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Until you fall por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

Buenas, perdonenme chicas. Casi un mes de retraso para el capítulo, no merezco que sigan leyendo (pero sigan o el castigo será terrible) estoy tratando de hacer todo lo humanamente posible para hacerlos pero trabajar y estudiar es una tarea ardua para el cerebro, sobre todo si el cuerpo esta cansado también pero voy a tratar de hacer el que viene lo más rápido posible. No esta semana por que el lunes tengo parcial y mi mente no puede con las dos cosas pero será en lo pronto.

Mientras los dejo con lo que sigue esta historia que las atrapó, saludos.

La luz del sol pasó a través de las rendijas de la persiana americana iluminando con molestia sus ojos. Parpadeó varias veces hasta que se acostumbró al brillo de la mañana, se frotó los ojos para quitarse las lagañas acumuladas en sus ojos. Miró a su lado y encontró una mata de cabellos tricolor acostado de lado con la sabana hasta su cintura, sonrió cuando vio por un decima vez el tatuaje en su espalda. Siempre le gustó esa marca de sexi rebeldía que el otro tenía en su piel, deslizó los dígitos sobre el dibujo y provocó que la piel se erizara bajo sus atenciones. Se inclinó sobre su hombro donde lo besó suave, se deslizó fuera de la cama y comenzó a vestirse lentamente. Se colocó los pantalones cuando se encendió la pantalla del celular y lo tomó descubriendo que había recibido un mensaje de Mokuba:

<<Joey llega a las nueve, si estás en la agencia te podemos pasar a buscar>>

Sonrió entusiasmado, el cuerpo en la cama se removió un poco y volvió a acomodarse. Con un gesto de urgencia, contestó veloz y se dispuso a vestirse más rápido. Se sentó en el sillón que estaba en el extremo de la habitación para colocarse las zapatillas y tomó el saco azul que colgaba de un perchero. Salió en puntas de pies de la habitación y cerró la puerta despacio, caminó hasta la mesa tomando una lapicera junto al teléfono y un papel para escribir una nota. Garabateó rápidamente y salió del departamento bajando las escaleras corriendo, vio alrededor con la esperanza de encontrar un taxi. Estiró uno de sus brazos en cuanto lo vio acercándose a él, subió y relató la dirección de la agencia.

Sabía que había huido de la manera más cobarde. Se frotó las rodillas tratando de alejar el frío de estas y de sus propias palmas, debía hablar de esto con Joey y Mokuba. Yugi había cometido un error, otra vez, había tenido sexo y casi de inmediato habían caído dormidos, el rubio le había advertido que tenía que ser fuerte ya que lo que iba a cosechar era su “felices para siempre”. Ahora no solo se había acostado con Yami sino que para mantener su promesa había dejado mal a Joey.

-¿Amor libre?- refunfuñó frotándose la frente. Yugi soltó una sonrisa irónica “Como si fuéramos unos malditos hippies” gruñó ininteligiblemente soltando maldiciones a todo lo que le estaba pasando en su vida.

Pensará Yami ahora que él era un cualquiera, durante el sexo no dijo absolutamente nada grosero, solo jadeaba mientras pronunciaba juramentos de amor por Yugi. Vaya que lo había dejado satisfecho, aunque solían repetir dos o tres veces, el empresario le puso empeño a la única sesión amatoria de la noche que duró más de tres hora. El encuentro le recordó todo lo que tenían juntos, los siete años que Yami había tomado para hacerlo feliz, las cosas que habían compartido y todo lo que le había dejado.

-Joven- el taxista lo llamó suavemente mientras su mente salía de la laguna de recuerdos- Ya llegamos a su dirección.

-Gracias- Yugi le alcanzó un billete y con una sonrisa agregó- Puede quedarse con el cambio.

Con una última sonrisa, dejó el taxi y lo vio partir. Se enderezó y acomodó el cuello de su saco mientras entraba a la agencia. Sacó las llaves del interior de su chaqueta y se dispuso a quitar el seguro de la puerta corrediza, le tocaba ese día junto con los próximos cuatro abrir el negocio transcribir las llamadas y controlar el pago de los servicios. Apenas se abrió la puerta se estremeció por el frío, se quitó la bufanda y encendió la calefacción.

-Mucho mejor- se colocó los auriculares inalámbricos y comenzó a pasearse por el local, llegó hasta el privado de Hideki encontrando sobre el buró los papeles que le había encargado antes de irse Ryuji. Los miró fugazmente mientras volvía al escritorio donde estaban los números a los que tenía que llamar.

Encendió la computadora y miró alrededor, levantó la ceja cuando vio que la caja de correo era transparente, dentro había un enorme sobre de papel madera. Frunció el ceño y se acercó para abrirlo, lo tomó junto con un grupo de cartas de servicios. Pasó una por una y terminó en la primera que le había llamado la atención. La giró en sus manos y notó que no tenía estampilla o si quiera el nombre del remitente. La mente de Yugi trabajó rápidamente, un ligero temor por la carta lo sacudió, quizás alguna agencia que rivalizaba con “Starlight” había mandado una carta con alguna bacteria o una bomba. La apretó entre sus dedos descubriendo que en su interior parecían haber solo papeles.

Se sentó en el asiento detrás del escritorio y abrió el paquete. Metió la mano por la parte superior del sobre y sacó una pila de fotografías, supuso que eran de algún portfolio que fue revelado. Las junto entre sus manos y las golpeó contra la madera para acomodarlas pero le llamó la atención cuando encontró que no parecían haber sido sacadas en un estudio, más bien parecían haber sido sacadas a escondidas. Tomó una de ellas y en una de las fotos descubrió a Ryuji saliendo de un edificio acompañado de una mujer que tenía sujetada por una de sus manos a una niña. Yugi comenzó a sentir que estaba metiéndose en un terreno que no debía, pasó saliva y observó la foto debajo de esta, en esta a ambos compartían lo que parecía un beso.

