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Until you fall por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

Buenas, después de tantisimo (tantisisimo) tiempo. Vuelvo a actualizar, como están apunto de empezar las vacaciones de invierno voy a poder concentrarme un poco más. Por suerte.

Espero que les guste. Y si no... Hay tabla.

Besos.

¿Qué carajos está haciendo el estúpido novio de Yugi en la mansión?
-Creí que eras Mokuba- comentó el rubio sin demostrar ningún tipo de emoción. Se movió a un lado y abrió la puerta permitiéndole pasar.
Yami se adentró rápidamente y cerró la puerta mientras deslizaba los ojos hacia el intruso. Estaba vestido con una camisa sencilla y un pantalón de vestir negro. No entendía que estaba haciendo en la casa del CEO, el rubio se detuvo junto a la puerta mirando alrededor buscando a alguien. Compuso un gesto y se giró al otro muchacho.
-¿Estabas buscando a Kaiba-san?- el chico cruzó los brazos esperando la respuesta.
-Si...- fue la escueta respuesta.
-Se fue con Mokuba- mantuvo la mirada fija en él.
Hace unas cuatro horas él había estado con Yugi, durmiendo en la misma cama mientras éste estaba aquí. Como era que estaba en la casa de su amigo y nunca se había enterado o peor como es que no sabía que el rubio era conocido de su jefe.
-¿No sabía que conocías a Seto?- preguntó con sequedad mientras metía las manos en el bolsillo.
-No soy precisamente conocido de Kaiba-san más bien soy conocido de Mokuba- sonrió de un modo que le fue imposible identificar “¿Yugi sabía que el rubio vivía ahí?”
-¿Estás viviendo aquí?- quería saber todo, lo necesitaba imperiosamente para tener un leve conocimiento del tipo de persona con el que estaba saliendo Yugi.
-Por el momento... Mientras ahorro plata para poder pagarme un departamento- se observó las uñas y levantó la vista- Te estarás preguntando porque no estoy viviendo con Yugi ¿verdad?
Yami no agregó nada pero sabía que el rubio no era ningún idiota. Se había dado cuenta que aún estaba detrás del más bajo, que intentaba recuperarlo de algún modo y que estaba buscando información que le diera alguna pista sobre su personalidad. Se elevó un lado de sus labios formando una sonrisa arrogante que erizó los vellos de la nuca de Yami de desagrado.
-Yugi... Aún se está recuperando de una decepción amorosa- se encogió de hombros- Tengo que darle tiempo a que recupere su majestuosidad sin presionarlo con mi presencia.
-¿O quizás te incomoda cuando Yugi lleva a los tipos con los que se acuesta?- esperaba una reacción de parte del rubio pero parecía impávido- ¿Te molesta no poder participar cuando lo toman?
-¿Qué?- cuestionó Joey entornando los ojos analizadoramente.
-Sé el trato que tienes con él. “Amor libre” ¿Realmente lo quieres aunque sea un poco?- su tono de voz fue uno herido. Estaba ofendido porque no sabía que pensar de su querubín- ¿Cómo soportas que otros lo..?
-Supongo que si sabes esto es porque te encontraste con Yugi ¿Solo hablaron o paso algo más?
Yami se sorprendió con la intuición del rubio. No dijo nada pero estaba pensado que contestarle. Podía decirle que se habían acostado y quizás esperar el gesto indignado del gilvo cuando lo sepa.
-Por el silencio puedo suponer que se acostaron- suspiró y se rascó la nuca- Yugi es muy débil, creí que se resistiría más, pero supongo que me lo merezco por el acuerdo. Si quieres recuperarlo... Vas a tener una verdadera lucha, porque no pienso ceder.
-¿Qué es lo que te da tanta seguridad?- Yami estaba irritado. Odiaba la actitud de Joey, sus ojos, la sonrisa socarrona y su pose altiva. Joey era precioso, era difícil no notarlo, pero él estaba dispuesto a todo por volver con Yugi. Lo amaba, lo amaba más de lo que pudo amar a alguien y no iba a permitir que un niño estúpido le arrebatara lo que era suyo.
-Hay ciertas cosas que yo le ofrezco que seguro tú no- se aproximó al vicepresidente y rozó su índice por el torso de éste hasta llegar a su esternón donde lo clavó- Seguridad, amor y confianza.
-¿Qué?- fue lo único que atinó a pronunciar. Las palabras del blondo lo habían bloqueado.
-Si quieres recuperarlo debes demostrar que realmente estás dispuesto a conseguir todo lo que le doy o de lo contrario, él seguirá conmigo como ahora- con una sonrisa de comercial se alejó unos pasos- Y déjame decirte que Yugi es un chico muy dominante. Así que no te preocupes que alguien lo tome.
Joey se separó y comenzó a subir las escaleras. Los ojos de Yami se perdieron en el pasillo, estaba impactado. Fue una verdadera revelación saber que Yugi había estado rodando con extraños sin tener el papel de pasivo, se llevó una de sus manos a su boca y jadeó. Las escenas en su cabeza se repetían pero no podía poner en el papel de dominante a su querubín, no correspondía a la imagen que tenía de él. Necesitaba aclararse, saber que iba a hacer, porque Joey le ofrecía a Yugi algo que él no estaba dispuesto a aceptar.


