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LA SOLEDAD DE LAS FLORES CARMESÍ por karenka sutcliff

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Las últimas noches fueron un infierno, no había forma alguna en que pudiera conciliar el sueño. Eran las 3:30 am, bosteza sus parpados se sienten pesados, tal parece que William al fin se deja abrazar por los cálidos brazos de Morfeo.
Una melodía clásica comienza a tocar suavemente in crescendo. Trata de ignorarlo hasta que el móvil comienza a vibrar contra la mesita de noche causando más ruido.

Resignado estira su mano derecha hasta donde está el aparato infernal, abre un ojo con fastidio, la luz le lastima, se coloca los anteojos pues no ve nada. “la cosa” se lee en el identificador de llamadas. Suena y suena, no se calla.

–Aló – dice entre un bostezo.

–¿Will? –pregunta una voz temblorosa.

–Sutcliff ¿qué demo…

–Will, Sebastian, yo. Necesito ayuda– interrumpe el pelirrojo entre palabras tartamudas con un dejo de angustia y desesperación.

Ante la mención del abogado, William de inmediato se dirige al auxilio de Grell, no lo pensó ni dos veces.  


….


William pone atención al vecindario, es una zona acaudalada. Finalmente llega al domicilio de Michaelis, en la entrada del edificio un Grell congelado le espera, sólo viste pantalones blancos que muestran sus pantorrillas y una playera negra manga ¾  que expone su hombro derecho y su clavícula.

Grell sube al auto, se frota las manos y las coloca en su boca para proporcionarles algo de calor.


–¿Qué has pensado de lo que hablamos en la tarde? – pregunta William. Ya que había sido tan groseramente privado de su necesario sueño, al menos quería una respuesta.

–Bueno, después de hablar contigo intercambié algunos mensajes con Ann. Nos vimos esta misma tarde, estoy muy contenta…

–Trabajaras conmigo ¿si o no? – William interrumpe molesto, no le interesa saber nada de aquella mujer.

–Ann me propuso que trabaje con ella en el hospital nuevamente– ante esta confesión, un silencio incómodo nace.

– Los hospitales necesitan médicos reales, no creo que con tus dotes de actriz salves vidas ni cures enfermos– William rompe el silencio. Se escucha rabia y cinismo en su voz.

–¡Tengo estudios señor Spears! – dice la pelirroja ahora ofendida.

–Es muy distinto el que yo no quiera ejercer mi profesión. Es difícil que alguien como yo encaje fácilmente en ese ambiente, les cuesta adaptarse a mi– explica Grell mientras que William frunce el ceño, nuevamente esa mujer roja interfiere en su vida.

Al llegar al apartamento de Grell, este invita a pasar a William. Hacía mucho tiempo que Sutcliff no pisaba este lugar.

–Seguro estas muy cansado, pasa a dormir un poco– sugiere Grell desde su alcoba, al salir trae consigo unas mantas y un peluche viejo.

–Por supuesto que no, ya que estás “a salvo” me retiro a mi hogar– el mayor gira sobre sus talones dispuesto a irse, pero es detenido.

–Quédate por favor, si no quieres dormir, al menos espera a que yo me duerma–Grell le sujeta por el brazo, sus ojos son suplicantes. Tiene miedo.

William le observa detenidamente, dirige su mirada a aquella muñeca horrible que yace cómodamente en los brazos de la pelirroja, después de tantos años ¿aún la conserva?, está rota y descocida con malos remiendos en todo el cuerpo. –Grotesco– William odia aquel peluche.

–Me retiro– William avanzó hasta la puerta y se dispuso partir. Se detuvo en el umbral y miró sobre su hombro.

–Ya no se trata de una propuesta de trabajo Grell Sutcliff, sólo recuerde que le estaré esperando mañana por la mañana, sea puntual– se marchó sin más, ¿a caso esto se trataba de un “hasta pronto”?


