Sanji
Mi cabeza se encontraba completamente confundida, después de ver a aquel chico de cabello verde me había sentido terrible, terrible en muchos sentidos, me sentía asqueado de verlo, me sentía completamente sordo a las palabras que me decía con tanta desesperación, pero en cuanto deje de verle sentí un enorme vacío que se apodero de mis entrañas como un dolor latente, no importaba cuan repugnado me sintiera por aquel chico, había algo que andaba mal, una parte de mi lo quería odiar, la gran mayor parte de mis sentidos lo hacían, pero había algo en el fondo de mi conciencia que gritaba desesperadamente que algo estaba mal, que él no era a quien debía odiar… pero yo no entendía el jodido porque.
Di una calada al cigarrillo que tenía entre los dedos, Vivi la fantástica peliazul era bastante complaciente conmigo, siempre murmuraba cosas que no entendía, cosas como:
“Me alegra que reacciones de la manera que deseo”
“Siempre es un placer tenerte tan… tranquilo”
Había algo en ella que me inquietaba, pero bueno, en esos últimos días todo parecía tenerme en la paranoia, vi un par de veces a Vivi mandando pequeños fragmentos de hojas amarrados a las patas de las palomas, siempre sonreía cuando lo hacía, también era feliz de observar las grabaciones que las palomas traían consigo, algunas palomas estaban siguiendo a alguien, pero no tengo idea de quien, por la tarde vi que atoraba una pequeña nota y canturreaba mientras lo hacía, me acerque a ella y exclame.
-Luces feliz esta mañana.- El cigarrillo jugaba en mis labios, por alguna razón me sentía nervioso.
-Es bastante… divertido observar ciertas cosas.- Sonrió de una manera complaciente, me hizo estremecer.
-¿Qué observas?- Me intrigaba demasiado el juego que estaba jugando, si le podía llamar así.
-Un poco por aquí, un poco por allá… ¿deseas ver?- Su mirada me gritaba que debía aceptar, pero algo en mi decía que lo que tenía que hacer era salir corriendo, mis piernas no reaccionaron pero asentí.
La escena era en sí bastante desagradable, el peliverde estaba… intimando con alguien a quien no recordaba, de pronto sentí unas nauseas horribles y unas crecientes ganas de llorar, ¿Ahora qué demonios me pasa? Sentía que la respiración me faltaba y la habitación se hacía más pequeña, trataba de explicarme a mí mismo que demonios me pasaba pero no encontraba las palabras.
-No luces bien, querido- La voz de Vivi me trajo un poco de vuelta a la realidad.
-Me sentí un poco mal… no es nada.- La mirada ve Vivi se tornó indescifrable.
-Se supone que odias a este tipo, ¿Por qué te sentirías mal?- Su mirada me escrutaba de arriba abajo.
-No lo sé… Simplemente no lo sé.- Sentí que quería golpear a aquella chica de larga melena azul, era algo casi irracional, simplemente quería gritarle que dejara de jugar conmigo, que dejara de jugar con él, quería decirle que ella lo había provocado todo, que ella me había arrebatado mi felicidad… pero nada de eso lo entendía, era una pequeña voz en mi inconciencia, era aquella voz la que deseaba decirle eso y más… pero no yo, al menos no el 90% de mí y ese mismo 90% no sabía qué demonios estaba pasando.
La imagen se seguía proyectando, Vivi decidió ignorar mi pequeña crisis y continuo viendo la escena que se extendía por la pequeña pantalla, quien acompañaba al peliverde era un señor de cabellera negra con una mirada bastante imponente, tenía el cuerpo bien formado y portaba ropa completamente fuera de época, el chico de verde se había quedado dormido recargado en un árbol, se veía desmejorado y sentí un fuerte golpe en mi corazón, el de cabellera negra tomo al peliverde completamente dormido entre sus brazos y lo atrajo hacia sí, lo miraba de la manera en que se mira a la joya más preciada de la colección, podía sentir el calor en tu mirada, el cariño… de pronto me sentí completamente devastado, celoso se podría decir.
Pero eso no podía pasar.
Yo odiaba al tipo.
… ¿Por qué me sentía celoso?
¿Por qué me sentía destrozado?
El de cabellera negra se llevó a alguna parte al peliverde, me sentía tranquilo por ya no poder verlo, por lograr evitar que mis emociones se volvieran un tornado que arrasaba con mi cordura, pero por un efímero momento desee volver a verlo, que estupidez, ja… no deseas ver a alguien que odias.
El pelinegro regreso a la escena y miro fijamente el den den mushi, dejo una pequeña nota que con un poco de acercamiento era bastante legible.
