontrar resistencia de parte del menor.

 

La otra mano del médico fue deslizándose por su cintura con lentitud hasta rodearlo por completo y al tenerlo sujeto lo presiono contra sí mismo, eso provoco que el cocinero temblara y entrecierre los ojos al sentirse apenado, pero por ningún motivo se sentía incómodo, así que no realizo reclamo alguno.

 

—Sanji-ya, déjame demostrarte lo que siento por ti —dijo el médico abriéndose campo en el cuello largo de ese rubio, quien movió su cabeza a un lado para facilitar esa intromisión y recibir pequeños y suaves besos sobre él.

 

Sanji cerró los ojos por completo al quedar inmerso en las sensaciones que el contacto con Law le producía, trago con dificultad una vez más, pero debía aclarar un poco su garganta si deseaba hablar.

 

—Yo… yo no puedo —su voz salió insegura y temblorosa —Tu amas a Luffy o ¿Me equivoco?—Sanji quería oír que el médico  le dijese que se equivocaba, que olvidaría a su capitán y se concentraría en él, eso es lo que esperaba, pero cuando Law se puso rígido por su pregunta, lo entendió.

 

—Yo lo amo pero…—Sanji no quiso oír más e intento alejarse del médico para ya no sentir su espacio personal invadido por aquel hombre falso. Pero el medico no lo soltó.

 

— Vete… ¡vete de mi cocina ahora! —Se alteró— ¡No te entiendo, tus palabras y tus actos, ni mierda  los comprendo! —Gritaba con todas sus fuerzas, revolviéndose entre los brazos del médico quien evitaba a toda costa que se le escapara sujetándolo con  aprehensión de la cintura con ambos brazos.

 

— ¡Maldición, escúchame! sé que soy incomprensible y no puedo explicar lo que me pasa, solo sé que Mugiwara-ya es especial para mí, pero también lo eres tú.

 

¡No me hagas escoger entre Mugiwara y tú porque…. —Law corto su oración al sentir que algo  indebido iba a brotar de su ser trasformado en palabras, sin saber si era eso lo que en realidad sentía...

 

El rubio ya no intento forcejear  y se detuvo abruptamente al entender lo que el medico intento decirle, y quedo sin energías antes de completar la oración de Law  en su mente.

 

Porque yo perdería ¿no es así? — ya estaba aburrido de este asunto, si nunca lo escogería, entonces la insistencia del  médico solo era porque quería una cosa de él…

 

 —Luffy...  él es muy afortunado —el rubio comenzó a hablar nuevamente—, recibir amor verdadero debe ser tan  genial y debe serlo más recibirlo de tantas personas a la vez, lástima que yo solo despierte otra clase de emociones en los demás; no quiero obligarte a escoger entre Luffy y yo, porque se  cuál sería el resultado —Tomo un poco de aire para continuar hablando sin caer rendido al suelo—  entonces debo asumir que  estas aquí por una sola razón, y no te iras hasta que lo consigas ¿verdad? —Law no lo comprendió, aun así no lo soltó—  adelante — dijo y extendió sus brazos a medida que hablaba—no pondré resistencia ni tampoco le diré nada a nadie,  si tanto deseas mi cuerpo para desahogarte, úsalo como se te plazca y hazlo rápido —una lagrima logro fugarse de su orbe azul llegando a su mentón para luego caer sin  remedio al suelo—  ya que tengo mucho trabajo que realizar aquí, y no tengas miedo ni  te sientas culpable… yo…sé…  que… siempre seré tomado como una vulgar puta que solo le gusta que le cojan…

 

 

El medico de un ágil y brusco movimiento  giro al rubio para verlo  y hablarle cara a cara. Estaba espantado de que esa persona piense eso de él.

 

— ¿Tú piensas que solo quiero desahógame en ti?

 

— ¡Y no es verdad!

 

— ¡Claro que no! Tú me gustas y mucho, ¡cuántas veces debo repetírtelo!

 

— ¡Esperas que te crea, maldición!, cuando hablas en tus ojos solo veo a Luffy, yo… yo no estoy ahí.

 

—Créeme, solo dame la oportunidad de demostrar que mi amor es real, no te decepcionare —tras decir eso abrazo a ese chico con todas sus fuerzas, El cocinero  dudaba y si luego pasaba lo mismo que con Zoro, si después era desechado, ¿su corazón podría resistir otro rechazo?, él quería creer, creer que tal vez esta vez él…

 

—Y… si lo haces, y si  me decepcionas…

 

—No lo hare

 

—¨Pero…

 

— ¡No lo hare!—bramo con desesperación

 

El rubio se mordió el labio inferior antes de  que sus manos involuntariamente se  deslizaran por  esa espalda tan ancha y así corresponder el abrazo del médico, apretando con fuerza ese abrigo tan acogedor.

 

—Te creo, mierda… te creo…  no me decepciones.

 

Law lo separo un poco de él —no lo hare —susurro muy cerca de su labios.