Nuevamente Grell se siente agobiado, volver al hospital bajo el amparo de su querida Madame Red o volar hacia el resguardo de los brazos de su amado William.

Grell abandonó la medicina para dedicarse a aquello que le hacía realmente feliz, la actuación y ahora hacía a un lado el arte para regresar a ese mundo reprimido.

Un médico, debe ser serio y profesional, inspirar confianza y seguridad. Para Grell es difícil mantener la compostura. Todo es demasiado pulcro, blanco sin vida, aburrido. Asfixiante.

La mayor parte del tiempo Grell mantiene su cabello recogido en una coleta alta, el área donde Grell permanece confinado es mortalmente deprimente y no se le permite mostrarse tal cual es. Atiende en su mayoría enfermos terminales, ancianos y adultos jóvenes, no hay niños, los infantes y neonatos se encuentran al otro lado del hospital. La mayor parte del tiempo Grell convive con los recién nacidos olvidándose de sus obligaciones. De vez en cuando visita pediatría aunque no permanece mucho tiempo ahí, adora a los niños pero honestamente no les tiene la paciencia suficiente.

–Por favor– suplica aquel hombre a la pelirroja quien  esta noche de lluvia no es más que la representante de la mismísima muerte. Han sido años de sufrimiento y  promesas vanas que tratan de darle esperanza a aquel viejo decrépito.

Grell nunca ha sentido pena ni lástima por nadie, no se conduele del sufrimiento ajeno. De niño, ni un alma se apiadó de sus inocencia. Grell no es una mala persona, o eso le gusta pensar a él.

–Oh dulce ángel de la muerte...– las palabras de aquel hombre se derraman de sus labios resecos cual si de miel se tratase.  El “ángel rojo” le mira desde el marco de la puerta. Tiene el turno de la noche y finalmente puede soltar su cabello, los rizos caen sobre su rostro sombrío, entre las tinieblas del cuarto y la luz que emana del pasillo, un aura carmesí le ilumina.

–Termina con el sufrimiento de esta alma en pena no ha hecho nada más pecar por amor …

–Basta de parloteo mi remedo de Shakespeare decadente y achacoso– Grell besa la sien del hombre y desconecta la maquina que le proporciona oxigeno a aquel miserable. Sutcliff observa como lentamente las funciones vitales del hombre se apagan, hay una mirada de dolor en esos vetustos ojos mismos que se cierran para siempre. Antes de que la máquinas comiencen a hacer ruido,  Grell las conecta al cadáver y se marcha sin dejar rastro. No es la primera vez, parecida a esta trama existen docenas de casos anteriores, todas con distintos tipos de suicido asistido.

Sobredosis de anestesia, inyectar aire en el suero, desconectar las máquinas de asistencia de vida, cambio de medicamentos, todos esos mitos de las películas los puso en práctica hasta lograr que funcionaran, pero Grell no era un asesino despiadado, cada una de sus víctimas le lloraron terminara con su dolor, aunque de forma poco ortodoxa, Grell cumplió. Aunque existe un secreto a voces, a Grell le gusta matar, pero algo le falta, quiere sangre.

De ahí que abandonó su trabajo en aquel lugar, los rumores no se hicieron esperar, pero nada se salió de control gracias a las influencias del abogado de los Phantomhive. Imperdonable que un chisme de tal magnitud manchara el buen nombre de la prestigiosa cirujana Durless, su hijo adoptivo ¿un asesino?  Para nada, completamente falso. Para fortuna de todos, "los muertos no hablan".

Ahora que los alegatos se calmaron y el hospital cambió completamente de administración, Angelina lo quería de vuelta, pero Grell tenía otros planes.

Está cansado, durmió muy poco y para empeorar la situación, Grell no prometió aceptar el trabajo en la funeraria. William mira su reloj de mano, 8:15 am , hace 15 minutos ya debió haber llegado Sutcliff pero no fue así, la amargura recorre las venas del administrador.

–Buenos días Will querido~ –la estrepitosa voz irrumpe en la oficina.