“Pagaras por lo que haces”
La realidad me golpeaba poco a poco, despacio, demasiado despacio, algo estaba mal con Vivi, algo estaba mal conmigo, algo estaba mal con todo el lugar, yo no pertenecía a ese lugar, yo necesitaba estar con otras personas… pero no tenía idea de quienes, no tenía idea de cómo encontrarlos, me sentía solo, completamente confundido, me aferre a una sola idea…
Él volverá por mí.
Aunque en realidad… yo no sabía quién era él.
.
.
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Zoro.
Desperté la mañana siguiente con un terrible dolor de cabeza y con mi estómago dando gritos de un intenso dolor, no lograba reconocer exactamente en donde estaba, me esforcé por disminuir la entrada de sol a mis ojos, la mañana había llegado y yo no tenía ni idea, algo debía estar seriamente mal conmigo para dejarme absorber tanto por el tiempo, con gran fuerza de voluntad logre levantarme, después de un rato note el frio que hacía, fue cuando me di cuenta que habíamos regresado… estábamos de nuevo en la isla de la que yo había salido para encontrar a Mihawk… en la isla donde estaba Sanji.
Una punzada hirió mi pecho, su recuerdo me dolía, la mirada diciendo que me odiaba, el asco en su mirada, su sonrisa agobiándome mientras estaba… mientras yo…
Me dieron ganas de vomitar casi de inmediato, el único hombre con el que yo había deseado estar, con el que realmente sentía que podía estar en cualquier sentido era Sanji, solo él, en cuanto pensaba estar con alguien más unas tremendas nauseas me invadían… y no había hecho menos que eso, me sentía endemoniadamente mal, por un instante me vi tentado a rezar a quien fuera que estaba en el cielo en busca de consuelo, en busca de algo de piedad, pero recordé que eso no va conmigo así que sonreí amargamente al cielo y dije:
“Espero que estés feliz de verme sufrir de esta manera”
No sabía a quién le hablaba, pero creo que en ese momento ya no me importaba demasiado, simplemente necesitaba sacar un poco del dolor que me asfixiaba, sonreí ante mi torpeza, prefería tener que enfrentar a cien hombre al mismo tiempo sin arma alguna que seguir con la tormentosa idea de tener a Sanji lejos de mí, eso estaba mal… lo quería conmigo, conmigo una vez más.
Una robusta figura impidió el paso del sol hacia mi rostro, Mihawk se encontraba con una expresión osca y hasta enfuruñada, trate de no desmoronarme ante esa mirada, manteniéndome lo más fuerte que en ese momento me podía encontrar, Mihawk hablo con tono regañón:
-¿Cuántos días llevas sin comer?- Tenia una expresión incrédula y en el momento en que menciono comida escuche las intensas protestas de mi estómago.
-No lo sé, un par de días supongo.- Traté de recordar un poco, pero desde que estuve corriendo de un lado al otro en busca de Sanji no tenía muy en claro, cuantos días habían pasado.
-La mochila que llevabas contigo tenía comida y la comida sigue ahí, de esa manera no lograr ayudar a nadie Roronoa.- Él quería regañarme y así me sentía, pero había un pequeño matiz de preocupación tiñendo su voz… algo raro en él.
-Lo siento, sólo no preste atención.- Quería decirle que había cosas más importante que hacer, que tenía otras preocupaciones mucho más importantes, pero sentí que no debía debatir y simplemente me quede callado.
-Saldremos a comer, alístate.- Llegue a preguntarme que había hecho a Mihawk de la forma en que era, tan frio y distante, sin darme cuenta me decía a mí mismo lo distinto que era de Sanji, Sanji era alguien cálido mientras que Mihawk era alguien frio y meticuloso… demasiado distintos entre sí.
Salimos a buscar algo de comida, puede que no lo expresara en voz alta pero buscaba a Sanjie en cada vistazo, mientras caminábamos indagaba con la mirada, no podía dejar de pensar en él y cada que veía una cabellera rubia mi corazón se encogía de miedo y era aún peor cuando caía en la cuenta de que realmente no era él.
Llegamos a un pequeño restaurante, Mihawk ordeno, yo no tenía mucha hambre en realidad, solo quería correr por todos lados, golpear algo, necesitaba sacar un poco del remolino de sentimientos que me ahogaba.
Distraídamente me gire hacia la ventana del restaurante.
Y ahí estaba él.
Tan elegante como siempre.
Despampanante como solo él.
Y nuestras miradas chocaron.
Electricidad.
Miedo.
Felicidad.
Todo se mezclaba, contuve la respiración.
Él estaba ahí.
Al alcance de mi mano.