 

 Ambos se quedaron explorando sus rostros de manera extraña por un largo momento, similar al encuentro de la mañana, pero esta vez no habría nadie que los interrumpiera —Sanji estaba seguro de eso, lo presentía—  Law se le acercaba cada vez más, humedeciendo sus labios con su lengua, la visión del rubio ruborizándose hasta las orejas en un instante lo extasió, el rubio solo pudo entreabrir los labios para recibir al médico seductor, se le escapo una pequeña sonrisa cuando sintió el aroma del dentífrico de Law  olor canela sobre su nariz.

 

—Quiero besarte —susurro Law.

 

—Y porque no lo haces idiota, en el armario no pediste permiso.

 

Y antes de darse cuenta sus labios ya estaban unidos, ambos podían sentir como con un simple beso sus mentes se fundían entre ellas.

 

Un fuego interno los quemaba, y una energía eléctrica les recorría desde la punta de los pies hasta llegar a sus labios, sensaciones tan fugaces, y adictivas  que  las personas siempre deseaban repetirlas.

 

Law con lentitud paseo sus manos en ese cuerpo esbelto que se ocultaba en un par de prendes caras. Y el rubio simplemente se aferró más  al cuerpo del mayor, con solo pensar en soltarlo, le aterraba imaginar que este desaparecería.

 

Al principio exploraban sus cavidades con ternura y torpe miedo y sus manos de igual manera,  Sanji por temor, y Law por falta de experiencia.

 

Poco a poco sus labios parecían pedir más, los besos y caricias pasaron de ser temblorosas a apasionadas y salvajes, ya estaban entrando al mundo de la excitación, dejándose poseer por ese sentimiento tan embriagador.

 

Mientras Sanji revolvía los cabellos negros de Law, este coloco una de sus piernas en medio de las piernas largas del menor y frotar así sus virilidades —Algo que aprendió en el armario— Logrando con ello, sacarle varios suspiros  al rubio contra sus boca

 

Sanji  le regalo varios besos desde su boca hasta llegar a su oído, donde le susurro con suavidad...— tú también me gustas medicucho de cuarta—

 

El medico quedo totalmente extasiado por tales palabras más gratificantes — solo para alguien como Law —, sujeto de las caderas a aquel rubio como si de una pluma se tratase y  sin separar sus labios de su boca lo llevo donde la mesa. Lanzando con un brazo todo lo que había en esa superficie,  poso al rubio ahí  recostándolo por completo y acomodándose entre sus piernas sin dejar de besarlo, con total falta de delicadeza desabotonaba aquel chaleco para continuar con la camisa y mientras separaba esa barrera de tela entre ellos, repartía varios besos en el cuello desnudo y blanco  de ese rubio que esa noche seria suyo — y para confirmar su propiedad  como  nuevo dueño, dejo su marca en algunos lugares —  a pesar del sabor salado característico de la piel humana, al médico le sorprendió que  esa piel  supiera tan exquisita  como el néctar de un manjar divino.

 

Sanji por otro lado intentaba abrir el cierre del gran abrigo del médico —al parecer este se había atorado—

 

 

—Shurorororororororo

 

 

El audaz y sensible oído de Law percibió esa risa rara tan particular e inconfundible del científico loco muy cerca de ellos, al parecer el rubio no lo había  notado al estar distraído besando el cuello de Law con detenimiento.

 

Sin detener sus manos ni su boca, Law miro de reojo con dirección al mesón —Ya que de ahí provenía tal sonido— y logro ver esos cuernos y esos ojos amarillos, asomándose ligeramente con la intención de espiarlos sin ser descubierto.

 

Law elevo la mano para usar su habilidad, y en menos de un segundo  se trasladó a un lugar diferente, lejos de miradas indeseables y risas enfermizas que solo distraerían su concentración.

 

Sanji abrió los ojos momentáneamente al sentir que la superficie debajo de él se volvió suave y algo esponjoso, sin duda  estaba sobre un sillón amplio y cómodo,  miro alrededor reconociendo de inmediato esa habitación.

 

Era el acuario, su acuario, como  en otras ocasiones el cuarto estaba iluminado  de un celeste hermoso, la infiltración de luz lunar  sobre esas aguas causaba tal fenómeno —de seguro en afuera el cielo ya se estaba despejando—

 

El rubio sonrió un poco al parecerle tan magnifico ese lugar en ese momento.

 

—Todo es azul —pensaba.

 

Logrando destrabar ese cierre, las manos del rubio se deslizaron hacia el pecho del médico pero aún tenía ese suéter raro cubriendo la mayor extensión de piel posible,

 

Law se separó del rubio al parecerle que la ropa ya era incomoda e innecesaria, un momento se quedó observando a ese cocinero,  contemplándolo todo jadeante y exudando lujuria por los poros, ese cocinero era tan sexi  y avasallador que  sin dudarlo se retiró el gran abrigo y luego el suéter emplumado con una rauda velocidad, quedando con el torso al descubierto y la respiración entre cortada.

 

Para el rubio aquella imagen era tan excitante, la piel morena que hacia juego con esos tatuajes tan osados, atrevidos, prohibidos… deseables, un cuerpo escultural y perfecto.