Bajó las láminas y las tiró en la mesa con sorpresa, era bastante obvio lo que había en esas fotografías y lo que significaba todo eso. Ryuji tenía una esposa y una hija, estaba claro que las imágenes son obras de una investigación. La niña parecía tener cerca de diez años.

Se frotó la boca y volvió a ver la foto donde Ryuji besaba a la mujer, la repasó incontables veces analizando si lo que veía era un error. No, la cercanía era evidente, los gentos cariñosos y los roces confiados.

¿Qué hacer con las fotos?

La mala suerte de Yugi golpeando las puertas otra vez, estaba a punto de meterse en un problema bastante grande y una decisión que tomar, la cual marcaría significativamente su destino y su estadía en el trabajo. A pesar de las circunstancias guardó las imágenes en el sobre y alcanzó el bolso. Componiendo una mueca lo guardó sabiendo que quizás estaba metiéndose en un lio pero prefería hablar con Ryuji antes de que Hideki recibiera las fotos.

                                                              

 

.                              .                              .                     

 

 

En el avión Joey estaba sentado junto a un muy dormido Hiro. Rodó los ojos hacia su lado derecho cuando sintió que su manager apoyaba la cabeza en su hombro profundamente dormido. Sonrió suave mientras acomodaba la cabeza del chico y volvió su cabeza hacia la ventanilla. Observaba al avión atravesar las nubes grises mientras descendía para aterrizar, había una tormenta de nieve y tuvieron que sobrevolarla. La clásica turbulencia antes de arribar despertó a Hiro que se sujetó con fuerza de los posa brazos con una mueca llena de pánico.

Joey soltó una atragantada carcajada que lo hizo ahogarse. Con el cinturón de seguridad puesto se retorcía en el asiento y algunos pasajeros lo observaban desaprobatoriamente, con el entrecejo fruncido el manager se ajustó el cinturón.

-¿No entiendo lo gracioso?- comentó ofendido el asiático cruzándose de brazos.

-Por qué no viste tu cara- agregó entre risotadas que empezaban a hacerle doler los pómulos.

Joey dejó de reírse cuando una turbulencia más brusca los sacudió. Se sentó recto y espero pacientemente que la azafata anuncie el descenso del avión. Joey miró a la ventana y notó el aeropuerto muy cercano justo en el momento en que el cartel de los cinturones brillaba.

Los pasajeros comenzaron a pararse lentamente sujetando sus bolsos y tratando de caminar hacia la salida mientras las azafatas indicaban que salieran tranquilos. Se deslizaron fuera del túnel que conectaba la cabina y la zona donde estaba la puerta que daba al interior del aeropuerto, les dieron sus papeles correspondientes a los que se encargaban de las visas y dejaron sus maletas en las cintas donde iban a los rayos X.

Mientras Hiro y Joey iban conversando se toparon con Mokuba que los saludaba del otro del escáner. Elevando una de sus claras cejas el gilvo dejó que lo revisaran y caminó hacia su amigo que lo recibió con un fraternal abrazo. Se separaron y el moreno observó hacia todos lados con un gesto de confusión.

-¿Y Hideki y Ryuji?- preguntó cuando volvió sus ojos azules a Joey.

-Luna de miel- fue el simple comentario. Mokuba se rió suave- ¿Qué ocurre?

-Lo supuse. Ryuji me pidió ayuda antes de irse, para agilizar los trámites de la visa. Quería ir a Estados Unidos antes de que volvieran ¿Hideki estaba sorprendido?

-Como nunca- agregó Hiro mientras llegaba a ellos acomodándose el abrigo- Conozco a Hideki desde hace mucho y nunca lo vi tan feliz.

-¿Quién quedó en la agencia?- cuestionó el modelo. Empezaron a moverse hacia la puerta de salida donde los estaba esperando Roland que saludó con un gesto al rubio.

-Alguien muy eficiente- comentó Mokuba mientras entraba por la puerta trasera del vehículo. Joey ayudó a guardar las valijas en el maletero y se introdujo al lado del Kaiba menor.

-Llegaremos en nada de tiempo. No hay tanto tráfico hoy- el comenzó a avanzar hacia la autopista que los llevaba al centro de Tokio.

El blondo sonrió y acomodó su espalda contra el respaldo mientras Mokuba hablaba sobre toda clases de temas. La universidad, Yugi y su vida. Joey quería preguntar por Kaiba pero sabía que sería raro que él comenzara a interesarse en la vida del millonario, más aún con Hiro que no estaba enterado que la familia Kaiba le brindaba techo. Sintió su celular vibrar y lo sustrajo del interior de su saco, frunció el seño cuando la foto de Devlin apareció en la pantalla con el nombre de “X”. Deslizó el dedo por la pantalla y cortó, aunque le dolía imaginar el gesto de decepción de Duke ya no eran nada, quizás alguna vez pueda borrar el número. Solo había pasado un día desde que deberían haber cumplido un largo aniversario de siete años, apretó el móvil y volvió la mirada a Mokuba con un gesto sorprendido.

-¿No deberías estar en el cementerio?- notó que Hiro lo miraba extrañado pero el solo se concentró en la respuesta del moreno.

-Mi hermano se fue a KaibaCorp- los orbes añiles bajaron hasta concentrarse en sus manos- Tal parece que este años las cosas en la empresa se pusieron densas en estos momentos.