. . .


Seto dejó un ramo de flores en la tumba de sus parientes y se levantó observando la placa donde recitaba la fecha de nacimiento y de defunción junto a los nombre de su hermano y su padre. Había un viento frío que recorría el lugar, Mokuba estaba parado junto a él en completo silencio esperando pacientemente. Joey tenía razón con respeto a su hermano, lo había recibido feliz cuando le dijo que quería ir al cementerio y se había ofrecido a acompañarlo.
Luego de unos momentos de silencio, el CEO giró sobre sus talones caminado hacia el auto que lo estaba esperando, Mokuba lo siguió no sin antes despedirse suavemente de la presencia invisible de Noah, ambos subieron al auto y éste comenzó su marcha.
-El ramo de flores... ¿Lo dejó Joey?- preguntó el castaño con ambas manos en sus rodillas.
-Si- respondió con un tono tranquilo. Mokuba sabía respetar todo tipo de ambientes y Seto estaba orgulloso de ese hecho- Compró un ramo con distintos tipos de flores porque no sabía cuáles eran las favoritas de papá y Noah.
-Tan ocurrente- agregó el mayor mientras miraba a el exterior- ¿Quieres ir a comer afuera?
-Lo que quieras, Seto- comentó el moreno mientras se recargaba en su asiento- Solo con estar contigo estoy feliz.
Aún le sorprendía todo lo que Joey conocía Mokuba. Parecía que él y el rubio tenían una relación increíblemente estrecha, muchas veces los había descubierto mirándose fijamente, como si existiera una secreta comunicación entre ellos de la que no solo no era participe sino que nunca iba llegar a decodificar. Él había conseguido esta conexión con una persona en su vida y había sido su hermano Noah, que a pesar de ser joven era el que más lo entendía.
Al final Joey tenía razón, él tenía el respeto de su hermano y el amor. Mokuba lo idolatraba, se lo había dicho en innumerables ocasiones y en momentos como este era cuando se hacía evidente. Se sintió afortunado por lo que tenía pero sentía que le hacía falta más.
Él quería saber más de la vida del melado, entender por qué a pesar de todo sigue sonriendo tan cálidamente. Internarse en la historia de alguien más era complicado cuando éste no quería participar pero Joey había sido franco, le contó detalles íntimos y se había abierto a él con una seguridad inusitada, compartiendo ese lado oscuro de su historia. Quizás esperaba poder hablar libremente de su soledad con alguien más, Mokuba era su hermano y lo oía, pero él deseaba tener algo como lo que ellos compartían: Amistad.
-¿Qué es lo que conoces de Wheeler?- inquirió súbitamente el CEO sorprendiendo ligeramente a su hermano que no estaba preparado para hablar.
-¿Qué?
-¿Qué sabes de Wheeler?- clavó sus orbes en el menor.
-Bueno...- comenzó a decir Mokuba- Hace seis años somos amigos pero conozco solo lo relevante de esos años.
Kaiba estaba totalmente seguro que su hermano sabía incluso más de lo que aparentaba, podía entender que no tuviese la intención de decir algo con respecto a Joey a menos que sintiera que podía. Cruzó los dedos y suspiró.
