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MI MASCARA por kura

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes de One  Piece le pertenecen al mangaka Eichiro Oda.


 


Primeramente agradecerles de antemano por darse el tiempo de leer este fic.


Para  leer el titulo recomendarles que las “x” no se pronuncia

TU DECISION X ENEMIGOS X MI DECISIÓN

 

“La dicha no es más que un sueño, y el dolor la realidad”

 

Voltaire

 

 

 

Sanji cerró la puerta con calma al abandonar esa habitación, y cuando las fuerzas le faltaron, se dejó descansar de espaldas en ella, sabiendo que el único apoyo que tendría en ese momento, solo sería ese pedazo inerte de madera tallada. El corazón lo tenía acelerado y tan palpitante que lograba oírlo en la cabeza y sentirlo en las orejas; un golpeteo dentro su pecho tan duro y persistente,  que  amenazaba por destruirlo desde adentro lentamente.

 

Se aferró con violencia así mismo, para calmar el ataque de temblorina que lo  asediaba tras oír las palabras del cazador de piratas. Una confesión que creyó sería un sueño lleno de bonanza; una declaración de parte de la persona que su imaginación llego a fantasear una larga vida en pareja,  palabras que hablaban de amor como esperó  que se lo dijeran algún día. Todo se había cumplido,  y solo podía experimentar cólera, frustración y tristeza, tal vez, porque toda esa fanfarronería increíble fue expresada con mucha  duda y dolor.

 

­—Mierda —farfullo con rabia por lo bajo, se preguntaba si ese dolor en su  pecho seria imperecedero, porque este no desaparecía de él, desde que nació en su interior.

 

­— ¿Acaso este sentimiento  es amor?”—raudos recuerdos de lo que paso hace minutos nada más.

 

— ¡Estúpido marimo! —prácticamente escupió aquel insulto desde lo profundo de su garganta— Por qué, porque tardaste tanto idiota, porque tu corazón abrió sus puertas,  cuando ya no me hallaba en su entrada —decía en un tono de voz indescifrable, sacudiendo su cabeza para que sus hebras doradas ocultaran ambos ojos los cuales poseían el mismo mar en ellos,  y  de esa forma evitar a que rebalsen sus aguas.

 

Parecía que el universo conspirara en contra suya, porque cuando se decidió a matar esos sentimientos para  con esos hombres, llegan  estos a poner a prueba su resolución.  Se prometió a sí mismo a no retractarse de las decisiones que tomaría de ahora en adelante, sea lo que fuera que le dijesen esos muchachos, no podía permitirse volver a dudar.  Aunque fuera algo tarde para él, ya que su interior se había convertido en un caos emocional, a ese paso, el cocinero estaba seguro de que iba a  enloquecer por la confusión que sufría, y bien dicen que la locura es contagiosa, porque estaba arrastrando a su patético mundo confuso,   tanto al médico aliado como al espadachín de su tripulación.

 

—Soy un estúpido —sentencio.

 

En un intento de recobrar la compostura, se forzó a sí mismo a respirar ese gas vital para relajarse por completo, ya que en ese momento existía un problema mayor, un  nuevo dolor que mellaba su espíritu; el golpe que su capitán le propino en la cocina, que bien no fue tan fuerte como para lanzarlo en contra de la pared y destruirla, este lesiono una parte invisible de él, y dolía.

 

No quería perder la amistad y confianza de ese hombre por culpa de su estúpido sentimentalismo  y sus precipitadas acciones, debía hablar claramente con él, acerca de lo que pretendió y por un momento juro, que nunca saldría de su ser.  Oculto sus manos en los bolsillos de su pantalón y recorrió un pequeño trayecto hasta alcanzar a su capitán, una pequeña distancia que se asemejaba a un par de miles de millas, por el dolor y cansancio que su cuerpo le resentía.

 

El chico de sombrero de paja, estaba sentado en el barandal, como acróbata, seguro de sí mismo  de no caerse de esa oposición tan peligrosa; veía el mar cavilando con seriedad, talvez  recordando cuando era un niño y solía sumergirse y nadar como pez en aguas más calmas.

 

—Luffy

 

La voz de su cocinero se oyó estando a menos de dos metros atrás de sus espaldas, siempre viendo su espalda, intentando alcanzarla, sabiendo que era algo imposible. Ese hombre es inalcanzable.

 

Luffy haciendo caso al llamado de su amigo, miro por encima del hombro y le sorprendió que su cocinero ya no emitiera esa aura que le indicaban fuerza y confianza, el chico de cabello negro noto que algo verdaderamente serio le estaba pasando al rubio y la expresión que veía en él, por alguna extraña razón —talvez intuición— lo hacían sentir culpable.

 

El chico retomo su mirada hacia el infinito océano; una ola de agua salada golpeo con algo de fuerza el casquillo del barco y junto con ella, una ráfaga de viento lo golpeo de frente, retirándole el sombrero de paja, que quedo descansando, colgado de su cuello por una pitilla roja. Luffy cerró los ojos, inhalo todo el aire que pudo, y con un perfil decidido, comenzó a hablar.

 

—Sanji,  ¿por qué? ¿Por qué dijiste en la cocina que… —Sanji entrecerró los ojos y apretó los puños y los dientes a mediada que su capitán hablaba—…lo mejor sería, que abandones la tripulación?

 

 

 

O  O  O  O  O

 

 

 

En las cocina, nada menos el espadachín y el medico habían salido disparados al exterior, Cesar empezó a saltar de alegría con los brazos elevados, colgando y balanceando  las cadenas que caían de  los grilletes, produciendo un tintineo al son de una música fantasmal; entre saltos el científico intercalaba las pernas en una danza burlesca de éxito.

 

—Shurororororro, ese pirata de cuarta se arrepentirá de no haber aceptado mi ayuda y no oír mis ingeniosos consejos, mira que retractarse en el último momento, ¡Idiota! Pero ahora lo utilizare para causar caos en este barco y mientras se pelean entre ellos, aprovechare la distracción y buscare las llaves de estas malditas esposas, luego ¡libertad!, ¡libertad! shurororororo, ¡Joker, espérame un poco más! —vociferaba con alegría hacia el cielo.

 

—Ya veo —la voz suave de una mujer, provoco que Cesar sufra una sacudida y sus orejas respinguen tres veces al sentirse sorprendido por tal voz —Así que tú fuiste quien complico todo.

 

— ¿Eh? —El científico se congelo en su baile, quedando equilibrado en una sola pierna y con la boca abierta con una mueca de una  felicidad que ya no poseía, la puerta detrás de él se abrió y una sombra grande y ancha comenzó a cubrirlo

 

—Creo que deberíamos darle una suuuuuper lección al invitado loco, para que sepa que con los sentimientos de nuestros nakamas, no se juega —La voz del nuevo invitado, no se oía  para nada amistosa.