Roland giró a la derecha y comenzó a andar por la avenida principal cerca de donde estaba la agencia. Imaginó que Mokuba estaba pasando cerca para poder dejar a Hiro cerca de su departamento, pero Roland detuvo su marcha al llegar frente a las oficinas donde trabajaba Joey. El blondo se quitó el flequillo de los ojos y desvió la mirada hacia afuera cuando la puerta de su lado del auto se abrió.

-Sorpresa- susurró suavemente Yugi.

-¿Qué haces saliendo de la agencia?- se movió un lugar mientras recibía un saludo por parte del de ojos Malva.

-¿Supongo que Mokuba no te lo dijo?- sonrió de lado- El encargado de la agencia hasta que Hideki y Ryuji vengan soy yo.

Joey se cubrió la boca tratando de acallar la risa. Tal parece está destinado a tener a todas las personas que aprecia bastante cerca, Yugi empezaba a convertirse en uno de sus mejores amigos y aun tenía mucho para ayudarlo.

-Aún no acelere, voy a bajar aquí- comentó Hiro mientras bajaba del vehículo bajo la atenta mirada de los tres muchachos- Nos vemos cuando Hideki y Ryuji vuelvan supongo que hasta ese entonces ya habrá cosas que tramitar.

-De acuerdo- tanto como Mokuba y Yugi sacudieron sus manos para saludar mientras Joey se inclinaba ligeramente por la puerta para chocar los puños con el asiático. Vieron al chico perderse en la esquina y el rubio giró para mirar a sus acompañantes- ¿Ahora a donde?

-Creo que lo más conveniente es que hoy me dejen en mi departamento y hacemos planes para mañana- sonrió peinando sus cabellos hacia atrás- No es una fecha muy festiva que digamos.

-Si- accedió Mokuba llevando sus orbes cobalto hacia el rubio que asintió de acuerdo- Entonces... ¿Puedes dejarnos en la mansión y llevar a Yugi?

-Por supuesto, Mokuba-kun- se giró con formalidad y sonrió.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Las oficinas de KaibaCorp estaban completamente vacías. El horario de oficina era desde la ocho. Los corredores estaban vacios de oficinistas que corrían con montañas de archivos y fotocopias en todas direcciones, las voces de los que se encargaban de las líneas de teléfono no se oían. Solo el sonido de las teclas de una computadora en el desierto departamento de finanzas, Yami había estado en la oficina desde aproximadamente dos horas y aún no podía concentrarse del todo. Se restregó una de sus palmas por su cabello despeinándolo y gruñó con fastidio.

“No lo engañe. A ninguno de los dos. Joey y yo tenemos un acuerdo.  Él deja que me acueste con quien yo quiera, tenemos un acuerdo de amor libre”  

Amor libre...

Esa palabra no dejaba de resonar en su cabeza. Cuando Yugi lo invitó a tomar algo, él sabía lo que iba a ocurrir y no se equivocó. Ni bien atravesaron la entrada él se había precipitado sobre el más bajo quien le correspondió con igual desesperación, se habían arrancado la ropa mientras caminaban torpemente hacia la habitación. No hubo lucha ni insultos solo palabras llenas de lujuria y gemidos que comenzaban a inundar el departamento. Yugi se había abierto a él como siempre, se dejó hacer, complacer y suplicaba por más. El sexo fue increíble, el mejor que había tenido con él, parecía que no se hubiera desahogado desde hacía mucho tiempo.

Ellos lo habían hecho un trío, era una de las fantasías que él había tenido y se sorprendió cuando Yugi aceptó sin más, ellos recogieron a un chico al azar en un bar para luego llevárselo a un departamento. Él no había tenido problema en dejar y de hecho disfrutar mientras su novio era cogido por un extraño pero en estos momentos no soportaba que estuviera con alguien más. Seguramente tenía que ver con el hecho de que Yugi parecía que ahora no lo quería o eso es lo que él aseguraba.

Quizás su novio no podía satisfacerlo como él y por eso tenía que buscar otros chicos. Por eso el “amor libre” con seguridad el tipo debe tener disfunción eréctil o algo por el estilo a pesar de eso  Yugi no parecía muy entusiasmado con la idea de dejar a su novio, entendía que su ex tenía un buen punto, como dejar a alguien con la cara del rubio.

Cerró los ojos rememorando el encuentro con el gilvo. No pudo evitar montar en su mente imágenes de Yugi siendo penetrado por el rubio, gemía como lo hacía con él y lo besaba con ardor. Eso lo irritaba increíblemente, incluso más al recordar que su pequeño ex novio parecía muy entusiasmado cuando el rubio lo había besado. Golpeó la mesa con el puño levantando el teclado y tirando el portalápices que estaba en el escritorio, odiaba al rubio ese que estaba disfrutando de Yugi.

-¿Qué ocurre, señor vicepresidente?- fue la sencilla pregunta que hizo el CEO mientras dejaba una taza de café junto al teclado.

-No puedo concentrarme- respondió seco mientras recargaba su espalda en el respaldo de la silla y suspiraba- Creo que en estos momentos no voy a ser de mucha utilidad, Seto.

-Lo supuse- tomó el café y dejó en su lugar un vaso con un poco de Brandy. Yami sonrió de lado y empinó el codo para beberlo de un solo trago- ¿Problemas en casa?

-Si...- nunca había hablado de estos problemas con Seto a pesar de que eran amigos desde la universidad, dejó el vaso y el castaño le sirvió otra medida- Tengo problemas con Yugi, mi novio, o debería decir EX novio. Cometí un error antes de ir a Estados Unidos y cuando volví resuelta que me lo arrebató un estúpido rubio que conoció en la universidad.