 

Sin perder más tiempo, el medico logro deshacerse de esa camisa que llevaba un centenar de botones en ella, ahora  los dos con los torsos desnudos, volvieron a extasiarse de los labios de sus contrarios, pero ahora el rozar de sus pieles los estimulaban más y los quemaba a la vez.

 

La inquieta mano del rubio de deslizo por debajo de los pantalones del médico y así logro sujetar sus firmes glúteos masajeándolos y apreciando su consistencia atlética, su otra mano se paseó hasta llegar al miembro totalmente erguido, duro y grande del médico quien dio un pequeño respingo por el toque impúdico,  el rubio se deshizo del botón y el cierre del pantalón, y acariciaba  con algo de fuerza sobre la delgada tela que era la ropa interior del médico, logro sacarle un gemido extraño sobre su pecho.

 

Law ya no soporta más,  se separó del rubio y se deshizo de sus prendas restantes, quedando totalmente expuesto y no sentía vergüenza alguna frente a ese rubio que lo observaba sin parpadear, el rubio se sentó e intento imitarlo, llevo sus manos hasta su propio cinturón, cuando la mano de Law sujeto la suya.

 

—Déjame… hacerlo por ti —le susurro con lividez contra sus labios, recostándolo nuevamente,  y acariciándolo con sus grandes manos realizo un trayecto desde sus caderas hasta los muslos y con ello las prendas se fueron deslizándose junto con  el recorrido que realizaba esa extremidad, ahora sin ningún obstáculo, ambos se entregaron en un frenesí incontrolable de pasión.

 

 

 

 

O O O O

 

 

La habitación estaba en penumbras, la luna se había movido y  su luz ya no se posaba por la ventana, denotando con ello que ya había transcurrido un largo tiempo en que esas dos personas se hicieron presentes en esa habitación.

 

En el aire se respiraba el indiscutible olor de hombre, fuerte, agudo e inigualable, también flotaba  el erotismo de la excitación y este era enloquecedor.

 

Se oía los jadeos sonoros de dos voces diferentes perdidos en la lujuria, y el sonido que el chocar constante y rítmico que solo dos cuerpos, dos pieles podían producir entre sí.

 

Sin pudor alguno Sanji entre jadeos y gemidos pedía al médico que acelere su ritmo, al médico aquella petición lo complacía y no dudo en cumplirla.

 

Law daba estocadas más fuertes y a una velocidad calculada, la presión que el rubio ejercía en sus uñas contra la piel tatuada del médico en su espalda  era tan extrema que de seguro  ya  había excoriado su piel morena.

 

—Law… Law… —pronunciaba entre jadeos— Law, dios… ya no… ya…. —Law no se detendría por nada, pero sabía que el rubio estaba sobre su límite y se vendría primero que él, su presentimiento se hizo realidad cuando de un gran alarido Sanji grito el nombre del moreno, expulsando su esencia sobre sus vientres y  arqueando su espalda aniveles olímpicos, llevo sus manos sobre su boca tras ese grito digno de un tenor.  —aunque algo tarde, ya que aquel alarido debió llegar a oídos del mismísimo Doflamingo— y mientras los múltiples espasmos asediaban al rubio, Law continuaba dando estocada tras estocada, el reciente estrechamiento de ese interior provoco que él también estuviera más que en su límite.

 

Con dificultad abrió los ojos un segundo, porque deseaba ver a la persona bajo él  en un estado puro, la persona más bella en este mundo y la única que debería existir en ese momento.

 

Antes de ese bello momento, de ese encuentro pasional, ni él mismo podía  comprender a su corazón, sabía que el amor que le tenía a su aliado era tan real que lo llenaba de esperanza y le daba fuerzas de alguna manera para seguir adelante, pero surgió este nuevo sentimiento  con el rubio y este era tan real que le dolía y solo le invadía la necesidad de estrecharlo entre sus brazos.

 

—Ha… Ha… Ha…

 

¿Pero cuál era su verdadero amor?

 

 

—Ha… Ha… Ha…

 

 

¿Realmente era necesario elegir?

 

 

—Ha… Ha… Ha…

 

 

Lo que sentía era amor, estaba seguro de ello, los amaba a los dos, ¿pero acaso amaba a este rubio tan temperamental tanto o más que a ese joven capitán?

 

¿Podría quererlo más que a ese chico tonto, a ese incompetente y despreocupado niño?

 

 

¿Podría quererlo más que a ese muchacho de cabellos negros, ojos límpidos y sonrisa enceguecedora como la luz misma?

 

 

 

Podría querer al rubio más que  a ese chico que…

 

 

 

A ese chico que…

 

 

 

 

“A ese chico que se  apodero de su corazón”

 

 

 

—¡¡¡MUGIWARA!!!

 

 

 

Grito con fuerza al llegar al límite, su mente se nublo y sentía como dejaba su semilla dentro del rubio, un regalo de su parte que no se lo volvería a dar jamás. Ya sin fuerzas en el cuerpo cayo completamente exhausto sobre el chico de cabellera dorada  que yacía debajo de  él.