-¿Por qué está viviendo con nosotros y no con su padre?- ahora que conocía parte de la historia del blondo quería saber cuál era el conocimiento de Mokuba respecto a eso.
-Joey... Vino a vivir a Tokio cuando cumplió quince años. Consiguió una beca en un instituto privado y se quedó a vivir a los dormitorios del colegio- carraspeó un poco para continuar- No vivió mucho tiempo allí... Cuando conoció a Duke no pasó ni medio año que se lo llevó a vivir con él...
-Eso no responde a mi pregunta- no hizo el comentario con la intensión de recibir una respuesta.
-Joey tuvo algunos problemas en la secundaria...- desvió la mirada cerúlea hacia el exterior y dejó de relatar, Seto notó que su hermano no estaba seguro de seguir con su relato- No sé si deba contarte esto...
-Él confió en mí lo suficiente para decirme algunas cosas- le dio una sonrisa tranquilizadora.
Mokuba correspondió al gesto.
-Cuando estaba en la secundaria su profesor de Historia... Bueno, él se...- suspiró y se frotó la boca- Joey siempre tuvo las mejores notas y solía llevarse bien con sus profesores, pero, uno de ellos se obsesionó con él... Le dijo que si no lo obedecía iban a sacarle la beca... Trató de...
El castaño rodó la cabeza hacia su hermano componiendo una mueca de desconcierto ¿Acaba de escuchar correctamente? Estaba sorprendido, la confesión de Mokuba le había caído como un balde agua helada. Nunca se hubiera esperado que una historia tan oscura se escondiera detrás de la sonrisa relajada de Joey.
-Su profesor trató de abusar de él en reiteradas ocasiones, empezó con las amenazas y luego con los ataques físicos pero siempre lograba escapar...- tragó saliva y bajó la mirada- Un día consiguió llegar más allá pero afortunadamente Duke apareció... Consiguieron recolectar las pruebas y el sujeto fue despedido del instituto. Joey empezó con las terapias que aún hoy continúa.
El CEO regresó la mirada a sus piernas y pasó el nudo que se había trabado en su garganta. Joey parecía tan radiante, tan entusiasta, tan positivo, tan precioso y había pasado por momentos de su vida tan duros. Él la había pasado mal cuando su padre murió y le relegó la responsabilidad de comandar la empresa cuando apenas tenía veinte años y la culpa que aún sentía por el accidente de Noah, pero, cuanto había sufrido Joey estando solo en Tokio y ahí entendió a la perfección por que se había aferrado a su relación con Devlin.
-Por eso creo que Joey en el fondo, aún se niega a separarse de él, Duke estuvo con él cuando más necesitaba a alguien y creo que eso siempre va a formar parte de él- fue la última reflexión de Mokuba con un tono bajo de abatimiento.
Kaiba no agregó nada. El silencio reinó en el automóvil, no había nada más que decir, solo podía absorber las palabras del más Kaiba más joven, que había revelado un secreto más grande del que esperaba oír.

. . .