-¿Cuál es el problema?- Kaiba le dio un sorbo a su café y se apoyó en el borde del mueble- ¿No puedes simplemente hacer lo mismo?

-Es porque no lo viste, Seto- gruñó por lo bajo y miró el vaso- Es... No puedes imaginarte lo hermoso que es. Ni siquiera entiendo cómo se fijo en alguien tan normal, no digo que Yugi no sea lindo ni nada pero ese chico es caliente, caliente enserio. Podría estar en un catalogo de dioses y todo el mundo lo elegiría.

-La tienes difícil ¿eh?

-¿Sabes lo que es peor?- Rebuscó dentro de su chaqueta y consiguió la cajetilla de plata. Lo abrió y sacó un cigarrillo siguió quejándose moviendo emboquillado entre sus labios- El rubio apoya el “amor libre”, deja que Yugi se revuelque con quien quiere y cuando quiere. Eso es mejor que un trío de vez en cuando.

Yami encendió el cigarrillo y expulsó en humor haciendo un sonido entre sus labios. Guardó las cosas en sus bolsillos nuevamente, no recibió ninguna respuesta de Kaiba, levantó la mirada y lo encontró con un gesto de desconcierto que parecía no cuadrar con su pose estoica. Sintió sus mejillas calentarse y se aclaró la garganta bajando la vista para alcanzar el cenicero que estaba en la mesa donde dejó las cenizas. Quizás había dicho demasiado.

-Olvídalo- agregó con sus ojos rojizos en la pantalla de la PC- Esto es muy gay y complicado para que puedas darme un consejo.

-Estas en serios problemas- el castaño se separó de la mesada y dejó al lado del otro muchacho la botella entera. El muchacho levantó sus pupilas purpúreas de la mesa y sonrió al presidente mientras éste caminaba hacia el ascensor para marcharse.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Joey arrojó la valija sobre el sillón junto a la puerta y saltó de espalda sobre la cama rebotando en el colchón con un gemido de gozo, estiró los brazos sobre su cabeza haciendo sonar sus vertebras con la elongación. Había extrañado un montón la comodidad del somier al que su espalda se había acostumbrado tan rápidamente, se había hundido en todos los lugares correctos y se había amoldado a su extraña manera de dormir. Abrió los ojos fijándolos en el techo de la habitación, colocó los brazos detrás de su cabeza y su sonrisa desapareció lentamente. Había acordado con Mokuba ir al cementerio después de las tres para llevarles flores a su hermano y a su padre, ambos habían fallecido en la misma fecha pero con una diferencia de cinco años y en situaciones totalmente distintas.

Mokuba nunca hablaba de lo que les había pasado y él siempre se mantuvo apartado esperando que lo soltara solo. Suspiró y llevó sus manos hacia su vientre cruzándolas, él también tenía sus propios fantasmas unos que de seguro asustaría al joven Kaiba.

Se levantó de la cama y se dirigió al guardarropa mientras se iba deshaciendo del jersey y la camisa dejándolas regadas en el suelo. Abrió la puerta del ropero y comenzó a correr las perchas hasta que dio con el único traje negro que tenía, lo encontró pegado a la pared del mueble y aún conservaba la flor blanca en el ojal. Lo observó largamente mientras una sensación de flashback lo estremecía, a pesar que había pasado un tiempo de la última vez que lo había usado recordaba a la perfección que cuando se había puesto esa vestimenta era por otros motivos. Lo descolgó y lo estiró sobre la cama sin quitarle la vista de encima. Se abrochó la camisa blanca y tomó el saco de la prenda. Se agachó y se subió los pantalones mientras acomodaba los pies dentro de los mocasines negros, cuando se miró al espejo le inquietó darse cuenta que no cambió nada desde la última vez que se había puesto el traje.

-¿Joey?- en la puerta estaba Mokuba con un conjunto de chaqueta y pantalón de vestir en color plomo- ¿Estás listo?

-Si- contestó con simplicidad caminando hacia el moreno que comenzó a avanzar al final del pasillo. Bajaban las escaleras cuando Joey habló- ¿Cuánto tiempo pasó desde la última vez que fuiste?

-Dos meses- con un gesto de su mano se despidió de las mujeres del servicio que se acercaron para saludarlos- Los fuimos a visitar para navidad.

Salieron al hall y Roland los estaba esperando. Joey sonrió cuando descubrió que el chofer también estaba vestido con un traje negro. Había escuchado del Kaiba más joven que Roland trabaja para la familia desde que Seto era pequeño y desde entonces la relación con los miembros de la casa se afianzó hasta prácticamente ser parte de la misma. Supuso que iba a llevarle flores a las tumbas de su ex patrón y su hijo.

-¿Tenían flores favoritas?- preguntó Joey mientras rebuscaba entre los bolsillos de su saco, le dio un vistazo a su celular, levantó una ceja cuando encontró una llamada de un número desconocido, bloqueó el celular y lo guardó en el bolsillo interior de su chaqueta.

-No- el chico dejó que lo única se alargara un poco más- ¿Por qué?

-Entonces voy a comprarles un ramo mezclado- el gilvo sonrió fijando su mirada en los brillosos ojos añiles de su amigo que correspondió el gesto agradecidamente.

 

 

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Detuvo su Mercedes-Benz en la cochera de la mansión. Apagó el motor y dejó sus manos en el volante apretándolo entre sus dedos de vez en cuando. Tenía la mirada clavada en alguna parte del garaje con los parpados medio entornados y la cabeza hundida en sus hombros. Había pasado toda la madrugada en KaibaCorp, sentado en su escritorio tipiando y tipiando corrigiendo innumerables archivos que había pospuesto por los problemas con el topo. Estaba acostumbrado a no dormir absolutamente pero “ese día” en particular era el peor de todos, había tenido un poco de compañía cuando alrededor de las nueve de la mañana había llegado Yami para comenzar a meterse entre los archivos de la empresa. Se apoyó del todo en el respaldo de la silla de conductor y se frotó los labios tratando de quitar el rictus tenso en estos.

