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La morgue y la funeraria eran un negocio prospero y redituable, pero William no estaba interesado en Thanatos ni en la medicina, no entendía el placer que su padre recibía al convivir con los cadáveres, hasta cierto punto era algo un poquito enfermo, pero William jamás lo cuestionó, él era feliz por así decirlo, desde que Adrian se convirtió en su tutor, nunca le faltó nada y él lo protegería o encubriría de todo.
Aunque William optó por una carrera muy distinta a la medicina, no se deslindó del negocio de su padre, a sus 27 años Spears administraba el lugar, se encargaba de todo a excepción de diseccionar y transportar a los cadáveres, él era todo un burócrata, estar encerrado en una oficina tras un escritorio rellenando formatos era lo suyo. De vez en cuando estudiantes de medicina visitaban el lugar para realizar algunas practicas, William los detestaba, pero había algo que odiaba aún más, las demandas.
-Muy buenas tardes sr. Spears- saludó el abogado cordialmente.
-Michaelis- respondió con falsa empatía.
Ambos hombres jóvenes se conocían desde la secundaria pero tomaron rumbos distintos, Michaelis mayor que Spears estudió para abogado y William contaduría y administración de empresas, fueron buenos amigos hasta que el destino los reunió en una desagradable broma de mal gusto.
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-Sabes que un día lo voy a meter tras las rejas Thom- la voz del abogado delataba regocijo.
-Mi nombre es William, además estoy siguiendo el caso y no tienes pruebas, el tal "Undertaker" a quien sigues no existe- William se siente seguro de si mismo, él maneja toda la información de los "clientes" la entrada y salida de dinero y maquilla a la perfección cualquier detalle turbio respecto a tráfico de órganos y partes humanas.
Hace 4 años que los Phantomhive habían demandado a Adrian Crevan por delitos contra la salud, necrofilia y fraude, no pararían hasta atraparlo. Sebastian era el mejor de su generación pero cada vez que estaba a un paso de conseguir su objetivo Undertaker hacía de las suyas y lograba huir, este hombre, su negocio y su familia eran como la mismísima muerte, no cualquiera podría vencerle.
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-¿Qué te parecen unos tragos?, hay promoción esta noche- invitó Sebastian.
-Que poco profesional, vienes aquí para anunciarme que pretendes encarcelar a mi padre ¿y me invitas unos tragos?-William dijo con sumo desagrado.
-Sólo soy un demonio como abogado-dijo con orgullo.
-No me arrepiento de declinar tu oferta- William se puso de pie y le indicó la salida al abogado, Sebastian se encogió de hombros, sonrió y abandonó el lugar.
William tomó asiento nuevamente y presionó sus sienes, jaqueca.
-Hey jefe, ¿qué te parece salir esta noche?, de 10 a 12 habrá barra libre en el pub- un hombre de barba de varios días sin rasurar y cabello largo y marrón asomó la cabeza por la puerta entre abierta, en su rostro se dibuja una gran sonrisa.
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¿Sabes?, desde que te conozco, tú nunca has salido con ninguna chica- el hombre dio un trago a su bebida.
-Bueno, desde que yo te conozco creo que ya has copulado con toda la ciudad- acusó William.
-Sólo con la mitad- el hombre bromeó. Este es Eric Slingby y aunque la promiscuidad no era lo suyo, el escoses es sumamente coqueto y un bebedor de peso pesado.
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William no era un bebedor social, de hecho, él no era nada social pero necesitaba despejar su mente un poco, salir con Eric sólo prometía una terrible resaca al otro día pero de algún modo sintió que lo necesitaba.
Dicho y hecho Eric estaba ebrio pero aún se podía mantener de pie, actualmente estaba conversando con una chica de dudosa procedencia. El móvil de William sonó de repente, un percance ocurrió en el despacho y tenía que regresar de inmediato, tal parecía que si dejabas un cuerpo descongelándose por error este se pudriría en menos de lo que canta un gallo "figurativamente" .
Spears intento llevar consigo a Eric, pero le hombre borracho se negó rotundamente a volver así que Will se encargó de guardar la billetera de Slingby para evitar que este fuera estafado dejándole unos poco billetes para que pudiera regresar si es que lo deseaba.
William atravesó el estacionamiento en busca de su automóvil pero se encontró con algo más, dos figuras discutían no muy a lo lejos desde donde se encontraba Spears, un hombre alto mantenía a lo que parecía ser una mujer en el suelo, su lustroso calzado presionaba con fuerza el vientre de esta, la chica lloraba y pedía clemencia, la verdad ella pensó que moriría esta noche, él se lo advirtió, la mataría si la encontraba coqueteando con otro, pero no era su culpa, no hacían nada malo, sólo conversaban, eran viejos conocidos.