 

Cesar giro la cabeza con un movimiento traqueteante para ver quien lo amenazaba con ira entre los dientes, al hacerlo  fue cuando el color blanco natural de piel que poseía, cambio a un azul cianoso asqueroso.

 

—¡¡¡Kiaaaaaaaa!!!!

 

 

O  O  O  O  O

 

 

 

Sanji al oír a su capitán, se encogió de hombros y sonrió tristemente.

 

— ¿Acaso no eres feliz con nosotros? —preguntaba su capitán  con angustia.

 

—No es algo como eso, nunca fui más feliz, que estando con ustedes, es solo que… —el cocinero hablaba casi en susurros— yo

 

— ¡Si vuelves a decir que no mereces ser mi amigo, volveré a golpearte! —rugió Luffy, dando una pirueta, quedando frente a frente de su cocinero, sin  esperar a que el rubio finalice su enunciado escusatorio—  Escúchame Sanji, no aceptare renuncias sin una  explicación convincente —los ojos del capitán eran relampagueantes y estaban fijos en el rubio inanimado— y aunque la tuvieras yo… ¡yo no te dejare ir! —finalizo.

 

Sanji dudaba en lo que debía declarar, que razones dar para responderle y defenderse sin tener que  lastimarle, todo lo que su mente llegaba a pensar y su boca emitiría, solo serían palabras egoístas de un tonto despechado, que no merecería el amor puro de nadie, Luffy no tenía la culpa de nada, no se merecía que le dijera que le había dado una estocada en la espalda, al permitirse amar a aquellas personas  que lo amaban a él.

 

Pero bajo los ojos brillosos de su capitán, mentir no era una opción, el hacerlo sería  uno de los más grandes pecados existentes, y no quería ni imaginarse cuál sería la penitencia a pagarse ante tal acto atroz.

 

La verdad, solo debía decir la verdad, su capitán esperaba eso, él le debía por lo menos eso,  pero ¿Cuál era la verdad a expresar?

 

—Lu… —Trago saliva para que sus palabras fluyeran mejor— Luffy, lo que dije en la cocina, es lo que realmente siento —el aire comenzó a faltarle— alguien como yo, no merece estar en esta tripulación, yo sé, yo sé que te gusta Law y también sé que amas al marimo, los amas a los dos. ¡Lo sé! Y yo sabiéndolo, no pude evitar enamorarme de esos dos, y para que me eligieran a mí antes que a ti, yo termine por…   acostarme con ellos.

 

La verdad era amarga.

 

Soy una mala persona, porque por un segundo quise vengarme de ellos, mis amigos, solo por no a amar a alguien como yo, por menospreciar mi amor.

 

La verdad es triste.

 

¡No merezco estar en la tripulación, porque desee que ellos sufran, quise dañarlos a través de la persona que ellos aman, intente dañarlos a través de ti, capitán!

 

La verdad es cruel.

 

 

Luffy se quedó sin habla, estaba abrumado por tal confesión más inesperada. A diferencia de sus amigos, Luffy era ajeno a lo que sucedía en el barco, su mayor atención y concentración la podía poseer un buen corte de carne.

 

— ¡Ahora crees que merezco siquiera ser llamado un Mugiwara, Luffy! —Grito con pura rabia, rabia para sí mismo, cerrando los ojos con fuerza y agachando la cabeza  de vergüenza, esperando no elevarla hasta oír el castigo que merecía, una reprimenda pertinente a su falta de lealtad. Pero la voz de su capitán no se hizo oír por un largo momento, mas sin embargo podía sentir su mirada sobre  él, como una gran pesa  que le doblegaba la voluntad. Se sentía débil. El rubio tuvo una imperiosa necesidad de desaparecer de este mundo, de seguro su capitán ahora lo odiaba —eso era lo que pensaba— porque la verdad siempre era inflexible y tan horrible, que abecés era mejor no decirla, es por eso y por muchas razones más, que él amaba su máscara, con ella adornaba la cruel verdad, mentía con facilidad, y mostraba una fuerza emocional que no poseía en realidad.

 

Si tan solo tuviera su máscara en ese momento, todo le valdría una mierda, si le doliera algo o no, nadie lo sabría, nadie lo vería, nadie preguntaría, nadie sufriría. Sin ella se sentía  al descubierto, tan frágil,  evocando un sentimiento de lastima, y eso era lo que más rabia le daba, la lastima de los demás.

 

El graznido de una gaviota que volaba sobre ellos,  era lo único que le confirmaba que el tiempo no se había detenido.

 

—Vaya, ¿Eso era todo?  Je, me asustaste por un momento —dijo su capitán soltando una risilla simple, relajando su cuerpo, inhalando y exhalando con exageración; aquel comportamiento  hizo que el  cocinero levantara la cabeza y quede algo indignado, por la importancia tan mínima que le estaba dando su capitán  a su confesión.

 

— ¿Eso es todo, dices? —Parpadeo varias veces antes de mostrar el enojo en su cara— ¡¿Qué no le ves lo malo al asunto?! —bramaba a viva voz y sus manos gráciles se movían al ritmo de sus palabras.

 

—No realmente —respondía Luffy rascándose el oído con su dedo menique.

 

— ¡Luffy! ¡Soy una mierda! —Decía señalándose a sí mismo—, tuve la intención de lastimarte solo para…

 

—Pero no lo hiciste, Shii shi shi shi shi —interrumpió sonriente el pequeño capitán, dando algunos pasos serenos,  acercándose hacia su amigo y posando una de sus manos  en su hombro— lo lamento Sanji, pero tu escusa no me convence, así que  no puedo dejarte ir, lo que tú quieres es huir, de Torao, de Zoro, de mí y si permito que abandones el barco, sería una solución cobarde y tú no eres alguien cobarde, eres alguien valiente, eres mi amigo —Luffy sujeto el rostro del rubio entre sus manos, que eran muy grandes a pesar del tamaño de su estatura— eres un Mugiwara, y sobre todo eres el futuro chef del rey de los piratas.

 

Las palabras de su capitán, eran tan sabias y reconfortantes, que le quitaban un poco de dolor a su afligido corazón.

 

—L-Luffy… —El rubio comenzó a gimotear, escurriendo fluidos de la nariz y los ojos, como lo hace un niño chiquito antes de lanzar un llanto desgarrador.

 

—Shi shi shi shi, sabes Sanji,  es cierto que Law y Zoro me gustan, me gustan mucho, hace unos días ambos se me declararon, y no rechace a ninguno de los dos, porque yo… los amo a los dos —La brisa mañanera los envolvía y ondeaba los cabellos tanto de cocinero como del capitán— pero,  si a ti te gusta alguno de ellos, no te preocupes que yo me hare a un lado, si es  para que tú puedas ser feliz, lo hare.