Con decisión abrió la puerta del auto y atravesó el pequeño corredor que lo conducía al interior de la residencia, miró a los lados y se alivió al ver que las personas del servicio estaban en otros lugares de la casa. No necesitaba que se preocuparan por él ni quería que sean testigos del gesto abatido que tenía, rápidamente subió las escaleras hasta pasar el pasillo en la parte superior de esta y se introdujo en su privado.

Se apoyó en la placa de madera en cuanto sus pies tocaron el alfombrado, si encender las luces circuló en la penumbra hacia la ventana cerrada, en el camino dejó su maletín y tapado en el reclinatorio frente al aparador. Abrió las rendijillas y contempló el exterior, todo parecía tan normal fuera pero para él era un día desastroso.

Tomó una botella de whisky bastante añejo y lo destapó, sin ninguna contemplación se lo llevó a la boca para darle un largo tragó hasta encontrar el final de la botella para luego comprimir su cara cuando el sabor ligeramente amargo llegó a sus papilas gustativas. Se secó la boca con la manga y se sentó en el sillón desinflándolo de manera ruidosa, a su lado había un mostrador con algunas decoraciones y frente a él una mesa ratona que tenía un cenicero, deslizó sus ojos hacia el artilugio y suspiró. Le había prometido a Mokuba que iba a dejar de fumar pero ese día tenía que ser una excepción, metió las manos en el bolsillo y rebuscó tratando de encontrar el paquete de cigarrillos. Cerró los ojos por unos segundos al recordar que había acabado con el último hace una semana, resopló como un toro embravecido reiteradas veces y arrojó todo lo que estaba a su alcance en un arrebato de furia. Una vez que el sorpresivo ataque terminó, sacudió la cabeza y se acercó a la vidriera donde estaban las bebidas, abrió con firmeza el tequila ambarino y lo apuró hasta vaciar un cuarto de la botella, miró alrededor por encima y se acercó al escritorio tirando todo lo que estaba encima contra la pared para ahogar su furia.

Vio el desastre que hizo pero sintió que aún no estaba lo suficientemente desahogado para poder relajarse, tenía que romper más, deshacerse de partes de su vida que eran puro lujo. Bebió nuevamente la botella y cuando bajó el codo su mirada había perdido horizonte, respiró calmándose y se tambaleó hacia el librero tirando los pesados tomos que se abrían en cuanto tocaban el suelo. Se mareó y se sujetó del borde del buró, fijó la vista en el suelo  para luego sonreír cuando encontró lo que estaba buscando. Se dejó caer de rodillas y miró una hoja de lo que parecía un álbum de fotos, lo agarró y abrió una de las primeras hojas. Su cara compuso un gesto de angustia cuando tomó una imagen en la que habían dos muchachos de aproximadamente la misma edad con el uniforme de una escuela de elite. Uno tenía el cabello verde y el otro castaño, ambos sonreían con clara complicidad y extrema felicidad, Seto tragó saliva y deslizó uno de sus dedos por el rostro retratado del muchacho de cabello verde.

-¿Kaiba?- cuestionó una voz del otro lado de la puerta. Él levantó sus ojos de la fotografía y trató de enfocarlos en la puerta poniendo toda su atención en esta. Él sabía de quién era ese delicioso tono, lo había oído en muchas ocasiones gemir para él- ¿Estás ahí? Mokuba escuchó ruidos y está preocupado por ti.

-Estoy bien- medio arrastró la frase y se paró metiendo el pedazo de papel en el bolsillo. Dejó la botella con el líquido sobre el borde del mueble y caminó al sillón.

-¿Puedo entrar?- el rubio no espero una respuesta, entreabrió la puerta y miró cautelosamente. Introdujo su torso, cuando vio el desastre de cosas en el suelo, preocupado metió su cuerpo entero dentro de la habitación y caminó hasta el centro de la misma- ¿Qué paso aquí?

-Estaba arreglando algunas cosas- balbuceó el CEO mientras bebía de su botella. Con una sonrisa arrogante miró a Joey- Quiero... Un cambio.

-¿Cambio?- repitió el rubio llegando a él y observando el estado de su cuerpo. Al ver que no estaba herido sus hombros se relajaron- Vas a necesitar una remodelación en todo caso.

-Lo que sea- pronunció el castaño mientras llevaba el pico del tequila a su boca la cual no llegó pues encontró la mano del rubio entre su boca y la bebida- ¿Qué pasa?

-No bebas más, Kaiba- refunfuñó Joey mientras le quitaba la botella.

-Ey... Eso es mío- estiró sus manos y trató de alcanzarla pero el rubio se alejó contemplando con sus orbes topacio entrecerradas.

-¿Te parece justo preocupar de esta manera a Mokuba?- colocó la botella en el escritorio- ¿Acaso no estás consciente del día que es hoy?

-Sí, lo estoy- gruñó el castaño caminando hacia el rubio- ¿Por qué crees que estoy así?

-Entonces- continuó Joey- Deberías ser más considerado ¿Crees que Noah estaría feliz que te comportaras así?

-Noah no puede decir nada- se apoyó contra la pared.

-Santo cielos, Kaiba- el chico peinó sus hebras doradas hacia atrás y suspiró- ¿No es mejor tolerar este día en compañía de tu familia?