-Yugi...- gimió el rubio mordiéndose las esquina de su pulgar tratando de calmar sus nervios. Había mantenido la compostura cuando lo tuvo a Yami frente a él pero la verdad es que había estado nervioso. Los ojos del empresario lo fulminaron, sus piernas parecían apunto de fallarle y el aire faltarle. Estaba asombrado por la cantidad de sentimientos que había en sus ojos, notó que Yami amaba a Yugi con intensidad- Responde rápido.
El celular del más bajo timbraba continuamente. Había tratado de comunicarse con él dos veces pero sonaba y solo le respondía la casilla de mensajes. Cortó y probó nuevamente, una última vez, la canción de una banda popular comenzó a sonar, cambió de dedo y comenzó a roer las esquinas de la uña. El sonido de silencio y luego la voz de Yugi lo sacó de su letargo.
-Hola, Joey- comentó con tono de sorpresa- ¿Pasó algo?
-Te acostaste con Yami- fue la respuesta, el tono acosador dejó mudo a Yugi el tiempo suficiente para que siguiera hablando- ¿Por qué no me lo dijiste?
-P-pasó ayer por la noche... No... No creí que... Sabes que aún lo quiero ¿verdad? Estaba buscando a un sujeto con el cual descargar tensiones- su voz había titubeado momentáneamente- Me encontró saliendo del bar y se ofreció a llevarme a mi departamento. Una cosa llevó a la otra y...
-Cielos, Yugi- comentó Joey sintiendo una repentina lástima por el más bajo- Aunque sea me hubieras dicho para saber cómo reaccionar cuando lo encontrara- se rió suave- ¿Cómo se te ocurrió eso de “amor libre”?
-Es qué...- se detuvo- Cuando me vio no quería que pensara mal de mí cuando volviéramos y le hice creer que dejabas que me acostara con quien quisiera.
-Que rápida conclusión, joven Mutou. Me lo encontré hoy en la mansión, un encuentro bastante incomodo de hecho- se acomodó contra el mueble de su habitación- Por suerte te saqué del problema cuando le dije que solo habías sido el dominante en todos tus encuentros sexuales.
-¿Qué?- fue la pregunta medio ahogada que gimió Yugi.
-Quedaste como todo un semental frente a tu ex- rió tentado cuando recordó el gesto en la cara de éste- Seguro Yami había montado en su cabeza miles de escenas donde tú eras el de abajo. Ahora tiene que volver a hacerlas pero imaginándote a ti siendo el dominante.
-Ya veo- para Joey extrañamente su voz salió jadeante- Bueno... Nos vemos luego, Joey. Adiós.
Miró el teléfono cuando la línea quedó muda sin entender por qué Yugi había cortado tan rápido. Frunció la boca hacia un lado y sostuvo el móvil en su mano. Miró por la ventana y descubrió que se estaba haciendo de noche. Bajó la mirada y comenzó a pensar en la situación de Yugi y su novio, ellos se amaban, estaba más que claro, pero el empresario tenía que darse cuenta que si le entregaba a Yugi toda su confianza y sus miedos iban a conseguir la felicidad. Deslizó su mirada hacia sus manos que estaban unidas sobre sus muslos, pensando nuevamente en Duke, aún le costaba desprenderse del recuerdo constante de su ex. Aún tenía fotos donde estaba él en su celular, tenía guardado algunos mensajes de voz viejos donde le decía que lo amaba y la prueba más evidente es que no había borrado su número.
Su celular comenzó a vibrar en su mano, con desanimo lo giró viendo el número en este. Tragó saliva con dificultad y se tentó a responder cuando la letra X apareció en la pantalla. Estaba a punto de responder cuando unos golpes en la puerta de su habitación lo distrajeron.
-¿Si?- preguntó suave mientras metía el celular en su bolsillo.
-Joey- Mokuba contestó del otro lado de la puerta. El rubio se aproximó a ésta y la abrió. El chico estaba vestido con una sencilla ropa de entre casa, ya no llevaba el traje formal- ¿Quieres salir a comer algo?
-Me salvaste, Mo-chan- sonrió solícito a su amigo mientras apoyaba la frente en el hombro del otro- Estuve a punto de contestarle a Duke.
-Joey...- nuevamente nombró pero el tono no era de reproche sino uno compasivo- Mejor salgamos rápido antes de que pierdas la cabeza.

. . .