 

 

 

 

 

 

 

«Siempre lo supe y continuo actuando como idiota, soy alguien listo, pero que no aprende de sus errores de amor.

Pero…  ¿Por qué me sorprendo? el amor siempre fue igual para mí, tan solo un espejismo, irreal como imposible»

 

 

 

 

El medico abrió rápido los ojos al percatarse  del nombre que se le había escapado por… ¿Error?, claro que fue un error, no fue su intención era un momento en el que no tenía completa lucidez.

 

Noto como el rubio bajo de él no se movía salvo el expandir y contraer de su pecho al intentar normalizar su respiración. Con cuidado y lentitud se fue separando de él con la intención de verlo y rogando en su interior que se muchacho este dormido o por lo menos que haya estado tan cansado que no haya oído lo que dijo —pero como no oír semejante grito— apoyando sus brazos a los extremos del cocinero, se elevó para contemplar el estado de su amante  furtivo.

 

Al ver el rostro del rubio, su corazón que palpitaba con frenesí de repente entro en paro,  aquella persona llevaba una expresión devastadora y sus ojos estaban ausentes.

 

— ¿Qué hice? —se reprendía en la mente.

 

El cocinero levanto su mano fantasmal. Tan blanca y fría como la nieve misma, una piel que hace segundos nada más parecía envuelta en llamas.

 

Esa mano se abalanzo sobre su propio pecho y luego lo levanto, como verificando que no tuviera herida alguna,  obviamente no encontró nada. No había sangre ni nada parecido a una lesión, entonces porque había sentido que…

 

 

Le perforaron el corazón.

 

 

 

El rubio se sentó poco a poco, y con un brazo hizo a un lado al médico sin emplear fuerza, busco con la mirada en donde había quedado sus prendas encontrando rápidamente su camisa en el piso, se estiro un poco para alcanzarla y se la coloco después, luego continúo buscando las prendas faltantes.

 

—Sa… Sanji-ya,  lo siento… realmente lo siento no fue intensión mía, yo…déjame que te explique —  insistía, pero ¿Cómo podría explicar algo así?, intento sujetar el hombro del rubio para que lo viera a los ojos, pero Sanji golpeo su mano con brusquedad y de un movimiento irrealizable le atino una patada que lo mando lejos de él, cayendo sobre sus propios ropajes.

 

—¡¡¡NO ME TOQUES BASTARDO!!! —Bramo colérico, sujetando sus pantalones con fuerza al haberlos encontrado.

 

— ¡Ya tuviste lo que querías, así que déjame!

 

—Espera… —dijo quejumbroso abrazándose el tórax con un brazo por el dolor, Law estaba seguro que con aquella patada, el cocinero le fracturo una costilla o tal vez dos.

 

 

—Sabes maldito…—El rubio comenzó a hablar mientras sentado en el sillón se colocaba sus prendas íntimas junto con los pantalones—el  marimo y yo tuvimos una especie de relación, para él un juego, para mí una oportunidad; él realmente me gustaba  y mucho, lo ame en silencio durante bastante tiempo, ese juego fue una esperanza de poder significar algo para él, pero no funciono  — respiro con profundidad y continuo— Ese marimo me aclaro desde el principio que amaba a otra persona y nunca me dijo quién era, pero yo lo sabía y fue la noche anterior, en que me lo hecho encara,  recordándome a la vez que nunca seré igual a él, y por eso terminamos nuestra supuesta relación.

 

Pero…. —Las lágrimas que años pudo mantenerlas ocultas,  empezaron a brotar sin control— Joder, pero durante todos los encuentros que tuvimos, él nunca dijo el nombre de esa persona, nunca nombro  el nombre de Luffy frente a mí.

 

 

— ¡Escúchame… fue un error debes comprenderme!— grito el moreno intentando acercarse de nuevo al rubio, aguantando el dolor de su lesión, pero  este lo remato de otra patada, alejándolo más de su ser.

 

—¡¡¡TE DIJE QUE NO ME TOQUES!!! —Grito de nuevo e intentando levantarse e irse rápido,  este cayó al suelo en consecuencia de un sexo salvaje sin amor.

 

— ¡Mierda! —gruño y volvió a levantarse para salir corriendo de ahí.

 

— ¡Espera! —Grito Law y usando su habilidad apareció frente al rubio cuando estaba a punto de abrir la puerta,  lo sujeto de ambas muñecas para mantenerlo en control.

 

— ¡Maldito bastardo, suéltame! —gritaba dispuesto a lanzar una nueva patada colérica; el medico por otro lado no decía nada, solo intentaba sujetarlo hasta encontrar una palabra que tranquilice a ese rubio iracundo y lo excuse a la vez, y cuando la encontró no dudo en decirla.

 

—Te amo Sanji-ya, te amo así que… escúchame por favor

 

El rubio se detuvo  ante las palabras de Law, pero a diferencia de como esperaba el medico que reaccione esta persona, este  esbozo una sonrisa retorcida que con las lágrimas que llevaba en el rostro lo hicieron ver más lamentable.