–Lamento haber llegado tarde,  pero quería estar bonita para ti– la roja se aferró al brazo de Spears. Un extraño sentimiento de alivio embargó a William, aunque seguía algo molesto.

Un pequeño cubículo le fue otorgado a Grell, además de sus funciones a realizar. Papeleo y mas papeleo –que aburrido– con razón nadie aguantaba trabajar aquí, era monótono, William nunca sale de su oficina, nadie habla. Las pocas personas laborando se concentran en ello, su trabajo, sólo se escuchan las teclas siendo golpeadas frenéticamente.

Parece que es hora del almuerzo, algunos se retiran de a poco y regresan 2 horas después, es un solo turno desde que amanece hasta que anochece. 

Empleados van y vienen, le entregan sus formularios y reportes a Grell, este les da el visto bueno y los archiva. Todos los hombres que entran hasta el momento,  son tipos anticuados y poco atractivos además de carecer de educación, ninguno ha tenido la cortesía de saludar a la pelirroja. ¡Que groseros! Imposible tener una bella mujer frente a ellos y no caer rendidos a sus pies. Pero ese no es el punto.
Con fastidio Grell se levanta de su asiento, se estira un poco y todos sus huesos truenan, un alivio recorre su anatomía engarrotada por permanecer en la misma posición por horas. A unos pasos se encuentra la oficina de Spears, Grell entra sin llamar. La serenidad del lugar es violada y el rugir de un estomago se hace escuchar, Grell se sonroja y es que hace una hora muere de hambre.

–¿Will? – pronuncia la pelirroja pero no consigue llamar la atención de su nuevo jefe.

–William– Se aclara la garganta y habla mas fuerte, el contrario alza la mirada un instante y retoma su lectura en un informe. 

–¿Qué deseas? –pide William sin mirar a Grell.

–Bueno, ya es tarde y no he probado bocado, apuesto a que también te mueres de hambre– dice tímidamente. William mira el reloj del muro junto a la puerta y suspira.

–Debido a que llegaste tarde, creo que no deberías tener derecho a salir a comer– dijo cruelmente.

–Pe-pero, solo fueron ¡15 minutos! – Grell abrió la boca con sorpresa y gritó alarmado.

–Sin embargo, por ser tu primer día lo pasaré por alto,  saldremos a comer dentro de una hora más.

–¿Saldremos?, ¿saldremos juntos? Es ¿una cita? – chilló excitado.

–Como ya dije, hoy será la excepción, necesito darte algunas instrucciones pero a partir de mañana saldremos en horarios diferidos, el despacho no puede quedarse solo, algún administrador debe quedarse y tú serás mi remplazo.
Grell salió entusiasmado aunque hambriento, seria la hora más larga de su vida.
Los minutos pasaban y todo permanecía sin vida. Grell comenzó a cabecear, el sueño amenazaba con apoderarse de ella.

–Hola roja– Eric saludó con entusiasmo, Grell despertó y después entrecerró los ojos tratando de recordar de donde lo conocía, una sonrisa amable se dibujó en su rostro. El escoces le guiñó el ojo y entregó su documentación, ante esto, el semblante de Grell cambió, se aproximaba la hora de su comida y ya no tenía tiempo de revisarlo.

–Deberás entregarlo mañana, yo me voy– Grell se puso de pie y tomó su bolso.

–Oh, por favor– suplicó Eric, bien sabía que si no tenía la aprobación de un gerente, no podrí retirarse a tiempo.

–Grell, lindura, hazme este favor– el escoses sabía como derretir a una dama, la pelirroja se sonrojó intensamente.

–Grell Sutcliff– William finalmente salió de su oficina.

–De acuerdo– murmuró Grell y sin pensar firmó y selló los reportes de Eric para después arrojarlos a un cajón. Slingby sonrió triunfante.