El hombre estaba herido también, de su brazo emanaba bastante sangre. En un acto desesperado por defenderse ella lo apuñaló. Él sacó un arma, la pelirroja tragó saliva y cerró los ojos que no paraban de derramar lágrimas.
- En verdad eres el diablo, no sólo te gusta encarcelar ancianos si no que también abusas de chicas indefensas- William se paró atrás del abogado, así es, se trataba de Sebastian Michaelis. El demonio giró en dirección a quien le hablaba.
-No es una chica indefensa, es una puta- escupió el abogado.
-Soy tan buen abogado que si lo mato ahora, saldré libre y declarado "no culpable"- Sebastian dijo con seguridad y después miró al suelo donde yacía su víctima, dio un paso por encima de ella y subió a su auto dejándolos solos.
William se acercó a la pelirroja y trató de ayudarla a ponerse de pie, ella aulló de dolor, tenía dos costillas rotar, también el fémur, su rostro está algo desfigurado, además de haber perdido los dientes de enfrente "nuevamente", esta no era su primer golpiza. Ambos se miraron detenidamente, frente a frente -Will- murmuró ella, él se paralizó, ¿cómo sabía esta mujer su nombre?
-Soy Grell- su mundo perfecto se vino abajo.
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-Jamás me imaginé que terminarías como prostituta, "la señora" parecía prometerte un futuro más prospero- se burló William.
-No soy una puta- Grell dijo con rabia.
-Detén el auto... ahora- ordenó el pelirrojo.
-Necesitas atención médica- William se negó y siguió circulando.
-Detente ahora, iré a mi casa, puedo ir caminando- Grell le miró de reojo y al verse ignorado abrió la puerta del vehículo aún en movimiento amenazando con lanzarse.
-No seas estúpido- reprendió William quien frenó bruscamente y cerró de nuevo la puerta ahora con seguro, aquel movimiento lastimó aún más a Grell.
-Si alguien te ve arrastrándote así por la calle dirán que eres una prostituta- dijo William.
-¡Basta! - gritó Grell, sus ojos derramaban amargas lágrimas.
-Ya que no quieres ir al médico, ¿Dónde vives? -él no se disculpó, nunca lo hacía. Grell no dijo nada, ni siquiera volteó a mirarle.
-En ese caso... no quiero hacerlo, pero no me das otra opción, te llevaré a mi casa- William dio vuelta en u y se dirigió a su domicilio. El corazón de Grell se aceleró a mil por hora, hacía años que no veía a William, eran unos completos desconocidos y ciertamente William no era muy agradable.
-La casa de mi hermano, sólo llévame a casa de mi hermano- dijo con desesperación.
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-Fueron... ¿10 años? Dijo William mientras esperaba a que el semáforo cambiara a verde, Grell no dijo nada, sólo miró las luces de la ciudad.
-Suena idiota de mi parte, e incluso infantil pero... prometiste volver- la voz de William era amarga. Grell agachó la mirada.
Finalmente habían llegado a su destino, la zona no era muy lujosa pero no estaba mal. William ayudó a Grell a salir del auto, este se recargó en la puerta del carro y suspiro con cansancio, Ronald comenzaría con su interrogatorio.
William miró a la figura frente a él, Grell era muy delgado, su cabello era extremadamente largo, vestía pantalones ajustados a la cadera, todo bañado en sangre.
Al llegar al 5° piso Grell llamó a la perta, nadie respondía, lo intentó nuevamente, se escucharon unos murmullos y maldiciones, la puerta finalmente se abre, un chico en calzoncillos aparece.
-¿Grell? , pensé que saldrías con ese odioso novio tuyo, ahora estoy con una chica...- el rubio no vi lo malherido que estaba su hermano.
William no creía lo que veía, ¡Ronald!, ¿este chico era Ronald?, ¿cómo rayos es que se encontraron? Después de tantos años.
William estaba perdido en sus pensamientos cuando de pronto fue tomado por la solapa de su traje y arrinconado contra la pared.
-¿Qué le hiciste a mi hermana Grell? ¡Bastardo! - definitivamente se trataba de Ronald.
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¿QUÉ LES PARECIÓ?, ESTO ES SÓLO EL COMIENZO. ASÍ ES, SEBAS Y GRELL TIENEN SUS QUEVERES.
SINTONÍCENOS EN EL MISMO CANAL A LA MISMA HORA...
TAMBIÉN UTILICÉ UN POQUITO EL CANON AQUEL DONDE WILL Y SEBAS ERAN AMIGOS PERO TERMINAN ODIANDOSE.