 

—Capitán —Sanji sujeto las manos de su capitán, que aún permanecían en su rostro,  no podía sentir más vergüenza de su  egoísmo, ahí yacía la diferencia de Luffy con alguien como él,  el poder dejar todo por el bien de los demás, y si eso incluía dejar su felicidad de lado, lo haría sin chistar.

 

—Si tú te hubieras enamorado de mí, yo nunca hubiera menospreciado tu amor, nunca —su capitán se acercó tanto a él que sus cuerpos hicieron contacto, se puso de puntillas por la diferencia de estatura y le regalo un beso en los labios  que poseía puro cariño, mucho afecto y  un gran amor de un amigo sincero.

 

Sanji cerró los ojos, y recibió ese beso dulce sin objeción, sabía que esa era la forma como Luffy, su capitán lo perdonaba, mostrándole  los labios que todo el mundo deseaba y amaban, una de las personas más respetadas de los cuatro azules, Luffy ciertamente era alguien especial, merecedor de cariño, ese niño poseía un poder único, la habilidad de que crean en él, el poder de saber que decir y sobre todo la capacidad de comprender y perdonar. No cabe duda que Luffy era un ser sin igual.

 

—¡¡¡Cocinero!!!

 

El estridente grito de su camarada los obligo a separarse a una celeridad sorprendente, por la rabia y sequedad que se oía en ella.

 

Los dos muchachos dilataron sus ojos y contrajeron sus pupilas, al hallar  no muy lejos de ellos, al espadachín y al médico aliado observándolos con asombro e incomprensión, Luffy sintió la desaprobación de esos hombres a su acto, por como lo observaban, pero Sanji percibió la decepción mezclada con rabia,  en ese iris marrón y esas orbes plateadas.

 

— ¿Interrumpimos algo? —dijo Law con la molestia rebosando en su rostro serio.

 

—Cocinero… ¡¿Qué crees que estás haciendo?! —Zoro no podía creer que el científico de mierda tuviera razón, no podía siquiera concebir ni aceptar esa idea grotesca que se le había dicho, pese a que sus ojos lo hayan visto en el supuesto acto premeditado, no podía creerlo —Debe haber una explicación—pensaba Zoro creyendo aun en su compañero, al que él conocía y no al cocinero que el científico describía.

 

Sanji no tenía respuesta a aquella pregunta, el rubio estaba en blanco en el mismo momento que se vio descubierto infraganti en un beso con el único ser que ocupaba el corazón de esos dos.

 

Los cuatro se observaron por un momento que pareció eterno.

 

—Te hice una pregunta, cocinero —volvió a hablar Zoro ya no en bramidos, sino en gruñidos, azotando el piso con su pisada furiosa, y que su compañero perciba la seriedad de sus palabras.

 

—Solo hablábamos —fue la respuesta del capitán la que se hizo oír con seguridad.

 

—Hablando, eh…—comento Law, bajando la cabeza, ensombreciendo su mirada con ayuda de su gorro esponjoso y la posición del sol de un cercano mediodía. El muchacho  se decidió a caminar hacia ellos, en un inquietante paso marcial. Cuando llego frente a esos dos hombres, la rabia rebalsaba de su ser, tenía ganas de golpear al rubio, pero también al joven capitán.

 

—Necesito hablar contigo —dijo Law, pero al estar de pie en frente y en medio de Luffy y Sanji, no sabían a quién de los dos iban sus palabras.

 

Los ojos de Sanji se movieron hacia Luffy y luego hacia Law, aceptando que su presencia parecía algo que sobraba, dio unos cuantos pasos disimulados,  retrocediendo para retirarse, no volvería a meterse más entre Luffy y cualquier persona que lo aprecie, ahora tenía una nueva prioridad, y esa era de defender con garras y dientes la felicidad de su capitán.

 

Antes de que logre dar vuelta el medico lo sujeto con fuerza de la muñeca y lo halo hacia él, acercando ese rostro irascible,  muy cerca de su rostro pálido y desconcertado debido a  tal acción, Law  fiero como una bestia, exigía una explicación.

 

— ¡Te dije que tenemos que hablar! —Replico el mayor con saña —dime ¿Porque besabas a Mugiwara-ya?

 

—Torao, fui yo quien lo beso —dijo Luffy sujetando el brazo libre del médico, quien en cuanto sintió ese contacto, agito esa extremidad con brusquedad, obligando  a que Luffy lo suelte, retroceda y se  aleje un poco de su ser, mostrando una expresión de pura contrariedad.

 

Sanji incrédulo de lo que estaba pasando en frente de su capitán, no comprendía al médico, el recuerdo indeleble de lo que pasó la noche que lo defraudo, resurgió, donde Law decía con palabras firmes  que amaba a su capitán y esperaría toda la vida por él. Entonces ¿Por qué actuaba así con su supuesto eterno amor?

 

Era cruel.

 

El rubio intento soltarse de ese agarre, a lo que no tuvo éxito —ya estaba harto de que lo mangonee a su antojo—  Sanji tanteo su mirada en el impasible Law, de ahí hacia el espadachín decepcionado y finalizando con su inocente capitán,  este último, tenía los ojos vidriosos y el cuerpo encogido, había quedado muy afectado  por  como Law  lo trato de esa forma tan despectiva y despreciable, el  presenciar como su aliado sujetaba  de esa forma a su cocinero,  de seguro era perturbable también. Sanji no deseaba eso, podría cargar con los desprecios del mundo entero, pero no soportaría  ser el causante del dolor de su capitán. El único muchacho que no se merecía ningún mal.

 

— ¡Sera mejor que me sueltes, yo no tengo nada que hablar contigo! —respondió Sanji elevando la voz, él no quería hablar con el medico ni ahora ni nunca, estaba convencido que  todo lo que decía ese hombre —por lo menos a él—  eran puras falsedades, palabra tras palabra, mentira tras mentira.

 

— ¡¿Por qué besabas a Mugiwara-ya?! —replico el médico.

 

— ¡Si no me sueltas ahora mismo, no me contendré! —amenazo el rubio con los dientes. Pero Law no reacciono.

 

 Advertido estaba, y el que hiciera caso omiso a su aviso, lo obligo a actuar sin culpa, se propuso a lanzar un ataque con su larga pierna en contra del rostro del médico, pero Law pensó más rápido, lanzando una patada  audaz hacia las piernas del cocinero, provocando que este cayera de espaldas hacia el suelo, y aprovechando el desliz, el medico se sentó a horcadas sobre su abdomen, inmovilizándolo por completo.

 

— ¡Torao! —llamo Luffy con la preocupación dibujada en la cara, solo para ser ignorado por el aliado ojeroso.

 

— ¡Trafalgar! — grito Zoro corriendo hasta el médico, sujetándolo desde atrás por los hombros para así alejarlo de su compañero, imaginando que el medico intentaría golpearlo y dañarlo— ¡Ni se te ocurra ponerle la mano encima!— advertía Zoro, pero Law era imperturbable e inexorable.

