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LA SOLEDAD DE LAS FLORES CARMESÍ por karenka sutcliff

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Notas del capitulo:

MIS CORDEROS DEL AMOR, MUY BUENOS DÍAS, TARDES, NOCHES, ESPERO NO ESTAR SIENDO MUY OOC CON WILILIAM (ese es mi trauma total, no manejarlo adecuadamente).
ESTA HISTORIA ES MI PRIMER “AU” Y PARA MI GUSTO CREO QUE ME ESTÁ QUEDANDO BASTANTE BIEN, ESPERO OPINEN LO MISMO.
RECUERDEN QUE WILLIAM Y GRELL SE CONOCIERON EN VIDAS PASADAS Y SE REENCUENTRAN EN ESTA.
UN MILLÓN DE GRACIAS A TODOS POR SUS BELLOS COMENTARIOS, ME ENTUSIASMA TENER CADA DÍA NUEVOS LECTORES, NO TENGO COMO AGRADECER TANTO APOYO.
GRACIAS NUEVAMENTE.
LOS AMODORRO MIL.

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Un bufete de abogados es como el infierno y al contratar a alguno, nunca sabes a quien le estas vendiendo tu alma.
Trabajan juntos pero no se soportan, Faustus luchó mucho por el caso Phantomhive-Undertaker pero al final, Michaelis lo obtuvo. Claude y Sebastian son viejos colegas, o más bien rivales. Grell los conoce perfectamente bien a ambos y sabe que fibras tocar para hacerles explotar, en especial a “ella”, su nombre es Hannah, de no ser por ella, Claude tendría el caso pero es que él prefirió desposar a aquella mujer así que en un arranque despechado Grell eligió a su amado y siempre confiable Sebas.
Bastó una simple mirada para que una lucha de fieras se desencadenara en aquella oficina de prestigio, Grell era una “dama” pero no hay que olvidar que tiene la fuerza de un hombre. Lograron separarlas, pero esto no se quedará así. Terminando la pequeña disputa, Sebastian y Grell partieron a su destino.


Es el aniversario luctuoso de los padres de Ciel, una solemne ceremonia tiene lugar en la catedral de la ciudad, Ciel y Angelina toman lugar hasta enfrente. Sebastian y Grell llegan al último sentándose al final. Grell ama a Angelina, ella es muy especial para el carmín, pero su corazón aún está resentido.
Grell se siente incómodo en aquel lugar santo, quizá un mal recuerdo. Sebastian le mira y sonríe, se toman de la mano discretamente.
Sebastian no ama a Grell, pero cierto grado de empatía ha nacido del abogado hacia el chico amanerado, tantos años conviviendo juntos han dado frutos.
El teléfono móvil del jengibre suena, rápidamente este sale del recinto. Han intercambiado algunas llamadas, el entusiasmo por volver a verse es mucho y es mutuo. Tienen una cita. Laboral, claro está, pero una cita es una cita. Regresa y terminan la misa.
–Sube Grell, tenemos que irnos,– ordena Sebastian al pelirrojo mientras abre la puerta de su camioneta color negro. La pelirroja detiene su conversación con su amada Angelina, se muerde el labio inferior, está indecisa, hacía tanto que no se veían. Ante la tardanza de Grell Michaelis se acerca decidido a que se cumpla su voluntad.
–Angelina– saluda cortésmente besando la mano de la dama roja, causando que esta se sonroje.
–¡Sebastian! – llama Ciel. El abogado dirige toda su atención al heredero Phantomhive.
–¿Qué respuesta me tienes ante el caso “Undertaker”?
– He avanzado mucho, no dude de eso joven Phantomhive. Se hará justicia– Michaelis sonrió maldiciendo interiormente.
–Tenemos un contrato, no lo olvides. – El joven no convencido del todo asintió y les permitió retirarse.
–Grell– el abogado llamó nuevamente, tomó a Grell por el brazo y lo encaminó a su vehículo.
–Quiero ir a casa– Grell retrocedió, desde la última golpiza que su “novio” le propinó y donde casi lo mata este no le había perdonado del todo y un temor latente permanecía aún. La ceja del cuervo se crispó.
–No te llevaré con tu tonto hermano– dijo Sebastian.
–No, quiero ir a mí casa.
–Vámonos, es tarde– ordenó nuevamente con fingida amabilidad, necesitaba reconciliarse con el rojo hombre, Grell era la única opción que le quedaba para acercarse a Spears y sacar información respecto al caso del enterrador.
–Tomaré un taxi.
–Vamos Grell, te he extrañado tanto– suplicó el mayor. Con la yema de los dedos acarició la mejilla de Sutcliff y peinó los cabellos rojizos atrás de la oreja de este. La piel de Grell se erizó, cada centímetro en su cuerpo extrañaba este tacto –está bien– Grell subió.

Estaba tan feliz, todo pintaba ser maravilloso, pero la vida no es perfecta.
Nuevamente suena el móvil, un mensaje de texto, uno de muchos. Entablan una conversación. Sólo se trata de negocios pero Grell está excitado.
–¿Qué quiere? – Sebastian pregunta con voz ronca, Grell sale de su ensueño cayendo de golpe contra la cruda realidad.
–¿Eh? – Grell cierra de inmediato el celular y lo presiona contra su pecho. Sebastian no está de humor, el tiempo se agota. Sebastian le arrebata de las manos el teléfono y revisa la conversación, las piernas de Grell se vuelven de gelatina.