Kaiba estaba esperando a su hermano a los pies de las escaleras, su hermano había subido a ponerse algo más cómodo, él había aprovechado para ponerse otro saco más colorido para olvidarse un poco de la visita al cementerio. Metió una de sus manos en el bolsillo y sacó su móvil para ver la hora.
-Mokuba, Mokuba- gruñó contra su hermano, llegaba tarde a todos lados y tardaba mucho. Esa era una de las grandes diferencias entre ellos dos.
Escuchó unos murmullos en la cima de las escaleras y al levantar la mirada se encontró a su hermano acompañado de Joey. Ambos estaban vestidos informalmente pero el rubio estaba majestuoso con una sencilla indumentaria de Marc Jacob. Cuando cruzaron las miradas, el rubio sonrió suave mostrando sus hoyuelos por primera vez en el día.
A Kaiba le encantaban esas sonrisas. Cuando llegaron al final de las escaleras, Mokuba deslizó la mirada con claro nerviosismo alrededor de la habitación antes de clavarse en los otros orbes añiles.
-¿Podemos llevar a Joey?- el rubio parecía ligeramente sorprendido, con seguridad su hermano no le había dicho que iba a ir con ambos Kaiba- Estaba solo en su habitación y justo...
-No hay inconveniente- contestó Kaiba metiendo devuelta en móvil en su bolsillo. Desvió la mirada al rubio que sonreía suave mientras compartía algunas palabras con el otro Kaiba.
Estaba ansioso por alguna razón, era la primera vez que Mokuba y él salían con alguien con intenciones sociales. Caminaron hacia el automóvil que los estaba esperando, Roland estaba rodeado de un abrigadísimo saco de sintético y una bufanda de lana. Kaiba se estremeció un poco cuando el frío de la noche lo golpeó, en invierno a las seis ya era de noche y afortunadamente se había abrigado. Rotó el cuello un poco para observar la reacción de Mokuba que solo se sacudió un poco y Joey compuso un gesto metiendo las manos en el bolsillo.
Los tres se introdujeron en el vehículo. Kaiba se sentó en el asiento de copiloto indicándole el destino. Los susurros y las risas contenidas provocaban que el castaño observara a su hermano y a Joey en los asientos traseros, Mokuba empujó uno de los hombros del rubio quien inmediatamente se tapó la boca reprimiendo una carcajada y comenzó a hacerle cosquilla al otro, Seto sonrió suave mientras la tranquilidad lo envolvía, a pesar de que es un día muy difícil, el moreno sonreía feliz pero solo gracias a Joey que estaba ahí acompañándolo.
Un hormigueo entibió su estómago, comenzaba a sentir por el rubio algo más que fuerte. Esperaba que se llevaran lo suficientemente bien para ser amigos. Aunque no había podido llamar “amigos” a muchas personas, Yami, a quien conocía desde la universidad, él lo consideraba su camarada pero eso que le había contado a Joey ni él lo sabía. La comodidad que sentía con el rubio nunca la había sentido con nadie.
-Señor- el conductor llamó su atención- Ya llegamos al destino.
-Gracias- salió del auto y volvió a estremecerse del frío. Miró al cielo y se frotó las manos- Roland, pasa por nosotros a eso de las once.
-Como ordene, señor- Kaiba vio que los chicos bajaron del auto riéndose aún. Con presteza se introdujo rápidamente en el tránsito de la avenida y giró a la derecha.
Los tres atravesaron el hall del restaurante, el encargado se acercó rápidamente al mayor e hizo una reverencia antes de caminar a su lado. El restaurante era el favorito de Kaiba, no era el que utilizaba para las reuniones con sus socios sino que era un lugar donde iba a disfrutar con su hermano. La decoración era sobria pero más informal, las paredes estaban empapeladas con ilustraciones de Klimt y elegantes ramos de camelias adornaban las esquinas del local. Las personas comían en silencio, cada uno en sus propios asuntos, algunos levantaron la vista susurrando cuando notaron la presencia del los Kaiba. El encargado los llevó a una mesa ligeramente apartada, la mesa tenía un mantel color rojo con una vela en el centro. Kaiba se sentó en una esquina con Mokuba a su lado y Joey frente a ellos. Un mesero se aproximó a ellos rápidamente.
-Buenas noches, caballeros- con una sonrisa agradable se inclinó- Seré su camarero esta noche. Les dejo el menú y cuando estén preparados para pedir, por favor, llámenme.
Gentilmente le dejó una carta a Kaiba y Mokuba, para luego inclinarse sobre Joey que agradeció con una sonrisa radiante, el camarero se ruborizó con ligereza y luego se alejó.