 

— ¡Pero qué te pasa imbécil! —bramaba Sanji, intentando librarse de Law, quien tenía inmovilizado sus brazos desde sus muñecas, y su cuerpo con sus caderas.

 

— ¡¿Por qué besabas a Mugiwara?! —Fue el reclamo que rugía Law con furia­— ¡Respóndeme!

 

— ¡Suéltame, que te has creído!

 

Tras Law, Zoro y Luffy lo sujetaban,  halaban y gritaban,  forzándolo y amenazándolo  para que se aleje de su nakama,  la agresividad que mostraba Law se tornaba peligrosa, una pelea entre ellos mismos  podía producir el quiebre de la alianza, y eso sería muy perjudicial para ambos grupos .

 

—Sanji-ya —la voz del médico se oía siseante y muy baja en decibeles— acaso…  ¿no me amas? Dijiste que yo te gustaba, entonces ¿Porque te besabas con Mugiwara-ya?  —aquellas preguntas solo las oyó el rubio, quien desistió en el forcejeo, debido a la expresión que vio en ese sujeto inconmovible, era una tristeza única,  como si pudiera ver su propio dolor reflejado en los ojos  de ese doctor.

 

—Law…

 

Sanji no sabía que pensar, acaso ¿Law estaba sufriendo por él y no por Luffy?

 

No, el rubio se dio una reprimenda interna, por estar deduciendo incorrectamente,  solo debe ser una confusión suya, ya  que Law le dejo muy claro que amaba a su capitán, lo amaba, lo ama, y debía amarlo por siempre. Esa es la realidad y su deber.

 

El rubio cerró la boca y su labio inferior empezó a temblar. Cuanto deseaba gritarle a ese hombre,  que era un estúpido, desgraciado, inútil y tonto, que por su culpa algo dentro de él había muerto, que si no fuera por las palabras de su amiga, lo odiaría con todas sus fuerzas, que si no fuera porque su capitán le dijo que lo amaba,   lo estaría golpeando como se merecía en ese momento;  Respiro hondo y recordó la decisión que tomo la noche anterior, rememoro las palabras de  su compañera de tripulación y  recobro su resolución.

 

Al fin y al cabo…   solo debía olvidar.

 

 

 

«Me convertí en  un espectador, donde yo debía ser la estrella del concierto, mi voz se redujo a ser parte del silencio, mi imagen paso a ser la sombra de un ser perfecto »

 

 

El espadachín halaba, y su capitán gritaba, intentando evitar que Law someta a su cocinero, sin saber que Law lo sometió desde que lo conoció.

 

—Sanji-ya —Law rogaba por una respuesta, manteniendo su voz queda y que no la oyesen los demás.

 

— ¡Suéltalo de una vez, Trafalgar! —Zoro logro que el médico, suelte una de las manos del rubio.

 

Sanji vio  con intensidad a los ojos de Law, y con el rostro fruncido de hastió, aprovecho que tenía una de sus manos libres, y con ella  se retiró la  otra mano tatuada de ese muchacho con agresividad y sin titubear.

 

—Medicucho de mierda, yo… yo no amo a nadie que no sea yo mismo, Luffy te ama, estate feliz de eso.

 

Sanji  pensaba que esa era la respuesta que aclararía el barullo que se armó, por culpa de un beso que solo era de afecto de parte de su superior.

 

Law enojado y no conforme con esa respuesta,  estaba a punto de objetar, cuando de  repente, se sintió un golpe muy brusco en contra del barco, que logró que se tambaleen todos los muchachos  algo sorprendidos, sin darles tiempo a pensar. Otro golpe, pero esta vez seguido de un sonido chillante, provoco que  el barco comenzó a inclinarse hacia el lado izquierdo con lentitud, hasta que un nuevo y poderoso  impacto los azoto de golpe, causando que todos perdieran el equilibrio y salieran disparados a lugares diferentes.

 

 

 

O  O  O  O  O

 

En la proa, la navegante salía corriendo desde la factoría del francotirador, seguida por el mismo narizón,  tomo rápidamente el control del timón, sujetándolo con firmeza,  moviendo el barco hacia estribor.

 

Usopp se puso sus binoculares para captar al enemigo y en qué dirección se hallaba este, mientras el barco continuaba siendo elevado de un extremo por una fuerza invisible.

 

—¡¡¡Llama a los muchachos!!! —grito la navegante a Usopp, la mujer  abatida no divisaba al enemigo, y no sabía qué dirección debía  seguir  y que acciones debía  tomar.

 

— ¡¿Qué está pasando?! —la voz de Robin, provino desde la puerta abierta de la cocina.

 

— ¡No lo sé, pero nos volcaremos a un lado si no hacemos algo al respecto! —respondía Nami luchando contra el timón rebelde.

 

— ¡Franky! —llamo la mujer morena, girando sobre sus propios talones con dirección al interior de la habitación.

 

Franky cerraba la puerta de un armario de limpieza, donde estaba Cesar el científico totalmente magullado e inconsciente, y la aseguro  con candado.

 

— ¡Ya voy nena! Creo que empezara la suuuuuper acción ¡AU! —Decía el ciborg presionando su nariz, cambiando su peinado clásico a unas trencitas azuladas, que no tenían nada  que ver con la situación actual— ¡Vamos! —Franky salió primero de la cocina a grandes pasos, la arqueóloga iba detrás de él, deteniéndose cuando se percató que  la espada de Law yacía  tirada en el suelo, vacilo solo un segundo antes de cogerla y envainarla en su funda, para llevársela consigo entre sus brazos.

 

 

 

O  O  O  O  O

 

 

Sanji se aferraba al barandal con ambas manos cual garras de ave de rapiña, y usándola de apoyo se puso de pie. La superficie del barco estaba inusualmente inclinada al extremo izquierdo; ante él varias cajas y algunos barriles se deslizaban con lentitud al extremo bajo. El cocinero preocupado busco con la mirada a sus amigos y al aliado, encontrándolos a los tres, al otro extremo de donde él se hallaba.

 

Zoro sostenía a su capitán de manera protectora desde su espalda, y su capitán no soltaba en lo absoluto al médico, al tener los brazos enrollados alrededor de su cuerpo.

 

Law  tenía uno de sus brazo extendido, sus ojos y boca abiertas, al presenciar como en el segundo que soltó al rubio, este se alejó de su ser en un instante, como si una fuerza sobrehumana evitara que este cerca suyo. El medico bajo el brazo, no resignándose a no tenerlo, solo aguardando para un nuevo encuentro.

 

Del altoparlante en lo alto del mástil principal, se oyó una distorsión aguda seguida de la voz  gruesa y alterada del Ciborg.

 

— ¡Ruffy, estamos siendo atacados! ¡Todos prepárense y vayan a sus posiciones! —fue el mensaje transmitido.