 

— ¿Me amas dices? No, tú no amas a nadie que no sea Luffy — elevo su mirada llorosa y rabiosa para enfrentarse al medico

 

  Te diré algo Trafalar, Luffy y el marimo se corresponden y se aman, espero con todo mi corazón que sean felices,  yo apoyare esa relación, —Palabras que brotaban de él producto de la rabia— y desearía estar presente el día que te declares a Luffy, porque quiero ver el rostro que pondrás, cuando él te rechace, desgraciado —comento el rubio con ira contenida, para que su pena no se tan grande tuvo que ponerse a la ofensiva, como siempre lo hizo y seguirá haciéndolo.

 

El medico pese a que estaba consciente de que fue él quien arruino todo, se sintió ofendido por palabras tan  crueles de parte del rubio.

 

—Ah, y no te creas tan especial e importante, este encuentro solo fue un juego para mí, solo quería ver que ocultabas en ese gigantesco abrigo, y la verdad no fue gran cosa lo que halle ahí.

 

Dolió, esas palabras cargadas de ira lo lastimaron como no se imaginaba el rubio, en el fondo sabía que eran mentiras, aun así dolían y el medico no pudo controlar su propia boca al ingresar a la guerra verbal planteada por el cocinero.

 

— ¿Eso es lo que piensas?, que ese espadachín y Mugiwara-ya se amaran así de fácil., no me equivoque cuando la primera vez que te vi, creí que eras nada menos que un idiota —contraataco el médico— dime que harías si te dijera que… Mugiwara ya me acepto.

 

— ¿Q... qué?

 

Tan aturdido quedo el rubio que por un momento su vista se distorsiono, creyó haber caído a un agujero negro sin retorno, el medico no se detendría aun en esa guerra verbal, a pesar de que ya era el ganador.

 

—Hace horas atrás, cuando te deje  haya arriba, hable con él y le exprese lo que sentía y él me   dijo…  que me amaba también, solo que debía darle tiempo que su corazón estaba confundido, exactamente como se lo dijo a Roronoa-ya., ¿Y qué crees?, yo lo esperare el tiempo que sea necesario, porque como tú dices “lo amo”—finalizo, y se quedó callado esperando a recibir más basura verbal de parte de ese rubio.

 

 

 Los minutos pasaban y no había nuevo contraataque. El medico algo asustado y preocupado de no recibir nuevos insultos de parte de ese chico, soltó las manos del menor y este aun no respondía, Law poco a poco se estaba dando cuenta que sus palabras fueron demasiado crueles y que nunca había tratado así a nadie, jamás.

 

— ¿Sanji-ya?

 

Después de la confesión del médico,  a  Sanji todo ruido le parecía distorsionado, su entorno se oía como ruidos de inframundo, lejanos, puros ecos sin sentido, solo pudo distinguir el ruido del quiebre de algún objeto de vidrio o porcelana y lo oyó con tal nitidez que creyó que el mundo se había quebrado, pero no, esto fue algo dentro de él, no era un hueso, tampoco creyó que fuese su corazón, acaso seria…

 

Bajo la mirada al sentirse desnudo de una manera indescriptible, quería llorar y no sentía una  barrera para  evitar que lo hiciese, esa fachada que alguna vez construyo el él para detener el llanto ya no existía,  tampoco podía pensar en palabras insultantes ni nada parecido,  dejo salir las lágrimas estancadas y dijo lo que realmente pensaba en ese instante

 

 

—Creí en ti… —murmuro él rubio, lo suficientemente alto para que el médico le oyese —aunque ya no le importaba si lo hacía—

 

— ¿Que? — dijo Law

 

—Creí en ti y me fallaste, me dijiste que no lo harías y lo hiciste, Luffy te acepto y  tú solo querías utilizarme y ahora que lo lograste, me olvidas.

 

—Sanji-ya…—eso no era lo que esperaba oír el médico, él esperaba que lo golpee, lo insulte y grite, pero eso…

 

 

—Je, creo que vi algo en ti que no existía, sigo siendo ingenuo.

 

Del bolsillo de su pantalón saco su cajetilla de cigarrillos junto con los cerillos y como si el tiempo no transcurriera, lo encendió con lentitud con su mano temblorosa, aprovechando la parálisis reciente que invadió al médico.

 

Aun descalzo, camino con lentitud por un lado del medico y sin decir ninguna palabra más, salió de aquella habitación sin que nadie se lo impida esta vez, cuando cruzo esa puerta abandono  al médico y a todo sentimiento que llego a tener por él, en ese acuario se quedó Trafalar Law la persona  que lo cautivo en un día y lo destruyo a la vez, él que se volvió amigo, compañero y amante, y que desde mañana volverá a ser solo un aliado,  una persona que conoce y nada más.

 

Fue el sonido de la puerta al cerrarse que hizo reaccionar al médico.

 

—Esto está mal, no puedo dejarlo así — se colocó su suéter y los pantalones rápidamente y corrió en busca del rubio.