-Joey- el aludido levantó la mirada del menú- Deberías dejar de esparcir feromonas por todos lados. Vas a hacer que los hombres se confundan.
-No puedo evitarlo, Mokuba. Solo soy gentil, no debería haber ninguna confusión cuando uno es amable, no entiendo muchas veces la mentalidad de los--
-¿Gays?- preguntó el moreno.
-Yo soy gay y sin embargo nunca confundí ninguna actitud de nadie- fue la simple respuesta de Joey volviendo su vista a la carta.
-Será quizás porque eres ingenuo- el rubio miró al moreno por debajo de sus pestañas con un ceja elevada- Admite que eres un imán para los hombres.
-Nunca- El castaño se mantuvo en silencio escuchando la conversación de los dos muchachos. Tuvo ganas de reír al darse cuenta que estaba entre esos hombres que el rubio no entendía, el chico tenía un encanto misterioso y sobre todo poderoso.
Comieron intercambiando anécdotas y Kaiba conoció aún más a Joey, había comentado sus proyectos futuros ya que era el último año de la carrera, tenía planeado participar en festivales de arte y con suerte una galería se interese en sus pinturas. No había tenido una cena tan familiar desde que Noah falleció, Joey guardaba mucho parecido con su hermano y quizás era de uno de los motivos por el cual se sentía tan cómodo con él. Mokuba tenía muchos objetivos también, quería trabajar en teatro o en cine, no le interesaba las series o los dramas.
El tiempo pasó tan rápido que en menos tiempo del que Kaiba imaginó, su celular vibró y lo retiró de su bolsillo. Era un mensaje de Roland indicándole que ya estaba en la puerta del restaurante. El castaño se levantó de la mesa y tomó el saco que había dejado en el respaldo de su silla, detrás de él Mokuba y Joey se pararon colocándose sus abrigos. El mesero de acercó a ellos entregándoles la cuenta y retirándose no sin antes enviarle una sonrisa tímida al rubio. Los tres salieron e inmediatamente se introdujeron en el auto, estaba haciendo un frío atroz, durante todo el camino apenas hablaron estaban cansados y ligeramente somnolientos.
Kaiba era el que más sueño tenía, no había pegado un ojo en toda la noche y mientras miraba por la puerta comenzó a sentir que sus ojos se cerraban lentamente. Se despertó cuando la voz de Mokuba lo despertó, había llegado a la mansión y estaba en la puerta. Joey estaba a su lado con una mirada preocupada, se sintió ligeramente avergonzado y se deslizó fuera del vehículo.
-¿Estás bien, Kaiba?- el rubio lo tocó con suavidad en su hombro derecho. Sus orbes azures se deslizaron de Joey a la puerta.
-Estoy fatigado- trató de abrir sus ojos y comenzaron a cerrarse despacio. Parpadeó con fuerza obligándose a despertar- Solo debo descansar.
-Ven- la diestra de Joey lo tomó de la mano lo cual no pareció molestarle, estaba demasiado agotado para replicar.
Los tres entraron a la residencia, Mokuba estaba un poco preocupado pero el rubio lo calmó mientras lo conducía hacia las escaleras. Kaiba solo se dejó llevar, cada vez sentía más peso en sus parpados. Los días sin dormir estaban pasándole factura. El moreno de orbes cerúleos se despidió de ambos muchachos cuando estos se introducían a la habitación.
Una vez dentro Joey lo dejó en el borde de la cama y dejó que se sentara. Caminó hasta el ropero abriendo uno de los cajones donde tenía la ropa de dormir, tomó un conjunto de seda en color azul parís. El castaño simplemente se dedicó a verlo ir de un lado a otro como si tuviera todo el conocimiento de las ubicaciones de los objetos en su recamara.
-Parece que conoces donde pongo mis cosas- comentó arrastrando las palabras mientras levantaba la mirada hacia la espalda del modelo.
-Estoy hace dos meses viviendo aquí- sonrió suave mientras se encogía de hombros- A veces ayudo a las chicas a guardar la ropa que traen de la tintorería.
-¿Por qué no me extraña?- el empresario se apoyó en una de sus manos y vio a Joey acercándosele. Se enderezó de golpe cuando adivinó las intenciones del rubio- Estas demente si crees que voy a permitir que me cambies.
-¿Me dejarías desnudarte entonces?- los hoyuelos en las mejillas del blondo aparecieron provocando que una sonrisa levantara una de las esquinas de sus labios.
-No me molestaría para nada- los ojos topacio del otro se deslizaron por su cuerpo hasta centrarse en sus zafiros. Subió los brazos y atrapó los labios del CEO entre los suyos.
El sopor que lo envolvía parecía haberse ido muy lejos.