 

— ¿Un ataque, justo ahora? —Sanji no sabía si estar enojado o agradecido por tal interrupción, pero de algo estaba seguro, necesitaba una distracción como esa, moliendo algunos huesos descargaría la frustración que rebozaba en su interior. Estaba dispuesto a irse, deteniéndose al percibir la mirada de Law llamándolo. Volvió su cabeza hacia el médico, quien permanecías con los ojos clavados en él. Sanji negó con la cabeza porque no tenía qué explicar más nada,  el medico no es nada suyo, ni nunca lo será.

 

Soltó el barandal y salió corriendo con dificultad —debido a la inclinación del barco—  se fue directo a la posición que le correspondía en esas situaciones, pero con esa desesperación  que mostraba en su  huía. Sanji  en realidad corría para abandonar a esos tres,  escapar de ese mundo color de rosa,  al cual nunca debió aspirar a  ingresar.

 

 

 

O  O  O  O  O

 

 

 

 

— ¡Mueve el timón a estribor, Broock! —grito la navegante dejándole el trabajo al usuario de cabello afro; La mar tampoco estaba colaborando con ellos, las aguas estaban bravas y encrespadas.

 

—A la orden, Yo ho ho ho ho

 

—E… Esto está mal, no logro verlos por ninguna parte —comentaba  Usopp, ampliando su visión periférica.

 

El barco retumbo de un nuevo golpe, y volvió a inclinarse a tal punto, que todos tuvieron que cogerse de algún objeto fijo para no deslizarse.

 

— ¡El barco se hundirá! de gozaru —Bramaba Kinemon con preocupación, sosteniendo como podía las cuerdas de las velas, y por detrás suyo se veía al rubio corriendo a sostener las demás cuerdas desacopladas.

 

— ¡Franky, usa el Cup Buster! —ordeno el cocinero airado.

 

— ¡AU! ¡AU! ¡AU! —bramaba Franky como respuesta, corriendo hacia la palanca que activaba dicho aparato, donde sujetándola  con firmeza  la halo a un extremo, activando el sistema de propulsión del navío.  En un abrir y cerrar de ojos, los impulsores se activaron lanzándolos  por los aires, pero solo a unos cuantos metros adelante, recobrando la verticalidad de la superficie, pero nada más.

 

— ¿Qué diablos está pasando? —Decía Franky al ver que su barco no había salido por los aires llegando hasta los cielos y perforando varias nubes, como suele hacerlo — ¡Usopp! ¡¿Cargaste los barriles de cola como te dije?! —grito el ciborg, retirándose los lentes y vociferándole a su amigo que estaba aferrado de brazos y piernas hacia su miembro inferior  semi-humano.

 

— ¿L-Los barriles de cola? —Usopp con un espasmo recordó que se le había encomendado esa misión, pero cuando se distrajo con su nakama espadachín en la bodega, se olvidó de todo lo que debía hacer, menos de respirar.

 

—¡¡¡Usopp!!! —insistió con impaciencia el ciborg.

 

— ¡Enseguida voy! —contesto, y se fue corriendo lo más rápido que sus piernas le permitieron  hacia el interior del barco.

 

— ¡Están bien, muchachos! —Luffy se hizo presente junto al aliado y al espadachín, que en un trote maratónico llegaron a la parte delantera del barco, tanto Law como Zoro buscaron a su alrededor, captando al rubio levantándose del suelo y ayudando a enderezarse a Kinemon.

 

De los dormitorios salía Chopper en su forma humanoide, corriendo hacia sus amigas mujeres.

 

— ¡¿Qué está pasando?! —gritaba el reno.

 

— ¿Chopper y Momonosuke? —reclamaba la navegante.

 

—Lo deje en un lugar seguro, pa… par-pa-pa-pa

 

La voz del médico de la tripulación se redujo a tartamudeos desentonados, ganándose la atención de todos sus compañeros, y mientras lo veían con confusión, el reno fue elevando el brazo, señalando con el dedo índice algo que al parecer los demás no se habían percatado.

 

Todos giraron sus cabezas con un movimiento ralentizado, para ver aquello que su compañero deslumbraba con terror; al hacerlo, la multitud quedo sin habla y la expresión se les congelo, fue la navegante quien pudo hablar por todos, con su asombro de pesadilla.

 

—N-no… ¡No puede ser!

 

Detrás de ellos un gran buque de aleación metálica que doblaba en tamaño al ahora  pequeño Sunny Go, había salido desde el fondo del mar, estaba recubierto por una burbuja permeabilizadora —como la que usaron para ir hasta la isla Gyojin—. Aquel navío era similar a los que pertenecían a la marina. En la parte superior de  uno de los mástiles, flameaba imponente una bandera, el Holy Royal que se mostraba era de la inconfundible Yonkoi, Big Mom.

 

—Un Yonkoi —Dijo Luffy con seriedad. Colocándose su sombrero de paja, estiro los brazos hasta  la cabeza del Sunny y se llevó a si mismo sobre ella, esperando de pie hasta que el enemigo se digne a mostrar  la cara.

 

Law por otro lado, no tenía interés en el enemigo. Sin mover su vista desde que diviso al joven rubio, su cuerpo se movió antes de que se lo ordenaran sus neuronas, solo para saciar esa necesidad de estar con él, debía  llegar a él. Solo basto a que diera un paso, para ser detenido por la voz del cazador de piratas.

 

—Law…  ¿Qué fue lo que paso entre el cocinero y tú? —Zoro estaba de pie atrás del médico, cansado de la  situación y de la actitud  del médico y del rubio, Las cuales eran muy extrañas para él, a menos de que ellos hayan…

 

—Ya te dije que: lo que pasa entre Sanji-ya y yo, no te concierne, perdiste tu oportunidad ahora es mi turno de actuar.

 

— ¿Y qué paso con lo que me dijiste aquella vez? Me asegurabas que amabas a mi capitán —le recordaba el espadachín

 

Law giro medio cuerpo y lo observo con mal gesto.

 

—Sí, tú lo has dicho, lo amo —junto con su voz, el viento sacudió su gabardina negra y los pendientes del espadachín tintinaron con suavidad— pero también descubrí que amo a Sanji-ya, es algo difícil de explicar, aunque estoy seguro que tu si puedes entenderme, ya que también los amas a los dos o me equivoco, Roronoa-ya

 

Zoro trago con fuerza, y sus músculos se pusieron rígidos, ese sentimiento era extraño, y le había costado aceptarlo, admitir esa realidad. No creía que algo así sea posible y sin embargo ahí estaba, el no querer separarse de su capitán y el continuar deseando al cocinero idiota, que al parecer nunca lo podrá perdonar.

 

— ¿Crees que Luffy  será feliz con lo que estás haciendo? Si no lo has notado y aunque me cueste admitirlo, Luffy siempre quiere estar cerca de ti, Yo sé que Luffy también está  confundido con estos sentimientos, como lo estás tú, como lo estoy yo, como… como lo está el cocinero.