 

— ¡Sanji-ya! —Grito a la vez que abría la puerta para salir, pero no pudo avanzar ni un centímetro más cuando frente a él, se encontraba esa mujer misteriosa, que se veía  más furiosa de lo normal, tenía los brazos cruzados denotando más su prominente pecho y una mirada que podía someter de miedo a cualquier enemigo que se pose en frente de ella.

 

—Nico-ya…

 

 

O O O O

 

 

 

Se encerró en la cocina, camino un par de pasos mientras aspiraba su pitillo antes de dejarlo caer al suelo, cuando intento pisarlo, no le atino, intento nuevamente y fallo,  cada vez aplicaba más fuerza  y su precisión continuaba  fallando

 

— ¡Mierda! Apágate, apágate ¡Apágate!— y de un momento de estar intentando extinguir ese cigarrillo, se  encontró pateando platos, muebles y sillas todo lo que estaba a su alcance, no le importaba nada, solo quería desahogarse de alguna manera, desquitar esa rabia que inundaba su mente y no le dejaba pensar, termino destruyendo muchos de sus utensilios y parte de sus cocina, y no así destruyo parte de su dolor. .

 

Comenzó a sentir la falta de aire, retrocedió hasta tocar la puerta con la espalda, sus ojos no eran visibles su cabello alborotado los cubría, tomo todo el aire que pudo antes de gritarle al cielo con fuerza.

 

—¡¡¡MIERDA!!!

 

La furia y la frustración junto con las fuerzas de su cuerpo lo abandonaron junto con el grito, la gravedad pudo con él, y se fue deslizando por la puerta hasta quedar sentado en el piso, llevo sus manos a sus cabellos y los halo con fuerza, ladeaba la cabeza con  desesperación, producto de la decepción.

 

—Los odio  a Zoro y a Law, los odio a los dos — su voz se redujo a simples susurros y las lágrimas caían de él en abundancia, quedando en un llanto silencioso pero incontrolable. Cada gota de lágrima que caía de él  llegando al suelo se oía como un trozo de cristal que a la caída se desintegraba aún  más.

 

 

“Su máscara se había roto, Zoro la había quebrado pero Law termino por romperla”

 

 

Atrajo sus piernas y oculto su rostro contra sus rodillas, ahora sin su máscara solo era un hombre débil, vergonzoso y algo ridículo.

 

Años perfeccionando esa fachada, para no  evocar un sentimiento de lastima y  preocupación, para que nadie viera su interior. Años de trabajo, cuantas lagrimas ocultas, cuantos humillaciones soportadas, cuantos rechazos tragados,  y todo se fue  al caño solo por un par de  hombres,  ni siquiera por una hermosa mujer.

 

 

Cesar presencio todo el derrumbe emocional de ese rubio desde que salió de su escondite en la cocina, pero por el estado de ese individuo prefirió no hacer comentarios, se acercó con lentitud llevando una manta entre las manos que cogió de algún lugar que en ese momento no era relevante, tras cubrirlo con ella, se sentó al lado suyo para que no esté tan solo  en su desgracia, sin cruzar palabras se quedaron sentados lado a lado compartiendo el silencio y contemplando la oscuridad en ese frio suelo de baldosa.

 

 

 

O O O O

 

 

 

No solo era la arqueóloga, la pelirroja estaba a unos cinco pasos detrás de ella ligeramente a su lado derecho  y sostenía su arma dispuesta a atacarlo y de igual forma al lado izquierdo se hallaba  el francotirador, Usopp apuntándolo con su  extravagante tirachinas, Law también pudo percibir  que los demás miembros de esa tripulación estaban ocultos en lugares estratégicos, y podía sentir la  ira que emanaban hacia él.

 

Por suerte no percibió la presencia del joven capitán, ni de su segundo al mando.

 

—Déjame pasar Nico-ya, debo hablar con el cocinero —Advirtió Law

 

—Torao-san,  hace poco tempo atrás te prometí que no interferiría en que intentes  conquistar a nuestro capitán,  con la única condición de que no lastimes a Luffy, pero eso no te da el derecho de lastimar a otro de mis compañeros, Cocinero-san  desea estar solo, respeta su decisión.

 

—No puedo, yo debo disculparme con él…

 

— ¡No hay peros que valgan! En este momento él está muy dolido, incluso si alguno de nosotros intentáramos consolarlo se sentiría más humillado y mortificado —continuo— Escúchame Torao, Luffy y Sanji son muy parecidos en casi todos los aspectos, Luffy es como la gran luna y cocinero-san es  solo su reflejo en el mar, y tú te estas dejando llevar por el reflejo, solo porque te resulta más fácil de alcanzar, ¡no es así!

 

—Tú no sabes nada

 

— ¡Olvida a cocinero-san! será lo mejor para todos, será lo mejor para él —dijo la mujer realizando un ademan con la mano para que sus amigos bajen sus armas y se retiren también

La arqueóloga dio vuelta y advirtió algunas cosas más antes de retirarse

  

—Te aconsejo que por el momento te alejes de él, porque te aseguro que  Sanji intentara alejarse de ti en lo posible y no lo culpo si llegara a odiarte, aunque lo dudo.