-No merezco estar junto a Mokuba- empuño sus manos hasta que comenzó a dolerle las palmas.

-¿Por qué te castigas así, Kaiba?- Joey se acercó con cautela- No es tu culpa que--

-¡Lo es!- se enderezó y rugió  potente- Noah murió por mi culpa.

Joey se detuvo en seco. El castaño se dio cuenta que había hablado de más cuando los ojos del gilvo evidenciaron su desconcierto, chasqueó los labios y se giró en dirección a la botella dándole un largo trago. Deslizó sus orbes añiles en dirección del chico cuando éste comenzó a acercarse a él, se contrajo esperando la reacción de éste.

-Mo-chan nunca te culparía- acercó una de sus manos y le dio una caricia al antebrazo del CEO- Y estoy seguro que tampoco Noah.

-No entiendes esto, Joey- preguntó con tono indignado mientras se enderezaba- ¿Qué rayos sabes lo que él piensa?

-No necesito preguntárselo. Lo conozco- pasó su palma sobre el hombro del castaño, sus ojos brillaron con compresión.

-¿Cómo lo sabes?- sentía que su voz había bajado dos octavas. Ya no era solo el alcohol, sentía que el rubio veía a través de él.

-Porque sus ojos- arrulló la mejilla pálida de Kaiba- Y los tuyos no ocultan nada, son los que hablan cuando ustedes no pueden.          

Y las palabras, al igual que la suave caricia, fue el bálsamo que sus heridas necesitaban. Envolvió el cuerpo del melado con sus brazos, necesitaba eso y no sabía cuánto hasta ese momento. Los brazos antes laxos se cerraron en torno a su torso, sus palmas se sentían tibias cuando frotaban su espalda con larga y continúas caricias. Exhaló el aire de sus pulmones y sintió el calor del rubicundo envolviéndolo lentamente, sus músculos comenzaron a relajarse cuando el ruido en su cabeza quedó en silencio. Inhaló profundamente y el perfume de Joey le llegó golpeándole los sentidos con fuerza, sus instintos se encendieron con una celeridad atroz y los latidos de su corazón se dispararon.

Había estado tres días lejos de él, de su aroma tan exquisito, de la suavidad de su piel. El tiempo suficiente para añorarlo por las noches y en todo momento. Había fantaseado con tomarlo en todas partes, sobre todo, ansiaba tenerlo en su cama, gimiendo por sus caricias implorando por más. La borrachera comenzaba a nublarle la percepción, con la sangre rugiendo de pasión tomó un puñado de hebras de la nuca de Joey quien gimió por el agarre brusco y entrecerró sus ojos mirando fijamente los océanos inescrutables del CEO. Inclinó la cabeza del rubio hacia atrás dándole ese aspecto sumiso que tanto lo enardecía.

-¿Tu cuerpo me extrañó, Joey?- preguntó con voz ronca introduciendo la palma libre dentro de la ropa del rubio que gimió despacio ante sus caricias.

-No estás en tus cuatro sentidos, Kaiba- pronunció con dificultad mientras trataba de apartarse del poderoso agarre, pero el castaño empujó el cuerpo del rubio contra la pared impidiéndole el escape. Con su mano libre aflojó la corbata y tiró de ella hasta que cayó entre ellos.

-Solo contesta- Kaiba sentía que el frente de sus pantalones se iba a rasgar, estaba más rígido que nunca. Deseaba doblar al blondo bajo sus atenciones y cuanto más rápido mejor- ¿Me deseas?

Joey no podía contestar. Jadeó suavemente cuando recargando su cabeza en la pared en el momento en que Kaiba acarició un pezón y la otra apretaba uno de sus globos empujando su cadera contra la suya, haciendo que su erección se moliera contra la de Joey. El castaño sabía que no iba a resistir mucho más tiempo sus avances, se inclinó y lamió el lado derecho de su cuello hasta el lóbulo tirando de él con sus dientes, provocando un gimoteo de gozo.

-¿Rubio?- susurró en el oído de Joey provocándole un estremecimiento. Disfrutando de las caricias abrió sus piernas permitiendo que Kaiba introduzca su rodilla entre las suyas.

El acceso fue toda la respuesta que necesitó, con una sonrisa abrió la chaqueta oscura deslizándola por los hombros del modelo echándola al suelo. El blondo levantó los brazos y rodeó nuevamente los hombros del CEO suspirando en su oído quien bajó sus manos y la camisa que vestía el más joven tuvo el mismo destino que su saco cuando las palmas de Kaiba recorrieron sus brazos hasta sus manos, las cuales atrapó entre las suyas contra la pared. Besó sus mejillas suavemente, se prendió cuando los parpados de Joey se abrieron y notó que sus orbes ya no eran topacios eran oro fundido.  

-Kaiba- rumió el rubio forzando el cuello del CEO hacia abajo mientras ladeaba su cabeza para encontrarse con su boca en un arrebatador beso. Cuando se separó, giró y apoyó las manos contra la pared mientras echaba sus nalgas hacia atrás- Dentro, Kaiba, fuerte.

-¿Cuánto lo deseas?- jadeó Kaiba contra la nuca rubia, el modelo gimió roncamente rozando sus posaderas aun enfundadas en sus pantalones contra la pelvis del castaño- ¿Cuánto?

-Mucho. Dámelo, ponlo dentro y cógeme con fuerza- El CEO se sentía poderoso cuando reducía a Joey a suspiros y súplicas. El rubio desabrochó sus pantalones y los dejó bajar por sus piernas demostrándole la urgencia de ser invadido.

-Mierda...- gruñó con sus ojos azules clavados en el culo de Joey. Le encantaba que no llevara ropa interior- Eres hermoso, rubio. Me calientas de formas que no puedes imaginarte.