 

—Yo no estoy confundido, y Sanji-ya tampoco lo estará cuando le diga que lo escogí a él.

 

— ¿Cómo? —Zoro lo miro  extrañado— ¿Escoger?  Y ¿Qué hay de Luffy?

 

—Él te tiene a ti, sé que tu sabrás apoyarlo en todo momento, incluso —Law dio vuelta dándole la espalda al espadachín— cuando me lleve  a Sanji-ya a mi tripulación.

 

Aquellas palabras enojaron y paralizaron al cazador de piratas,  cuya reacción asesina  estaba grabada en su rostro. No podía ver la cara de su aliado y de igual manera sabía que Law hablaba con seriedad en toda la extensión de la palabra. Ese maldito quería llevarse a su amigo, su compañero, al amor que no pudo valorar a tiempo. Zoro había lastimado a Sanji, era consciente de ello y aunque fuera poco a poco, lucharía por su perdón, por tal razón no podía permitir que alguien se lo lleve, que lo alejen de su lado, debía evitarlo a toda costa.

 

—Si tan solo no existieras, si tan solo desaparecieras —el acabar con su aliado en ese instante, cruzo por la mente del espadachín y consumar ese acto se estaba volviendo cada vez más  persistente.

 

Empuño su espada, y su mano agitada no quería cooperar con él, su cuerpo mismo se negaba a lanzar un ataque sigiloso en contra de ese ser. Zoro luchaba internamente con su cuerpo, él tenía la certeza de que si eliminaba al médico, todo volvería a la normalidad, Luffy solo lo tendría a él, y la sonrisa de Sanji rebosaría de nuevo en su ser

 

Una nueva interrupción hizo disipar todo pensamiento e intenciones malignas hacia un limbo desconocido. Se escuchó el sonido chirriante de escotillas siendo abiertas desde el interior del buque enemigo.

 

Los tripulantes a bordo de Sunny Go, se hallaban expectantes en conocer al enemigo, si es que la amenaza que se mostrara ante ellos, solo sería algún vasallo sin fuerza o la mismísima Big mom en persona.

 

El trote de varios hombres se oyó en aumento y retumbaron en los tímpanos de todos los presentes. Al borde del barco se asomaron varios piratas, unos tres al principio y en un instante un centenar, muchos portaban entre sus manos armas de fuego y espadas de toda índole. Un repertorio bastante interesante y colorido con respecto a sus vestimentas y aspectos fachosos.

 

— ¡Todos estén alerta! —ordeno el capitán del sombrero de paja.

 

De entre la multitud de hombres toscos, dos personas se hicieron paso, resaltando por su extravagancia y diferencia de tamaños.

 

—Esos deben ser el capitán y su segundo al mando —dijo el espadachín, acercándose lo más posible a su capitán.

 

—Si —respondió Luffy asintiendo con la cabeza junto con su voz.

 

El hombre con mayor presencia, era grande y muy alto, su corpulencia se asemejaba a de la Súper nova Eusstas Kid, el color de su cabello también era similar, el tipo traía un traje rosado que era algo pequeño —por no decir demasiado— para un pirata de ese temple.

 

El otro hombre que estaba a su lado Izquierdo, era algo pequeño, también con un traje rosado,  que a diferencia del hombre mayor, su vestimenta era perfecta para él, portaba también los accesorio de acuerdo a su porte, como ser un monocromo en uno de sus ojos, un sombreo de copa rosado y un bastón donde apoyaba ambas manos, cubiertas por guantes de seda o de algún satín extraño, todo un aristócrata de los mares —como si eso existiese— el hombre saco un Den Den Mushi desde el bolsillo de su saco y lo acerco hasta su rostro serio.

 

—Mamá, encontramos la ruta que siguen los Mugiwara, ¿los atacamos? —Comunicaba a través de ese animalito —Los sentimos el número que usted marco se haya ocupado—respondía el aparatillo viviente.

 

—Señor no podemos comunicarnos con mamá.

 

—No importa —respondió el capitán—al fin y al cabo, no se me apetecía hablar con esa aberración, recuerda que nosotros solo nos unimos a “esa” cosa para pertenecer a un frente fuerte y hacer lo que queramos cuando queramos.

 

El hombre apoyo las manos a la baranda de su propio barco, se inclinó un poco, disponiéndose a hablar.

 

—Mugiwara no Luffy ¿Cierto? —pregunto con una arrogancia de muerte en su vocablo, menospreciando al joven capitán.

 

—Si ¡¿Qué es lo que quieres?! —en un grito Luffy contesto y pregunto sin rodeos, para que el enemigo sepa que su voz no tiene ninguna señal de vacilación.

 

——Vaya que eres más pequeño de lo que me contaron, no pareces una amenaza importante —comento el hombre alto, con una sonrisa de costado que dejaban ver sus dientes con sarro.

 

— ¡Las apariencias pueden engañar, así que no se atreva a insultar a mi capitán! —amenazaba el espadachín.

 

—Entiendo, entiendo, Mira, hare a un lado las formalidades e iré directo al grano —apoyo una de sus piernas al barandal y extendió su mano al explicar— Sabes, mamá pidió a todos sus navíos, que si llegáramos a encontrarte le informáramos de inmediato, no tengo idea de que fue lo que le hiciste, porque la maldita  “cosa” está más que furiosa, y te aseguro que no queras presenciar su ira siendo plasmada en tus amigos y conocidos, así que pensé en hacer un trato contigo, nos ahorraríamos varias cosas.

 

— ¿Un trato? ¿Qué clase de trato? —dijo Luffy desconfiado.

 

—Veras, estamos algo aburridos y puedo ver que tienes varias preciosidades a bordo de tu barco, que te parece si nosotros no informamos a mamá que te vimos por aquí, pero a cambio nos dejas a esas dos gatitas que tienes detrás de ti —señalo con sus dedos callosos a las dos únicas damas de la tripulación.

 

Las risas perversas de los piratas enemigos eran de diferentes tonalidades, varios bastardos se relamían los labios y otros chiflaban como idiotas pervertidos, actitud propia —por así decirlo— de enfermos mentales.

 

Las chicas se asquearon y sus compañeros hicieron sentir su enojo en sus rostros encolerizados.

 

Luffy rechino los dientes de ira, sus ojos poseían un brillo amenazador ante tal ridícula petición. El muchacho acomodo su sombrero y tras de él todos sus amigos se pusieron a la ofensiva,  empuñando sus armas los que las poseían,

 

—Si esa es tu petición ¡Pues prepárate para que te patee tu trasero! —amenazo el pequeño pero decidido capitán.

 

El enemigo cerro los ojos y meneo la cabeza.

 

—Idiotas —dijo con lastima, y su gesto rebosaba de arrogancia, hizo chistar sus dedos y de inmediato los cañonazos no se hicieron esperar. Los subordinados de ese hombre saltaron e invadieron al Sunny Go.