–Gracias “cabecita roja” –Eric besó el dorso de la mano de Grell y emprendió la huida. William miró con desapruebo la escena y tomó nota, ya les daría un conferencia respecto al comportamiento inapropiado en las instalaciones del trabajo. 

La misma rutina, día tras día, la primer semana pasa rápido. Grell sigue viviendo con Ronald y ha perdido el contacto con Sebastian, sabe que el abogado está furioso y es mejor mantener distancia.

Algo bueno tiene este cambio de ambiente, William dijo que comerían en horarios distintos, pero eso no ha pasado, desde su llegada a la funeraria el extravagante Grell y el estoico William han salido a comer todos los días juntos, aunque a pesar de los intentos de Grell, William se mantiene distante e indiferente a los sentimientos de este, pero pronto alguien mostraría interés en la pelirroja

–¿A qué área pertenece Eric?, no lo vi en todo el día, de hecho, desde que llegué rara vez lo veo en las instalaciones – Grell rompe con el armonioso silencio de la comida.

William terminó de masticar su bocado de alimento, bebió un trago de agua y después de un momento respondió –Slingby está asignado a la morgue– dice sin más.

–¿Dónde queda la morgue? – Grell se emociona, estos hombres trabajan con cadáveres, tienen la posibilidad de abrir y destazar cuerpos. 

–El edificio de junto.

–¿Puedo trabajar en la morgue? – pregunta entusiasmado.

–No.

–¡¿Por qué no?!, sé que tienes vacantes en la morgue, me lo dijo Ronald – exclamó exaltado.

–Te necesito en la funeraria, hay mucho papeleo pendiente. Adrian, mi padre se encargará del personal de la morgue – William continuó con sus alimentos, Grell no estaba muy conforme pero al saber que su William le necesitaba le hizo sentirse amado de algún modo. 

El chico enfermizo se encuentra frente a la gran edificación, mira hacia arriba y respira hondo, es hora de dar el gran paso. Sus padres se ofrecieron a ayudarle a conseguir empleo, pero Alan quería lograr esto solo. Alan entró por la parte trasera del edificio por el estacionamiento, un sonriente hombre de cabello plateado le dio la bienvenida.

Después de una extensa conversación  aunque algo fuera de lo común con el excéntrico dueño de la funeraria Adrian Crevan, Humphries queda contratado, pero primero tendría que obtener el visto bueno de William, ya el gerente determinaría en que departamento ubicarlo. 

Alan se dirige al edificio de junto, una pelirroja sonriente le da la bienvenida para momentos después dirigirlo con Spears.

William nunca fue un hombre de palabras, honestamente no estaba interesado en la vida de ningún otro ser humano, odiaba las entrevistas pero este era su trabajo y debía cumplir.

Alan era un joven honrado y responsable, impetuoso y ansioso por vivir, aunque necesitaba un guía y William tenía a la persona perfecta para él pero antes de presentarse a trabajar necesitará algo de capacitación.

6:30 pm finalmente Grell es libre, el jengibre corre hasta el auto de su hermano, esta noche hay fiesta y no irán solos, Eric les alcanza pronto, hace una reverencia y le abre la puerta a Grell. William estaba invitado pero el hombre amargado se reusó, prefirió llegar a casa temprano y tratar de descansar.

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

 


La nación del Grelliam y el Slingphries vivieron en armonía hasta que el Eric x Grell apareció… muajajajaja. OK NO XD

¡Esto es 100% Grelliam y 100% Slingphries!

NO MIS QUERIDOS LECTORES, ESTO NOOO ES UN ERIC X GRELL, NO ENTREN EN PÁNICO, SÉ QUE A VARIOS NO LES GUSTA ESTA PAREJA AUNQUE ADMITO QUE A MÍ ME ENCANTA PERO SÉ QUE NO ES CANON, espero les guste lo que viene, si no están listos para dar este paso conmigo entonces es hora de que abandonen esta historia y se ahorren sus comentarios negativos y/o agresivos todos somos libres de leer y escribir lo que deseemos.
 

 

 

 


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