. . .

Joey se desperezó y se sentó en la cama, apagando la alarma de su celular. Tenía lagañas en sus pestañas que se retiró con sus nudillos mientras se rascaba, habían pasado tres días desde que había vuelto de New York. Hideki lo había llamado por teléfono mientras aún estaba en N.Y comentándole que tenía una sesión fotográfica para una revista, ese día llegaban sus jefes en el vuelo de la mañana luego de su pequeña luna de miel y lo iba a llevar al lugar que estaba a las afueras de Tokio.
En cuanto al colegio retomó las clases normalmente mientras sus compañeros lo llenaban de preguntas sobre su viaje, no había sido muy conversador con ellos pero respondió las interrogantes mientras se dedicaba a empezar a trabajar en una serie de cuadros. Su joven profesor era uno de los que más lo incentivaba a dedicarse de lleno en la pintura, con una sonrisa se paró de la cama y se desperezó. Una vez que terminó de cambiarse bajó a desayunar, la mesa estaba preparada y en ella estaban ambos Kaiba que lo miraron en cuanto pisó el suelo de la cocina.
-Buenos días- saludó el rubio acomodándose junto a Mokuba y poniendo una servilleta en su regazo- ¿Cómo amanecieron?
-Por suerte bien- contestó el más joven mientras se llevaba el tenedor a la boca- Sobre todo porque hoy tengo examen de improvisación.
-Espero que te vaya bien- Joey sonrió y empujó al moreno con su hombro provocándole una risa suave, parecía haberse relajado- ¿Kaiba-san?
-Estoy mejor- una ligera hilera de dientes apareció entre sus labios. Después del día del cementerio ambos pasaban tiempo junto, cuando antes solo tenían sexo ahora conversaban y el castaño parecía comenzar a descansar más.
-Menos mal- le quitó una tostada a Mokuba, llevándosela a boca mientras se acomodaba el flaquillo detrás de su oreja.
-Te creció rápido el pelo- comentó Kaiba. Tanto Mokuba como Joey lo observaron- Antes no te llegaba ni a la ceja.
-Si...- el rubio rió- A la tarde voy a ir al salón. Pero ahora tengo que ir al colegio.
-¿Tu no vas, Mokuba?- Kaiba se extrañó que no pareciera tan apurado en marcharse.
-Hoy entro más tarde. Mis compañeros iban a ir a una obra de teatro en el centro y la verdad tenía cero ganas de ir- se encogió de hombros y le dio un sorbo a su café.
-Bueno...- acomodó su saco en sus hombros y agarró el morral cruzándoselo en el hombro izquierdo- Me voy yendo, voy a tratar de no volver tarde.
Saludó a ambos Kaiba agitando su mano y caminó hasta la puerta despidiéndose de Keiko que entraba en la cocina. Salió de la mansión y comenzó a andar hacia la avenida principal. Tendría que tomar un taxi para marchar a la universidad, Joey estaba pensando seriamente en comprarse aunque sea una motocicleta, comenzaba a fastidiarlo viajar en taxi siempre. Cuando llegó a las afueras de la zona residencial sintió un claxon detrás de él, rodó la cabeza con toda la intención de ponerlo en su lugar pero cambió su ceño fruncido por un gesto de sorpresa.
-Roland- saludó el rubio deteniendo su andar.
Cuando éste lo alcanzó abrió la puerta de acompañante y le sonrió.
-¿Te llevo?- preguntó el moreno bajándose los lentes negros, una sonrisa curvó sus labios.
-Me salvaste- abrió la puerta y se introdujo, relajándose en el asiento mientras doblaba a la derecha.
-¿Vas a la universidad?- el hombre acomodó el espejo retrovisor y luego miró brevemente al rubio.
-Ajam- afirmó colocando la mochila sobre sus piernas- ¿Cómo van las cosas en la mansión?
-Bien, después de ese día, Kaiba-san está de mejor ánimo- continuó conduciendo recargando el mentón en su mano- El señor tuvo una niñez difícil y una adolescencia aún más complicada.