 

Todos los Mugiwara se desplegaron a diferentes direcciones para defender su barco y hacer respetar su fuerza. Entre los bombardeos, Lanzaban botellas llenas de líquidos inflamables con mecheros ardientes, que al estrellarse en la cubierta rápidamente llenaban el ambiente en llamas y humareda asfixiante.

 

 

 

O  O  O  O  O

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Zoro empuño solo dos de sus espadas,  se mostró decidido en  atacar al montón de extraños invasores que se abalanzaron en contra suya  al verlo como presa fácil. Sin saber el error que estaban cometiendo.

 

—Trafalgar, será mejor que no te distraigas, porque… —Zoro tuvo que cortar sus palabras, ya que no había más que aire en donde debería estar el médico— Joder, ese bastardo —gruño e intento ir tras él, pero las explosiones a su alrededor lo detuvieron y tuvo que resignarse en la persecución del médico,  cuando el grito de batalla de los mozalbetes esos, lo obligaron a defenderse y atacar.

 

—Mierda.

 

 

O  O  O  O  O

 

 

— ¡Robin-chan! ¡Nami-san! ¡Ustedes regresen al interior del barco, nosotros nos encargaremos de estos tipos! —el cocinero gritaba a todo pulmón, por la adrenalina que circulaba por toda su sangre en ese instante, al estar combatiendo contra  varios tipos al mismo tiempo, que en realidad eran una basura sin fuerza, lo molesto era el gran numero que le llevaban.

 

—Se los encargamos —respondió la navegante con su voz cantarina, y con un contorneo de caderas por el trote que realizaba, se internó en las habitaciones del barco. La arqueóloga corría tras ella, absteniéndose de ingresar en el segundo  que recordó que traía entre sus delgados brazos, la espada del médico ojeroso, sin la cual estaba segura que su aliado no podría hacer mucho.

 

— ¡Cocinero-san! —Exclamo la mujer— Por favor, dáselas a Torao-san —lanzando la espada enfundada con la fuerza de ambos brazos, esta cruzo por los aires hasta el regazo del rubio, quien la sujeto sin problema gracias al tiro bien calculado. La mujer no dijo más y  prosiguió con su camino, observando de reojo a su amigo antes de cerrar la puerta.

 

— ¿Cuándo fue que  ese idiota olvido esto? —se quejaba el cocinero, mientras giraba sobre una pierna, noqueando a sus últimos escurridizos atacantes.

 

Sanji comenzó a correr buscando al médico, escudriñando por todos lados con su vista sagaz, dejando fuera de combate a varios piratas enemigos en el trayecto. Ante la diferencia de poder y habilidad los bastardos de aquel rufián, se  aferraron a la fuerza  de las bombas improvisadas y cañonazos mal enfocados.

 

Una explosión muy cerca suyo, casi hace que pierda el equilibrio, el estallido fue considerable; preocupado por sus amigos se detuvo y los busco a su en su entorno, captando en un segundo a Franky, quien no parecía tener problemas en la lucha, hasta tiempo le sobraba para realizar sus poses ridículas de súper hombre.  Por otro lado Chopper junto con Kinemon, tenían un poco de dificultades al pelear con un tipo raro que portaba en la cabeza, una máscara de panda sonriente, parecía ágil, pero nada que no puedan solucionar sus dos compañeros. Del médico ni su sombra — ¿Donde pudo haberse perdido?  —pensaba Sanji recuperando su camino.

 

Una nueva e inesperada explosión detrás de él, lo arrojo con violencia elevando su cuerpo y estrellándolo con fuerza contra el suelo, cayendo sobre su hombro se le escapo una mueca de dolor. La espada fue soltada y esta aterrizo a unos metros delante de él. Se disponía a ponerse de pie, cuando vio que un montón de bastardos ya lo tenían bajo su ataque mortal.

 

—Mierda…

 

Y ante  sus ojos, un viento cortante parecía haberlos atacado, el chispoteo de sangre desde sus arterias manchó gran parte del piso, y algunas gotas alcanzaron sus ropajes negros, estaban por lastimarlo en un segundo y ahora yacían muertos en el suelo.

 

— ¿Estas bien, Sanji-ya?

 

El rubio giro su cabeza de un solo movimiento, descubriendo que atrás suyo se hallaba el medico aliado, devolviendo su espada a su vaina.

 

—Law —susurro

 

Aquel hombre le extendió la mano, instándole a que la sujete para ayudarlo a enderezarse, Sanji como respuesta, frunció la frente y orgullosos se puso de pie con su propia fuerza.

 

— ¿Me buscabas? —dijo Law.

 

—No te hagas ideas, solo te buscaba para entregarte tu espada a petición de mi Queridísima —resalto— Robin-chan, y ahora que la tienes, me voy.

 

 

Antes que el cocinero intente alejarse nuevamente de él. El ex shichibukai uso su habilidad y apareció  como una ráfaga de viento tormentoso justo en frente del cocinero, usando su cuerpo como una barrera para detener su huida.

 

—Tenemos que hablar —dijo Law con seriedad, buscando los ojos del rubio con sus pupilas plateadas.

 

—No es momento de hablar ¿Qué no ves que estamos bajo ataque? Además Luffy puede vernos —refunfuño Sanji, azotándolo con sus ojos azules, que con el reflejo del fuego de la reciente explosión, estos eran rojos como de un demonio del  Averno.

 

—Nadie puede vernos —respondía Law, y era verdad, nadie los veía gracias al chamusco de la cubierta de madera y su combustión ante el fuego, ya que producían brumas oscuras a su alrededor— No me respondiste allá atrás, ¿Por qué besabas  a Mugiwara?

 

—Si lo que te preocupa es que Luffy pueda verme más que a un amigo, quédate tranquilo, el me beso porque le conté un poco de mi inmunda vida  amorosa, creo que se compadeció de mi —Sanji desvió su mirada hacia el suelo— Por lo menos no me tuvo lastima como todo el puto mundo lo hace.

 

—Yo no te tuve lastima —comento Law

 

—Ah sí, ya recuerdo, a ti solo te dio ganas de follar, como olvidarlo —decía Sanji con ironía— Quítate que debo ayudar a mis amigos.

 

Sanji dispuesto a retornar al campo de batalla, fue retenido por el médico una vez más, quien de una movida excepcional, extendió los brazos atrapándolo con aprehensión, apoyando su cuerpo lo más posible en contra del suyo, como lo tuvo alguna vez en un estrecho armario de ropa.

 

— ¡Bastardo! ¡Suéltame y deja de manosearme cada vez que se te dé la gana! —gritaba Sanji en contra del pecho de Law, removiéndose con violencia.