Chupó uno de sus dedos y lo metió en la fruncida abertura del blondo que sollozó caliente empujando sus caderas contra el toque, se inclinó aun más dándole un total acceso a su culo. Kaiba sintió intensos deseos de probar la piel de Joey, de saborearlo más allá de lo que sus contactos espontáneos le habían permitido. Se hincó sobre sus rodillas y abrió los globos bronceados del rubio, su piel olía a jabón y perfume. Sin abandonar la acción de meter y sacar su dígito enterró su rostro en la grieta de éste, dejando que su lengua se deslizara del interior de su boca y lamiera alrededor de la entrada. El sabor provocó un tirón de excitación en su miembro, con la mano libre abrió sus pantalones para sacarlo del interior y se acarició tratando de calmar la presión. Kaiba escuchó a Joey gemir fuerte e hizo que levantara la vista, sus ojos color sidra estaban fijos en él y una de sus manos se acariciaba furiosamente. La vista no hizo más que encenderlo y sin poder resistir más, se paró detrás de él y lo penetró de un certero empellón.

-Cielos... Tu interior es tan suave, Joey- incrustó sus dedos en la carne de la cadera del gilvo y vio deslizar su erección fuera del interior de éste para luego hundirse con fuerza. Apoyó el mentón en el hombro del modelo y siguió penetrándolo con ferocidad.

-Muérdeme- ordenó Joey en la tormenta de excitación mientras ladeaba su cabeza exhibiendo su cuello. Kaiba hundió sus dientes en el espacio entre el hombro y el cuello sin dejar de embestirlo, sintiendo que estaba por ver los fuegos artificiales- Fuerte, dame duro.

El CEO no pronunció ninguna palabra. Estaba sumamente excitado para decir algo, solo podía jadear y suspirar. Pasó la diestra sobre la piel del vientre del gilvo hasta uno de sus pezones tirando de él provocando más gemidos.

No era suficiente, no estaba del todo satisfecho. No sabía que quería pero su deseo por Joey no mermaba, lo alejó de la pared sin dejar de empotrarlo mientras caminaba hacia el sillón. Cuando llegó al mueble se precipitó sobre él y el rubio fue sentado sobre su erección, estimulando más su punto dulce quien comenzó a cabalgarlo con embriaguez.

-Voy a acabar, rubiecito- llevó una de sus manos a la erección del rubio masturbándolo con cada embestida haciéndolo prácticamente gritar sobre él- Te voy a llenar con mi leche, cachorro.

Esas últimas palabras ocasionaron que el clímax llegara a Joey inesperadamente, largos hilos de semen salieron despedidos de la erección del rubio que cerró su vaina en torno al miembro de Kaiba ocasionando que, de igual manera, acompañado de un ronco gemido derramara su culminación en el interior de éste. El blondo se derrumbó sobre el CEO perdiendo toda estabilidad luego del demoledor orgasmo, se quedó recostado sobre el cuerpo del castaño tratando de recuperar el aliento. Kaiba aspiró profundamente mientras dejaba que los temblores post orgásmicos abandonaran sus sentidos.

Abrió los ojos notando que el alcohol parecía haberse ido junto con el sudor y su semen, Joey tenía su cabeza colgando por su hombro derecho lo que le daba una perfecta vista de su rostro aún marcado por la reciente actividad. Sus orbes añiles pasearon por el rostro del rubio sintiendo un renovado cúmulo de sensaciones cuando confirmó que era el más hermoso que conocía. Joey seguía siendo exquisito en infinidades de formas que jamás había apreciado en otros, tragó saliva y besó el pómulo al alcance de sus labios. Los topacios del rubio se abrieron y se detuvieron sobre los suyos contemplándolo fijamente, se sintió vibrar bajo la intensidad de la mirada quien luego sonrió satisfecho. El empresario no pudo evitar imitarlo y relajarse bajo el cuerpo cálido. Pasó sus manos por el torso de éste y apoyó la nariz contra el cabello en la nuca aspirando el almizcle natural del modelo. Entreabrió los ojos y fijó su mirada en los parpados apaciblemente cerrados.

-Es hasta el día de hoy que...- comenzó a relatar el castaño sin dejar de acariciar el vientre de Joey que abrió los ojos prestándole atención- No puedo con esta fecha...

-Te oigo- susurró el rubio con sus orbes fijas en el empresario.

-Hace cuatro años. Estaba conduciendo por la autopista con Noah de acompañante... Muy pronto iba a terminar la preparatoria y estaba dándole clases de manejo. Me dijo que quería un automóvil para que cuando comenzara la universidad para poder volver sin precisar de Roland - sonrió melancólicamente mientras miraba sus manos- Nunca debí llevarlo allí... Nunca...

-¿Qué ocurrió?- instó Joey.

-No lo hice apropósito- exclamó el CEO con un dejo de agonía- El auto apareció de la nada y solo sentí el golpe. Cuando desperté en el hospital, Mokuba estaba junto a mí con su rostro bañado en lágrimas. Quise preguntarle que pasó pero un médico entró al cuarto y me dijo que tuve suerte de no recibir ningún daño severo. Pregunté por Noah y las lágrimas de Mokuba fueron la respuesta... El doctor dijo que hicieron todo lo posible pero el impacto fue de lleno en el lado del acompañante...

Kaiba se mantuvo en silencio, quizás esperando las palabras del rubio. Se giró sobre el castaño y acomodó su mentón sobre el pecho de éste, los ojos claros de Joey lo observaban con una mezcla de sentimientos entre comprensión y abatimiento. Deslizó una de sus palmas por la mejilla derecha del empresario arrullándola tratando de transmitirle serenidad.