 

Olvídalo si sabes lo que te conviene, porque te habremos aceptado como aliado, pero si por alguna razón  desearas formalizar una relación con cocinero-san, óyeme bien,  nunca la aceptaríamos,  por el simple hecho  de que  tú no lo amas en realidad, o por lo menos no como él quisiera ser amado.

 

Crueles palabras que lo dejaron paralizado, debía protestar por tal alegato sin dudarlo, pero no fue así; su corazón se llenó de dudas, ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué no solo ignora a la arqueóloga y se va buscar al rubio? La razón; porque tal vez esas palabras tenían algo de verdad en ellas.  

 

No soy diferente a Roronoa-ya, yo también soy una escoria…

 

 

 

 

Así me sentía esa noche, incluso ahora, como la peor escoria  sobre la tierra y el mar; pusiste una barreta tangible entre nosotros y trate de respetar tu decisión, y mientras los días pasaban no podía evitar observarte en secreto, cuantos días en que use mi habilidad para posarme detrás de ti con la intensión de abrazarte nuevamente, pero me acobardaba cuando volteabas para ver a tu acosador invisible, porque en eso me convertí un acosador que tenía miedo de ver odio en esos ojos que antes estaban llenos de amor, intentabas regresar a tu rutina y olvidar todo como si no me hubieras conocido, entiendo que fue porque te lastime, pero con esa actitud tú también me lastimabas…me lastimas mucho.

 

Recuperare tu amor, cueste lo que me cueste, hare lo que me pidas, pero deja de mirarme con esa indiferencia, ¡no lo soporto!

 

— ¡Sanji-ya, que vengas! —insistió en un grito el médico al hacer a un lado sus recuerdos y concentrarse en el espadachin frente a él.

 

Zoro acerco una de sus manos a una de sus espadas sin tocar  aun el mango.

 

— ¡Te dije, que él no ira a ningún lado! — bramo nuevamente el espadachín, él también tenía tanto que decirle a su nakama, pero no sabía ni cómo empezar, pero debía hacerlo, sentía  como si hubiese perdido un amigo y no quería que todo se quede así.

 

Cocinero, quiero  que vuelvas a hablarme como antes, quiero sentir de nuevo tu cercanía, tu amistad, tus groserías, quiero sentirte vivo como solías ser, me gustaba mucho tu carácter temperamental, pero desde ese día… creo que lo arruine, y partí algo en ti, no quise hacerlo, abecés actuó como un maldito infeliz, pero solo tú me provocas tantos extraños sentimientos que me irritan y me confunden.

 

Amo a Luffy, pero porque no puedo dejar de pensar en ti, ¡maldición! ¡Regresa a lo que eras! ¡Regresa a mí!

 

 

¡Cocinero!

 

— ¡Vamos!  Acércate.

 

—Roronoa… si es necesario pasar sobre ti, para llegar a él, entonces no dudes que lo hare…—Law movió su mano extendida y la llevo donde su espada levantada y con ella sujeto el mango de esta, cambio su postura erguida a una  que mostraba ofensiva

 

—Pasar sobre mi dices, entonces adelante, Sabia que este día llegaría tarde o temprano, no tendré misericordia cuando ruegues por ella, medicucho de cuar…

 

 

El espadachín no había terminado con su palabrería amenazante, al sentir  como un fuerte golpe  le llego sobre su cabeza, producto de ello se mordió la lengua y sus ojos casi salen disparados de sus  cuencas y en menos de un segundo sintió otro golpe en la espalda con tanta fuerza y brusquedad, que salió volando contra las sillas, pero en el trayecto se llevó al médico consigo, estrellándose ambos contra la mueblería.

 

Los dos hombre adoloridos y entre escombros de madera, se sobaban las cabezas e intentaban reincorporarse  después del duro impacto.

 

—Ustedes dos… —se oyó una voz malévola y ogresca delante de ellos.

 

El cocinero llevaba el rostro fastidiado, y mostraba los dientes incluso las encías de pura ira, con una mano hacia crujir los nudillos de la otra como preparándose para pelear —aunque solo fue para intimidar ya que él usaba las piernas para atacar—

 

—Ustedes dos cabrones... ¡se largan ahora mismo de mi cocina!— advirtió.

 

 

 

En la cubierta, estaba todo tranquilo, no había ni un alma en pena, solo un extraño escarabajo dorado que posaba en el columpio que se hallaba ahí, de repente la puerta de la cocina se abrió dejando escapar parte de luz al exterior y antes de poderse observar quien había abierto esa habitación, de esta salieron lanzados por el aire, el espadachín seguido del médico aliado, quienes se estrellaron en el piso pastoso de la cubierta del Sunny.

 

— ¡Y solo se presentan aquí, cuando sea hora de desayunar, almorzar o cenar, idiotas! —Grito tan alto que su rostro se encendió, pero ellos sabían que el rubio contenía toda su rabia porque no recibieron una paliza mayor, el rubio cerró la puerta de un azote que hizo estremecer todo el barco.