 

Law se alejó ligeramente, pero solo para unir sus labios con los del cocinero, quien por la repentina acción se quedó asombrado y paralizado, Law lo estrechaba con ahínco. Uno de sus brazos fue descendiendo con sutileza hacia la cintura esbelta del rubio, dejándolo sin escapatoria al tenerlo con firmeza.

 

Aquel beso era profundo, tórrido y apasionado, tanto, que embriago de inmediato al joven cocinero; quien librando un debate interno, paso de forcejear y luchar a  corresponder y ceder. Sus dedos finos se aferraron a las ropas negras del médico, su mente le ordenaba que lo empuje y se aleje, pero su cuerpo hacia lo contrario, al reaccionar diferente y besarlo  con la miasma intensidad con la que lo hacia  aquel hombre.

 

En el instante mismo que Law se sintió correspondido,  una gran felicidad lo envolvió, dejando en el olvido esa incomodidad en la garganta que llevaba desde aquella noche en que cometió un error. Solo un beso, tan solo un beso y todo el dolor desaparecieron. Law creía que había sido perdonado y por eso estaba agradecido.

 

 

Sanji se dio cuenta de lo mucho que necesitaba los brazos de Law sobre él, a pesar de ser consiente del resultado turbulento que vendría ante tal acción, ya que sabía que el corazón de Law estaba habitado por su querido  amigo y capitán, pero  sus labios hambrientos y cálidos le robaban el aliento y absorbían parte de sus ser. No le permitían pensar con claridad.

 

 

 Las fuerzas de sus piernas se desvanecieron, las que irónicamente fueron su más fuerte arma de guerra  durante años. Sanji fue deslizándose hacia el suelo y como Law no lo soltaba y no tenía intención de hacerlo, se deslizo junto con él, quedando ambos de rodillas en el piso, sin poder separar sus labios a pesar de que el aire ya nos le llegaba.

 

Un movimiento brusco de la nave, hizo que Sanji reaccione y recordara en qué situación se hallaban, el fuego consumía la cubierta, sus  amigos luchaban hasta el cansancio en contra del enemigo, mientras él…

 

El rubio alejo a Law, moviendo su cabeza a un extremo, mientras respiraba agitadamente para oxigenar su organismo, la respiración de Law también era agitada.

 

— ¿Por qué hiciste… eso, maldito? —pregunto Sanji limpiándose la boca con el dorso de su mano. Law cerró los ojos y sonrió de lado, antes de responder, ya que el carácter mal hablado del rubio de una manera extraña le gustaba y  mucho.

 

—Porque tenía que hacerlo —dijo Law

 

— ¡Que mierda de respuesta es esa!,  ni creas que yo… yo no…. —Law le cubrió la boca suavemente con la palma de su mano  tatuada, forzando su silencio.

 

—No digas nada, ya respondiste a todas mis dudas al corresponder mi beso.

 

— ¿Eh? —Sanji no comprendía a lo que se refería Law.

 

En realidad el medico solo quería saber,  si lo que Sanji decía de amarlo, la entrega que se llevó a cabo, y las lágrimas que había derramado, eran ciertas y que el científico loco solo haya intentado manipular su mente. Para suerte de Law eso fue lo que paso, sin embargo, si el medico realmente conociera al cocinero, nunca dudaría de él ni de sus palabras, y aquella duda se convertiría en un terrible error que en un futuro  muy próximo, daría pie a un problema mayor.

 

Law acaricio la mejilla del rubio, quien de un manotazo la hizo a un lado,  aun así esa acción no logro  que Law borre su pequeña sonrisa de su rostro. Poniéndose de pie, el medico miro a su alrededor al sentir la presencia del enemigo muy cerca de ellos.

 

—Me adelantare, acabare con estos sujetos lo más rápido posible, y así, hablare con tus amigos y también con tu capitán.

 

— ¿Qué? No te entiendo,  ¿Qué estas intentando decir? —Replicaba Sanji confundido, poniéndose también de pie,  Law no dijo nada más y dando media vuelta se fue corriendo a donde creía que había mayor movimiento enemigo.

 

— ¡Law! ¡Medicucho, espera! —grito el cocinero elevando su mano e ir tras él, pero sus piernas se negaron a obedecerle, al quedar plantadas en el sitio en el que se hallaba. Ya sin poder ver a Law, Sanji se llevó la mano cerca de su boca y uso dos dedos para delinear sus delgados labios que ahora estaban algo hinchados, consecuencia del beso frenético que se dieron.

 

—Joder —mascullo,  luego cerró esa misma mano en un puño y  la bajo a su costado, bajando también su cabeza con ella— Yo… ¿Qué estoy haciendo? ¡¿Qué mierda estoy haciendo?!

 

“Law y Zoro me gustan, me gustan mucho, hace unos días ambos se me declararon, y no rechace a ninguno de los dos, porque yo… los amo, pero  si a ti te gusta alguno de ellos, no te preocupes que yo me hare a un lado, si es  para que tú puedas ser feliz, lo haré”

 

—Luffy, ¿Qué se supone que debería hacer?

 

Sanji recordó cuando vio la tristeza de su capitán destilaba en todo su ser,  cuando se sintió ignorado por Law, quien sujetaba a Sanji y no a él. A pesar de  que Luffy le había dicho que se haría a un lado,  era más que evidente que su capitán sufriría mucho si las personas que le declararon amor, intentara algo con el cocinero rubio o viceversa.

 

—No puedo, la felicidad de mi  capitán era mi nueva prioridad, el que debería hacerse a un lado por la bienestar de alguien ese debería ser yo, no él.

 

Desde el principio Sanji sabía que debía ser el malo de la historia, al que todos debían odiar, o por lo menos esos hombres a los que amaba su capitán,  es hora de asumir ese papel por completo, decidió usar los medios que sean posibles para que su capitán sea el que tenga un final feliz, aun sabiendo que al ser el villano, terminaría por tener un epilogo trágico y angustiante.

 

 

Los villanos no tienen finales felices en los cuentos de hadas, ya que por sus malos actos al complicar la historia, no merecen tenerlo

 

 

 

 

Notas finales:

¡El próximo capítulo es el penúltimo!


 


 


Jajajajajajajaa, hola a todos, yo siempre con mis actualizaciones retrasadas TwT


Pues ya llegando al final (después de tanto tiempo) me disculpo nuevamente con todos,  yo no puedo acabar ni una sola historia y otros autores tienen más de cinco fics, y actualizan más rápido que yo, esa es la diferencia de talento, o posiblemente de tiempo XD.  TwT releí mi historia para ver que no se me esta olvidando cosas y cuando lo leí no pude evitar reír, mis primeros capítulos están bien extraños,  espero que comprendan que es mi primer fic TwT.


 


Si todo va como espero que valla, el próximo será el penúltimo capítulo, al fin y al cabo aun falta ver sufrir a Law.


 


Cualquier duda o sugerencia estaré más que feliz de leerla.


Nos vemos a la próxima XD


 


 


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