Grell está sentado en el piso sobre sus piernas, su nariz está sangrando.
–No debes guardar secretos para mí Grell, no lo olvides– Sebastian limpia la herida causada por su puño con fomentos de agua tibia con sal, la pelirroja grita de dolor. En ocasiones Sebastian no sabe medir su fuerza.
–No te preocupes mi fruta madura– susurra el abusivo hombre al oído del menor causándole un sonrojo. Michaelis siempre ha sabido como doblegar a Grell.
–Estoy de acuerdo, indudablemente necesitas el trabajo, creo que es perfecto– el rostro de Grell se ilumina. Después de tantos años al fin se reencontrará con William, su amado Will. Sería una larga espera el día siguiente.

Recuerda sentir una profunda tristeza en su corazón, la briza nocturna despeina sus cortos cabellos rojos, tan rojos como la sangre a derramar, no hay amor para él, sólo rechazo y prejuicios. Una cristalina lágrima rueda por su pálida mejilla y toca la comisura de sus labios.
Salta del alfeizar, un ruido sordo y sangre, mucha sangre, por unos segundos siente un gran dolor en todo su cuerpo, siente reventar su cabeza y pierde el control de su cuerpo, hay gritos. Negro, todo se desvanece, está muerto. Se ha suicidado.
¿A caso esto es el infierno? No, no merece el infierno pero tampoco el cielo. Vaga en el limbo por un tiempo indefinido, en la nada pero aún debe pagar, ¿una segunda oportunidad?, el karma, es un castigo.

Grell abre mucho los ojos, con su mano izquierda limpia el sudor frío de su frente, su respiración es agitada y el palpitar de su corazón desenfrenado, tiembla, tiene miedo; mira a su costado izquierdo, en la cama Sebastian no esta. La habitación está en penumbras alumbrada tenuemente sólo por los rayos de la luna de plata.
El pelirrojo se pone de pie, sus pies descalzos tocan el helado piso de mármol, su piel se eriza, cada bello de su cuerpo, algo por el frío y en parte por la terrible pesadilla o quizá recuerdo que acaba de tener. Se maldice por no haberse quedado con Ronald, pero es que Sebastian insistió tanto en que se quedara esta noche, Grell no podía rehusarse.
–¿Qué haces despierto? – cuestionó el moro desde el marco de la puerta, Grell mira sobre su hombro, Sebastian está completamente vestido como si estuviese listo para el trabajo.
–Tuve un mal sueño, ¿por qué no estás en la cama?– murmura el carmín.
–Sabes que yo no duermo mucho y no estoy acostumbrado a compartir la cama con nadie. Vuelve a dormir– pidió el abogado quien se disponía a abandonar la habitación.
–Quiero ir a casa– pidió Grell. Sebastian se detuvo en seco, no volteó a mirar al pelirrojo de inmediato, primero trató de calmarse. Respiró hondo y giró su rostro para brindar una sonrisa amistosa aunque falsa.
–Durmamos ¿quieres? , además el tonto de tu hermano seguro no está– Michaelis se acercó a Grell y trató de recostarlo de vuelta a la cama. Este forcejeo un poco, Grell se sentía terriblemente mal, quería escapar de sus miedos, de Sebastian, de todo lo que lo lastimaba.
–Escúchame Grell, aún es de madrugada, quiero que te quedes y no molestes más– Sebastian tomó al menor por el brazo con fuerza reteniéndolo en su lugar. Grell suspiró y trató de obedecer. Está dormido pero no descansa, llora entre sueños, Sebastian le observa, con el dorso de la mano toca la frente del pelirrojo; este tiene fiebre.
Después de lo que pareció una eternidad, finalmente la fiebre de Grell cedió pero el malestar persistía. Grell abre de nuevo los ojos, para su sorpresa, Sebastian se ha dormido, esto le sorprende pues parece que este nunca duerme.
–¿Sebby?– llama el carmín, al no recibir respuesta este toma su móvil y trata de hacer una llamada. El saldo de su teléfono se ha agotado –estúpido– murmura Grell.
–Sebby, ¿puedo hacer una llamada desde tu móvil? – no está pidiendo permiso, simplemente fue un acto de educación para con aquel bello durmiente. Grell hurta momentáneamente el Smartphone y llama.
Son las 4:00 am, Grell sube a un vehículo desconocido y emprende la huida sin percatarse de que es observado. Sebastian mira desde la ventana de su apartamento, desde el 5° piso, registra el número al que Grell llamó y le nombra “la parca” ahora tiene el número personal de Spears. Cuando Sebastian dijo que no acostumbra dormir mucho, no estaba bromeando, él también podía ser un excelente actor.

–Ronald me dijo que no vivías con Michaelis– reclamó William mientras conducía rumbo a casa del joven rubio.
–¿Celoso? – se burló Grell, esto no le causó gracia a William quien lo golpeó en la cabeza. A este paso la pelirroja requerirá cirugía plástica en su bello rostro.

Al bajar del auto Grell olvida su teléfono, William lo toma y bien dicen que la curiosidad mató al gato. Al deslizar el dedo sobre la pantalla la imagen de fondo le causa un trago amargo a Spears. Un sumamente feliz Grell abrazando a su adorada Angelina con entera devoción.
William bloquea la pantalla nuevamente y baja del auto tras de Grell.



 

 

Notas finales:

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BUENO, CREO QUE ESTE CAPÍTULO FUE MÁS QUE MERO RELLENO, PERO TUVE LA IMPERIOSA NECESIDAD DE ESCRIBIRLO.
GRACIAS POR LEER.

 

 


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