 

Tras cerrar la puerta, se quedó parado frente a ella aun sosteniendo la perilla, y esta estaba siendo sujetada con tal fuerza que  sus palmas estaban blancas por la presión ejercida. El semblante del cocinero abandono el aspecto colérico lleno de ira, para asomarse en esa faz una expresión de desconformidad.

 

 

Esto es lo mejor —pensaba— Law disfrutara estos días con Luffy y muy pronto volverá con su tripulación y el marimo… ese idiota, será tan feliz con Luffy que de seguro olvidara rápido que él yo tuvimos una especie de relación, y con eso este extraño asunto quedara zanjado y solucionado…

 

Aun así

 

 

¿Porque?

 

 

¿Porque me siento tan vacío?

 

 

El rubio sujeto su ropa sobre su pecho con fuerza, No se sentía conforme en cómo estaba terminando todo, algo faltaba, algo le perturbaba ¿hasta cuándo tenía que sentir esa incomodidad y esa inquietud dentro de él?

 

—Shurororororororororo

 

Se escuchó esa risa burlona con un tono siniestro, resonar en toda la habitación robándole la atención por lo raro de la voz.

 

—Yo sé que es lo que te perturba pirata —la voz del científico cada vez se oía con  irregular eco, y no solo eso, por un instante creyó que ese loco había logrado leer su mente.

 

— ¿Cómo dices? —pregunto el rubio sin moverse ni un centímetro de donde se hallaba.

 

—shurorororo, digo que te entiendo pirata, te observe y sé que te sientes incomodo, abatido y extraño “me siento vacío” —ironizaba— “hueco” —enfatizaba— ¿Qué es lo que me falta? Te preguntas eso ¿no es así?

 

—Tu… tu que sabes de lo que siento imitación de persona.

 

Cesar se acercó desde su escondite y caminaba  a su alrededor como fantasma levitando, caminaba de un lado a otro y susurrándole al oído cada que podía, convirtiéndose así en su nueva conciencia.

 

—Tranquilo, no te enojes, yo te comprendo y también comprendo al sentimiento que te atormenta, lo que te molesta es que tú has pasado por tantos malos ratos, traiciones y burlas de tus supuestos amigos aquellos que decían quererte; ese médico y ese espadachín.

 

El hecho de que ellos no hayan tenido que sufrir como tú y todo se les resuelve tan fácil, y ahora están por ahí felices quedándose con el chico de la película; te enfurece, porque pasan sobre ti y tú te quedas sin… nada—Resalto

 

Sanji no respondía estaba completamente absorto a las palabras del científico, ya que en parte, todo lo que decía era verdad.

 

—Lo que tú ser busca, lo que tu corazón anhela es…

 

 

Venganza

 

 

El rubío estaba estupefacto pero atento

 

—Venganza, porque se cometió una injusticia, un juego cruel, una pasión enfermiza, shurororororo —Sanji  oculto su mirada con ayuda de su cabello y con seriedad dijo…

 

—Continua —y Cesar sonrió con amplitud ante eso.

 

—Porque no les damos donde, más les duele, digo, solo sería una vez y no se compararía al dolor que ellos te provocaron, después de eso te sentirás liviano y conforme te lo aseguro, surororororo.

 

— ¡Ja! ¿Y dónde les duele más según tú? Pregunto el rubio enterrando una de sus manos en sus cabello.

 

—No es obvio pirata, claro está…

 

 

Usaremos a…

 

 

 

Mugiwara no Luffy

 

 

El rubio se sobresaltó un poco, y aun así no dijo nada al respecto. Cesar en cambio parecía que duplico su tamaño detrás de ese hombre, provocando que este caiga  bajo su sombra oscura llevándolo con ello a las tinieblas de la venganza.

 

Se estaba tejiendo un maquiavélico plan en la mente del científico, astuto cual zorro, arrastraba al rubio cuando este estaba débil emocionalmente y  pintaría un nuevo color sobre ese plateado y verde  que mancharon su ser y su corazón, una mancha negra como un lunar que se expandiría como un virus letal en él si sucumbía a realizar un acto cruel contra  sus amigos, pero tenía la opción de dejarse de tonterías,  olvidar todo y seguir adelante como hombre maduro y fuerte que era.

 

—Cesar...

 

 

 

 

 

¿Qué debo hacer?

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Perdón por la tardanza, pero este era el capítulo cúspide de la historia  y por eso fue algo más largo de lo normal, este capítulo debía publicarlo antes que el anterior, pero no quería dejarlos con la idea de que el cocinero se había quedado devastado, así que coloque el siguiente, donde leemos que está dolido pero trata de salir adelante XD desde ahora todo se tratara de solucionar los malos entendidos y los confundidos corazones de nuestros personajes, no piensen que el rubio hará algo malo, después de todo son los Mugiwara.

  ahhhh, ya estoy tristona, porque ya me acerco al final TwT

Si el capítulo le pareció algo triste, culpen al Ost de Bleach “Never meant to belong” que fue el tema que me acompaño casi en todo el desarrollo del capítulo XD

 

Cualquier duda o sugerencia estaré más que feliz de leerla.

Nos vemos a la próxima XD

 

 


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