-No es tu culpa...- sus ojos topacio eran consoladores- No originaste el accidente... Deja de torturarte con algo que nunca ibas a poder evitar.

El castaño no pronunció nada más pero dejó que la calma aplacara un poco el dolor en su interior. Joey sonrió y agregó.

-Te darás cuenta que no provengo de una familia muy funcional - se lamió los labios con un gesto dudoso pero continuó- Mis padres se separaron cuando tenía seis años, mi madre se llevó a mi hermana y desapareció. Recuerdo que estuve mucho tiempo enojado con mi padre, creía que él tenía la culpa de todo, pero, en la adolescencia descubrí que ella se había fugado con otro hombre. Cuando hablé de esto con mi padre me dijo que yo era el único hijo de él y que mi hermana era fruto de una infidelidad. Ella quedó embarazada de mí cuando tenía dieciocho y mi padre apenas tenía catorce años, mis abuelos lo obligaron a casarse y hacerse cargo de mí. Mi madre había mentido y él se había dejado convencer de que el crio que estaba esperando era de él. Mi padre siempre fue noble, a pesar de todo, no iba a abandonarla a su suerte incluso si ese bebé no era de él- el rubio compuso un gesto desecho- Cuando nací, era la copia exacta de mi padre. Cuando ella se fue, le dijo que solo se llevaría al único hijo que sentía que era suyo porque era la niña que la unía a su amante. Mi padre nunca me lo había dicho porque no quería que le guardara rencor a mi madre lo cual no paso pero insistí en querer reunirme con ella, cuando por fin pude conseguir verla, fingió no conocerme y me dijo que no quería saber nada de mí. Comprobé el que mi padre insistiera en que no la viera, le rogué a mi madre que me dejara aunque sea tener contacto con mi hermana, pero ella también me dio vuelta la cara y a mi padre después que el- su nuez de Adán se movió y el castaño oyó la saliva pasar-... Por lo menos tienes un hermano que te ama y que te respeta... La única familia que reconozco es mi padre.

Kaiba se estremeció ante la historia de Joey, acarició la nuca del rubio peinando sus cabellos a contra pelo cuando éste apoyó la mejilla en su esternón. Se quedaron en silencio consolándose en los brazos del otro, pensando internamente en lo que esa charla había cambiado en su interior que comenzaba a ser algo más que un intercambio de fluidos, se estaba volviendo algo íntimo. Y distinto de lo que cualquiera pudiera pensar, Kaiba estaba complacido que haya ocurrido.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

-Voy a visitar a Noah- confesó el CEO cerrando los botones de la manga de su camisa. Joey lo miró de reojo, uno de sus pómulos se elevó indicándole que estaba sonriendo, se inclinó y levantó sus pantalones.

-Cuando dije que tus ojos dicen más de lo que crees fui totalmente sincero- comenzó a cerrar su camisa- Mokuba ya fue al cementerio pero si vas a ir, querrá acompañarte de seguro.

-Quisiera que dejes de hacer eso- el castaño se enfurruño con ligereza mientras se colocaba el saco.

-No puedo evitarlo, eres fácil de leer- el rubio se rió bajo- ¿Van a ir ahora?

-En cuanto me cambie- se acomodó el cuello de su saco y se aproximó al rubio. Deslizó la mano por una de las mejillas de éste y se inclinó besándolo suavemente- Gracias.

Joey se sintió vibrar con esas simples palabras. Conocía al empresario y sabía que no era una persona de palabras simples ni de muestras de cariño, el mismo Mokuba se lo había dicho en reiteradas ocasiones y ahora ser receptor de eso, comenzaba a afectar su visión sobre Kaiba, quien con una sonrisa se retiró de la habitación dejando al melado meditando esas nueva sensaciones que se centraban en su estómago como un ligero cosquilleo.

Esa revelación lo golpeó con fuerza. Se obligó a alejar esa calidez y reforzarse, no estaba ni de lejos preparado para comenzar a sentir algo y mucho menos por Kaiba, el tipo que le estaba dando alojo. Se frotó la mejilla con rabia, el castaño era solo un incomprendido, quizás podían tener una amistad... Con derecho a roce. No sería tan malo.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que el CEO salió de privado. Se movió a la puerta y antes de salir le dio una mirada apreciativa al lugar, debía decirle a una de las chicas que tenía que llamar a un decorador. Salió al vestíbulo y miró a los lados no divisando a nadie.

Se acercó a la escalera y comenzó a bajarla cuando el timbre de la entrada sonó, se preguntó si sería Mokuba que se había olvidado las llaves otra vez. Nuevamente parecía que estaban todos ocupados por que nadie notó el sonido, caminó hasta la puerta y la abrió:

-¿Te olvidaste las llaves, tontorrón?- espero encontrarse con Mokuba pero se sorprendió cuando notó a quien le estaba dando la bienvenida.

-¿Tú?- fue la simple pregunta de Yami mientras su rostro se contraía en furia.

      

Notas finales:

¿Y? ¿Quéles pareció? Un par de cosas fueron reveladas en este capítulo pero faltan algunas más quese irán resolviendo a medida que la historia vaya avanzando. Verán que nuestros protagonistas se encontraron y trajeron cosas nuevas con ellos.

Espero que les haya gustado, la verdad para mí este es uno de los capítulos que más me gusto (junto con el del encuentro de Joey y Duke).

Las quiero lectoras mías. Gracias por seguir.

Besos y nos vemos en el próximo capítulo.

Mientras tanto las voy dejando con la única aclaración de este capítulo.

Caléndula: Inquietud, calmaré tus penas


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