Joey se mantuvo en silencio prestándole toda su atención, solo oír el nombre del castaño era suficiente para que se centre en el tema.
-Cuando el cumplió los dieciocho... El jefe falleció, un inesperado infarto. Él nunca había sufrido problemas cardiacos y el joven tuvo que asumir el puesto de presidente. Estaba en la universidad y no pensaba dejar la carrera por lo que hizo ambas.
-Pobre, Kaiba- comentó el rubio con un gesto. Kaiba había tenido que tener una responsabilidad enorme a corta edad, no solo eso, tuvo que educar a sus hermanos y después sobreponerse a la pérdida de uno de ellos.
-Joey...- el blondo rodó la cabeza con un gesto afligido- Ya llegamos.
-Gracias, Roland- agradeció con una enorme sonrisa mientras bajaba del auto.
-No le diga nada de esto al señor, estoy seguro que no le gustará saber que le comenté esto.
-No te preocupes, Roland- cerró la puerta y se inclinó en la ventanilla susurrando- De todos modos no creo que vaya a empeorar su humor.
Los dos se rieron por o bajo. El rubio lo despidió con una mano mientras el conductor se perdía en la esquina. Bajó mano lentamente mientras caminaba al interior del establecimiento, alguno de sus compañeros caminaban de un lado a otro llevando enormes cuadros o esculturas de distintos tamaños. Para él ya habían pasado los exámenes de mitad de curso pero la universidad aún seguía revolucionada. Caminó con parsimonia hacia las escaleras y sintió que lo empujaban por la espalda haciéndole perder el equilibrio, cuando se recompuso estaba dispuesto a golpear al sujeto.
-Yugi- gruñó mientras empujaba al otro que reía- Casi te rompo la boca.
-¿De un beso?- preguntó fingiendo coquetería pero provocando que el gesto ofendido de Joey desapareciera.
-Imbécil- iban subiendo las escaleras mientras reían- ¿Cómo cometiste la tontería de acostarte con Yami sin decírmelo?
-Solo pasó- se sonrojó con ligereza- Gracias por arreglarlo ¿Qué dijo?
-Le di un ultimátum- ya habían llegado al piso de pintura y Yugi se detuvo a esperar- Tiene que ofrecerte todo lo que yo te daba, como ser el de abajo y eso. Lo del amor libre puedes dejarlo fuera cuando se arreglen.
-¿Crees que funcione?- los ojos malva se movieron de un lado a otro antes de fijarse en los dorados.
-Si- se inclinó hacia atrás para ver el salón y advirtió a su maestro entrando al salón- Me tengo que ir. Nos vemos, Yugi. Mándame un mensaje cuando salgas.
Corrió al salón y entró tranquilamente recibiendo un saludo de su profesor, había muchos chicos que lucían ansiosos y alegres mientras trabajaban en sus atriles. No le prestó atención al asunto y se acercó al lugar donde guardaba sus bastidores, no encontraba las pinturas en las que había estado trabajado, no estaban las acabadas solo las que faltaban retocar. Se alejó enojado y se giró hacia su profesor que estaba hablando con uno de sus compañeros.
-¿Profesor?- llamó- Faltan los trabajos que tenía de la muestra.
-¿Qué?- se acercó donde estaban guardadas e introdujo el brazo buscando detrás. Cuando sacó su mano en ella tenía una tira de papel madera largo con el nombre de Joey- Vamos a tener que hablar con el director.
-¿Por qué?- preguntó el rubio ligeramente alterado-
-Creo que robaron tus pinturas- comentó apretando el papel.

Notas finales:

Bueno, ho había mucho para aclarar. Prometo actualizar rápido, tan pronto como la inspiración y los otros inconvenientes me dejen.

Besis, people.

Zinnia Blanca: Bondad.


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